Aguas ajenas, tierras extrañas. Desigualdad hídrica al sur de la

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Aguas ajenas, tierras extrañas.
Desigualdad hídrica al sur de la cordillera
de los Andes en Mendoza (Argentina)
a principios del siglo XXI
Leticia Saldi*
Inés Petz**
Recibido 2014-09-18 Aprobado 2015-03-02 Disponible en línea
doi:10.11144/Javeriana.cdr12-75.aate
Cómo citar este artículo: Saldi, L. y Petz, I. (2015). Aguas ajenas, tierras extrañas. Desigualdad hídrica al sur de la
cordillera de los Andes en Mendoza (Argentina) a principios del siglo XXI. Cuadernos de Desarrollo Rural, 12(75),
123-144. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.cdr12-75.aate
* Becaria posdoctoral, Instituto de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla) perteneciente
al Conicet. Correo electrónico: [email protected]
**Integrante del Grupo Estudios Rurales, Instituto Gino Germani, Universidad de Buenos Aires. Correo
electrónico: [email protected]
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Resumen
En Mendoza, el valle de Uco ha sido elegido por grandes empresarios para la instalación de campos
vitivinícolas irrigados con agua subterránea. Avalados por el Estado provincial para luchar contra la
desertificación, el ingreso de estos empresarios modifica las áreas irrigadas tradicionalmente con agua
superficial. Se analizan las políticas hídricas provinciales, la modificación de la estructura agraria y cómo los
productores locales atraviesan este proceso. Se concluye que ocurre un proceso de enajenación del agua, de la
tierra y de la producción que, sin embargo, el Estado difunde como el triunfo del hombre frente al avance del
desierto y la escasez hídrica.
Palabras clave
riego; desigualdad; vitivinicultura; valle de Uco; Argentina
Foreign Waters, Strange Lands. Hydric Inequity South
of the Andes Mountain Range in Mendoza (Argentina),
in the Early XXI Century
Abstract
In Mendoza, the Uco Valley was chosen by big entrepreneurs for setting up viticulture fields, irrigated
with groundwater. With the approval of the provincial State to fight against desertification, the appearance
of these entrepreneurs changes areas traditionally irrigated with surface waters. We analyze the provincial
hydric policies, the modification of the agrarian structure, and how local producers are going through this
process. We conclude that there is an alienation process of water, earth, and production that, nevertheless, is
publicized by the State as the triumph of men over the advancement of desert and the lack of water.
Keywords
irrigation; inequity; viticulture; Uco valley; Argentina
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Eaux étranges, terres étranges. Inégalité hydrique au sud
de la chaîne des Andes à la province de Mendoza (Argentine)
au début du XXI siècle
Résumé
Dans la province de Mendoza, la vallée d’Uco était élue par ses grands entrepreneurs de champs vinicoles
irrigues avec de l’eau souterraine. Assurés par l’état provincial pour lutter contre la désertification, l’entrée de
ces entrepreneurs modifie les espaces irrigues traditionnellement avec de l’eau de la surface. On analyse les
politiques hydriques provinciales, la modification de la structure agraire et comment les producteurs locaux
surpassent ce processus. On conclut qu’il y a un processus d’aliénation de l’eau, de la terre et de la production,
et néanmoins l’état diffuse cela en tant que le grand triomphe de l’homme en face de l’avance du désert et la
manque hydrique.
Mots-clés
Irrigation; inégalité; viniculture; vallée d’Uco; Argentine
Águas alheias, terras estranhas. Desigualdade hídrica
ao sul da Cordilheira dos Andes em Mendoza (Argentina)
a princípios do século XXI
Resumo
Em Mendoza, o vale do Uco foi escolhido por grandes empresários para a instalação de campos vitivinícolas
irrigados com água subterrânea. Avaliados pelo Estado provincial para lutar contra a desertificação, a
entrada destes empresários modifica as áreas irrigadas tradicionalmente com água superficial. As políticas
hídricas provinciais, a modificação da estrutura agrária e como os produtores locais atravessam este processo
é analisado. Conclui-se que acontece um processo de alienação d’água, da terra e da produção que, no
entanto, o Estado espalha como triunfo do homem frente ao avanço do deserto e da escassez hídrica.
Palavras-chave
Rega; desigualdade; vitivinicultura; vale do Uco; Argentina
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Introducción
El agua puede estudiarse desde perspectivas científico-técnicas, económicas,
socioculturales y políticas. La diversidad de perspectivas abre la posibilidad de
considerar al agua como un prisma donde convergen o se desprenden distintas
miradas interrelacionadas a su vez. Asimismo, los actuales encauzamientos del agua
están atravesados por una tendencia del mercado internacional que la considera
como un bien únicamente económico. El valle de Uco, ubicado en el centro-oeste de
Argentina, presenta un interesante nodo analítico donde las interconexiones entre
ciencia, política, poder, mercado, desigualdad, imaginarios sociales y diversidad
cultural se expresan y se relacionan con los marcos globales que intensifican la visión
del mercado sobre este elemento.
Desde la década de los años noventa hasta la actualidad, este valle forma parte de
uno de los centros vitivinícolas más importantes del mundo. La producción de vino
en tierras de altura efectuada por medio de agua subterránea y riego por goteo, con
montañas nevadas como telón de fondo, da cuenta de una nueva infraestructura de
riego que permite modificar y prolongar las zonas tradicionalmente regadas con agua
superficial, surcos y canales en las planicies.
La transformación de las áreas irrigadas se enmarca en un imaginario ecosocial
difundido por el Estado provincial desde finales del siglo XIX. En este imaginario,
las palabras “oasis” y “desierto” son protagonistas y se asocian con categorías
ambientales, sociales, económicas y hasta étnicas, y adquieren una relación tanto
necesaria como antagónica. El término “oasis” significa progreso, economía
agrícola, en especial vitivinícola, vida sedentaria y herencia europea. Su contrario,
el “desierto”, se asocia con atraso, vida errante, economía ganadera trashumante y la
herencia indígena-criolla (Escolar, Martín, Rojas, Saldi y Wagner, 2010).
Bajo esta representación ecosocial, la extensión del oasis en el valle de Uco es
considerada por el Estado provincial como razón de beneplácito y orgullo, puesto
que las inversiones que allí se llevan a cabo son acordes con la idea de “avanzar”
sobre el presunto desierto, según las políticas neoliberales impulsadas desde la
década de los años noventa por el Estado nacional en el mundo rural (Giarracca
y Teubal, 2008), que consisten en la expansión de las relaciones capitalistas en las
distintas esferas económicas. Sin embargo, los pequeños productores vitivinícolas
locales, que riegan sus propiedades con agua superficial otorgada por derechos
centenarios, miran con sospecha y preocupación este proceso en que la regulación del
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agua es el centro de las disputas y debates, y donde el Estado provincial interviene al
legitimar o deslegitimar ciertos usos y circuitos hídricos.
El artículo se propone analizar cómo en la provincia de Mendoza en general
y en el valle de Uco en particular, las formas de usar el agua mediante disímiles
sistemas de riego evidencian un entramado social signado por desigualdades
socioeconómicas y culturales. Para ello se pregunta: ¿Cuáles implicaciones sociales,
culturales y económicas implica la ampliación de las zonas de riego por medio del
agua subterránea? ¿Cómo el Estado provincial interviene mediante la promoción o
no de ciertos usos de agua y determinados actores? ¿Cómo los pequeños productores
con derechos de riego superficial viven la ampliación de los oasis de riego hacia los
sectores altos del valle, y cómo intervienen en las disputas por legitimar sus usos
hídricos y desprestigiar los otros?
Se presenta, en primer lugar, la metodología de investigación sustentada en
el abordaje etnográfico complementado con datos cuantitativos e investigaciones
locales. Posteriormente se describen las principales normas relativas a la distribución
del agua en Mendoza y cómo actualmente desde el Departamento General de
Irrigación (DGI), máxima institución estatal provincial mendocina encargada de
la distribución del agua, se interpela a los productores para que cumplan con los
requisitos de mayor implementación de tecnología de riego y transformación hacia
un productor entendido como moderno, acorde a los modelos del mercado. A
continuación, se describe la estructura social agraria del valle de Uco, sus principales
transformaciones productivas, las representaciones de pequeños y medianos
productores rurales sobre las formas de interpelación del DGI y el proceso de
ocupación de tierras aguas arriba. Se observa que estos últimos, en medio del boom de
la expansión de los oasis por el uso masivo de agua subterránea, se sienten cada vez
más ajenos al espacio que supieron construir durante principios y mediados del siglo
XX. Para finalizar, se concluye con la articulación de las actuales políticas hídricas,
las representaciones y vivencias de los pequeños productores, con el imaginario
provincial sostenido desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.
El artículo relaciona el actual proceso de extensión del oasis gracias al uso masivo
del agua subterránea con las nociones de espacio y territorio planteadas por Santos
(2000) y Haesbaert (2011); sobre esa base, se busca revisar cómo el sustrato espacial
junto con la obtención o no del agua marcan procesos de ocupación o enajenación,
de modo que obtener el agua resulta imprescindible para apropiarse de los espacios y
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delimitar territorios. Asimismo, se considera al agua como un híbrido (Latour, 2004),
tanto natural como social y cultural, así como un sujeto por su importante papel en
la producción y en la vida cotidiana de los actores involucrados, debido a cómo las
personas y grupos socioeconómicos se organizan para controlarla y administrarla,
no solo en lo material sino también en lo discursivo y simbólico (Budds, 2011;
Swyngedouw, 2004; Boelens, 2003).
1. Metodología
El presente artículo es el resultado de investigaciones etnográficas realizadas
desde 2012, cuyo análisis ha sido complementado con datos cuantitativos, fuentes
secundarias y material fotográfico. El abordaje etnográfico consistió en la realización
de observaciones participantes y no participantes, y en la realización de entrevistas
en profundidad. Las observaciones no participantes se llevaron a cabo en asambleas
de regantes (organizadas por instituciones locales encargadas del riego), y las
participantes en visitas tanto a tradicionales propiedades rurales como a nuevos
emprendimientos vitivinícolas. Las autoras del presente artículo estuvieron
acompañadas por funcionarios o por pobladores locales para la identificación de
áreas irrigadas y de infraestructura de riego.
Las entrevistas en profundidad se realizaron a diferentes funcionarios del DGI
y de instituciones dependientes de esta, como la Subdelegación del Río Tunuyán
Superior y la Inspección de Cauce de La Consulta, primera localidad irrigada
del valle de Uco, próxima a los nuevos emprendimientos vitivinícolas; también
se dialogó con funcionarios de las subdelegaciones del Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA) en el valle de Uco, para conocer las características
productivas de la zona. Asimismo, se entrevistó a pequeños y medianos productores
locales que viven en sus propiedades agrícolas, a uno de los ingenieros encargados de
la administración de una importante finca instalada al pie de la cordillera, así como
a un poblador que no tiene propiedad pero que está vinculado con la temática de
distribución del agua por haber realizado construcciones de riego en la zona.
El trabajo etnográfico se complementó con el análisis de datos cuantitativos
generados por el INTA, el Instituto Nacional de Vitivinicultura y el Instituto
Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (Indec), junto
con investigaciones realizadas por científicos y funcionarios del INTA, de la
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Universidad Nacional de Cuyo y del Instituto Nacional del Agua. Por último, se
incorporó material fotográfico obtenido del relevamiento etnográfico, así como fotos
expuestas en sitios de Internet sobre la historia de la provincia de Mendoza.
2. Políticas hídricas provinciales
La Ley de Aguas de 1884 es la única ley que ha regido la organización y
distribución del agua provincial hasta la actualidad. Se formuló en un contexto
de consolidación estatal en que el agua, junto con las políticas productivas y de
incorporación de mano de obra inmigrante, era uno de los puntos nodales por regular.
De acuerdo con esta ley, el agua se otorga a las propiedades privadas y les resulta
inherente (Artículo 14). Para hacer efectiva esta vinculación, en la Ley de Aguas
se establecieron tres tipos de concesiones: el derecho definitivo o perpetuo (Artículo
17); el derecho eventual, que permite regar con el agua sobrante una vez otorgada a los
primeros (Artículos 20, 21, 22 y 129); el derecho precario, que otorga agua sobrante a
propiedades que dependen únicamente del agua subterránea (Artículo 1 de la Ley
5081 de 1986); y finalmente un otorgamiento de servidumbre, (Artículos 47 y 59) es decir,
de agua de desagüe.
En referencia al destino del agua se estableció un orden de prioridades. En
orden de importancia, de mayor a menor están el uso poblacional, el uso agrícola,
sobre todo vitivinícola, el industrial y el destinado a criaderos de peces (Artículo
115). Este orden de prioridades y los requisitos para obtener un derecho definitivo o
eventual benefició, a finales del siglo XIX, a propietarios con capacidad de volcar
sus producciones a la vitivinicultura, es decir, élites provinciales e inmigrantes
pudientes. Quedaron excluidos grupos subalternos como campesinos pobres,
poblaciones indígenas que, o no eran propietarios, o no podían acreditar la tenencia
de la tierra (Escolar y Saldi, 2013). Como apunta Boelens (2003, p. 8), “un derecho de
agua, más que solamente una relación de acceso y uso entre ‘el sujeto’ (usuario) y ‘el
objeto’ (el agua), es una relación social y una expresión de poder entre los humanos”.
La institución encargada de administrar el agua a nivel provincial fue el DGI,
cuya ejecución ha sido autárquica y autónoma, es decir, que se administra por medio
de su propio reglamento y su financiamiento es independiente del Estado provincial,
gracias al pago del canon de agua por sus usuarios. Para que este organismo pudiera
tener presencia en los oasis provinciales, se crearon administraciones regionales
denominadas Subdelegaciones de Cauce (una por cada río provincial) e Inspecciones
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de Cauce, que administran el agua de los canales terciarios, esto es, en las distintas
localidades con riego.
Con respecto al agua subterránea, las leyes que permiten su administración y
control son la Ley 4035 y la Ley 4036 ejecutadas desde 1974. Estas establecen cómo
deben solicitarse los permisos de perforación, cuáles criterios son base para su
otorgamiento, así como los derechos y obligaciones que los solicitantes tienen de
apertura de pozo. Por otro lado, establecen al DGI como el organismo regulador de
todo el sistema de administración del agua subterránea1.
Hacia finales del siglo XX, el DGI llevó a cabo un proceso de descentralización
que otorgó más protagonismo a las Inspecciones de Cauce, en materia de confección
y ejecución de su presupuesto, y en regularizar la elección de los inspectores. Para
ello se incentivó a los usuarios a que participaran en Asambleas de Regantes para
la confección del presupuesto y la atención a toda problemática relativa al agua
que llegara a sus compuertas (limpieza y mantenimiento de canales, turnos de
riego, etcétera). También se crearon las Asociaciones de Cauce para otorgar apoyo
logístico a las Inspecciones de Cauce. Esta nueva política llevó a que se unificaran
inspecciones, se regularizaran las elecciones de los inspectores y se exigiera, con
mayor énfasis el pago por canon de riego (Bustos, Saldi y De Rosas, 2010).
Las palabras más resonantes que se utilizaron para difundir estos cambios fueron
“escasez, eficiencia, equidad, igualdad, sustentabilidad y competitividad”. Pero, ¿qué
significan en el marco de la descentralización y de la formación de mercados rurales
destinados casi en exclusividad al comercio internacional?
Como se sugiere en los Planes Directores de Ordenamiento de los Recursos Hídricos de la
Provincia de Mendoza (2004, p. 63):
En noviembre de 1999 el DGI elaboró el Plan Hídrico Provincial de Mendoza. […]
En ese documento se establecieron como objetivos fundamentales la promoción del
uso eficiente del agua […] y el impulso de una cultura del agua que considere a este
elemento como un recurso vital y escaso que debe aprovecharse con racionalidad
y eficiencia […] Se encuentran también otros instrumentos objetivos, tales como
aumentar la eficiencia agrícola, lograr una mayor inserción de la producción local en
los mercados internacionales, mejorar la rentabilidad de los productos dirigidos al
mercado interno.
1 La Ley de Aguas solo incluía seis artículos sobre la administración del agua subterránea (de 33 al 38), y
la reconocía únicamente como agua para uso doméstico o de brebaje de animales, por tanto, las concesiones
eran a perpetuidad.
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A partir de la presunción de escasez hídrica y de esta como una sentencia
indiscutible, los funcionarios de irrigación hacen de la medición del agua un
requisito sine qua non para su reparto así como para valorarla monetariamente.
Como expresaba un contador del DGI:
En este momento, donde el turno de agua, o un minuto de agua, una hora, media hora
es fundamental para una propiedad, entonces se empezaron a intensificar los controles y
aquel que no paga no recibe el agua porque hay otro que sí está pagando y sí la necesita.
Entonces es un problema de redistribución (Contador del DGI, entrevista, 2006).
Al considerar el agua bajo la lógica mercantil, el término “equidad” significa
que el agua no es para todos sino para quienes pueden pagar por ella, y se justifica su
dotación únicamente a aquellos que pueden adaptarse a las lógicas del mercado, cada
vez más cuantificadas y valorizadas monetariamente.
La equidad y escasez, entendidas bajo la lógica de mercado, también están
presentes en el reparto de permisos de perforación para usos de agua subterránea que
actualmente está llevando a cabo el DGI con el fin de extender las áreas productivas
a las zonas antes sin riego. Todo ello en un contexto donde hay una fuerte demanda
de pozos por parte de importantes empresarios vitivinícolas para la elaboración de
vinos de alta calidad en tierras altas y que no tienen concesiones de riego superficial.
Desde 2013 y luego de acusaciones a la máxima autoridad del DGI por adjudicar
irregularmente derechos de perforación (Erice, 2013), se está llevando a cabo una
“Convocatoria pública de aguas subterráneas”. El interesado en obtener un derecho
de pozo debe presentar lo que se denomina “Proyecto de uso eficiente del agua”,
más el pago de 50 000 pesos para hacer efectiva la autorización2. Todo ello ha
llevado al establecimiento de usuarios de agua con alta capacidad de contratación
de una gama importante de profesionales (ingenieros, contadores, agrimensores),
de maquinaria y de mano de obra para realizar el pozo, que en zonas altas es de gran
profundidad, y para extender la red de riego por goteo en un amplio terreno. En este
sentido, y como afirma Bustos (2014), la dotación de pozos a grandes productores y la
consecuente implementación de viñedos de alta gama forma parte de una estrategia
de ampliación de la superficie cultivada de productores más grandes frente a la
limitación de la superficie empadronada con derechos de riego.
2 Las leyes 4035 y 4036 de Aguas Subterráneas y la Resolución 548/12 forman el marco de regulación de la
dotación de pozos.
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Desde esta política, tanto para la administración del agua superficial como
subterránea, los usuarios del agua son interpelados de las siguientes maneras: como
propietarios privados, es decir, no se aceptan otros tipos de tenencia de la tierra;
como agricultores, sobre todo vitivinícolas, con capacidad de pago y de lo que se
entiende por modernización, es decir, con capacidad de estar inmerso en las últimas
técnicas de producción y riego. Además, a quienes riegan con agua superficial, se
les hace hincapié en que tengan una actitud participativa, que asistan y voten en
las asambleas de regantes y en la elección de los Inspectores de Cauce (De Rosas,
2014). Ahora bien, ¿cómo pequeños y medianos productores vivencian estas políticas
hídricas y productivas en el valle de Uco? ¿Cómo ellos valoran las transformaciones
espaciales que estas implican?
3. El valle de Uco en el contexto regional
Los oasis de la provincia de Mendoza se distribuyen según tres centros
poblacionales y productivos: el oasis norte, el oasis centro y el oasis sur. La
formación estos estuvo orientada a la producción básicamente agrícola (vitivinícola
y frutícola) y ligada a la historia política, económica, cultural y poblacional de la
provincia. El oasis norte se formó a partir de la llegada de los primeros españoles
que fundaron la ciudad homónima en 1561; el oasis centro se consolidó con
el avance español hacia el sur; y el oasis sur se definió mediante la ocupación
posindependencia, relacionada con el avance y conquista del incipiente Estado
provincial hacia el sur, en el contexto denominado por la historiografía nacional
como Campaña del Desierto, finalizada en 1884.
El oasis norte (donde se encuentra la ciudad capital homónima), y en menor
medida el oasis sur, fueron los principales receptores de las políticas hídricas y
productivas por lo que se convirtieron en los centros vitivinícolas nacionales y
posteriormente, hacia la década de los años ochenta, internacionales. El valle de
Uco, que abarca los distritos departamentales3 de San Carlos, Tunuyán y Tupungato,
en una superficie total de 2144 Km² quedó básicamente como centro frutícola. Los
derechos definitivos de riego se otorgaron a los primeros propietarios instalados
3 La provincia de Mendoza está dividida en dieciocho unidades territoriales, denominadas departamentos
y administrados por sus respectivos municipios.
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alrededor de los fortines construidos a finales de la época colonial (Vega, 1993),
mientras que los derechos eventuales se concedieron a partir de la construcción
del dique del valle de Uco en 1941. Los nuevos terrenos irrigados y trabajados por
inmigrantes europeos, llegados en las primeras décadas del siglo XX, daban cuenta
del crecimiento poblacional de la zona y del desarrollo agroindustrial.
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Mendoza
-33
-33
Oasis Norte
Oasis Centro-Valle de Uco
Oasis Sur
-36
-36
CAPITAL PROVINCIAL
Río
Área irrigada
Límite provincial
0
25
50Km
ISLAS
CANARIAS
-69
Figura 1. Mendoza y sus oasis de riego
Fuente: mapa elaborado por Laura Zalazar a partir de datos propios
y del Instituto Geográfico Nacional
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Imagen 1. Cosechadores de manzana en Tunuyán, 1941
Fuente: blog Mendoza Antigua
La primacía como centro vitivinícola de los oasis norte y sur perduró hasta
los primeros años del siglo XXI debido, entre otras cosas, a los procesos de
descapitalización de los pequeños productores rurales que, por no poder vincularse
al mercado productivo internacional, terminaban por vender sus tierras, las
cuales en muchos casos pasaban por procesos de urbanización (Bustos, 2014).
La descapitalización de pequeños y medianos productores y la urbanización en
los principales centros productivos ayudaron a que se trasladara el centro de la
producción vitícola al valle de Uco, área cuyas condiciones ambientales (altitud y
temperaturas muy variables)4 permitían la elaboración de vinos de alta gama.
Actualmente, el valle de Uco representa 6% del total de la superficie provincial
de áreas efectivamente regadas con 46 475 ha (Indec, 2002). La población alcanza
a 114 652 habitantes, 45 % de los cuales habita en zonas rurales; de estos, 40.4% (12
080 habitantes) están ocupados en el sector primario agrícola (Censo Nacional de
Población 2001, citado en Pizzolato y Potaschner, 2010). Esta población le otorga gran
importancia al agua para riego agrícola y se distribuye y organiza socialmente con
base en su disponibilidad y calidad.
4 El valle de Uco se ubica en una altitud que varía desde los 900 metros sobre el nivel del mar (msnm)
hasta los 1250 msnm. Sus condiciones climáticas y edáficas permiten que se realice una producción agrícola
diversificada de tipo intensiva.
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En lo referente a su estructura agraria, el valle de Uco posee un total de 3272
Explotaciones Agropecuarias5 (en adelante EAP) distribuidas de la siguiente manera:
1531 EAP en el departamento de San Carlos, 831 EAP en el departamento de Tunuyán
y 910 EAP en el departamento de Tupungato (Indec, 2002). El tamaño de las EAP varía
de 5 a 10 ha (las más pequeñas) hasta las grandes explotaciones de 200 ha y más.
Para caracterizar la diferenciación social agraria, una de las variables que se debe
tener en cuenta es la forma de tenencia de la tierra; sin embargo, para nuestro caso
de estudio, debemos también considerar que la tenencia de la tierra se encuentra
asociada con la tenencia del agua. Como explica Pedone (1999), el agua se constituye
en un factor fundamental que determina, en función del volumen disponible, la
cantidad de superficie cultivada anualmente. De esta forma, dentro de las EAP
podemos encontrar grandes, medianos y pequeños propietarios con distintas formas
de manejo del agua y diversos mecanismos de inserción comercial.
Debido a la presencia de cultivos permanentes en el valle de Uco, el régimen de
propiedad privada es una de las principales formas de tenencia (94% de la superficie)
que existe, en menor medida, entre aparceros, arrendatarios y medieros (sobre todo
en las explotaciones hortícolas, de rotación de cultivos y algunas EAP con ganado) y
otras en régimen sucesorio (Pizzolato y Potaschner, 2010).
Actualmente el valle de Uco se ha convertido en el principal centro productivo
vitivinícola especializado de la provincia, y ha superado el predominio histórico de
los otros dos oasis en cuanto a producción. Este traslado de la vitivinicultura de alta
gama hacia el oasis centro, se refleja en los datos estadísticos que pudimos relevar.
En los tres departamentos del valle de Uco aumentó notablemente el número de
viñedos y la cantidad de hectáreas destinadas a este cultivo (Cad, Lipori, Dibella,
Mathey, Pizzolato, Romano y Ramilo, 2012). Mientras que en el año 2000 había 971
viñedos, con 13 024 ha, en el año 2011 había 1459 viñedos con 24 146 ha. Este cambio se
refleja también en el aumento de las exportaciones de vino en los tres departamentos
entre los años 2005 y 2012, sobre todo en San Carlos y Tunuyán. Esto demuestra que
mientras que en la provincia de Mendoza disminuyó la superficie implantada en
un 7%; en el valle de Uco hubo un crecimiento importante de las plantaciones de
viñedos de uvas finas (Pizzolatto y Potaschner, 2010).
5 Según el Censo Nacional Agropecuario, la EAP es la unidad de organización de la producción con una
superficie no menor a 500 m2, donde el productor produce bienes agrícolas, pecuarios o forestales destinados
al mercado; asume la gestión y los riesgos de la actividad y utiliza medios de producción y mano de obra
común a todas las parcelas que la integren.
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Si comparamos los censos nacionales agropecuarios de 1988 y 2002 de la provincia
de Mendoza, se puede observar claramente que los únicos departamentos que
incrementaron su superficie cultivada fueron los del oasis centro, es decir, San
Carlos y fundamentalmente Tupungato, este último con un incremento de superficie
cultivada de 44% entre 1988 y 2002. Estos departamentos poseen importantes
cantidades de tierras por fuera del oasis de riego, con características de altura sobre
el nivel del mar e insolación ideales para la instalación de la denominada nueva
vitivinicultura (Martín, 2007; Montaña, 2006). Esta consiste en la reestructuración del
mercado y la producción de vino signados por el cultivo de nuevas variedades de uva,
la incorporación al proceso productivo de novedosas tecnologías de riego y cultivo
(riego presurizado, automatización del riego, nuevos portainjertos, malla antigranizo,
mecanización progresiva de la poda y la cosecha, entre otras), nuevas formas de
organización del trabajo (mayor tercerización de empleo y servicios), pasando de una
producción orientada al mercado interno, característica del modelo agroindustrial, a
un perfil netamente exportador (Martín, 2007; Montaña, 2006).
Esta reestructuración modificó el paisaje, los flujos productivos y el escenario
agropecuario no solo del valle de Uco sino de toda la provincia. En casi dos décadas
se modificó su estructura agraria, se implementaron nuevos modelos de producción
y se hicieron visibles nuevos actores en el agro mendocino fundamentales para llevar
a cabo dicha reestructuración productiva. Los nuevos viñedos fueron financiados por
inversión extranjera directa y por la expansión de firmas nacionales e internacionales.
La presencia de grandes compañías de capitales concentrados evidencia también
que la expansión agrícola hacia el pie de la cordillera va de la mano con un proceso
de extranjerización de la tierra. Por ejemplo, entre los años 1988 y 2002, se produjo de
forma paralela una disminución de 20 % en el número de pequeños productores6.
Todos estos cambios revelan una tendencia a la internacionalización de la
inversión en el valle de Uco, donde el negocio del vino aparece como el principal
atractivo para artistas y exquisitos empresarios de todo el mundo, que hoy se
interesan por tener su propio vino producido en las tierras consideradas vírgenes del
valle donde las montañas nevadas y el cielo limpio forman el especial entorno de los
racimos de uva crecidos al pie de la cordillera7.
6 Este porcentaje, obtenido a partir de la comparación de los CNA 1988 y 2002, indica que la disminución
de productores se dio sobre todo en la vitivinicultura y fruticultura, donde por ejemplo, el sector medio y
bajo del valle, especialmente en Tunuyán, dedicado a la fruticultura de pepitas y al tomate con destino a
envasado, ha sufrido un proceso de regresión.
7 Un ejemplo de la difusión del Valle de Uco como uno de los lugares internacionalmente elegidos para la
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Última finca al oeste del Valle de Uco irrigada con agua de pozo, riego por goteo;
viñedos clasificados según varietales y protegidos por malla antigranizo.
Fuente: elaboración propia
4. Pequeños productores: entre la pertenencia
y el desconocimiento del territorio
Ante la exigencia del DGI de pagar regularmente por el agua, incorporar
nuevas tecnologías de riego y participar en asambleas de regante; los productores
del valle despliegan distintas estrategias o formas de adaptarse, de contrarrestar o
disputar los modelos cada vez más exigentes de regantes que, desde el Estado, en
este caso el DGI, se promueven. Por ejemplo una de las estrategias de supervivencia
y de oposición a estas políticas, es hacer del riego no tecnificado una distinción
identitaria. Al respecto, en una de las entrevistas un productor expresaba:
Yo la trabajo tradicionalmente [a la viña], como se trabajaba antes. No como la
trabajan ahora los ingenieros que la trabajan con poca labranza, yo le hago toda la
producción vitivinícola son los artículos periodísticos publicados el 13 de noviembre de 2013 en el Financial
Times, uno de los diarios económico-empresariales más influyentes del mundo, titulado A Regions with
Barrels of Potential y escrito por J. Rathbone (2013).
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labranza que pueda. Ya mañana empiezo a tirar verdeo, le tiro verdeo camellón por
medio. Me sirve para abono, me sirve para algún animal que por ahí en el invierno
no tiene mucha comida, y así lo aprovecho […] hay otros que riegan por goteo, que
economizan agua dicen, pero yo sigo haciendo riego tradicional [riego por surco]
(Entrevista, febrero 2014).
Finca en La Consulta, Valle de Uco. Riego “tradicional”, por surco
Fuente: elaboración propia
Otra de las formas de resistir a las lógicas de medición y de reparto del agua
implementadas desde la Subdelegación del Río Tunuyán Superior, la observamos
cuando los productores contiguos se organizan de manera independiente al
reparto designado mediante turnos de riego elaborado por la Inspección de Cauce.
De acuerdo con las necesidades del cultivo y la disponibilidad de agua (nívea o
pluvial), los productores van regulando su uso al punto a “dejar pasar del agua”
para dársela al vecino o “sacar fuera de turno” a otro vecino, lo que causa una
conexión y dependencia entre vecinos contiguos por el agua según su cantidad
y disponibilidad. El agua como sujeto (Budds, 2011), se convierte entonces en
tema de conversación, en motor de la generación de lazos sociales y de distintas
estrategias de riego no necesariamente formalizadas, y constituye un hilo conector
entre actores sociales locales y entre estos y los funcionarios que son consultados
permanentemente por los regantes.
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Asimismo, para consolidarse como típicos productores de la zona, a los que
el DGI y otras instituciones estatales deben ayudar o subvencionar, los pequeños
y medianos productores vitivinícolas se presentan en el espacio público como
productores especializados en uva de varietales finos, así refuerzan lo que a escala
nacional e internacional se muestra como lo característico de Mendoza (vinos de
excelencia, paisajes con viñedos y montañas nevadas de fondo). En este sentido,
los productores se preocupan por mantener su propiedad bien cuidada, con surcos
limpios y definidos, racimos y parrales de uva cuidadosamente podados y hasta con
arreglos florales a los extremos de las hileras de vid. El cuidado minucioso de la finca
radica en el interés por recibir visitas tanto de las grandes bodegas compradoras de
uva fina como de turistas enviados por estas para conocer lo que se entiende por riego
tradicional. De esta manera, los pequeños y medianos productores pueden vender a
buen precio la uva y resistir a los cambios productivos que exige la modificación de
la tecnología de riego.
A partir de autodefinirse como pequeño productor o productor tradicional
dedicado a la uva de varietales finos, los entrevistados se diferencian de los
grandes productores y hasta se enorgullecen de poder rechazar tentadoras ofertas
de compra de tierras.
Bueno, llegó el boom que se vino toda la gente a comprar, andaba toda la gente
desesperada que venía a comprar. Parecía los tiempos de la conquista del oeste cuando
salían a buscar el oro, así llegaban a buscar fincas acá. Acá había días que me caían, 2
o 3 a querer comprármela […] Vino un señor un día y me dice si no me interesaba un
millón de pesos [USD 334] por la finca […] Así no más me dijo el tipo. Y le digo no,
señor discúlpeme, pero no, mientras yo viva no, porque yo me entretengo acá, así que
no, no, no tengo interés en venderla. Y ahí no más sacó una tarjeta y me da la tarjeta y
me dice: si llega a cambiar de idea llámeme […] Era extranjero y venían con otros más,
venían 4 personas (Entrevista, febrero 2014).
Las onerosas ofertas de compra de tierra con derecho de riego superficial son
experimentadas por sus dueños productores como una invasión o conquista por
parte de grandes empresarios nacionales e internacionales. En contraposición a
estos compradores furtivos de tierra, el reconocimiento del “nosotros” también se
encuentra espacializado y territorializado: representa a los últimos canales de riego
como el límite entre quienes mantienen las prácticas de riego por surco en terrenos
con derechos de agua históricamente declarados y “los otros”, los que riegan por
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pozo, cuyos terrenos se extienden más allá de los últimos canales hacia la cordillera
de los Andes, con grandes extensiones de tierra cultivada por medio del riego por
goteo, cuya agua proviene de profundas napas freáticas.
La relación que los pequeños y medianos productores tienen con estos grandes
productores es prácticamente nula ya que los propietarios de las tierras cultivadas por
medio de agua de pozo son desconocidos y hasta anónimos. Según nuestro trabajo de
campo, todos los productores entrevistados, incluso funcionarios de la Inspección de
Cauce de La Consulta (primera localidad en recibir agua superficial del río Tunuyán
Superior), no conocen ni saben quiénes son los propietarios de las grandes extensiones
de terreno que se encuentran más allá de los últimos canales de riego. La única
relación entre los pequeños y medianos productores y los grandes emprendimientos
vitivinícolas se da por medio del encargado de la finca, por lo general un ingeniero.
Además, al ser el riego por pozo y vinculado a una única propiedad, el que riega no
tiene la necesidad de comunicarse con ningún funcionario o vecino, por tanto, las
relaciones interpersonales pierden su fuerza así como el agua pierde su representación
de conector social. Como afirma Montaña, “para ellos [los dueños de las grandes
fincas], el riego se decide con solo encender las bombas” (2006, p. 10).
La presencia cada vez más marcada de estos desconocidos propietarios que avanzan
por medio de la utilización de agua de pozo y extienden vides lleva a una paradoja: lo
que se presenta como uno de los paisajes más característicos de la provincia y del Valle
de Uco, es también lo que se vuelve más ajeno a los propios pobladores.
Como afirmó Santos, a medida que se mundializa la economía, que la
producción regional ingresa a los mercados internacionales, tanto los hombres como
la tierra entran en procesos de comercialización; el hombre productor, en nuestro
caso el pequeño y mediano productor, “sabe cada vez menos quién es el creador,
el planificador, administrador y beneficiario de los nuevos espacios” (2000, p. 29,
traducción propia).
De acuerdo con esto, podemos sugerir que el proceso de inserción del Valle de
Uco en la economía mundial no es para todos sino para un selecto grupo, que puede
tener una producción vitivinícola de alta gama y lleva a la enajenación del productor
local sobre los espacios antes conocidos y representados como propios. Continuando
con Santos (2000), si el espacio es un capital común a toda la humanidad, su
utilización se territorializa y queda reservada a aquellos que disponen de un capital
particular. De acuerdo con Haesbaert (2011), la territorialización es el resultado
parcial de un proceso que implica un dominio económico-político y una apropiación
simbólico-cultural de los distintos grupos humanos. El espacio territorializado, en este
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caso, por medio del control del agua, queda en manos de quienes disponen de un
capital particular y sustentando por medio de discursos y símbolos que adjudican al
agua la posibilidad de cuantificarse, de dividirse y de apropiarse de modo diferencial.
La estructura ecotécnica se vuelve selectivamente utilizada (Santos, 2000).
Conclusiones
La construcción simbólica de la importancia del agua en la historia provincial
se enmarca en la formación de un imaginario ambiental basado en la fundación de
la dicotomía oasis/desierto. El primer término simbolizó, a lo largo de las décadas,
el trabajo del hombre europeo que decidió radicarse en la provincia, laborioso,
que con su esfuerzo permitió la consolidación de las áreas de riego, el dominio de
las consideradas aguas feroces que desde los ríos montañosos descendían y el dar
a conocer a la provincia hacia el resto del país por su producción vitivinícola. El
calificado desierto, significó lo inhóspito, la barbarie, lo no trabajado por el hombre
moderno, el atraso y la pobreza.
Hoy, este mismo discurso en contextos de globalización, justifica un nuevo
proceso colonizador que consiste en la compra de tierras vírgenes, consideradas
improductivas, partes del desierto y la adquisición de agua a importantes costos por
grandes capitales provenientes, en la mayoría de los casos, de los países apreciados
como modernos. Asimismo, estos nuevos grupos imponen las lógicas de producción
futuras y avanzan hacia un creciente control y manejo de los recursos territoriales y
los bienes naturales asociados. Los grandes capitales se apropian tanto de los medios
de producción como de las condiciones naturales de producción, entre ellas el agua,
la tierra y los paisajes locales.
En este marco de situación, el DGI permite y alienta este proceso de
extranjerización de tierra, agua y producción y obliga a los pequeños o mediados
productores a convertirse en exproductores o, en el mejor de los casos, en productores
que lograron adaptarse a las nuevas reglas de producción.
Para contrarrestar estas dos opciones extremas y teniendo aún el agua en sus
manos, los productores hacen de su propiedad y sus técnicas de riego y producción
un patrimonio mendocino, el que permitió justamente alimentar el imaginario
provincial por excelencia a principios y medianos del siglo XX. Quizás, como
recuerdo de esta época perduren los pequeños y medianos productores que intentan
sobrevivir y hacer frente, como David al avance de Goliat.
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