Necesitamos una recuperación fuerte Cándido Méndez

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Cándido Méndez
Secretario general
de UGT
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Necesitamos una recuperación
fuerte
C
uando se publique la edición de 2014
del anuario de la Unión de Pequeños
Agricultores y Ganaderos, se habrán celebrado las elecciones al Parlamento Europeo.
Unas elecciones que han estado precedidas de
un importante esfuerzo de movilización y presentación de alternativas por parte de la Confederación Europea de Sindicatos (CES). El pasado 30
de abril se mantuvo un encuentro con el presidente del Gobierno para presentar el plan de la
CES para la inversión, el crecimiento sostenible y
los empleos de calidad. El sindicalismo europeo
concede una singular importancia a la elección de
un nuevo Parlamento con poderes reforzados. Por
primera vez elegirá al presidente de la Comisión
Europea, una institución muy importante para enfocar la salida de la crisis con una visión distinta
a la actualmente dominante. No se puede afirmar
que hemos salido de la crisis cuando hay más paro, más precariedad y más pobreza.
La situación económica y social en la Unión
Europea, especialmente en los países en dificultad, es alarmante. Han aumentado las desigualdades y los desequilibrios geográficos. La tasa de
desempleo es la más elevada desde la Segunda
Guerra Mundial. La cohesión social está dañada
en los países en los que la crisis ha sido más virulenta. En algunos ha provocado inestabilidad
política y en muchos la aparición de un importante sentimiento antieuropeo. Son los resultados
de las políticas de austeridad que han favorecido
la devaluación interna, la privatización de los servicios públicos y los recortes en salarios, pensiones y prestaciones sociales. Estamos atrapados
en una espiral económica descendente y en una
deuda pública en aumento que puede provocar
una nueva oleada de ataques especulativos. La
recesión, si se extiende y no se ataja, afectará a
todo el continente con repercusiones en la economía mundial.
La evolución demográfica, la escasez de recursos naturales, el incremento de los precios de
la energía, el papel de las economías emergentes en el comercio mundial, la dependencia cada vez mayor del conocimiento y la tecnología en
las empresas, la continua incertidumbre en el
sector bancario son enormes desafíos adicionales a los que nos enfrentamos en esta segunda
década del siglo XXI.
El potencial europeo
Vencer la recesión y el estancamiento de nuestras economías es la tarea más urgente que tenemos por delante. La caída continuada del PIB
Fundación de Estudios Rurales ANUARIO 2014
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Necesitamos una recuperación fuerte
en algunas partes de la UE debe detenerse e invertirse. Necesitamos una recuperación fuerte,
respaldada por un sector financiero sólido que sirva a la economía real. La consolidación de los presupuestos del Estado debería tener lugar en fases
económicas estables y llevarse a cabo durante un
periodo de tiempo más largo. Los presupuestos
de los Estados miembros deben ser socialmente
justos y garantizar servicios públicos de calidad.
Creemos que estos objetivos pueden alcanzarse
permitiendo flexibilidad en el déficit público y/o introduciendo la posibilidad de no someter inversiones productivas específicas a las restricciones
presupuestarias del Pacto de Estabilidad.
El sindicalismo europeo está convencido de
que la UE tiene potencial para combatir esta crisis. Este potencial reside en las personas bien
cualificadas, en un potente sector agroalimentario, en una fuerte base industrial, en buenos servicios del sector público y privado, en instituciones educativas y de investigación innovadoras,
en sistemas estatales bien organizados, en una
riqueza cultural y en un Estado de bienestar inclusivo y bien distribuido en el seno de la UE, en
una eurozona con una moneda única estable. Este potencial debe utilizarse para superar la crisis
en beneficio de las personas. Por ello hemos intentado que el plan de inversiones que propone
la CES, para destinar el 2% del PIB de la UE cada año durante diez años, pasase a formar parte
de la agenda política durante la campaña electoral de las elecciones europeas.
Desafortunadamente, este potencial se está
malgastando. La UE debe movilizar sus fuerzas a
favor de un futuro mejor, más igual, próspero, democrático y pacífico.
Para ello se requieren inversiones en generación de energía, reduciendo el consumo energético para disminuir la dependencia energética y
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Necesita inversión en industrias sostenibles, especialmente pymes, y servicios, formación
y educación, investigación y desarrollo, infraestructuras de transporte modernas, la reindustrialización de la UE, servicios privados eficientes y
servicios públicos de calidad y, por supuesto, una
agricultura que sea modelo de desarrollo del territorio y sostenibilidad.
Hay una necesidad urgente de adoptar una
nueva dirección para el futuro, estabilizar el entorno económico, y crear empleos para el siglo
XXI y dar acceso al bienestar para todos. Europa
necesita un plan de recuperación a largo plazo.
Un plan de recuperación contribuiría a una
Unión Europea más integrada, sería beneficioso
para todos los países, y sería un acto de solidaridad con los países en dificultad. Se basa en la democracia, la solidaridad, la estabilidad y la competitividad. Contribuiría sustancialmente a modernizar las economías nacionales y a mejorar la
productividad
Quizá lo más humillante de estos años de crisis ha sido ver cómo países soberanos y que se
organizan democráticamente, hayan dependido
totalmente del favor del BCE, que se erigió durante la crisis en el verdadero soberano europeo. Los países con mayores necesidades de financiación fueron marionetas del BCE, que decidía si les ayudaba o no en función de una
extraña mezcla de ideología convertida en dogma e intereses de los países acreedores. El BCE
ha interpretado los problemas de la prima de riesgo en los países endeudados como resultado de
desequilibrios internos, sin tener nunca en cuenta los incentivos que el diseño defectuoso del área
euro suponía para que los inversores financieros
atacaran la deuda pública de los Estados con mayor déficit de cuenta corriente.
Por eso, el plan de inversiones que proponemos los sindicalistas europeos requiere de una
institución europea para gestionarlo. Esta institución abrirá el acceso a la financiación en el conjunto de la UE, pudiendo emitir bonos europeos
a largo plazo con tipos de interés relativamente
bajos como base para financiar la inversión en toda la UE.
Existen diferentes posibilidades para la dirección, la coordinación y la aplicación del plan de
inversión europeo y para su control. Pero, en
cualquier caso, sería indispensable garantizar el
control democrático sobre la orientación política
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Necesitamos una recuperación fuerte
estratégica y la supervisión del plan de recuperación y asegurar su coordinación. Cómo hacer
esto tendría que decidirlo el Parlamento Europeo.
Los interlocutores sociales deben estar implicados en todas las fases del proceso democrático.
Impuesto único sobre la riqueza
Por otra parte, consideramos que después de que
los trabajadores y los contribuyentes hayan asumido la principal carga de la crisis, ahora es el
momento de que los más ricos participen tam-
bién en esta financiación excepcional de capital
para el guardián europeo del crecimiento e inversión, por ejemplo, a través de un impuesto único sobre la riqueza. Los Estados miembros podrían decidir utilizar los recursos no gastados de
los fondos estructurales para contribuir a este patrimonio y/o utilizar los fondos estructurales como garante para los préstamos.
Esperamos que las alternativas de la Confederación Europea de Sindicatos sean tenidas en
cuenta por las instituciones comunitarias y por
los gobiernos de los Estados miembros. El sindicalismo está convencido de que las instituciones
democráticas y las leyes son
las que garantizan el derecho
de los ciudadanos y su poder
para transformar la realidad.
Por eso es importante que el
Parlamento Europeo y la Comisión trabajen para que las libertades económicas no tengan prioridad sobre los derechos sociales fundamentales.
La UE no es solamente un proyecto económico. Su principal
objetivo debe ser la mejora de
las condiciones de vida y de
trabajo de la población. Por
ese proyecto europeo es por el
que el sindicalismo no va a cejar en la exigencia de que la
democracia vuelva a tener el
control del capitalismo en el siglo XXI.
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