CATEQUESIS SOBRE LAS PALABRAS DE CONSAGRACIÓN DEL VINO EN LA EUCARISTÍA Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica INTRODUCCIÓN: Después de la Instrucción “Liturgiam authenticam” se ha dado mucha importancia a la traducción literal de los textos litúrgicos, con el fin de garantizar una mayor fidelidad de la celebración con la fe de la Iglesia (lex orandi, lex credendi). Sobre todo, cuando se trata de fórmulas sacramentales, que deben expresar la naturaleza y los frutos de la acción de la Iglesia y son elementos integrales para la validez de la celebración, y por tanto ceben unificarse universalmente. A esta luz, en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos percibieron problemas en las versiones de la fórmula de Consagración, y quisieron solucionarlos, ya que se trata del corazón de la acción central de la vida y misión la Iglesia. En efecto, el Canon Romano, que es la Plegaria eucarística propia de nuestro rito romano, de la cual se tomaron literalmente las fórmulas de Consagración para las nuevas Anáforas, dice “pro multis” y no “pro omnibus” en la consagración del vino. Eso significa que durante siglos la Iglesia ha consagrado válidamente con esas palabras. Las demás liturgias de Oriente y de Occidente usan el mismo semitismo en su narración de la institución de la Eucaristía que se incorpora en las Plegarias eucarísticas. En algunos Misales después del Vaticano II traducidos a lenguas populares y con el reconocimiento de la Sede Apostólica, aparece una variante aprobada por el Papa Pablo VI (ya que la aprobación de las fórmulas sacramentales se reserva al Papa, y deben explicarse palabra por palabra). La traducción alemana, española, inglesa, italiana, portuguesa, y otras no traducen “por muchos”, ni “por la multitud”, como la traducción francesa, por ejemplo, sino “por todos”. Aunque no se duda de la validez de la Consagración con esa traducción (Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaratio de sensu tribuendo adprobationi versionum formularum sacramentalium, 25 de julio de 1974), ha decidido unificar a todos. Para ello, el 9 de junio de 2005, la Congregación del Culto Divino, dirige una carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, firmada por el prefecto de la Congregación, Card. Francis Arinze, y el secretario, Domenico Sorrentino, pidiendo “el juicio razonado sobre la traducción de la expresión indicada, basándose en criterios textuales, lingüísticos y teológicos, además de las consideraciones pastorales que se puedan estimar, en el caso de un posible cambio en la traducción, en uno u otro sentido”. Indica los motivos de cada una de las tres versiones arriba mencionadas para orientar la discusión que origina la aprobación de las Conferencias. El 5 de octubre de 2005, la Conferencia Episcopal Mexicana envió su respuesta, firmada por el secretario general, Mons. Carlos Aguiar Retes, prefiriendo la versión “por todos”, apoyándose en la Carta de Juan Pablo II a los sacerdotes el Jueves Santo del mismo año, en textos bíblicos sobre la universalidad de la salvación, en lingüistas y biblistas, y versiones castellanas del Nuevo Testamento. Afirmando que, si no es fiel a la literalidad de la expresión, sí lo es al “sentido pleno que conlleva”, “se entiende perfectamente y expresa con claridad la fe en el valor universal de la redención de Cristo”. El 17 de octubre de 2006, en carta firmada por el Card. Arinze y el subsecretario Mario Maribi, la Congregación expresa su decisión de que se traduzca “por muchos”, pidiendo que se prepare a los fieles con catequesis antes de que aparezca esta fórmula en la versión aprobada de la 3ª edición típica del Misal Romano en español. El 28 de febrero de 2007, Mons. Aguiar, ya como presidente de la CEM, envía una carta a la Congregación, expresando las dificultades doctrinales, lingüísticas y pastorales que traerá el cambio en nuestro país, con “la firme esperanza de que la Congregación pueda reconsiderar su decisión”. El 23 de julio de 2007, en carta escrita en italiano, y firmada por el Card. Arinze y el secretario S. E. Mons. Albert Malcolm Ranjith, responden de manera oficial, diciendo que el “por todos” es una interpretación del texto original (“pro multis”) y que los argumentos presentados ya se habían propuesto al Papa en el 2005 y 2006, antes de la decisión comunicada anteriormente; y anexa una hoja con algunas ideas que podrían servir para la catequesis preparatoria. En obediencia a esta decisión, como expresión de nuestra comunión con la Iglesia, ofrecemos las siguientes reflexiones que pueden servir de catequesis eucarísticas sobre este punto, entre las demás catequesis eucarísticas que requiera la 3a edición típica del Misal Romano para México. OBJETIVO: Los participantes, a través de una catequesis, profundizan en el sentido de las palabras de la Consagración del vino en la Eucaristía, para valorar el cambio en la fórmula que aparece en la 3a edición típica del Misal Romano para México. I. CATEQUESIS PARA AGENTES (MINISTROS) ORDENADOS (Obispos, presbíteros y diáconos) 1. DIVERSAS FORMAS DE TRADUCCIÓN DE LAS PALABRAS DE LA CONSAGRACIÓN DEL VINO EN LA MISA La edición típica del Misal Romano, en las palabras de Consagración del vino, dice: HIC EST ENIM CALIX SÁNGUINIS MEI... QUI PRO VOBIS ET PRO MULTIS EFFUNDÉTUR IN REMISSIÓNEM PECCATÓRUM. Hasta ahora existen fundamentalmente tres formas de traducir la expresión “pro multis”, todas debidamente aprobadas por la Sede Apostólica. A. Primera forma: “Por muchos” Así traduce la versión polaca, rusa, ucraniana, vietnamita y otras. Son lenguas eslavas y semitas, más concretas y no tan ricas para expresar conceptos universales, cuya estructura se apega más a las expresiones antiguas. Corresponde literalmente al texto latino original y a las versiones antiguas (rito griego, siríaco, armeno y eslavo). Es la expresión usada en los relatos de Institución de los evangelios dirigidos a comunidades judías: “ésta es mi Sangre de la Alianza que se derrama por muchos” (Mc 14, 24); “Beban todos de ella (la copa), porque ésta es mi Sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados” (Mt 26, 28). Se relaciona con otros textos bíblicos, como el cuarto cántico del Siervo de Yahvé: “Mi siervo justificará a muchos... cargó los pecados de muchos e intercedió por los rebeldes” (Is 53, 11-12); “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28; Mc 10, 45). Refleja que no todos aprovechan los frutos de esta salvación que Cristo ofrece a todos, pues algunos pueden cerrarse a ella o pueden rechazarla (judíos, musulmanes). B. Segunda forma: “Por los muchos” (“por la multitud”) Así aparece en la versión francesa y hebrea moderna. Equivale literalmente a la expresión semita antigua que subyace al texto bíblico y a los textos litúrgicos antiguos, para indicar que a la vez es multitud, pero no todos los que se salvan. En la misma fórmula une la exactitud al texto latino y la explicación de su significado. Como el texto latino carece de artículo no altera para nada el incluirlo y sí aclara su sentido. Pero, no es una expresión común en nuestro modo de hablar y requeriría de explicaciones que no caben en un texto conciso. C. Tercera forma: “Por todos” Así traducen la versión alemana, española, inglesa, italiana, portuguesa y otras. Todas son lenguas vivas con origen indoeuropeo entre las que sólo falta la lengua francesa. Aunque no es traducción literal, expresa el sentido de los relatos bíblicos, que utilizan un semitismo para poner de relieve un número grande sin pretender excluir a nadie. Así traducen algunas Biblias serias hechas para estudio, como la Biblia de América, la Nueva Biblia Española y la Biblia de nuestro pueblo. Expresa con claridad el dogma del valor universal de la redención de Cristo: “El Pan que yo les voy a dar es mi carne por la vida del mundo” (Jn 6, 51); “Dios no perdonó a su Hijo sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros” (Rom 8, 32); “Si uno murió por todos entonces todos murieron” (2 Cor 5, 14); “Cristo Jesús se entregó a sí mismo como rescate por todos” (1 Tim 2, 6); “Jesús habría de morir... para reunir en uno a los hijos que estaban dispersos” (Jn 11, 52); “Se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres” (Tit 2, 11); “Él es víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los del mundo entero” (1 Jn 2, 2). Pero no es una traducción literal del texto latino usado por la tradición de la Iglesia, sino una interpretación válida de su sentido. No incluye que algunos no se benefician de los frutos de esta redención que es ofrecida a todos. 2. DESDE LA SAGRADA ESCRITURA Narración de la institución Los relatos bíblicos de la institución de la Eucaristía son de los más antiguos, de origen litúrgico, formados como recurso para memorizar los pasos de la Eucaristía al estilo del “Seder” pascual, y tomados por los redactores para incluirlos en su redacción. Existen dos tradiciones diversas: una es la de Mateo y Marcos, la más antigua, menos elaborada y más apegada al contexto en que se realizó el acontecimiento de Cristo. Proceden de las comunidades de origen judío, que conocen las tradiciones bíblicas, como la pascua y los sacrificios, y están pensadas en lengua semita. La otra es la de Lucas y Pablo, procedente de las comunidades surgidas en ambientes paganos, más elaboradas, enriquecida con interpretaciones y aclaraciones necesarias para quienes carecen de un pasado de tradiciones bíblicas. Han sido pensadas y redactadas en griego común, lengua de una cultura conceptual y universal. Sólo en la primera tradición se encuentran las palabras pronunciadas sobre el cáliz: peri (ton) polon = “por muchos”. Jesús no hablaba griego ni siquiera hebreo sino arameo. Esta lengua carece de palabras para expresar conceptos universales; cuando quiere generalizar pone un artículo. Así que es probable que Jesús haya dicho que su sangre se derramaría “por los muchos”, queriendo indicar “multitudes” y “totalidad” a la vez. Esa expresión pasó literalmente a la redacción del relato en el griego koiné y por eso, algunos traductores, la han interpretado como “por todos”. Aunque Is 53, 12 reporta la misma expresión: “por muchos”, sin embargo, el Siervo de Yahvé tiene una misión universal (Is 42, 6; 49, 6). Una de las copas de la Cena Pascual Jesús la convierte en el rito sacramental del nuevo culto instituido por El y por medio del cual nos da su Sangre derramada en sacrificio. Como en el Sinaí la sangre de las víctimas selló la alianza (Ex 24, 4-8), así la nueva y definitiva Alianza (Jer 31, 31) se selló con la sangre de Jesús (Lc 22, 20). Casi todas las Anáforas incluyeron una narración de la Institución sin apegarse a ninguno de estos relatos bíblicos y con notables variantes en las palabras atribuidas a Jesús, lo cual nos indica que el mismo relato bíblico está interpretando el sentido de lo que Jesús encomendó celebrar a sus discípulos. 3. DESDE LA TRADICIÓN LITÚRGICA Anáforas eucarísticas Ninguna formulación litúrgica reproduce textualmente un texto escriturístico. Los textos litúrgicos se fundamentan en tradiciones anteriores a los libros del Nuevo Testamento. La Eucaristía se venía celebrando bastantes años antes de la redacción de los evangelios y las cartas. Estas tomaron textos litúrgicos para su redacción. Más tarde, cuando los textos bíblicos se habían fijado definitivamente, los formularios litúrgicos seguían en plena evolución, en una larga etapa de creatividad, cuando se iban formando las diferentes familias litúrgicas. Buscaron dar estructura simétrica a cada elemento, precisar enseñanzas doctrinales y el sentido, adaptarse al lenguaje y usos locales, o motivar la participación del pueblo. Por eso hay variantes de una misma Anáfora en las diversas familias litúrgicas. Aunque muchas de las lenguas tienen expresiones universales, sin embargo, para las palabras del Señor, conservan su carácter arcaico, con las palabras más fieles y aproximadas al texto más cercano a las palabras del Señor: “tóuto éstin to háima mou tes diathékes to ecjunnómenon hüper pollón” (Mc 14, 24): “Esta es mi Sangre de la alianza derramada por muchos”. El texto del Canon Romano fue evolucionando, y llegó a perder elementos importantes, como la referencia al Pan “dado por ustedes” de Lc y 1 Co, y el “partido por ustedes y por muchos” de los textos más antiguos de la tradición romana (Tradición apostólica y Clemente Romano). Y adoptó una ampliación al inicio del relato de la Institución, para dar relieve al carácter universal de la redención, contra unas interpretaciones reduccionistas sobre la predestinación surgidas en los siglos V y VI en las Galias: “El cual, la víspera de su Pasión, voluntariamente aceptada por nuestra salvación y la de todos”. Presentamos en un apéndice las palabras de la Consagración en las Plegarias eucarísticas más antiguas. Algunas se repiten porque presentan alguna variante. Se agrupan de acuerdo a las familias litúrgicas. Son constantes en usar la expresión “por (los) muchos”. Pensamos que intentaron remontarse con literalidad a la expresión aramea del Señor. No sabemos si el original presenta artículo (“por los muchos”), pues de las Anáforas que no están en griego el autor sólo presenta la versión latina, lengua que no tiene artículo. Las palabras de la Consagración no son un dato aislado, ni unas fórmulas autónomas, sino el texto central, núcleo de la Plegaria eucarística. Aunque obran el milagro de la transustanciación, se encuentran en un conjunto estructurado. Se considera la “forma” del Sacramento de la Eucaristía, sin embargo, toda la Anáfora, cuya parte central son las palabras de la Institución, tiene cierto valor consecratorio. Para la aprobación de la traducción del “pro multis” como “por todos los hombres” se presentó al Papa Pablo VI la documentación suficiente en la cual se hacía ver que esta traducción corresponde mejor al significado original: Cristo murió por todos, sin excepciones. Puede verse la respuesta de la Congregación para el culto Divino a la petición de traducción “por todos”: Documentorum explanatio, en Not 6 (1970) 34-90, y ahí mismo el estudio hecho por M. ZERWICK, vobis et pro multis effundetur...” (Pág. 138-140). 4. DESDE LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA El Concilio de Trento, en el decreto sobre la justificación (Sesión VI, cap. 3), expresa de la siguiente manera quiénes son justificados por Cristo: Más, aun cuando Él murió por todos [2 Cor 5, 15], no todos, sin embargo, reciben el beneficio de su muerte, sino sólo aquellos a quienes se comunica el mérito de su Pasión. En efecto, al modo que realmente si los hombres no nacieran propagados de la semilla de Adán, no nacerían injustos, como quiera que por esa propagación por aquél contraen, al ser concebidos, su propia injusticia; así, si no renacieran en Cristo, nunca serían justificados [Can. 2 y 10], como quiera que, con ese renacer se les da, por el mérito de la Pasión de Aquél, la gracia que los hace justos. Por este beneficio nos exhorta el Apóstol a que demos siempre gracias al Padre, que nos hizo dignos de participar de la suerte de los Santos en la luz [Col 1, 12], y nos sacó del poder de las tinieblas, y nos trasladó al reino del Hijo de su amor, en el que tenemos redención y remisión de los pecados [Col 1, 13 s]. La doctrina más reciente, la encontramos en la Exhortación postsinodal Sacrarnentum caritatis, del Papa Benedicto XVI: La nueva y eterna alianza en la sangre del Cordero La misión para la que Jesús vino a nosotros llega a su cumplimiento en el Misterio pascual. Desde lo alto de la cruz, donde atrae todo hacia sí (Cf. Jn 12,32), antes de “entregar el espíritu” dice: “Todo está cumplido” (Jn 19,30). En el misterio de su obediencia hasta la muerte, y una muerte de cruz (Cf. Flp 2,8), se ha cumplido la nueva y eterna alianza. La libertad de Dios y la libertad del hombre se han encontrado definitivamente en su carne crucificada, en un pacto indisoluble y válido para siempre. También el pecado del hombre ha sido expiado una vez por todas por el Hijo de Dios (Cf. Hb 7, 27; 1 Jn 2, 2; 4, 10). Como he tenido ya oportunidad de decir: “En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es el amor en su forma más radical”. En el Misterio pascual se ha realizado verdaderamente nuestra liberación del mal y de la muerte. En la institución de la Eucaristía, Jesús mismo habló de la “nueva y eterna alianza”, estipulada en su sangre derramada (Cf. Mt 26, 28; Mc 14, 24; Lc 22, 20). Esta meta última de su misión era ya bastante evidente al comienzo de su vida pública. En efecto, cuando a orillas del Jordán Juan Bautista ve venir a Jesús, exclama: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 19). Es significativo que la misma expresión se repita cada vez que celebramos la santa Misa, con la invitación del sacerdote para acercarse a comulgar: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la Cena del Señor”. Jesús es el verdadero Cordero pascual que se ha ofrecido espontáneamente a sí mismo en sacrificio por nosotros, realizando así la nueva y eterna alianza. La Eucaristía contiene en sí esta novedad radical, que se nos propone de nuevo en cada celebración (n. 9). Institución de la Eucaristía De este modo llegamos a reflexionar sobre la institución de la Eucaristía en la última Cena. Sucedió en el contexto de una cena ritual con la que se conmemoraba el acontecimiento fundamental del pueblo de Israel: la liberación de la esclavitud de Egipto. Esta cena ritual, relacionada con la inmolación de los corderos (Ex 12, 1-28.43-51), era conmemoración del pasado, pero, al mismo tiempo, también memoria profética, es decir, anuncio de una liberación futura. En efecto, el pueblo había experimentado que aquella liberación no había sido definitiva, puesto que su historia estaba todavía demasiado marcada por la esclavitud y el pecado. El memorial de la antigua liberación se abría así a la súplica y a la esperanza de una salvación más profunda, radical, universal y definitiva. Este es el contexto en el cual Jesús introduce la novedad de su don. En la oración de alabanza, la Berakah, da gracias al Padre no sólo por los grandes acontecimientos de la historia pasada, sino también por la propia “exaltación”. Al instituir el sacramento de la Eucaristía, Jesús anticipa e implica el Sacrificio de la cruz y la victoria de la resurrección. Al mismo tiempo, se revela como el verdadero Cordero inmolado, previsto en el designio del Padre desde la creación del mundo, como se lee en la primera Carta de San Pedro (Cf. 1, 18-20). Situando en este contexto su don, Jesús manifiesta el sentido salvador de su muerte y resurrección, misterio que se convierte en el factor renovador de la historia y de todo el cosmos. En efecto, la institución de la Eucaristía muestra cómo aquella muerte, de por sí violenta y absurda, se ha transformado en Jesús en un supremo acto de amor y de liberación definitiva del mal para la humanidad (n. 10). Figura transit in veritatem De este modo Jesús inserta su novum radical dentro de la antigua cena sacrificial judía. Para nosotros los cristianos, ya no es necesario repetir aquella cena. Como dicen con precisión los Padres, figura transit in veritatem: lo que anunciaba realidades futuras, ahora ha dado paso a la verdad misma. El antiguo rito ya se ha cumplido y ha sido superado definitivamente por el don de amor del Hijo de Dios encarnado. El alimento de la verdad, Cristo inmolado por nosotros, dat… figuris terminum. Con el mandato “Haced esto en conmemoración mía” (Cf. Lc 22, 19; 1 Co 11, 25), nos pide corresponder a su don y representarlo sacramentalmente. Por tanto, el Señor expresa con estas palabras, por decirlo así, la esperanza de que su Iglesia, nacida de su sacrificio, acoja este don, desarrollando bajo la guía del Espíritu Santo la forma litúrgica del Sacramento. En efecto, el memorial de su total entrega no consiste en la simple repetición de la última Cena, sino propiamente en la Eucaristía, es decir, en la novedad radical del culto cristiano. Jesús nos ha encomendado así la tarea de participar en su “hora”. “La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimos solamente de modo pasivo el Logos encarnado, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega”. Él “nos atrae hacia sí”. La conversión sustancial del pan y del vino en su Cuerpo y en su Sangre introduce en la creación el principio de un cambio radical, como una forma de “fisión nuclear”, por usar una imagen bien conocida hoy por nosotros, que se produce en lo más íntimo del ser; un cambio destinado a suscitar un proceso de transformación de la realidad, cuyo término último será la transfiguración del mundo entero, el momento en que Dios será todo para todos (Cf. 1 Co 15, 28) (n. I I). 5. DESDE LA LEGISLACIÓN ECLESIÁSTICA “La sagrada liturgia expresa y celebra la única fe profesada por todos y, dado que constituye la herencia de toda la Iglesia, no puede ser determinada por las Iglesias locales aisladas de la Iglesia universal” (EE 51). Es por ello que el Papa Juan Pablo II, en la misma encíclica, hace una invitación a la responsabilidad, sobre todo de los sacerdotes, que deben dar: “un testimonio y un servicio de comunión, no sólo a la comunidad que participa directamente en la celebración, sino también a la Iglesia universal, a la cual la Eucaristía hace siempre referencia” (n. 52). De este testimonio y servicio a la comunidad y, además, del decoro y dignidad que se debe a la Eucaristía deduce el Papa la necesidad de respetar la normativa que en cada tiempo establece la Iglesia para esta celebración, consciente de su importancia (EE 49 y 52). Seguir estas normas no significa legalismo ni falta de personalidad. No sería bueno continuar con el “formalismo” exagerado, pero tampoco lo es caer en el extremo opuesto, llegando a la creatividad caprichosa y a la banalidad. Celebrar bien es mostrar nuestro amor a Cristo, a la Iglesia y a la comunidad concreta que presidimos (n. 52). Si el Papa habla de estas normas, no es ciertamente por legalismo, sino porque con ellas la Iglesia quiere asegurar un mínimo de tratamiento digno del Misterio que celebramos. La fidelidad a las normas litúrgicas, viene a decir el Papa, es una señal de “auténtica eclesialidad” en la celebración eucarística. Se trata, una vez más, de mantener la dignidad y el honor de la Eucaristía, comprometidos seriamente por los abusos que se dan y que obscurecen la recta fe sobre este sacramento (Cf. n. 10), y por las “innovaciones no autorizadas y con frecuencia del todo inconvenientes” (n. 52). Obviamente, no todos los abusos e innovaciones tienen la misma gravedad. Pero es necesaria también la fidelidad en lo que parece menos importante: “El sacerdote que celebra fielmente la Misa según las normas litúrgicas y la comunidad que se adecua a ellas, demuestran de manera silenciosa pero elocuente su amor por la Iglesia” (n. 52). 6. DESDE LA PASTORAL El Vaticano ha establecido que la frase “pro multis” debe ser traducida “por muchos” en todas las nuevas traducciones de las Plegarias eucarísticas. Aunque “por muchos” es la traducción literal de la frase latina, las traducciones realizadas después del Concilio Vaticano II, usualmente han utilizado la frase “por todos”. Equivalentemente en muchos otros idiomas (für alle; for all, per tutti). Como hemos mencionado en la introducción de esta catequesis, el Cardenal Francis Arinze, prefecto de la Congregación del Culto Divino ha escrito a todos los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo para informarles de la decisión del Vaticano. Para aquellos países en los que deba hacerse el cambio, la carta del cardenal establece que los obispos preparen la introducción de la frase aprobada para los textos litúrgicos en el término de “un año o dos”. La traducción del pro multis ha sido siempre objeto de controversia porque involucra serias implicaciones teológicas. La frase se pronuncia cuando el sacerdote consagra el vino, diciendo (en la actual traducción en uso) ... que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. La versión latina del Misal, que establece la norma de la liturgia romana, dice: Qui pro vobis et pro multis effundetur in remissionem peccatorum. Los críticos de la traducción en curso han argumentado desde que apareció que la traducción del “pro multis” como “por todos” no sólo distorsiona el texto latino original, sino que connota que todos los hombres se salvarán, no importa cuál sea su relación con Cristo y con su Iglesia. La traducción más natural es “por muchos”, la cual sugiere mucho más exactamente que mientras que los dolores redentores de Cristo hacen la salvación accesible a todos, de allí no se entiende que todos se hayan de salvar. El Cardenal Arinze, en la carta que dirige a los presidentes de las Conferencias Episcopales explica las razones de la decisión vaticana. ⎯ Los Evangelios Sinópticos (Mt. 26,28; Mc. 14,24) hacen una referencia específica a “muchos” por los cuales el Señor está ofreciendo el Sacrificio, y estas palabras han sido remarcadas por algunos eruditos bíblicos relacionándolas con las palabras del profeta Isaías (53, 11-12). Sería completamente posible que los Evangelios hubiesen dicho “por todos” (por ejemplo, Cf. Lucas 12,41); pero, la fórmula de la narración de la institución dice “por muchos”, y estas palabras han sido fielmente traducidas por la mayoría de las versiones bíblicas modernas. ⎯ El Rito Romano en latín siempre ha dicho pro multis y nunca pro omnibus en la consagración del cáliz. ⎯ Las Anáforas de los distintos ritos orientales, sea el griego, el siríaco, el armenio, el eslavo, etc. contienen fórmulas verbales equivalentes al latín “pro multis” en sus respectivos idiomas. ⎯ “Por muchos” es una traducción fiel de “pro multis” en tanto que “por todos” es más bien una explicación más adecuada a la catequesis. ⎯ La expresión “por muchos”, mientras permanece abierta a la inclusión de cada uno de los seres humanos, refleja, además el hecho de que esta salvación no es algo que actúa mecánicamente, sin el deseo o la participación voluntaria de cada uno. El creyente es invitado a aceptar por la fe el don que le es ofrecido y a recibir la vida sobrenatural que le es dada a los que participan del misterio, viviéndolo como lo viven aquellos que están en el número de los “muchos” a los que se refiere el texto. ⎯ En concordancia con la Instrucción Liturgiam Authenticam, ha de hacerse un esfuerzo para ser más fieles a los textos latinos de las ediciones típicas. Tengamos pues en cuenta, que a partir de la publicación de la tercera edición típica del Misal Romano en México, utilizaremos esta nueva traducción. II. CATEQUESIS PARA EL PUEBLO DE DIOS A. VER (Experiencia humana) ⎯ Conservamos con veneración las últimas palabras y recomendaciones de nuestros seres queridos. ⎯ Estas están siempre en la mente de los miembros de la familia, aunque no siempre con la exactitud con que se dijeron. ⎯ De ellas se inspiran o motivan para muchas cosas que hacen y para su comportamiento. ⎯ Desde la institución de la Eucaristía hasta nuestros días, realizamos las mismas acciones que hizo Jesucristo en la última cena: “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan, pronunció la bendición, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: “Tomen, coman, esto es mi Cuerpo”. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: “Beban de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados”“ (Mt 26, 26-28). ⎯ Estas son acciones que han permanecido porque forman la estructura esencial de la celebración eucarística (junto con la lectura de la Palabra de Dios); por ello no están sujetas a cambio: “Porque la liturgia consta de una parte que es inmutable por ser de institución divina, y de partes sujetas a cambio, que en el decurso del tiempo pueden y aun deben variar, si es que en ellas se han introducido elementos que no responden a la naturaleza íntima de la misma liturgia o han llegado a ser menos apropiados” (SC 21). ⎯ Sin embargo, leyendo los evangelios sinópticos y la primera carta de san Pablo a los Corintios, podemos darnos cuenta de las diversas maneras de narrar un mismo acontecimiento: el sacrificio de Cristo. 1 Cor 11, 23-25 «El Señor Jesús, la noche en que era entregado, tomó pan, dando Mc 14, 22-24 Mt 26, 26-28 «Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan, pronunció la «Y mientras estaban comiendo, tomó pan, pronunció la bendición, bendición, lo partió y, Lc 22, 19-20 «Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Esto es gracias, lo partió y dándoselo a sus lo partió y se lo dio y dijo: “Esto es mi mi cuerpo que se discípulos, dijo: Cuerpo que se entrega dijo: “Tomen, esto es “Tomen, coman, esto entrega por ustedes: mi Cuerpo”. Tomó por ustedes; hagan es mi Cuerpo”. Tomó hagan esto en recuerdo luego una copa y, esto en memoria luego una copa y, dadas mío”. De igual modo, mía”. Asimismo tomó dadas las gracias, se las gracias, se la dio después de cenar, la dio, y bebieron el cáliz después de cenar, diciendo: “Beban de ella tomó la copa, diciendo: diciendo: “Esta copa es la todos de ella. Y les dijo: todos, porque ésta es mi “Esta copa es la nueva “Esta es mi sangre de la nueva Alianza en mi sangre de la Alianza, que Alianza en mi sangre, que alianza, que es derramada es derramada por muchos sangre. Cuantas veces se derrama por ustedes”». por muchos”». beban de ella, háganlo en para perdón de los memoria mía”». pecados”». B. PENSAR: Puntos doctrinales 1. Memorial del Señor Cuando celebramos la Misa, hacemos lo que el mismo Jesús hizo en la noche de su Cena. Este postulado va mucho más lejos de lo que pudiera pensarse en un primer acercamiento. En efecto, si la plegaria de acción de gracias, la “Plegaria eucarística”, se encuentra, según un mismo movimiento y con similares palabras, en todas las tradiciones litúrgicas cristianas, a pesar de su gran diversidad y la disparidad de ritos, es porque el propio Jesús oró así, y su ejemplo lo perpetuamos en nuestro modo de orar. Su plegaria de acción de gracias es reconocimiento dirigido a Dios Padre todopoderoso y “memoria hecha” de las maravillas realizadas desde la creación del mundo al misterio de la salvación, cumplida por medio del don de su Cuerpo entregado y de su Sangre de la Alianza “derramada por todos los hombres para el perdón de los pecados”. Este “hacer memoria” de la acción de Dios alimenta y constituye nuestra oración. La noche de la Cena y la Eucaristía en la actualidad En la noche de la Cena, pues, Jesús da gracias y gloria a Dios, su Padre y nuestro Padre. En un gesto ritual, comienza por recapitular o, mejor, por rememorar, toda la historia de la salvación. Es lo que nosotros hacemos en la actualidad, a nuestro modo, en la Plegaria eucarística IV: la creación del mundo, la llamada a Abrahán, la liberación de la esclavitud en Egipto, con el Éxodo y la Pascua, el don de la Alianza al pueblo elegido y querido como un hijo, la esperanza de la santidad, la presencia de Dios en su Templo, la promesa de un Mesías salvador de todos los hombres, llamados a convertirse en hijos en el Hijo. En ese mismo gesto ritual, desde entonces sacramental, por amor, Jesús se ofrece a sí mismo en ese Pan, sacramento de su Cuerpo entregado, en ese vino, sacramento de su Sangre derramada por todos, como signo de la Alianza nueva y eterna. Así anticipa El su muerte y su resurrección; así anticipa su Pasión y su Pascua. En un avance, el Jueves Santo, Jesús da a sus Apóstoles lo que Él va a realizar por medio de su muerte en la cruz, el Viernes, y su Resurrección al tercer día por la fuerza del Padre y del Espíritu, que transfigura su cuerpo de carne mortal en cuerpo de gloria. Cuando nosotros, en la actualidad, celebramos la Eucaristía, hacemos lo que Jesús hizo antes de su Pasión, repitiendo los mismos gestos, diciendo las mismas palabras, siguiendo el mismo movimiento de su oración. Pero no nos contentamos con repetir de manera mecánica, y menos aún, mágica. Si podemos y debemos hacerlo ahora, es decir, después de su Pasión, es porque Cristo vivió el presente de su Pasión, pero también a que, gracias a habernos unido a su Pasión, hemos alcanzado parte en la Resurrección. Porque Cristo murió por nuestros pecados y resucitó para darnos vida; porque el sacramento del Bautismo nos ha sumergido en su muerte y Resurrección, y desde entonces hemos pasado a ser miembros del Cuerpo de Cristo y nos hemos unido a un pueblo nuevo, la Iglesia. Desde ese momento, unidos de ese modo a Cristo, podemos, por el Espíritu Santo que él ha derramado en nuestros corazones, ofrecer después de su Pasión lo que él ofreció por adelantado en la víspera de ésta, antes de abismarse en la muerte para que Dios manifestara su potencia resucitándolo. Desde ese momento podemos, hoy en día y cada día, realizar la acción de gracias, la Eucaristía de Jesús y celebrar el sacrificio que él mismo ofreció a su Padre, antes de su Pasión, tras el cual ordenó a sus Apóstoles: “Hagan esto en memoria mía”. 2. Salvación universal y apropiación personal «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2, 4). Cristo el Señor —principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, de su resurrección de entre los muertos y de su gloriosa ascensión— realizó esta obra de redención humana y de glorificación perfecta de Dios, preparada por las maravillas que Dios hizo en el pueblo de la antigua Alianza. Por este misterio, “con su Muerte destruyó nuestra muerte y con su Resurrección restauró nuestra vida”» (SC 5). Cristo, aunque es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tim 2, 5-6) y ofreció en la cruz el único y definitivo sacrificio (Heb 7, 27; 9, 12), quiso que también la Iglesia participara asociándose a ese sacrificio: “completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo a favor de su cuerpo que es la Iglesia” (Col 1, 24). Cristo ha querido que el don de la salvación que ofreció a todos sea recibido y aprovechado por cada uno, para que sea también mérito nuestro. Así al sacrificio de Cristo se une el sacrificio de la Iglesia añadiendo cada vez dimensiones nuevas por la cambiante historia de los presentes. El sacrificio de Cristo en la cruz por la salvación es ofrecido por todos, pero no todos se benefician de los frutos de este sacrificio, ya que habrá quienes lo rechacen, se rehúsen a participar internamente o simplemente no quieren ser salvados por Cristo. Esta es la razón por lo que la Santa Sede, cuya responsabilidad —entre otras— es aprobar las traducciones de los libros litúrgicos ha pedido a la Conferencia Episcopado Mexicano, y a otras más, cambiar las palabras “por todos” a “por muchos” ya que: ⎯ “Por muchos” es una traducción fiel de “pro multis” [texto latino] en tanto que “por todos” es más bien una explicación catequética. ⎯ «La expresión “por muchos”, mientras permanece abierta a la inclusión de cada uno de los seres humanos, refleja, además el hecho de que esta salvación no es algo mecánico, sin el deseo o la participación voluntaria de cada uno. El creyente es invitado a aceptar por la fe el don que le es ofrecido y a recibir la vida sobrenatural que le da a los que participan del misterio, viviéndolo como lo viven aquellos que están en el número de los “muchos” a los que se refiere el texto». 3. Sacramento de la Iglesia “La celebración eucarística es acción de Cristo y de la Iglesia, es decir, del pueblo santo, reunido y ordenado bajo la guía del Obispo. Por eso, pertenece a todo el cuerpo de la Iglesia, influye en él y lo manifiesta; pero afecta a cada uno de sus miembros en modo diverso y propio, según la diversidad de órdenes, ministerios y de participación efectiva” (IGMR 91). Nadie puede privatizar la Eucaristía, pues la ofrece toda la Iglesia y en beneficio de toda la Iglesia. La Iglesia celebra la Pascua de su Señor a través de un patrimonio de ritos y preces. Nosotros lo recibimos, lo conservamos con fidelidad, pues encierra el tesoro de la fe de la Iglesia. Las fórmulas sacramentales son el estuche en el cual se conserva esa joya. Por eso las tratamos con sumo cuidado pues contienen ese tesoro de fe y amor. Por eso, su aprobación se reserva al Papa; son universales y no deben alterarse para no poner en riesgo la autenticidad, validez y eclesialidad de la acción. 4. Liturgia viva La celebración de la Eucaristía, comenzando por el cenáculo y por el Jueves Santo, tiene una larga historia propia, larga cuanto la historia de la Iglesia. En el curso de esta historia los elementos secundarios han sufrido ciertos cambios; no obstante, ha permanecido inmutada la esencia del “Mysterium” instituido por el Redentor del mundo, durante la Ultima Cena (Mysterium Fidei). La Iglesia, fiel al mandato de Jesús (“Hagan esto en memorial mío”) ha mantenido intactas las acciones realizadas por Cristo en la Última Cena: tomar pan y vino; decir la acción de gracias; partir y repartir. “Al observar la historia bimilenaria de la Iglesia de Dios, guiada por la sabia acción del Espíritu Santo, admiramos llenos de gratitud cómo se han desarrollado ordenadamente en el tiempo las formas rituales con que conmemoramos el acontecimiento de nuestra salvación. Desde las diversas modalidades de los primeros siglos, que resplandecen aún en los ritos de las antiguas Iglesias de Oriente, hasta la difusión del rito romano; desde las indicaciones claras del Concilio de Trento y del Misal de san Pío V hasta la renovación litúrgica establecida por el Concilio Vaticano II: en cada etapa de la historia de la Iglesia, la celebración eucarística, como fuente y culmen de su vida y misión, resplandece en el rito litúrgico con toda su riqueza multiforme” (SCa 3). Siendo la Eucaristía el don más grande de la Iglesia, ninguna forma es capaz de agotar todo el contenido del misterio que celebra. Ésta es la razón por la que la Iglesia ordena de tal manera los textos y los ritos, a fin de que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan y el pueblo cristiano pueda comprenderlas fácilmente y participar en ellas por medio de una participación plena, activa y comunitaria (Cf. SC 21). C. ACTUAR: Líneas de participación y vivencia Hemos reflexionado que Jesucristo, por medio del sacrificio eucarístico ofrece a toda la humanidad la salvación; ahora bien, no todos, pero sí muchos, gozarán de ella. ¿Qué hacer para ser de los “muchos”? Siguiendo las enseñanzas de Juan Pablo II y de Benedicto XVI podemos proponer lo siguiente: 1. Creer en Cristo como el Salvador enviado por el Padre. Esto implica aceptar la salvación que el Señor nos ofrece hoy por medio de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía. Como nos dice el Papa Benedicto XVI: La fe de la Iglesia es esencialmente fe eucarística y se alimenta de modo particular en la mesa de la Eucaristía. La fe y los sacramentos son dos aspectos complementarios de la vida eclesial. La fe que suscita el anuncio de la Palabra de Dios se alimenta y crece en el encuentro de gracia con el Señor resucitado que se produce en los sacramentos: «La fe se expresa en el rito y el rito refuerza y fortalece la fe». Por eso, el Sacramento del altar está siempre en el centro de la vida eclesial; «gracias a la Eucaristía, la Iglesia renace siempre de nuevo». Cuanto más viva es la fe eucarística en el Pueblo de Dios, tanto más profunda es su participación en la vida eclesial a través de la adhesión consciente a la misión que Cristo ha confiado a sus discípulos. La historia misma de la Iglesia es testigo de ello. Toda gran reforma está vinculada de algún modo al redescubrimiento de la fe en la presencia eucarística del Señor en medio de su pueblo” (SCa 6). 2. Celebrar bien la Eucaristía, con la conciencia y certeza de la presencia de Cristo, que realiza la salvación en ella, por medio de ritos y palabras. El Papa Juan Pablo nos decía: “Hace falta, en concreto, fomentar, tanto en la celebración de la Misa como en el culto eucarístico fuera de ella, la conciencia viva de la presencia real de Cristo, tratando de testimoniarla con el tono de la voz, con los gestos, los movimientos y todo el modo de comportarse... es necesario que la manera de tratar la Eucaristía por parte de los ministros y de los fieles exprese el máximo respeto (MND 18). Esto implica, de nuestra parte, una participación plena, consciente y activa. Al respecto dice la Sacrosanctum Concilium: “Mas, para asegurar esta plena eficacia [la Redención] es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada liturgia con recta disposición de ánimo, pongan el alma en consonancia con su voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla en vano (2 Cor 6, 1). Por esta razón los pastores de almas deben vigilar para que en la acción litúrgica no sólo se observen las leyes relativas a la celebración lícita y válida, sino también para que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente” (n. 11). La forma más plena de participar en la celebración eucarística es la Comunión del Cuerpo y Sangre de Cristo. Dice el Papa Benedicto XVI: “Sin duda, la plena participación en la Eucaristía se da cuando nos acercamos también personalmente al altar para recibir la Comunión” (SCa 55). En la Comunión, dice el Papa Juan Pablo II, la eficacia salvífica del sacrificio de Cristo se realiza plenamente: “La eficacia salvífica del sacrificio se realiza plenamente cuando se comulga recibiendo el cuerpo y la sangre del Señor. De por sí, el sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de nosotros, los fieles, con Cristo mediante la comunión: lo recibimos a él mismo, que se ha ofrecido por nosotros; su cuerpo, que él ha entregado por nosotros en la cruz; su sangre, “derramada por muchos para perdón de los pecados” (Mt 26, 28). Recordemos sus palabras: “Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí” (Jn 6, 57)” (EE 16). 3. “Vida eucarística” (SCa 70): dar testimonio con la vida (SCa 85). Atraer a los alejados. Dar razones de nuestra esperanza a los desanimados. Ser discípulos y misioneros (SCa 86). APÉNDICE A EL TEXTO “PRO MULTIS” EN LAS PLEGARIAS EUCARÍSTICAS DE LAS DIFERENTES TRADICIONES DE LA IGLESIA Los textos están tomados de la edición A. HANGGI-I. PAHL, Prex eucarística. Textus e variis liturgiis antiquioribus selecti (Friburgo, 2a, 1968). Iglesia Primitiva: TRADICIÓN APOSTÓLICA DE HIPÓLITO “Tomen y coman; esto es mi Cuerpo, partido por ustedes”. “Esta es mi Sangre, derramada por ustedes. Cuando hagan esto, háganlo en memorial mío”. TESTAMENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO “Tomen, coman, esto es mi Cuerpo, partido por ustedes en remisión de los pecados. Cada vez que hacen esto, hacen mi Resurrección”. Igualmente el cáliz de vino que mezcló. Lo dio como tipo de la Sangre, que ha sido derramada por nosotros. FRAGMENTO DE EPIFANIO “Tomen, coman, esto es mi Cuerpo, partido por ustedes para el perdón de los pecados”. “Beban todos de él; ésta es mi Sangre de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados”. Tradición Siro-oriental: ADDAY y MARY: (No tiene relato de la Institución) TEODORO DE MOMPUESTIA: (No tiene las palabras). Tradición egipcia: SAN MARCOS “Tomen y coman; esto es mi Cuerpo partido por ustedes y distribuido para el perdón de los pecados”. “Beban todos de él; ésta es mi Sangre de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos y distribuida para el perdón de los pecados”. EUCOLOGIO DE SERAPIÓN “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo, partido por ustedes para el perdón de los pecados”... “Tomen y beban; esta es la Nueva Alianza, que es mi Sangre, derramada por ustedes y para el perdón de los pecados”. Tradición antioqueno-constatinopolitana: SAN JUAN CRISÓSTOMO: “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo partido por ustedes” “Beban todos de él; ésta es mi Sangre, de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos y distribuida para el perdón de los pecados”. DOCE APÓSTOLES: “Tomen, coman todos de él; esto es mi Cuerpo partido y entregado por ustedes para el perdón y para la vida eterna”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos y entregada para el perdón de los pecados y para la vida eterna”. Anáforas de estructura diferente: SANTIAGO DE JERUSALÉN (versión griega) “Tomen y coman; esto es mi Cuerpo partido por ustedes y distribuido para el perdón de los pecados”. “Beban todos de él; ésta es mi sangre, la de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos y distribuida para el perdón de los pecados”. CONSTITUCIONES APOSTÓLICAS “Este es el misterio de la nueva alianza; tomen de él, coman; esto es mi cuerpo, partido por muchos para el perdón de los pecados”. “Beban todos de él; ésta es mi sangre, derramada por muchos para él perdón de los pecados”. SAN BASILIO DE CESAREA Recensión alejandrina: “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo, partido por ustedes y por muchos y entregado para el perdón de los pecados”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre, la de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos para perdón de los pecados”. Recensión bizantina: “Tomen, coman: esto es mi Cuerpo, partido por ustedes para el perdón de los pecados”. “Beban todos de él; ésta es mi Sangre, derramada por ustedes y por muchos para perdón de los pecados”. Tradición alejandrina: SAN GREGORIO NACIANCENO “Tomen, coman; esto es mi cuerpo, partido por ustedes y por muchos y entregado para el perdón de los pecados. Hagan esto en memorial mío”. “Beban todos del él; ésta e mi Sangre, de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos para perdón de los pecados. Hagan esto en memorial mío”. EUCOLOGIO DE SERAPIÓN “Tomen y coman; esto es mi cuerpo, partido por ustedes para perdón de los pecados”. “Tomen y beban; ésta es la Nueva Alianza, que es mi Sangre, derramada por ustedes para perdón de los pecados”. Iglesia copta y armena: CIRILO DE ALEJANDRÍA “Tomen, coman todos ustedes de él; esto es mi cuerpo, partido por ustedes, y entregado por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memorial mío”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre del Nuevo Testamento, derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memorial de mí”. Iglesia etiópica: NUESTROS SANTOS PADRES APÓSTOLICOS “Tomen, coman; esto es mi cuerpo, partido por ustedes para perdón de los pecados”. “Tomen, beban; ésta es mi Sangre , derramada por ustedes para la redención de muchos”. Alejandrinos: NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO “Tomen, coman; esto es mi cuerpo, partido por ustedes, y dado para el perdón de muchos”. “Tomen, beban, esto es mi Sangre, derramada para ustedes por sus pecados. Y cuando hagan esto, háganlo en memorial mío”. JUAN EL HIJO DEL TRUENO “Esto es mi Cuerpo, el alimento de la justicia que está en la caridad. Quién coma de él no morirá, y quien lo toma no perecerá. Tomen, coman de él todos ustedes”. Este cáliz es mi Sangre de la Nueva Alianza. Tomen, beban de él todos ustedes”. MARÍA VIRGEN HIJA DE DIOS “Tomen, coman; éste Pan es mi cuerpo, entregado por la causa de ustedes para la redención de todo el mundo”. “Tomen, beban todos de él; este Cáliz es mi Sangre, brotada de la lanza por la causa de ustedes, para el perdón de los pecados”. LOS 318 PADRES ORTODOXOS “Tomen, coman; este Pan es mi Cuerpo, dado por ustedes para perdón de los pecados”. “Tomen, beban; este cáliz es mi Sangre, derramada por ustedes para perdón de los pecados” ATANASIO APOSTÓLICO “Tomen, coman; este Pan es mi Cuerpo, que no está separado de El”. “Tomen, beban; este cáliz es mi Sangre, que no está dividida de Él”. EPIFANIO SALAMIENSE (Versión etiópica) “Tomen, coman; este Pan es participación de mi Cuerpo, partido por ustedes”. “Tomen, beban; este cáliz es participación de mi Sangre, derramada por ustedes”. JUAN CRISÓSTOMO “Esto es mi Cuerpo, alimento de la justicia en la verdad; el que coma de él tiene vida eterna; tomen, coman todos de él”. “Esta es mi Sangre, bebida de vida en la verdad; quien bebe de él tiene vida eterna; tomen, beban todos de él”. CIRILO DE ALEJANDRÍA (Versión etiópica) “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo, partido para ustedes, y entregado para la redención de todo el mundo, por la cual se perdona el pecado”. “Tomen, beban; este Cáliz es mi Sangre de la Nueva Alianza, derramada por ustedes para la redención de todo el mundo, por la cual se perdona el pecado”. DIÓSCORO DE ALEJANDRÍA “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo, partido por ustedes, para el perdón de los pecados”. “Tomen, beban; ésta es mi Sangre, derramada por ustedes es precio de la redención de muchos”. NUESTRA SEÑORA LA MADRE DE DIOS “Tomen, coman; este Pan es mi Cuerpo, partido por ustedes, para el perdón de los pecados”. “Tomen, beban; este cáliz es mi Sangre, derramada por ustedes”. EPIFANIO SALMIENSE (versión griega) “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo, partido por ustedes, para perdón de los pecados”. “Beban todos de él; ésta es mi Sangre, la de la Nueva alianza, derramada por ustedes y por muchos para perdón de los pecados”. TIMOTEO DE ALEJANDRÍA “Tomen, coman todos de él; esto es mi Cuerpo, partido por ustedes y por muchos y dado para perdón de los pecados y vida eterna”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre, la de la Nueva alianza, derramada por ustedes y por muchos y dada para perdón de los pecados y para la vida eterna”. SEVERO DE ANTIOQUÍA “Tomen, coman de él, porque esto es mi Cuerpo, partido por ustedes y por muchos y dado para la vida eterna”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre, la da la Nueva alianza, derramada por ustedes y por muchos y dada para el perdón”. IGNACIO DE ANTIOQUÍA “Reciban, tomen de él: esto es mi Cuerpo, que prepara a ustedes y a muchos, al perdón de los pecados y la vida eterna”. “Reciban, beban de él todos ustedes; ésta es mi Sangre, que doy para la vida del mundo, y a ustedes y a muchos los prepara al perdón de los pecados y la vida eterna”. JUAN BOSTRENSE “Reciban, tomen de él; esto es mi Cuerpo, partido y dividido por ustedes y por muchos, para expiación de los delitos y para la vida eterna”. “Tomen, beban de él todos ustedes, ésta es mi Sangre, la de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos y dada para el perdón de los pecados y la vida eterna”. CLEMENTE ROMANO “Tomen y coman de él; porque esto es mi Cuerpo, partido y dado por ustedes para que todos los fieles por quienes se inmola y divide alcancen la propiciación de los delitos, el perdón de los pecados y la vida eterna”. “Tomen, beban de él todos; ésta es mi Sangre, que confirma la Alianza de mi Muerte; derramada por ustedes y dada por muchos, que se dividirá para la propiciación de los delitos, el perdón de los pecado y la vida eterna”. PAPA JULIO ROMANO “Tomen, coman de él; esto es mi Cuerpo; por ustedes y por muchos es dado, para propiciación de los delitos, perdón de los pecados y vida eterna”. “Tomen, beban de él; ésta es mi Sangre, la de la Nueva Alianza, dada por ustedes y por muchos, para expiación de los delitos, perdón de los pecados y vida eterna”. EUSTACIO DE ANTIOQUÍA “Tomen, coman de él; esto es mi Cuerpo, que prepara a ustedes a todos fieles que lo reciban para la vida eterna”. “Tomen y beban todos de él; ésta es mi Sangre, que prepara a ustedes,, y a todos los fieles que la reciben, para la vida eterna”. Iglesia Maronita: SIXTO AARÓN “Tomen y coman de él. Esto es realmente mi Cuerpo, que por ustedes y por muchos es partido y dividido en expiación de los delitos y remisión de los pecados para la vida eterna”. “Tomen, beban todos ustedes de él. Este es verdaderamente el cáliz de mi Sangre, de la Nueva alianza, que será derramada y dada por ustedes y por muchos, para expiación de los delitos, y se nos dio para la remisión de los pecados, y la vida eterna”. SANTA ROMANA IGLESIA (maronita) “Tomen y coman de él todos ustedes; porque esto es mi Cuerpo”. “Tomen, beban de él todos ustedes. Porque este es el Cáliz de mi Sangre, de la Nueva Alianza que es eterna, misterio de fe, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de lo pecados”. Iglesia Armena: ATANASIO DE ALEJANDRÍA “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo, distribuido por ustedes y por muchos para remisión e indulgencia de los pecados”. “Beban de él todos; ésta es la Sangre de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos para remisión e indulgencia de los pecados”. GREGORIO NACIANCENO “Tomen, coman todos de él, esto es mi Cuerpo, distribuido en favor de ustedes y de muchos para perdón y purificación de los pecados”. “Tomen, beban de él; Esta es mi Sangre de la Nueva Alianza, derramada por ustedes y por muchos para perdón y purificación de los pecados”: ISAAC O SAHAG “Tomen, coman de él; esto es mi Cuerpo dado por ustedes y por todos para el perdón de los pecados”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre, la de la Nueva Alianza derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memorial mío”. SANTIAGO EL HERMANO DEL SEÑOR “Tomen, coman todos de él; esto es mi Cuerpo, que se parte y se da por ustedes y por muchos para expiación y remisión de los pecados”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre, del nuevo pacto, derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados”. Iglesia egipcia: stedes DE CESAREA “Tomen, coman; esto es mi Cuerpo, partido y dado por stedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memorial mío”. “Tomen, beban todos de él; ésta es mi Sangre, la de la Nueva Alianza, derramada por stedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en memorial mío”. Iglesia maronita: PEDRO APÓSTOL “Este Pan es mi cuerpo, que es partido y dado para la vida del mundo, y será comido para remisión de los delitos y purificación de los pecados; tomen y coman de él, y adquieran vida eterna”. “Este cáliz es mi Sangre, la de la Nueva Alianza, que se derrama por muchos para el perdón de los pecados; tomen y beban todos de él, y avancen hacia la redención de los delitos, la remisión de los pecados y la vida eterna”. Liturgias occidentales: CANON ROMANO, AMBROSIANO, CELTICO “Tomen y coman todos de él; esto es mi Cuerpo”. “Tomen y beban todos de él; porque éste es el Cáliz de Sangre, de la Alianza nueva y eterna, misterio de fe. que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Cuantas veces lo hagan, háganlo en memorial mío”. PLEGARIA EUCARÍSTICA HISPANO-MOZÁRABE “Tomen y coman; esto es mi Cuerpo, entregado por ustedes. Cada vez que lo coman, háganlo en memorial mío”. “Este es el cáliz de la Nueva Alianza en mi Sangre, que se derrama por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Cada vez que lo beban, hagan esto en memorial de mí”. APÉNDICE B FÓRMULA DE LA CONSAGRACIÓN SOMETIDA A VOTACIÓN EN LA LXXXIV ASAMBLEA PLENARIA DE LA CEM, DEL 12-16 DE NOVIEMBRE DE 2007. (HOJA DE VOTACIÓN) ASUNTO QUE LA COMISIÓN EPISCOPAL PARA LA PASTORAL LITÚRGICA PROPONE A LA VOTACIÓN DE LOS SEÑORES OBISPOS EN LA LXXXIV ASAMBLEA PLENARIA DE LA CEM (12-16 noviembre 2007) Teniendo en cuenta que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ya autorizó a la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) para que la tercera edición típica del Misal Romano que se publique en México con la traducción preparada por la Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica vaya en “ustedes”, ¿Quiere su Excelencia (Eminencia) que la CEM pida a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos la autorización para que las palabras de la Consagración vayan también en “ustedes” conforme al texto unificado en lengua española dado a conocer oficialmente por la misma Congregación? Nota: El texto oficial es el siguiente: Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes. Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía. Placet ________________ Non placet ____________ _____________________________ (nombre de la Diócesis) _____________________________ (nombre del Obispo)