Marcos 10:35-45 - Parroquia Santa Cruz

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Marcos 10:35-45.
Jesús trata la cuestión del liderazgo cristiano. "Ustedes saben que aquellos a quienes
se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los
poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así... Porque el
mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en
rescate por una multitud". Cuando pensamos en liderazgo, nos imaginamos a alguien
fuerte, victorioso, que sabe conducir y gobernar con autoridad, que convence, que
sabe hacer las cosas bien hechas. Es un modelo esperable en los negocios y las
empresas. O podemos pensar en el otro modelo: el modelo de liderazgo mediocre y de
corrupción, que se hace como el desentendido con las necesidades de la gente. Este
último es un modelo de liderazgo harto conocido y sumamente extendido en el mundo
entero, no sólo en los países del "Tercer Mundo", o de América Latina. Cuando
pensamos en este modelo, solemos asociarlo con la clase gobernante y del ámbito de
la política y la diplomacia. Tramas, intrigas, planes que se desenvuelven en las
sombras, todo esto podemos asociar con este modelo corrupto y perverso de
conducción. Pero ninguno de nosotros, por más que se queje y patalee, puede decir:
"Soy inocente. Estoy libre de culpa. Yo no tengo nada que ver con eso. Yo no he
evadido impuestos. No he dicho nada malo contra la autoridad." Si sabemos del mal, y
lo ocultamos, estamos pecando con eso, porque nos hacemos cómplices de la mentira,
en lugar de ser testigos de la verdad. Cristo dice: "Entre ustedes no debe suceder así".
Es decir: Ustedes no seguirán un modelo de liderazgo basado en la corrupción, el robo,
la codicia, la crueldad y la mentira. Todo eso pertenece al modelo antiguo de vivir.
Ahora, sigan el modelo nuevo de vivir que recibieron en su Bautismo. Allí fueron
muertos al pecado, para vivir ahora al servicio de Dios". La forma del verdadero
liderazgo cristiano, es el servicio; y su contenido, es la fe en Dios y el amor al hermano.
La fuerza y la inspiración para tal servicio de compasión, desinteresado, es el mismo
perdón de Dios, que manifestó en Jesucristo. Dios te perdonó todos tus pecados,
porque Cristo "vino para servir y dar su vida en rescate por una multitud" de gentes. Si
Cristo no hubiera venido para ofrecer por amor a ti su propia vida, todavía tus pecados
no estarían perdonados. Pero Dios te los perdonó por causa de la cruz de su Hijo.
Como líderes cristianos, somos útiles siempre que anunciamos y enseñamos, en
palabras y obras, el perdón y la misericordia que Dios tuvo para con cada uno de
nosotros. Es este el único "termómetro divino" que nos permite medir (evaluar)
correctamente qué tipo de liderazgo cristiano estamos desempeñando, si es útil o
mediocre; y no guiarnos apenas por los "resultados visibles" y por lo que diga u opine
la gente. A.C.
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