madrid. la condesa diana.

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Nuevas bases de la sascricion (aemf§uá«a á las de otros periódicos de las mismas dimensiones que se pabUeop én esta corte.)—Bstraqero j Antillas, 10 va. por trimestre: FUi^^uts j América del Sur,
90 rs.firancode porte.—norinciaa, dirigiéosÍA libranzas, un mes 19
reales, tres, 50 j por oomisiooado 85 rs. trimestre.-<<Comu»ieadaa 4
procüós eonreneioaales.—Se reciben añonólos en Mta Adminis^ftoioa.
MADRID.—16 rs. al mes en la Redacción, Administración y de0)9 s oficinas del periódico, establecidas en la calle de Tragineros
{Prado), 20, cuarto bigo.—T'ambien se suscribe en las librerías de
Bailly-Bwllere, plazuela del Príncipe Alfimso, 16; Cuesta, calla de
Carretas, 9; JK^WZ, caUe del Carmen, 29; Darán, Carrera de Ssa
Qcrónimo, j va todas laa demás principales librerías ds esta odrte.
Ekücion de Madrid.
MADRID.
S5 D B A B B I L .
El proyecto do Tey de eosanche de poblacioncsha
ocupado hoy la primera parte dala sesioo celebrada
por d CoDgreso.
Aprobados sin discusión los artículos 1." y 2." de
diclio proyecto, hablaron sobre el 3." los señores
Barret, Fuentes, Moreno Elorza, Arnau y Casanueva, siendo por fin aprobado como los anteriores.
Después de algunas palabras del señor ministro
de Fomento contestando á una interpelación del seSor Amador de los Rios, entróse en la discusión de
la totalidad del proyecto de Ic^ de incompatibilidades consumiendo el primer turno en contra el señor
Diez del Rio, haciendo estensas consideraciones generales sobre el sistema parlamentario, y censurando los abusos que se cometían en las elecciones, l(»
cuales consideraba en la generalidad de los casos
eomo resultado de ciromslancias sociales, declarándose por último partidario de la incompatibilidad
absoluta con todo c a i ^ público.
Contestó á este señor diputado el señor don Ramón Goicoerrolea, como de la eomisioD,demostrando la conveniencia y necesidad do que los altos funcionarios tuvieran un asiento en la Cámara para
ilustrar en^ las comisiones, con sus conocimientos
práclicos,la opinión sobre las cuestiones que puedan
entrañar los proyectos de ley que á su dictamen se
sometan.
También empezó el señor Polo un notable discurso en contra, quedando en el uso de la palabra para
mañana por haber pasado las horas de reglamento.
En otro lugar podriin ver nuestros lectores el ligero incidente promovido por el señor Marfori, á
»)nsecuencia de un suelto de El Diario Español, no
ocupánáoDos aq uí de él por ser en nuestro juido una
cuestión puramente personal.
La comisión de imprenta del Senado continúa reuniéndose, si bien no adelanta tanto en sus trabajos
como sería conveniente, por no estar completamente
de acuerda á loque parece sus individuos en algunos puntos del proyecto presentado por (A gobierno;
pero se cree generalmente, que en último resultado
so deferirá á la opinión que propende á las soluciones
mas liberales.
La Época estimula con este motivo á )a comilón,
y nosotros unimos nuestra voz á la del estimable
colega, 4 fio de que se presente cuanto antes el dictamen á la Cámara alia, para que pueda sor modificada la ley vigente en la actual legislatura, sin lo
cual podría dirigirse un cargo á los que, reconocieodo que la ley del señor Nocedal no está en armonía con la facultad constitucional, no hicieran
cuanto estuviere de su parte para que cese cuanto
antes una situación anómala é insostenible.
La mayor parte de nuestros colegas que se publicaron ayer por la mañana y hoy por la larde, se
ocupan de la votación que tuvo lugar el sábado en la
Cámara popular, juzgándola cada «lal bajo im punto de vista, aunque no con la imparcialidad que sé-ia
de desear, si bieil no falta quien, como La Época,
I»roeure poner las cosas en su verdadero lugar, y
saliéndose de esc espíritu estrecho y maquino de
personalidad ó de fracción que todo lo envenena.
Hemos dicho mil veces que nos pagábamos
pooo de nombres y de palabras, siendo nuestro critoio para aplaudir ó censurar el convracimieDto
que abrigamos acerca de la bcmdad de los principios conservadores y liberales y los actos del goUemo.
Esto, no obstante, y <x>mQ vemos qoe algunos de
n u t r e s colegas pertenecientes todos á una misma
fracción, y como si obedecieran á una consigna, se
empeñan en desfigurar los hechos, presentándolos
con un colorido que no es le suyo, y dando por ñn
á las palabras del señor ministro de Estado, en la sesión á que nos referimos, una int^pretacion desprovista 4o sentido lógico y racional, parécenos coave-
nicbte reprodudrlie üH^ras tomadas del Diario áe
las Sesiones, como la mejor rcsptresta á losqne acaso
con lágrimas en el corazón quieren disimular su pesadumbre eoB ruidosas manifestaciones de alegría.
Todos los que en España se ocupan de política sa>
ben que algunos periódicos se hablan empeñado en
demostrar que el actual gaMnete era representante
de la fracción conocida coa el nombre de unión liberal, con esclusion de toda otra de las que forman
el partido liberal conservador.
Pues bien; á este propósito, y como contestando
á tales indicaciones, decía el señor Pacheco:
«Hemos venido á hacer esta política liberal y conservadora, de conciliación, y á la cual pueden venir
á unirse francamente los precedentes de todos los
partidos; y nosotros, señores, por mas que haya
esta ó la otra fracción, aquel periódico, ó persona, lo
que sea, que nos tire de uno ú otro lado, queriendo
hacer del ministerio una propiedad suya, nosotros
NO ACEPTAMOS csa posicion: nosotros somos servidores de S.M. y representantes suyos en este sitio.
»Nosotros somos liberales conservadores, y no
otra cosa.*
¿Lo entienden bien, los diarios á que aludimos?
El gabinete no el un ministerio áe fracción, no representa á nadie mas en el banco azul, que á su
majestad la Reina; no es propiedad de ninguna fracción, de ningún periódico, de ninguna persona, y
deben tener entendido los que otra cosa se empeñan
en decir, CMno si no estuvieran impresas esas palabras, que si en obsequio de la conciliación no han
querido otros imitarles en sus intempestivas algaradas, no están tampoco dispuestos á pasar por uncidos, cuando tal .vez, y en caso de haberíos en la
cuestión, podrían proclamarse vencedores.
Hace pocos dias lo decíamos: el gobierno debe hacer cuantas declaraciones sean necesarias para comprobar que dentro del partido conservador liberal no
hay vencedores ni vencidos, realizando la eondliacion que todos desean. Así lo ha hecho, en efecto, y
.nosotros lefelicitamospor eUo.
Queremos, como el mlDlsteiic^ ser eoneiliadores,
porque así creemos que lo exige el bien del pais; pero por nada ni por nadie sacrificamos nu^tra dignidad ni nuestra independencia, ni toleraremos siquiera con el silencio apreciaciones que están fuera do
toda razón y que no pueden hacerse con visos de
fundamento, cuando hay oídos para escuchar y ojos
para leer.
Eniiliraos nuestrosjuicios con sinecridad y lealtad,
ya sean adversos ó favorables al gobierno; no nos
complacerian cierta clase de discusiones, en las cuales, sin embargo, no llevaríamos nosotros la peor
parle, ni serian nuestros naturales amigos los que
perdieran.
Si se quiere, pues, la lucha, dígase con franqueza;
si se quiere ahondar las distancias, si se quiere evitar
la conciliación, sea enhorabuena: por nuestra parte,
habremos contribuido, en cuanto es compatible con la
profundidad de nuestras con^cciones, á loque creemos un gran bien.
Por lo demas,^ d dedo^ublico empieza ya á señalar á los que ^ r páinon ó por cálenlo proceden de
dstinta manera.
FOLLETIH DE EL OOS^BPORAHEO.
27
LA CONDESA DIANA.
POR
MARIO UGHARD.
—No, continué con Tehemencia volviéndome hacia el conde; no, no abogareis ya mi razón bajo el
peso de vuestros malditos terrores. El bautismo del
amor me ha rescatado del infierno en donde queríais precipitarme, lAb! Vos no veis esa adorada
imagen qne me asiste y me proteje
ÁW está, mis
ojos la contemplan ,*re8piro sn aliento, stf voz murmura en mi oido la palabra que me hace iavnlnerable.,„* No podéis separar ya nuestras dóg almas; puras y radiantes, taelan en una región superior á vuestras miserias
las glorias inmortales ños esperan...
—¡Delira! ¡delira! ya lo (»tús viendo, vociferó
M, de l^aufert,
,
—¡Deliro! contesté con el nmyor desprecio; ¡deliro!...,. ¡Ab! él mismo se ha denun^ado; no podéis
declararme insensato, pues sos ml8m<¿t celos demuestran que soy amado
—¡Desgraciado! ¡callaos/ esclamó Granger.
—¡Está loco! repuso mi tutor poniéndose colérico
en pié; ya lo veis señorea, esto es un ataque de
locuraIndignado por estas palabras, me lancé sobre él,
pero los médicos se interpusieron y «[uedé forcejeándome en medio de ellos.
Veía á Diana pálida, desconsolada, y oí escaparse
de su pecho un lastimero quejido,
—¡Dejadme! ¡dejadme! esclamabá; os está mirando
—¡Está loco! ¡está loco! repetía el conde,
—¡No le oigáis! dedayo; ¡e» un impostor.!
Y de nuevo quise arrojarme sobre él; pero de
nuevo me lo impidieron, y dominado por no sé qué
vértigo, resistí» con una energía sobrehumana.
Aquellos trastornos violentos que agitaban las sociedades antiguas, que conmovían los pueblos é imprimían á veces un nuevo giro á las civilizaciones,
han venido amenguándose considerablemente á medida que nuevas taces y nuevos elementos han ingerido una nueva savia en las modernas sociedades.
Aquellas luchas de razas y de nacionalidades, y de
religiones y de derechos, que Uñen las edades antiguas de vapores de sangre, sumiéndolas en un fondo
d« hoiTores y de ioiquidadés sin cuento, cuyas contiendas y cuyas demandas no tenían otra solución
que la que le pluguiera dar á las armas ó á la fortuna del vencedor, no se repiten en los dias que alcanzamos, no porque no haya lucha de sentimientos, ni
Año V.—Nto. t014.
pi«aa de derechos, tit intértbtis #u%9D(rado^ Ü ^ dedadea y [««oeapando to mdite del pecador, no no es nada satisfoctoria, ^ el gabioet»dd suttaa laporque el sentimiento público,fe^tHtoacáoaeaáa día ttaoe de «rdinario otro campo que tes hí^as de nn cha con dificultades casi it^iperabl».
mas credente do k» pueblos, bace de podw mode- ifcre ó las columnas de un periódico, y sus resulta' ' ' i»i
. .
,
Dice un periódico, que d banquete de \oí pn^rorador en estas batallas' para tlrciar y decidir al ca- dos DO snelea ser tan seiKibieá m tan lamentaslstas d d 3 de mayo empezará á tos doce dd día.
bo, sino con el dereclio de la'fuerza, con la fuerza bles.
Para pendrar en ei local será necesario presentar á
del derecho al menos; idea no simbolizada hoy en la
La verdad se abre paso á través de las discusiones, la puerta el biitete de invítaeioa que da d^ecbo 4
espada de un capitán, en la voluntad de un sobera- y á aquellas soluciona violentas, que los soberanos tomar parle en la comida.
no, ó en la travesura de un diplomatÍG(^ idea que no ó los pueblos daban respeetívamenle á sus demanLas personas njenas á la Tertulia progresista que
está subordinada á una inditfidualidad, por muy das, se ha sustituido hoy un espíritu mas tolerante y hayan de asistir, recibirán su billete por medio de
mas conciliador. Las necesidades y los derechos de un socio que los garantizará. La comisión encargada
afortunada ó por muy poderosa que sea, sino que
de dirigir la fiesta, trabaja incesantemente para que
los pueblos tienen ya mas medios de manifestarse y por ningún concepto se turbe el orden.
está encarnada en el corazón ¿e la sociedad, en la
la abolición de castas y ia confusión de clases, ha hei»i
II.
conciencia universal, en una pilabra.
Según vemos anunciado en un paródico ministeLa lucha ha sido en la h i s t ( ^ et elemento á cuyo cho masfádlsu conocimiento y d remedio puede
rial, el gobierno va á intrcKlucir en las provincias
calor se ha desenvuelto y ha jirogresado la humani- aplicarse mas pronta y oportunamente.
Vascongadas la venia del tabaco y de la síd, prodad; mas esa lucha, providcnQial secreto de la exisLa lucha continúa, si, y continuará siempre. La ducto de las fábricas naciornles, sin lastimar los
tencia del hombre y de la vida de las sociedades,
índole de las viejas sociedades, incompatible con las fueros de las provincias y con grandes ventajas para
indispensable tributo que palpan las generaciones justas exigencias de las nuevas civilizaciones, pug- el Tesoro público.
Las provincias Vascongadas están en posesión de
al cruzar por el mundo, si es esencial en cuanto al nará por una vida que se le escapa por momentos.
fondo, no puede presentarse siempre la misma en
La pugna será constante, la lucha terrible. Una iutrodutír, libre de derechos, el tabaco y la sal que
necesitan para su consumo; y esla franquicia, que
cuanto á las formas.
idea, por mas muerta que parezca, siempre queda
alguna vez ha dado ocasión á abusos, trae ademas
Los deredios del individuo ó de las nacionalida- de ella el esqueleto qu e la diera forma y que so re- el inconveniente, Ja necesidad y el gasto de sostener
en Miranda de E^iro un contra-registro que será
des, resueltos casi siempre por la soberanía déla fuer- siste á sucumbir.
La resistencia y el progreso constituyen, el fondo completamente ineficaz y embarazoso para el moviza, comienzan hoy á resolverse por la soberanía de la
miento de los ferro-carriles. En este concepto, según
de toda civilización, como forman la historia de las dice un periódico, el ministeriodc Hacienda facilitará
razón ó de la inteligencia.
En las sociedades antiguas; luchas políticas, so- eiencias, de las artes, y de la humanidad. Ei cho- á las provincias exentas la cantidad de tabaco y sal
á que por el mas alto cálculo puede llegar su consumo,
dales, económicas ó religiosas no tenían más que que de estas dos ideas, de estos dos principios, ha
y establecerá estancos de donde pddrán proveerse
solido
resolverse
muchas
veces
por
la
fuerza
de
las
una solución: la guwra, y la guerra á muerte la malos que no quieran comprar las labores hechas en el
armas ó por ol imperio de elementos análogos. Hoy, pais.
yor parte de las veces.
que la opinión pública ejerce una gran influencia;
Si es una triste verdad, que entre nosotros hoy aun
Sobre este asunto deben tener una conferencia
todavía no se resuelven muchas cuestiones suscep- que la ilustración y la cultura se han estendido pro- próximamente el ministro de Hacienda y los diputibles de un arreglo pacífico por la influencia de las digiosamente, no se acude á la fuerza de las armas tados vascongados, quienes no parece que harán
oposición á la medida, porque respetando el fuero, se
Cámaras deliberantes, déla di{domada ó de la pren- . sino á la luz de las discusiones y de los razona- dirige
solo á asegurar los intereses del Tesoro y á
mientos.
sa, no puede negarse por lo menos que muchos conevitar molestias á ios viajeros.
. Por este medio so busca una armonía éntrelos
flictos y grande conflagraci<Hies se han evitado,
,m
•
-I-I
dos principios, poniéndose á cubierto tspadiciones
ínerced á los trabajos dé estos poderes.
Habiendo anunciado un periódico, no sabemos
Se nota una tendencia ostensible á resolver los venerandas, é instituciones respetables, amalgamán- con qué fundamento, que va á presentarse una engrandes problemas y las grandes crisis de una ma- dolas con los nuevos elemente» que siempre surgen mienda al presupuesto de gastos del ministerio de
de toda civilización. De este modo, y sin negar estás Estado para qué se suprima lá partida consignada
nera pad&ca y conciliadora. Los nuevos intereses
para la plenipotencia en Turin, dice La EpMaqae
creados á la sombra del comercio, en cuyo desarro- dos fuerzas, se evitan ^ a s tremendas crisis que re- es posible que eáto se realice y que el objeto do los
llo ya no está interesad» una sola ciase de la socie- gistra la histeria, y que con los nuevos elementos firmantes, que de segfffo pwtcnecerán á la estrema
derecha, sea provocar un debate solemne sobro la
dad, sino todas ellas; los nuevos horizontes abi«Ptos tienden á resolverse pacifica y satisfactoriamente.
cuestión de Italia y acerca do la actitud en ella del
á la induslrra y al trabajo, tOercéd al perffecícloiialobierno de S. M.
Según uno de nuestros colchas, la última cuestión
míentode las denoias exactais;.tos incesantes torque
ha resuelto la comisión general de presupuestos
rentes de luz arrojados por la imprenta sobre la
Leemos en un periódico que el señor ministro de
en su reunión de esta lardé, ha sido la relativa al la Gobernación, considerando jostós las indicaciones
frente de la humanidad; las tristes pero elocuentes
uso ó abuso que hacen algunas empresas de ferroesperiencias del pasado; esta cultura y esta civiliza- carriles de la facultad que les está concedida para que á nombre de la diputación provincial le ha hecho el señor gobernador sobre el sitio que debe ocución, carácter y propiedad cada dia mas estensiva á
introducir libres de derechos los objetos destinados par esta corporación en los actos públicos á que
todas las gentes y á todos los pueblos, y no patri- á la coasti'uceion y esplolacioD de las lineas. La co- coocurra con las autoridades, traía de adoptar una
misión ha conveoido coa el ministro de Hacienda en
monio de ninguna clase determinada; esta agitación
determinación acerca de este particular; pero antes
que es preciso limitar á lo que verdaderamente ha
febril que desde mediados del pasado siglo agita las querido la ley esa franquicia; y en su consecuencia, parece que desea oír á dicha corporación, á cuyo fin
señalará dia para celebrar una conferencia con una
inteligencias y conmueve al mundo entero; todo,
la comision.ha acordado que los ministros de Fomen- comisión de ia misma.
todo determina una nueva fase en la presente civi- to y Hacienda oigan á la Junta superior de caminos
sobre cuáles artículos deben, con arreglo á la ley,
lización, y nos hace sospechar confundamcnto que,
Según La Correspondencia, el gobierno desea vidisfrutar la exención del pago del derecho de Aduade hoy en adelante, mas cuestiones se resolverán por nas, y resuelva drapues lo mas legal y conveniente vamente que se discutan en esta legislatura los proyectos sometidos al Senado sobre el arreglo de trila fuerza de una sensata é ilustrada discusión, que para las rentas públicas.
bunales: y como son poco importantes las alteraen el campo de batalla y al fragor de las armas ó
ciones que el señor Mayans ha querido que se inen medio del estruendo de los combata.
No se cree que la comisión del Congreso haya He- troduzcan en dichos proyectos, y ¿orno en la comiLa lucha no terminará por eso. No abrigamos la gado todavía á la solución definitiva en la cuestión sión reina la mayor armonía con el gobierno y el
utopia dé que las voluntades de los hombres se entor- de las deudas amortizables; pues la comisión está mayor deseo de conduir cuanto antes su trabajo es
dividida respecto de las pretensiones de los tenedo- dfl esperar que en breve se presentará d dictamen
nen en un mismo pensamiento. Alimentamos, sin
res de este papel del Estado, que habiéndolo eleva- al Senado.
embargo, la esperanzado que, segregadas de ella, do á precios superiores á los mismos que tiene la
cinrtas medidas estremas, quede tan solo reducida á deuda consolidada, reclaman hoy nuevsMs ventajas
Ayer asistieron á la audienda á sostener las aneesas dos fuerzas de progreso y dé resistencia que si fundados en la interpretación de las leyes que con ^^^°^,^^^«s^^^tmmes.
entre otros distinse estpdlan con detenimiento, se verán en el fondo= escasa previsión realizaron en 1851 el arreglo de la guida® letrados, los señores Muñiz Vega. Marios
deuda. La Evoca desea, hasta donde sea posible, la ROJO Arfas, Moreno Elorza y Olózaga fdonSalus. de todas las cuestiones y de todos los problemas.
tiano.)
^
conciliación de los intereses del Tesoro públid) con
En política, por ejemplo, se notan con claridad
las reclamaciones que sean justas de los tenedores
La asistencia de estas personas demuestra el
notoria estas dos tendencias. Las clases privilegia- de deudas del Estado.
grande mteres con que se mira d sostenimiento y
eoni^rvadon dd derecho electoral.
das, ponedoras déla picnltuddel derecho y d Estado
aituRriéndo tqdas las garantías y todas las preemiHace dos dias que se halla en Madrid el señor
Dice El Eco del País, y lo copian con aplaunencias han reñido un empeñado combate por mfi- Merry, nuestro ministro residente en IWarruecos.
chos sigloscon d individuo, y dado lugar á esa se- Con relación á él ha oido La Época, que lejos de so m i t ^ o s nuestros colegas, que el señor dudisminuir acrecen el prestigio é influencia,que el va-" que de Medmacdi ha solidlado permiso para corie de vicisitudes y de represalias que tanta sangre y lor de la España en la guerra y su moderación en la locar en la pared de! jardia de su casa, donde fueron
tantos hombres han costado á la humanidad.
paz nos han dado en África. El sultán como sus mi- fusilados por los franceses d dia 2 do mayo de 1808
nistros, muestran constantemente una gran conside- los primeros mártires déla independencia, una gran
Esas dos tendencias se dibujan hoy mas ó menos
ostensiblemente en todas las nacionalidades y ellas ración hacia la Reina y hacia nuestro pais, y las re- lapida de mármd negro, con d nombre do las vícclamaciones todas de la España son acogidas con timas que perecieron en aquel lugar.
han dado vida á ciertas escuelas, defensoras unas de gran respeto en el imperio marroquí. Con la regularilas instituciones antiguas y amantes otras de los pro- dad mas completa ingresan también los fondos perDice un periódico, que ademas dd banquete gegresos y de las ideas modernas.
tenecientes á la indemnización de la guerra. Es todo • neral progresista del dia 3, se proyecta algún otro
Mas esta lucha que continúa hoy agitando las so- I esto mas notable, cuanto la situación de Marruecos particular, pues según solé dice én una carta que
—¡Desgradado! ¡La vais á matar! dije conodendo
que disminuían mis fuerzas.
Aquello era horrible. Diana se habia refugiado en
mis brazos; ellos la maltrataban coa los esfuerzos
que hacían para sujetarme; yo veía correr sus lágrimas de mis ojos y los latidos de su corazón me
sofocaban.
—¡Es una alncinacion! dijo uno de los médicos.
Esta palabra atravesó mi cerebro como hierro candente; cedió la energía de mi voluntad y una nube
oscureció mí vista: Diana huyó lanzando un lastimero gemido, y yo caí sobre el sillón, inerte, rendido,
traétotttado...
A poco, sentí sobre mi frente una impresión de
frescura; me estaban mojaado las sienes con agua,
y oía confusamente lo que decían, como si hubiesen
esi^ido bablando lejos de mi.
—La crisis no es peligrosa, dijo el doctor Rolles;
se esplica por una dé esas violentas conmociones
tan comunes en las monomanías afectivas.
—En la próxima habitación hay una cama, dijo
Grxnger.
Lleváronme á toda prisa, y quedé instalado en
ella; conocí queme desandabanyme quitaban la corbata; luego fué poco á poco estiuguiéndose el ruido,
y pronto sucedió un profundo snefio al desorden de
mis ideas,
XXVII,
^Qoio cuanto tiempo permanecí en este estado,
PecdUo en estraños ensueños, me despertó bruscamente una sensación ardiente que sentí en el
cuello; abrí los ojos, y aunque era casi de noche,
vi áM. de Maufertcoa quien rae encontraba solo.
Tenia en su mano el medallón de Diana.
—¿De dónde proviene esto? me dijo con temblorosa voz.
Aturdido aun por mis sueños, no comprendí al
principio lo que me decía, y tartamudeé algunas palabras,
.; —¡Oh! repuso convíolencía,¡yanoe8tíempodean-
I ^
dar divagando!... ¡Ea! ¡Contestad, si no sois un miserable! ¿íkto es un regalo, no es verdad? ¿La prenda de ese sublime amor que os ha salvado de la demencia? ¿Ella es quien os le ba dado.., ella vuestra
querida, sin duda?
Al oir aquel insulto, salté fuera de la cama y nos
encontramos de pié, cara á cara, amenazadores los
dos.
Sin embargo, tuve bastante dominio sobre mí mamo para contenerme,
—Me dais lástima, le dije; ¡vuestros ultrajes no
pueden herirla!
Hizo un gesto terrible pero yo no me moví, y desafiándole con la mirada, afiadí con tranquilidad:
—¡Matadme! con eso heredards.
Su rostro contraído se volvió lÍTÍdo, salió de sus
labios una imprecación como el rugido de una fiera;
pero de repente se dirigió á la ventana,, la abrió y
aspiró el fresco ambiente déla noche, como si la cólera le hubiese sofocado.
Yo esperaba inmóvil) silencioso. Cuando mi tutor
volvió hacia mí, habia deéaparecldo de su rostro, de
nuevo impenetrable, toda huella de emoción.
, —Vamos á hablar ahora, me dijo con una calma
imponente.
^
Yo seguí guardando silencio.
—Este medallón, cabíillero, pertenece á mi mujer, prosiguió; me parece que tengo derecho para
preguntaros qué estráiila casualidad me le baCe encontrar suspendido á vuestro cuello.
—Lo ba perdido, «aballero; yo lo be encontrado
y guardado.
—Todo esto es muy sentimental, dijo con sombría
ironía; pero por mas etéreos que sean tales amores,
mi honor és el que padece. „
—¡Vuestro honor! esclamé,
—¡Vos la adoráis, ella os ha dicho que os ama y
yo soy celoso! Así lo habéis proclamado con orgullo
hace algunas horas.
ün terrible rayo de luz atravesó mi espíritu; entonces me acordé de tof^o.
—^¿Necesitáis testigos dé vuestras palabras? ¡Oh!
Habéis estado brillante de entusiasmo y ni el mando mas ciego podría abrigrar ilusiones.
Escuchaba aterrorizado, pensando en la desgrad a suspendida sobre la cabeza de Diana,
—¡Ah! Calláis, prosiguió M, de Maufert, ¿Ya no
os indignáis?
£1 cielo me envió una Inspiradon.
—¿Qué me estáis contando, caballero? le dije con
una carcajada violenta. ¿No sabéis que estoy loco
y que en mis ataques de delirio se me ocurre toda
clase de cosas? ¡Oh! ¡Vaya una historia! ¡Mi madrina prendada de mí y confesándomelo!
Y seguía riendo; semejante tortura eracapaz de
matar á cualquiera,
—¿Luego mentíais?
—¡Alto ahí señor mió! dije fingiendo enfurecerme. Esa palabra es indigna de un hidalgo. Me daréis satisfacción en campo cerrado y ante la corte,..
Cuando os haya muerto, mi madrina se casará con
el rey y yo con la reina á quien amo desde el dia en
que me dio ocultamente su velo de oro. Encontrareis
ía reladon estensa de nuestros amores en la historia de Josué Hartzfeld de Thuringe, cuyos dos tomos están en mi biblioteca.
Mi sangre se coagulaba durante aquella comedia
horrible; pensaba en Diana denunciada por mi,'
abandonada sin defensa á las crueldades de su implacable dueño.
Mi tutor me observaba impasible y una sonrisa
malvada crispó sus labios.
—¿Entonces coiifesais que estáis loco? me dijo.
—Distingamos, repliqué; lo estoy para vos y
Tuestros semejantes, pero lo mismo me da, la que
amo proclamará mi cordura.
En aquel instante entró dranger con uno de los
médicos.
No pude menos de sonrojarme.
El conde lansó una esclamacion de alegría.
—Llegad, llegad, querido Granger, dijo; aquí tenéis á vuestro cliente que aboga por su propia locura y hasta creo, por vida mía, que ahora va á solicitar el favor de que se le deje firmar el proceso
verbal de lá sesión que tanto os ha desesperado.
Conocí que estaba ya condenado y esperimenté
un indecible abatimiento; pero mas que nunca era
entonces preciso salvar á Diana.
—Estoy dispuesto á firmar, dije con animación, si
en cambio me dais vuestro consentimiento para qae
me case con la reina.
El notario quedó mudo de asombro.
—¡Ah! ¿No sabéis nada todavía? prosiguió mi tutor. ¡Mi afortunado pupilo es el amanto de una reina de Thuringe, que le ha traído esta noche su velo
de oro!...
—Hablad mas bajo, que está ahí durmiendo; dijo
seflalando 1& cama.
—¡Bien! ¡Bien! Estamos conformes; os casareis con
ella; pues no faltaba mas. Harto comprometida está,,. Vaya, Granger, traed el proceso verbal.
—Cuidado, señor conde, repaso gravemente mi anciano amigo; aquí se comete una mala acción.
—Pardiez, amigo mió; no os tomáis poco interés,
replicó M. de Maufert con sequedad. Entendeos con
él y sobretodo con la facnlted; yo me lavo las manos,
:K doctor me examinaba con atención y dijo que
le dejasen solo conmigo. Adiviné su pensamiento y
me turbé, tuve miedo...
—¡No, no! esclamé, ya me habéis juzgado; ¡marchaos!
—Seáores, es preciso ser discretos, dijo mi tutor;
nó se%.que despertemos á Ja reina, retirémonos. Tenemos todavía algo que arreglar.
Granger quiso insistir, pero yo me enfarecí y la
llené de injurias; M. do Maufert reía á carcajadas... Por fin salieron.
{Cmtinmrá.)
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