PI ERRE ROSANVALLON LA NUEVA CUESTIÓN SOCIAL Repensar el Estado providencia Título original: La Nouvelle Question Socia/e. Repenser l'État-providence Éditions du Seuil © Éditions du Seuil, enero de 1995 INTRODUCCIÓN La nueva cuestión social Traducción: Horado Pons Diseño de tapa: Estudio R Rosanvallon, Pierre La nueva cuestión social: repensar el Estado providencia- la ed. 4a re1mp. - Buenos Aires : Manantial, 2007. 224 p.; 20x14 cm. (Reflexiones) Traducido por: Horacio Pons ISBN: 978-950-9515-95-6 l. Sociología. I. Pons, Horacio, trad. II. Título CDD301 Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en la Argentina © 1995, de la edición en castellano, Ediciones Manantial S. R. L. Avda. de Mayo 1365, 6° piso (1085) Buenos Aires, Argentina Tel: (54-11) 4383-7350 / 4383-6059 [email protected] www.emanantial.com.ar ISBN: 978-950-9515-95-6 Reimpresiones: 1998, 2001, 2004, 2007 Derechos reservados Prohibid~ 1~- reproducción par~ial o total, el almacenamiento, el alquiler, la tran~misiOn _o la transformanón de este libro, en cualquier forma 0 por ~al~Uier medw, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitahzanón u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446. La "cuestión social": esta expresión, lanzada a fines del siglo XIX, remitía a los disfuncionamientos de la sociedad industrial naciente. Los dividendos del crecimiento y las conquistas de las luchas sociales habían permitido transformar en profundidad la condición del proletariado de la época. El desarrollo del Estado providencia casi había llegado a vencer la antigua inseguridad social y a eliminar el temor al mañana. A la salida de los "Treinta Gloriosos",* hacia fines de la década de 1970, la utopía de una sociedad liberada de la necesidad y de un individuo protegido de los principales riesgos de la existencia parecía al alcance de la mano. Desde el principio de los años ochenta, el crecimiento de la desocupación y la aparición de nuevas formas de pobreza parecieron, al contrario, llevamos a largo tiempo atrás. Pero a la vez se ve con claridad que no se trata de un simple retomo a los problemas del pasado. Los fenómenos actuales de exclusión no remiten a las categorías antiguas de la explotación. Así, ha hecho su aparición una nueva cuestión social. Este libro se consagra a explorar sus formas y sus condiciones de resolución. El advenimiento de una nueva cuestión social se traduce en * Período que abarca aproximadamente las décadas de 1950 a 1970, en el que el Estado providencia -o Estado del bienestar (Welfare State), según la terminología anglosajona- alcanzó su mayor desarrollo (n. del t.). 8 PI ERRE ROSANV ALLON INTRODUCCIÓN una_ inad_aptación de los viejos métodos de gestión de lo social. Es t~stm~omo d~ ello el hecho de que la crisis del Estado providenCia, diagnosticada desde fines de los años setenta, haya cambiado d~ naturaleza. Ingresó en una nueva fase desde el comienzo de la d~cada de 1990. Más allá de los acuciantes problemas de financiamiento y de las disfunciones siempre penosas de los aparatos, lo que se p~so .en tela de juicio fueron los principios organizadores de la sohdandad y la concepción misma de los derechos sociales. El problema es ahora de orden filosófico. cha bajo la que se encontraba entonces el Estado empresario en cuanto al manejo eficaz de los problemas sociales. Corresponde a la puesta en tela de juicio de una maquinaria cada vez más opaca y burocrática, que enturbia la percepción de las finalidades y entraña una crisis de legitimidad. Estas dos dimensiones subsisten hoy en día. El control de los gastos de salud y de las diversas prestaciones sociales sigue siendo un tema fundamental de preocupación. Por otra parte, el aumento de la desocupación no hizo sino agravar las dificultades financieras. Si la explosión de los gravámenes obligatorios terminó por detenerse desde mediados de la década de 1980, no fue más que al precio de la reducción de ciertas prestaciones o de reformas frágiles, a menudo decididas a los apurones, sobre la marcha. De la misma manera, los interrogantes sobre la eficacia del aparato redistributivo y sobre las formas de organización y gestión del Estado providencia siguen siendo esenciales. Estos dos problemas, por lo demás, no se plantean con la misma agudeza en los diferentes países. Si se toma en cuenta, por ejemplo, el control de los gastos de salud, se comprueban resultados muy contrastantes. Así, en Francia el peso de la salud en el PBI progresó un 16 % entre 1980 y 1990, contra sólo el 7% en Gran Bretaña, manteniéndose la situación estable en Holanda, mientras que los alemanes lograron incluso efectuar una reducción del 4 %. Se percibe allí el peso de las idiosincrasias nacionales. Los controles financieros de un servicio de salud centralizado y estatal a la inglesa o de un sistema fuertemente enmarcado por una regulación contractual a la alemana se revelaron más eficaces que la fórmula francesa, que pretende la universalidad sin la coacción. Por ese motivo, los gastos de salud son particularmente mal controlados en Francia. Pero estas diferencias no deben enmascarar el hecho verdaderamente importante del período actual: está comenzando una tercera crisis del Estado providencia, de orden filosófico. Aún no tomamos conciencia claramente de la entrada en esta crisis filosófica que acompaña el advenimiento de una nueva cuestión social. Se trata de explorar sus términos para compren- Para comprender con claridad este nuevo curso de las cosas pueden distinguirse tres dimensiones que constituyen tambié~ tres etapas en 1~ qui~bra del Estado providencia. Las dos primeras son de orden fmanCiero e ideológico. Analicé sus mecanismos en una ob~a pr~cedente, La Crise de l'État-providence [La crisis del Esta1 do provzdencza]. La crisis financiera se desencadenó en los años setenta .. En efecto, a part~r d.e ese período los gastos sociales, y en espeCial los de salud, sigUieron creciendo a los ritmos anteriores de 7 a 8 % por año, mientras que los ingresos sólo aumentaban de 1 ~ 3 %, ajustados como lo estaban a un crecimiento que se hizo mas lento des~e 19~~· Esta abertura de tijeras entre los ingresos y los gasto~ se fmanc10 en todas partes mediante un alza rápida de l~s grava~enes* ~bligatorios (impuestos + aportes y contribuCiones sociales). Mientras que durante los Treinta Gloriosos éstos se habían mantenido prácticamente estables, en Francia, por ejemplo, pasaron del 35 al 45 % del PBI entre 1975 y 1985 L · · .d 1' · · a CriSIS I eo ogica marca sobre todo los años ochenta. Traduce la sospe" ~· La pri~~ra edici?n apareció en 1981. Nueva edición en la colección Pomts Essars , París, Ed. du Seuil, 1992. . * "Préleve~ent", que incluye pagos por impuestos y por acuerdos parita~r?s;, se tr~du¡o como "gravamen"; "allocation", como "asignación" 0 "subsi. ro_, segun el contexto; "cotisation", como "aportes y contribuciones". Cabe mdrcar qu.e para la comprensión del texto, a la diferente extensión que estas ~alabras he~en :n francés y castellano se le agrega el problema de las dishnta.s combmacrones entre impuestos y convenios paritarios que rigen en los sistemas de seguridad social de los países de habla castellana. 9 10 PIERRE ROSANV ALLON der el nuevo paisaje soc~al cuyo.~elieve dibuja. Aparecen dos problemas mayores: la desmtegrac10n de los principios organizadores de la solidaridad y el fracaso de la concepción tradicional de los derechos sociales para ofrecer un marco satisfactorio en el cual pensar la situación de los excluidos. No se trata únicamente como hace diez años, de encontrar el camino de una relegitima~ión del Esta~o. Frente a las fracturas sociales que se agravaron durante los a~os _o~he~~a, la intervención pública, en efecto, recuperó toda su ¡ushficaciOn. La ideología del Estado ultramínimo pasó de ~oda. A partir de entonces, todo el mundo reconoció el papel msoslayable del Estado providencia para mantener la cohesión soci~l. Lo importante es ahora repensado de modo que pueda seguu desempeñando positivamente su papel. La refundación intelectual y moral del Estado providencia se ha convertido en la c~nd~ción de su supervivencia. El objetivo de este ensayo es contnbmr _a el_l~ propon~endo los primeros elementos de una reproblemahzaciOn de con¡ unto de la cuestión social. Los antiguos mecanismos productores de solidaridad, en primer_lugar, están desintegrándose de manera probablemente irrever~Ible. Se asentaban en el sistema de los seguros sociales: la solidar~dad se fundaba en la mutualización creciente de los riesgos sociales, de modo que el Estado providencia se identificaba con una especie de sociedad aseguradora. Ahora bien, hoy asistimos a una se~ara~ión progresiva de los dos universos del seguro social Y_ la sohdandad. Las evoluciones demográficas, la disociación creciente entre la esfera de los aportantes y la de los derechohabientes, el aumento del conocimiento sobre las diferencias entre los individuos Y los grupos se conjugan para quebrar la visión aseguradora de la solidaridad. Estas evoluciones conducen en cambio, a hacer necesario un enfoque más directamente polftico de la solidaridad. Así, el cara a cara del contrato social deberá sustituir a la mano invisible del seguro. Lo que no va de suyo. La concepción tradicional de los derechos sociales, por su lado, co~prueba ser inoperante para tratar el problema mayor de la excluswn. En efecto, el Estado providencia tradicional funciona INTRODUCCIÓN 11 como una máquina de indemnizar. Es un "Estado providencia compensador", que descansa sobre el principio ~e la diso~iación entre lo económico y lo social. Los derechos sociales son Simplemente unos derechos de giro. En un contexto de desocupación masiva y crecimiento de la exclusión, esta visión de los derechos como compensadores de un disfuncionamiento pasajero (enfermedad, desempleo de corta duración, etcétera) deviene inadaptada. Concebida para tratar situaciones aprehendidas como riesgos coyunturales, ya no conviene para manejar estados desgraciadamente más estables. Lo que explica los efectos perversos de lo que propongo llamar el Estado providencia pa_s!vo. En pr~er ~ugar, éste da origen a una espiral de autodestruccwn de la sohdandad: para indemnizar la exclusión del mercado de empleo de una gran parte de la población, incrementa cada vez más los gravámenes al trabajo, lo que como consecuencia entraña una reducción del volumen de este último. A continuación, se satisface socialmente con el corte entre indemnización e inserción. La exploración de las formas que podría asumir un "Estado providencia activo", al contrario, va a la par con la búsqueda de un enriquecimiento de la noción de derecho social, para encontrar el camino de lo que podría ser un nuevo derecho a la inserción. Por otra parte, más allá de los procedimientos estandarizados tradicionales, es preciso igualmente que el Estado providencia pueda personalizar sus medios, para adaptarse a la especificidad de las situaciones: en materia de desocupación de larga duración y de exclusión, no hay, en efecto, sino situaciones particulares. Estos dos problemas mayores se plantean en la actualidad de manera casi idéntica en los países industriales, aun cuando cada vez con una tonalidad específica. La declinación de la sociedad aseguradora, por ejemplo, hace sentir más sus efectos en Alemania y Francia que en los Estados Unidos. El debate sobre los derechos no es de la misma naturaleza allí donde existe, como en Francia (con el RMI)* u Holanda, un ingreso social mínimo. Pero * Revenu Minimum d'Insertion [Ingreso Mínimo de Inserción]. El 12 PIERRE ROSANVALLON la crisis filosófica del Estado providencia presenta en todos los casos rasgos comunes. Indica en todas partes una inflexión decisiva en la percepción de lo social que prevaleció durante cerca de un siglo. Más allá de las dificultades financieras y de gestión, en efecto, corresponde en profundidad al ingreso en un nuevo momento de la modernidad. La crisis filosófica conduce a retomar en su raíz la cuestión de los derechos tal como fue formulada desde el siglo XVII por el individualismo liberal, invitando a una superación de las viejas oposiciones entre derechos formales y derechos reales, derechos sociales y derechos políticos; obliga a reconsiderar las expresiones usuales del contrato social, a reformular la definición de lo justo y lo equitativo, a reinventar las formas de la solidaridad. Entramos en una nueva era de lo social. Pero al mismo tiempo entramos en una nueva era de lo político. La refundación de la solidaridad y la redefinición de los derechos implican, en efecto, una mejor articulación entre la práctica de la democracia, es decir la invención de las reglas del vivir juntos y la deliberación sobre la justicia, y la gestión de lo social; invitan también a pensar de otra manera la idea misma de reforma. En lo sucesivo, profundización de la democracia y progreso social deberán ir necesariamente a la par. RMI es una asignación de la que puede beneficiarse toda persona de más de 25 años que no disponga de recursos. Por lo general se usa cuando se termina el período máximo que cubre la indemnización por desocupación (alrededor de 30 meses). El monto es de 500 dólares por mes para una persona sola y de 750 dólares para una pareja. No hay límite de tiempo para recibir el RMI, si bien su función es preparar el retomo a la inserción en el mercado de trabajo. Se financia vía el presupuesto del Estado. En 1995 significaba un gasto de alrededor de 6000 millones de dólares, para un total de 1.000.000 de beneficiarios (n. del t.). PRIMERA PARTE Refundar la solidaridad