Curso Práctico de INTELIGENCIA EMOCIONAL Módulo 2 Lectura de Profundización EL CARACTER "SIEMBRA UNA ACCION Y COSECHARAS UN HABITO; SIEMBRA UN HABITO Y COSECHARAS UN CARACTER, SIEMBRA UN CARACTER Y COSECHARAS UN DESTINO". William James Muchas y muy diversas acepciones tiene en todos los idiomas la palabra ‘CARÁCTER’, que deriva de un término griego cuyo significado es GRABAR, porque en verdad es la señal, marca o signo que la naturaleza imprime en las criaturas. El carácter es el modo peculiar y privativo de cada persona, por sus cualidades físicas, mentales y morales. Pero el carácter no es una substancia inmutable. También es un proceso, que sufre modificaciones por influencias externas, y puede ser transformado por la voluntad. Stuart Mill propuso la creación de la etología, o ciencia del carácter, proponiendo un método y definiendo su naturaleza. A la parte heredada de nuestro carácter se le llama temperamento. Son las tendencias con las que se nace, en virtud de la constitución particular de cada individuo, que es el resultado del predominio fisiológico de un sistema orgánico, como el sanguíneo o el nervioso, o de un humor, como la linfa o la bilis. Dice el Dr. Ramón Fuster: ‘El temperamento es un conjunto de peculiaridades fisiológicas y morfológicas de las que dependen las diversas formas de reacciones emocionales de los individuos; pese a ser determinada por la herencia, puede modificarse considerablemente a base de influencias ambientales, tratamientos médicos, regímenes alimenticios, etc’. Volviendo al carácter, éste es el modo particular de conducirse una persona, o el comportamiento típico de la misma. El estudio del carácter comenzó desde un punto de vista fisiológico. Heráclito lo identificó con el destino del hombre y Teofrastro, autor de una obra titulada precisamente LOS CARACTERES, distinguía 30 tipos distintos. Del carácter se ha ocupado ampliamente la psicología moderna, como tipo psicológico, es decir, como estructura psicológica personal del individuo manifestada en su forma de reaccionar en el ambiente en que vive y en todo su comportamiento. Así, por ej., Jung ha puesto en relación el carácter como disposición fundamental del individuo, con el mundo. De él procede la doctrina de la introversión (disposición de quien asume una actitud de defensa frente al mundo, o sea, el tímido) y de la extraversión (posición activa y creadora del hombre que se abre ante el mundo). Para Jung el carácter es una tendencia constante, primaria e inconsciente del individuo. Le Senne añade a este concepto los elementos que poco a poco ha ido adquiriendo el individuo por libre elección individual. Por tanto el carácter no es ya, en este contexto, algo necesitante, sino algo modificable. Por su parte, Adler defiende que el carácter es un concepto social, y en el que nada hay de innato, sino que todo es adquirido y solamente experimentable a nivel de sociedad. Scheler lo definió a su vez como el elemento hipotético mediante el cual se explica el comportamiento particular de la personal. Por lo general, en principio, la psicología moderna concibe el carácter como una manifestación objetiva de la personalidad individual en el mundo, es decir, en la sociedad, independientemente de los datos orgánicos de la persona, que constituyen, a lo sumo, el temperamento. Se excluye, en suma, en el carácter, el elemento determinista y necesitante, y se admite la libre elección de comportamiento como su manifestación. CARACTEROLOGÍA: Parte de la psicología que estudia el carácter y la personalidad. Existió ya dentro del marco de la filosofía y medicina griegas (Aristóteles, Plutarco, Hipócrates), pero su pleno desarrollo es moderno y coincide con el de la psicología experimental. El término fue creado por Wundt. La clasificación de los caracteres puede hacerse desde distintos puntos de vista. Una de las más conocidas es la de Heymans, que distingue ocho tipos según predomine en ellos uno u otro de los siguientes pares de propiedades: emotividad, no-emotividad, actividad-inactividad, primariedad (reacción inmediata y pasajera), secundariedad (repercusión lenta y duradera). Los tipos son los siguientes: COLÉRICO: emotivo, activo, primario. APASIONADO: emotivo, activo, secundario. NERVIOSO: emotivo, inactivo, primario. SENTIMENTAL: emotivo, inactivo, secundario. SANGUÍNEO: no-emotivo, activo, primario. FLEMÁTICO: no-emotivo, inactivo, primario. APÁTICO: no-emotivo, inactivo, secundario. Esta y otras divisiones, exclusivamente psicológicas, han hallado su complemento en otras en que se tiene más en cuenta el tipo somático del individuo. Así lo hicieron Kretschmer y Jung. INTROVERTIDOS Y EXTROVERTIDOS En la década de los treinta, el psicoanalista Carl Jung propuso una tipología de la personalidad fundamentada en ‘actitudes’ congénitas fundamentales: la introversión (la energía dirigida hacia un mundo subjetivo e interior) y la extroversión (la energía dirigida hacia las personas y cosas del mundo exterior). Creía él que uno de esos dos aspectos predominaba en cada individuo. También postuló que en cada persona predomina uno de los cuatro modos de funcionar –pensamiento, sentimiento, sensación e intuición-, cada uno de los cuales puede experimentarse de una forma extra o introvertida. CARÁCTER E INTELIGENCIA EMOCIONAL Existe una palabra anticuada para designar al conjunto de habilidades que conforman la inteligencia emocional: carácter. El carácter, escribe Amitai Etzioni, teórico social de la Universidad de Washington, es ‘el músculo psicológico que la conducta moral exige’. Y el filósofo John Dewey sostuvo que una educación moral es más efectiva cuando las lecciones se imparten a los niños durante los hechos reales, no sólo como cuestiones abstractas: el modelo de la alfabetización emocional. Si el desarrollo del carácter es la base de las sociedades democráticas, consideremos algunas de las maneras en que la inteligencia emocional puede apoyar este fundamento. El carácter está sustentado en la autodisciplina; la vida virtuosa, como lo observaran los filósofos, desde Aristóteles, está basada en el autodominio. La piedra angular del carácter es la capacidad de motivarse y guiarse uno mismo, ya sea haciendo los deberes, terminando un trabajo, o levantándose a la mañana. Y, como hemos visto, la capacidad de diferir las gratificaciones y de controlar y canalizar la urgencia de actuar es una habilidad emocional básica, lo que en tiempos anteriores se llamaba voluntad. ‘Necesitamos controlarnos a nosotros mismos, nuestros apetitos, nuestras pasiones, para hacer el bien a otros’, señala Thomas Lickona, al escribir sobre la educación del carácter. ‘Se necesita voluntad para mantener la emoción bajo el control de la razón’. LA FORMACIÓN DE UN BUEN CARÁCTER “Preocúpese mas por su carácter que por su reputación, porque su carácter constituye lo que es usted en realidad, mientras que su reputación sólo es lo que los demás creen que es usted, dijo John Wooden. Esta es la importancia de la cuestión que usted está leyendo. Respecto a la formación del carácter, dice un autor reconocido: “Por lo que elegimos o rechazamos vamos procediendo a la modificación de nuestro carácter. Del mundo externo vamos asimilando lo que escogemos. “Nos asemejamos a los insectos, que adoptan el color de las plantas y de las hojas con la que se nutren, porque más tarde o más temprano nos identificamos con el alimento que ha recibido nuestra mente, y con los sentimientos de nuestro corazón”. John Stuart Mill refuerza el concepto: “Aunque las circunstancias influyen mucho en nuestro carácter, la voluntas puede modificar en nuestro favor las circunstancias. Educar nuestro carácter es formarnos buenas costumbres”. Algunas de esas “buenas costumbres” son: espíritu de iniciativa, dominio de sí mismo, perseverancia, amor al trabajo, habilidad, ponderación, discernimiento, nobleza, prudencia, seguridad, resistencia ala fatiga, buen humor y optimismo. Quizá teniendo en cuenta que también se habla de la falta de carácter, o que el carácter más común es no tener ninguno, Stuart Mill recalcó que “un carácter es una voluntas completamente moldeada”. COMIENCE POR CONOCER SU PROPIO CARÁCTER El profesor William James has dado esta pista: “Muchas veces he pensado que la mejor manera de definir el carácter de un hombre sería buscar aquel estado de ánimo mental o moral con el cual, cuando lo experimenta, se siente más profunda e intensamente activo y vivo. En tales momentos, oye una voz interior que le dice: “Este es mi verdadero yo”. NO OLVIDE QUE ES EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES CUANDO MÁS SE REVELA NUESTRO CARÁCTER El célebre escritor Herman Hesse así lo señaló: “Sólo en las circunstancias aciagas de la vida sale a relucir, sin disimulos, el carácter de una persona”. Pero no confunda las verdaderas dificultades con lo que cree que son grandes dificultades. Hace ya muchos siglos, el filósofo Demócrito se preocupaba por la falta de equilibrio entre la excesiva superficialidad con que tomamos los asuntos de real gravead y la excesiva seriedad con que consideramos los asuntos de menor importancia. El insigne escritor Samuel Jonson dio a un amigo un consejo sensato, de utilidad para todos, respecto a ubicar los banales problemas cotidianos en una perspectiva adecuada. “Señor”, le dijo, “considere lo insignificante que le parecerá esto dentro de un año”. Pero la regla de oro la dio Edward Hake: “No lleves nunca a cuestas mas de un tipo de problema a la vez; hay quienes cargan con tres: todos los que tuvieron, todos los que tienen ahora, t todos los que esperan tener”. SOMETASE A UNA INFLUENCIA AMBIENTAL POSITIVA PARA SU CARÁCTER Una vez que ha determinado los puntos débiles de su personalidad, sométase a una influencia positiva para neutralizar esa debilidad. Por medio de lecturas estimulantes, relaciones convenientes, y la determinación de establecer algunos hábitos nuevos. BUENA PARTE DEL CARÁCTER CONSISTE EN ESTABLECER LOS HÁBITOS CORRECTOS Cualquier sentimiento, emoción o comportamiento, si son reforzados una y otra vez, se convierten en un hábito, en un condicionamiento. No desdeñe de la importancia y el poder de la formación de hábitos. John Dryden dijo: “Primero formamos nuestros hábitos, después nuestros hábitos nos forman”. CUATRO PILARES DEL CARÁCTER Hay cuatro hábitos virtuosos de inestimable valía: puntualidad, exactitud, perseverancia y diligencia. Sin la puntualidad, se pierde el tiempo; sin la exactitud, se menoscaba el crédito; sin la perseverancia no es posible hacer nada bien hecho; sin la diligencia se malogran ventajosas ocasiones que ya no se volverán a presentar. EL CARÁCTER SE FORMA EN LA ADVERSIDAD Nos guste o no nos guste, en este punto coinciden casi todas las corrientes filosóficas y psicológicas. Quizá sea porque es en las situaciones difíciles cuando se da lo mejor de sí mismo. Y porque muchas veces se aprende más en diez días de agonía que en diez años de bonanza. “Hay un proverbio escandinavo que algunos de nosotros deberíamos adoptar como grito de combate para nuestras vidas: “El viento norte hace a los vikingos”. ¿De dónde sacamos la idea de que la vida segura y agradable, la ausencia de dificultades y la comodidad de la holgura hicieron a las personas buenas o felices? Por el contrario, las personas que se compadecen continúan compadeciéndose incluso cuando están entre blando almohadones, y en cambio la fuerza del carácter y la felicidad han sido siempre, ligadas, en la historia, a personas que, en toda clase de circunstancias, buenas, malas o indiferentes, han tomado sobre sus hombros su responsabilidad personal. Así, repetidamente, el viento norte ha hecho a los vikingos.” A pesar del humano impulso de escapar lo antes posible de situaciones difíciles, consideremos que gracias a ellas nuestro carácter puede fortalecerse y mejorarse. Para ello no hay otra regla de oro que la dada por Séneca hace muchos siglos: “Entrenemos nuestras mentes para desear lo que la situación demande”. LA DETERMINACIÓN ES LA CHISPA PARA ENCENDER Y SOSTENER NUESTRO CARÁCTER La indecisión, la aflicción, la ansiedad y el temor son los más terribles desmoronadores del carácter. Y todos se combaten determinándose a actuar. La det4erminación es el principio del carácter. Dice Zig Ziglar: “El carácter fue lo que nos sacó de la cama, el compromiso nos hizo entrar en acción, y la disciplina nos permitió completar la tarea.”. EL CARÁCTER Y EL PENSAMIENTO Diversos autores han destacado la importancia del pensamiento en la formación del carácter. El gran ensayista Paul Jagot señala: “Somos literalmente un reflejo de los pensamientos y convicciones que tenemos respecto de nosotros mismos. Día por día nos vamos convirtiendo en lo que pensamos. Crecemos y evolucionamos de conformidad con el modelo fijado en la mente. El hombre que anhelamos ser está delineándose en nuestro carácter, en nuestra personalidad, en nuestras acciones. El carácter guarda estrecha relación con la autoestima. Muchas personas han heredado una especie de deprimente concepto de ellos mismos, con muy mezquina estimación de la propia valía. Su atraso tiene probablemente mucho que ver con la insistencia en este despectivo pensamiento. En cambio, un estudio hecho con muchas personas de éxito, arrojó un hincapié puesto en la “responsabilidad y la integridad”, o en “la energía y la integridad”. Es decir, en rasgos del carácter. A LOS GENIOS SE LES ADMIRA. A LOS RICOS SE LES ENVIDIA. A LOS PODEROSOS SE LES TEME, PERO SOLO A LOS HOMBRES DE CARACTER SE LES TIENE CONFIANZA.