El problema de los dos Papas

Anuncio
7
LATERCERA Viernes 1 de marzo de 2013
RR El helicóptero con
Benedicto XVI pasa por
sobre la Basílica de San
Pedro. FOTO: AFP
COLUMNA BBC
El problema de
los dos Papas
E
Por Michael Walsh
l Papa decidió renunciar porque
sintió que ya no podía con las demandas que le exige su cargo.
Aquello no había ocurrido en 600
años. En el año 1294, Pedro de Morrone se convirtió en Papa con el título de Celestino V, porque los cardenales no pudieron ponerse de acuerdo ni designar a otro. Pero estuvo apenas seis meses en el
puesto y renunció. El quiso volver a su ermita,
pero Bonifacio VIII, su sucesor, pensó que era más
prudente encerrarlo en un castillo por el resto de
sus días, temiendo que podría convertirse en un
punto de unión de reunión para los desafectos.
Y como se vio tiempo después, no había una escasez de desafecciones durante el pontificado de Bonifacio. Uno de los argumentos esgrimidos por los
enemigos de Bonifacio fue precisamente eso, que
como los Papas no podían renunciar, él no era el
legítimo heredero de San Pedro.
Esto pudo haber pasado hace mucho tiempo,
pero estos mismos argumentos han comenzado a
aparecer ahora. De hecho, dos teólogos italianos le
pidieron a Benedicto XVI que retirara su renuncia,
argumentando que no debía dimitir, mientras que
el otro sostiene que un Papa no puede renunciar.
Hay aquellos en la Iglesia que podrían explotar
estas ambigüedades. Y fuera de la Iglesia, un grupo
llamado la Sociedad de San Pío X ha estado duran-
nedicto estando aún en el cargo. En
sus días, fue atacado por partidarios de uno y otro lado de la “cuestión romana” en Italia. Más de un
siglo después, León XIII es aclamado como un gran intelectual que
inició la tradición moderna de la
doctrina social de la Iglesia Católica. Quizás con el tiempo, lo que
más amenazará a Benedicto será su
“ortodoxia afirmativa”, en el sentido de su énfasis en formular la
doctrina cristiana clásica en términos de lo que la Iglesia respalda en
vez de a lo que se opone. Como lo
planteó en 2006: “El cristianismo,
el catolicismo, no es una colección de prohibiciones. Es una opción positiva. Es muy importante
que lo consideremos de nuevo,
porque esta idea prácticamente
ha desaparecido por completo hoy
en día”.
Quizás a futuro, el legado de Benedicto será definido por su agudo
análisis de la fe, la razón y la democracia, aportando una base intelectual para el détente con “laicicismo
sano”. Quizás será su insistencia en
que los componentes a favor de la
vida y de paz y justicia del pensamiento social católico van de la
mano, lo que ofreció una aguda
reprimenda a la tendencia a separarlos en varios círculos de la Iglesia. Quizás lo que la gente recordará será simplemente la bondad y
humildad del hombre, para algunos un original contraste frente a
la presunción todopoderosa y a la
sensación de estrella de rock de los
años de Juan Pablo II.
Es posible que Benedicto pueda
haber reformulado la forma en que
la gente verá su papado por la forma en que decidió terminarlo.
Aunque es un paralelo inexacto,
consideremos al Papa Celestino V
en 1294, el último Papa que renunció libremente al cargo. Como
es sabido, Dante relegó a Celestino a la antesala del infierno por su
“gran rechazo”, pero la historia ha
sido más amable. Hoy, Celestino es
visto generalmente como una figura desinteresada sin adicción al
poder, y Benedicto puede disfrutar de un similar entusiasmo de
afecto.
Sin embargo, en el aquí y el ahora, el historial de Benedicto no
puede evitar parecer mezclado.
Por cada estudio profundo y hábil cambio de locución, hubo una
controversia, un tropiezo admi-
Puede haber reformulado
la forma en que la gente
verá su papado por la
forma en que lo terminó.
Quizás su legado será
definido por su agudo
análisis de la fe, la razón y
la democracia.
nistrativo o un desastre en Relaciones Públicas. Algo de eso puede
haber sido el precio inevitable por
defender lo que Benedicto vio
como la verdad en un mundo que
no siempre quería escucharla, pero
algo de eso fue innegablemente
autoinfligido y desacertado.
Un legado depende en parte de la
perspectiva desde la que se mire.
Para muchas feministas, gays, y
teólogos disidentes, católicos liberales de distintos colores y víctimas
del abuso del clero, Benedicto simplemente no fue el Papa que ellos
hubieran querido. Otros se inclinarán a celebrar a Benedicto no tanto por lo que hizo, sino por lo que
representó. Por su parte, probablemente Benedicto no estará terriblemente interesado en la discusión. Después de todo, es un hombre que una vez bromeó con un
amigo francés luego que los periódicos de París atacaran uno de sus
discursos, “Soy como el celista Rostropovich, nunca leo las críticas”.
Para alguien que se proclamó a sí
mismo como “humilde obrero de
la viña del Señor” en sus primeros
comentarios como obispo de
Roma, probablemente es suficiente decir que hizo lo mejor que pudo
y que tuvo el coraje para retirarse cuando creyó que lo mejor que
podía hacer ya no bastaba. b
Artículo publicado por el
National Catholic Reporter.
www.ncronline.org
El Papa es el Papa, porque es obispo
de Roma. Se puede dejar de ser
obispo de Roma y por lo tanto puede
dejar de ser Papa.
te mucho tiempo a punto de declarar una “sede vacante”, al afirmar que el Papa no era un legítimo
sucesor de San Pedro, porque él había aceptado las
enseñanzas, cómo no, del Segundo Concilio Vaticano de la década de los 60. Benedicto XVI trabajó
duro para que ese grupo volviera a la Iglesia Católica, pero finalmente no lo logró. El colapso de las
negociaciones se produjo poco antes de que Benedicto XVI anunciara su renuncia.
La Sociedad de San Pío X sigue siendo una Iglesia
separada, que atrae a los católicos desafectos.
Una lección muy breve en la teología católica es
necesaria en este caso: el rango de diácono, sacerdote y obispo es considerado como sacramental, a
la par con el bautismo o el matrimonio. Un obispo
puede renunciar a su puesto de trabajo, como puede un sacerdote, pero teológicamente, dice la Iglesia, todavía son obispos o sacerdotes.
Pero ser Papa, sin embargo, es un oficio, no es un
estado sacramental. El Papa es el Papa, porque es
obispo de Roma. Se puede dejar de ser obispo de
Roma (todos los demás obispos deben presentar su
renuncia a los 75 años) y por lo tanto puede dejar
de ser Papa. Ese no es el problema. Mucha gente
espera que el Papa Ratzinger volverá de nuevo a
ser cardenal Ratzinger, que es lo que les pasó a dos
papas rivales en 1415. Sin embargo, se ha anunciado que será “emérito Pontífice”, vestido de blanco
y que se llamará “Su Santidad”. Irremediablemente esto hará que él aparezca como un “casi”, como
un Papa “alternativo”.
Historiador y vaticanista de la cadena BBC.
Descargar