Miedo a Volar - Centro de Terapia Cognitiva

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Lic. Liliana Aróstegui
Trabajo publicado en : “Las psicoterapias como camino”. Ediciones Vergara. Buenos
Aires. Mayo 2004
Miedo a Volar
Abordaje cognitivo
Autor: Lic. Liliana Haydee Aróstegui
Colaboró Cmte. Roberto Adolfo Rubio
(Integrantes del Equipo de Alas&Raíces)
ALAS & RAICES es un equipo interdisciplinario orientado a ayudar a quienes no
disfrutan de volar en avión.
¿Quién, en la vida, no ha soñado con volar?
Volar es sinónimo de libertad (como los pájaros), de autonomía, de independencia….en
suma de goce.
Ver una gaviota, un colibrí o un águila no puede más que evocarnos imágenes
agradables.
Ahora si se habla de volar en avión, hay muchos que evocan esas imágenes de libertad y
autonomía, pero existe un porcentaje muy grande de personas que no pueden disfrutar el
volar. No pueden entender como un aparato tan pesado puede mantenerse en el aire y no
caer hacia el suelo con el primer viento. No pueden entender que alguien “dirija” su
vida por unas horas. No pueden entender las nubes y su comportamiento, por que
piensan que pueden ser dañinas para el vuelo. No pueden entender los movimientos del
pájaro de acero, sus sacudidas y sus temblores.
En este primer artículo queremos contarles que somos un equipo interdisciplinario
porque desde distintas profesiones nos unimos, motivados (cada uno por sus propias
historias) para ayudar a quienes no disfrutan de viajar en avión, transmitiéndoles
nuestras experiencias y nuestros conocimientos teóricos y prácticos.
Pilotos de Líneas Aéreas, Auxiliares de Abordo, Psicopedagogos, Counselors y
Psicólogos enfrentamos este desafío que nos ha dado el privilegio de hacernos de
amigos que, después de realizar nuestro curso aprenden a mirar con otros ojos al avión y
descubren que no es tan malo dejarse llevar y “confiar”.
A&R dicta un curso de 3 días de duración con 12 horas de carga horaria (4 horas cada
día) que culmina con un viaje en avión.
Lo nuestro tiene como objetivo acercar las expectativas de quienes nos consultan con
las nuestras. El deseo de muchos es “quiero disfrutar, quiero sentir placer por volar”.
Esta es una expectativa muy difícil de cumplir. Hay quien no disfruta de momentos más
simples como andar en auto, ascensores o escaleras mecánicas.
Muchas veces aparecen los miedos como los grandes protagonistas y culpables del no
gozar, no disfrutar, no permitirse, no relajarse.
Los miedos no son tan malos. Son quienes nos advierten de peligros, de riesgos, del
afuera y también de adentro nuestro. Son nuestras alarmas. Cada vez estamos poniendo
más alarmas en nuestra vida. En nuestras casas, en nuestros autos y también en las
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computadoras, pero cuando nuestro cuerpo nos advierte de riesgos con señales estas nos
molestan y queremos huir, queremos que desaparezcan.
Ciertamente queremos huir cuando estas señales son desmedidas, nos hacen sufrir, nos
hacen perder de vista hasta donde es una señal y cuándo se convierte (para el que lo
sufre) en un riesgo real capaz de hacernos sufrir lo indecible o bien de hacer peligrosa
nuestra vida.
Sabemos que el vuelo es, habitualmente, un porcentaje pequeño del total del viaje. En
los de placer, ese porcentaje, es mínimo. En los de negocio puede ser mucho mayor.
APOSTILLA N° 1
COMO RECONOCEMOS AL QUE TIENE MIEDO A VOLAR
Podemos reconocer en las personas que sienten temor a volar una
cantidad de síntomas, estos pueden ser: sudoración que es común a
casi todo el que tiene miedo, sentir palpitaciones o dolores en el
pecho que se confunden o se toman como un ataque cardíaco,
temblores, falta de aliento que se siente como ahogos e
imposibilidad de respirar o sentirse sofocado, sentir dolores
abdominales, mareos o escalofríos, todo junto con miedo a volverse
loco, perder el control o morirse. Se pueden manifestar en distintos
momentos: al decidir un viaje en avión, al sacar un pasaje o al
momento de abordar o esperando en el aeropuerto como síntomas
de ansiedad anticipatoria. Posteriormente, durante el viaje, a la
espera de hechos que raramente suceden pero que la persona que
sufre esta fobia esta convencida de que sucederán.
La magnitud del síntoma tiene que ver con cada uno y va desde una
simple incomodidad hasta la evitación (fobia) o terminar en un
ataque de pánico.
Por ejemplo, en un viaje de quince días a Disney considerando el vuelo de Ezeiza a
Miami el traslado es el 4,44% del total de las vacaciones. Sabemos que ese mínimo
porcentaje puede reducir a cero el disfrute del viaje o lo que es peor, cancelar las
vacaciones.
La gente viaja en avión con distinto grado de malestar. Desde el disfrutarlo (lo ideal),
pasando por quienes lo “soportan” mientras no se mueva, los que se “empastillan” para
poder embarcar, hasta los que abordan y en un súbito impulso (palpito, malestar físico o
descontrol) deciden bajarse del avión, aun pensando que están haciendo el ridículo, y
exigen que los desembarquen.
Sin duda que el común denominador en todos estos casos es el temor, en distintos
grados, al sufrimiento y a la muerte en última instancia. Frecuentemente estos temores
provienen de ver al avión como el gran enemigo, a la tripulación como inexperta e
insensible, al clima y a la turbulencia, en particular, como el peligro acechando,
inesperado, impredecible e inmanejable, o al encierro y a la falta de aire como el límite
extremo más intolerable, más insoportable.
Saber de nuestros enemigos, conociéndolos, es el primer paso para vencerlos. El
conocimiento racional nos llevará a descubrir que nuestros fantasmas no son tales y que
nuestros dragones se convierten en inofensivos conejitos.
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APOSTILLA N° 2
¿CUÁLES SON LAS VÍAS DE ADQUISICIÓN DEL MIEDO A
VOLAR?
¿Quién puede no tener miedo en este convulsionado inicio de milenio?
Habitualmente los que estamos ligados a la salud mental sabemos que:
a) Las familias temerosas que utilizan palabras como “cuidado…”, “no le
hagas caso a nadie…”, “no confíes en extraños…” y otros “no”…. van
dando señales de lo peligroso que es el mundo. Muchas veces la
consecuencia es la sensación de pocos recursos para enfrentar el mundo
que genera en quien recibe estos mensajes.;
b) Las personas que han vivido situaciones traumáticas como robos con
riesgo real de vida (o basta con haber sentido que se la podía perder),
viajes desagradables donde el sujeto cree que salvo la vida por milagro o
tal vez accidentes, violaciones, stress prolongado, pérdidas de trabajo
propias o de familiares, sin duda están más propensos a generar miedos.
Toda situación riesgosa remeda peligros.
c) Las imágenes descarnadas que aparecen cuando se produce un accidente,
las escenas de películas catástrofe y el proyectar la posibilidad de que uno
haya sido o pueda ser protagonista de hechos tan dramáticos, se suma al
hecho de ver la catástrofe de las Torres Gemelas, con aviones que van
cobrando movimiento una y otra vez en la pantalla.( Al mirarla uno
desearía poder tener la fuerza para evitar el impacto del avión contra las
torres) Donde primero uno se repite una y otra vez: “Pobre de quien
estaba allí…” y “ Yo no quisiera estar allí…” o simplemente “Esto no
puede estar ocurriendo “.
AVIÓN
El avión es un medio de transporte que tiene por objetivo transportar pasajeros, carga y
correo de un lugar a otro con máxima seguridad, confortablemente y en menor tiempo.
Esta sería una descripción técnica y desapasionada, simple: una definición.
¿Qué es para nosotros?
Un aparato grande, seguro, fiel, familiar, capaz de llevarnos a lugares remotos viajando
entre nubes y montañas, que nos permite ver ríos, mares, sierras, ciudades y llanos de
una manera que no es posible apreciar desde la tierra. Nos deja ver la magia de los
amaneceres, los rojos del atardecer y la oscuridad de la noche con los matices que
pintan las distintas lunas.
Los aviones son cada vez más computarizados y autónomos en sus decisiones son
grandes pájaros con sofisticados controles pero que mantienen los viejos instrumentos,
los básicos y necesarios para un mínimo control del avión, que se usarán ante la
posibilidad de una falla.
Las fallas. Siempre pensamos en las fallas y vamos juntando los “y si pasa tal cosa….”,
“y si pasa tal otra…”, “y si….”, “y si…” En el avión cuando comenzamos con los “y
si….” podemos agregarle: si se paran los motores o no baja el tren de aterrizaje o se
tildan todas las computadoras o aparece una tormenta de la nada o… La industria de la
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aviación ya ha pensado en todos esos “y si…” porque si así no fuera cuantos accidentes
tendríamos que lamentar.
Sepamos que en la aviación “todas las cosas se hacen por las dudas o porque alguna
vez paso”.
Lo más importante es despejar esos fantasmas y dar lugar para que, todas las preguntas
que nos hacemos sean respondidas. Videos, estadísticas y mucha información racional
son nuestro pié para disipar dudas, incógnitas y errores. Errores de información de dar
por cierto creencias y vivencias que muchas veces distorsionan la realidad.
ALGUNAS ESTADÍSTICAS SOBRE EL AVIÓN
Si hablamos con apasionamiento no seríamos demasiado creíbles porque la pasión
también distorsiona.
Por ello usaremos datos de la realidad que nos permitirán ser objetivos.
Estadísticamente en el año 1998 la aviación comercial transporto 3.003.503.282
pasajeros (número que representa el 50% de la población mundial) y 60,751.044
toneladas de carga en 58.040.518 de vuelos. Ese año se produjeron solo 34 accidentes
con consecuencias fatales. Por lo tanto se podía inferir, según David Susuky, que si una
persona volara todos los días tenería que hacerlo durante 19,000 años antes de estar
expuesto a un accidente de consecuencias fatales.
Riesgos y expectativa de muerte (Datos tomados del Natural History Museum of Los
Angeles Country. Massachusetts Institute of Technology. University of Califoria at
Berkeley.)
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Deceso por motivos cardiovasculares:
Por fumar (antes de los 35 años):
Automovilistas:
Accidentes en bicicleta:
Por tornados:
personas.
Ferrocarril:
personas.
Por un rayo:
personas.
Por una picadura de abeja:
Por accidente en un
Jet comercial (USA):
1 cada 2 personas.
1 cada 600 personas.
1 cada 14.000 personas.
1 cada 88.000 personas.
1 cada 450.000
1 cada 1.000.000
1 cada 1.900.000
1 cada 5.500.000 personas.
1 cada 7.000.000 personas
Pero es lógico que nadie quisiera estar allí cuando algo malo suceda. Nadie. Ni el piloto,
ni las auxiliares, ni lo pasajeros ni el dueño de la línea aérea. Absolutamente nadie.
Si hablamos con un piloto y le preguntamos que le ha fallado más en su vida, el avión,
su auto, moto o barco seguramente se reiría porque en el lugar que consideró más
seguro es el avión.
Los pasajeros tienen la fantasía de que en los aviones se “están apagando incendios a
cada momento….”
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“si un motor se para es el fin de nuestras vidas…..”
“si caen las mascaras es el prolegómeno de la muerte….”
Los pilotos saben, han practicado infinidad de veces estas situaciones en el simulador de
vuelo. Situaciones que tal vez sólo la practicarán en su vida profesional en el simulador
de vuelo porque es muy raro que les ocurra en la realidad.
Un ejercicio sería realizar una encuesta al fin de la carrera de un piloto de línea
preguntándole:
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¿Cuántas veces se le paró un motor?
¿Cuántas veces tuvo un incendio a bordo?
¿Cuántas veces se despresurizo la cabina y cayeron las máscaras?
¿Cuántas veces se lastimo alguien debido a una fuerte turbulencia?
¿Cuantas veces tuvieron que tirarse por los toboganes del avión?
La sorpresa sería enorme. A la mayoría de los pilotos habiendo volando más de 25 años
en su carrera estas situaciones solo se le han presentado en el simulador.
Conocer el avión. Saber que el avión vuela por leyes físicas y no tan solo porque Dios
quiere, ayuda a confiar en un aparato que puede volar con, solamente, el 50% de sus
motores, que tiene sistemas de control altamente sofisticados y de una eficacia probada;
poder entender que el que vuela es el avión y no nosotros.
Es el avión el que esta preparado y equipado para volar. Ir a más de 900Km por hora,
soportando temperaturas de -60° Centígrados, con vientos de hasta 300 Km. por hora.
En suma, es el avión quien puede surcar los cielos y llevarnos en forma segura de un
lugar a otro muy distante.
El punto es que como somos exigentes quisiéramos viajar en avión y disfrutar, dormir,
comer, cuando en muchas ocasiones ni disfrutamos de alejarnos demasiado de nuestras
casas y nos es imposible dormir en un auto o un micro.
¿Porqué exigirle al avión tantas cosas?
El avión es un medio de transporte que debe llevarnos en el menor tiempo posible y en
forma segura hasta el destino que hayamos elegido. Lo cierto es que su cometido lo
cumple. El detalle es que a veces, para muchos de los pasajeros, esta situación es
sumamente incómoda y esa incomodidad se siente como peligro.
Hoy los aviones son sofisticadas computadoras guiadas por expertos altamente
calificados. Ellos realizan un constante monitoreo y junto con el avión solucionan todas
las fallas que puedan sobrevenir.
Hoy los aviones están en capacidad de realizar un vuelo, desde el despegue hasta el
aterrizaje con un mínimo error de pocos metros al comenzar el vuelo y de cero desvíos
al llegar. Hoy no solamente se depende de la destreza del piloto (que la tiene), a elle se
agrega la automaticidad del avión que provee exactitud y confort en el vuelo. Como
ejemplo vale observar que hoy nadie vomita o se descompone en un avión, dado que los
movimientos son más suaves.
Cada persona tiene un cristal por el que procesa sus vivencias y estímulos arriba del
avión; ante una misma situación no todos perciben lo mismo. Cada uno de nosotros
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tiene sus propias “alarmas”. Algunos reaccionan más con los movimientos súbitos, otros
a los ruidos inexplicables o sorpresivos. Algunos tienen una imaginación frondosísima y
generan una catástrofe a partir de un mínimo detalle que vive como peligroso. Otros no
pueden soportar el no conocer las decisiones que toman los pilotos en el cockpit, y no
alcanzan a tomar conciencia de que, por falta de conocimientos, ellos no podrían
afrontar ninguna decisión si tuvieran la oportunidad de hacerlo.
El cuidado que se debe tener es que, al momento de estar sentado en un avión, lo que
pensamos nos hace creer que el único culpable de todos nuestros males es “EL
AVIÓN”. En esos momentos no pensamos que los males que estamos sufriendo los
llevábamos al subir, cuando abordamos el avión.
No nos damos cuenta que tan solo son nuestros males los que suben con nosotros arriba
del avión y por ser un aparato desconocido, muchas veces poco frecuente en nuestras
vidas, creen que es él quien causa esos males. Como si, de no tener que estar allí arriba,
nada malo ocurriría.
TRIPULACIÓN
Para un piloto el avión es su más fiel amigo. Su herramienta cotidiana. Fruto de la
relación intima que se establece al volarlo, resolver “juntos” situaciones que se
consiguen sobrellevar con conocimiento y entrenamiento por una parte y confiando en
la, cada vez mayor, seguridad del avión. Los pilotos de línea aérea son personas
especiales. Algunos dicen que es porque “se ganan la vida sentados en el aire” o por
estar continuamente “desafiando a la muerte en cada vuelo”. Lo verdaderamente
distinto es que aman el vuelo y que el camino de estos profesionales está lleno de
capacitación, exámenes, inspecciones y de chequeos psicofisiológicos, estos filtros
hacen que muy pocos lleguen a la línea aérea. Se calcula en el mundo que, del
postulante a piloto hasta el que entra a volar a una empresa de aviación, cuando esta lo
incorpora a su plantel, han quedado en el camino entre el 90 al 95% de los que iniciaron
el proceso.
La industria es obsesiva y controladora. Sabe que lo que más cuesta en su economía es
un accidente, por eso no escatima en la capacitación teórico-práctica y en exámenes de
rutina sobre la salud física y mental. Todo aquel que se acerca al avión tiene estas
verificaciones, cada seis meses los pilotos y el resto una vez por año.
Antes de continuar hablando de pilotos, copilotos, ingenieros de vuelo, comisarios,
auxiliares, personal de las torres de control, meteorólogos, mecánicos, señaleros,
tendríamos que hablar de nuestras creencias.
A lo largo de nuestras vidas crecemos en el seno de una familia, nuestra propia familia,
la que es muy particular. Están los confiados, los trasgresores, los cuidadosos, los
temerosos, los fiesteros, tan grande es la variedad como posibilidades hay. Obviamente
también están sus infinitas combinaciones. Estos estilos familiares hacen que cada uno
vaya viendo la vida y tamizando sus experiencias de acuerdo a lo vivido en su infancia,
más lo que ha podido experimentar por si y las explicaciones que se haya dado a si
mismo. No debemos olvidar las características de personalidad que cada uno de
nosotros trae al nacer. Todo esto hace que en nuestro afán de explicar la realidad
podemos añadir muchos juicios que son producto de nuestra historia, de nuestras
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experiencias, de nuestros deseos pero que al momento de contrastarlos con la realidad
distan mucho de ella.
Muchas veces se repara en la cara de la auxiliar como si fuera el barómetro del vuelo y
la sentencia de lo que está ocurriendo o lo que esta por venir. Las auxiliares tienen su
vida, sus problemas, su familia y su mundo. Tal vez una cara preocupada puede
responder a problemas económicos, la salud comprometida de un hijo o mil razones
más. No necesariamente la cara de preocupación de la auxiliar responde a: ¡NOS
MATAMOS!!
Cuando hablamos de tripulación a la cabeza van los pilotos. (Comandante y Copiloto en
la Argentina. Captain y 1st officer en otros países). Y van porque precisamente son ellos
quienes con entrenamiento y experiencia deben compensar cualquier imprevisto que se
presente en vuelo. Ellos lo saben, los que integran las empresa de aviación lo saben, los
que los inspeccionan y habilitan también lo saben y todo esto hace que sea una de las
profesiones con mayores controles psicofísicos y de rendimiento intelectual
complementado con habilidades teóricas y prácticas. Un piloto es básicamente, una
mano de obra altamente calificada, que sabe lo que hace, se entrena para ello y en
muchas ocasiones quienes abordamos un avión solemos calificar de “incompetente” si
algún aterrizaje es más duro de lo que imaginamos o si una turbulencia es más movida
de lo que esperamos.
La realidad es que no tenemos elementos de juicio. Un ejemplo, en nuestra vida diaria
es materia opinable si vamos en un taxi y su conductor, esquiva otros autos de manera
arriesgada, no frena en las esquinas, avanza violentamente o arranca violentamente
acelerando y frenando sin razón. Esto que puede tener una percepción razonable en
tierra a veces la aplicamos para el avión sin tener una real comprensión o experiencia
para opinar sobre lo que está pasando.
Siempre existe una existe una razón en la decisión que toma un piloto al mando de un
avión. Cuando se debe pasar una tormenta y el avión se mueve podemos encontrar las
más diversas opiniones:
9 Que al piloto no le interesan sus pasajeros,
9 Que es inexperto,
9 Que le gusta el movimiento,
9 Que no esta haciendo lo que debería hacer,
9 Que ni siquiera se digna informarnos….
Todos estos y más son nuestros juicios acerca de lo que vivimos. Ciertamente que la
explicación más racional es que está pasando por el mejor lugar para hacerlo, que nos
informó al pedirnos que nos pusiéramos el cinturón de seguridad y lo que es
fundamental que para él también es incómodo que se mueva. Cuando juzgamos
normalmente nos falta, básicamente, información y la mayoría de las veces si la
tuviéramos, no sabríamos que hacer por falta de conocimientos básicos.
Los pilotos se entrenan exhaustivamente para minimizar el error humano.
En un mundo de humanos sabemos que el error existe y el aceptarlo nos lleva a que el
número de accidentes se reduzca. Los accidentes e incidentes* de las líneas aéreas en el
mundo son muy pocos, se pueden contar y normalmente se
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recuerdan todas las circunstancias. También sirven para que volando la misma situación
en simuladores de vuelo se aprenda de ellos para que no vuelva a ocurrir algo igual o
similar. Es muy difícil que se repitan situaciones idénticas. Un ejemplo de lo que
decimos fue el accidente de LAPA. Ilógico e inexplicable por donde se lo mire. Pero
real, tanto que muchos pasajeros y tripulantes perdieron la vida. Ese accidente fue
analizado e incorporado al entrenamiento en simuladores en distintas líneas aéreas del
mundo. La industria analizó las alarmas y se definieron los cambios que se deberían
hacer. Es una manera de prevenir que se produzcan situaciones similares en el futuro.
Ni los pilotos ni nadie en la industria quieren un accidente.
Los pasajeros tampoco.
¿Por que pensamos que el otro es torpe e incapaz, que quiere zafar, etc.? ¿Nuestro
sistema de creencias nos induce a ello?
Nos cuesta entender que la industria de la aviación es obsesiva, hipercrítica y
perfeccionista y trata de minimizar el error humano. El saber que se puede producir
hace que se tenga en cuenta en la prevención de accidentes todo lo que puede fallar y se
trabaja en ello. La redundancia (duplicar, triplicar o cuadruplicar los sistemas) y las
alarmas, el mantenimiento preventivo más el entrenamiento cuidadoso y sostenido en el
tiempo es la mejor manera de prevenir.
No existe nada en la vida que esté exento de riesgos. Diariamente estamos asumiendo
riesgos y en nuestro estar acostumbrados a esas situaciones, que nos son familiares, o
por ignorancia, no nos cuestionamos nuestra forma de vivir y de enfrentarlas.
Los Comisarios y Auxiliares merecen toda nuestra consideración. Los Auxiliares de
abordo cumplen el rol de las antiguas Azafatas (actualmente son puestos cubiertos tanto
por hombres como por mujeres) y con la supervisión del Comisario/a son quienes
tienen a cargo y bajo su responsabilidad la atención y el cuidado de los pasajeros.
Ellos se entrenan para atender una emergencia médica, para producir, si fuera necesario,
la evacuación del avión, para asistir a los pasajeros, en una imprevista despresurización,
o cualquier otra situación que se pueda considerar
como anormal.
Tal como decíamos antes son seres humanos como nosotros con cambios de humor,
con problemas. Frecuentemente si sonríen estereotipadamente solemos atribuirle el
significado de “me quieren convencer de que está todo bien, pero me engaña”.Si está
seria pensamos: “seguro que está preocupada porque algo anda mal”. Si pone cara de
nada: “no le importa como yo me siento”.
(*situaciones en el avión, que al ser resueltas, no llegan a ser un accidente)
Estas verbalizaciones pueden oscilar desde lo más catastrófico a lo insignificante según
la manera o el estilo de atribuir significados de aquel que esté interpretando.
Si hablamos de los controladores de tierra sobre todo los de las terminales tendremos
que tomar en cuenta que es la profesión más estresante de todas las conocidas. Es una
tarea de la que ignoramos sus requisitos, su entrenamiento y la pasión que ponen en
llevarla adelante.
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Esta pasión es común a todos aquellos que están ligados a la aviación; desde el maletero
hasta el comandante pasando por todo el personal de tierra y las tripulaciones aman la
aviación, aman los aviones y aman la magia que tiene el trasporte aéreo. Aunque saben
que no es magia ni milagro lo que hace que las cosas funcionen.
Con frecuencia nuestras creencias nos hacen pensar que todo se arregla con alambre y
que la economía en aviación comienza por la reducción presupuestaria en
mantenimiento. Esto es erróneo.
Todos comprobamos que en la línea aérea ha disminuido el servicio de comida a los
pasajeros. Ahora apenas si nos dan solo un pequeño sándwich. Allí es donde se hacen
los ahorros.
Pero recordemos que estas aprensiones no son solo nuestras, de los argentinos. Por
ejemplo: New York Times. Declara una señora americana: “yo viajo en líneas aéreas
extranjeras porque soy mucho mejor atendida y sus aviones están mejor presentados”.
Bruno (italiano): “Yo no confió en las líneas de cabotaje italianas con esos avioncitos
mal mantenidos, pero si viajo aquí en AR en sus vuelos de cabotaje…”
Aquí volvemos al sistema de creencias y atribuciones.
Si podemos cuestionar nuestras certezas, los datos que recibimos de amigos o por la
prensa no especializada ayuda a modificar el vínculo que se establece con el avión y las
tripulaciones.
Lograrlo no es difícil, la información racional, las respuestas con asideros reales
sustentados en años de experiencia ayudan a corregirlas distorsiones generadas a partir
del miedo, la aprensión y la ansiedad anticipatoria.
Las fantasías catastróficas complican la mirada de la realidad, pero sin duda que
aquellos que catastrofizan el avión hacen lo propio con otras situaciones como el
encierro, ceder el control o el vértigo. Todo esto lo veremos más adelante.
TURBULENCIA
Esta sola palabrita consigue muchas veces erizar la piel. Otras la sola indicación de
ajustarse los cinturones se viven como un presagio de movimientos bruscos,
descontrolados, imprevistos, mortales, furiosos, (se podrían muchos adjetivos más)
pueden llevar al descontrol.
Algunas consideraciones básicas:
a. El aire en la atmósfera esta en movimiento. Los distintos centros de presión, las
temperaturas, la humedad y todo lo que nos rodea hace que el aire se mueva.
Gracias a Dios, porque ese movimiento es sinónimo de vida. Nos hace vivir y
hace que el planeta tierra sea habitable.
b. Quienes fabrican aviones, y a precios muy elevados, sabe todo acerca de las
turbulencias cuando diseñan el avión.
c. Quienes lo compran también lo saben.
d. Las tripulaciones están entrenadas para afrontar situaciones de turbulencia de
cualquier tipo y sobre todo a evitar las que sobrepasen cierto grado para que el
vuelo no sea desagradable.
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e. Quien junta toda la información para despachar un vuelo y asesora a la salida del
vuelo a los pilotos, sabe al realizar su trabajo donde, cuando y de que tipo será
la turbulencia y puede sugerir un cambio de ruta.
O sea esperar que en un vuelo cualquiera el avión jamás se mueva o “sacuda” significa
tener una pretensión muy alta cuando se deben recorrer cientos o miles de kilómetros
con distintos tipos de clima. Es lógico pensar que algo se va a mover y esperar ese
movimiento como una consecuencia normal de la naturaleza y el paso de distintas zonas
climáticas y no adjudicárselas al movimiento de fuerzas diabólicas conspiradas con
Dios que quiere darnos el castigo final o una enseñanza ejemplar de lo que puede hacer
con nuestras vidas para indicarnos el buen camino. (Pensamiento apocalíptico).
Claro está que esto lo creen los que piensan que es mejor que el avión despegue, vuele y
aterrice sin el menor de los movimientos. Existe otro grupo de personas (menor que el
anterior) que en su afán de tranquilizarse sólo lo hacen cuando el avión se mueve. Por
que si así no fuera que indicación tendrían que las cosas funcionan bien.
Tal como decíamos al principio dentro del avión hay tantas apreciaciones distintas como
pasajeros en ese vuelo. Es por ello que cuesta tanto darle el gusto a todo el pasaje.
Los que temen a los movimientos pueden tener distintas actitudes que van desde “- por
favor avísenme cuando se va a mover así me voy preparando…-“ hasta “- no quiero
enterarme porque si no sufro a cuenta….-“.
Los que desean que el avión se mueva como señal de que todo va bien también oscilan
entre los que quieren que les avisen para asegurarse además de que el piloto está en
control hasta los que no desean malos augurios porque “-…si avisan es que pueden
haber movimientos desmedidos o de mayor riesgo.”La turbulencia es incomoda pero no peligrosa.
Los pilotos de nuestro equipo dedican buena parte del trabajo en informar acerca de los
movimientos del aire, corrientes de chorro, huracanes, los míticos “pozos de aire”,los
vientos, los aterrizajes en condiciones de mal tiempo y más datos que ayudan a corregir
las fantasías acerca de la turbulencia.
También sabemos que muchas veces a los movimientos del avión debemos sumarle la
“turbulencia de nuestras vidas” y en este sumar debemos agregar y sumar el estrés,
sumar descontroles, asignándole al avión cuestiones que son de nuestra propia cosecha.
ENCIERRO
Puede ser el problema de quien está leyendo estas líneas, pero si no fuera así seguro que
alguna vez escucho decir a alguien: “si yo voy en auto o en micro puedo exigir que me
paren en la esquina y me bajo, aunque sea en el medio del campo; pero en un avión no
puedo hacer que me paren donde yo quiero, no puedo abrir la puerta y salir cuando yo
quiero…”
Esta es una queja frecuente que aparece como crítica al avión, en realidad es de quien
generalmente no tolera:
a. Los espacios cerrados y
b. No tener el control de la situación.
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Los espacios cerrados. Frecuentemente quien padece situaciones de encierro se
autodefine como CLAUSTROFÓBICO/A y relata cantidades de malestares físicos y
psíquicos.
Los primeros (físicos) desembocan en taquicardias, sudoración, temblor, sofocación,
etc., que en casos agudos pueden llegar al ataque de pánico. Los psíquicos, de los cuales
algo ya adelantamos, ligados a la atribución de peligrosidad que se le asigna a la
situación que se vive, ya sea por el peligro vivenciado al volar o al peligro que se le
asigna para la salud.
En muchos casos la persona puede reconocer que el volar en si mismo pero piensa que
puede descontrolarse en vuelo y quedar expuesta.
La aprensión negativa de quienes han pasado por estas situaciones y han generado
aprendizajes condicionados creen que no tiene solución, hoy sabemos que tenemos
capacidad de modificarlos. No está todo perdido. La visión catastrófica y negativa
puede hacerle pensar que si este problema se mantiene por años debe de requerir de un
tiempo proporcionalmente igual para modificarlo (largos años de terapia).
La casuística que podemos mostrar indica que alrededor de un 60 % de quienes nos
consultan tienen un cierto grado de claustrofobia y, normalmente, quien nos consulta
tiene o necesita viajar perentoriamente. Trabajo, migraciones, turismo, y muchísimas
otras situaciones que exigen resultados rápidos.
Buscamos acomodar algunos conceptos fundaméntales en relación a porque debemos
permanecer en el avión sin necesidad de salir antes del destino. Y fundamentalmente la
toma de conciencia de cuantas situaciones de las cuales uno no puede salir a su antojo y
se “bancó”, “soportó”, “sufrió”, “desafió” la espera.
Embarazos, exámenes, cambios laborales, enfermedad de seres queridos, fallecimiento
de un familiar y muchísimos más.
Nadie mira negativamente su vida más que uno mismo; y se dice “no lo voy a tolerar”.
Ejercitaciones en vivo y trabajos realizados con los pensamientos negativos son algunas
de las herramientas para poder administrar la ansiedad-miedo-fobia en situaciones de
éste tipo.
Lo más probable es que no se llegue a amar esas situaciones y que a uno le cueste
enfrentarlas pero lo importante es administrar ese miedo/angustia de tal manera que uno
puede atravesar por esas experiencias desagradables con menos sufrimiento y confiando
en si mismo.
ALGUNAS CONSIDERACIONES
Está de más decir que no somos los mismos a los 15 años que a los 25, 35, 45 o 50. Las
cosas no nos pasan gratuitamente por la vida.
A los 15 años somos lo más parecido a Superman o al súper héroe de moda, Batman,
Heman, Power Rangers, etc. y volar es un juego más en nuestra vida. No entra la
posibilidad de muerte o sufrimiento como algo probable de ocurrir. No somos los
mismos después de asumir la responsabilidad de la paternidad o la maternidad. No
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somos los mismos después de haber asistido a un familiar o amigo en el curso de una
enfermedad terminal o al haber padecido el dolor de una perdida irreparable.
Pero no solo signan nuestras vidas los dramas. También hechos agradables como
recibirse al fin de una carrera con la responsabilidad que ello implica, independizarse de
los padres y el desafío que ello involucra. Hace 30 o 40 años el casarse y sumar a la
nueva vida la primera vez en lo sexual (largamente deseado y temido) también era
complicado. Hoy también los es el confrontar la vida planteando una convivencia y
autonomía de ambas partes de la pareja respecto a sus familias.
¿Que queremos decir con todo esto?
Simplemente que uno puede estar más vulnerable en distintos momentos de la vida y
asignarle así distinto valor a los vuelos.
Lo que si podemos afirmar es el poder que tiene una vivencia catastrófica, o vivida
como un riesgo en un vuelo. Basta con que uno haya pensado: “puedo perder la vida en
este momento” para que lo crea. Creemos lo que pensamos y aun sin datos objetivos de
haber estado en grave riesgo, el solo pensarlo más algún comentario de un compañero
de viaje (negativo) o de de una apreciación de alguien con quien estamos esperando las
valijas después del vuelo, hace que damos por cierto nuestras sospechas y las creemos a
pie juntillas. Acto seguido somos los más firmes difusores de lo que “paso”:
− “el avión cayó 1000 metros”.
− “el avión se sacudía para un lado y para el otro. ¡Estaba sin control!”
− “estuvimos esperando como 2 horas porque no bajaba el tren de aterrizaje”
− “tuvo que hacer 2 intentos de aterrizaje porque no le acertaba a la pista”
− “no sabia como aterrizar, parecía que iba a golpear con un ala, después con
la otra y al final golpeo con las ruedas”
Todas estas afirmaciones tienen su explicación y hay que buscarla en las fuentes.
Los pilotos de nuestro equipo disipan estas dudas. Pero el mejor consejo que podemos
dar es que jamás se bajen del avión con la sensación de haber estado al borde de la
muerte sin verificar, en lo posible, con los pilotos o si no con alguien de la tripulación
acerca de si realmente pudieron haber perdido la vida o si bien fue la falta de
experiencia, el no conocer (lo que no es obligatorio), la propia vulnerabilidad y muchas
otras cosas les han hecho vivir un momento dramáticamente pero que jamás la situación
estuvo fuera de control, ya que quien debía tenerlo lo tuvo (piloto al mando), quien supo
resolver la situación a partir de que está calificado para hacerlo.
Hay situaciones que no podemos controlar. Básicamente por falta de capacidad y
fácticamente por que no hay nada en la vida que este exento de riesgo y esto es algo que
debemos asumir. Andar por la calle, ir al cine, ir a ver fútbol, ir a cenar, tener un hijo,
cambiar un trabajo o sacarnos una muela y podemos seguir…. todo entra dentro del
riesgo de vivir.
APOSTILLA N°3
¿CÓMO ES EL CURSO?
Se parte de métodos cognitivos, es decir se apunta a un cambio de
pensamientos que generan cambios de conducta.
El curso tiene características precisas:
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a.- Se aborda desde el miedo. Es muy difícil para alguien que tiene temor,
razonar y pensar de la misma forma que el que no tiene ese miedo.
b.- Se aborda desde la información racional. Desde lo psicológico,
trabajando con la percepción y dando toda la información referente a los
miedos y como reconocerlos y desde lo técnico dando información sobre
el avión, los aeropuertos, las tripulaciones y la meteorología (sobre todo
la turbulencia).
c.- Las creencias a modificar se fueron construyendo a lo largo de
muchos años y lograrlo no es fácil. La transmisión de la experiencia
vivida por tripulantes a lo largo de toda una carrera tiene el valor de
credibilidad de quien no especula sino que transmite experiencias de vida.
Es poco creíble hablar de lo que no se conoce y el que acude por ayuda lo
reconoce.
d.- Los cursos son por inmersión, en tiempos acotados. Estadísticamente
el que tiene miedo a volar acude cuando “tiene” que volar (es lógico).
d.- Se efectúan vuelos de acompañamiento y un posterior seguimiento en
cada uno de los viajes posteriores que realice con el fin de dar
contención, hasta que se produzca el alejamiento voluntario y pueda volar
bien y sin ayuda.
e.- Se lo provee de una “mochila” para su viaje, que incluye todo aquello,
que un pasajero fóbico necesita, incluimos la posibilidad de acompañarlo
para hacerle vivir y ver lo que aprendió en el curso.
f.- Consideramos el volar como un hecho normal. La medicación la
tomamos como una herramienta. Si alguien tiene que tomar alguna
medicación en su vida diaria se le respeta que la tome para volar. Pero no
propiciamos el medicarse para el solo hecho de tomar un avión.
G.- Enfrentar al objeto fóbico es el punto final ideal. Hacer un vuelo
acompañado se vive como la mejor y más placentera de las experiencias.
¿Qué pasa después del curso?
La gente pasa a formar parte del Club Amigos del Avión de Alas y
Raíces. Dependiendo de las necesidades de cada uno, les damos
información para su próximo vuelo, tanto sea de las Empresas de
Aviación, de los destinos o la meteorología que tendrá en el vuelo.
Lentamente vemos que se alejan de nosotros, que nos mandan postales de
sus viajes, y que van incorporando al avión como un medio de transporte
más.
POR QUÉ VOLAR
Para que se de un cambio es necesario:
1. Información racional.
2. Proceso interno
ƒ Cambio de conducta
ƒ Elaboración
Nuestro curso para lograr volar sin temor trabaja en forma simultánea la información
racional y el proceso interno.
De la información racional se ocupan los pilotos en relación a la meteorología, el
conocimiento del avión y las tripulaciones, y los psicólogos en relación al
conocimiento de los miedos.
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Del proceso interno se ocupan los psicólogos brindando información y técnicas de
autoasistencia para que la persona desarrolle habilidades para moderar su ansiedad y
que pueda atravesar un vuelo exitosamente.
Lo fundamental es tener conciencia de qué necesitamos cambiar, cambiar el rol de
miedosa/o por el de “yo puedo…”. Existen, como dijimos, muchas cirscuntancias en la
vida que nos llevan a vivir situaciones no deseadas, que nos marcan y nos condicionan
en futuro. Pero sabemos que cada uno de nosotros se prepara para el futuro que le tocará
vivir. Hoy el futuro cada vez más involucra el avión como medio de transporte.
Condicionarnos a no viajar. Limitarnos a un pequeño espacio cuando la vida nos ofrece
espacios enormes y la posibilidad de alcanzarlos es restringirnos a lo mínimo.
Alguien dijo que el mundo es el país de todos. De toda la humanidad. Seguiremos
viviendo en nuestras ciudades pero de alguna manera podremos alcanzar cualquier
punto de la tierra en horas y disfrutar o trabajar. Estaremos por buenas noticias y por
malas noticias, por esperanzas y decepciones. Darnos permiso es el primer paso para
saber que podremos llegar
Hoy que se amplían las metas a la Luna y los planetas, se proponen plataformas
orbitales y naves espaciales, hoy los libros de Julio Verne duermen en las bibliotecas el
sueño de lo que ya sucedió, en el hoy nuestros vuelos pasarán a ser la rutina diaria como
es el auto, el tren o el colectivo. Y el total del universo ya se plantea como el futuro del
hombre.
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