Yo de mayor quiero ser científico No estoy segura de si realmente quiero ser una científica “de mayor”. Más bien, quiero ser y haber sido una científica a lo largo de toda mi existencia. Demasiada gente tiene un estereotipo de los científicos que se aleja mucho de la realidad… esa imagen mental de una persona con guantes y gafas protectoras. No, no todos los científicos llevan batas blancas, no a todos los puedes encontrar en un laboratorio, ni en algún lugar exótico y lejano estudiando el comportamiento de alguna especie singular. Es más, me atrevería a afirmar que tú mismo (querido individuo que estás leyendo o escuchando esto ahora mismo) eres un científico de gama alta. ¿No me crees? Sique leyendo… ¿Alguna vez has pensado en los niños como científicos? ¿No te has planteado que ese afán por conocer y esa curiosidad insaciable, puedan ser propios de un experto licenciado en ciencias? ¿Acaso tú nunca te has preguntado el por qué de las cosas? Me apuesto mi nota en la asignatura de Biología a que sí. Pero, de todos modos, el proceso no está completo si no persigues esa pregunta hasta dar con una respuesta que te deje satisfecho. He de añadir que si eres muy muy buen científico, lo que obtengas te abrirá puertas hacia nuevas cuestiones que habrás de resolver. Sentirás la necesidad de resolverlas. Cada una de las puertas que consigues cerrar enriquece tu mente, y te arrastra un poco más hacia fuera de ese pozo que llamamos ignorancia. ¿Aún no te he convencido de lo fantástico que es ser un científico? Bien, en ese caso, pasemos al concepto de “ciencia”. No voy a dar una definición técnica ni exacta del vocablo en particular, más bien me dedicaré a acercarlo a la vida cotidiana para que comprendamos lo amplio que es su significado. Cada mañana, cuando abres los ojos, ves ciencia, respiras ciencia, eres ciencia. ¿He dicho “cada mañana”? ¿He dicho “cuando abres los ojos”? Oh, por favor, somos ciencia hasta dormidos, hasta inconscientes, hasta muertos. Todo lo que nos rodea, el aire, los colores, la luz, la oscuridad, todo está impregnado de ciencia. Porque allí a donde alcanza la mente humana alcanzará la curiosidad, y allí donde alcance la curiosidad tarde o temprano lo hará el conocimiento, y allí donde hay conocimiento hay ciencia. ¿Te has dado cuenta de lo que somos capaces? Nuestro cerebro es tan poderoso que permite llevar la ciencia hasta los confines del Universo. ¿Vas a castigarlo, privándole de la razón y el entendimiento? Te ruego que no lo hagas. No necesitas haber descubierto nada nuevo para la humanidad. No necesitas ser un “superdotado” ni nada por el estilo. Ya eres un genio por el simple hecho de desear saber más, conocer más. No te eches atrás pensando que no vales para ser un científico, insisto en que ya lo eres… tan sólo necesitas seguir siéndolo, cada vez con más fuerza. Cada dato o información que adquieras te sirve para ser cada día menos ignorante, menos inocente y menos manipulable. Y cualquier tipo de información es válida, la única condición es que sea nueva para ti. Yo siempre digo que la avaricia sólo es buena para la ciencia, pues cuanto más quieras saber, mejor científico serás. ¿Te he persuadido al fin? Sea cual sea tu respuesta, estos son los argumentos que lo han conseguido conmigo. En realidad, mi trabajo no era cambiar tu opinión, sino tan sólo exponer la mía. El título de este artículo lo dice todo. “Yo de mayor quiero ser científico”. “Yo”. Imagino que te estarás preguntando por qué lo he enfocado de esta forma. Pues bien, soy científica, y soy avariciosa. Y cuántos más científicos, mejor… ¿no?