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OPINIÓN / GENIO Y FIGURA
GABY VARGAS Twitter: @gaby_vargas
Enviar mensajes
puede matar
“LO PEOR NO ES MORIRTE EN UN ACCIDENTE, NO. LO PEOR ES SOBREVIVIR
Y PASAR EL RESTO DE TU VIDA SABIENDO QUE MATASTE A OTRA PERSONA,
QUE ALGUIEN MURIÓ POR TU CULPA… POR UN MENSAJE
“E
n un segundo tenía a mi hermano de la mano
y, en el siguiente mi mano se quedó vacía”, comenta Aurie, la hermana de Xavier, en Wisconsin. Hoy Xavier tiene ocho años y vive atado a
una silla de ruedas paralizado del diafragma
hacia abajo y conectado a un respirador.
La joven que lo atropelló manejaba a alta velocidad
mientras enviaba un mensaje de texto a sus amigos: “llego pronto”. Nunca se detuvo, nunca bajó la velocidad
cuando pasó por una zona escolar, su mirada venía sobre
sus piernas, por lo que no vio a los niños que se encontraban del otro lado para cruzar la calle; su atención estaba
en que su mensaje saliera de su celular.
“Hay momentos en que mi pena es tan grande que no
puedo respirar. Mi sueño era verlo jugar futbol -comenta
la madre de Xavier. Lo único que quisiera preguntarle a
la joven, es si llegó a tiempo a donde iba. Rezo por que
nunca le suceda esto a otro niño”.
“Al año, cien mil accidentes automovilísticos involucran el uso del celular y las cifras aumentan dramáticamente”. Con este dato inicia el documental De un segundo
a otro, del reconocido cineasta alemán Werner Herzog, en
el que invita a hacer conciencia del riesgo de enviar mensajes de texto mientras se conduce un automóvil. Te recomiendo que lo veas en Youtube.
“A mí no me va a pasar”, “Claro que puedo hacer las
dos cosas sin problema”, son las voces de los jóvenes
que reclaman, sin ser conscientes de que usar el celular
al conducir aumenta 40 por ciento el riesgo de tener un
accidente, lo que pone en peligro no sólo su propia vida,
sino también la vida de terceros.
“Te quiero”, fue el último mensaje que envié antes
de causar el accidente que mató a tres personas. Habla
Martin, habitante de Indiana. Por semanas pensé que el
accidente había sido un sueño: “No pudo haber pasado,
soy un joven con una vida normal”. Viajaba solo, me dirigía a mi trabajo, no iba corriendo. Sólo que leí un texto
y cuando respondía, sentí que el parabrisas se rompía,
la cabeza se me sacudió y vi un hombre que caía de mi
techo: estaba muerto. “Dios mío, ¿qué he hecho?”. Salí
de mi camioneta, vi los otros cuerpos en el acotamiento.
Había un silencio absoluto”.
“¿Por qué pasó esto? -continúa Martin-, me lo reclamé y lloré mucho. Cómo me gustaría regresar a ese día
y cambiar mi enfoque para decir: “Puedo enviar mensajes después, no hay nada realmente importante; no pasa
nada si lo hago más tarde”. Por favor no envíes mensajes
mientras manejas: vives con las decisiones que tomas”.
“Lo peor no es morirte en un accidente, no. Lo peor es
sobrevivir y pasar el resto de tu vida sabiendo que mataste
a otra persona, que alguien murió por tu culpa… por un
mensaje. Eso si no estás en la cárcel”, revela un testimonio.
Si partimos de que en México, 78 por ciento de los
menores de 30 años de edad tiene un celular, de que de
todos los usuarios, 95 por ciento envía y recibe mensajes
(de acuerdo con Consulta Mitofsky) y de que muchos de
ellos conducen un auto, podemos percatarnos de que manejar y usar el celular es una verdadera amenaza social.
Al menos hoy es la tercera causa de accidentes de tránsito,
después de conducir con exceso de velocidad o alcoholizado, según las estadísticas de la Asociación Mexicana
de Instituciones de Seguros. Y se calcula que de no hacer
conciencia, en tres años, se convertirá en la primera causa de accidentes entre los jóvenes.
Deja tu celular, no mandes mensajes ni contestes el teléfono mientras manejas. Tú y yo no somos diferentes ni
especiales: no tenemos súper poderes, hacerlo es un riesgo. No hay mensaje que no pueda esperar a que llegues
a tu destino, ni tema que pueda ser tan urgente o importante para arriesgar tu vida y la de los demás. ¿No crees?
Sn • 17
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