Rolf Lüders Analiza las Similitudes y Diferencias del Boom del

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Estrategia - Economía - Entrevista, 17 de julio de 2010
Rolf Lüders Analiza las Similitudes y Diferencias del Boom del Salitre y del Cobre
El economista de la Universidad Católica augura que “no es improbable” que Chile
enfrente en las próximas décadas un ciclo positivo del cobre y otras materias, que “podría
durar perfectamente unos 20 años” por el despertar de China e India.
El salto al desarrollo de Chile frustrado en la época del “boom” del salitre ha marcado a
generaciones. Ahora que se está viendo una bonanza del cobre, el economista de la
Universidad Católica, Rolf Lüders, analizó las similitudes y diferencias de ambos periodos.
Especifica que a diferencia de lo sucedido en los últimos años con el cobre, el “boom” del
salitre fue muy duradero, “al menos durante unos 40 años. Es posible sostener que el país
obtuvo ingresos fiscales extraordinarios desde la Guerra del Pacífico y hasta fines de la
Primera Guerra Mundial. Durante ese periodo, los ingresos fiscales atribuibles a la minería
superaron el 4% del PIB, siendo la norma desde entonces aproximadamente un 2,5%, pero
con grandes fluctuaciones. Como porcentaje de los ingresos fiscales, los tributos mineros
superaron largo el 50% durante unos 30 años, a partir de los años 1890”.
El precio del metal rojo empezó su ascenso en 2004, manteniéndose hasta hoy, aunque en
niveles más moderados que el récord de casi US$4 la libra. Esto ha permitido que al primer
trimestre los activos financieros del Estado acumulados en el Fondo de Reserva de
Pensiones, el Fondo de Estabilización Económica y Social y los activos del Tesoro Público,
totalizaran US$23.396,8 millones, esto es cerca de 13% del PIB.
—¿Cuáles fueron los principales destinos de los recursos por concepto del salitre?
—Los recursos fiscales provenientes del salitre hicieron posible, especialmente en la
década de 1890, un fuerte aumento del gasto privado, dado que se redujeron los impuestos
internos, eliminándose los impuestos directos a partir de esos años y reduciéndose
significativamente los impuestos indirectos.
Además del gasto militar en los años 1880, aumentaron continuamente los gastos de
administración del aparato fiscal y se hizo un esfuerzo en materia de educación y uno,
mucho mayor, en obras públicas, concentrando ambos esfuerzos principalmente en los años
1880 y en la primera década del siglo siguiente.
Lo más sorprendente fue que, teniendo el país un significativo déficit fiscal antes de la
Guerra del Pacífico -el gasto fiscal per cápita superaba en un 50% los ingresos fiscales-, no
se dedicara una parte de los enormes recursos aportados por la tributación salitrera a
disminuirlo. En efecto, en términos reales, entre 1878 y 1890, los ingresos fiscales per
cápita se multiplicaron por 3,36 y los gastos por 3,0, de modo que el déficit fiscal en
relación al PIB per cápita se mantuvo prácticamente inalterado. Esta situación, una vez
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estabilizados los ingresos mineros, no cambió significativamente hasta el comienzo de la
Primera Guerra Mundial.
—Siempre se ha dicho que se perdió la oportunidad de ese boom para dar un paso
importante hacia el desarrollo, especialmente en la diversificación de la oferta exportadora.
¿Cuáles fueron los principales errores?
—Hay bastante controversia en torno a este punto. Aunque se podría haber hecho más, los
gastos educacional y de obras públicas representaron una inversión valiosa que debe haber
impulsado el crecimiento económico a mediano y largo plazo. Sin embargo, la bonanza
salitrera deprimió las actividades exportadoras por la vía de la caída del tipo de cambio. A
este fenómeno se le conoce con el nombre de “enfermedad holandesa” y Chile la sufrió con
todo su rigor. ¿Se justifica en casos de un boom como el del salitre en Chile, que duró
cuatro o cinco décadas, aplicar medidas como las que se adoptaron recientemente frente al
alza del precio del cobre? Probablemente no. A pesar de ello, es cierto que haber
mantenido el déficit fiscal sólo agravó el problema de la enfermedad para los exportadores.
—¿Qué similitud y qué diferencias observa del boom del salitre y la del cobre? ¿Se están
repitiendo algunos errores?
—La reciente política fiscal chilena -que tiene un claro sentido anticíclico- no tiene paralelo
con la política fiscal de la época del salitre descrita antes, que se explica en el contexto de
un fenómeno de largo plazo. Es cierto que no es improbable que -al margen de la actual
crisis- Chile deba enfrentar en las próximas décadas un “boom” del cobre y de otras
materias primas y productos agrícolas. Este podría durar perfectamente unos 20 años,
consecuencia del despertar de China y de la India, además de las posibles condiciones del
mercado energético internacional. Vistas así las cosas, el adelanto de la fecha de una parte
de los beneficios de la reforma previsional y el pago de los bonos extraordinarios de $40
mil, corresponden -según también lo han expresado las autoridades- a la política fiscal
anticíclica que están implementando. Distintas serían probablemente las medidas fiscales
que habría que adoptar en caso de que se confirmara un largo boom del cobre.
—¿Cree que estaban las condiciones para que el país diera un paso importante al desarrollo
en estos últimos años? ¿Se avanzó o se desaprovechó la oportunidad?
—Claro que sí se podría haber hecho más para avanzar en nuestro desarrollo económico.
No obstante ello, hay que destacar que en materia fiscal se actuó con gran responsabilidad,
en el contexto de un país que, a pesar de crecer menos que en la década pasada, sigue
convergiendo en forma casi ininterrumpida hacia los niveles del PIB per cápita de los
países más desarrollados. En ese sentido, los aplausos internacionales hacia nuestra
conducción económica no son injustificados. Me parece que se ha privilegiado últimamente
en exceso el gasto público con carácter asistencialista, en detrimento de aquel orientado a
crear mejores condiciones para un mayor crecimiento económico. Ello es contraproducente,
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dado que resultará ser perjudicial precisamente para aquellos segmentos de la población
que se desean beneficiar.
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