Léon Denis Léon Denis (se lee: deni) nació en una aldea llamada Foug, situada en los alrededores de Tours, en Francia, el 1 de enero, de 1846, en una familia humilde. Temprano conoció, por necesidad, los trabajos manuales y los pesados encargos de la familia. Desde sus primeros pasos en este mundo, sintió que los amigos invisibles lo auxiliaban. En lugar de participar en juegos propios de la juventud, procuraba instruirse lo más posible. Leía obras serias, consiguiendo así, con esfuerzo propio, desenvolver su inteligencia, se torno un autodidacta serio y competente. A los 18 años, se torno representante comercial de la empresa donde trabajaba, cosa que le obligaba a viajes constantes, situación que se mantuvo hasta su reforma y mantuvo aun después por algún tiempo más. Adoraba la música y siempre que podía asistía a la opera o conciertos. Le gustaba tocar el piano, arias conocidas y de tirar acordes para su propio devaneo. No fumaba, era casi exclusivamente vegetariano y no hacia uso de bebidas fermentadas. Encontraba en el agua su bebida ideal. Su hábito era mirar, con interés, los libros expuestos en las librerías. Un día, con 18 años, el llamado acaso hizo que su atención fuese despertada por una obra de titulo inusitado. Ese libro era El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec. Disponiendo del dinero necesario, lo compro y retirándose inmediatamente al hogar se entregó con avidez a la lectura. El propio Léon Denis dijo: Encuentro en el la solución clara, completa y lógica acerca del problema universal. Mi convicción se tornó firme. La teoría espirita disipo mi indiferencia y mis dudas. El año 1882 marca, en realidad, el inicio de su apostolado, durante el cual tuvo que enfrentar sucesivos obstáculos: el materialismo y el positivismo que miran al Espiritismo con ironía y risas de los creyentes de las demás corrientes religiosas, que no hesitan en aliarse a los tuyos, para ridicularizar y enflaquecer. Léon Denis, sin embargo, como buen paladín, enfrenta la tempestad. Los compañeros invisibles se colocan a su lado para encorajar y exhortarlo a la lucha. Coraje, amigo, le dice el Espíritu de Jeanne – estaremos siempre contigo para sustentarte e inspirarte. Jamás estarás solo. Te serán dados medios, a su tiempo, para que cumplas bien tu obra. El 2 de noviembre, de 1882, día de Finados, un evento de capital importancia se produjo en su vida: la manifestación, por primera vez, de aquel Espíritu que, durante medio siglo, había de ser su guía, o su mejor amigo, o su padre espiritual. Jerónimo de Praga -, que le dijo: Ve hijo mio. Por el camino abierto ante ti. Caminare tras de ti para sustentarte. A partir de 1910, la visión de Léon Denis fue, día tras día, debilitándose. La operación a la que se sometiera dos años antes, no le proporcionaría ninguna mejoría, más soportaba, con calma y resignación, la marcha implacable de ese mal que lo castigaba desde la juventud. Aceptaba todo con estoicismo y resignación. Jamás lo oyeron quejarse. Todavía, es posible suponer cuan grande debía ser su sufrimiento. A pesar de eso, mantenía numerosa correspondencia. Jamás se aborrecía; amaba la juventud y poseía la alegría del alma. Era enemigo de la tristeza. El mal físico, para el, debía ser un bien menor que la angustia que experimentaba por el hecho de no poderse valer apenas. Secretarias para la ocasión lo sustituían en ese oficio. No en tanto, la gran dificultad para Denis, consistía en rever y corregir las nuevas ediciones de sus libros y de sus escritos. Gracias, sin embargo, a su espíritu de orden y a su incomparable memoria, superaba todos esos contratiempos, sin molestar o importunas a los amigos. Después de una Gran guerra, aprendió braille, lo que le permitió fijar en el papel los elementos de capítulos o artículos que le venían al Espíritu, pues, en esta época de su vida, estaba, por así decirlo, casi ciego. En marzo de 1927, con 81 años de edad, terminara el manuscrito que intitulo El Genio Céltico y el Mundo Invisible. En este mismo mes, la Revista Espirite publicaba su último artículo. El martes, 12 de marzo, de 1927, a las 13 horas, respiraba Denis con gran dificultad. La pulmonía lo atacaba nuevamente. La vida parecía abandonarlo, más su estado de lucidez era perfecto. Sus últimas palabras, pronunciadas con extraordinaria calma, a pesar de mucha dificultad, fueron dirigidas a su empleada Georgette: es preciso terminar, resumir y… concluir. Hacia alusión al prefacio de la nueva edición biográfica de Kardec. En este precio momento, le faltaron completamente las fuerzas, para que pudiese articular otras palabras. A las dos horas si Espíritu se elevo. Su semblante parecía en éxtasis. Las ceremonias fúnebres se realizaron el 16 de abril. A su pedido, el entierro fue modesto y sin oficio de cualquier Iglesia confesional. Está sepultado en el cementerio de La Salle, en Tours. De entre los grandes apóstoles del espiritismo, la figura exponencial de Léon Denis merece toda referencia especial, principalmente en vista de haber sido el continuador lógico de la obra de Allan Kardec. Es posible afianzar aun mismo que constituye ser una tarea sumamente difícil intentar biografiar esa gran vida, dada la magnitud de su misión terrena, en la cual mucho hay para resaltar: su personalidad contagiante, el buen sentido de que era dotado, la laboriosidad en el trabajo, la dedicación impar a sus semejantes y el depurado amor que debutaba a los ideales que esposaba. Léon Denis fue el consolidador del espiritismo. No fue apenas el substituto y continuador de Allan Kardec, como generalmente se piensa. Denis tenía una misión casi tan grandiosa como la del Codificador. Le cabía desenvolver los estudios doctrinarios, dar continuidad a las pesquisas mediumnicas, impulsar el movimiento espirita en Francia y en el Mundo, profundizar el aspecto moral de la Doctrina y, sobretodo, consolidarlo en las primeras décadas del siglo. En esa nueva Biblia (El Espiritismo), el papel de Kardec es el de sabio y el papel de Denis es el de filósofo. Léon Denis fue cognominado el Apóstol del espiritismo por la magnifica actuación desenvuelta, por la palabra escrita y hablada, a favor de la nueva Doctrina. Aun, fue su consolidador y, por eso, conocido como el filósofo del espiritismo. De acentuadas cualidades morales, dedicó toda una larga vida a la defensa de los postulados que kardec transmitiera en los libros del Pentateuco espirita. El aspecto moral (religioso) de la Doctrina, los principios superiores de la Vida, la instrucción, la familia, merecieron del cuidado extremo y, por eso mismo, su vida de probaciones. Su ejemplo de trabajo, perseverancia y fe, es un derrotero de luz para los espiritas, y más, para los hombres de bien de todos los tiempos. En palabras de confianza y fe, el mismo resumió así la misión que vino a desempeñar a favor de una gran causa: Consagre esta existencia al servicio de una gran causa el Espiritismo o Espiritualismo moderno, que será ciertamente la creencia universal del futuro. Su bibliografía es bastante vasta y compuesta de obras monumentales que enriquecen las bibliotecas espiritas. Se debe a el la oportunidad impar que los espiritas tuvieron que haber ampliado nuevos ángulos del aspecto filosófico de la Doctrina Espirita, pues, sus obras de un modo general focalizan numerosos problemas que asolan a los hombres y también la siempre la momentánea cuestión de la sobrevivencia del alma humana en su laborioso proceso evolutivo. Léon Denis se inmortalizó en la gigantesca tarea de disecar problemas atinentes a las aflicciones que acometen a los seres encarnados, ofreciendo valiosos subsidios en el sentido de lanzar nuevas luces sobre la problemática de las tribulaciones terrenas, dejo de lado los conceptos hasta entonces prevalecientes para presentar la aureolada de enseñanzas altamente consoladoras, aspiradas en las fuentes inagotables de la doctrina de los Espíritus. Dedicándose al estudio profundo del espiritismo, en su triple aspecto de ciencia, filosofía y religión, se demoró con mayor persistencia en el abordaje de su aspecto filosófico. Concomitantemente con sus profundos estudios en ese campo, también dio su contribución, valiosa en el abordaje y en el estudio de asuntos históricos, ofreciendo importantes subsidios en el sentido de esclarecer los orígenes celtas de Francia y en lo tocante al dramático episodio del martirio de Joanna D´Arc, la gran médium francesa. Sus estudios no pararon hay; el se preocupo sobremanera con los orígenes del Cristianismo y su proceso evolutivo a través de los tiempos. De entre sus multiples ocupaciones, fue presidente de honra de l Unión Espirita Francesa, miembro honorario de la Federación Espirita Internacional, presidente del Congreso Espirita Internacional, realizado el París en el año 1925. Tuvo también la oportunidad de dirigir, durante largos años, un grupo experimental de Espiritismo, en la ciudad francesa de Tours. Su actuación en el seno del Espiritismo fue bastante diversa de aquella desenvuelta por Allan Kardec. En cuanto al Codificador ejerció sus nobilísimas actividades en la propia capital francesa, Léon Denis desempeñó su dignificante tarea en la provincia. Su inusitada capacidad intelectual y el descortino que tenia de las cosas trascendentales, hicieron que el movimiento espirita francés, y aun mismo el mundial, gravitase en torno a la ciudad de Tours. Después de la desencarnación de Allan Kardec, esa ciudad se torno el punto de convergencia de todos los que deseaban tomar contacto con el Espiritismo, recibiendo las luces del conocimiento, pues innegablemente, la pléyade de Espíritus que tenia por incumbencia el éxito del proceso de revelación del Espiritismo, llevo al gran apóstol toda la sustentación necesaria a fin de que la nueva doctrina se firmase de forma amplia y restricta. Mientras Kardec se destaco como una personalidad de formación universitaria, que firmo su nombre en las letras y en las ciencias, antes de dedicarse a las pesquisas espiritas y codificar el Espiritismo, Léon Denis fue un autodidacta que se preparó en silencio, en la oscuridad y en la pobreza material, para surgir súbitamente en el escenario intelectual a imponerse como conferencista el escritor e renombre, tornándose figura exponencial en el campo de la divulgación doctrinaria del espiritismo. Denis poseía una inteligencia robusta, era un espíritu ilustre, gran orador y escritor, disfrutando de apreciable grado de intuición. Refiriéndose a el, escribió su contemporáneo Gabriel Gobron: El consiguió verdaderos triunfos y aquellos que tuvieron la rara felicidad de oírlo hablar a una asistencia de dos o tres mil personas, saben perfectamente cuan encantadora y convincente era su oratoria. Denis jamás cursó en una academia oficial, entretanto, se formó en la escuela practica de la vida, en la cual el dolor propio y ajeno, el trabajo mal retribuido, las privaciones heroicas enseñan la verdadera sabiduría, por eso decía siempre: Los que no conocen de esas lecciones, ignoran siempre uno de los más conmovedores lados de la vida. Con el concurso de su inteligencia especial pudo evitar la pobreza, más el prefirió vivir en ella, pues en su opinión era difícil acumular egoístamente para si, aquello que el recibía para repartir con sus semejantes. Con la edad bastante avanzada, ciego y con una constitución física relativamente flaca, vivía aun lleno de tribulaciones. Nada de eso, entretanto, cambiaba su modo de proceder. A pesar de todas esas condiciones adversas, el recibía a todos amablemente. Desde las primeras horas de la mañana dictaba voluminosa correspondencia, respondiendo a los llamados de las innumerables sociedades que fundo o de las que era presidente honorario. Donde quiera que compareciese, allí le daban siempre el lugar de mejor destaque, lugar conquistado al precio de profunda dedicación, perseverancia e incansable contribución en el bien. Traducción: Mercedes Cruz Reyes Fuente: Revista O Consolador