Elementos para el análisis de una profunda crisis

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Elementos para el análisis de una profunda crisis
Extraído de Viento Sur
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Debate
Elementos para el análisis de
una profunda crisis
- solo en la web -
Fecha de publicación en línea: Miércoles 27 de junio de
Fecha de redacción: 27 de junio de 2007
2007
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Elementos para el análisis de una profunda crisis
Voy a tratar de enumerar y esbozar algunas de las causas que, a mi juicio, están detrás de la profunda crisis que
atraviesa a la izquierda política (la que pretende transformar la sociedad capitalista, y no limitarse a gestionarla) en
nuestro país, y que deberán analizarse y trabajarse si de verdad pretendemos salir del agujero en el que nos
encontramos.
La falta de un análisis de la sociedad actual
La acumulación capitalista es ahora más formidable que en épocas pasadas. Se ha producido una enorme
concentración de los medios de producción, distribución y comunicación en cada vez menos manos, lo que supone
un gran poder real por parte de los agentes del capitalismo.
La dinámica neo-liberal, post-fordista y deslocalizadora, ha desmembrado a la clase obrera de una manera
estructural, cambiando por completo las perspectivas de organización y movilización del principal sujeto
revolucionario. Además, la extensión de la sociedad del consumo, ha convertido a los ciudadanos en meros
consumidores de objetos y de emociones manipuladas por los grandes medios de comunicación. Y el capitalismo ha
conseguido extender su base popular de manera muy notable, con la participación masiva en las inversiones
especulativas, sea a pequeña o gran escala.
España (concepto más que discutible, por cierto) forma parte ya del primer mundo, el que vive a costa de los demás,
el que genera guerras y destrucción para mantener su nivel de vida, el que se tiene que acorazar para mantener sus
privilegios. La población de estos países, la que tiene derechos (es decir la nativa), siente la fragilidad de su
situación, y tiende a demandar protección y seguridad frente al supuesto competidor o enemigo, lo que crea el caldo
de cultivo de las tendencias reaccionarias, más o menos civilizadas.
El fascismo español no sólo derrotó a una revolución social, sino que eliminó cualquier resto de aquélla, en uno de
los genocidios más crueles de la historia. La mordaza en la que vivió este país durante el franquismo dejó secuelas
difíciles de borrar, siendo una de las más notables y dañinas la aversión de la población por la política.
La falta de una estrategia
Sabemos, supongo, lo que el capital quiere, y también lo que quiere el PP. La llamada socialdemocracia sabe que
no se va a salir del redil capitalista, y su actuación da bandazos en el margen de más o menos políticas sociales,
pero nunca se enfrentará al verdadero poder que mueve la maquinaria del capital.
¿Sabemos lo que queremos nosotros? ¿El comunismo o el socialismo, en alguna de sus versiones? ¿O el simple
reformismo bienintencionado? ¿Existe un proyecto coherente de superación del capitalismo? ¿Tenemos una
estrategia adecuada al contexto del lugar del planeta en que nos ha tocado vivir?. Sin un proyecto de sociedad, no
pintamos nada, no tenemos credibilidad, y como mucho sólo aspiraremos a ser unos buenos chicos/as que sirvan de
florero del sistema.
Esa estrategia anticapitalista (es al menos la que a mí me interesa) requiere definir cómo serán, en la nueva
sociedad a la que aspiramos, las relaciones económicas y la propiedad de los medios de producción, en una visión
histórica que tenga capacidad de superación de las experiencias pasadas. Pero además deberá contemplar cómo
se puede llegar a esa situación, cómo vencer a los poderosos medios (militares, represivos, legislativos y de
comunicación) que el enemigo pone en funcionamiento siempre que se ve amenazado.
La falta de organización a diferentes niveles
Carecemos de organizaciones de masas dispuestas a luchar por la transformación social, en particular de la clase
obrera, que es la que mantiene en funcionamiento el aparato productivo, descontaminadas del burocratismo e
institucionalización en que han caído las principales organizaciones en los últimos 30 años. Unas organizaciones de
masas con raíces en los centros de trabajo y los territorios, con capacidad de plantear realmente una revolución (sí,
revolución), una toma del poder político y social.
Organización política, que se deba a un programa transformador, en permanente revisión, pero basado en una
ideología. Que sea capaz de combinar la democratización real de sus estructuras, y la eficaz dedicación de sus
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dirigentes. Que se dote de importantes medios humanos, con capacidad de sacrificio y dedicación, que pueda
articular y organizar a la población frente a los poderosos medios del capital.
Y mientras tanto....
Cualquier proyecto que no contemple estos tres niveles de la reconstrucción ideológica, política y organizativa, está
condenado al fracaso a medio plazo. No obstante los procesos transformadores no se construyen en una biblioteca,
sino en la calle, o como dijo el poeta, el camino se hace al andar, siempre que haya una utopía e ideología que nos
oriente. Y en este hacer camino, quisiera hacer otras reflexiones en el plano más corto o medio.
Es necesario impregnar de contenido anticapitalista a los movimientos sociales, y que organicen, a partir de su
situación y desde sus lugares de origen, a los sujetos de la transformación social. En la calle somos capaces de
entendemos, y es la escuela donde nos curtimos, nos hacemos fuertes y adquirimos experiencia. Hay que crear y
reconstruir movimientos sociales con capacidad de hacer frente al poder, de desafiarle, de vencerle parcial y
globalmente.
Una participación en las instituciones representativas puede ser una ayuda para los movimientos sociales, siempre y
cuando no se pierda nunca la perspectiva combativa y transformadora que debe caracterizar la actual fase.
El PCE se enterró a si mismo como partido político hace 20 años, y no creo en la resurrección, no sólo por no creer
en los milagros, sino porque sus estructuras están oxidadas y viciadas. IU ha perdido lo que pudiera tener
originalmente de ideología y de organización. Sus discusiones no son por proyectos políticos, sino por intereses de
poder grupal. No obstante es claro que existen cantidad de activistas en ambas organizaciones con los que hay que
contar.
Del mismo modo existen muchos activistas en otras organizaciones, y por libre, con los que también habrá que
contar, con un espíritu de reconstrucción de una nueva utopía, "científica o no", a partir de la revisión del fracaso
histórico (y también de los logros, no los olvidemos) de cada uno de los proyectos transformadores que hasta ahora
han sido conocidos y experimentados.
Hay que construir una estrategia comunicativa eficaz, potenciando algunos proyectos que van fraguando, y siendo
capaces de llegar a la inmensa población. Además hay que articular políticas y alternativas pedagógicas frente al
actual modelo social alienante, llegando a los rincones de la sociedad. Sólo así podremos aspirar a obtener algún
día la hegemonía ideológica; y lo demás es peder el tiempo.
En las condiciones expuestas, puede ser factible plantearse la construcción de alguna alternativa electoral, en
particular en Madrid, que pueda recoger los restos de un naufragio anunciado de lo que ha representado PCE-IU en
los últimos años, siempre y cuando se trate de un proyecto
abierto a más protagonistas,
que recoja, de manera destacada, aspiraciones sentidas socialmente, como la República, la vivienda, los
derechos políticos y sociales, la defensa del planeta, etc. y la lucha contra la corrupción, la especulación, la
precariedad laboral, y otras,
que se desmarque con claridad, en sus estructuras internas, de la corrupción a la que ha llegado la dirección de
IU-Madrid,
que incorpore a los nuevos sujetos explotados y sin derechos sociales ni políticos, en particular a la población
inmigrante,
que la coherencia, en una perspectiva transformadora, esté siempre por encima de cuestiones electorales
coyunturales,
que esté ligada, y subordinada, a un proceso de reconstrucción política de mayor alcance.
Junio 2007
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Pedro Casas es activista del movimiento vecinal
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