¿Ilusión Monetaria

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Al Final del Día…
Dinero es Dinero
A. Wong y M. Rodríguez
“Hemos estandarizado todas las unidades de medida comercial excepto
la mas importante y universal de todas, la unidad de poder adquisitivo.
¿A quién se le ocurriría hacer un contrato en términos de yardas de tela
o toneladas de carbón, y dejar la longitud de la yarda o el peso de la
tonelada a cuestiones aleatorias? ….Hemos estandarizado la unidades
de electricidad, el ohm, el kilowatt, el ampere y el volt. Pero el dólar
todavía se encuentra sujeto a los caprichos del oro.”
Irving Fisher, 1913.
“En el pasado íbamos al mercado con dinero en la bolsa del pantalón y
regresábamos con mercancía en una canasta. Ahora vamos al mercado
con dinero en una canasta y regresamos con mercancía en la bolsa del pantalón.”
Alguna vez lo escuché en una clase de Economía.
Abstract
The tendency to think in terms of nominal monetary values instead of real
values has a long tradition in economics. The dependency to rely on
nominal evaluations is not due to strategic or motivational aspects; rather, it
is due to the ease, universality, and salience of the nominal representation.
Money illusion refers to something else, it covers such aspects whereas
people rely on “mental accounts” to categorized different types of money.
Also, the effect that foreign currency; money denomination; and other
variables have on decisions concerning money, are covered in this article.
KEYWORDS: Money Illusion; Gestalt Theory; Marginal Propensity to
Consume
Abstracto
La tendencia a pensar en términos monetarios nominales en lugar de
términos monetarios reales tiene una larga tradición. La dependencia de
utilizar la evaluación nominal no es por aspectos estratégicos o
motivacionales, sino que se utiliza por la facilidad y aceptación universal
de la representación nominal. Ilusión monetaria no solo cubre este
fenómeno, sino que abarca aquellos aspectos donde la gente utiliza
“cuentas mentales” para encasillar diferentes tipos de dinero. Decisiones
diferentes en cuestión de dinero también se ven afectadas por transacciones
en moneda extranjera y la denominación de los billetes.
PALABRAS CLAVE: Ilusión Monetaria, Teoría Gestáltica, Propensión
Marginal al Consumo
I.
Introducción
Gran parte de la literatura económica descansa en el supuesto de que la gente es
racional en su toma de decisiones. De hecho, esta gente racional es representada por el
llamado Homo Economicus quienes se caracterizan por tener preferencias bien
definidas y estables a través del tiempo; por ser egoístas; procesadores de información
ilimitada; maximizadores de utility de acuerdo a algún modelo normativo, el cual en la
mayoría de los casos es alguna versión de los modelos de expected utility 1 y subjective
expected utility (von Neumann and Morgenstern, 1944; y Savage 1954) y donde una de
sus características es que cuando los agentes económicos se enfrentan a riesgo e
incertidumbre, su estado emocional no afectará la toma de decisión.
Sin embargo, se ha demostrado que, en cuestiones de dinero, la gente actúa de
manera diferente a como lo predicen los modelos normativos en economía; de hecho
estos comportamientos anómalos son sistemáticos y en una misma dirección, lo cual
hace que sean altamente predecibles. Es importante que el tomador de decisiones tome
conciencia de estas anomalías para mejorar las consecuencias esperadas de su toma de
decisión.
A continuación se mencionarán aquellas anomalías mas importantes
relacionadas con la toma de decisiones monetarias.
II.
Sesgo hacia el Todo
En la psicología de Gestalt se establece que la percepción del todo es mas, o al
menos diferente, que la percepción de la suma de las partes. 2 Pero, ¿Por qué el todo y
las partes que lo componen se perciben diferente? La diferencia, si aceptamos la teoría
Gestalt, surge porque las características gestálticas que se encuentran inherentes en el
todo, no se encuentran en las partes. Esto es, características como simetría, cohesión, y
bondad de forma, permiten que el todo sea codificado mas eficiente y económicamente
que sus partes (Mishra, et al., 2006). Además, otras investigaciones (Pomerantz, et al.,
1977) han demostrado que los todos pueden procesarse mas rápido y de manera mas
segura que las partes que los componen. Por lo tanto, el todo es procesado de manera
mas fluída que las partes que lo constituyen dado que el todo tiene propiedades
gestálticas que las partes no poseen.
En cuestiones de dinero, todo parece indicar que las características gestálticas
también se aplican. Se ha demostrado (Mishra et al., 2006) que las propiedades
gestálticas de cohesión y economía se perciben mas rápidamente en billetes grandes que
en billetes pequeños. En otras palabras, estos investigadores determinaron que
1
La palabra Utility parece no tener una traducción apropiada en español; al menos no la conocemos. Un
concepto que utilizaremos en el presente trabajo es que utility algo que nos gustaría tener de más, algo
que nos genera un beneficio o sentimiento de mejora.
2
La psicología Gestalt es una teoría sobre la mente y el cerebro que propone que el principio operacional
del cerebro es holístico, paralelo, y análogo, con tendencias de auto-organización; en otras palabras, que
el todo es mas grande que la suma de sus partes.
consistentemente existe una valuación diferente en el dinero; ellos denominan este
fonómeno como el “sesgo hacia el todo” (bias for the whole); también, demostraron
que, por ejemplo un billete de $100 dólares se percibe de manera diferente que 10
billetes de $10 dólares. Además, un solo billete tiene una sola interpretación de valor—
$100; mientras que una cantidad equivalente en billetes menores (e.g., 10 billetes de
$10) no posee las propiedades gestálticas ya que los billetes retienen sus características
individuales. Estos billetes pueden se combinados para formar diferentes valores—
$$20, $50, o $100—obstaculizando el procesar una sola cantidad de valor total. Por lo
tanto, dinero en forma de un todo es procesado mas fluídamente que sus partes. El
procesar mas fluídamente cierta información genera una experiencia subjetiva de que la
información se procesa de manera sencilla y fácil, generando una tendencia a quedarse
con el dinero en forma de todo y gastar el dinero en forma de partes.
Mishra et al., 2006 demostraron que la gente tiene la tendencia a guardar dinero
en forma de billetes grandes y un deseo de gastar cuando la misma cantidad de dinero se
encuentra compuesta de billetes pequeños. Existe una marcada inclinación a no
gastarse el dinero o intercambiarlo por otros objetos cuando el dinero esta representado
por un solo billete. Estos descubrimientos se originan de varios experimentos que
robustecen la conclusión que podemos coloquilmente parafrasear de la siguiente
manera: “He observado que soy renuente a gastar billetes grandes, por lo que si quiero
ahorrar, cuando cobre mi sueldo debo convertirlo en billetes grandes.” Este resultado
tiene suma importancia si tomamos en cuenta que mas de $1.3 trillones de dólares (en
EUA) son utilizados anualmente en transacciones al detalle y de aquí la importancia de
cómo las denominaciones que utilicen los cajeros automáticos y los bancos, afectarán de
alguna manera la decisión de ahorro-consumo.
Una implicación importante sobre este descubrimiento, es que el dinero
generalmente se considera como un medio de intercambio; sin embargo, parece ser que
el dinero no solamente es percibido como una medida de intercambio sino como un
objeto de evaluación propio, lo cual debe ser de mucho interés para las teorías de
comportamiento del consumidor.
“Centavos por Día” es otra estrategia que de cierta manera muestra ilusiones
monetarias. Esta estrategia es ampliamente utilizada en mercadotecnia con el objeto de
hacer que los productos y/o servicios parezcan mas atractivos a los consumidores. Por
ejemplo, los negocios que publican revistan empezaron a utilizar esta estrategia al
mencionar el costo de suscripción en una base a revista emitida, en lugar de una
suscripción total; o sea, si la suscripción anual es de $1,200, estos negocios publicitaban
que la suscripción solamente cuesta $100 por revista o $3.33 pesos por día. Las
investigaciones existentes demuestran una efectividad de entre el 10—40% cuando se
compara contra la suscripción anual. Considere la publicidad sobre telefonía de larga
distancia, donde surgió una competencia intensa entre AT&T y MCI para ganar
mercado. AT&T minimiza los ahorros que ofrece MCI al desagregar los ahorros a una
cifra de centavos por minuto. Por otro lado, MCI ha decidido magnificar estos ahorros
agregando los billones de dólares que todos sus consumidores han ahorrado al
cambiarse con ellos. Por lo tanto, la misma cantidad monetaria de ahorros puede ser
percibida de diferente manera, ya sea centavos por minuto, para defender mercado; o
muchos billones de dólares para incrementar mercado (J.T. Gourville, 1998).
Desde un punto de vista económico, la denominación del dinero no debe de
tener impacto alguno en la disponibilidad de gastarlo; independientemente de su
denominación, la decisión de gastar debe basarse solamente en los costos y beneficios
de adquirir el servicio y/o producto.
III.
Ilusión Monetaria
El término “ilusión monetaria” originalmente se refiere a la tendencia de pensar
en términos monetarios nominales en lugar de términos monetarios reales. Aún con
esta definición estrecha, no podemos negar que las implicaciones económicas y
financieras son muy importantes. Sin embargo, en este capítulo se incluyen otros temas
relacionados con el dinero y que, de igual manera, nos hacen cuestionar la racionalidad
de la gente.
El reconocimiento de “ilusión monetaria” tiene una larga tradición. De hecho,
hace casi 80 años, Irving Fisher (1928) escribió un libro completo sobre “Ilusión
Monetaria.” Dado que las transacciones económicas pueden ser representadas ya sea en
términos nominales o en términos reales, “ilusión monetaria” originalmente se refiere al
sesgo de que las determinación del valor real de transacciones económicas está
altamente influenciado por el valor nominal. Esta dependencia de utilizar la evaluación
nominal no es por aspectos estratégicos o motivacionales, sino que se utiliza por la
facilidad y aceptación universal de la representación nominal.
Lógicamente esperamos que la gente este mas consciente de la disparidad entre
valores reales y nominales en períodos de alta inflación, sin embargo, investigaciones
han demostrado (Shafir, et al., 1997) que existen residuos de “ilusión monetaria” aún en
ambientes de poca inflación. La gente tal vez recurre al análisis en términos reales
cuando la inflación es alta, pero a medida que la inflación baja, vuelven a hacer sus
análisis en términos nominales. Al final, la evaluación de las transacciones representa
una mezcla de valoraciones reales y nominales, pero con un gran ingrediente nominal.
IV. Sueldos
Se ha argumentado que el grado de satisfacción de la gente con respecto a su
sueldo/salario depende no solamente de su poder de compra sino, entre otras cosas, a
como se compara contra su sueldo anterior y mas importante, como se compara con el
sueldo de sus compañeros. Me recuerda el chiste donde el empleado, después de que su
jefe le negó un aumento de sueldo, dice: “…si no me puede dar el aumento de sueldo,
por lo menos rebájeselos a mis compañeros.”
Otras fuentes de satisfacción, con respecto al sueldo, es la interacción entre
representaciones reales y nominales. Ilusión monetaria surge cuando los individuos se
ponen felices cuando tienen un aumento en su sueldo nominal pero que con la inflación
su poder adquisitivo permanece constante. Lo que debiera interesar es el poder
adquisitivo del sueldo de la persona, no tanto la cantidad de sueldo que recibe. Shafir et
al., presenta el siguiente ejemplo:
Considere dos individuos, Ana y Bárbara, quienes se graduaron de la misma
universidad un año aparte. Al graduarse, ambas aceptaron trabajos similares en
una firma de publicación. Ana empezó con un sueldo anual de $30,000 dólares.
Durante su primer año en el trabajo no hubo inflación, y en su segundo año, Ana
recibió un 2% ($600) de aumento salarial. Bárbara también empezó con un
sueldo anual de $30,000 dólares. Durante su primer año en el trabajo, hubo un
4% de inflación, y en su segundo año Bárbara recibió un 5% ($1,500) de
aumento en su sueldo.
A inicios del segundo año en el trabajo, ¿quién piensa usted que estaba mas
contenta?
Ana = 36%
Bárbara = 64%
A inicios del segundo año en el trabajo, cada una recibió una oferta de trabajar
en otra compañía. ¿Quién piensa usted que tiene mas probabilidades de dejar su
presente empleo para irse al otro?
Ana = 65%
Bárbara = 35%
La mayoría de las personas en el experimento respondieron que la gente se pone
mas contenta y está menos disponible a cambiar de trabajo cuando tiene aumentos
nominales mayores, a pesar de tener aumentos reales menores. El atributo de estar
contenta y atractividad en el trabajo incorpora “ilusión monetaria” aún cuando un
análisis en términos reales esta fácilmente disponible y calculable. En lo referente a la
evaluación de transacciones económicos, como se mencionó anteriormente, ésta puede
presentarse en términos reales o nominales, lo cual puede resultar en diferentes
decisiones. De todos es sabido que en tiempos de inflación podemos tener una utilidad
nominal pero una pérdida real y que en épocas de deflación, podemos tener una pérdida
nóminal pero una utilidad real. Considere el siguiente ejemplo:
Suponga que Adán, Beto y Carlos cada uno recibió una herencia de $200,000
dólares y cada uno la utilizó inmediatamente para comprarse una casa. Suponga
también que cada uno vendió la casa un año después de haberla comprado. Las
condiciones económicas, sin embargo, fueron diferentes en cada caso.
Cuando Adán tenía la casa, hubo una deflación del 25%—los precios de todos
los bienes y servicios disminuyeron aproximadamente un 25%. Adán vendió la
casa en $154,000 (23% menos de lo que le costó).
Cuando Beto tenía la casa, no hubo inflación o deflación—los precios de todos
los bienes y servicios no cambiaron significativamente durante el año. Beto
vendió la casa en $198,000 (1% menos de lo que le costó).
Cuando Carlos tenía la casa, hubo una inflación del 25%—los precios de todos
lo bienes y servicios aumentaron aproximadamente un 25%. Carlos vendió la
casa en $246,000 (23% mas de lo que le costó).
Por favor mencione quien fue mas exitoso con la transacción de la casa. Asigne
un ‘1’ a la persona que hizo la mejor transacción y un ‘3’ a la persona que hizo
la peor transacción.
Los resultados fueron los siguientes:
Calificación:
Primero:
Segundo:
Tercero:
Adán
Beto
Carlos
37%
10%
53%
17%
73%
10%
48%
16%
36%
Claramente las evaluaciones se vieron influenciadas por la transacción nominal.
La respuesta mas común (moda) fue primer lugar para Carlos por casi la mitad los
sujetos, Beto segundo y Adán tercero, quien sin embargo, este último, fue el único que
tuvo una utilidad real en la transacción (pero una pérdida nominal grande.)
Evidentemente la gente tiene intuición conflictiva acerca de la diferencia entre
valuaciones nominales y reales. Podemos ver que la gente le dio mas importancia a los
resultados nominales que a los resultados reales, este comportamiento viola claramente
lo prescrito en teoría económica.
Los estándares de justicia y moral parecen afectar significativamente el
comportamiento humano. Kahneman, et al. (1986) presentan un número de hallazgos
en relación a la percepción de la gente en cuanto a moralidad y justicia, algunos de ellos
relacionados con “ilusión monetaria.” Uno de esos hallazgos fue a través de entrevistas
telefónicas, donde se le pidió a la gente que evaluara que tan justo fue un tendero quien
tenía en su inventario latas de mantequilla de cacahuate para varios meses. El tendero
escucha que el precio al mayoreo de las mencionadas latas ha aumentado y el
inmediatamente incrementa el precio de su producto. Setenta y nueve porciento de los
sujetos encontraron este comportamiento como injusto. El hecho de que la utilidad real
del tendero (por vender y reponer, no por inventariar) permanece sin cambio no parece
ser justificación válida. Para la gente, lo injusto es obtener altas ganancias nominales
sobre un producto que ya se tenía en el inventario, aún cuando las utilidades reales sean
de cero.
V.
Moneda Extranjera
Otro efecto similar pero diferente es el relacionado al valor de las transacciones
cuando éstas se realizan en moneda extranjera. Existe mucha evidencia anecdotal de
que la gente trata y utiliza la moneda extranjera de manera diferente a como utilizamos
la moneda de origen. Un fenómeno es el llamado “dinero de Mickey Mouse,” donde la
gente trata a la moneda extranjera como si fuera dinero de “mentiras” y termina
sobregastando o sobrepagando en transacciones comerciales. Aún cuando la gente esta
consciente del tipo de cambio y se esfuerzan por hacer los cálculos apropiados, todo
parece indicar que después de cierto tiempo detienen estos cálculos y empiezan a pensar
en términos de la moneda extranjera, lo cual genera ciertos sesgos en la valuación de las
operaciones comerciales.
Por ejemplo, Raghubir y Srivastava (2002) llevaron a cabo una investigación
donde demostraron que existe una diferencia sistemática en el comportamiento de la
gente al gastar con moneda extranjera. Lo importante es que esta diferencia se explica
por el tipo de cambio, esto es, la moneda extranjera puede representarse como un
múltiplo de la moneda local cuando ésta representa varias veces la moneda extranejera
(por ejemplo: 1 US dólar = 11 pesos mexicanos). Por otro lado, la moneda extranjera
puede representarse como una fracción de la moneda local cuando la moneda local
representa una fracción de la moneda extranjera (por ejemplo: 1 US dólar = 0.52 de
libra esterlina). Estos investigadores demostraron que la gente tiende a sesgarse hacia el
valor nominal de la moneda extranjera no haciendo los ajustes necesarios por el tipo de
cambio. En otras palabras, cuando una unidad de la moneda local es igual a un alto
valor nominal extranjero (por ejemplo, 1 US dólar = 9,100 Rupiahs de Indonesia; 965
Wons de Korea del Sur) la gente sistemáticamente tiende a gastar menos. Pero cuando
una unidad de la moneda local es igual a una fracción de la moneda extranjera (por
ejemplo: 1 US dólar = 0.29 Dinares de Kuwait; 0.33 Liras de Malta), el efecto es
opuesto; la gente tiende a gastar de mas. En resumen, la gente tiende a gastar de menos
(al asignarle un valor mayor a la moneda extranjera) cuando el valor nominal de la
moneda extranjera es un múltiplo de una unidad de la moneda local. Por otro lado,
cuando la moneda extranjera es una fracción de una unidad de la moneda local, la gente
sistemáticamente gastará de mas (al asignarle un mayor valor a la moneda extranjera).
Todo esto indica que el valor nominal de la moneda extranjera tiene un efecto
sistemático en el valor que la gente le asigna a tal moneda.
VI.
Contabilidad Mental
Se ha comprobado (Thaler , 1985) que la mayoría de la gente asigna diferente
valor a diferentes tipos de dinero; dependiendo de cómo se obtuvo, cómo se guarda y
cómo se gasta. Es muy común escuchar amigos que estuvieron en Las Vegas decir que
se divirtieron mucho jugando a la ruleta o al 21, con “dinero de la casa.” Al inicio
tuvieron suerte ganando y eventualmente perdieron, sin embargo, el dinero que habían
ganado no era real para ellos, ya que ese dinero pertenecía a la casa. Sabemos que en
Las Vegas la casa generalmente gana porque las probabilidades están ligeramente a su
favor; sin embargo, otra razón muy poderosa, es porque cuando la gente va ganando,
ésta sigue jugando bajo la creencia que tal dinero es, al fin de cuentas, dinero de la casa
y no dinero de ellos; por eso, a la larga, la mayoría de la gente tiende a perder; tal vez
por esta razón existe la creencia de que solamente existen dos tipos de gente que van a
Las Vegas: a) los que pierden dinero y b) los mentirosos. Esta tendencia, de valorar
cierto dinero menos que otro, es una fuente importante de errores en la toma de
decisiones relacionada con dinero.
Al parecer, la gente utiliza varias cuentas mentales para encajonar diferente tipo
de dinero en cada una de ellas; dependiendo de nuestras necesidades sociales y
económicas así como la información que poseemos; esto es, basamos nuestras
decisiones financieras en base a como asignamos el dinero a cada una de las diferentes
cuentas. En el jargón económico esto significa que la propensión marginal al consumo
(PMC) es diferente para cierta cantidad de riqueza. Teoría económica establece que un
peso que se obtiene al ganar una rifa, debe tener la misma PMC que un peso que se
obtiene como producto de un trabajo honesto. Sin embargo, la realidad nos muestra
algo diferente, por ejemplo, trate de responder, lo más fielmente posible, los dos
siguientes escenarios:
Imagínese que había comprado un boleto para ir a ver a Luis
Miguel. Una vez que se encuentra en el teatro, se da cuenta que el
boleto, el cual le había costado $1000, lo acaba de perder.
¿Gastaría otros $1,000 para ver el concierto?
Ahora, imagínese el mismo escenario, solamente que planea comprar el boleto
cuando llegue al teatro. Una vez en la ventanilla, se da cuenta que se le
perdieron $1,000. Usted todavía trae dinero suficiente en su cartera para
comprar el boleto. ¿Compraría el boleto?
Aún cuando ambos escenarios presentan una pérdida de $1,000, así como el
prospecto de gastar otros $1,000 para ver el concierto, la mayoría de la gente responde
negativamente en la primera versión y de manera positiva en la segunda. La razón parece
ser que en el primer escenario, la gente piensa que el concierto les cuesta $2,000 (costo de
dos boletos) lo cual puede ser mucho aún para ir a escuchar a Luis Miguel; sin embargo, en
la segunda versión, la gente considera la pérdida del dinero y la compra del boleto, como
dos eventos completamente separados y los contabiliza en dos catergorías independientes.
Este comportamiento se valida cuando vemos como la gente percibe el valor del
dinero cuando utiliza tarjeta de crédito vs. pagar en efectivo. El dinero de tarjeta de
crédito es abaratado porque no existe la sensación de perder poder de compra, induciendo
a la gente a gastar dinero que de otra manera no lo hubiera hecho. Lo irónico es que el
dinero que gastamos con la tarjeta es, por lo general, más costoso por el interés de 30%+
que típicamente cargan los bancos mexicanos. Como consecuencia, al utilizar tarjeta de
crédito no solamente aumentan las probabilidades de gastar más, sino también aumentan
las probabilidades de pagar más de lo que se hubiera pagado en efectivo. El peligro de esta
cuenta mental se refleja en la tendencia alarmista que se tiene en Estados Unidos en cuanto
a la deuda por tarjetas de crédito. Aún cuando las estadísticas son muy variadas, el saldo
promedio en las tarjetas de crédito van desde $1,900 a $10,000 dólares y donde cada hogar
tiene de 5 a 15 tarjetas de crédito. Debido a que los intereses financieros (en EUA) oscilan
alrededor del 20%, los americanos pagan alrededor de $100 billones de dólares por este
concepto. Mucho de este comportamiento es la tendencia a devaluar el dinero gastado con
tarjeta en comparación a pagarlo en efectivo, todo esto a pesar de que los dineros son
equivalentes. Una investigación llevada a cabo por dos profesores del Massachusetts
Institute of Technology (MIT) estudió el comportamiento de la gente al tratar de comprar
boletos (en subasta) para ver al equipo de basketball de los Celtics (hay que mencionar que
estos boletos son altamente demandados). La investigación se diseñó de tal manera que la
mitad de la gente tenía que utilizar tarjeta de crédito, mientras que la otra mitad tenía que
utilizar efectivo. El resultado: la gente que utilizó tarjeta de crédito ofreció en promedio el
doble de lo que ofreció la gente que estaba dispuesta a pagar en efectivo. Podemos ver
bien lo peligroso que es, no solo para nuestras finanzas personales sino para decisiones
financieras en general, el no estar conscientes de este efecto,
Una situación similar surge cuando la gente mentalmente categoriza cierto dinero
como algo sagrado que no debe tocarse. Más específicamente, fondos de retiro o fondos
para emergencias, o tal vez fondos para la educación de nuestros hijos (generalmente
invertidos en cuentas de ahorros que dan bajos intereses). En estos casos, se ha
comprobado que las personas prefieren pedir prestado al banco o utilizar la tarjeta de
crédito antes de utilizar, por ejemplo, el fondo de emergencia; según ellas, el fondo de
emergencia es precisamente para utilizarse en casos de emergencia. En la mayoría de los
casos es mejor utilizar el fondo de emergencia y cuando realmente llegue a suceder una
emergencia, entonces utilizar la tarjeta de crédito.
Tendemos a separarar nuestras finanzas personales en otro comportamiento común,
tal vez causado por utilizar “casilleros mentales” de diferente tamaño, como la tendencia a
pensar en términos relativos en lugar de pensar en términos absolutos.
VII.
Lo compro para consumirlo mas tarde
Se ha comprobado que la gente tiene diferentes percepciones sobre el valor de los
productos cuyo consumo esta temporalmente separado de la compra (Shafir y Thaler, en
prensa). Primero, la gente puede no sentir que gasta dinero cuando hacen compras que
se consideran como inversiones ya que se consumiran en el futuro. Segundo, la gente
percibe que, cuando consumen el producto, éste no les cuesta nada. Cuando el producto
se compra y se consume inmediatamente o en el futuro cercano, no existe cambio de
valor, el cual generalmente es igual al costo histórico.
Shafir y Thaler utilizan el ejemplo de comprar un vino fino para tomarse años mas
tarde. Estos investigadores encontraron lo siguiente:
•
El consumo de un producto comprado mucho antes, a menudo se considera
como “gratis”, o aun mejor, como un evento donde se ahorró dinero.
•
Compras que se hacen por adelantado típicamente se consideran como
inversiones en lugar de gastos.
•
Cuando un producto no se consume como se había planeado (la botella de vino
se quiebra o se la roban), entonces aparece un sentimiento de pérdida, y el costo
de esa pérdida se asocia con el costo de reemplazo del producto, principalmente
si es probable que el reemplazo ocurra.
•
La utilización o consumo del bien tal y como se había planeado, no produce
sensacion de amortizar el costo, mas bien, el consumo de considera como
“gratis”.
Esta percepción de “invierta ahora, consuma despues y nunca gaste” genera ciertas
ventajas para los vendedores quienes trataran de utilizarla en sus consumidores
potenciales. El siguiente ejemplo nos ayudara a comprender mejor:
Muchos de los hogares urbanos poseen uno o dos carros con ciertos gastos
(depreciación, seguro, mangtenimiento, etc.) que generalmente exceden el costo de
tomar taxis o rentar un carro. Claro, existen ciertas conveniencias de poseer un carro,
pero si los gastos de tener un carro sobrepasan los gastos de taxis o renta, entonces
pueden existir otras razones ademas de la conveniencia que hacen que la gente compre
sus carros. Cuando la dueña de un carro lo utiliza para ir de compras, varias
investigaciones han demostrado que el costo de tal evento se considera esencialmente
cero (asumiendo que el estacionamiento es gratis). Por otro lado, el viaje redondo en
taxi sin duda alguna se codificara como un gasto de $150/200 pesos. Similarmente,
gastar $3,000 para rentar un carro para hacer un viaje al campo se consideraria como un
gasto extravagante. ¿Cómo puede la gente gastar $100,000 al año para tener un carro
con el objetivo de ahorrarse $50,000 anuales en taxis y rentas de carros? Racionalmente
es muy dificil defender tal comportamiento.
VIII. Relativo vs. Absoluto
Imagine que usted va a comprar una chamarra con precio de $10,000 pesos y
una calculadora con precio de $50. El vendedor le informa que la calculadora que desea
comprar se encuentra en oferta a $20 en otra sucursal, la cual se encuentra a 5 minutos
de distancia. ¿Manejaría a la otra sucursal para ahorrarse $30 pesos?
Este problema es sencillo, existe un beneficio esperado de $30 pesos y el costo,
aún cuando un poco difícil de estimar, incluye manejar 5 minutos adicionales, encontrar
estacionamiento, buscar la tienda, etc. Dado que el ahorro potencial se asocia con la
calculadora, el precio de la chamarra no interviene en la toma de decisión. Se ha
demonstrado (Thaler, 1985) que el deseo de manejar los 5 minutos para ahorrarse $30
está inversamente relacionado al precio de la calculadora (mientras más barata la
calculadora, el ahorro se percibe mayor) e independiente al precio de la chamarra.
Para probar esta predicción, se construyó otra versión del problema en el cual el
precio de la calculadora ahora es de $10,000 y de $9,970 en la sucursal, mientras que el
precio de la chamarra se estableció en $50. Los resultados fueron los esperados, el 68%
de las personas estaría dispuesta a manejar los cinco minutos cuando el precio de la
calculadora es de $50 pero solamente el 29% lo haría cuando el precio de la calculadora
es de $10,000. En la primera versión, el sujeto piensa que se esta ahorrando un 60%
(i.e., 30/50), mientras que en la segunda versión piensa que solamente se ahorra menos
del 1%, aún cuando en ambas versiones el beneficio y el costo son iguales. Esto
demuestra que la gente plantea ciertos problemas en forma relativa en lugar de términos
absolutos; esto es, un peso de descuento sobre una operación de $10 se considera mejor
que un peso de descuento sobre una operación de $50. Esto es consistente con lo que
Kahneman y Tversky (1979) argumentan que la “sensibilidad decreciente” refleja parte
de la naturaleza humana: “es más fácil para los humanos detectar un cambio de
temperatura de 3 a 6 grados que uno de 23 a 26 grados,” lo cual va encontra de la teoría
racional de utility donde solamente la cantidad absoluta es importante.
Ciertos negocios entienden perfectamente este tipo de comportamiento. Es muy
común que en compras grandes (refrigeradores, TV’s, estéreos, etc.) se ofrezcan seguros
de garantías adicionales; entonces, al comprar un refrigerador de $12,000 es muy
“sensato” comprar una póliza que solamente cuesta $1,000 y que extiende la garantía
por dos años adicionales. Sin embargo, esa misma póliza no se compraría en una fecha
diferente, ya que no se tendría una cantidad grande ($20,000) contra la cual el costo del
seguro ($1,000) se vea comparativamente pequeño. Estas observaciones van en contra
de la teoría racional del comportamiento del consumidor, la cual especifica que la
acción preferida debe ser aquella en la cual cantidades absolutas y no relativas deben de
considerarse en la toma de decisión. Sin embargo los consumidores a menudo no se
comportan como predice la teoría económica, ya que en su análisis no solamente
consideran la cantidad diferencial de dinero, sino también cuánto representa en
porcentaje. Cuando un consumidor tiene que decidir entre escoger un vuelo de avión
que sales a las 10 AM en lugar de las 7 AM, su proceso parece tener dos partes en su
cerebro, lo cual hace que haga dos consideraciones diferentes: por un lado esta lo que
asume economía clásica, la cual puede ser algo parecido como “¿cuántos dólares estoy
dispuesto a pagar por poder levantarme tres horas mas tarde?” Por otro lado, sin
embargo, se esta pensando ¿qué porcentaje del valor del boleto estoy dispuesto a pagar
para poder levantarme tres horas mas tarde?”
Mientras los economistas asumen que la gente debe solamente tomar en cuenta
cantidades absolutas de dinero, varios textos en mercadotecnia y comprtamiento del
consumidor a menudo toman el enfoque opuesto, aseverando que los consumidores
solamente se preocupan por porcentajes. Personalmente pienso que los economistas
están correctos en el deber ser, pero los expertos en mercadotecnia están correctos en la
descripción de cómo se comportan actualmente los consumidores; como por ejemplo en
la aseveración siguiente: “Los markups y markdowns solamente pueden interpretarse
fielmente si se expresan en porcentaje sobre el precio original. Los comerciantes han
sabido por mucho tiempo que los markdowns de menos del 20% no son considerados
por los consumidores” (O. Azar, 2001).
IX. Resumen
Los ejemplos mencionados en este capítulo se apartan sistemáticamente de lo
que prescribe teoría económica. Este comportamiento sistemático ha sido observado en
una multitud diversa de gente (estudiantes, maestros, ejecutivos, amas de casa,
legisladores, etc.), bajo una diversidad de conceptos (compras de productos de
consumo, adquisición de bienes de capital, intercambio de activos, percepción de
justicia y moral, etc.), lo cuál estamos seguros proporciona evidencia contundente de un
comportamiento irracional. Es necesario tomar en cuenta estas desviaciones
sistemáticas en la predicción, entendimiento y la toma de decisión.
Bibliografía
Azar, O.H. (2001), “Do People Think about Dollar or Percentage Differences?
Experiments, Pricing Implications, and Market Evidence,” Job Market Paper, pp. 1-59.
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