Buho real - centrobarnabitas

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Fichas faunísticas Natusport. Noviembre 2012. Búho real.
FICHAS FAUNÍSTICAS NATUSPORT
BÚHO REAL Bubo bubo (Linnaeus, 1758)
J. ARÉVALO ROMERO (Biólogo)
Natusport. Centro de Actividades Barnabitas (Palencia)
Descripción.
Es imposible confundir al búho real con ninguna otra rapaz nocturna porque
es la de mayor tamaño que existe. Además, el variado contraste del color de su
plumaje lo hace único si existe la posibilidad de verlo al anochecer o con las
primeras luces del alba. La parte superior del tronco, visto de frente, tiene
numerosas barras de color marrón oscuro sobre un fondo de tonalidades leonadas.
En la frente muestra numerosas motas que llegan a la nuca hasta formar rayas
gruesas que se prolongan por los laterales del cuello. El color está formado por un
entramado de motas más o menos oscuras sobre un fondo más claro que se
extiende por las plumas de vuelo. Otra de las características destacables de esta
especie son las “orejas” o “cuernos” que son oscuros y eréctiles.
Longitud (cm)
59-73
Envergadura (m)
1,38-1,7
Peso (kg)
1,5-4
Tabla 1. Medidas corporales del búho real (Bubo bubo) (la longitud está medida de la punta de la cola a
la punta del pico y todos los valores son promedios) (Hume, 2002).
A diferencia de otras especies como el cárabo (Strix aluco), el disco facial no
está tan bien delimitado. El área semicircular situada entre el ojo y el pico tiene un
color crema claro pero el resto del disco facial tiende al pardo rojizo, con pequeñas
manchas que se vuelven más densas hacia el borde, dando una sensación de estar
enmarcado. El blanco aparece en la garganta y el mentón y va descendiendo hasta
la parte central del pecho, por ello puede aparecer una división de tamaño variable
entre esta zona y el negro listado que comienza a continuación. Este listado se
vuelve más difuso a medida que bajamos a las partes inferiores. El color
predominante de fondo, sobre el que destaca este barrado, es el pardo leonado.
Las plumas de vuelo, en concreto las primarias y las secundarias, también son de
color leonado pero más oscuro, con pequeñas motas gris pardo y dibujadas con
unas cinco líneas gruesas pardo negruzcas. Al igual que en otras regiones
corporales, el pardo también se impone en la cola pero con matices rojizos, seis
barras algo más oscuras y motas pardo gris negruzcas. Las plumas primarias de
mayor longitud tienen unas coberteras con el extremo pardo oscuro formando una
media luna oscura en la proximidad de la articulación alar. La parte ventral de las
plumas de vuelo es gris pardo tendiendo a gris pardo oscuro desteñido hacia el
extremo. Este patrón es particularmente evidente en las primarias. En las mitades
externas de las plumas de vuelo se muestra un barrado grisáceo pardo oscuro. El
pico y las uñas son negros, y el iris anaranjado (Mikkola, 1983).
Hábitat.
Hace años era frecuente encontrarlo en un gran número de formaciones
boscosas en la que criaba. Actualmente se ha vuelto mucho más exigente y no es
fácil encontrar una pareja de búho real salvo en regiones montañosas aisladas y
lugares inaccesibles por su verticalidad o cobertura vegetal (Rodríguez de la
Fuente, 2003).
Sauer (1983) indica que a pesar de tratarse de una especie adaptable, la
persecución humana y las alambradas asociadas al uso agrícola afectan
negativamente a su presencia. Omitiendo estas salvedades, sus requerimientos
principales son la disponibilidad de alimento y de enclaves rocosos donde poder
instalar su nido.
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Otra de las variables que pueden afectar al búho real es el hábitat en el que
vive su presa principal. En aquellas regiones donde el conejo constituye su base
alimenticia, el matorral donde este mamífero desarrolla la mayor parte de su vida,
parece ser de gran importancia (Martínez y Zuberogoitia, 2003). Ortego y Díaz
(2004) en un estudio llevado a cabo en un área de la provincia de Toledo,
consideraron a la irregularidad topográfica y la distancia a arroyos como los
mejores predictores de la presencia de nidos de búho real. Los autores indicaron
que esta selección positiva podía ser debida a la preferencia de zonas seguras de
nidificación y/o con alta abundancia de presas.
En ocasiones, como en la Rioja Alavesa, los búhos reales pueden seleccionar
áreas muy antropizadas situadas a altitudes relativamente bajas (Illana et al.,
2010). No se trata de la situación más común ya que, como exponen Penteriani y
colaboradores (2001), la viabilidad de estos núcleos poblacionales en estos
ambientes, puede verse amenazada por una elevada mortalidad no natural
producida por atropellos, electrocuciones o la persecución humana.
Distribución.
A nivel mundial, se distribuye por la mayor parte de Eurasia y el norte de
África (Mikkola, 1983). Es notable su ausencia o escasez en Gran Bretaña, el norte
de Francia, Holanda y Dinamarca (Martínez de Lecea et al., 2006).
En España su área de distribución es amplia salvo en la costa cantábrica y
regiones del noroeste peninsular. Su presencia es evidente sobre todo en el centro
y en el sur de España, Extremadura y Levante. Está ausente en las Islas Baleares y
Canarias, al igual que en Ceuta y Melilla. Las variaciones que puede sufrir a nivel
local pueden estar condicionadas por la disponibilidad de conejo (Oryctolagus
cuniculus), que constituye una de las principales fuentes de alimento en este país.
Como es sabido, las fluctuaciones de este lagomorfo son debidas a la mixomatosis,
la enfermedad hemorrágico vírica y las gestiones cinegéticas inadecuadas (Martínez
y Zuberogoitia, 2001; Martínez y Calvo, 2002). A pesar de ello, hay poblaciones
que se muestran estables a pesar de la escasez de esta presa (Serrano, 1998).
Como ya hemos apuntado, es capaz de adaptarse a una gran diversidad de
hábitats. Une ejemplo de ello son las áreas semidesérticas sin árboles, los amplios
bosques eurosiberianos, cortados y zonas de matorral (Gil-Sánchez et al., 1999;
Martínez y Calvo, 2000; Martínez et al., en prensa).
Aspectos biológicos.
Alimentación.
La alimentación del búho real siempre ha sido un tema controvertido. Los
habitantes del medio rural y el sector cinegético, en muchas ocasiones lo
consideran un enemigo de las especies objeto de caza. Si bien es cierto, que
algunas de ellas constituyen parte de su espectro alimenticio, éste es mucho más
amplio y está sujeto a múltiples variaciones locales relacionadas con la
disponibilidad de sus presas habituales. Se puede decir que la dieta del búho real
muestra una gran variabilidad y que el rango de tamaño de las presas que consume
puede ir desde una liebre hasta pequeños artrópodos.
Rodríguez de la Fuente (2003) hace referencia a un estudio llevado a cabo
en Suecia en el que se obtuvieron los siguientes datos: de 487 presas, 270 eran
mamíferos (209 roedores, 37 ardillas, 21 liebres, 1 gato y 2 mustélidos). Otras 158
eran aves (41 gallináceas, 23 anátidas, 1 somormujo, 3 fochas, 1 chocha perdiz, 1
zarapito real, 17 láridos, 9 rapaces diurnas, 4 nocturnas, 1 paloma, 1 cuco, 46
córvidos y otra 5 aves no identificadas). El resto lo formaron 2 reptiles, 4 batracios
y 53 peces. En cambio, en un análisis efectuado en diversas localidades extremeñas
de 506 presas, 306 eran conejos, 42 perdices, 70 ratas de agua, 35 aves de
mediano tamaño, 16 erizos, 6 liebres, 20 sapos de espuela, 4 grajillas, 1 cernícalo,
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1 mochuelo, 1 ánade real, 1 gato montés, 1 pez (barbo) y coleópteros. Según
Zuberogoitia y colaboradores (2003) en Vizcaya la dieta del búho real se basa en
roedores con preferencia por las ratas y en parte por los erizos y las aves.
En función de estos datos, se puede decir que el búho real se alimenta
básicamente de mamíferos entre los que destacan los roedores y los lagomorfos.
Su alimentación es complementada con una gran variedad de presas pertenecientes
a otros muchos grupos zoológicos. Es significativa la presencia en su dieta de
depredadores como carnívoros de pequeño o mediano tamaño y rapaces diurnas y
nocturnas. Por este motivo está considerado como un superpredador.
Reproducción.
Los nidos suelen encontrarse en roquedos de cierta inaccesibilidad. En raras
ocasiones nidifica en el suelo y si esto ocurre, este lugar se encuentra densamente
rodeado por vegetación. No es frecuente que use árboles para instalarse aunque sí
suele serlo en áreas del centro y el norte de Europa. La altura a la que se
encuentran estos emplazamientos es muy variable y puede oscilar desde unos
pocos metros hasta 40. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, los nidos
están protegidos por cavidades con una repisa superior que los aísla ligeramente
del clima. Esta protección también la puede ofrecer un árbol de bajo porte o un
matorral. De hecho, suele ser una característica que ayuda a la hora de localizar los
posaderos de los búhos reales. La presencia de un arbolillo en las entradas de las
repisas es una pista de la posible presencia de la especie, siempre y cuando se
tengan referencias de ello. Al parecer suelen seleccionar las umbrías, quizás porque
la presencia de una mayor cobertura vegetal les aporta protección e inaccesibilidad.
El celo comienza a principios del invierno. Los machos emiten su típico canto para
atraer a las hembras que responden al reclamo. El vuelo nupcial consiste en una
serie de vuelos y planeos, y la ceremonia termina con una danza ejecutada por el
macho alrededor de la hembra. Las parejas de búho real permanecen juntas de por
vida. Las puestas suelen ser de 5 huevos que son incubados durante 7 semanas. Es
el macho el que aprovisiona a la hembra durante este período. Sin embargo, ésta
no se alimenta en el nido sino en un posadero cercano para no delatar su ubicación.
Las puestas se suceden con dos días de diferencia y por este motivo, los primeros
pollos en nacer suelen ser de mayor tamaño que los últimos. En épocas de escasez
de alimento no es raro que los pollos más jóvenes mueran y sean consumidos a
manos de sus hermanos mayores. Este fenómeno se denomina cainismo y se ha
interpretado como un mecanismo de regulación de las poblaciones. Los jóvenes
abandonan a una edad muy temprana el nido. Con sólo tres semanas se desplazan
a saltos por sus inmediaciones y con un mes emprenden sus primeros vuelos. Estos
episodios, aunque con ciertas excepciones en función de la localidad, suelen ocurrir
a finales de marzo o principios de abril (Rodríguez de la Fuente, 2003). Se ha
observado algún caso de cría cooperativa, en la que un miembro ajeno a la pareja
reproductora ha colaborado, al menos puntualmente, en la crianza de los polluelos
(Martínez et al., 2005). El grupo familiar se disgrega en otoño y los jóvenes
comienzan la búsqueda de un territorio en el que establecerse (Illana et al., 2010).
Costumbres.
Se trata de una especie sedentaria con un marcado carácter territorial.
Algunas poblaciones que durante la mayor parte del año viven en zonas
montañosas pueden bajar a terrenos de menor altitud con la llegada del invierno
(Blanco y González, 1992).
El búho real caza de forma muy similar a otras rapaces nocturnas. Acecha
desde una percha mientras intenta detectar a la presa mediante el oído y
realizando movimientos de aproximación. Un hecho relevante que se ha podido
observar es su actividad crepuscular con fines cinegéticos. Esta actividad puede
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volverse hasta diurna si aparecen fenómenos climáticos como niebla o gran
nubosidad. También suele practicar el rececho, volando a baja altura con el fin de
sorprender a alguna presa mientras se está alimentando. Es una técnica que utiliza
para capturar conejos (Rodríguez de la Fuente, 2003).
En muchas ocasiones, el canto del búho real y el de otras aves rapaces
nocturnas se ha interpretado como un mecanismo de defensa territorial o de
interacción sexual para atraer a las hembras. Según Illana y colaboradores (2010),
el canto es monótono, constituido por dos sílabas y audible a grandes distancias. Se
puede escuchar a 1,5 km en cualquier condición y a 4 km si son favorables. En un
estudio realizado en Alicante por Martínez y Zuberogoitia (2003) se comprobó que
una de las variables que se relacionaban con la duración del canto del búho real era
el porcentaje de matorral del territorio. Esta variable también estaba vinculada con
la disponibilidad de conejo y por ello podría ser indicativa de la calidad del
territorio. Es durante la etapa que precede a la puesta cuando la territorialidad se
vuelve más rígida y la emisión de reclamos es máxima y en general, desde finales
de octubre hasta principios de marzo es cuando los adultos exhiben una actividad
vocal más intensa (Delgado y Penteriani, 2007). Los cantos no se emiten con la
misma frecuencia durante toda la noche, sino que tienen picos máximos entre 1 y 3
horas después del ocaso (Mikkola, 1983). Existen muchas variables que pueden
afectar al comportamiento vocal de la especie. A modo de ejemplo, Penteriani y
colaboradores (2010) comprobaron que las fases lunares tienen influencia sobre
este aspecto. Vieron que los búhos que cantaban al amanecer y al anochecer,
dejaban de cantar o lo hacían con menos frecuencia si no había luz de luna. Por el
contrario, los cantaderos eran más altos si la había.
Población.
En 1997 se estimó una población nacional de 520-600 parejas, aunque se
comenta que una estima más realista podría superar el millar de parejas (Purroy,
1997). La población mínima según datos del Atlas de Aves Reproductoras de
España es de 2.345 parejas, aunque la especie puede haber pasado desapercibida
en un buen número de cuadrículas.
En Granada se contabilizaron un total de 69 parejas reproductoras (GilSánchez et al., 1999) y en La Rioja hasta más de 50 territorios (Martínez-Climent y
Zuberogoitia, 2003). En el País Vasco, se detectaron tres parejas en Vizcaya
(Zuberogoitia y Campos, 1997) que se incrementaron en varias más tras los
programas de reforzamiento poblacional (Martínez-Climent y Zuberogoitia, 2003).
Tras la liberación de 67 ejemplares se localizaron un total de 10 territorios estables
y tres casos de reproducción en Vizcaya (Zuberogoitia et al., 2003). En la Rioja
Alavesa se detectaron 16 territorios seguros y 1 probable (Illana et al., 2010).
La tendencia parece indicar un aumento de las poblaciones, al menos en
algunas zonas, aunque esta hipótesis necesita ser contrastada mediante estudios
más amplios y exhaustivos que permitan realizar una estima más adecuada de la
población.
Situación y otros datos de interés.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) a
nivel mundial está catalogada como “Riesgo menor” (LC). Pero advierte que la
tendencia poblacional es a disminuir (UICN, 2012). A nivel estatal figura como “No
evaluado” (NE) según el Libro Rojo de las aves de España (Madroño et al., 2004).
En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas (2006) aparece como “De interés
especial” y está contemplado en el Anexo I de la Directiva Aves y en el Anexo III
del Convenio de Berna.
Entre las amenazas a las que tiene la especie se encuentran la captura ilegal
y el expolio de nidos, los atropellos, la electrocución, los choques con tendidos
eléctricos y las colisiones contra alambradas (Blanco y González, 1992).
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Uno de los principales riesgos a los que se puede enfrentar es la rarefacción
de una de sus principales presas. Como ya hemos comentado, el conejo es una
pieza clave en la dieta del búho real en algunas áreas de la Península Ibérica
(Serrano, 2000). Las variaciones locales de este lagomorfo pueden inducir una
respuesta funcional y numérica en esta rapaz nocturna (Serrano, 2000; Martínez y
Zuberogoitia, 2001; Martínez y Calvo, 2002). Por este motivo, una gestión
cinegética inadecuada junto con una pérdida de hábitat como el matorral
mediterráneo, pueden constituir un serio riesgo no sólo para el búho real sino para
otras muchas rapaces tanto diurnas como nocturnas. Por otro lado, en algunas
regiones se realizan con frecuencia partidas de exterminación antes y durante la
temporada de caza, que afectan de manera masiva a aves de primer, segundo y
tercer año de calendario (Martínez-Climent y Zuberogoitia, 2003). Estos individuos
probablemente no alcanzan la madurez sexual (Mikkola, 1983). Se ha hablado
mucho de la relación del búho real con otras rapaces. Por ejemplo, Serrano (2000)
encontró una relación inversa entre la abundancia de conejos y la de rapaces
consumidas en la dieta. Al contrario de lo que se piensa, este autor explica este
comportamiento como una causa de la diversificación en la dieta y no como
resultado de la eliminación de competidores. En cambio para otros autores
(Martínez y Zuberogoitia, 2001; Martínez y Calvo, 2002) no fue así ya que no
incluyó en ella más rapaces en respuesta a la rarefacción del conejo debida a la
enfermedad hemorrágico vírica. Una vez más, es evidente que se necesitan más
estudios para comprobar cuáles son los efectos y las causas de la depredación del
búho real sobre otras aves rapaces.
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