Literatura nacional y literatura mundial

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L
Denken Pensée Thought Mysl..., Criterios, La Habana,
n° 65, 1° julio 2014
iteratura nacional
y literatura mundial *
Per Thomas Andersen
«Hoy la literatura nacional no quiere decir gran cosa; se acerca la época
de la literatura universal, y todos debemos contribuir a apresurar su advenimiento», afirmaba Goethe en 1827. En la posteridad es tentador comentar que él tenía la razón —pero se estaría terriblemente equivocado. Por
una parte, la idea de una «literatura mundial» tiene su paralelo en las teorías políticas más o menos contemporáneas de su compatriota Emmanuel
Kant sobre una «condición de ciudadano del mundo» y sobre los «derechos del ciudadano del mundo».1 Doscientos años más tarde, Jürgen
Habermas escribe: Kant no podía prever la idea de la nación.2 Lo mismo
se podría decir de Goethe y su vaticinio. Lo que ocurrió después de que él
lanzara su idea de una literatura mundial, fue el gran florecimiento de las
literaturas nacionales como parte de una política de identidad nacional en
la mayor parte de Europa. El concepto de literatura como lo conocemos
hoy y la literatura como especialidad nacieron en esa época y en gran
escala como parte del mismo proyecto. Sin embargo, paralelamente al
1
Immanuel Kant, Zum ewigen Frieden, 1795, e Idee zu einer allgemeinen Geschichte in weltbürgerlich Absicht, 1784. Véase Kant 2002.
2
Habermas 2005, p. 155.
* «Nasjonallitteratur og verdenslitteratur», capítulo 2 de «Hvor burde jeg da
vaere?» Kosmopolitisme og postnasjonalisme i nyere litteratur, Universitetsforlaget, Oslo, 2013, pp. 55-76.
Literatura nacional y literatura mundial 1137
desarrollo literario-nacional, existieron también ideas sobre las perspectivas cosmopolitas. En el artículo «Literatura mundial» de Georg Brandes,
de 1899, se hace referencia específicamente al concepto de «Weltliteratur» de Goethe y su idea de la ciudadanía del mundo, y sobre ese fondo se
discute el desarrollo de las literaturas nacionales:
Cuando Goethe creó la expresión «literatura mundial»,* el humanismo y el espíritu de ciudadano del mundo eran ideas todavía
generalmente aclamadas. En las últimas décadas del siglo XIX,
un sentimiento nacional cada vez más fuerte y enardecido las ha
hecho retroceder. En nuestros días las literaturas se vuelven cada
vez más nacionales.3
Una de las figuras paternas de la especialidad de la comparative literature,
Erich Auerbach, era internacionalista en el preciso sentido de que él creía
que la literatura podía contribuir a aumentar el entendimiento entre los
pueblos y las naciones. Trabajó bajo la sombra de la Segunda Guerra
Mundial. No quería ser un constructor de nación en su visión de la literatura, pero también él pensaba que la literatura podía ser usada para construir comunidades de valores.
La especialidad de literatura
El concepto de literatura y los estudios literarios han cambiado esencialmente en el curso del tiempo. Los antecedentes de la especialidad de
literatura de nuestro tiempo fueron ante todo la poética, la retórica y la
hermenéutica. Pero ninguna de esas disciplinas concuerda completamente con el concepto moderno de literatura. Ni el objeto ni el fin de los
estudios eran los mismos. El concepto mismo de literatura y de «letters»
funcionó hasta muy entrado el siglo XVIII como una denominación general para el aprendizaje, para una «literacy» cultural que abarcaba la capacidad de leer y escribir, el conocimiento de griego y latín, y la erudición
literaria en general. Alrededor de 1750 un concepto de literatura más moderno comenzó a hallar cabida dentro de la estética filosófica. En ésta se
* N. del T.: En el original danés, en vez de «la expresión», dice «la palabra», dado
que «literatura mundial» traduce con dos palabras lo que, tanto en danés como
en alemán, es una sola: Verdensliteratur y Weltliteratur, respectivamente.
3
Georg Brandes, «Verdensliteratur», Tanker om Liv og Kunst, 1899, en Samlede
Skrifter, tomo 12, p. 28.
1138 Per Thomas Andersen
estableció la categoría de «fine arts», y entre ellas pasaron a estar la poesía
y la historia. El estudio de la literatura —en todo caso, en una especie de
variante— pudo, pues, hallar un lugar como parte de la estética filosófica.
Sin embargo, se le puso una eficaz traba con la Kritik der Urteilskraft
[Crítica del juicio] de Kant, según Stefan Hoesel-Uhlig.4 La erudición y la
investigación no podían tener lugar alguno en la experiencia estética. Ésta
debía ser «ohne Interesse» [«desinteresada»]. La literatura y la ciencia
literaria en el sentido moderno fueron excluidas de la estética.5
Fue la historiografía literaria la que hizo de la literatura un éxito como
especialidad y ciencia. Constituyó un nuevo objeto histórico, un archivo
semántico lingüístico, una cultura lingüística que podía ser usada para organizar la información escrita sobre el pasado. La idea conductora era
que la obra literaria en esta acepción cobraba formas diferentes en diferentes épocas y en diversas culturas. Partiendo de ese material se podía
describir la peculiaridad de una cultura, un pueblo, una nación, y determinar qué estadio evolutivo había alcanzado.
A partir de ahí sólo faltaban dos procesos capitales antes de que se
tuviera en su sitio un concepto moderno de literatura, y se le hubiera dado
a la literatura una posición en la esfera pública y como especialidad: en
primer lugar, el desarrollo desde la idea de la obra escrita como un archivo sobre el pasado hasta la construcción de un canon selectivo, representativo, y, en segundo lugar, la segregación de los textos de ficción y de
la poesía como géneros privilegiados del resto de la cultura escrita. El
nacionalismo y el mito romántico del artista fueron factores importantes
en esos procesos.
De esa historia de la especialidad se pueden extraer cuatro elementos
abstractos que pueden dar algunos puntos de referencia de lento movimiento en una constelación teórica. En primer lugar, existe una idea de la
literatura mundial que representa una visión perspicaz y una comprensión
a través de culturas y fronteras —versus una literatura nacional que ha
entrado en la autocomprensión cultural y el proyecto formador de identidad de las naciones. En segundo lugar, la especialidad de literatura tiene
un pasado ambiguo con una ubicación interrumpida de la literatura como
4
5
Stefan Hoesel-Uhlig, «Changing Fields: The Directions of Goethe’s Weltliteratur», en: Christopher Prendergast, ed., Debating World Literature, Verso, Londres y Nueva York, 2004, p. 45.
Hoesel-Uhlig 2004, p. 41 y ss.
Literatura nacional y literatura mundial 1139
parte de la estética, de un lado, y, del otro, una tradición de historia literaria
que le ha dado a la obra literaria una posición privilegiada en el estudio de
la peculiaridad y desarrollo de los pueblos, naciones, culturas y épocas
culturales. La literatura mundial y la literatura nacional, y el estudio de la
estética y el estudio de la cultura: ninguno de esos elementos son contrarios. Actúan juntos y al mismo tiempo, pero forman un continuum dentro
del cual la especialidad se mueve teóricamente, metódicamente y con
relación al material.
La historia de la especialidad desde 1960 en adelante representa un
desarrollo que se aleja de un fuerte predominio históricoliterario y nacional, en dirección a una priorización estética de las obras como arte autónomo, lo que William Wimsatt llamó «verbal icons». Desde el punto de
vista del método, esta orientación textual estética concuerda con la «close
reading»,* con la nueva crítica, el estructuralismo y el postestructuralismo.
Al mismo tiempo, las especialidades de literaturas nacionales mantuvieron
su tradición nacional —ante todo, debido a la lengua en que escribían y al
mercado al que se dirigían en primer término. Pero, aparte del hecho lingüístico, se puede decir que, cuanto más «autónomamente» se lee una
obra literaria, cuanto menos representación cultural se espera que muestre, tanto más difícil se hace extraer sentido de una vinculación nacional.
La situación hoy está relativamente abierta. Las tradiciones de las literaturas nacionales están cambiando en consonancia con el hecho de que el
concepto mismo de nación y la posición política de las naciones están
cambiando. En nuestra parte del mundo la política de identidad ha entrado
en una nueva fase. La comunidad que se construirá en los estados de
bienestar europeos tardomodernos es una comunidad comunicante para
un estado policultural, no un estado nacional monocultural tradicional.
La literatura mundial como tradición no representa una alternativa
suficiente en esta situación. La especialidad de la «comparative literature»
tiene con su concepto de mundo problemas igual de grandes que los que
tienen las tradiciones de literatura nacional con su concepto de nación.
Esto se debe, entre otras cosas, a que ya no es posible mantener la tradición fuertemente eurocéntrica a la que la idea de una literatura mundial
* N. del T. Close reading: (ingl., literalmente: «lectura de cerca») «la interpretación cuidadosa, sostenida, de un breve pasaje de un texto», es decir, «una
lectura que coloca al texto, sus detalles, matices de significado y efectos de
lenguaje en el centro del interés».
1140 Per Thomas Andersen
estaba ligada en su punto de partida. Sin el eurocentrismo el concepto de
literatura mundial se enfrenta con grandes desafíos. Sobre todo la potencial multitud de textos y los desafíos lingüísticos representan obstáculos
casi insuperables. Los contextos culturales complican la imagen adicionalmente. Como escribe David Damrosch en el libro How to Read World
Literature (2009): «Puede tomar muchos años desarrollar una familiaridad íntima incluso con una sola cultura; ¿cómo hemos de tratar entonces
con la multitud de las culturas literarias del mundo?»6 En otras palabras:
tanto las tradiciones literarias nacionales como la tradición de la literatura
mundial tienen diferentes desafíos, pero tanto las unas como la otra deben
cambiar —y están cambiando.
Tradiciones nacionales
En 2007, Nicolas Sarkozy fue elegido presidente de Francia. Él se ha
hecho célebre por su actitud anticultural. Entre otras cosas, combatió el
modo en que los funcionarios públicos eran elegidos para los cargos en la
burocracia. A saber, se ponía énfasis en poner a prueba la cultura general
de los solicitantes, se utilizaban preguntas comunes —entre otras, sobre
clásicos literarios. Sarkozy declaró que «un sádico o un estúpido —escojan ustedes mismos— había puesto en el programa que a los candidatos se
les debían hacer preguntas sobre La Princesa de Clèves» [novela de
Madame de La Fayette, publicada en 1678].7 Sarkozy puede figurar como
ejemplo de la actitud de los políticos conservadores y liberales hacia la
«alta cultura». Sólo a un sádico o un estúpido puede ocurrírsele molestar a
la gente con clásicos literarios. El jefe de la nación percibe esa clase de
cosas como no pertinentes. En Dinamarca la situación es distinta. Aquí
existe una estrecha conexión entre política conservadora y el cultivo de un
canon tradicional. Desde el gobierno se implantó un robusto canon literario para la instrucción pública en 2004, y un canon cultural correspondiente en 2006. El canon literario debía salvaguardar la identidad nacional
danesa, y mantenerse en pie como un baluarte contra el radicalismo cultu6
David Damrosch, How to Read World Literature, Wiley Blackwell, Oxford,
2009, p. 1.
7
Véase Anders Toftgaard, «Har De laest Fyrstinden af Clèves?» en: Erik
Svendsen y Marie-Louise Svane, ed., Litteraere livliner. Kanon – klassiker –
litteraturbrug, Gyldendal, Copenhague, 2011, p. 183 y ss.
Literatura nacional y literatura mundial 1141
ral doméstico y el islamismo inmigrante. El ministro de cultura Brian
Mikkelsen les explicó en 2005 a sus partidarios del Partido Popular Conservador por qué eran necesarios tales cánones en la lucha cultural:
Una de las más importantes batallas que se ha de librar es la
relativa a la confrontación que vivimos cuando inmigrantes de
países musulmanes se niegan a reconocer la cultura danesa y las
normas europeas. En medio de nuestro país —de nuestro propio
país— se está desarrollando una sociedad paralela en la que unas
minorías practican sus normas medievales y su modo de pensar
no democrático. No podemos aceptar eso. Es aquí donde tenemos un nuevo frente de la lucha cultural.8
En Dinamarca hay restos de un paisaje político de derecha culturalmente
conservador; en Francia es el populismo de derecha el que reina. Si eres
conservador, estás por el canon; si eres aún más conservador, estás contra.
El punto de vista del radicalismo cultural ha sido, la mayoría de las
veces, que uno debe ser crítico del canon. Esto presupone que el canon
representa la cultura burguesa, y que la postura válida es tratarla
críticamente. Con la mayor frecuencia el tema de la crítica es que el
canon tradicional está necesitado de un ajuste con arreglo a la clase, el
sexo y el género. La actitud es confirmadora del canon en el sentido de
que supone la existencia del mismo, y con el tiempo tiene menos sentido
en el contexto escolar. Pocos alumnos se encuentran hoy con un canon
burgués intacto hacia el cual ellos puedan aprender a volverse críticos.
Un hecho común a los países occidentales es que la literatura ha tenido
tradicionalmente una posición relativamente central en el sistema escolar y educativo, pero que esa posición se ha vuelto débil en los años
posteriores. En Francia el proceso es particularmente claro, sobre todo
porque la literatura se ha mantenido en pie con más fuerza allí que en
muchos otros lugares.
Habiendo sido una vez la orientación dominante de los estudios,
la tendencia específicamente literaria está hoy en peligro de extinción. En 1968 el 50% de los alumnos de enseñanza secundaria
escogió una orientación literaria, en 1989 fue el 25% y en 2005 el
18%.9
8
Aquí citado según Lasse Horne Kjaeldgaard, «Vredens skole. Kanondagsordenens konsekvenser for danskfaget» en: Svendsen y Svane 2011, p. 63.
1142 Per Thomas Andersen
En 2008 fue el 11%. 10
En los EUA muchos creen que la literatura está saliendo por completo
del sistema educativo. Harold Bloom opinó en su célebre libro The Western
Canon (1994) que la literatura no tendrá lugar alguno en el sistema escolar futuro. Eso no es en realidad sorprendente cuando uno, como Bloom,
no ve en la literatura ninguna otra función que la vivenciación estética
individual de la obra de arte autónoma. El libro de Bloom ha inspirado
discusiones sobre el canon literario en varios países. Pero se derivó de
una situación que creo que en los años 90 era especialmente clara en los
EUA, a saber: el movimiento desde los estudios literarios hacia los cultural studies en las universidades. Este proceso no sólo puso bajo presión al
canon literario tradicional, sino que condujo también a que muchos especialistas sintieran que la propia literatura estaba amenazada. A Bloom le
irritaba estar rodeado de profesores que se interesaban por el hip hop en
vez de por Shakespeare, pero constató que la literatura había perdido la
guerra. Que la discusión del canon de Bloom pudiera ser trasladada a
estados nacionales pequeños, relativamente homogéneos, como Dinamarca
y Noruega, fue en realidad asombroso. Los EUA nunca han sido un estado nacional monocultural con un canon literario basado en el consenso. La
rebelión contra la enseñanza tradicional de la literatura era también una
rebelión contra la hegemonía de «los hombres blancos muertos» a costa
de otras culturas parciales de los EUA. La situación no era directamente
transferible a las condiciones domésticas. El debate del canon en Dinamarca no tuvo su punto de partida en profesores enfadados con colegas
de los cubículos vecinos, sino en el miedo de ciertos políticos de que la
pureza de la danesidad se viera amenazada. En Noruega la situación, una
vez más, es distinta. Aquí la presión más acusada contra el canon literario
viene de la unión de autores de literatura especializada, la NFF, y sus
activistas, que quieren que haya más «prosa de no-ficción [sakprosa]»*
en la escuela.11
9
Véase Toftgaard en: Svendsen y Svane 2011, p. 192.
Svendsen y Svane 2011, p. 192.
* N. del T.: En noruego, sakprosa: «prosa que pone énfasis en el contenido (y no
en la forma)», «textos que el receptor tiene motivos para entender como enunciados directos sobre la realidad».
11
Véase la discusión en el artículo de Frode Helland en: Arne Johannes Aasen y
Sture Nome, eds., Det nye norskfaget, Fakbokforlaget, Oslo, 2005.
10
Literatura nacional y literatura mundial 1143
Las mayores perspectivas para los cambios en las tradiciones literarias de lengua nacional las hallamos, creo yo, en la literatura de lengua
inglesa. En ella penetraron de lleno los planteamientos de los problemas
postcoloniales. En la literatura de lengua inglesa reciente se habla de un
cambio de «literatura inglesa» a «literatura en inglés».12 En la gran nueva
historia literaria que Oxford University Press comenzó a publicar en 2002,
el tratamiento de la literatura reciente es dividido en dos tomos paralelos:
un tomo sobre la tradición nacional —1960-2000: The Last of England—
y un tomo sobre la literatura postcolonial —1948-2000: The Internationalization of English Literature. Berthold Schoene afirma en The
Cosmopolitan Novel (2009) que en la literatura de lengua inglesa se ha
creado una variante genérica completamente nueva, una novela cosmopolita, que reemplaza a la literatura nacional. La segregación de las dos
tradiciones en dos tomos diferentes es interesante, puesto que los análogos planteamientos de problemas postcoloniales en la literatura de lengua
francesa han conducido a que los autores francófonos no originarios de
Francia (por ejemplo, Alain Mabanckou) se sientan excluidos de la literatura francesa y hallen extraña su posición en relación con los autores
inmigrantes francófilos sin antecedentes de lengua francesa (por ejemplo,
Milan Kundera) —que sin más son integrados en la historia de la literatura
francesa.
Los estados nacionales pequeños, tradicionales, como los escandinavos, no se encuentran en una situación análoga. La tradición literaria nacional es todavía mucho más homogénea que la de lengua inglesa y la de
lengua francesa, independientemente de si tiene un canon escolar robusto
(Dinamarca) o si no lo tiene (Noruega y Suecia). Sin embargo, la internacionalización o los encuentros de culturas hallan lugar en la literatura de
diferentes modos: en primer lugar, de la manera tradicional a través de la
afluencia de literatura de otras culturas en forma de traducciones; en segundo lugar, a través de relatos sobre otras culturas de viajeros que han
visitado lugares extranjeros; y en tercer lugar, a través de la literatura de
inmigrantes. Todas esas variantes existen en la literatura escandinava,
pero casi no han cambiado a la literatura nacional de ningún modo fundamental.
12
Véase Bjarne Thorup Thomsen, «Curriculum, flerkulturalitet og litteraer globalisering» en: Svendsen y Svane 2011, p. 197 y ss.
1144 Per Thomas Andersen
En una perspectiva histórica, conviene recordar que la filosofía de
Gottfried Herder, que en muchos contextos figura como fundamento teórico de las literaturas nacionales, en varios puntos estaba más matizada y
era más moderna que la impresión que a menudo se tiene de ella. El
concepto de espíritu del pueblo no era para Herder una magnitud esencial,
no se trataba de un organismo viviente, como más tarde lo fue para algunos de los románticos. Una importante base para el pensamiento de Herder
fue la suposición moderna de una dependencia recíproca entre lenguaje y
mundo de ideas. El conocimiento no puede ser disociado del lenguaje. Sus
intereses filológicos deben ser vistos sobre esa base. Además, Herder fue
un relativista cultural y opinaba que «el negro puede considerar al europeo
como una variedad rara, una cucaracha nata, con el mismo derecho que el
blanco cuando lo considera una bestia…» Herder constató que «la imagen original o prototipo de la humanidad no existe bajo ningún cielo, es un
concepto que es inferido de todos los ejemplares de la naturaleza humana». Él era menos eurocéntrico que muchos de los posteriores defensores
de la literatura:
Lo que menos puede ser nuestra cultura europea es una meta
para la bondad y el valor humanos universales. (…) La cultura
europea es un concepto abstracto. ¿Dónde se encuentra? ¿En
qué pueblo? ¿En qué época?13
Herder no es unívocamente nacional en su orientación relativa a los fenómenos culturales y literarios.14 Existe también un elemento histórico-universal en su pensamiento, en el que se considera que el desarrollo histórico de todos los diferentes pueblos y naciones tiene un objetivo global,
supraordinado, a saber, la propagación de la cualidad de la humanidad.15
Este punto de vista optimista de progreso no creo que haya de ser entendido en el sentido de que cada nación y cada pueblo se mueven todo el
tiempo en dirección a una mayor humanidad, sino en el sentido de que la
humanidad en su conjunto se mueve hacia un despliegue cada vez más
13
14
15
Véase traducciones en: Peter Brask, Tekst og tolkning. Forste del, RUC forlag,
Roskilde 1974, p. 15.
Véase, por ejemplo, Atle Kittang, «Litteraturhistoriografiens framvekst, vilkar
og ideologiske funksjonar» en: Atle Kittang, Per Meldahl y Hans H. Skei, Om
litteraturhistorieskriving, Alvheim og Eide, Ovre Ervik, 1983, p. 34.
Véase Brask 1974, p. 14.
Literatura nacional y literatura mundial 1145
amplio de humanidad. De ese modo, existe una preocupación global en el
pensamiento de Herder que fácilmente puede conducir las ideas en dirección a Johann Wolfgang von Goethe y sus ideas sobre el aumento del
entendimiento mutuo entre las naciones con ayuda de «la literatura mundial».
Literatura mundial
La idea de Goethe sobre una literatura mundial nunca fue profundizada
por él mismo. Él usó el concepto en una conversación con su amigo Johann
Peter Eckermann en 1827, así como en Ueber Kunst und Alterthum
(1827). Muchas cosas hacen pensar que sus ideas tenían relación con la
difusión de su propia obra en otras lenguas, entre otras la publicación de
Torquato Tasso en Francia.16 Al parecer, creía que la publicación de obras
alemanas en el extranjero implicaba una obligación: los alemanes también
debían leer la literatura de otros países. Él mismo leyó con interés Yüchiao-li ou Les deux cousines, una novela china traducida al francés.17
Probablemente vio un signo de «progreso de la humanidad» en el entendimiento mutuo que la difusión de la literatura por encima de las fronteras
de los países podía crear.18 Que difícilmente se trataba de una transgresión del patriotismo alemán, lo muestra la siguiente afirmación: «Quiero,
por mi parte, dirigir la atención de mis amigos hacia el hecho de que estoy
convencido de la formación de una literatura mundial general, en la cual
nos está reservado un honroso papel a los alemanes.»19
Es interesante notar que las reflexiones de Georg Brandes sobre una
literatura mundial, unos 70 años más tarde, también se relacionan directamente con la difusión de literatura traducida. El artículo «Literatura mundial» es ante todo un artículo sobre traducciones. Es igualmente importante tener en cuenta que tampoco para Brandes era cuestión de dejar atrás
16
17
18
19
Stefan Hoesel-Uhlig, «Changing fields: The Directions of Goethe’s Weltliteratur», en: Prendergast 2004, p. 34.
Véase Helge Jordheim, «Verdenslitteratur og litteraturforskningens kairós:
Goethe, Auerbach, Said og vi», en Norsk litteraturvitenskapelig tidsskrift, I,
2006, p. 15.
Hoesel-Uhlig en: Prendergast 2004, p. 35.
Goethe, «Ueber Kunst und Alterthum», Werke, vol. 6, n° 1 (Stuttgart, 1827), Berna,
1970, p. 131. Aquí citado según Hoesel-Uhlig en: Prendergast 2004, p. 35.
1146 Per Thomas Andersen
lo nacional en favor de una especie de literatura supranacional. Por entero
de acuerdo con las teorías del cosmopolitismo de hoy, Brandes afirma:
Sin embargo, en modo alguno opino que el espíritu de la nacionalidad y el de ciudadano del mundo se excluyan mutuamente. La
literatura mundial del futuro devendrá tanto más cautivadora, cuanto
más fuerte aparezca en ella la Impronta nacional, y cuanto más
desigual sea, cuando ella sólo como arte y ciencia también tenga
un lado humano universal. Lo que francamente está escrito para
el mundo, dificilmente funcionará como obra de arte.20
Un rasgo característico de muchos de los tempranos defensores de la
literatura mundial es que no la veían como algo opuesto a las literaturas
nacionales. Al contrario, ellos, como Brandes, creían haber estado ocupándose de la relación entre lo particular y lo universal. Esto es válido
también para Erich Auerbach. En el artículo «Filología de la literatura
mundial», escribió: «Sin embargo, la literatura mundial no se refiere sólo a
lo que es común, a lo humano como tal, sino también a la interacción entre
lo general y lo variado.»21 De hecho, parece como si fuera el esfuerzo por
preservar la peculiaridad de las expresiones literarias particulares lo que
constituía la preocupación principal de Auerbach. Él le temía profundamente a la estandarización de la modernidad:
Por mil razones que todos conocen, la vida del hombre en el planeta se hizo más unida. Este proceso que originalmente proviene
de Europa, sigue estando activo y socava todas las tradiciones
propias. Es verdad que la voluntad nacional es más fuerte y más
clamorosa que nunca, pero por todas partes corre hacia lo mismo,
hacia las formas modernas de vida.22
Igual de preocupado como estaba por la pérdida de la diversidad cultural,
estaba temeroso de perder la perspectiva histórica. Le temía a «una educación sin historia, que no sólo existe, sino que también reclama el dominio».23 Como si estas preocupaciones fundamentales no fueran suficien20
21
22
23
Brandes 1899, p. 28.
Erich Auerbach, «Verdenslitteraturens filologi» (1952), Norsk litteraturvitenskapelig tidskrift, n° 1, 2006, p. 3.
Auerbach 2006, p. 3.
Auerbach 2006, p. 5.
Literatura nacional y literatura mundial 1147
tes, Auerbach fundamenta su pesimismo en un tercer punto que parece
aún más melancólico: él no tiene ninguna fe en una literatura mundial que
ennoblecería o conciliaría: «Ya no se trata del intercambio espiritual,
ennoblecimiento de las costumbres o conciliación entre los pueblos. En
parte, era imposible realizar esos objetivos, en parte el desarrollo ya los ha
dejado atrás.» En realidad, él creía que «la adaptación entre las culturas
había ido más lejos de lo que era deseable para un humanista en la tradición proveniente de Goethe».24 Sobre ese fondo, el concepto de literatura
mundial a favor del cual argumenta Auerbach es notablemente teórico y
abstracto. Helge Jordheim dice en su artículo orientado hacia la historia
de la especialidad, «Literatura mundial y kairós de la investigación literaria: Goethe, Auerbach, Said y nosotros», que él [Auerbach] «no está en
condiciones de llenarla de contenido concreto, o sea, con textos y obras
literarias».25 Suena razonable cuando Jordheim propone entender todo el
concepto de literatura mundial de Auerbach como
un concepto hermenéutico que describe el horizonte de comprensión dentro del cual trabaja el filólogo —en este caso, Auerbach.
Se trata de entender los textos que se interpretan como parte de
la literatura mundial, como expresión relativa de peculiaridades
históricas y culturales, no como expresión universal de la esencia
de la literatura.26
Pero Auerbach, en realidad, anda en busca de una síntesis universalmente compiladora, «una filología de síntesis científica para la literatura
mundial».27 Él mismo aduce todas las buenas razones por las que es imposible conseguirlo. Uno se queda en realidad con el ejemplo que él mismo
da con su clásica Mimesis. Dargestellte Wirklichkeit in der abendländischen Literatur [Mimesis: La realidad representada en la literatura occidental] (1946). Éste es, en compensación, un ejemplo que es
admirado por la mayoría de los que trabajan profesionalmente con literatura. La obra fue escrita en el exilio en Estambul con la Segunda Guerra
Mundial como fondo, y traza líneas desde Homero y la Biblia hasta Virginia Woolf y Marcel Proust. Sin embargo, el concepto de literatura mundial
24
25
26
27
Auerbach 2006, p. 5
Jordheim 2006, p. 28.
Jordheim 2006, p. 28.
Auerbach 2006, p. 6.
1148 Per Thomas Andersen
de Auerbach es, en realidad, tan vago como el de Goethe, pero su praxis
despierta admiración incluso 60 años después de la edición de la obra.
Cartógrafos
La obra que ante todo ha puesto en marcha las renovadas discusiones
sobre la literatura mundial en las dos primeras décadas del siglo XXI, es
La république mondiale des lettres (1999) de Pascale Casanova. La
recopilación de artículos Debating World Literature (2004), editada por
Christopher Prendergast, es en buena medida una contrarréplica al libro
de Casanova. Lo que hace controversial a Casanova es en especial el
modo en que ella cartografía el mundo literario. Ella parece pensar que el
mundo constituye un gran «campo» literario (Bourdieu), y que es dirigido
por la rivalidad y la competencia. Los que compiten, son, a los ojos de
Casanova, en primer término, las naciones. Su sistema es inter-nacional,
no transnacional o cosmopolita. Su modo de pensar se orienta hacia la
relación entre naciones individuales, y a la contribución literaria de las
mismas. Casanova piensa tanto geográfica como históricamente. Ella construye un centro, un «Greenwich Mean Time» para la historia literaria, y a
partir de ese centro se definen las periferias literarias. La historia se ha
desarrollado en tres fases principales, afirma Casanova28 (v. 47 y ss.).
Todo eso comienza en el siglo XVI con La Deffence et illustration de la
language francoyse (1549) de Joachim de Bellay. Éste era uno de los
siete autores franceses que fundó el grupo de poetas la Pléyade y abogó
por una literatura nacional francesa propia. Para Casanova, lo esencial
parece ser la lucha de la lengua francesa para imponerse sobre el latín
dominante —y el dominio de la Antigüedad en general. Como Prendergast
—y la propia Casanova— hace notar, probablemente se podía haber
escogido un candidato por lo menos igual de obvio, a saber: Dante, que,
después de todo —a diferencia de Bellay— realmente escribió una de las
obras más centrales de la literatura mundial, La Divina Comedia (probablemente comenzada en 1307). Lo que Casanova logra es, sin embargo,
hacer de Francia —y París— el centro de la república mundial de las
letras. La siguiente fase comienza con lo que Casanova llama «el efecto
Herder», cuando especialmente el interés por tradiciones de la literatura
28
Pascale Casanova, The World Republic of Letters (1999), Harvard University
Press, Cambridge, 2004, p. 47 y ss.
Literatura nacional y literatura mundial 1149
del pueblo opone resistencia al dominio literario francés. La tercera fase
es la época de los «excéntricos», que quiere decir la literatura creada por
el gran torrente de «outsiders» que afluyen a las metrópolis occidentales
(léase: París) como consecuencia del imperialismo y la posterior descolonización. El libro de Casanova es imponente a causa de su acopio de
material. Pero se deja entender que ha sido percibido como controversial
debido al mapa que traza. No parece particularmente convincente cuando
ella asegura que «la afirmación de que París es la capital de las literaturas
no es un efecto del galocentrismo, sino el resultado de un cuidadoso análisis histórico».29 Esta obra que, más que otras en la investigación literaria
reciente, se propone escribir juntas la historia del mundo y la historia de la
literatura, se presenta como bastante nacional en su óptica.
Sin embargo, la voluntad de cartografiar la literatura mundial es característica de varios autores que han tenido teorías sobre ésta o sobre
algunos de los principales clásicos principales del mundo. Cuando T. S.
Eliot, en 1944, pronunció su discurso «¿Qué es un clásico?» en The Virgil
Society en Londres, a diferencia de Casanova hizo de Roma la capital de
la literatura mundial. También Eliot tenía sus razones, pero éstas probablemente no eran nacionales. Eliot era estadounidense, pero en ese momento
se había hecho inglés —y pronunció su discurso en un momento en que
los italianos, por lo demás, difícilmente eran muy cotizados en Inglaterra.
Eliot creía que el principal criterio de un clásico literario internacional era
la madurez, la madurez de la mente, la madurez de las costumbres, la
madurez de la lengua, la madurez de la civilización y la sensibilidad religiosa. Eliot cartografió una Europa literaria con Roma, la lengua latina y
Virgilio como centro. Un examen más de cerca, deja ver, sin embargo,
que es a Eneas más que a Virgilio a quien Eliot destaca:
Pero él [Eneas] es el símbolo de Roma, y lo que Eneas es para
Roma, lo es la Roma antigua para Europa. De ese modo, Virgilio
adquiere una posición central como clásico único; él está en el
centro de la civilización europea (…).30
J. M. Coetzee, quien en 1993 pronunció una conferencia en Austria con el
mismo título que la de Eliot, observó sobre su predecesor: «El propósito
29
30
Casanova 2004, p. 46.
T. S. Eliot, «Hva er en klassiker?» en: Eliot, Utvalgte essays, Ernst G. Mortensens
Forlag, Oslo, 1968, p. 106.
1150 Per Thomas Andersen
[de Eliot] era consolidar y volver a argumentar una tesis que Eliot había
estado planteando por largo tiempo: que la civilización de Europa Occidental es una sola civilización, que ella se deriva de Roma a través de la
Iglesia de Roma y el Sacro Imperio Romano, y que su clásico originario
debe ser, por lo tanto, la épica de Roma, la Eneida de Virgilio.»31
Una contribución a las reflexiones sobre la literatura mundial entre los
autores contemporáneos proviene de Milan Kundera en su ensayo «Die
Weltliteratur», de Le Rideau – Essai en sept parties (2005). Al igual que
Eliot y Casanova, Kundera practica una cartografía activa. Una de sus
principales preocupaciones es desprender su país natal, Chequia, de un
contexto cultural eslavo y ruso. Establece la macrorregión «Europa Central» –como algo distinto de «Mitteleuropa». Al igual que Eliot sesenta
años antes, Kundera es completamente eurocéntrico en su orientación,
aunque use el concepto de «Weltliteratur». Pero la république des lettres
que él funda es totalmente distinta tanto de la de Eliot como de la de
Casanova. Tampoco se parece a la de Goethe o la de Auerbach. Los
favoritos de Kundera son Rabelais, Sterne, Cervantes, Fielding, Stendhal,
Flaubert, Joyce, Kafka, Broch y Musil.
Parece, pues, que los voceros de la literatura mundial hablan de mundos muy diferentes o literaturas bastante diferentes. Cada uno de ellos
traza su mapa. El de Kundera se presenta apenas como ni más ni menos
relevante que los de otros —salvo que parece asombroso con una mirada
tan eurocéntrica en el año 2005.
Lo que se puede constatar es que hoy encontramos un bajo grado de
consenso sobre qué es literatura mundial y qué debe ser salvaguardado
por la tradición de la literatura mundial. Por una parte, está lo que se
pudiera llamar una concepción impasible, representada en Kundera, que
mantiene totalmente una actitud eurocéntrica. Sin embargo, a nivel internacional se pueden observar muchas tentativas de reorientación. El concepto de «global literature» es introducido por Fredric Jameson; «cosmopolitanism» es usado por Bruce Robins y Timothy Brennan; «world
literature» es empleado por David Damrosch y Franco Moretti; «literary
transnationalism» es un concepto que le debe mucho a Gayatri Spivak.
Damrosch es tal vez el que ha ido más lejos en el intento de preservar
buenas tradiciones de las «literaturas comparadas», al mismo tiempo que
31
J. M. Coetzee, «What is a Classic. A Lecture», en: Coetzee, Stranger Shores,
Penguin Books, Nueva York, 2001, p. 1.
Literatura nacional y literatura mundial 1151
amplía la perspectiva para abarcar más literatura no occidental. Esto se
pone de manifiesto en ediciones como What is World Literature y How
to Read World Literature.
Probablemente de eso es de lo que se ha percatado Franco Moretti, y
de lo que extrajo tentativamente las consecuencias en su artículo «Conjectures on World Literature». Moretti opina que la literatura ha sido un
«sistema planetario», y la masiva cantidad potencial de textos hace apremiante preguntar qué quiere decir estudiar la literatura mundial.
Yo trabajo sobre narrativa euroccidental entre 1790 y 1930, y me
siento como un charlatán fuera de Gran Bretaña o Francia. ¿Literatura mundial? Mucha gente ha leído más y mejor que yo, pero,
aun así, aquí estamos hablando de cientos de lenguas y literaturas. Leer «más» no parece ciertamente ser la solución.32
Hace falta un método totalmente nuevo, opina Moretti, «y nadie ha encontrado jamás un método con sólo leer más textos». Moretti visualiza una
distribución del trabajo entre gente que conoce las distintas literaturas nacionales y los que quieren practicar la «comparative literature». «La
close reading no resolverá el problema.» Moretti aboga por una «distant
reading». No se pueden leer obras solamente, se deben leer literaturas, y
entonces debe haber una distribución para lograr tanto análisis como síntesis. «Sabemos cómo leer, ahora aprendamos cómo no leerlas.»33 Moretti
se hace cargo seriamente de ese problema abrumador, pero la objeción a
su estrategia será que a largo plazo él difícilmente reclutará a los más
talentosos estudiantes e investigadores. Ellos, en su mayoría, probablemente preferirán leer textos. Es en los textos individuales donde está el
placer en la literatura.
Una posición influyente en la discusión sobre la literatura mundial es
la teoría postcolonial, con el tiempo tal vez representada en primer término
en Homi K. Bhabha y Gayatri Chakravorty Spivak. También Bhabha basa
en Goethe el concepto de «world literature», y lo idolatra como a un
héroe. Él es, es verdad, «profundamente eurocéntrico», pero «como
orientalista que lee Shakuntala a los 17 años de edad, y que escribe en su
autobiografía sobre el dios mono Hanuman ‘informe y formado en exce32
33
Franco Moretti, «Conjectures on World Literature» en: Prendergast 2004, p. 149.
Prendergast 2004, p. 151.
1152 Per Thomas Andersen
so’ [‘unformed and overformed’], las especulaciones de Goethe están
abiertas a otra línea de pensamiento».34 Bhabha opina que
el estudio de la literatura mundial podría ser el estudio del modo en
que las culturas se reconocen a sí mismas a través de sus proyecciones de «otredad». Donde una vez la transmisión de tradiciones
nacionales fue el más importante tema de una literatura mundial,
quizás podemos sugerir ahora que las historias transnacionales de
inmigrantes, los colonizados, o refugiados políticos —esas condiciones de borde y de frontera— pueden ser los terrenos de la literatura mundial. El centro de semejante estudio no sería ni la «soberanía» de las culturas nacionales, ni el universalismo de la cultura
humana, sino una concentración de la atención en aquellos «raros
desplazamientos sociales y culturales» que Morrison y Gordimer
representan en sus ficciones «no hogareñas».35
Ése es un concepto de literatura mundial bien distinto del que hallamos en Moretti, Damrosch, Prendergast y Casanova. En Spivak el punto
de vista es nada menos que la «muerte de una disciplina».36 Es sobre la
«comparative literature» en los EUA sobre lo que ella escribe. Ella opina
que la disciplina «sigue siendo parte de la dominante cultural euroestadounidense»,37 y aboga por «una nueva literatura comparada»,38 que consiste en una buena mezcla de ciencia literaria y estudios de área, en la que el
encuentro con el Otro está en el centro de la atención. Se puede constatar
con certeza que no reina unidad alguna sobre qué debe contener hoy el
concepto de literatura mundial.
El contexto grande y el pequeño
El ensayo «Die Weltliteratur» de Milan Kundera es interesante a este respecto, entre otras cosas porque él trae dos simples elementos con vistas a
la contextualización de la obra de arte: él los llama el pequeño contexto y el
34
35
36
37
38
Homi K. Bhabha, The Location of Culture, Routledge, Londres, 1994, p. 12.
Bhabha 1994, p. 12.
Gayatri Chakravorty Spivak, Death of a Discipline, Columbia University Press,
Nueva York, 2003.
Spivak 2003, p. 25.
Spivak 2003, p. XXI.
Literatura nacional y literatura mundial 1153
gran contexto. Para Kundera mismo, esos contextos parecen ser «o la
historia nacional de la obra» o «la historia supranacional de una rama del
arte», que, por lo demás, en el ensayo es designada con el concepto «Weltliteratur». Kundera constata (aquí citado según una traducción danesa)
que, «sea él nacionalista o cosmopolita, arraigado o desarraigado, es un
europeo profundamente determinado por su relación con su patria».39 Su
ideal para Europa es: «un máximo de diferencia en un mínimo de espacio».40 Kundera discute diferencias entre las naciones grandes y pequeñas
y sus diferentes formas de provincianismo. Pero, a pesar del énfasis en la
diferencia y la relación con lo nacional, el ensayo trata de lo lamentable de
que la literatura a menudo sea estudiada sólo en el pequeño contexto.
A mi juicio, esas ideas son interesantes en relación con las perspectivas de Ulrich Beck en obras como Cosmopolitan Vision (2003), donde él
habla de nacionalismo metodológico y de cosmopolitismo metodológico.
No veo, en realidad, ningún fundamento para seguir a Kundera y su definición del gran contexto como un (una determinada variante de) contexto
europeo. El gran contexto debe poder variar en correspondencia con la
obra que se debe contextualizar. Tampoco será de manera que el pequeño
contexto siempre sea un contexto nacional unívoco. Sin embargo, tiene
mucho sentido poner en juego una con otra la idea de un contexto pequeño
y la de un contexto grande en lo que concierne a la interpretación de la
cultura y la literatura. Las especialidades de la cultura y la literatura necesitan, a mi juicio, ambos contextos, y probablemente deben ser definidas
ad hoc en relación con diferentes proyectos y diferentes obras. Pero la
literatura misma, como siempre está escrita en una lengua específica, saca
provecho de que se rebase el contexto nacional. Metodológicamente, el
nacionalismo es insuficiente en la época de la globalización, también en las
«especialidades nacionales». La «literatura mundial» no ofrece un contexto alternativo bien definido. El concepto es o demasiado eurocéntrico o
demasiado vago. Pero un «cosmopolitismo metodológico» podrá actuar
de manera inspiradora como impulso para definir un «gran contexto» pertinente para proyectos y obras concretos. Al definir los contextos pequeño
y grande, soy de la opinión de que las más importantes consideraciones
de precaución que hay que tener, deben ser fundamentadas, como advierte David Damrosch, en el peligro de asimilación, de un lado, y de
39
40
Milan Kundera, Taeppet. Essay i syv dele, Gyldendal, Copenhague, 2005, p. 35.
Kundera 2005, p. 35.
1154 Per Thomas Andersen
exotización, del otro. El deseo de ampliar el contexto debe ser ajustado
por las valoraciones realistas de la competencia. Si la voluntad de
inclusividad no toma en cuenta la competencia, el resultado será con gran
probabilidad o la asimilación indebida o la exotización de El Otro.
La glocal «literatura de las lenguas vecinas»41
Supongo que las tradiciones científicoliterarias de la especialidad de la
lengua nacional tienen que ser ajustadas revisando el «nacionalismo
metodológico» en correspondencia con el pensamiento cosmopolita. Cuando
se trate de la especialidad nórdica en particular, tal vez se puede buscar
semejante cambio en la ampliación de una tradición bien conocida de la
especialidad. La especialidad nórdica nunca ha sido nacionalmente cerrada. Incluye una tradición comparativa que puede ser usada. Ha sido siempre una virtud profesional ver las distintas literaturas nacionales en relación con la literatura de las lenguas vecinas. Con ayuda de una revisión de
la idea de las literaturas de lenguas vecinas se puede imaginar una organización glocal de «el gran contexto», además del contexto macrorregional,
Escandinavia, que la tradición de la especialidad ha desarrollado. Glocal
significa en este contexto que literaturas locales o nacionales son ligadas
sobre una base que no es la cercanía territorial o lingüística. Una «idea de
la lengua vecina» glocal puede depender de criterios culturales, de relaciones transnacionales, relaciones culturales de migración, o de criterios
temáticos y/o históricos. Por ejemplo, las literaturas de lenguas vecinas
tradicionales de Noruega son la literatura sueca y la danesa. «Literaturas
de lengua vecina» glocalmente establecidas podrían ser la literatura pakistaní o la polaca sobre la base de los grandes grupos inmigratorios procedentes de esos países. Un establecimiento global de «el gran contexto» se
distinguirá de la tradición eurocéntrica que las ideas sobre la «literatura
41
Con el tiempo el concepto de «glocal» ha sido bastante difundido. Designa
una relación entre lo global y lo local, entre globalización y localización, a
menudo también con la implicación de que el nivel intermedio, lo nacional, ha
adquirido una importancia reducida. El concepto es usado, entre otras cosas,
para subrayar que los procesos de globalización no sólo marchan en esa sola
dirección, de lo global a lo local. Probablemente fue usado por vez primera por
un economista japonés. Fue recogido en el contexto de la teoría social primeramente por Ronald Robertson, y ha sido discutido más tarde por teóricos como
Zygmunt Bauman y Ulrich Beck, entre otros.
Literatura nacional y literatura mundial 1155
mundial» han establecido. Se puede pensar que las relaciones que se
entablan son totalmente independientes de las ideas sobre un «hipercanon»
(Damrosch) que la «literatura mundial» representa.
Centro y periferia
Una «recartografía» [«remapping»] glocal probablemente deberá rebasar las geografías de las historias literarias tradicionales, no sólo
territorialmente, es decir, de manera horizontal, sino también de manera
vertical, es decir, jerárquicamente. Las ideas establecidas sobre centro y
periferia en la «república» literaria deben ser revisadas. En este campo
las tradiciones postcoloniales podrán ser importantes fuentes de inspiración. La idea de que las innovaciones estéticas en general se difunden
desde las literaturas «grandes» en los centros culturales hacia las periferias culturales, y las correspondientes ideas jerárquicas sobre «influencia»
y el «atraso» de las «pequeñas» literaturas, probablemente pueden ser
complementadas de manera provechosa con modos nuevos, críticoculturales, de estudiar la relación entre literaturas, por ejemplo, como se lo
puede hallar en teóricos postcoloniales como Homi Bhabha. Pienso entonces, por ejemplo, en sus conceptos de «mimicry» y «mockery», que
probablemente pueden ser actuales también en casos en los que no reinan
relaciones culturales coloniales o postcoloniales directas.42 (Un ejemplo
noruego puede ser la construcción del modernismo en la historia literaria
noruega.)43 Se debe añadir que las ideas de centro y periferia son actua42
43
Los conceptos de «mimicry» y «mockery» son centrales en la teoría de Homi
Bhabha. «Mimicry» designa una estrategia colonialista que tiene como intención consolidar el poder imponiéndole a los colonizados a remedar o imitar los
valores y las formas culturales de la cultura dominante. Esta estrategia nunca
será llevada a cabo al cien por ciento porque ella también implica que los
oprimidos sean forzados a permanecer por lo menos parcialmente diferentes de
la cultura dominante. «Mockery» designa el potencial de resistencia,
socavamiento y peligro que semejante imitación diferente puede representar
para la cultura dominante. «To mock» significa burlarse o mofarse. Una imitación con un cambio añadido puede funcionar desestabilizadoramente sobre
un poder disciplinador dominante al contener diferentes formas de estrategias
de socavamiento.
Ha sido bastante corriente en las presentaciones noruegas afirmar que el modernismo «llegó a Noruega» en los años 50 del siglo XX, y entonces, por ende,
1156 Per Thomas Andersen
les no sólo cuando se trata del posicionamiento de literaturas «grandes» y
«pequeñas», sino en igual medida cuando se trata de relaciones
científicoliterarias. Las formas de la universalización de la teoría que han
tenido lugar en la mayoría de las especialidades literarias particularmente en
los últimos 30 años, encierran de manera implícita una hegemonización ante
todo de las perspectivas francesa y estadounidense de la especialidad.
Lectura de cerca y lectura distante
Una «recartografía» glocal probablemente también actualizará los planteamientos del problema en torno a la lectura de cerca y la lectura distante
—aunque en un significado que no es el que ha destacado Franco Moretti.
No creo en una distribución profesional en la que los especialistas de las
literaturas nacionales se dediquen a la lectura de cerca, mientras que los
comparatistas literarios sean «lectores distantes». Sin embargo, una
«recartografía» glocal incluye potencialmente grandes retos en cuanto al
conocimiento del contexto. Puede ser actual leer obras en relaciones comparativas en las que tradiciones «cercanas» son yuxtapuestas con obras
procedentes de tradiciones bastante «lejanas». Esto suscita importantes
preguntas sobre competencias y métodos. Una parte de esas preguntas
es abordada por David Damrosch en How to Read World Literature.
Los retos que él toca partiendo de su concepto de «world literature», no
son en principio diferentes de lo que parecerán en un proyecto investigativo
organizado glocalmente. Sus soluciones probablemente no son suficientes. Pero son útiles. A mi juicio, las combinaciones de lectura de cerca
dentro de un territorio especializado y estudios de textos procedentes de
territorios culturales más lejanos son un importante requisito para no caer
en el diletantismo. Siempre será tranquilizador tener en todo caso un pie
bien colocado en un campo en el que se tienen competencias especializadas. Las contextualizaciones glocales no sustituyen a las competencias
muy «retrasado». Todos los ejemplos de modernismo literario en la literatura
noruega antes de este momento han adquirido entonces el estatus de «precursores». El punto de vista parece depender de una especie de actitud
autocolonizante acerca de la «belatedness», a` la Homi Bhabha. A partir del
fundamento textual hay buenas razones para afirmar que el modernismo temprano en Noruega comienza con Obstfelder en la lírica y Hamsun en la prosa en
la década de 1890.
Literatura nacional y literatura mundial 1157
especializadas en literaturas nacionales. Un señalamiento en relación con
los proyectos organizados glocalmente puede ser que ellos reflejan situaciones culturales reales en las que nosotros, partiendo de lo «cercano»,
debemos hallar modos de encontrarnos con lo que es más «distante». La
situación investigativa se parecerá a la situación cultural de la sociedad
multicultural.
Traducción del noruego: Desiderio Navarro
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© Sobre el texto original: Per Thomas Andersen.
© Sobre la traducción: Desiderio Navarro.
© Sobre la edición en español: Centro Teórico-Cultural Criterios.
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