CONTENIDO • Introducción • El orador • Condiciones de un buen

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CONTENIDO
• Introducción
• El orador
• Condiciones de un buen orador
• Construyendo una buena voz
• El discurso
• Partes de un discurso
• Preparación del discurso
• Tipos de discurso
• El público
• Conozca su público
• Dificultades con el auditorio
• Consejos prácticos
INTRODUCCIÓN
El presente folleto educativo fue diseñado originalmente para uso de los miembros de un
Club Activo 20-30. No pretende ser un curso de oratoria, pues sería muy arrogante de
nuestra parte intentar semejante cosa. Es simplemente el resultado de la compilación y
adaptación de conceptos reconocidos nacional e internacionalmente en textos escritos por
diferentes maestros del arte de hacer en público.
Está organizado según el patrón que hemos considerado más provechoso para aquellos que
se inician en la oratoria. Esperamos que sea recibido por los miembros de la organización
como un material de ayuda para su superación personal dentro y fuera de activo 20-30.
Hemos intentado cumplir con esta misión que, como presidente del Comité de Educación de
esta organización, nos habíamos trazado.
Exhortamos a todos nuestros compañeros a ser los críticos del mismo, con la pretensión de
que el futuro podamos mejorar este humilde trabajo en lo que sea posible. Con el concurso
de todos podremos llegar muy lejos en el intento de conocer esta maravillosa forma de dar a
entender a los demás lo que sentimos y pensamos.
EL ORADOR
CONDICIONES DE UN BUEN ORADOR
En la oratoria se hacen necesarias cualidades que podrían ser divididas en dos grandes
grupos:
1. Innatas o naturales
2. Aprendidas o adquiridas
Las innatas son las que podemos por haber nacido con ellas y que, por tanto, no podemos
cambiar del todo, pero si podríamos educarlas y/o resaltarlas. Dentro de las cualidades
naturales están:
a. La Voz: Instrumento fundamental del orador, que puede ser grave, aguda e intermedia,
etc.
b. La sensibilidad: sin la cual no podríamos transmitir el mensaje que deseamos, porque en
ella radica el sentimiento de lo que decimos.
c. La Inteligencia: sin la que sería imposible hilar y coordinar nuestros pensamientos o ideas.
d. La Razón: que no es otra cosa que la virtud de aplicar la lógica y el sentido común durante
cualquier comunicación con otro ser humano.
Las características aprendidas son:
a. Los conocimientos o “back-ground” (bagaje de información) que adquirimos en el
aprendizaje formal.
b. Los ademanes: son los gestos o actitudes que nos ayudan a expresar con movimientos del
cuerpo lo que tratamos de decir con la voz.
c. La forma: que son técnicas descritas para la oratoria con la que podemos adquirir cientos
de estilos diferentes para decir las mismas cosas.
Con las condiciones mencionadas arriba, podemos notar que el orador en parte nace, pero la
mayor parte se hace, se educa y se construye. Es difícil pues que podemos influir en manera
definitiva en los aspectos innatos de quienes leen estas líneas, pero lo que si podríamos decir
es que todo aquel que se interese en ser un buen orador debe auto-evaluarse
constantemente a si mismo en las características innatas que posee, y de esta forma
educarlas de manera que pueda aprovechar dichas características de la mejor manera
posible.
Los defectos naturales pueden incluso ser superados o por lo menos mejorados. Vale la pena
mencionar aquí un caso extraordinario de superación personal en uno de los más grandes
oradores de todos los tiempos.
Demóstenes, el gran maestro de la oratoria de la Antigua Grecia, era tartamudo de
nacimiento. Varias veces se le pregunto que consideraba él de mayor importancia en un
orador para que éste fuera entendido en un discurso y siempre contestaba lo mismo: “La
pronunciación es el aspecto más importante de un político”. El resultado es que Demóstenes
utilizó muchos años ejercitándose para mejorar su dicción, llegando al extremo de
tartamudear cuando hablaba naturalmente pero nunca tartamudeaba en los discursos.
Ciertos aspectos deben pues ser educados; nosotros empezaremos con la educación de la
voz.
CONSTRUYENDO UNA BUENA VOZ
Para que los miembros de su Club lo entiendan, deben escucharle. Para hacerse oír, tiene a
su disposición el instrumento musical más maravilloso que el hombre conoce: LA VOZ.
Poder o debilidad, heroísmo o cobardía, entusiasmo o desánimo, esperanza o desesperación;
toda emoción o pasión, todo estado físico o mental puede ser mostrado gráficamente con la
voz. Sin embargo, la exageración como en todas las cosas, no hace que el uso excesivo de la
voz lo convierta en un buen orador. No es más oído el orador que más grita o eleva su voz,
por lo tanto, deberemos ocuparnos de las características que hace de ella una poderosa arma
para convencer. Las características de la voz que podemos aprovechar en la oratoria, son:
a. La Resonancia
Un gran discurso pierde algo de su valor si quien lo dicta no hace sino gritar. El oído y el
público lo harán comprender cuán fácilmente la voz puede lograr excelentes resultados si
posee la cualidad de ser resonante.
La resonancia es el resultado de hacer que los sonidos producidos como resultado del paso
de corrientes de aire a través de las cuerdas vocales puedan ser amplificadas y modulados
por cavidades huecas llamadas “resonadores naturales”. Estas cavidades logran sonidos
agradables y plenos para el oído humano si se encuentran en buenas condiciones y el orador
hace conciencia de su existencia. El resultado es que la voz llega sin perder sus
características a gran distancia.
A todos nosotros nos agrada oír la voz de un locutor moderadamente “ronca y arrulladora”.
Aunque a menudo esto es obra de la naturaleza, a todos nos está permitido entrenar este
aspecto de nuestra voz; para hacerlo, debemos reconocer los resonadores anatómicos
naturales que son:
1.
2.
3.
4.
La nasofaringe, parte trasera de la garganta, detrás de la úvula o campanilla.
La cavidad nasal.
Los senos paranasales y frontales.
La cavidad bucal
Veamos algunos consejos para mejorar la resonancia:
1. Abra la Boca: algunas personas sólo abren la boca para comer. La mandíbula tensa
causada por el hábito de contraer excesivamente los músculos de la quijada, impiden que el
sonido salga libremente y se filtre a través de los dientes, lo que evita que la voz tenga
plenitud y le roba resonancia. Por tanto, ABRA LA BOCA MIENTRAS HABLA.
2. Evite la Calidad Nasal: Interferir en el viaje de la voz hasta su salida al exterior causa
una producción impropia del sonido. El sonido, para ser correcto, debe salir por la nariz y la
boca al mismo tiempo. Si lo duda, tape su nariz y pronuncie cualquier palabra. Notará que la
voz se torna desagradable, pierde cuerpo y evita la resonancia de la cavidad nasal. Es lógico
pensar de ambas cavidades trabajan para hacer la voz placentera, resonante y plena. Por
favor, NO SEA ÑATO.
3. Use la “Cabeza”: Cuando piense en su voz piense como si ella toda estuviera en la
cabeza, sienta la vibración en la parte de atrás de la nariz, siéntala en el cielo de la boca,
justo detrás de los dientes. Cuando tiene esta sensación en ambos lugares a la vez, usted
está vocalizando correctamente y su voz tendrá el suficiente poder de transmisión para lo
que usted le exija.
4. Lea en Voz Alta: Teniendo las palabras impresas en frente, pronúncielas de modo que
tenga la sensación de vibración en las cavidades resonantes como se describió más arriba. Si
usted desea desarrollar su voz de modo que tenga su transmisión de voz completa (que es la
marca de las voces de los buenos oradores), no piense en las cuerdas vocales, piense en los
resonadores. Tan pronto como las cuerdas vocales empiecen a vibrar, el sonido causado por
esta vibración es reforzado por los resonadores naturales de la voz. El sonido, entonces, se
dividirá en dos corrientes, unas que sale por la nariz y otra que sale por la boca.
5. Ejercicio para Mejorar la Resonancia: Abra la boca por completo y respire como un
perro (jadee). Mírese al espejo cuando lo hace y notará que la úvula o campanilla se mueve
de atrás hacia delante y viceversa, en vaivén. Este ejercicio de la úvula refuerza las paredes
musculares del paladar blando. Hágalo no más de un minuto o dos cada vez, pero repítalo
varias veces durante el día cuando tenga oportunidad.
6. Un Ejercicio con Sonidos “L” o “R”: El siguiente ejercicio le ayudará a capacitar los
músculos de la boca, incluyendo la lengua. Al practicarlo, tenga cuidado en no poner
demasiada tensión en los músculos de la garganta o la mandíbula. No tense la lengua. Abra
las ventanas de la nariz para prevenir la tensión del labio superior. Ahora, pronuncie esta
oración en un solo tono, es decir, no module el sonido: “RAPIDO CORREN LOS CARROS
CARGADOS DE AZÚCAR DEL FERROCARRIL”. Utilice este pasaje como material de ejercicio,
léalo en voz alta, memorícelo y recítelo de vez en cuando día tras día. Cuando lo haga,
resuene las sílabas que contengan “L” o “R”, con plena conciencia y sumo cuidado
7. Un Ejercicio con Sonidos “N”: Después de trabajar con sonidos “L” y “R” algún tiempo,
incluya un ejercicio donde los sonidos “N” sean prominentes. Use este párrafo como ejemplo
para ejercitarse:
“LO DEJO DONDE EMPECE. VIVA O MUERA, SOBREVIVA O PAREZCA, ESTOY POR LA
DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA. ES MI SENTIMIENTO VIVIENTE, Y CON LA BENDICIÓN
DE DIOS SERA MI SENTIMIENTO MURIENDO, LA INDEPENDENCIA AHORA Y LA
INDEPENDENCIA PARA SIEMPRE”
Haga con este párrafo lo mismo que con el anterior.
El uso correcto de la voz, con la práctica de los ejercicios descritos más arriba, le ayudará a
darle una personalidad más agradable, identificada por una más agradable voz. Por tanto,
propóngase a mejorar su voz. Mejórela cada vez que se exprese, en la conversación, en las
discusiones del Club, en las expresiones usadas en los concilios y convenciones; sin
embargo, los ejercicios son para la práctica, por lo que no piense en ellos cuando conversa o
se dirija a un auditorio. PIENSE EN LA IDEA Y USE LOS EJERCICIOS PARA SUS RATOS A
SOLAS.
b. La Pronunciación
Para dirigirnos a un público no es solo es importante lo que decimos y porqué lo decimos,
sino también COMO LO DECIMOS. Es por esto que la pronunciación es uno de los aspectos
más transcendentales de la oratoria, por lo que debemos preocuparnos de que las palabras
suenen claras y correctas, pues no hay nada que despierte más la burla de ciertos auditorios
que el orador pronuncie inadecuadamente.
El alfabeto castellano está compuesto de veintinueve (29) caracteres o letras. Observemos a
continuación la forma correcta (entre paréntesis) de deletrear nuestro alfabeto.
A (a)
G (je)
M (eme)
S (ese)
B (be)
H (ache)
N (ene)
T (te)
C (ce)
I (i)
Ñ (eñe)
U (u)
CH (che)
J (jota)
O (o)
V (uve)
D (de)
K (ka)
P (pe)
X (equis)
E (e)
L (ele)
Q (cu)
Y (lle)
F (efe)
LL (elle)
R (ere)
Z (zeta)
Ahora bien, la pronunciación correcta de las consonantes en una alocución, es algo
totalmente diferente de la forma en que se deletrean. Para conocer detalles al respecto, se
necesita un texto de Fonética. Nuestra función, claro está, no es ésta. Nos limitamos, pues a
hacer algunas observaciones:
• Las consonantes solas carecen de sentido; éste se los dan las vocales. Sin embargo, la
emisión de las consonantes es MUY IMPORTANTE para una dicción agradable.
• Las consonantes han sido analizadas según el lugar y el modo de articulación de los
órganos de la voz que intervienen para su pronunciación.
• Probablemente, las consonantes más importantes son la “R”, la “S”, y la “N”. Muchas
culturas tienen la tendencia a deformar la pronunciación de ellas por la influencia que otros
idiomas tienen en las mismas. Ejemplo de esto son los gitanos, los andaluces y, claro está
los cibaeños.
Habría otras observaciones que hacer, pero para lo que buscamos creemos que son
suficientes. Seamos pues cuidadosos con la pronunciación de las consonantes.
c. Gestos, Ademanes y Modales
Los gestos son los movimientos que hacemos con la cabeza y los músculos de la cara; los
ademanes son la expresión de los movimientos de las extremidades superiores; y los
modales son los movimientos resultantes del cuerpo entero.
Una intervención en público, donde el participante está parado sin hacer nada, como estatua,
nos dejaría muy mala impresión. Quizás no nos significaría nada lo que dijo, pues no le
hemos visto el entusiasmo.
Estas cosas las debemos evitar soltando nuestro cuerpo para que manifieste lo que sentimos
a través de movimientos. Estos pudieran ser entrenados, si quisiéramos, y así le sacaríamos
provecho a la manifestación material más importante que poseemos, el cuerpo. Sin
embargo, debemos evitar el exceso en el uso de este recurso maravilloso.
Un orador parado delante nuestro que gesticula y mueve hasta la cintura, puede sacarnos
del tema por simple distracción. Lo que sí debemos tener presente es no hacer de
movimientos violentos que hagan sentir más a nuestro auditorio. Seamos convincentes, y no
demos muestra de inseguridad con los modales y gestos, pues no lograremos convencer a
nadie de lo que decimos. Pero por encima de todas las cosas, seamos naturales, SOLO
NOSOTROS SOMOS NOSOTROS MISMOS.
EL DISCURSO
PARTES DE UN DISCURSO
Muchos de los entendidos en la materia están de acuerdo en que la mayoría de los discursos
que se realizan tienen cuatro partes, a saber:
1. Exordio: Es el comienzo del discurso y sus características son: sencillo, respetuoso y
placentero. En el exordio, se establece el primer contacto con el público, por lo que es aquí
por lo que se gana o se pierde la atención del auditorio. Esto lo convierte en una entrada
triunfal o en un fracaso absoluto. El exordio deberá ser natural y espontáneo, y tendrá que
demostrar lo satisfecho que estará el orador al hablar ante ellos.
2. Proposición: Constituye la parte expositiva del discurso. Es donde “se entra en materia”,
y los dividiremos en cuantos puntos queramos para cubrir el tema a tratar. Deberá ser
ilustrativo del problema que se intenta exponer; tendrá que ser conmovedor para que la
sensibilidad del auditorio se ponga de nuestro lado y sientas que lo que se avecina es
agradable o interesante a sus oídos.
3. Confirmación: Es donde el orador pasa de la parte netamente narrativa a la reafirmación
de sus criterios. Es aquí donde el orador trata de convencer al público de lo que se trata de
defender o atacar. El discurso, en este punto, puede ser enérgico, suplicante, convincente,
arrogante, etc., siempre acorde a lo que se quiere lograr. Este es el punto culminante, toda
la atención de los asistentes deberá conquistarse en este momento.
4. Peroración: Es la parte final del discurso. Se aprovecha la emoción que se desea causar
para dejar a los asistentes completamente convencidos de la importancia de lo expuesto. Al
mismo tiempo es el cierre, por lo que las persona que lo escuchan deben sentir una gran
satisfacción por lo oído hasta el momento. La peroración debe ser corta; a nadie le gusta que
le digan: “...y por último quiero decirles....”, para luego tener que aguantar una hora más de
decires.
PREPARACIÓN DEL DISCURSO
Empecemos por decir que no existen los discursos improvisados. De alguna manera siempre
habrá un momento de actividad mental parea organizar las ideas que se tratan de exponer.
Es desagradable tener que enfrentarse a una petición de alguien que nos pide “decir algo” en
un momento que no lo esperamos. E todas formas, algún día y en cualquier Club, tendremos
que enfrentarnos a este momento, y es mejor estar preparados.
La hilación del discurso es la base fundamental para desarrollar ideas que, aún creyendo
conocer mucho del tema se hace imprescindible a todo buen orador. A veces, queremos decir
tantas cosas que terminamos por no dejar dicho nada.
Alguien decía en una oportunidad que cuando tenía que hablar en público “decía lo que tenía
que decir y terminaba, pues si el auditorio le parecía bien y agradable el discurso, queda con
gusto de volverme a oír, y si no le agradó por lo menos no les aburrí mucho tiempo”. Este es
un mayúsculo error, pues nadie debería pararse ante un público a decir exactamente lo que
el público le gustaría que le dijeran.
A un profesor de oratoria se le preguntó: ¿Qué tiempo toma usted para preparar un discurso
de veinte minutos? El maestro contestó que podría hacerlo en una semana. Se le cuestionó
luego que si el discurso fuera de cuarenta minutos o una hora, qué tiempo le tomaría; y el
profesor le contesto que de dos a tres días. Finalmente se le preguntó: y si el discurso fuera
de más de dos horas, que haría?, y él contesto: Comenzaría a prepararlo sólo unos minutos
antes de mi intervención.
Todos entendieron que a mayor tiempo de exposición, hay mayor oportunidad de divagar,
pero los discursos cortos exigen precisión en los conceptos y un conjunto de ideas tan
resumidos que permite dejar todo dicho antes de llegar a la peroración. Hay un sabio consejo
que reza: “Si tu memoria te es infiel, hazte de un papel”.
Si nos reconocemos a nosotros mismos faltos de memoria, no nos deberá avergonzar nunca
presentarnos ante el público con un pedazo de papel escrito. En él deben estar contenidos, a
grandes rasgos, los aspectos más importantes que debemos decir.
Para los de memoria prodigiosa, basta con preparar un discurso escrito en casa e irlo a
exponer sin ayuda alguna ante un auditorio que siempre espera de usted los mejor.
Recordemos que para prepararse, Jesucristo se apartó de la gente, pensó, meditó, oró, se
fue al desierto y ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches, y como dice el Evangelio:
“Desde entonces en adelante, Jesús comenzó a predicar”
TIPOS DE DISCURSO
Tan sólo para tener una idea, vemos a mencionar algunos tipos de discursos clasificados por
su contenido y características en la acción oratórica. Los principales tipos de discursos son:
•
•
•
•
•
Oratoria
Oratoria
Oratoria
Oratoria
Oratoria
Política y Parlamentaria
Social
Comercial
Sagrada
Forense
Podrían existir múltiples subtipos de discursos producto de la combinación de las
combinaciones de la clasificación antes expuesta. En Activo 20-30 la mayoría de nuestras
exposiciones podrían caer dentro de la llamada Oratoria Política y Parlamentaria, teñida con
un matiz de Oratoria Social. En muchos momentos de la oratoria común en el Club se
requiere que alguien tome la palabra y sea portavoz de los demás.
La mayoría de las intervenciones de un miembro de Activo 20-30 están motivadas por
juramentaciones, autopresentaciones, mociones y fundamentalmente por la defensa de estas
últimas. Estos son los momentos clásicos que nos sirven de entrenamiento para
compromisos más importantes en otros ámbitos. Debemos pues aprovechas nuestro tipo de
discurso para adquirir la pericia necesaria para desarrollar uno de los aspectos
fundamentales del liderazgo: El Arte de Hablar en Público.
EL PÚBLICO
CONOZCA SU PÚBLICO
Como dice Dale Carnegie: “El auditorio de la noche se moría con chistes que en la tarde sólo
habían producido sonrisas”. Es de suma importancia, pues, conocer a quién van dirigidas
nuestras palabras.
Las características del público son de gran importancia para la preparación del discurso;
incluso, los factores son tan determinantes que guían la realización del mismo. La situación
social, la edad, el sexo, etc., son factores a tomar en cuenta al momento de la preparación
de la pieza oratoria.
De hecho, la única forma de establecer una comunicación efectiva con el público es si éste se
siente identificado con quién le habla. Por tanto, para agradar y convencer, debemos
situarnos en la realidad individual y colectiva de las personas que tenemos en frente.
DIFICULTADES CON EL AUDITORIO
Muchas de las dificultades de muchos oradores están causadas por la impresión de que el
público siente que quien les habla se cree un sabelotodo.
Todo orador que pretenda infundir en su público alguna idea, debe evitar toda insinuación
que produzca la más ligera impresión de reproche, enfado o irritabilidad, pues en general las
personas
no
aceptan
lo
que
escuchan
en
estas
condiciones.
Más vale no acudir a los métodos impositivos o imperativos si queremos convencer a nuestro
auditorio. Seamos prudentes y dignos, tanto más si las personas presentes no son público
ideal o muy versado en el tema que se trata.
CONSEJOS PRÁCTICOS
A continuación ofrecemos algunos consejos de Dale Carnegie y otros autores, que pueden
servir de guía para facilitar nuestras intervenciones:
a.
Las
Citas
Las discusiones que contienen citas importantes de personalidades estimadas por el público,
siempre tienen una excelente aceptación. Lo básico es no exagerar ni convertir las citas en la
exposición
formal
de
nuestra
intervención.
Siempre aparecerán conceptos e ideas de personajes que no se ponen en duda, pues tienen
aceptación universal analizadas usando el sentido común. Hagamos uso de ellas y
aprovechemos su enseñanza pero no exageremos la nota.
b. Las Cifras
El público común no siempre está en condiciones de retener números y cifras en las que
tenga que hacer uso de una atención muy especial. Si queremos dejar grabados fechas y
datos numéricos importantes, debemos materializarlos de forma tal que la impresión
causada no permita olvidos.
Ejemplo de esto es la diferencia de impresión que se da cuando hablamos de extensiones
territoriales. No es lo mismo que la Provincia de Buenos Aires en Argentina tienen 250,000
Km cuadrados, que decir que la República Dominicana cabe cinco veces en dicha provincia.
Indiscutiblemente, es mucho mejor hacer uso de la última expresión.
c. Los “Tics” Nerviosos
La distracción de un público depende de muchas cosas, pero una de las distracciones más
perjudiciales para un orador es que éste posea u “tic” o manía que obligue a la gente a
fijarse tanto en él que pierda la hilación del tema.
Estos “tics” son muy amigos de la muletilla clásica, en la que el individuo usa un
determinado sonido o palabra para cubrir un vacío mental. La mayoría de las veces esto se
corrige con la práctica que es en definitiva el objeto de este folleto.
Cualquier movimiento desorbitado hace perder la atención del discurso y esto es
imprescindible para la comprensión final del mensaje. Como muchos de estos movimientos
se realizan sin premeditación es importante que nos demos cuenta personalmente si de
alguna
u
otra
forma
tenemos
la
tendencia
a
realizar
algunos.
No debemos confundir los llamados “tics” nerviosos con los movimientos normales ni con el
nerviosismo o temor que se siente al empezar a hablar en público. La diferencia de éstos
últimos con el “tics” radica en que no son constantes y en que iniciada la perorata pueden
ser moderadas por el orador.
d. Dificultades con el Público
Al hablar delante de un público se incurre en muchos errores que hacen que nazca en el
auditorio un grado de empatía necesario entre orador y auditorio. Esta situación puede
limitar el convencimiento indicado para que se acepten las ideas que se proponen.
El hecho de actuar conforme a ciertas reglas prácticas imprime seguridad y aplomo, por lo
cual, cuando se habla en público y se quiere persuadir en determinado sentido, hay que
evitar todo aquello que pueda producir una actitud negativa para tales fines.
Por lo general, no todas las personas reciben positivamente todas las explicaciones dadas,
inclusive podemos encontrarnos con otros socios totalmente opuestos a los preceptos que se
sostienen.
Paul Jagot decía: “Nunca contraigas enfáticamente ninguna afirmación. Admite serenamente
cuanto te digan, sin demostrar con previa actitud que ya te has formado una adversa opinión
a lo que te hayan expuesto. Responde con calma y cortesía al exponer ideas no conformes
con las que acabas de escuchar, evitando insistir sobre las mismas. Permite que la
conversación siga su curso y procura volver cuando sea oportuno sobre el tema inconforme”.
Con este consejo tendremos en nuestras manos un arma eficaz para calmar los ánimos y
pasiones de cualquier persona. Es tanto así que todo orador que pretendía infundir alguna
idea en público debe procurar evitar toda acción que produzca la más ligera impresión de
reproche, enfado o irritabilidad, ya que esto sólo conllevaría a que tus compañeros no
aceptarán los que escuchan.
Más vale infundir en los socios confianza y buen gusto para lograr los fines deseados, que
acudir a los métodos de reproches, de impresión o de tonos imperativos, que anulan la
actuación positiva de un Activo 20-30.
Finalmente, la prudencia y la dignidad son las normas que nos deben guiar en todo
momento. Nuca hay que expresar que nos afectan la ideas expuestas en contra de uno, ni
exteriorizar los rencores. Es preferible adoptar la postura propia del que se siente seguro de
haber obtenido lo que se proponía sin expresar ninguna urgencia para alcanzarlo.
Los desesperados nunca llegan a la meta que se han propuesto.
Si este folleto educativo tiene alguna intensión, no es otra que la de permitirme romper el
cascarón y convertirte en un verdadero miembro de la organización Activo 20-30.
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