1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado Intensidad del campo y bobinas de superficie Secuencia de pulsos de resonancia magnética Imágenes ponderadas en T1 Imágenes ponderadas en T2 Técnica de supresión de tejidos con T1 corto Imágenes ponderadas en T2 Star (T2*) Imágenes con contraste Masas hepáticas primarias Neoplasias hepatocelulares benignas: adenoma e hiperplasia nodular focal Carcinoma hepatocelular fibrolaminar Colangiocarcinoma intrahepático periférico Cistoadenoma y cistoadenocarcinoma biliar Lesiones quísticas asociadas con la malformación de la placa ductal Hamartomas biliares Enfermedad renal poliquística autosómica dominante Quiste hepático Hepatopatías inflamatorias e infecciosas Tumor miofibroblástico inflamatorio (seudotumor inflamatorio) La resonancia magnética (RM) permite evaluar el hígado en forma meticulosa con el fin de examinar su parénquima, el sistema biliar y su vascularización. Si bien la tomografía computarizada y la ecografía del hígado suelen ser los primeros estudios empleados para evaluar este órgano, el empleo de la RM aumenta en forma progresiva como principal modalidad de diagnóstico por la imagen, uso que se agrega a la aplicación para resolver problemas específicos. La RM ofrece una descripción del tejido blando que no se puede obtener con otros métodos. La falta de radiación ionizante y la relativa ausencia de dependencia del operador son otras ventajas de la RM sobre la tomografía computarizada y la ecografía, respectivamente. Las secuencias de pulsos rápidas con respiración contenida sustituyeron en gran medida a las secuencias de pulsos más lentas del pasado, lo que permitió reducir la duración de los estudios. En este capítulo, luego Adam Fisher, MD Evan S. Siegelman, MD Absceso hepático Sarcoidosis hepática Hepatopatía actínica Colangitis esclerosante primaria Hemangioma hepático Angiomiolipoma hepático Lipoma y seudolipoma hepáticos Linfoma hepático Enfermedad linfoproliferativa postrasplante Metástasis hepáticas Esteatosis hepática Enfermedad por depósito de hierro Enfermedades vasculares del hígado Síndrome de Budd-Chiari Enfermedad hepática venooclusiva o síndrome de obstrucción sinusoidal Congestión hepática pasiva Trombosis de la vena porta Complicaciones del trasplante de hígado Cirrosis hepática Carcinoma hepatocelular de una breve revisión de las técnicas actuales, se explican las manifestaciones de las hepatopatías en la RM, con énfasis en la correlación anatomopatológica. INTENSIDAD DEL CAMPO Y BOBINAS DE SUPERFICIE En condiciones ideales, la RM del hígado se realiza en sistemas de campo alto mayores de 1,0 tesla (T) y sistemas abiertos de campo bajo reservados para individuos claustrofóbicos u obesos. Las bobinas de superficie múltiples de disposición fásica permiten aumentar las relaciones señal-ruido y contraste-ruido, además de mejorar la detección y la visibilidad de las lesiones en comparación con las bobinas de cuerpo convencionales que rodean el aparato.1 La proximidad de la grasa subcutánea 2 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis Cuadro 1-1 Causas de aumento de la intensidad de la señal en las imágenes ponderadas en T1 sin contraste • Proteínas (frecuente; causa de aumento de la intensidad de la señal en los hepatocitos) • Lípidos (frecuente) • Hemorragia • Sustancias paramagnéticas (p. ej., melanina, gadolinio) • Flujo sanguíneo presente en la pared abdominal anterior con respecto a la bobina de superficie puede producir “fantasmas”, o sea artefactos asociados con los movimientos respiratorios, que se proyectan sobre la imagen. Estos artefactos se pueden eliminar o reducir al mínimo con secuencias con respiración contenida o supresión de la grasa.1 SECUENCIA DE PULSOS DE RESONANCIA MAGNÉTICA Imágenes ponderadas en T1 El hígado se caracteriza por un tiempo de relajación en T1 más corto que los otros tejidos abdominales, excepto la grasa y el páncreas. Este tiempo de relajación en T1 breve se atribuye a la abundancia de retículos endoplasmáticos rugosos y a la elevada velocidad de síntesis de proteínas (Cuadro 1-1).2 Las lesiones hepáticas isointensas o hiperintensas con respecto al parénquima hepático Cuadro 1-2 Lesiones hepáticas isointensas o hiperintensas en las imágenes ponderadas en T1 sin contraste Hepatocelulares (frecuentes) Hiperplasia nodular focal Adenoma hepático Esteatosis hepática focal (imágenes en fase) Ausencia focal de esteatosis (imágenes en fase opuesta) Nódulo regenerativo Carcinoma hepatocelular No hepatocelulares (infrecuentes) Hematoma (metahemoblobina dentro del borde) Metástasis hemorrágicas (p. ej., melanoma, coriocarcinoma) Enfermedad metastásica tratada (p. ej., ablación por radiofrecuencia) en las imágenes ponderadas en T1 suelen ser de origen hepatocelular (cuadro 1-2). Las lesiones que se originan en otras células, como quistes, hemangiomas y metástasis, típicamente revelan un tiempo de relajación en T1 más largo que el del hígado y aparecen hipointensas con respecto al parénquima hepático en las imágenes ponderadas en T1. Las secuencias de pulsos con eco de gradiente (GRE) con respiración contenida pueden sustituir a las imágenes con eco de espín (SE) en las imágenes hepáticas ponderadas en T1. Las secuencias con GRE ponderadas en T1 se pueden obtener con técnicas de multidisparo o de disparo único.3 El término disparo representa la cantidad de pulsos de excitación utilizados en una secuencia de pulsos. Las secuencias de disparos múltiples de imágenes ponderadas en T1 con GRE con anulación de magnetización transversa (spoiled GRE) emplean un tiempo de repetición corto y gran inclinación angular, de entre 70 y 90º.3 La ausencia de pulsos de refase de 180º en las secuencias con GRE permite modificar en forma leve el ángulo de los protones presentes en el agua y los lípidos en fase y fuera de fase con tiempos de eco variables. Con 1,5 T, el agua y los lípidos están en fase cuando el tiempo de eco oscila entre 4,2 y 4,6 milisegundos, y están fuera de fase cuando el tiempo de eco oscila entre 2,1 y 2,3 milisegundos. Las secuencias dobles ponderadas en T1 con GRE permiten la adquisición simultánea de imágenes en fase y en fase opuesta con dos tiempos de eco por excitación. En las imágenes en fase, las señales procedentes del agua y los lípidos dentro del mismo vóxel son aditivas, mientras que en las imágenes en fase opuesta, la interferencia destructiva de los protones presentes en el agua y los lípidos determina la pérdida de intensidad de la señal. La combinación de las imágenes en fase y en fase opuesta, denominada imagen con cambio químico, permite detectar la esteatosis hepática y la presencia de lípido intralesional en ciertas neoplasias hepatocelulares como el adenoma hepático y el carcinoma hepatocelular bien diferenciado (Cuadro 1-3). El cambio químico es la diferencia en la frecuencia resonante entre dos tipos de protones, dado que la frecuencia resonante de un protón depende de su ambiente molecular local. Las imágenes con cambio químico son óptimas para detectar lípidos microscópicos, mientras que las técnicas selectivas con supresión de la grasa son más útiles para los lípidos macroscópicos presentes en la grasa subcutánea e intraabdominal o para los lípidos macroscópicos acumulados dentro de ciertos tumores como el mielolipoma suprarrenal (véase capítulo 3), el angiomiolipoma renal (véase capítulo 4) y los quistes dermoides del ovario (véase capítulo 7). En los pacientes con capacidad limitada de contener la respiración, se pueden obtener imágenes rápidas ponderadas en T1 con secuencias de pulsos con GRE con recuperación de la magnetización.3 Se puede obtener un corte solo en menos de 1,5 segundos con efectos mínimos asociados con los movimientos respiratorios. Esta secuencia incorpora un pulso de corte selectivo con inversión de 180º y produce una imagen ponderada en T1 con aumento de la intensidad de la señal en los vasos sanguíneos; casi todas las lesiones son hipointensas en esta secuencia. El pulso de inversión y el tiempo de inversión Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado Cuadro 1-3 Pérdida de la señal en las imágenes con cambio químico Hepatocelulares (frecuentes) Esteatosis difusa Esteatosis focal Neoplasias hepatocelulares que contienen lípidos Frecuente: adenoma hepático Infrecuente: carcinoma hepatocelular bien diferenciado Rara: hiperplasia nodular folicular No hepatocelulares (raras) Angiomiolipoma hepático Tumor metastásico de células germinales Lipoma hepático también pueden manipularse para obtener imágenes ponderadas en T1 con reducción de la intensidad de la señal en los vasos sanguíneos, una característica que reduce al mínimo los artefactos por la pulsación. Imágenes ponderadas en T2 El tiempo de relajación en T2 del hígado es más breve que el de casi todos los demás tejidos abdominales, incluso el del bazo.3 Las lesiones hepáticas no sólidas tienen tiempos de relajación en T2 prolongados y son fáciles de detectar en las imágenes ponderadas en T2. Las masas sólidas como el carcinoma hepatocelular y las metástasis hepáticas revelan tiempos de relajación en T2 más cortos en comparación con las lesiones no sólidas y pueden ser relativamente imperceptibles en las imágenes ponderadas en T2. Las secuencias de pulsos con tren de ecos multidisparo o disparo único reemplazaron a las técnicas convencionales de eco de espín para las imágenes hepáticas ponderadas en T2 (y también para la evaluación de otros órganos abdominales y pelvianos). Estas secuencias de pulsos utilizan uno o varios pulsos de excitación seguidos por dos o más pulsos de refase de 180º, o sea el tren de ecos. Cada eco de espín múltiple dentro de una secuencia de trenes de ecos se adquiere con un gradiente de codificación de fase de diferente amplitud y, en consecuencia, la imagen resultante contiene información con diversos valores de tiempo de eco. El tiempo de eco efectivo es el que se produce cuando se aplica la mínima amplitud de gradientes de codificación de fase. Los gradientes de codificación de fase de menor amplitud proporcionan datos con mayor contraste y menor resolución del espacio k central, mientras que los gradientes de codificación de fase de mayor amplitud proporcionan datos con mayor resolución y menor contraste del espacio k periférico. Las secuencias de pulsos con tren de ecos ponderadas en T2 pueden obtenerse con técnicas con respiración contenida. Las secuencias de pulsos con tren de ecos 3 ponderadas en T2 sin contención de la respiración se benefician con técnicas de supresión de la grasa y gatillado respiratorios.4,5 El gatillado respiratorio requiere un fuelle neumático que se coloca alrededor del torso del paciente. Como sólo se adquiere información durante una parte del ciclo respiratorio, el gatillado respiratorio necesita un tiempo de repetición prolongado y, en consecuencia, se adapta con facilidad a las secuencias de pulsos con tren de ecos multidisparo ponderadas en T2. Las secuencias de pulsos con tren de ecos de disparo único ponderadas en T2 incorporan la reconstrucción parcial de Fourier (interpolación de los datos del espacio k) para reducir el tiempo de adquisición. El tiempo de adquisición subsegundo de las secuencias de disparo único ponderadas en T2 es útil para los pacientes incapaces de cumplir con la técnica de contención de la respiración o en los que se debe llevar a cabo una evaluación rápida.3 En comparación con las secuencias con tren de ecos de multidisparo con ponderación en T2, las técnicas de disparo único producen imágenes con relaciones señal-ruido más bajas y menor visibilidad, lo que reduce su sensibilidad para detectar las lesiones más pequeñas o con bajo contraste.3 En las secuencias ponderadas en T2 que emplean un tiempo de eco de por lo menos 160 milisegundos, se logra aumentar la discriminación entre las lesiones hepáticas no sólidas, como los quistes y los hemangiomas, y las lesiones sólidas.6,7 Una secuencia ponderada en T2 con un tiempo de eco todavía más largo (p. ej., entre 600 y 700 milisegundos) puede discriminar entre un quiste hepático y un hemangioma debido a la detección de un aumento persistente de la intensidad de la señal en las primeras lesiones.8 Las secuencias ponderadas en T2 más intensas también se emplean en la colangiopancreatografía por resonancia magnética (MRCP; véase capítulo 2). Técnica de supresión de tejidos con T1 corto Las secuencias de pulsos con supresión de tejidos con T1 corto (STIR) proporcionan imágenes con supresión de la grasa y la suma del contraste ponderado en T1 y en T2. Las secuencias de pulsos STIR incorporan un pulso de supresión de 180º preparatorio antes del pulso de excitación. El intervalo entre el pulso de supresión y el pulso de excitación se denomina tiempo de inversión. Con un tiempo de inversión de entre 150 y 170 milisegundos y 1,5 T, la intensidad de la señal de la grasa es nula. En forma similar a las imágenes ponderadas en T2, el líquido y la mayoría de los tejidos enfermos aparecen hiperintensos en las imágenes con STIR. La técnica con tren de ecos se puede incorporar en la secuencia de pulsos STIR para reducir el tiempo de adquisición. Imágenes ponderadas en T2 Star (T2*) Las secuencias de pulsos ponderadas en T2* con GRE se emplean para la detección óptima del depósito de hierro en el hígado. Las secuencias con GRE no cuentan con los pulsos de refase de 180º del eco de espín ni con las secuencias de tren de ecos, por lo que no corrigen los cambios de fase que se asocian con las heterogeneidades del campo magnético o con los gradientes de susceptibilidad 4 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis del tejido estático. El contraste en T2* refleja el tiempo de relajación espín-espín o longitudinal efectivo asociado con los efectos de la desaparición verdadera de la señal en T2 y de la heterogeneidad. El efecto de susceptibilidad del hierro desencadena la pérdida de la señal que se observa mejor en las imágenes ponderadas en T2*. Las secuencias con GRE ponderadas en T2* se emplean después de la administración de medios de contraste para el sistema reticuloendotelial. Las células de Kupffer presentes en el parénquima hepático normal y en algunas lesiones hepatocelulares eliminan estos medios de contraste del plasma. El efecto de susceptibilidad inducido por el medio de contraste con hierro produce la pérdida de la señal en el parénquima hepático normal y revela hiperintensidad en las lesiones no hepatocelulares, como por ejemplo las metástasis. Aunque en la actualidad la angiografía por RM se realiza con técnicas que emplean contraste con gadolinio, las secuencias ponderadas en T2* pueden ser útiles para definir la dirección del flujo cuando se aplican pulsos de saturación específicos. Esta información puede ser beneficiosa para evaluar el sistema de la vena porta, los vasos colaterales portosistémicos o las várices.3 Imágenes con contraste Cuatro clases principales de medios de contraste administrados por vía intravenosa se emplean para las técnicas de diagnóstico por la imagen hepáticas y abdominales: extracelulares inespecíficos, específicos de los hepatocitos, específicos para el sistema reticuloendotelial y específicos de la sangre.9 Los medios extracelulares inespecíficos son quelatos del gadolinio, que es un metal paramagnético que reduce el tiempo de relajación en T1 de las moléculas que lo rodean. La quelación es necesaria debido a la toxicidad, la biodistribución y la eficacia del ión gadolinio libre.10 Los quelatos de gadolinio extracelulares inespecíficos difunden con rapidez desde el espacio intravascular hacia el espacio extracelular, de manera similar a los medios de contraste yodados que se emplean en tomografía computarizada (TC). Mientras que los medios de contraste yodados se observan de manera directa con las técnicas radiológicas, la RM detecta el efecto paramagnético del gadolinio sobre los protones aledaños.11 Los quelatos de gadolinio extracelulares inespecíficos se excretan a través de la filtración glomerular. Los medios específicos para los hepatocitos son quelatos de gadolinio o manganeso, que se excretan en forma variable a través del sistema hepatobiliar. El aumento de la liposolubilidad del quelato de gadolinio permite que el hepatocito lo absorba. Los compuestos derivados del manganeso se disocian en forma parcial en el torrente circulatorio; los iones de manganeso se excretan a través del sistema hepatobiliar, los riñones, el páncreas y la mucosa gástrica.9 Los medios específicos para el sistema reticuloendotelial son compuestos de óxido de hierro superparamagnético que se eliminan del plasma a través del sistema reticuloendotelial (80%) y el bazo (12%) para ingresar en los ganglios linfáticos y la médula ósea.9 Los medios específicos para la sangre son partículas de óxido de hierro ultrapequeñas y complejos proteináceos o poli- méricos de gadolinio, que permanecen en la corriente sanguínea durante un período prolongado. Los quelatos de gadolinio extracelulares inespecíficos son los que se emplean con mayor frecuencia como medio de contraste en la RM. Para detectar y caracterizar las lesiones hepáticas en forma óptima con esta clase de compuestos, a menudo se necesitan métodos dinámicos. Antes de administrar los quelatos de gadolinio, se adquiere una imagen previa al contraste para evaluar la anatomía y la capacidad del paciente para contener la respiración.12 Además, las imágenes sin contraste sirven como base para compararlas con las imágenes con contraste, y también pueden ser sustraídas de las imágenes con contraste. Los métodos con sustracción pueden mejorar las reconstrucciones angiográficas por RM y la detección del refuerzo en las masas que son hiperintensas en las imágenes ponderadas en T1 sin contraste.12,13 Las imágenes que se obtienen después de administrar el contraste se clasifican en tres fases: de la arteria hepática dominante, de la vena porta y de la vena hepática o intersticial.9,14 La fase de la arteria hepática dominante aparece entre 15 y 30 segundos después de la inyección rápida de medio de contraste. Las imágenes obtenidas durante esta fase revelan el refuerzo de las arterias hepáticas y a veces de las venas portas principales. Sin embargo, no se observa refuerzo de las venas hepáticas y el refuerzo del parénquima hepático es mínimo. La fase de la arteria hepática dominante es importante para la detección de lesiones hipervascularizadas y para la evaluación del sistema arterial hepático. La fase de la vena porta se observa entre 45 y 75 segundos después de la administración del medio de contraste. Durante esta fase se observa un refuerzo máximo de las venas portas, las venas hepáticas y el parénquima. Esta fase es óptima para la detección de las lesiones hipovascularizadas. La fase de la vena hepática o intersticial se revela entre 90 segundos y 5 minutos después de la inyección del medio de contraste. Esta fase es útil para caracterizar las lesiones con refuerzo continuo, como los hemangiomas, o las lesiones con espacio extracelular grande, como el colangiocarcinoma intrahepático. El estado circulatorio variable de los pacientes requiere un método confiable y reproducible de coordinación, en particular para la adquisición de los datos asociados con el espacio k central en la fase de la arteria hepática dominante. Los métodos disponibles son timing-runs, detección automática del bolo y gatillado, y detección del bolo en tiempo real o “radioscópica” con gatillado del operador (véase capítulo 11).15 El empleo de un inyector potente estandariza las velocidades de inyección16, optimiza la angiografía por RM y se demostró que es superior a la inyección manual.17,18 Las técnicas dinámicas con contraste de gadolinio se realizan con secuencias de pulsos que permiten observar todo el hígado con un tiempo razonable de contención de la respiración (menor de 25 segundos). Las secuencias con GRE ponderadas en T1 tridimensionales o volumétricas permiten obtener cortes más delgados sin brechas interpuestas, supresión de la grasa, relaciones señal-ruido más elevadas y refuerzo de contraste similar con el mismo tiempo de contención de la respiración que con las secuen- Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado cias bidimensionales. Las imágenes volumétricas proporcionan datos isotrópicos que optimizan las técnicas posprocesamiento, como las reconstrucciones en múltiples planos o la generación de volumen. MASAS HEPÁTICAS PRIMARIAS Neoplasias hepatocelulares benignas: adenoma e hiperplasia nodular focal ADENOMA HEPÁTICO (CUADRO 1-4) El adenoma hepático es una neoplasia hepática benigna que se desarrolla con mayor frecuencia en las mujeres que toman anticonceptivos orales. La incidencia de adenoma hepático aumenta en función del tiempo durante el cual se toma esta medicación y de la dosis de estrógeno.19,20 Los esteroides anabólicos androgénicos empleados por indicación médica o en forma abusiva para el aumento del rendimiento deportivo se asocian con varias hepatopatías, entre ellas el adenoma hepático.21 A menudo los adenomas hepáticos son múltiples y se desarrollan con mayor frecuencia en pacientes con enfermedades por almacenamiento de glucógeno tipos I y III.22 Este tumor se puede detectar en forma casual en estudios transversales realizados con otros fines o el paciente puede experimentar dolor agudo o crónico, detectar una masa palpable o revelar alteraciones en las pruebas que analizan el funcionamiento del hígado.23,24 El adenoma hepático está compuesto por hepatocitos benignos organizados en placas o cordones grandes sin estructura acinar.25-27 Las placas de hepatocitos están separadas por sinusoides dilatados que, junto con las arterias, producen la hipervascularización de los adenomas.26,27 Las células del adenoma contienen glucógeno y 5 lípidos.25,27 En los adenomas suelen detectarse células de Kupffer, que en general no cumplen función alguna, y no se observan conductos biliares.25,27 Por lo común se detecta una cápsula o una seudocápsula fibrosa, fibrosis o ambas.26,28 Entre las complicaciones de los adenomas hepáticos se mencionan la hemorragia con posible ruptura del hígado27,29-31 y la transformación maligna infrecuente en carcinoma hepatocelular.30,32,33 Se cree que la hemorragia dentro del adenoma se debe a un infarto asociado con el crecimiento excesivo del tumor en relación con su irrigación.27 Un adenoma hemorrágico puede romperse a través del hígado y producir un hemoperitoneo con posible shock.34 La ruptura de un adenoma hemorrágico se relaciona con su proximidad con la superficie hepática y el espesor de la cápsula fibrosa del tumor, si es que está presente.31 El riesgo real de transformación maligna es incierto, pero se observó en 5 de 39 pacientes en una serie.30 Aunque se comprobó que los adenomas desaparecen por completo después de la suspensión de la toma de anticonceptivos orales,35,36 esta evolución no impide el desarrollo posterior de un carcinoma hepatocelular.20 Se puede desarrollar displasia hepatocelular dentro de un adenoma, y ésta representa un cambio premaligno irreversible.20 El tamaño de los adenomas hepáticos oscila entre 1 y 19 cm, con un diámetro medio de entre 3 y 5 cm.24,37,38 El aspecto heterogéneo del adenoma hepático en la RM refleja la presencia variable de esteatosis intralesional, hemorragia, púrpura hepática, necrosis, encapsulación fibrosa, cicatrices centrales raras y vasos tumorales grandes.24,27,28,37 En las imágenes ponderadas en T1, los adenomas presentan intensidad de la señal variable, pero a menudo se observan componentes hiperintensos con respecto al parénquima hepático contiguo.24,28,37 Los focos hiperintensos en T1 pueden corresponder a lesiones di- Cuadro 1-4 Adenoma hepático Clínica Neoplasia hepatocelular benigna Probabilidad de experimentar hemorragias (frecuente) y transformación maligna (rara) Factores de riesgo: anticonceptivos orales (más frecuente), esteroides anabólicos androgénicos y enfermedades por almacenamiento de glucógeno Anatomía patológica Diámetro medio de 5 cm, múltiple en el 30% de los casos Hepatocitos, células de Kupffer (en general no funcionantes), sin conductos biliares, seudocápsula formada por parénquima comprimido, fibrosis o combinaciones de estos signos Resonancia magnética Imagen ponderada en T1: la intensidad de la señal varía de acuerdo con la presencia de lípidos, hemorragia y necrosis; algunas porciones del tumor son isointensas o hiperintensas con respecto al hígado. Los lípidos intratumorales son frecuentes, se confirman con imágenes con cambio químico Imagen ponderada en T2: intensidad de la señal variable, pero en general hiperintensa con respecto al hígado Hipervascularizado en las imágenes dinámicas con contraste, pero no tan vascularizado como la hiperplasia nodular focal Sin cicatriz central 6 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis versas, desde lípidos hasta hemorragias intracelulares (Figs. 1-1 y 1-2).24 Las técnicas con cambios químicos pueden confirmar la presencia de esteatosis intralesional (véase Fig. 1-1). En las imágenes ponderadas en T2, los adenomas revelan intensidad de la señal variable, pero a menudo presentan algunos componentes hiperintensos.24,28,37 La presencia de hemorragia y necrosis determina que la intensidad de la señal sea heterogénea en T2.37 La mayor parte de los adenomas muestran hipervascularización en la fase arterial de las técnicas dinámicas ponderadas en T1 con contraste.28,37 En la RM se puede identificar una seudocápsula compuesta por parénquima hepático comprimido o fibrosis.24,28,37 En las imágenes ponderadas en T1, esta seudocápsula es típicamente hipointensa con respecto al parénquima hepático adyacente.28 El aspecto de esta seudocápsula en las imágenes ponderadas en T2 es más variable, con una cantidad aproximadamente igual de imágenes hiperintensas, isointensas o hipointensas con respecto al parénquima adyacente.28 El diagnóstico diferencial principal del adenoma hepático abarca dos lesiones hepatocelulares hipervascularizadas: la hiperplasia nodular focal y el carcinoma hepatocelular. Excepto la cicatriz central, la hiperplasia nodular focal típica revela isointensidad o casi isointensidad homogénea con respecto al parénquima hepático tanto en las imágenes ponderadas en T1 como en las ponderadas en T2, mientras que el adenoma suele presentar intensidad de la señal heterogénea. Además, la hiperplasia nodular focal suele contener una cicatriz central, mientras que éste es un hallazgo inusual en el adenoma hepático.37 Los adenomas hepáticos pueden ser indistinguibles del carcinoma hepatocelular cuando sólo se emplean las características de la lesión en la RM, aunque en el primer caso no se suele observar invasión vascular. El carcinoma hepatocelular típicamente se desarrolla en pacientes con cirrosis, mientras que los adenomas hepáticos aparecen en mujeres jóvenes que recibieron anticonceptivos orales. La concentración sérica de α-fetoproteína suele aumentar en el carcinoma hepatocelular, pero no se eleva en los adenomas hepáticos. En cierto modo, el tratamiento de los adenomas hepáticos es controvertido. Se propuso la resección quirúrgica para eliminar los riesgos de hemorragia, que pone en peligro la vida del paciente y la transformación maligna.31 También se propuso un manejo más selectivo.38 En los pacientes con lesiones menores de 5 cm y concentraciones normales de α-fetoproteína, se podría considerar la suspensión de los anticonceptivos orales, el asesoramiento relacionado con el embarazo y la obtención de imágenes seriadas como alternativa a la cirugía.38 La embolia de la arteria hepática es preferible a la cirugía para el tratamiento agudo de la hemorragia.38 ADENOMATOSIS HEPÁTICA La adenomatosis hepática se describió por primera vez como el desarrollo de diez o más adenomas hepáticos en un hígado sin otra lesión (sin enfermedad por almacenamiento de glucógeno), que no se relaciona con el uso de anticonceptivos orales o esteroides anabólicos androgé- nicos y se asocia con alteraciones en las pruebas de funcionamiento hepático (fosfatasa alcalina sérica y gamma glutamil transpeptidasa) en mujeres u hombres.39 En etapa reciente se estableció que la adenomatosis hepática correspondía al hallazgo de más de tres adenomas.40 La mayoría de las lesiones que forman parte de la adenomatosis hepática no depende de los estrógenos para crecer.41 Se describieron dos formas de adenomatosis hepática: multifocal y masiva.42 El tratamiento de la forma multifocal puede consistir en la extirpación quirúrgica de las lesiones más grandes o complicadas. El trasplante de hígado se reserva para la forma más agresiva de la enfermedad.42 Un grupo propone la observación de los pacientes asintomáticos con lesiones pequeñas (hasta 3 cm) debido al probable escaso riesgo de hemorragia intraperitoneal.40 Las características de los adenomas que constituyen la adenomatosis hepática y se detectan en la RM (véase Fig. 1-1) son similares a las de las lesiones solitarias más comunes que se desarrollan en las mujeres que consumen anticonceptivos orales.41 HIPERPLASIA NODULAR FOCAL (CUADRO 1-5) La hiperplasia nodular focal es un tumor benigno, y se cree que representa una respuesta hiperplásica del parénquima hepático a una malformación arterial preexistente.43 Éste es el segundo tumor hepático benigno más común después del hemangioma,44 se detecta con mayor frecuencia en mujeres en edad reproductiva, y rara vez en hombres y niños.43,45 La mayoría de los casos se descubre de manera casual en la autopsia, una cirugía o un estudio de diagnóstico por la imagen, y su evolución es asintomática. Las lesiones grandes pueden producir síntomas debido a la distensión de la cápsula del hígado o a un efecto de masa sobre los órganos adyacentes.43 Los anticonceptivos orales no desencadenan hiperplasia nodular focal, pero la relación entre el uso de esta medicación y el crecimiento de esta hiperplasia está menos definida. Un estudio no demostró relación entre el empleo de anticonceptivos orales y la cantidad o el tamaño de las lesiones en la hiperplasia nodular focal46, mientras que en otros se observó la regresión de la lesión después de la suspensión de estos fármacos.47 La hiperplasia nodular focal es solitaria en el 80 al 95% de los pacientes.43 La masa está compuesta por nódulos formados por hepatocitos hiperplásicos y pequeños conductillos biliares que rodean una cicatriz fibrosa central.26 La cicatriz central posee tejido conectivo denso y vasos sanguíneos que pueden exhibir paredes mixomatosas gruesas.26 A diferencia de lo que se observa en las neoplasias, el crecimiento de la hiperplasia nodular focal es proporcional a su irrigación sanguínea. Rara vez se producen hemorragias y necrosis, y la ruptura de la hiperplasia nodular focal es muy infrecuente.43 El diámetro medio de esta entidad es de 5 cm.45 No se comunicaron casos de transformación maligna. La RM posee mayor sensibilidad y especificidad que la TC o la ecografía para el diagnóstico de la hiperplasia nodular focal.44 La hiperplasia nodular focal es típicamente isointensa o levemente hipointensa con respecto al parénquima hepático en la imagen ponderada en T1 (Fig. Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D 7 Figura 1-1 ■ Imagen de una RM en la que se observan múltiples adenomas hepáticos cargados de lípidos en una mujer que recibía anticonceptivos orales; la resección previa del lóbulo derecho estableció el diagnóstico de adenomatosis. A y B, la imagen ponderada en T1 revela hipertrofia del lóbulo izquierdo remanente. No se observaron lesiones hepáticas en la imagen en fase (A), pero se observaron múltiples lesiones hepáticas hipointensas (flechas) en la imagen en fase opuesta (B). La isointensidad con respecto al hígado en la imagen en fase y la presencia de lípido intracelular (determinada por la pérdida de la intensidad de la señal en la imagen en fase opuesta) indican que las lesiones son de origen hepatocelular. Se observa pérdida de la intensidad de la señal en la imagen en fase (con un tiempo de eco más prolongado) dentro del colon derecho (flecha C) adyacente a los clips quirúrgicos (flecha curva). Las “seudolesiones” redondeadas (flechas dobles de color negro) con intensidad variable de la señal se localizan delante de la aorta hiperintensa. El aumento de la intensidad de la señal dentro de la aorta y las seudolesiones es secundario al realce de contraste relacionado con el flujo y a un artefacto por pulsación, respectivamente. Si se aplica una banda de saturación superior para eliminar la señal de la sangre arterial que ingresa en la parte superior del volumen de la imagen se pueden reducir ambos artefactos. C, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa no revela las lesiones hepáticas. Se deben señalar las diferencias normales en la intensidad de la señal en T2 entre el hígado hipointenso (L) y el bazo hiperintenso (S). El aumento de la intensidad de la señal delante del hígado representa la falta de supresión de la grasa (flecha) y no se debe confundir con líquido tabicado. La grasa perihepática ubicada más arriba no se suprime debido a la heterogeneidad del campo magnético localizado procedente del parénquima pulmonar adyacente.491 D, en la fase arterial de la imagen ponderada en T1 con contraste se revelan muchas masas hipervascularizadas (flechas). El realce heterogéneo del bazo (S) es normal durante esta fase de la administración del contraste. 1-3; véase Fig. 3-4).43,48-50 La presencia infrecuente de lípido dentro de la hiperplasia nodular focal se suele asociar con esteatosis hepática difusa.51 La hiperplasia nodular focal es isointensa o ligeramente hiperintensa en la imagen ponderada en T2. En el 75 al 80% de las lesiones se puede detectar una cicatriz central en la RM44,48,52, que se caracteriza por su hipointensidad con respecto a la lesión circundante en la imagen ponderada en T1 y su hiperintensidad en la imagen ponderada en T2 (véanse Figs. 1-3 y 3-4).43,48-50 La hiperintensidad de la cicatriz en la imagen ponderada en T2 se relaciona con la presencia de vasos sanguíneos, conductillos biliares y edema dentro del tejido mixomatoso.43,44 Las tres características típicas de las imágenes observadas en la RM sin contraste (isointensidad a hipointensidad homogénea en T1, leve hiperintensidad homogénea en T2 y cicatriz central hiperintensa en T2) se observan en alrededor de una tercera parte de las lesiones.43 Las imágenes de RM atípicas que se pueden asociar con la hiperplasia nodular focal son ausencia de cicatriz central, hipointensidad de la cicatriz en la imagen ponderada en T2, falta de contraste en la cicatriz, presencia de seudocápsula, gran hi- 8 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D E Figura 1-2 ■ Adenoma hepático hemorrágico detectado en la RM en una mujer de 32 años. A, en la imagen ponderada en T1 (tiempo de eco = 4,2) se observa una masa con borde periférico hiperintenso (flecha) en relación con el hígado circundante. La porción central de la masa es hipointensa con respecto al parénquima hepático. B, En la imagen en fase opuesta (tiempo de eco = 2,5) se observa el borde que conserva su hiperintensidad y es compatible con la presencia de proteínas o sangre en lugar de lípidos. Se detectan detritos en la porción declive (flecha curva). C, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela que la masa es ligeramente hiperintensa con respecto al hígado. Es probable que un área cuneiforme con aumento de la intensidad de la señal (flechas) periférica con respecto a la masa represente edema secundario a la obstrucción del flujo venoso. D y E, la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa antes. En (D) y después (E) de la fase arterial de la administración de contraste revela que la porción central hemorrágica (*) de la masa no presenta realce con el contraste. El área cuneiforme periférica con aumento del realce (flechas) representa una diferencia transitoria de la intensidad hepática que probablemente se deba a compresión de la vena porta y aumento compensador del flujo en la arteria hepática. Puede ser difícil detectar porciones viables de un adenoma hemorrágico con aumento del realce de contraste. Las imágenes por sustracción pueden revelar un aumento sutil del realce dentro de la neoplasia hemorrágica. perintensidad de la lesión en T1 o T2 e intensidad de la señal heterogénea.49 Algunas de estas manifestaciones atípicas suelen detectarse en el subtipo telangiectásico infrecuente de la enfermedad.44,53 En la imagen dinámica ponderada en T1 con administración de contraste, la hiperplasia nodular focal revela un realce significativo en la fase arterial (véase Fig. 1-3).43,48,50,54 La hiperplasia nodular focal es isointensa Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado 9 Cuadro 1-5 Hiperplasia nodular focal Clínica Masa asintomática benigna; se cree que es representa una respuesta hiperplásica ante una malformación arterial preexistente Más frecuente en mujeres en edad reproductiva Si se puede establecer el diagnóstico con resonancia magnética, se puede evitar la cirugía Anatomía patológica Hepatocitos hiperplásicos, conductillos biliares pequeños que rodean una cicatriz fibrovascular central, células de Kupffer presentes Diámetro mediano de 3 cm, diámetro medio de 4 cm, múltiple en alrededor del 20% de los casos Resonancia magnética Masa Imagen ponderada en T1: isointensa o ligeramente hipointensa con respecto al hígado Imagen ponderada en T2: isointensa o ligeramente hiperintensa con respecto al hígado Hipervascularización notable en las imágenes dinámicas con contraste, isointensa en la fase de la vena porta y ligeramente hiperintensa en la fase tardía Cicatriz central Imagen ponderada en T1: hipointensa con respecto a la masa circundante Imagen ponderada en T2: hiperintensa con respecto a la masa circundante Imágenes con contraste: hipovascularización con respecto a la masa en la fase arterial, con aumento del realce en la fase tardía con respecto al parénquima hepático adyacente en la fase de la vena porta y levemente hiperintensa en las imágenes tardías.43,50,54 La cicatriz central muestra reducción del realce en relación con la lesión circundante en la fase arterial48 y casi siempre es hiperintensa en las imágenes tardías (véanse Figs. 1-3 y 3-4).43,48,50,52,54 El tratamiento de la hiperplasia nodular focal asintomática con características típicas en la RM es no quirúrgico.55,56 A diferencia del adenoma hepático, el riesgo mínimo de hemorragia y la falta de potencial maligno permiten controlar la enfermedad en forma segura. Si los datos clínicos, las pruebas de laboratorio o las imágenes no son compatibles con el diagnóstico de hiperplasia nodular focal, se recomienda llevar a cabo una biopsia quirúrgica.56 Cuando después de la RM con contraste de gadolinio no se obtiene un diagnóstico definitivo, se puede considerar la realización de una RM con un medio de contraste hepatocelular específico para confirmar el origen hepatocelular de la lesión o la presencia de una cicatriz central.44,57 El hallazgo de antecentes clínicos de hepatopatía crónica, neoplasia, pruebas anormales del funcionamiento del hígado, aumento de la concentración sérica de α-fetoproteína, características atípicas en las imágenes o incremento del tamaño deben conducir a la realización de una biopsia para su confirmación histológica. Debido al riesgo de obtener resultados indeterminados o incorrectos en las biopsias percutáneas, se aconseja obtener piezas de biopsia grandes para establecer el diagnós- tico de hiperplasia nodular focal y descartar un adenoma hepático.55,56 Carcinoma hepatocelular fibrolaminar (cuadro 1-6) El carcinoma hepatocelular fibrolaminar es un subtipo raro de carcinoma hepatocelular con características clínicas y anatomopatológicas e imágenes específicas. Esta entidad se desarrolla en jóvenes, sobre todo durante la segunda o la tercera décadas de la vida, con una distribución equitativa entre hombres y mujeres.58 A diferencia del carcinoma hepatocelular, la mayoría de los pacientes con carcinoma hepatocelular fibrolaminar no presentan antecedentes de cirrosis u otras hepatopatías.58 Desde el punto de vista clínico, los pacientes pueden experimentar dolor, hepatomegalia, masa palpable y caquexia.58 Más del 85% de los enfermos con este tumor presenta concentraciones séricas normales de α-fetoproteína.58 El carcinoma hepatocelular fibrolaminar está compuesto por láminas, cordones o trabéculas de hepatocitos malignos separados por capas fibrosas (láminas).25,26,58,59 No se ha comunicado la presencia de glucógeno o lípido intracelular en este tumor.58 La encapsulación es infrecuente en esta enfermedad pero es frecuente en el carcinoma hepatocelular.58 En aproximadamente la tercera parte de las evaluaciones microscópicas se detecta hemorragia y necrosis, pero estos hallazgos sólo se repiten en 10 A Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis B C E D F Figura 1-3 ■ Características del hemangioma hepático y la hiperplasia nodular focal en la RM en una mujer asintomática de 37 años. A, la imagen ponderada en T1 revela una hiperplasia nodular focal (flechas) con hipointensidad mínima con respecto al parénquima hepático circundante. La cicatriz central (flecha abierta) es hipointensa con respecto al resto de la masa y el hígado. También se observa un hemangioma hipointenso (flecha curva). B y C, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa (B) (tiempo de eco = 100) y la imaG gen ponderada en T2 muy intensa (C) (tiempo de eco = 180) revelan una hiperplasia nodular focal isointensa (flecha) excepto por la cicatriz central hiperintensa (flechas abiertas). Además se detecta un hemangioma con hiperintensidad significativa (flecha curva). D y E, la imagen en T1 con contraste en la fase arterial revela un refuerzo del contraste significativo en una hiperplasia nodular focal y una cicatriz central sin refuerzo del contraste en D y realce nodular periférico dentro del hemangioma en E (flecha negra). Las imágenes ponderadas en T1 con contraste en las fases portal (F) y tardía (G) revelan que la hiperplasia nodular focal es isointensa con respecto al hígado excepto la cicatriz central hiperintensa (flecha abierta) que se realza más tarde. El hemangioma presenta un realce centrípeto progresivo (flechas negras) y, por último, hiperintensidad uniforme (flechas curvas). El realce de contraste homogéneo tardío es típico del hemangioma. El foco circular con aumento de la intensidad de la señal en F (flecha curva) representa un artefacto de codificación de fase procedente de la aorta. Éste se podría reducir al mínimo o eliminar si se emplea un pulso de saturación superior. Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado Cuadro 1-6 Carcinoma hepatocelular fibrolaminar Clínica Raro; incidencia de 1/millón/año Sexo masculino = sexo femenino, presente en la segunda y la tercera décadas de la vida La presentación puede consistir en dolor, hepatomegalia, masa palpable y caquexia En general, α-fetoproteína sérica normal (> 85% de los pacientes) Anatomía patológica Hepatocitos malignos separados por láminas fibrosas La cicatriz fibrosa central es frecuente Grande e invasor, diámetro medio de 13 cm Resonancia magnética Masa Imagen ponderada en T1: hipointensidad homogénea con respecto al hígado Imagen ponderada en T2: hiperintensidad heterogénea con respecto al hígado Imagen dinámica con realce de gadolinio: realce heterogéneo en las fases arterial y de la vena porta Lesiones agresivas: posible invasión de la vena porta, extensión extrahepática o ambas Cicatriz central Imagen ponderada en T1: hipointensa con respecto a la masa y el hígado Imagen ponderada en T2: hipointensa con respecto a la masa y el hígado La cicatriz no suele revelar realce con el contraste el 10% de los exámenes macroscópicos. El carcinoma hepatocelular fibrolaminar suele ser grande, con un diámetro medio de 13 cm.60,61 Con frecuencia se observa una cicatriz fibrosa central58 y nódulos satélites.25,26 En la imagen ponderada en T1, la lesión suele presentar hipointensidad homogénea con respecto al parénquima hepático, excepto en la cicatriz central.58,59 En la imagen ponderada en T2, el carcinoma hepatocelular fibrolaminar suele revelar hiperintensidad heterogénea con respecto al parénquima hepático; rara vez se detecta isointensidad.58,59 La cicatriz fibrosa central típica es hipointensa tanto en la imagen ponderada en T1 como en T2 (Fig. 1-4).58,59 La cicatriz central y los tabiques fibrosos radiales se detectan con mayor frecuencia en la RM que en la tomografía computarizada.59 El carcinoma hepatocelular fibrolaminar muestra un realce heterogéneo en la fase arterial y la fase de la vena porta de las imágenes con administración de gadolinio y se torna más homogéneo con el paso del tiempo.58 La ci- 11 catriz central típica no se refuerza con el contraste y es más evidente en las imágenes tardías cuando el tumor que rodea la cicatriz se torna más homogéneo.58,59 El compromiso de los vasos hepáticos y las linfadenopatías son hallazgos frecuentes. El carcinoma hepatocelular fibrolaminar se trata en forma quirúrgica siempre que sea posible, mediante hepatectomía parcial o trasplante de hígado.60,62 El compromiso de la vena porta principal o la arteria hepática contraindica el tratamiento quirúrgico.60 Las linfadenopatías regionales pueden resecarse en la cirugía inicial.60 El tratamiento quirúrgico adecuado logra una supervivencia prolongada; la serie con mayor supervivencia hasta la fecha comunicó tasas de supervivencia acumulativas a los 5 y los 10 años de 66,2 y 47,4%, respectivamente.60 En esta serie, la supervivencia se asoció en forma significativa con la estadificación TNM. La invasión vascular y el compromiso de los ganglios linfáticos fueron los factores más relacionados con la disminución de la supervivencia. Se considera que el pronóstico de este subtipo tumoral es mejor que el del carcinoma hepatocelular.8,60,61 Colangiocarcinoma intrahepático periférico (cuadro 1-7) El colangiocarcinoma es un adenocarcinoma que se desarrolla a partir de cualquier segmento de las vías biliares, desde los conductillos terminales hasta la ampolla de Vater, y en consecuencia puede ser intrahepático o extrahepático.63 Los cuatro patrones de crecimiento macroscópicos del colangiocarcinoma son exofítico (formador de masa), infiltrante (periductal), polipoide (intraductal) y combinado.63,64 El colangiocarcinoma intrahepático periférico es responsable de alrededor del 10% de todos los colangiocarcinomas, mientras que las lesiones que se originan en el hilio o los conductos extrahepáticos son responsables del 90% restante.65 En esta sección se describirá el colangiocarcinoma intrahepático periférico, mientras que las formas infiltrante y polipoide del colangiocarcinoma se comentarán en el capítulo 2. El colangiocarcinoma es la segunda neoplasia hepática primaria más frecuente después del carcinoma hepatocelular. Los factores de riesgo para el desarrollo del colangiocarcinoma son la litiasis biliar, la colangitis esclerosante primaria, la clonorquiasis, la colangitis pirógena recurrente, la enfermedad de Caroli y la exposición a Thorotrast® (dióxido de torio).63,65-67 La mayoría de los pacientes con colangiocarcinoma se encuentran en la quinta o la sexta década de la vida y la distribución entre los sexos es equitativa.25,26 Los pacientes pueden experimentar dolor abdominal, una masa palpable, descenso de peso o ictericia.65 Se considera que el colangiocarcinoma intrahepático periférico se origina en los conductos biliares distales a las ramas de segundo orden.63,68 Desde el punto de vista histológico, el patrón más frecuente es el adenocarcinoma glandular pequeño con abundante esclerosis.26 Los carcinomas adenoescamosos, epidermoides, mucinosos o anaplásicos son variedades infrecuentes.69 El colangiocarcinoma intrahepático periférico puede diseminarse en el hígado a través de los sinusoides, los canales vascula- 12 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A C B D Figura 1-4 ■ Carcinoma hepatocelular fibrolaminar en la RM de un hombre de 28 años. A, la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa revela una masa ligeramente hipointensa (flecha) con respecto al parénquima hepático circundante, con una reducción aún mayor de la intensidad de la señal en la cicatriz central (flecha curva). B, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela una masa lobulada hiperintensa heterogénea. La cicatriz central posee componentes con aumento y disminución de la intensidad de la señal (flecha curva). Las cicatrices dentro del hepatoma fibrolaminar suelen ser fibrosas y tienen una intensidad de la señal en T2 relativamente baja. C, la fase arterial de la imagen ponderada en T1 con contraste muestra tabiques fibrosos radiales hipointensos (flechas) y refuerzo del tumor. D, imagen tardía ponderada en T1 con contraste donde se observa la eliminación del medio de contraste del tumor, que se torna isointenso con respecto al hígado. La cicatriz sin contraste conserva la disminución de la intensidad de la señal (flecha curva). La cicatriz de la hiperplasia nodular focal se debe reforzar durante la fase tardía de la administración del contraste. Cuadro 1-7 Colangiocarcinoma intrahepático periférico Clínica Segunda neoplasia hepática primaria más frecuente después del carcinoma hepatocelular Factores de riesgo: colangitis esclerosante primaria, litiasis biliar, colangitis piógena recurrente, clonorquiasis, enfermedad de Caroli Sexo masculino = sexo femenino, se desarrolla en la quinta y la sexta décadas de la vida Signos y síntomas: dolor abdominal, masa palpable, descenso de peso o ictericia Anatomía patológica Adenocarcinoma que se origina en los conductos biliares distales a las ramas de segundo orden Fibrosis variable, necrosis coagulativa, hialinización y mucina Resonancia magnética Imagen ponderada en T1: hipointensa con respecto al hígado Imagen ponderada en T2: hiperintensa con respecto al hígado, a menudo con áreas centrales con aumento o disminución focal de la intensidad de la señal en relación con la hiperintensidad periférica; dilatación biliar en la periferia de la masa en más del 50% de los pacientes Imagen dinámica con contraste: borde de realce con progresión centrípeta heterogénea y fibrosis intratumoral que revela realce tardío Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A C 13 B D Figura 1-5 ■ Características de un colangiocarcinoma intrahepático periférico y un páncreas divisum en una RM realizada en una mujer de 55 años. A, la imagen ponderada en T1 revela una masa hipointensa en la región central del lóbulo hepático izquierdo (flecha) con atrofia del segmento medial. B, en la fase arterial de la imagen ponderada en T1 con contraste se observa el realce periférico de la masa (flecha) y el parénquima de los segmentos medial y lateral (flechas curvas). El realce del parénquima adyacente se debe al aumento compensador del flujo arterial secundario a la trombosis de la vena porta (no se ilustra). C, la imagen tardía ponderada en T1 con contraste revela el realce progresivo de la masa (flechas) y el refuerzo persistente del parénquima circundante (*). Es probable que el realce persistente del parénquima hepático se deba a la obstrucción del flujo de la vena hepática, dado que la vena hepática media está atrapada. Los conductos biliares obstruidos sin contraste (flechas curvas) se encuentran en la periferia del tumor. D, en la imagen ponderada en T2 muy intensa (tiempo de eco = 186 milisegundos) se muestra la dilatación biliar del lado izquierdo (flechas curvas). La masa es una región poco delimitada con hiperintensidad leve. E, la colangiopancreatografía por RM con imagen ponderada en T2 muy intensa (tiempo E de eco = 196 milisegundos) revela la dilatación biliar significativa (*) del lóbulo hepático izquierdo con el nivel de la obstrucción en el conducto hepático central izquierdo (flecha doble). Esta imagen revela los hallazgos de la colangiopancreatografía por RM del páncreas divisum. El conducto pancreático dorsal más grande (flechas) no se comunica con el conducto colédoco y drena por separado en la papila menor (*). El conducto ventral más pequeño (flechas curvas) desemboca en la ampolla de Vater junto con el conducto colédoco. 14 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis res, los canales linfáticos, el espacio perineural, los conductos biliares y el tejido conectivo periportal.69 En el colangiocarcinoma intrahepático periférico se observan proporciones variables de fibrosis, necrosis coagulativa, hialinización y mucina.65,67,69-71 El colangiocarcinoma intrahepático periférico suele ser hipointenso con respecto al parénquima hepático circundante en la imagen ponderada en T1.66-68,70-75 En la imagen ponderada en T2, el colangiocarcinoma intrahepático periférico es hiperintenso con respecto al parénquima hepático adyacente. La mayor parte de estos tumores presenta intensidad heterogénea de la señal en T2, con áreas centrales de hipointensidad o hiperintensidad.70 Los focos de disminución de la intensidad de la señal en T2 son secundarios a fibrosis, necrosis coagulativa o ambas. La variedad mucinosa infrecuente tiene hiperintensidad significativa en la imagen ponderada en T2.70,76 La RM dinámica con gadolinio muestra un borde de realce entre leve y moderado con progresión centrípeta heterogénea.66-68,70-75 La fibrosis es responsable de las regiones con refuerzo tardío (Fig. 1-5).70,71,77 Los focos intratumorales de necrosis coagulativa no se refuerzan en las imágenes tardías.70,71,77 En más del 50% de los pacientes se observa dilatación biliar intrahepática periférica con respecto al colangiocarcinoma intrahepático periférico y su hallazgo sugiere una lesión obstructiva que se origina en los conductos biliares.70,78 La invasión vascular también es un hallazgo frecuente en el colangiocarcinoma intrahepático periférico.67,68,70,72,78,79 En esta enfermedad se puede detectar retracción de la cápsula, que es un signo inespecífico indicador de una reacción desmoplásica67,68,78 pero que también puede estar presente en algunas metástasis hepáticas y en los hemangiomas.80,81 La atrofia hepática en la periferia del colangiocarcinoma intrahepático periférico tiene un aspecto similar a la retracción capsular y es probable que se deba a invasión de la vena porta.67,82 El diagnóstico diferencial del colangiocarcinoma intrahepático periférico abarca las metástasis colorrectales y las variedades de carcinoma hepatocelular con fibrosis intratumoral (carcinoma hepatocelular esclerosante y carcinoma hepatocelular fibrolaminar).63 La dilatación biliar periférica a las metástasis colorrectales en el hígado se detecta con escasa frecuencia en los estudios de diagnóstico por la imagen, pero es frecuente en el colangiocarcinoma intrahepático periférico.70,83 Es necesario descartar una neoplasia colorrectal primaria debido a la similitud anatomopatológica entre el colangiocarcinoma intrahepático periférico y las metástasis colorrectales en el hígado, en especial en los pacientes con colitis ulcerosa, en los que aumenta el riesgo de experimentar ambos cánceres. Los carcinomas hepatocelulares esclerosante y fibrolaminar pueden diferenciarse del colangiocarcinoma intrahepático periférico por sus características clinicoanatomopatológicas.63 El tratamiento del colangiocarcinoma intrahepático periférico es quirúrgico y el pronóstico suele ser malo porque las metástasis en los ganglios linfáticos rara vez se limitan a los ganglios regionales en el momento del diagnóstico.84 Cistoadenoma y cistoadenocarcinoma biliar (cuadro 1-8) El cistoadenoma biliar y el cistoadenocarcinoma biliar son neoplasias quísticas hepáticas infrecuentes que representan menos del 5% de los quistes intrahepáticos de origen biliar.85 La mayoría de los casos se produce en mujeres de edad mediana.85,86 Los pacientes con cistoadenoma biliar suelen ser más jóvenes que los que experimentan cistoadenocarcinoma biliar.86 Si bien estas lesiones pue- Cuadro 1-8 Cistoadenoma y cistoadenocarcinoma biliar Clínica Neoplasias quísticas infrecuentes del hígado Se desarrollan en mujeres de edad mediana, que experimentan dolor abdominal, masa palpable, aumento de los valores de las pruebas de funcionamiento hepático, ictericia, fiebre, posible descenso de peso Anatomía patológica Lesión quística tapizada por epitelio cúbico o cilíndrico de manera similar a las neoplasias quísticas mucinosas del páncreas y el ovario Estroma ovárica (mesenquimática) intratumoral sólo presente en las mujeres, se asocia con mejor pronóstico que las lesiones sin estroma ovárica que se desarrollan en hombres y mujeres A menudo, tabiques internos y nódulos El líquido puede ser hemorrágico, bilioso, transparente, mucinoso o mixto El cistoadenoma biliar es la lesión precursora del cistoadenocarcinoma Resonancia magnética Masa quística unilocular con tabiques internos y nódulos La intensidad de la señal en T1 y T2 varía de acuerdo con el tipo de contenido líquido; el líquido proteináceo, mucinoso o hemorrágico es hiperintenso en T1 e hipointenso en T2 en comparación con el líquido simple y el bilioso El cistoadenoma no se puede distinguir en forma confiable del cistoadenocarcinoma en la RM Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado den ser asintomáticas, las presentaciones clínicas se caracterizan por dolor abdominal, masa palpable, aumento de los valores de las pruebas de funcionamiento hepático, ictericia, fiebre y descenso de peso.85-87 En la mayoría de los casos estos tumores se originan en los conductos biliares intrahepáticos y en ocasiones surgen de los conductos biliares extrahepáticos o la vesícula biliar.85,86,88 Las masas son grandes, con un tamaño que oscila entre 3 y 40 cm y un diámetro medio de 12 cm.86 Desde el punto de vista histológico, estas lesiones son similares a las neoplasias mucinosas quísticas del páncreas y el ovario.86 La presencia de estroma (mesénquima) ovárica debajo del epitelio cúbico o cilíndrico clasifica a estos tumores en dos subtipos.86,88,89 La migración embriológica de las células germinales primitivas a través del pedículo embrionario, que es una estructura de la que derivan el sistema hepatobiliar y el páncreas, es responsable de la presencia de estroma ovárica en el cistoadenoma biliar y el cistoadenocarcinoma biliar.86 Las lesiones con estroma ovárica sólo se presentan en mujeres y tienen mejor pronóstico que las que carecen de este tejido y se desarrollan tanto en las mujeres como en los hombres.86,88 El líquido aspirado de las cavidades puede ser hemorrágico, bilioso, transparente, mucinoso o mixto.86 Ambos tumores se pueden comunicar con el sistema biliar y si secretan mucina pueden ocasionar obstrucción biliar.90-92 En ausencia de enfermedad metastásica, el cistoadenoma biliar no se puede distinguir del cistoadenocarcinoma biliar en forma confiable a través de la macroscopia ni de los estudios de diagnóstico por la imagen. Sólo los estudios histopatológicos pueden determinar la presencia de lesiones malignas o diferenciadas en función de la presencia de estroma ovárica.86 La RM de estas lesiones revela una masa quística multilocular (Fig. 1-6). La intensidad de la señal del líquido presente en los quistes varía de acuerdo con sus componentes. El líquido simple o bilioso es hipointenso en T1 e hiperintenso en T2, mientras que el líquido proteináceo o hemorrágico muestra aumento de la intensidad de la señal en T1 y disminución en T2. En las lesiones hemorrágicas se pueden observar niveles líquido-líquido.93,94 Tanto en el cistoadenoma biliar como en el cistoadenocarcinoma biliar se pueden detectar tabiques internos y proyecciones nodulares.86 La presencia de tabiques internos sin nódulos sugiere el diagnóstico de cistoadenoma biliar, mientras que los tabiques con nódulos son compatibles, aunque no diagnósticos, de cistoadenocarcinoma biliar.86 El diagnóstico diferencial de ambos tumores se debe realizar con otras lesiones hepáticas quísticas multiloculares, en particular el absceso hepático y la hidatidosis.86,95,96 Tanto el absceso hepático como la hidatidosis hepática deben distinguirse del cistoadenoma biliar y el cistoadenocarcinoma biliar por los datos clínicos y las pruebas de laboratorio.86 Los abscesos hepáticos suelen ser multifocales y revelan edema perilesional y un borde grueso que se refuerza con el contraste.97 La presencia de quistes hermanos redondos u ovalados, paredes gruesas y membranas germinativas que se separan del quiste original puede contribuir a diferenciar el quiste hidatídico del cistoadenoma biliar y el cistoadenocarcinoma biliar en los estudios de diagnóstico por la imagen.86,98,99 15 Figura 1-6 ■ Características de un cistoadenoma biliar que contiene estroma ovárico en la RM de una mujer de 33 años. La imagen ponderada en T1 con contraste revela una masa quística multilocular con realce de contraste debido a la presencia de un componente nodular pequeño (flecha) y las paredes del tumor (flecha curva). El cistoadenoma biliar se considera precursor del cistoadenocarcinoma biliar porque hay focos de epitelio benigno en las lesiones malignas.85,88,89 Se comunicaron casos de transformación maligna del cistoadenoma biliar en cistoadenocarcinoma biliar en lesiones controladas en forma seriada100 y después de la extirpación quirúrgica.101 La exéresis completa es el tratamiento de elección del cistoadenoma biliar (y el cistoadenocarcinoma biliar) para evitar las recurrencias y la transformación maligna.87,102 No se recomienda el drenaje, la marsupialización o la esclerosis de las lesiones.87,102 La aspiración o la biopsia percutánea o intraoperatoria no se llevan a cabo debido al riesgo potencial de carcinomatosis peritoneal.103-105 LESIONES QUÍSTICAS ASOCIADAS CON LA MALFORMACIÓN DE LA PLACA DUCTAL Una hipótesis unificadora sobre las enfermedades congénitas de los conductos biliares intrahepáticos considera que se originan en malformaciones de la placa ductal embriológica.106,107 La placa ductal es una capa de células madre hepáticas que forman un manguito alrededor del mesénquima de la vena porta y se transforman en los conductos biliares intrahepáticos.106,107 Esta malformación puede comprometer cualquier porción del árbol biliar intrahepático y produce varios trastornos fibropoliquísticos caracterizados por dilatación segmentaria de los conductos biliares y grados variables de fibrosis.106,107 A modo de ejemplo, se pueden mencionar enfermedades renales poliquísticas autosómicas recesivas y autosómicas dominantes, fibrosis hepática congénita, enfermedad de Caroli, complejos de von Meyenburg (hamartomas biliares) y hamartomas mesenquimáticos.106,107 En esta sección se describirán los ha- 16 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis martomas biliares y los quistes hepáticos asociados con la enfermedad renal poliquística autosómica dominante y en el capítulo 2 se comentará la enfermedad de Caroli. Hamartomas biliares El complejo de Meyenburg o hamartoma biliar es una lesión pequeña compuesta por conductos biliares dilatados y estroma fibrosa o hialinizada interpuesta.106,107 Se considera que el hamartoma biliar representa una malformación de la placa ductal que se desarrolla en los conductos biliares interlobulillares más pequeños y periféricos106,107 y se puede identificar en forma macroscópica en el 0,7% de las autopsias.108 Los hamartomas biliares suelen medir menos de 15 mm y en general son asintomáticos. La importancia de los hamartomas biliares es su similitud potencial con las metástasis hepáticas en los estudios de diagnóstico por la imagen.109 Los hamartomas biliares son hipointensos con respecto al parénquima hepático en la imagen ponderada en T1 y muy hiperintensos en la imagen ponderada en T2.110-117 Se han señalado que la lesión es casi isointensa con respecto al líquido simple en las imágenes ponderadas en T2.111,112,117,118 Algunas lesiones son hipointensas con respecto al líquido simple en las imágenes ponderadas en T2.110,115 No se identificó un patrón de refuerzo característico. Se han señalado casos de refuerzo sólido, falta de refuerzo y refuerzo anular.118 El refuerzo anular delgado se atribuye a la compresión del parénquima hepático que rodea la lesión o a un infiltrado perilesional de células inflamatorias.114 El diagnóstico diferencial de los hamartomas biliares se realiza con las metástasis, los microabscesos, la dilatación sacular del sistema biliar (enfermedad de Caroli) y la enfermedad poliquística del hígado.118 Las características que sugieren que una lesión es un hamartoma biliar y no una metástasis son el tamaño pequeño (la mayoría de los hamartomas mide menos de 1 cm), el refuerzo anular delgado sin progresión centrípeta y el contenido de líquido. Las metástasis hepáticas quísticas o con escasa vascularización procedentes de un carcinoma de ovario, un sarcoma, un gastrinoma o una lesión maligna tratada con quimioterapia pueden ser semejantes al hamartoma biliar. El cuadro clínico debe permitir la diferenciación entre el hamartoma biliar y el microabsceso. La colangiopancreatografía por resonancia magnética es útil para evaluar los hamartomas biliares, dado que muestra varias lesiones quísticas hiperintensas que no se comunican con los conductos biliares y de esta manera se distinguen de la enfermedad de Caroli. Enfermedad renal poliquística autosómica dominante En la mayoría de los pacientes con enfermedad renal poliquística autosómica dominante se detectan quistes hepatobiliares.107,119,120 La incidencia de quistes hepatobiliares en estos pacientes aumenta a medida que avanzan la edad del individuo y la gravedad de la enfermedad renal, y disminuye la depuración de creatinina.121 Las mujeres desarrollan más quistes de mayor tamaño que los hombres.121 Los quistes hepatobiliares suelen ser asintomáticos, pero en raras ocasiones producen síntomas relacionados con hemorragia, infección o efecto de masa.122-124 La infección de los quistes hepáticos asociados con enfermedad renal poliquística autosómica dominante se desarrolla con mayor frecuencia después que la nefropatía del individuo alcanza la fase terminal (hasta el 3% de los casos).125 El efecto de masa producido por los quistes puede ocasionar compresión de la vena cava inferior que se asocia con edema de los miembros inferiores o compresión biliar con ictericia obstructiva. El compromiso hepático grave se puede complicar con insuficiencia hepática o síndrome de Budd-Chiari.122 En la enfermedad renal poliquística autosómica dominante pueden presentarse quistes intrahepáticos y peribiliares.120,126 Los quistes intrahepáticos asociados con esta enfermedad se deben a la dilatación quística de los complejos de Meyenburg.126 Se cree que los quistes peribiliares se originan por la dilatación quística de las glándulas peribiliares de los conductos biliares intrahepáticos.126,127 La dilatación quística de estas glándulas peribiliares intrahepáticas se produce con mayor frecuencia en la enfermedad renal poliquística autosómica dominante y con menor frecuencia en pacientes con otras enfermedades hepatobiliares. En caso de hepatopatía grave, la alteración de la hemodinamia intrahepática puede ocasionar dilatación quística de las glándulas peribiliares, mientras que en la colangitis ascendente o la septicemia, la causa probable de los quistes es la destrucción inflamatoria del hígado.127 Los quistes hepatobiliares están tapizados por epitelio cúbico o cilíndrico, contienen líquido seroso y pueden estar rodeados por una cápsula fibrosa.107,122 En la enfermedad renal poliquística autosómica dominante, el tamaño de los quistes hepatobiliares puede oscilar desde menos de 1 mm hasta más de 10 cm.120 Los quistes peribiliares se definen como los que miden hasta 10 mm.120 En las imágenes transversales, los quistes intrahepáticos asociados con enfermedad renal poliquística autosómica dominante suelen ser redondos pero también pueden ser poligonales o irregulares cuando hay gran densidad de quistes.120 Los quistes peribiliares son redondos, pero cuando hay muchos quistes peribiliares adyacentes se pueden presentar como estructuras tubulares si el tamaño de las paredes de los quistes está por debajo de la resolución del método, y el cuadro puede asemejarse a una dilatación biliar.128,129 Los quistes peribiliares se encuentran a lo largo de ambos lados de la tríada portal, mientras que los conductos biliares dilatados se encuentran en un solo lado.130,131 Los quistes peribiliares son adyacentes a las tríadas portales más grandes (hasta de tercer orden), mientras que los quistes intrahepáticos se localizan en el parénquima hepático y no contactan con las tríadas portales más grandes.120 Los quistes hepáticos no complicados de la enfermedad renal poliquística autosómica dominante se caracterizan por una reducción de la intensidad de la señal en T1 y un aumento en T2 y no exhiben refuerzo con gadolinio (Fig. 17).122 La hemorragia intraquística puede provocar variabilidad en la intensidad de la señal asociada con los quistes, con hiperintensidad en T1, niveles líquido-líquido o paredes engrosadas.132 Los quistes hepatobiliares asintomáticos Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado 17 Figura 1-7 ■ Observación de quistes renales y peribiliares en la RM de un hombre con enfermedad renal poliquística autosómica dominante. A, la imagen ponderada en T2 intensa con supresión de la grasa revela quistes más grandes (*) y numerosos quistes de tamaño variable pero más pequeños (flechas) de distribución periportal. B, en la imagen ponderada en T2 coronal se observa aumento del tamaño de los riñones que contienen numerosos quistes, algunos con líquido hipointenso hemorrágico o proteináceo. asociados con la enfermedad renal poliquística autosómica dominante no requieren tratamiento. Los quistes infectados requieren antibioticoterapia con drenaje percutáneo o sin él.125 Los quistes dominantes que producen dolor133 u otras complicaciones debidas al efecto de masa se pueden tratar con drenaje percutáneo y esclerosis.134,135 Quiste hepático También se cree que los quistes hepáticos se originan en la dilatación quística de los complejos de Meyenburg.126 Los quistes hepáticos simples están cubiertos por epitelio cúbico rodeado por una estroma fibrosa delgada y contienen líquido seroso.26,122 En el 2,5% de la población se detectan quistes hepáticos simples en la ecografía, que son más frecuentes en las mujeres, y su incidencia aumenta con la edad.136 Los quistes hepáticos simples son con mayor frecuencia múltiples, miden entre 1 y 5 cm y en general son asintomáticos.122,136 En la RM, los quistes hepáticos no complicados muestran hipointensidad homogénea en T1 e hiperintensidad en T2 (véanse Figs. 1-7, 3-4 y 5-8). Si bien los quistes y los hemangiomas podrían presentar intensidad similar de la señal en la imagen ponderada en T2 con un tiempo de eco efectivo de entre 160 y 180 milisegundos, las imágenes ponderadas en T2 más intensas con tiempos de eco de entre 600 y 700 milisegundos permiten diferenciar de manera eficaz las dos lesiones; los quistes muestran hiperintensidad significativa, mientras que los hemangiomas no lo hacen.8 Los quistes hepáticos no presentan realce del contraste.122 Los quistes complicados con hemorragia o infección pueden exhibir intensidades variables de la señal en T1 y T2 y paredes engrosadas. HEPATOPATÍAS INFLAMATORIAS E INFECCIOSAS Tumor miofibroblástico inflamatorio (seudotumor inflamatorio) El seudotumor inflamatorio o tumor miofibroblástico inflamatorio es una masa infrecuente compuesta de miofibroblastos en vías de proliferación y un infiltrado linfoplasmocitario.137 Esta lesión se produce con mayor frecuencia en los pulmones pero se observó en casi todos los órganos del cuerpo, incluso en el hígado.138,139 La clasificación de esta lesión sigue en evolución. Un subconjunto de estas lesiones podría representar, por lo menos al principio, un proceso seudotumoral reactivo contra un agente infeccioso viral o bacteriano.137,138,140 Otro subconjunto específico representa una neoplasia mesenquimática verdadera de los miofibroblastos, que es un tumor miofibroblástico inflamatorio y se considera sinónimo del fibrosarcoma inflamatorio.137,138,141 La mayoría de los tumores miofibroblásticos inflamatorios se desarrolla en la infancia y la adultez temprana.138,139 Los síntomas constitucionales se presentan en el 15 al 30% de los pacientes y consisten en fiebre y descenso de peso.138 Los tumores miofibroblásticos inflamatorios hepatobiliares pueden asociarse con dolor abdominal u obstrucción biliar. Las anomalías en las pruebas de laboratorio abarcan 18 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis anemia, trombocitosis, leucocitosis, hiperglobulinemia policlonal y aumento de la velocidad de eritrosedimentación.138 Debido a la baja frecuencia del tumor miofibroblástico inflamatorio hepático, hay pocos informes sobre su aspecto en la RM, que es inespecífico.142 Este tumor es hipointenso con respecto al parénquima hepático que lo rodea en las imágenes ponderadas en T1 e isointenso o ligeramente hiperintenso en las imágenes ponderadas en T2 (Fig. 1-8).143-149 El patrón de realce con gadolinio es inespecífico y se describieron patrones periférico, homogéneo y heterogéneo.144-146,148-150 Si el tumor miofibroblástico inflamatorio se encuentra en el hilio hepático, se puede producir una obstrucción biliar y la presentación clínica y los estudios de diagnóstico por la imagen pueden ser semejantes a los del colangiocarcinoma.139,142,151154 Aunque el pronóstico suele ser bueno y se informaron casos de resolución espontánea,151,155 la clasificación neoplásica y las características potencialmente malignas de por lo menos algunas de estas lesiones sugieren que la resección quirúrgica es el tratamiento de elección siempre que sea posible.138 El seudotumor inflamatorio del bazo y la vejiga se describirán en los capítulos 5 y 9, respectivamente. Absceso hepático El absceso hepático es una acumulación de material purulento con destrucción asociada del parénquima y la estroma del hígado, que puede estar originada por una infección bacteriana, micótica o amebiana.156-158 En los países desarrollados los abscesos piógenos son más frecuentes, pero en todo el mundo se observan más abscesos amebianos.157,158 La infección hepática se puede producir a través de cuatro vías: venas porta, conductos biliares, arterias hepáticas o extensión directa. Los abscesos hepáticos progresan a través de tres fases.156 La fase aguda se produce durante los primeros 10 días y se caracteriza por necrosis y pequeñas áreas de licuefacción. Desde los días 10 al 15 se desarrolla la fase subaguda, con licuefacción progresiva y resorción de los detritos celulares. La fase crónica comienza después del día 15, cuando se desarrolla una pared fibrosa y gruesa en la periferia que envuelve la cavidad central llena de una pequeña cantidad de material necrótico. ABSCESO PIÓGENO (CUADRO 1-9) En la actualidad, la infección de las vías biliares es la causa más frecuente de absceso hepático piógeno.97 Antes de la introducción de los antibióticos, la pileflebitis como complicación de una apendicitis o una diverticulitis era la causa más frecuente.97,158 Alrededor de la mitad de los abscesos piógenos son polimicrobianos.158,159 Escherichia coli es el microorganismo aislado con mayor frecuencia en los adultos.97,157-159 También se pueden detectar Bacteroides, Clostridium, Streptococcus faecalis, Klebsiella y Staphylococcus aureus.97,157-159 Los abscesos piógenos pueden ser solitarios pero en general son múltiples. Es más probable que los abscesos piógenos múltiples procedan del árbol biliar y los solita- rios tengan un origen criptógeno.160 Los abscesos solitarios son más grandes que los múltiples.160 Se detecta diabetes mellitus en hasta la mitad de los pacientes con esta lesión.160 Las manifestaciones clínicas de la enfermedad consisten en fiebre y escalofríos, dolor abdominal, hipersensibilidad abdominal, ictericia y shock séptico.97,160 El absceso piógeno también se puede asociar con síntomas más insidiosos, como por ejemplo dolor abdominal crónico y descenso de peso.158,159 Las anomalías en las pruebas de laboratorio abarcan leucocitosis, hipoalbuminemia, hiperbilirrubinemia, aumento de las concentraciones séricas de fosfatasa alcalina y aspartasa y disminución de la hemoglobina.97,160,161 Los abscesos piógenos pueden ser uniloculares o multitabicados. La cavidad típica del absceso es hipointensa con respecto al parénquima hepático en la imagen ponderada en T1 e hiperintensa en la imagen ponderada en T2 (Fig. 1-9).97,162,163 Los abscesos pequeños (con diámetro menor de 1,5 cm) se evidencian mejor en las imágenes ponderadas en T2 que en las ponderadas en T1.163 El signo de agrupación es la acumulación de múltiples abscesos que luego pueden unirse para formar un solo absceso más grande.164 Este signo se considera compatible con un absceso piógeno, en particular de origen biliar.163,164 El edema perilesional, que puede ser circunferencial o cuneiforme, revela hipointensidad leve en las imágenes ponderadas en T1 e hiperintensidad leve en las imágenes ponderadas en T2.162,163 Se considera que el edema perilesional refleja la congestión de los sinusoides secundaria a la inflamación adyacente.162 Después de la administración de gadolinio, la pared del absceso muestra un realce significativo en la fase arterial, que persiste en la imagen tardía.162,163 Los tabiques revelan un patrón de realce similar.97,162,163 El gadolinio aumenta la visibilidad de los abscesos pequeños.162,163 El edema perilesional muestra realce de contraste en las imágenes de las fases arterial y tardía.162,163 El refuerzo con contraste del edema perilesional puede ser mayor que el del parénquima hepático adyacente, pero menor que el de la pared del absceso.163 Las áreas cuneiformes de refuerzo en la fase arterial sin anomalías asociadas en las imágenes sin contraste se atribuyeron a estenosis inflamatorias u oclusión de las vénulas portales, con aumento compensador del flujo en la arteria hepática.97,162,165,166 Las características clínicas y las pruebas de laboratorio contribuyen a la diferenciación entre los abscesos hepáticos y las lesiones neoplásicas. El drenaje percutáneo y la administración de antibióticos se convirtieron en los elementos fundamentales del tratamiento de los abscesos hepáticos piógenos, con la cirugía reservada para los fracasos terapéuticos.160,167,168 Los abscesos hepáticos múltiples se asocian con una tasa de fracaso terapéutico más elevada que los abscesos solitarios tratados con aspiración y drenaje percutáneo.160 ABSCESOS MICÓTICOS (CUADRO 1-10) Los abscesos micóticos hepáticos se desarrollan con mayor frecuencia en pacientes con neutropenia secundaria a neoplasias hematopoyéticas o quimioterapia de altas dosis con trasplante de médula ósea o sin él.97,169-173 Los Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado abscesos micóticos del hígado se evidencian en forma clínica cuando el recuento de neutrófilos se recupera y se pone en marcha la respuesta inmunitaria.172 A menudo el bazo también está comprometido. El único signo clínico del absceso hepático podría ser fiebre persistente después de la recuperación de los neutrófilos a pesar del tratamiento con antibióticos de amplio espectro, aunque también se pueden detectar dolor abdominal, aumento de los valores de las pruebas de funcionamiento del hígado y leucocitosis de rebote.172,174 Candida albicans es la especie que produce con mayor frecuencia este tipo de abscesos.170,172 Se puede producir diseminación hematógena a través de la mucosa intestinal lesionada por la quimioterapia.175 Se demostró que la RM es más sensible que la tomografía computarizada o la ecografía para detectar los abscesos micóticos hepatoesplénicos.175,176 Este tipo de abscesos suele ser pequeño (menor de 1 cm) y se distribuye en forma difusa en todo el hígado.97,169 Los abscesos micóticos son ligeramente hipointensos en las imágenes ponderadas en T1 y muy hiperintensos en las imágenes ponderadas en T2 (Fig. 1-10).169 La sobrecarga de hierro dentro del hígado y el bazo provocada por una transfusión, que se suele producir en la población de pacientes susceptibles a desarrollar enfermedades micóticas hepatoesplénicas, aumenta la visibilidad de los abscesos hepáticos en la imagen ponderada en T2 (véase Fig. 1-10). En las imágenes ponderadas en T1 con contraste los abscesos micóticos agudos son levemente hipointensos y en general no revelan refuerzo perilesional.169 Se ha señalado una característica específica de granulomas micóticos necrosantes en pacientes leucémicos con acumulación de hierro por transfusiones, durante el tratamiento con antimicóticos.177 En relación con el hígado, las lesiones revelan hiperintensidad central leve y un borde hipointenso periférico en las imágenes ponderadas en T1 y T2 y en T1 con contraste. Los macrófagos cargados con hemosiderina presentes en la periferia de los granulomas son responsables del anillo hipointenso. Se evidenció que la RM es muy sensible y específica para detectar la enfermedad micótica hepatoesplénica aguda y cumple una función importante en el diagnóstico.169 Los hemocultivos periféricos sólo son positivos en el 50% de los casos.97 La ausencia de microorganismos micóticos en la biopsia hepática y los cultivos negativos obtenidos de tejido de la biopsia no excluyen el diagnóstico.97,172,178 La fiebre durante la recuperación del recuento de neutrófilos no es específica de la enfermedad micótica hepatoesplénica porque las infecciones extrahepáticas y las reacciones asociadas con fármacos podrían ser responsables de este síntoma.170 El diagnóstico diferencial de los abscesos micóticos hepáticos en la RM se realiza con los abscesos piógenos, los abscesos tuberculosos y las metástasis.169,179 La enfermedad micótica hepatoesplénica se trata con fármacos antimicóticos. ABSCESOS AMEBIANOS El protozoo Entamoeba histolytica produce el absceso hepático amebiano. Este parásito coloniza el intestino grueso en alrededor del 12% de la población mundial.180 19 A B C Figura 1-8 ■ Características de un seudotumor inflamatorio en la RM de una mujer de 50 años. A, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela una masa hiperintensa en el lóbulo izquierdo (flecha) con una pequeña área central con aumento de la intensidad de la señal. B, en la fase de la vena porta de la imagen ponderada en T1 con contraste se observa un borde periférico con aumento del refuerzo (flecha) y una región central con disminución del realce. C, la imagen tardía ponderada en T1 con contraste revela la eliminación periférica del contraste (flecha) y el aumento central del realce (*). El refuerzo del contraste tardío progresivo refleja el contenido fibroso de la neoplasia. No se detectaron otras características específicas en la RM y fue necesaria la cirugía para establecer el diagnóstico. La colonización se produce a través de la ingestión de la forma infecciosa del parásito en agua o alimentos contaminados.180 Sólo un pequeño porcentaje de estos individuos colonizados desarrolla amebiasis invasora con síntomas clínicos intestinales o extraintestinales.180 20 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis Cuadro 1-9 Absceso hepático piógeno Clínica Las vías por las que se disemina la infección abarcan los conductos biliares (más frecuente), la vena porta, las arterias hepáticas y la extensión directa Produce fiebre y escalofríos, dolor abdominal, ictericia y puede ocasionar shock séptico La diabetes mellitus se asocia con frecuencia Anatomía patológica 50% polimicrobianos; microorganismo aislado con mayor frecuencia en los adultos: E. coli En general abscesos múltiples Tres fases Aguda (primeros 10 días): necrosis, pequeñas áreas de licuefacción Subaguda (días 10 al 15): licuefacción progresiva y resorción de los detritos celulares Crónica (después del día 15): pared fibrosa gruesa que envuelve la cavidad necrótica central Resonancia magnética Imagen ponderada en T1: hipointensa con respecto al hígado Imagen ponderada en T2: hiperintensa con respecto al hígado y el bazo y puede presentar componentes que siguen al líquido Signo de agrupación: coalescencia de múltiples abscesos pequeños en un solo absceso más grande Edema perilesional: leve hipointensidad en T1 e hiperintensidad en T2 con respecto al hígado Imagen dinámica con contraste: la pared del absceso y los tabiques revelan un realce significativo en la fase arterial que persiste en la fase tardía En aproximadamente la tercera parte de los pacientes con colitis amebiana se desarrollan abscesos hepáticos, que son la manifestación extraintestinal más frecuente de la amebiasis.180,181 El absceso hepático amebiano es 10 veces más frecuente en los hombres que en las mujeres.182 Los microorganismos infectan el hígado a través de los sistemas venosos mesentérico y portal.180 Los enfermos suelen experimentar síntomas agudos como fiebre, dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen, leucocitosis y aumento de los valores del funcionamiento hepático.180,183,184 El diagnóstico por medio de las pruebas de laboratorio depende de la evaluación de las heces con microscopia óptica o la obtención de biopsias por vía endoscópica y pruebas serológicas que identifican antígenos o anticuerpos específicos de la ameba.180,182 En la RM la mayoría de los abscesos amebianos son lesiones redondas u ovaladas bien delimitadas. El absceso amebiano es hipointenso en T1 e hiperintenso en T2 cuando se compara con el tejido hepático aledaño.185,186 El patrón de realce de los abscesos hepáticos amebianos en la RM no está bien documentado pero se comunicó que es similar al de los abscesos piógenos.97 La RM se emplea para monitorizar la respuesta al tratamiento.185 Suelen presentarse anomalías extrahepáticas como derrame pleural derecho, acumulación de líquido alrededor del hígado, compromiso gástrico o colónico y extensión retroperitoneal.187 Los abscesos hepáticos amebianos se tratan con fármacos amebicidas. Las indicaciones del drenaje percutáneo son la sobreinfección piógena y los abscesos yuxtacardíacos grandes que pueden romperse en el espacio pericárdico.188 Cuadro 1-10 Enfermedad micótica hepatoesplénica Clínica Se desarrolla en pacientes neutropénicos (neoplasias hematopoyéticas, quimioterapia muy potente, trasplante de médula ósea) Se manifiesta cuando se recupera el recuento de neutrófilos y se establece la respuesta inmunitaria Fiebre persistente a pesar de la cobertura antibiótica de amplio espectro Anatomía patológica Especie de hongo más frecuente: C. albicans Vía de infección: diseminación hematógena del hongo a través del intestino lesionado por la quimioterapia Resonancia magnética Varias lesiones hepáticas y esplénicas pequeñas (menores de 1 cm) Imagen ponderada en T1: ligeramente hipointensa con respecto al hígado Imagen ponderada en T2: muy hiperintensa con respecto al hígado y levemente hiperintensa con respecto al bazo (si se produce un depósito de hierro transfusional aumenta la visibilidad del absceso) Imagen con contraste: abscesos agudos levemente hipointensos y realce perilesional Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D 21 Figura 1-9 ■ Abscesos hepáticos múltiples secundarios a coledocolitiasis revelados en la RM y la colangiopancreatografía por resonancia magnética en una mujer de 37 años. A, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela muchas masas hepáticas hiperintensas (*). B, en la fase tardía de la imagen ponderada en T1 con contraste se observa el realce marginal de los numerosos abscesos con líquido en su interior (*). El “signo de la agrupación” de los numerosos abscesos pequeños (flecha) que coalescen se detecta adyacente a algunas de las regiones más grandes. C y D, en la imagen ponderada en T2 coronal con respiración contenida se observa un absceso hepático multilocular (C, flecha) y el cálculo que obstruye el conducto colédoco y contribuye al desarrollo del cuadro (D, flecha curva). TUBERCULOSIS HEPÁTICA La tuberculosis es endémica en los países en vías de desarrollo. El aumento de la incidencia de tuberculosis en los países occidentales se debe en gran medida al incremento de la cantidad de pacientes inmunocomprometidos, sobre todo por SIDA.97,189,190 Mycobacterium tuberculosis y Mycobacterium avium intracellulare son los dos microorganismos responsables más frecuentes.190 Se informaron casos de micobacteriemia con hepatitis granulomatosa después de la instilación intravesical del bacilo de Calmette-Guérin para el tratamiento del carcinoma de vejiga.191 Los bacilos de la tuberculosis llegan al hígado a través de la arteria hepática, la vena porta o el sistema linfático.189 La tuberculosis hepática se clasifica en tres grupos.189 La forma miliar se produce durante una tubercu- losis miliar generalizada sin signos ni síntomas hepáticos. La hepatitis tuberculosa (granulomatosa) puede ocasionar fiebre de origen desconocido, ictericia y hepatomegalia. La tuberculosis hepática localizada se asocia con signos y síntomas relacionados con el hígado y puede presentar compromiso biliar o no. Las manifestaciones del parénquima hepático consisten en nódulos solitarios o múltiples, tuberculomas o abscesos hepáticos tuberculosos. Se puede producir ictericia obstructiva secundaria a una linfadenopatía compresiva o estenosis inflamatoria ocasionada por el compromiso tuberculoso del epitelio de los conductos biliares. La presencia de granulomas caseificantes en la biopsia hepática suele indicar tuberculosis, pero su hallazgo no es constante.189 Si se detectan granulomas no caseificantes, se necesita una prueba positiva de acidorresistencia 22 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A para el bacilo o un cultivo para confirmar la enfermedad, pero a menudo estos estudios son negativos.189 La reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar M. tuberculosis en la biopsia hepática tiene mayor rendimiento diagnóstico que la prueba de acidorresistencia y el cultivo.192 Son pocos los informes que describen el aspecto de los tuberculomas hepáticos en la RM, y los resultados son inespecíficos.193 En la hepatitis granulomatosa secundaria a tuberculosis se pueden detectar numerosas lesiones pequeñas con intensidad de señal baja en la imagen ponderada en T1, intermedia en la imagen ponderada en T2 y ausencia típica de realce con la administración de contraste.194 El diagnóstico diferencial del tuberculoma macronodular solitario o el absceso tuberculoso se realiza con el absceso piógeno o amebiano, los tumores necróticos, como por ejemplo los metastásicos o el carcinoma hepatocelular, y el linfoma.158,195,196 El diagnóstico diferencial de la tuberculosis miliar y la hepatitis granulomatosa se realiza con las metástasis, los microabscesos micóticos o bacterianos, la sarcoidosis y el linfoma.197,198 La tuberculosis hepática se trata con medicamentos aunque los abscesos tuberculosos se pueden drenar por vía percutánea. HIDATIDOSIS B C Figura 1-10 ■ Características del hierro depositado en el hígado y el bazo y de numerosos abscesos micóticos en la RM de un hombre inmunocomprometido en tratamiento por una leucemia mieloide aguda. A y B, en las imágenes ponderadas en T2 axiales con supresión de la grasa (A) y coronales (B) se observan numerosas lesiones hiperintensas en el hígado (flechas) y el bazo (flechas curvas). El hígado y el bazo son hipointensos debido a transfusiones anteriores. C, la imagen tardía ponderada en T1 con contraste revela el realce en el borde de algunos de los abscesos hepáticos (flechas) y esplénicos (flechas curvas) La hidatidosis es una infección producida por la forma larvaria del cestodo Echinococcus, del que E. granulosus es el más frecuente y E. multilocularis es mucho menos frecuente.97,158,199,200 E. granulosus, que ocasiona la forma unilocular de la hidatidosis, es endémico en las regiones donde se practica la ganadería ovina en los países del Mediterráneo, África, Sudamérica, el Medio Oriente, Australia y Nueva Zelanda.97,158,199,200 El huésped definitivo de E. granulosus es el perro y el huésped intermediario suele ser la oveja.158,199,200 Los seres humanos son huéspedes intermediarios accidentales que se infectan a través del contacto con los perros o la ingestión de agua o alimentos contaminados.97,199,200 Los pacientes típicos infectados no revelan síntomas durante años hasta que las lesiones producen efecto de masa, se rompen o se sobreinfectan.97, 158,199,200 La ruptura de la lesión que se comunica con el sistema vascular puede desencadenar anafilaxia.199,200 E. granulosus puede infectar cualquier órgano del cuerpo humano, pero el hígado es el sitio que se compromete con mayor frecuencia cuando los embriones ingeridos atraviesan la pared intestinal y se desplazan hacia el hígado a través del sistema venoso portal.97,158,199,200 El quiste hidatídico está compuesto por tres capas. La capa germinativa interna o endoquiste produce los escólices (parásito en estado larvario), los quistes hijos y la membrana laminar que los rodea.97,158,199,200 La capa media, que es la membrana laminar acelular o ectoquiste, permite el pasaje de los nutrientes hacia el interior del endoquiste.97,158,199,200 La capa externa o periquiste se forma debido a la modificación de las células huésped que constituyen una zona protectora fibrosa y densa.97,158,199,200 El aspecto de los quistes hidatídicos en la RM es variable y depende del estadio de la lesión y la presencia de complicaciones. La pared y los contenidos de los quistes Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado hidatídicos simples viables son hipointensos con respecto al hígado en la imagen ponderada en T1.98,158,200-202 En las imágenes ponderadas en T2, el líquido del quiste es hiperintenso y el borde es hipointenso con respecto al hígado.98,158,200-202 Los quistes hijos son formaciones adheridas a la capa germinativa del quiste madre y reflejan la degeneración temprana de la lesión.200 Las imágenes ponderadas en T1 con contraste pueden revelar realce de la pared del quiste o no hacerlo.98 Los abscesos hepáticos secundarios a E. multilocularis (“equinococosis alveolar”) se caracterizan por numerosos quistes hepáticos con una pequeña cantidad de componentes sólidos asociados.203 El diagnóstico diferencial de la equinococosis quística abarca otras lesiones quísticas como el quiste hepático simple, el cistoadenoma y el cistoadenocarcinoma biliar, el absceso piógeno y las metástasis quísticas. La primera línea de tratamiento tradicional para la hidatidosis es la resección quirúrgica. En etapa más reciente se emplearon técnicas percutáneas combinadas con fármacos con resultados exitosos en casos específicos.200,204,205 Sarcoidosis hepática La sarcoidosis es una enfermedad granulomatosa sistémica de etiología desconocida. Después de los ganglios linfáticos y el pulmón, el hígado es el órgano que se compromete con mayor frecuencia.206 La mayoría de los pacientes con sarcoidosis hepática revela hallazgos mínimos en la clínica y las pruebas de laboratorio relacionadas con la hepatopatía y rara vez desarrolla cirrosis, hipertensión portal o colestasis.206-208 Los granulomas no caseificantes están diseminados en forma difusa en todo el parénquima hepático, pero pueden coalescer y ocasionar fibrosis.206,209 A menudo los granulomas son más numerosos en las regiones periportales o las vías portales.206,209 La flebitis granulomatosa de las venas porta y hepáticas puede ocasionar isquemia con fibrosis parenquimatosa, cirrosis e hipertensión portal.206,207,209 La colestasis crónica con progresión a la cirrosis biliar puede ser el resultado de una ductopenia relacionada con la fibrosis.206 La obstrucción biliar también puede deberse a la presencia de linfadenopatías hiliares compresivas. En casi la tercera parte de los pacientes con sarcoidosis abdominal se detectan linfadenopatías y el hilio hepático, la región paraaórtica y el área celíaca se comprometen con mayor frecuencia.210 Se detecta hepatomegalia en un tercio de los pacientes afectados.208 En la RM, los nódulos hepáticos típicos son pequeños (entre 2 y 15 mm) y se detectan en el 5 al 15% de los pacientes.208,211,212 Los nódulos son isointensos o ligeramente hipointensos con respecto al hígado en las imágenes ponderadas en T1 e hipointensos en las imágenes ponderadas en T2 y revelan reducción del realce de contraste en las imágenes ponderadas en T1.194,211,212 En el capítulo 5 se describirá el compromiso esplénico asociado con la sarcoidosis. Hepatopatía actínica La lesión hepática inducida por radiación (actínica) puede deberse a la inclusión del hígado en el tratamiento 23 portal de una neoplasia extrahepática, la terapia dirigida a una neoplasia hepatobiliar o la irradiación corporal total previa a un trasplante de médula ósea. Desde el punto de vista histológico, la lesión hepática actínica es un proceso venooclusivo de las venas centrolobulillares y lobulillares.213,214 Los efectos dosis-volumen y el empleo concomitante de quimioterapia son dos factores que se cree que participan en el desarrollo de hepatopatía actínica en los pacientes con función hepática basal normal.214 Los pacientes sometidos a irradiación hepática parcial pueden ser asintomáticos.213 Las manifestaciones clínicas de la hepatopatía actínica se evidencian habitualmente entre 2 semanas y 4 meses después de completar el tratamiento y pueden abarcar cansancio, dolor en el cuadrante superior derecho, ascitis, hepatomegalia y aumento de la concentración de fosfatasa alcalina.214 En la RM, las áreas de lesión actínica suelen ser hipointensas con respecto al hígado no irradiado en las imágenes ponderadas en T1 e hiperintensas en las imágenes ponderadas en T2, lo que refleja la presencia de edema.215-217 La lesión hepática parcial inducida por radiación presenta un límite bien definido asociado con el tratamiento portal.217 Las lesiones actínicas agudas y crónicas pueden manifestarse como un área con bajo contenido de grasa en un hígado esteatósico (Fig. 1-11).218,219 El realce tardío del contraste en el hígado irradiado en comparación con el hígado no irradiado se debe a la reducción del flujo sanguíneo en las venas centrales ocluidas en el área irradiada (véase Fig. 1-11).215 Colangitis esclerosante primaria La colangitis esclerosante primaria es una hepatopatía colestásica crónica de etiología desconocida.220 Esta enfermedad se caracteriza por inflamación progresiva, destrucción y fibrosis de los conductos biliares intrahepáticos y extrahepáticos que produce una cirrosis biliar secundaria, hipertensión portal e insuficiencia hepática.220 El diagnóstico de la colangitis esclerosante primaria se basa en la anamnesis, los hallazgos del laboratorio y la histología y la colangiografía. Las manifestaciones biliares de la enfermedad se describirán en detalle en el capítulo 2. En esta sección se comentarán los hallazgos de la RM en el parénquima hepático. Alrededor del 75% de los pacientes con colangitis esclerosante primaria tiene enfermedad intestinal inflamatoria; de estos pacientes, entre el 80 y el 90% presenta colitis ulcerosa y entre el 10 y el 20%, enfermedad de Crohn.220 La colangitis esclerosante primaria suele ser asintomática en los estadios iniciales. La aparición de prurito, cansancio, ictericia y pérdida de peso indica enfermedad avanzada.220 Las anomalías en las pruebas de laboratorio pueden consistir en aumento inicial de las concentraciones séricas de fosfatasa alcalina y γ-glutamiltranspeptidasa y, más adelante, incremento del nivel sérico de bilirrubina o reducción del nivel sérico de albúmina.220 El hallazgo anatomopatológico característico en la colangitis esclerosante primaria, el patrón en “cáscara de cebolla” de la fibrosis periductal que rodea los conductos biliares medianos o grandes, a menudo no se puede identificar en las biopsias percutáneas periféricas que 24 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D Figura 1-11 ■ Hallazgos en la RM con cambio químico de esteatosis hepática, carcinoma de páncreas metastásico y hepatopatía inducida por radiación. A, en la imagen ponderada en T1 en fase se revelan dos metástasis hipointensas (flechas). B, en la imagen ponderada en T1 en fase opuesta se observa disminución de la intensidad de la señal en el lóbulo derecho que representa esteatosis hepática. Se observa ausencia de esteatosis en el lóbulo izquierdo con un límite recto (flechas dobles) que coincide con la zona irradiada. Las metástasis son hiperintensas (flechas) en relación con el hígado esteatósico hipointenso. C, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela metástasis hiperintensas (flechas) en relación con el hígado. D, en la imagen tardía ponderada en T1 con supresión de la grasa y administración de contraste se muestran metástasis con realce del borde (flechas). El aumento del realce en el parénquima hepático irradiado se debe a la fibrosis y la obstrucción del flujo venoso. pueden demostrar inflamación inespecífica y fibrosis de las vías portales.220-221 Para establecer el diagnóstico de esta enfermedad son esenciales los hallazgos colangiográficos de múltiples estenosis, irregularidades murales y divertículos de los conductos biliares intrahepáticos y extrahepáticos. Entre el 9 y el 15% de los pacientes con colangitis esclerosante primaria desarrolla colangiocarcinoma.220 Se comunicaron varias anomalías en el parénquima hepático observadas en la RM de los pacientes con colan- gitis esclerosante primaria. Se considera que los cambios parenquimatosos se deben a la extensión de la inflamación biliar en el parénquima, la retención de sales biliares y la acumulación de cobre en las células hepáticas.222 También pueden hallarse áreas cuneiformes de hiperintensidad en T2 distribuidas en la periferia.222 La inflamación periductal que obstruye los conductos biliares segmentarios también compromete las vénulas portales y los linfáticos asociados, y se cree que produce el edema cuneiforme antes mencionado con posterior atrofia seg- Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado mentaria y fibrosis.222 El edema periportal que se manifiesta como un aumento de la intensidad de la señal en T2 en el hilio hepático es un hallazgo frecuente pero inespecífico en los pacientes con colangitis esclerosante primaria.222,223 Con menor frecuencia se detectan áreas de hiperintensidad en las imágenes ponderadas en T1.223 Además, se puede hallar dilatación de los conductos biliares en estas áreas, y el aumento de la intensidad de la señal en T1 se atribuye a la colestasis y los depósitos de lipofuscina en los hepatocitos atróficos.223-225 En cerca de la mitad de los pacientes con colangitis esclerosante primaria se detectan áreas en forma de parche, periféricas o segmentarias con aumento del realce de contraste en relación con el parénquima hepático adyacente tanto en las fases arterial como tardía de la RM.223 El incremento del realce en la fase arterial puede deberse a una inflamación o a una respuesta compensadora a la reducción del flujo venoso portal.223 El aumento del realce en la fase tardía se atribuye a la fibrosis y la atrofia del hígado.223 Los cambios morfológicos del hígado en la cirrosis terminal inducida por la colangitis esclerosante primaria pueden ser diferentes de los observados en la cirrosis asociada con otras enfermedades.226 El hígado revela un contorno lobulado y está muy deformado.226 En casi todos los cirróticos con colangitis esclerosante primaria se detecta hipertrofia del lóbulo caudado, pero esta entidad sólo se observa en el 30 al 40% de los pacientes con cirrosis secundaria a otras causas (Fig. 1-12).226 Los conductos hepáticos derecho principal e izquierdo suelen ser los que se comprometen con mayor asiduidad en la colangitis esclerosante primaria. Los conductos del lóbulo caudado que drenan en un sector proximal a la confluencia ductal pueden estar relativamente permeables, lo que estimula la hipertrofia compensadora del lóbulo caudado.226 A menudo se observa atrofia del segmento lateral (con frecuencia hipertrofiado en la cirrosis secundaria a otras causas) y el segmento posterior.223,226 La dilatación biliar, los cálculos biliares y los nódulos regenerativos mayores de 3 cm también son más frecuentes en la cirrosis inducida por colangitis esclerosante primaria en comparación con la cirrosis producida por otras entidades.227 HEMANGIOMA HEPÁTICO (CUADRO 1-11) El hemangioma cavernoso es el tumor hepático benigno más frecuente. La incidencia varía entre 0,4 y 20% en función del método de detección.26 La mayoría de los hemangiomas son pequeños y asintomáticos y se detectan de manera casual en los estudios de diagnóstico por la imagen o la autopsia.228-230 La mayoría de los hemangiomas asintomáticos son lesiones grandes que pueden ocasionar dolor.229,231 La ruptura de los hemangiomas más grandes es infrecuente y se puede producir en forma espontánea o luego de una biopsia percutánea o un traumatismo abdominal no penetrante.232 En la histología, el hemangioma cavernoso es una masa bien delimitada formada por espacios llenos de sangre y tapizada por un endotelio apoyado sobre una estroma delgada y fibrosa.25,26 En los tabiques más grandes pue- 25 Cuadro 1-11 Hemangioma Clínica Tumor hepático benigno más frecuente Casi siempre asintomático y se detecta en forma casual Anatomía patológica Espacios llenos de sangre tapizados por endotelio sobre una estroma fibrosa delgada El tamaño varía desde unos pocos milímetros hasta más de 20 cm; la mayoría mide menos de 5 cm Resonancia magnética Imagen ponderada en T1: hipointensa con respecto al hígado Imagen ponderada en T2: muy hiperintensa con respecto al hígado, hiperintensa con respecto al bazo Imagen ponderada en T2 intensa: hiperintensa con respecto al hígado y el bazo, hipointensa con respecto al líquido cefalorraquídeo Imagen dinámica con contraste: tres patrones Hiperintensidad uniforme inmediata (típica de las lesiones más pequeñas) Nodular periférico con progresión centrípeta hacia el realce uniforme (patrón más frecuente) Nodular periférico con progresión centrípeta pero con hipointensidad central persistente (hemangiomas más grandes con cicatriz central que no se refuerza con el contraste) den hallarse ramas arteriales y conductos biliares pequeños.26 Se pueden desarrollar cortocicuitos arterioportales.26 Los trombos, la calcificación, la fibrosis y la cicatrización son hallazgos variables.25,26 La mayoría de los hemangiomas son solitarios y se localizan en la periferia.26 El tamaño de la lesión oscila entre pocos milímetros y más de 20 cm,26 pero la mayoría mide menos de 5 cm.25 En la mayoría de los hemangiomas el tamaño permanece estable, pero la realización de estudios seriados de diagnóstico por la imagen permitió documentar el crecimiento de una proporción minoritaria de hemangiomas durante el intervalo entre los controles.233 En la RM, los hemangiomas son lesiones redondas o lobulillares bien delimitadas.234,235 Los hemangiomas revelan hipointensidad homogénea con respecto al resto del hígado en las imágenes ponderadas en T1 e hiperintensidad homogénea con respecto al parénquima hepático en las imágenes ponderadas en T2 (Figs. 1-13 y 1-14; véase Fig. 1-3).234-236 Esta hiperintensidad persiste en las imágenes ponderadas en T2 más intensas obtenidas con tiempos de eco prolongados (más de 160 milisegundos).7,237 El tiempo de relajación prolongado en T2 característico de los hemangiomas permite diferenciarlos de 26 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C Figura 1-12 ■ Características en la RM de la cirrosis con hipertrofia del lóbulo caudado debido a colangitis esclerosante primaria. A y B, en las imágenes en fase en T1 (A) y en las imágenes ponderadas en T2 con supresión de la grasa (B) se observa hipertrofia significativa del lóbulo caudado (C) con hipointensidad relativa en T2 en comparación con el resto del hígado. C, la imagen tardía ponderada en T1 con contraste revela hiperintensidad en la periferia del parénquima hepático en comparación con la intensidad de la señal central más normal dentro del lóbulo caudado (C) secundaria a “atelectasia hepática”. El realce tardío del contraste puede ser secundario a fibrosis u obstrucción del flujo venoso. La hipertrofia del lóbulo caudado se detecta con mayor frecuencia en la hepatopatía terminal secundaria a colangitis esclerosante primaria y síndrome de Budd-Chiari que en otras etiologías. las metástasis en la mayoría de los casos.7,237 El tiempo de relajación en T2 de los hemangiomas es inversamente proporcional al número de células endoteliales presentes dentro de la masa y proporcional al tamaño conjunto de los espacios vasculares con sangre que circula con lentitud.235 Los hemangiomas gigantes, que son lesiones mayores de 6 cm en por lo menos uno de sus diámetros, revelan intensidades heterogéneas de la señal tanto en las imágenes ponderadas en T1 como en las imágenes ponderadas en T2, con hendiduras internas que forman áreas y tabiques (véase Fig. 1-14).231 La heterogeneidad de la intensidad de la señal en estas lesiones se atribuye a la presencia de hemorragia, trombosis, hialinización, licuefacción y degeneración mixoide.231,238,239 Se cree que las áreas similares a hendiduras representan degeneración quística o mixoide.231,238,239 Estas áreas internas de forma redondeada, ovalada, lineal o irregular son hipointensas con respecto al tumor principal en las imágenes ponderadas en T1.231 En cambio, en las imágenes ponderadas en T2 la parte principal del tumor es hiperintensa con respecto al parénquima hepático.231 Los tabiques internos revelan reducción de la intensidad de la señal en las imágenes ponderadas en T2.231 La retracción capsular hepática adyacente a los hemangiomas grandes o gigantes se relaciona con la presencia de fibrosis intratumoral.240-242 En la RM dinámica con gadolinio se describieron tres patrones de realce de contraste: realce uniforme inmediato (patrón 1), realce periférico con progresión centrípeta hacia el realce uniforme (patrón 2; véanse Figs. 1-3 y 1-13) y realce nodular periférico con progresión centrípeta e hipointensidad central persistente (patrón 3; véase Fig. 1-14).234 El patrón 2 es el característico en los hemangiomas y el que se observa con mayor frecuencia.234 En los hemangiomas más pequeños (menores de 1,5 cm) se puede observar realce uniforme inmediato, aunque la mayoría de las lesiones pequeñas revela realce del tipo del patrón 2.234 Dos terceras partes de las lesiones medianas (1,5-5 cm) presentan el patrón 2 de realce y la tercera parte de las lesiones se caracteriza por el patrón 3.234 La mayoría de las lesiones grandes (más de 5 cm) revela un patrón 3; 234,243 este tipo se puede hallar en hemangiomas de cualquier tamaño.234 El patrón de realce de contraste depende del tamaño de los espacios vasculares y de la lesión, la presencia de fibrosis, hemorragia o trombosis intratumoral, y es posible que del estado circulatorio del paciente.244,245 La diferenciación entre los hemangiomas y las metástasis se suele llevar a cabo con una combinación de imágenes ponderadas en T2 e imágenes ponderadas en T1 con contraste. Las metástasis de las neoplasias hipervascularizadas pueden revelar un realce uniforme en la fase arterial y en este caso son semejantes a algunos hemangiomas pequeños. Las imágenes ponderadas en T2 muy intensas revelan aumento significativo de las intensidades de la señal y la relación contraste-ruido en los hemangiomas en comparación con las metástasis hipervascularizadas.246 Las imágenes con contraste ponderadas en T1 tardías luego de 5 minutos pueden ser útiles porque los hemangiomas conservan su hiperintensidad con respecto al parénquima hepático adyacente, mientras que en las me- Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado tástasis hipervascularizadas el medio de contraste se suele eliminar, por lo que aparecen isointensas o hipointensas.247 El realce nodular periférico con progresión centrípeta es el patrón característico en los hemangiomas y suele permitir su diferenciación de las metástasis hepáticas.234,248,249 En la fase arterial, los hemangiomas revelan un realce nodular periférico en anillo discontinuo, mientras que las lesiones malignas muestran un realce anular continuo.234,248,249 En las imágenes de la vena porta, los hemangiomas muestran un realce progresivo, a menudo más intenso que en la fase arterial.234 El contorno anular interno de los hemangiomas es ondulante y nodular, mientras que el borde de realce de las lesiones malignas se caracteriza por un engrosamiento uniforme o un borde interno irregular.234,249 Los hemangiomas muestran un realce persistente en las fases tardías, mientras que en las metástasis y las lesiones malignas se puede observar una eliminación del medio de contraste heterogénea o periférica.234,250 La observación aislada de realce en las fases tardías no es específica de los hemangiomas, dado que se informó que las metástasis del colangiocarcinoma intrahepático, el carcinoma hepatocelular y la hiperplasia nodular focal revelan aumento del realce en las fases tardías.251,252 Una característica frecuente de los hemangiomas en las imágenes dinámicas ponderadas en T1 con contraste (o la tomografía computarizada) es el realce peritumoral temporario (véase Fig. 1-13).253-255 Los patrones de realce peritumoral abarcan la opacificación temprana de una vena de drenaje, el realce cuneiforme o nodular focal peritumoral, la aparición temprana de una vena de drenaje con realce parenquimatoso posterior y el realce segmentario o lobular.253 El realce peritumoral temporario se observa con mayor frecuencia en los hemangiomas pequeños que absorben el contraste con rapidez y se atribuye al abundante flujo arterial aferente253 o a la presencia de cortocicuitos arterioportales.254,256,257 Los estudios tomográficos en dos fases con correlación angiográfica con catéter revelaron que en ciertos casos se observa un cortocicuito entre la arteria y la vena porta, que es la causa del realce peritumoral temporario.254,257 Una causa posible de esta reacción en los hemangiomas más grandes es la compresión de la vena porta con aumento compensador del flujo en la arteria hepática, lo que determina una distribución segmentaria o lobular del realce peritumoral.253 Los hemangiomas hialinizados o esclerosados representan un subtipo raro que puede corresponder al estadio terminal de involución de los hemangiomas.229 Desde el punto de vista histológico, estas lesiones revelan abundante fibrosis hialina y oclusión de los espacios vasculares.26,229,235,258-260 La composición fibrótica predominante de los hemangiomas hialinizados produce imágenes en la resonancia magnética diferentes de las del hemangioma típico. En las imágenes ponderadas en T2, estas lesiones son hiperintensas con respecto al hígado pero hipointensas con respecto al líquido cefalorraquídeo (Fig. 1-15).235,256,258-260 En las imágenes dinámicas ponderadas en T1 con contraste, los hemangiomas hialinizados no revelan un patrón de realce temprano258,260 y pueden mos- 27 trar un patrón de realce periférico mínimo en las imágenes obtenidas durante la fase de equilibrio.256 Los hemangiomas que se desarrollan en hígados cirróticos pueden revelar características típicas, en particular las lesiones más grandes. Sin embargo, a medida que la cirrosis progresa, es probable que los hemangiomas involucionen, su tamaño disminuya y se fibrosen.261,262 La RM no es útil para establecer el diagnóstico definitivo del hemangioma hialinizado. Si no se cuenta con estudios anteriores de diagnóstico por la imagen que documenten el aspecto típico, puede ser necesaria una biopsia para distinguir entre el hemangioma hialinizado y una neoplasia hipovascularizada.256 ANGIOMIOLIPOMA HEPÁTICO El angiomiolipoma es una neoplasia infrecuente del mesénquima hepático. Los angiomiolipomas renales (véase capítulo 4) son más comunes, sea como hallazgos aislados o en pacientes con esclerosis tuberosa. Este tumor suele ser solitario pero también se puede asociar con esclerosis tuberosa.263,264 Si bien el angiomiolipoma hepático puede ser asintomático y puede ser descubierta en forma casual en un estudio con imágenes transversales, en general los pacientes experimentan dolor o malestar abdominal, hepatomegalia o masa palpable.263 Desde el punto de vista histológico, el angiomiolipoma hepático está compuesto de proporciones variables de vasos sanguíneos, células musculares lisas y tejido adiposo.25,263,265 El aspecto del angiomiolipoma hepático en la RM refleja los diversos componentes tisulares de la lesión. Las áreas adiposas son hiperintensas con respecto al parénquima hepático e isointensas con respecto a la grasa subcutánea o retroperitoneal en las imágenes ponderadas en T1 y pierden intensidad de la señal en las imágenes con supresión de la grasa.266-271 Las regiones o las lesiones con mínima cantidad de grasa o sin grasa son hipointensas con respecto al hígado en las imágenes ponderadas en T1.267,268,272 Los focos intratumorales que contienen tanto adipocitos como tejido no adiposo se caracterizan mejor con cambio químico (imágenes en fase y en fase opuesta). El angiomiolipoma compuesto sobre todo por grasa se asemeja al lipoma en la RM y también en la anatomía patológica, por lo que es importante buscar con atención células musculares lisas.273 Los angiomiolipomas también pueden no presentar grasa tanto en la RM como en los estudios histopatológicos.271 Este tumor es heterogéneo e hiperintenso con respecto al hígado en las imágenes ponderadas en T2.263,266,267,269-272,274,275 El angiomiolipoma hepático revela un realce variable que se correlaciona con la vascularización del tumor.266,272,274,275 El diagnóstico diferencial del angiomiolipoma hepático en la RM abarca otras masas hepáticas que contienen grasa: lipomas, esteatosis focal, adenoma hepatocelular, carcinoma hepatocelular, metástasis de neoplasias que contienen grasa como el liposarcoma o el teratocarcinoma y seudomasas como la acumulación de grasa en el epiplón, el seudolipoma de la cápsula de Glisson y la escotadura diafragmática.267,276 Los angiomiolipomas con mínimo contenido de grasa pueden simular un carcinoma hepato- 28 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D F E Figura 1-13 ■ Características de un hemangioma hepático en la RM con realce de contraste peritumoral temporal. A y B, en la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa (A) y la imagen ponderada en T2 muy intensa (B) se observa una masa hepática subcapsular (flecha) con hiperintensidad significativa con respecto al parénquima hepático y casi isointensidad con respecto a la bilis presente dentro de la vesícula biliar y al líquido cefalorraquídeo. C y D, en la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa obtenida antes (C) y después (D) de la imagen dinámica con contraste se observa gran hipervascularización del hemangioma con una región con aumento del realce en el hígado circundante (flechas curvas). E, en el plano coronal reconstruido de la fase arterial de la imagen ponderada en T1 con contraste se observa la forma en cuña del refuerzo peritumoral (flechas curvas). F, en la imagen tardía ponderada en T1 con contraste se revela aumento persistente del refuerzo en el hemangioma (flecha). La región peritumoral del realce arterial se torna isointensa con respecto al hígado. Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D E celular en la RM y en este caso sería necesaria una biopsia para evitar la resección quirúrgica.274 Las lesiones más grandes, como por ejemplo las que se desarrollan en el riñón, pueden sangrar. LIPOMA Y SEUDOLIPOMA HEPÁTICOS Los lipomas hepáticos verdaderos son masas no encapsuladas infrecuentes, compuestas en su totalidad por tejido adiposo maduro (lipocitos), y se deben diferenciar de la esteatosis hepática focal y el seudolipoma de la cápsula de Glisson, así como de otras lesiones que contienen grasa.277,278 En la RM, los lipomas revelan una intensidad de la señal semejante a la de la grasa en todas las secuen- 29 Figura 1-14 ■ Características de un hemangioma “gigante” con una cicatriz central en la RM de una mujer asintomática. A y B, en la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa (A) y la imagen ponderada en T2 muy intensa (B) (tiempo de eco = 279 milisegundos) se observa una masa hepática posterior de 6 cm (flecha) con una cicatriz central con aumento notable de la intensidad de la señal (*). El resto del hemangioma es hiperintenso con respecto al hígado. C y D, la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa obtenida antes (C) y durante (D) la fase arterial de la administración del contraste muestra un realce nodular periférico característico (flechas curvas). E, en la imagen tardía ponderada en T1 se observa un realce de contraste nodular con progresión centrípeta; la cicatriz central (*) no muestra aumento del realce, lo que indica degeneración quística o licuefacción. cias de pulsos sin realce de contraste.278 El seudolipoma de la cápsula de Glisson representa el atrapamiento y la separación de un apéndice epiploico en el espacio hepatodiafragmático.279,280 A diferencia del lipoma verdadero, que está rodeado por parénquima hepático y se localiza en la profundidad de este parénquima, el seudolipoma de la cápsula de Glisson se ubica sobre la superficie del hígado.280 LINFOMA HEPÁTICO El linfoma puede comprometer el hígado en forma secundaria en los pacientes con enfermedad de Hodgkin o linfoma no Hodgkin. El linfoma primario del hígado es 30 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis muy infrecuente. Se comunicaron casos de esta enfermedad en asociación con SIDA, hepatitis C crónica, cirrosis biliar primaria y otros trastornos del sistema inmunitario.281-285 El hígado también puede ser la localización primaria o secundaria del trastorno linfoproliferativo postrasplante. Es importante identificar el compromiso hepático linfomatoso secundario para la estadificación y el tratamiento de la enfermedad.286 En una serie que evaluó biopsias hepáticas por vía laparoscópica durante la estadificación inicial del linfoma, se identificó compromiso hepático en el 8% de los pacientes con enfermedad de Hodgkin y el 25% de los pacientes con linfoma no Hodgkin.286 En la autopsia, aproximadamente la mitad de los pacientes con linfoma de cualquier clase presentó enfermedad hepática.206 El compromiso hepático asociado con la enfermedad de Hodgkin puede ocasionar fiebre, hepatomegalia e ictericia.206 Se deben identificar células de Reed-Sternberg para obtener el diagnóstico histológico definitivo. La infiltración hepática por la enfermedad de Hodgkin casi siempre compromete los conductos portales.206 En la anatomía patológica se pueden identificar nódulos pequeños distribuidos en forma difusa, masas más grandes o una combinación de ambos.206 En el linfoma no Hodgkin, el hígado es la localización más frecuente después de los ganglios linfáticos, el bazo y la médula ósea y puede albergar linfomas de células B o T.206 Casi siempre se detecta hepatomegalia.206 En el linfoma de células B de bajo grado se observan múltiples depósitos tumorales nodulares pequeños en los conductos portales, con penetración sinusoidal variable.287 En el linfoma de células B de alto grado se observan lesiones grandes e irregulares que destruyen los conductos portales y el parénquima (Fig. 2-23, linfoma pancreático).287 Los hallazgos asociados con el compromiso hepático linfomatoso secundario en la RM son inespecíficos y abarcan masas focales solitarias o múltiples, lesiones infiltrantes, anomalías en la intensidad de la señal en el parénquima y hepatomegalia.288-290 Enfermedad linfoproliferativa postrasplante La enfermedad linfoproliferativa postrasplante abarca un espectro clinicoanatomopatológico de enfermedades hiperplásicas y neoplásicas de los ganglios linfáticos que se producen en pacientes con trasplante inmunocomprometidos, la mayoría de los cuales se infectó con el virus Epstein-Barr (EBV) antes o durante el trasplante.291,292 La enfermedad linfoproliferativa postrasplante relacionada con el virus Epstein-Barr que se produce dentro de aloinjertos hepáticos se desarrolla entre 4 y 12 meses luego del trasplante.293 La enfermedad linfoproliferativa postrasplante puede oscilar desde una hiperplasia plasmocítica reactiva (similar a una mononucleosis infecciosa) hasta formas polimorfas y monomorfas.294 La forma polimorfa sólo se observa en pacientes inmunocomprometidos.294 La monomorfa es similar al linfoma que se desarrolla en los pacientes inmunocomprometidos. La mayoría de los casos de enfermedad linfoproliferativa postrasplante corresponde a proliferación de células B.279 Esta enferme- dad infiltra sobre todo los conductos portales, pero también puede comprometer el parénquima hepático.279 Desde el punto de vista clínico, la enfermedad linfoproliferativa postrasplante se puede manifestar como un síndrome semejante a la mononucleosis infecciosa, linfadenopatías generalizadas con síndrome de mononucleosis o sin él, tumores linfoides o un síndrome diseminado fulminante que a menudo se asocia con sepsis.291 Además de los ganglios linfáticos, otros sitios comprometidos con frecuencia son el tubo digestivo, el sistema nervioso central, los pulmones y el órgano aloinjertado.291 El hígado es el órgano que se afecta con mayor frecuencia en los pacientes con enfermedad abdominal.295 El compromiso hepático asociado con la enfermedad linfoproliferativa postrasplante se puede manifestar como masas solitarias o múltiples o como una enfermedad infiltrante en forma difusa.295-297 En los pacientes sometidos a trasplante hepático, la enfermedad linfoproliferativa postrasplante se puede manifestar a través de masas hepáticas periportales o en el hilio hepático con compromiso potencial de las estructuras vasculares o biliares.293,298 Las mononucleosis infecciosa y las formas polimorfas de la enfermedad suelen responder a la disminución de los fármacos inmunosupresores y a los agentes antivirales, mientras que la forma monomorfa o el linfoma verdadero suelen requerir quimioterapia, radioterapia o ambas.291 METÁSTASIS HEPÁTICAS (CUADRO 1-12) Las metástasis son las lesiones malignas más frecuentes del hígado. Después de los ganglios linfáticos, el hígado es el sitio que alberga la enfermedad metastásica con mayor asiduidad.26 Las células tumorales llegan al hígado a través de la arteria hepática, la circulación portal, los linfáticos o rara vez a través del líquido peritoneal.26 Una vez establecidas, las lesiones metastásicas reciben irrigación de la arteria hepática, aunque las metástasis hipovascularizadas, en especial cuando miden menos de 1,5 cm, pueden recibir irrigación parcial del sistema venoso portal.26,299-303 El hígado recibe irrigación doble, pero este factor aislado no es responsable de su susceptibilidad a desarrollar enfermedad metastásica.304 La cubierta endotelial fenestrada de los sinusoides permite que se comuniquen con el espacio extracelular de Disse.305,306 Ciertos factores humorales locales también pueden contribuir a esta susceptibilidad.305 La detección de las metástasis hepáticas es esencial para la estadificación y el tratamiento, en particular del carcinoma colorrectal, porque la resección quirúrgica puede prolongar la supervivencia.307-309 No sólo es importante detectar las metástasis, sino que además se debe realizar su distinción con las lesiones hepáticas benignas. Las masas hepáticas benignas son frecuentes; en una serie de autopsias se detectaron masas hepáticas benignas o lesiones semejantes a masas en el 52% de los casos.310 Incluso en pacientes oncológicos, el 80% de las lesiones hepáticas de 1 cm o menores fueron benignas.311 En las pacientes con cáncer de mama sometidas a RM en busca de metástasis (debido a sospechas en otros estudios de Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado imágenes o anomalías en las enzimas hepáticas), el 32% presentó lesiones hepáticas benignas.312 Se demostró que la RM es más precisa que la TC en doble fase o en fase única para diferenciar las lesiones hepáticas benignas de las malignas.313,314 La visibilidad variable de las metástasis hepáticas en las imágenes ponderadas en T1 y T2, y en las diversas fases de una imagen dinámica ponderada en T1 con realce de contraste subraya la necesidad de un examen completo con RM para que la detección y la caracterización sean óptimas. En general, las metástasis hepáticas son moderadamente hipointensas con respecto al parénquima hepático en las imágenes ponderadas en T1 sin contraste y moderadamente hiperintensas en las imágenes ponderadas en T2 (Fig. 1-16; véanse Figs. 1-11, 5-1, 5-2 y 5-7).239,315,316 Debido a la intensidad de la señal similar de las metástasis hepáticas y el parénquima esplénico normal en las secuencias de pulsos convencionales con eco de espín se constituyó el modelo del hígado y el bazo, que se emplea para optimizar las relaciones de contraste-ruido con el fin de mejorar la detección de las lesiones metastásicas.317 Sin embargo, las diferencias significativas entre las metástasis hepáticas y las relaciones contraste-ruido del hígado y el bazo en las secuencias de pulsos más nuevas y más complejas requieren la evaluación del modelo del hígado y el bazo en cada secuencia nueva.317 Aunque la mayoría de las metástasis son hipointensas con respecto al parénquima hepático en las imágenes ponderadas en T1, algunas son hiperintensas. Las metástasis pueden ser hiperintensas en las imágenes ponderadas en T1 sin realce de contraste debido a la presencia de sustancias intralesionales con tiempo de relajación en T1 breve o relativa reducción de la intensidad de la señal en el parénquima hepático que rodea la lesión.318 Entre las sustancias que presentan un tiempo de relajación en T1 breve o que producen un acortamiento de T1 dentro de las metástasis se pueden mencionar la hemorragia, las proteínas, la mucina, la melanina, los lípidos y el Lipiodol®.318-320 Las metástasis hepáticas hemorrágicas se asocian con mayor frecuencia con carcinoma de pulmón, carcinoma renal, carcinoma de testículo y melanoma (Fig. 1-17; véase Fig. 5-1).29 Las metástasis hepáticas con aumento de la síntesis de proteínas pueden asociarse con el mieloma múltiple y el carcinoide.319 La mucina producida por las metástasis quísticas de las neoplasias mucinosas pancreáticas u ováricas pueden producir lesiones hiperintensas.318,319 Las metástasis del melanoma pueden ser hiperintensas debido a la presencia de melanina, una sustancia paramagnética, o hemorragia.318,319,321 En escasas ocasiones se detecta grasa dentro de las metástasis, que se puede hallar en el liposarcoma extrahepático o en las lesiones primarias del teratoma de ovario (Fig. 1-18).276,322 Las metástasis hepáticas también pueden ser hiperintensas en las imágenes ponderadas en T1 sin realce de contraste debido a la disminución de la intensidad de la señal en el parénquima hepático circundante.318 La sobrecarga de hierro puede reducir la intensidad de la señal en el parénquima hepático tanto en las imágenes ponderadas en T1 como en las ponderadas en T2 debido a la disminución del tiempo de relajación en T2. El edema hepáti- 31 A B Figura 1-15 ■ Características de un hemangioma esclerosado en la RM de un hombre de 64 años confirmado mediante cirugía. La muestra de tejido se obtuvo porque no se podía descartar una neoplasia sólida. A, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela una masa en el segmento posterior del lóbulo derecho (flecha) hiperintensa con respecto al hígado, ligeramente hiperintensa o isointensa con respecto al bazo e hipointensa con respecto al líquido cefalorraquídeo. En la imagen ponderada en T1 (no se ilustra) la masa era hipointensa con respecto al hígado. B, en la imagen tardía ponderada en T1 con contraste se muestra un refuerzo mínimo de la masa (flecha). Las características inespecíficas de la imagen condujeron a la realización de una biopsia percutánea (no diagnóstica) y a la extirpación quirúrgica posterior. Los hemangiomas esclerosados son infrecuentes. Sin una imagen previa que documente un hemangioma típico, puede ser difícil diferenciarlos de una lesión maligna. co aumenta el tiempo de relajación del hígado en T1. En caso de esteatosis difusa (que se asocia con pérdida de la intensidad de la señal en el parénquima hepático en las imágenes con eco de gradiente en fase opuesta), las metástasis pueden ser isointensas o hiperintensas con respecto al parénquima hepático circundante (véase Fig. 1-11).323 En las imágenes ponderadas en T2, las metástasis hepáticas son hiperintensas con respecto al hígado, pero con menos que los hemangiomas o los quistes, y esta diferencia se acentúa en las imágenes ponderadas en T2 32 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis Cuadro 1-12 Metástasis hepáticas Clínica Lesión maligna más frecuente del hígado La incidencia elevada de lesiones hepáticas benignas requiere la distinción precisa entre estas lesiones y las metástasis Anatomía patológica Refleja el tumor primario Irrigación principal por la arteria hepática Resonancia magnética Imagen ponderada en T1: hipointensa con respecto al hígado (las metástasis hemorrágicas pueden ser hiperintensas) Imagen ponderada en T2: lesiones sólidas hiperintensas con respecto al hígado, isointensas con respecto al bazo (las lesiones metastásicas hipervascularizadas o mucinosas pueden ser semejantes a las lesiones benignas llenas de líquido en las imágenes ponderadas en T2 con intensidades moderada o incluso muy alta; la imagen con contraste suele servir para la distinción) Imagen dinámica con contraste Las metástasis hipervascularizadas (p. ej., mama, carcinoide, melanoma, tiroides, riñón, sarcomas) se evidencian mejor en la fase arterial de las imágenes, con borde periférico uniforme o realce heterogéneo Las metástasis hipovascularizadas (p. ej., colon, pulmón, próstata, estómago, células transicionales) se revelan mejor en la fase de la vena porta cuando el refuerzo del parénquima hepático es máximo Las metástasis isovascularizadas (raras, p. ej., colon, tiroides, endometrio) pueden ser invisibles en las fases arterial y de la vena porta pero se suelen detectar en las imágenes ponderadas en T1 o T2 con contraste muy intensas con tiempo de eco mayor de 160 milisegundos (véanse Figs. 1-11, 1-16, 5-1 y 5-7). Las metástasis procedentes de ciertas neoplasias hipervascularizadas o mucinosas pueden ser semejantes a las lesiones benignas llenas de líquido en las imágenes ponderadas en T2 con intensidad moderada (Fig. 1-19). Entre las metástasis hipervascularizadas que pueden revelar su naturaleza quística o hiperintensidad significativa en las imágenes ponderadas en T2 se pueden mencionar los tumores de las células de los islotes o neuroendocrinos, los sarcomas y los melanomas. Además de la hipervascularización, otros factores pueden ser responsables de la hiperintensidad de estas metástasis en T2, como el contenido de agua intersticial, los lagos venosos, la peliosis o los acinos llenos de líquido.237 Las metástasis mucinosas pueden provenir de cánceres primarios de ovario, páncreas o colon. Algunas metástasis hipovascularizadas pueden no observarse en las imágenes ponderadas en T2 y se detectan mejor en las imágenes ponderadas en T1 sin contraste o con contraste.324 En caso de esteatosis hepática, las metástasis pueden ser hipointensas con respecto al parénquima hepático circundante en las imágenes ponderadas en T2 con eco de espín rápido si no se lleva a cabo supresión de la grasa.325 La grasa revela mayor intensidad de la señal en las imágenes con eco de espín rápido en comparación con las imágenes ponderadas en T2 con eco de espín.326 Las áreas cuneiformes con aumento de la intensidad de la señal en la imagen ponderada en T2 se pueden hallar en la periferia de las masas hepáticas malignas y benignas y es pro- bable que reflejen edema o congestión sinusoidal.327,328 Estas áreas cuneiformes pueden predecir el desarrollo o el crecimiento de metástasis en el vértice en pacientes con tumores primarios.327 Casi la mitad de las metástasis hepáticas originadas en el carcinoma colorrectal revela áreas centrales con disminución de la intensidad de la señal en T2, en particular en las lesiones más grandes.329 En las imágenes ponderadas en T1, estas lesiones revelan una hipointensidad homogénea con respecto al parénquima hepático. Desde el punto de vista histológico, la hipointensidad central representa áreas de estroma desmoplásica, necrosis coagulativa y acumulación de mucina. Los halos periféricos de hiperintensidad en T2 que se asocian con las metástasis colorrectales no reflejan edema peritumoral sino el borde del tumor y necrosis tumoral variable. La presencia de un borde con disminución de la intensidad de la señal en T2 alrededor de la metástasis representa compresión del parénquima hepático y los sinusoides, atrofia del tejido hepatocelular y fibrosis. Algunas metástasis colorrectales grandes revelan áreas centrales con intensidad de la señal muy elevada en T2 que se asocian con intensidades de la señal muy bajas en T1 secundarias a necrosis por licuefacción. Las metástasis hepáticas se clasifican en patrones hipervascularizados, hipovascularizados e isovascularizados en la RM dinámica con realce de contraste con gadolinio.14,239,323 Las metástasis hipervascularizadas se detectan con mayor facilidad en la fase arterial y en ciertos ca- Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D 33 Figura 1-16 ■ Demostración de un cáncer de mama metastásico irresecable en la RM. A, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela varias masas hepáticas de tamaño variable. Las metástasis muestran un borde periférico (flechas) hiperintenso con respecto al parénquima hepático y casi isointenso con respecto al bazo. Las porciones centrales de algunas de las masas son hiperintensas (*) con respecto a la periferia del tumor debido a la presencia de necrosis o fibrosis inmadura. B y C, la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa obtenida antes (B) y después (C) de la imagen dinámica con contraste revela el refuerzo en el borde periférico hipervascularizado (flechas). D. La imagen tardía ponderada en T1 con contraste muestra el signo de eliminación periférica; las porciones periféricas de las metástasis (flechas) son hipointensas con respecto al parénquima hepático en esta fase. Algunas metástasis revelan un realce de contraste tardío que probablemente se deba a la presencia de fibrosis. Las porciones centrales de algunas lesiones (*) hiperintensas en T2 no muestran refuerzo con el contraste debido a la presencia de necrosis por licuación o a la formación de un quiste. sos sólo se detectan en esta fase. El realce de las metástasis hipervascularizadas en la fase arterial puede ser uniforme, corresponder a un borde periférico o ser heterogéneo. El realce mínimo del parénquima hepático durante la fase arterial de la administración de contraste aumenta la visibilidad de las metástasis hipervascularizadas que reciben irrigación arterial. Entre las metástasis hipervascularizadas se pueden mencionar el carcinoma de mama, los tumores carcinoides, el melanoma, el carcinoma de tiroides, el carcinoma de células renales y los sarcomas. Las metástasis hipovascularizadas pueden revelar un borde delgado con realce de contraste en la fase arterial pero se detectan mejor en la fase de la vena porta cuando el refuerzo del parénquima hepático circundante es máximo. Entre las metástasis hipovascularizadas se mencionan los carcinomas de colon, pulmón, próstata, estómago y de células transicionales. Las metástasis isovascularizadas, que son infrecuentes, no se ven en las fases arterial o de la vena porta, pero se pueden detectar con facilidad en las imágenes ponderadas en T1 o T2 sin contraste. Las metástasis procedentes de los carcinomas de colon, tiroides o endometrio pueden revelar isovascularización en las imágenes dinámicas, en particular después de la quimioterapia. El signo de eliminación periférica es específico de las neoplasias hepáticas pero bastante poco sensible y se asocia tanto con las metástasis como con el carcinoma hepatocelular (véase Fig. 1-16).250 El signo representa un borde periférico de hipointensidad relativa con respecto al centro de la lesión en la imagen tardía. Este patrón del realce de contraste se produce por el aumento de la vascularización dentro del tumor periférico viable y por la disminución de la vascularización y el aumento del intersticio dentro del tumor central, que puede presentar fibrosis o necrosis. El realce que se extiende más allá del borde de la metástasis hepática definida en las imágenes sin contraste se 34 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D E denomina refuerzo del contraste perilesional.239,330 Este refuerzo perilesional puede tener forma de circunferencia o cuña y en general es más intenso en las fases más tempranas. El refuerzo perilesional de las metástasis se atribuye a la reacción desmoplásica peritumoral, el infiltrado de células inflamatorias y la proliferación vascular.239 Las metástasis procedentes del carcinoma colorrectal revelan refuerzo perilesional con mayor frecuencia, pero este patrón también se observó en las metástasis del carcinoma de páncreas, el linfoma y el carcinoma de mama.323 El refuerzo segmentario transitorio también podría deberse a trombosis de la vena porta Figura 1-17 ■ Carcinoma testicular metastásico hemorrágico en la RM de un hombre de 21 años. A y B, en las imágenes ponderadas en T1 en fase (A) y en fase opuesta (B) se observan lesiones hiperintensas (flechas) en el segmento anterior del lóbulo hepático derecho, que no pierden la intensidad de la señal en la imagen en fase opuesta. C, en la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa se revela que las metástasis (flechas) son moderadamente hiperintensas con respecto al parénquima hepático circundante y ligeramente hiperintensas con respecto al bazo (S). D, en la imagen ponderada en T2 muy intensa (tiempo de eco = 186) se muestran bordes poco definidos, heterogeneidad interna y pérdida de la intensidad de la señal en relación con el líquido cefalorraquídeo comparado con C. Si bien la masa conserva cierta hiperintensidad con respecto al bazo (S), no se debe considerar un hemangioma. E, la imagen ponderada en T2 en fase obtenida en un nivel más alto muestra metástasis pulmonares múltiples (flechas curvas) y otras metástasis en la cúpula hepática (flecha). con aumento compensador del flujo en la arteria hepática.166 En las mujeres con metástasis hepáticas del carcinoma de mama tratadas con quimioterapia se puede desarrollar un patrón semejante a cirrosis.331,334 Los hallazgos en la RM consisten en disminución del volumen del hígado, bordes lobulares, heterogeneidad difusa y aumento del tamaño del lóbulo caudado.331,334 Las lesiones focales en el parénquima pueden no identificarse en los estudios de diagnóstico por la imagen.331,332 Este patrón se denomina “seudocirrosis”, pero los pacientes pueden desarrollar signos de hipertensión portal y encefalopatía.331 En algunas mujeres, la corre- Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado lación histológica revela un adenocarcinoma infiltrativo difuso, desmoplásico, poco diferenciado, con distorsión de la estructura del hígado similar a la observada en la cirrosis.331 En otros casos, el examen anatomopatológico revela tumor residual e hiperplasia nodular regenerativa sin evidencia de cirrosis.334 El desarrollo de este patrón semejante a la cirrosis se atribuye a los efectos hepatotóxicos de la quimioterapia sistémica.331-334 Otros factores que contribuyen a esta lesión son el compromiso hepático metastásico331 o la fibrosis tumoral relacionada con el tratamiento. ESTEATOSIS HEPÁTICA (CUADRO 1-13) Los lípidos constituyen alrededor del 5% del peso del hígado normal.206,335 La esteatosis es la acumulación anormal de lípido dentro de los hepatocitos. La histología de la esteatosis permitió definir las formas macrovesicular y microvesicular.206,336 La esteatosis macrovesicular es la forma más frecuente y se debe a una combinación de aumento del aporte, oxigenación inadecuada y disminución de la secreción de lípidos en el hígado.206,336 La obesidad, el alcoholismo, la resistencia a la insulina y la diabetes, la caquexia, los fármacos (como los corticoides y el tamoxifeno), los trastornos metabólicos y la hepatitis C producen esteatosis macrovesicular.206,336,337 La esteatosis microvesicular secundaria a la oxidación defectuosa de los ácidos grasos libres se suele asociar con disfunción hepática grave.206,336 El hígado graso agudo del embarazo, el síndrome de Reye, los fármacos, el alcoholismo crónico, los trastornos del ciclo de la urea y las citopatías mitocondriales son algunas de las causas de la esteatosis microvesicular.206,336 La esteatosis macrovesicular se puede asociar con inflamación y fibrosis progresiva en una entidad denominada esteatohepatitis.206,336 La esteatohepatitis ocasionada por el alcoholismo es una entidad bien definida, mientras que la no alcohólica es una forma de hepatopatía crónica descrita en etapa más reciente, cuya incidencia aumenta en forma progresiva. Las formas alcohólica y no alcohólica de la esteatohepatitis presentan características histológicas similares o idénticas.206,336 Se debe llevar a cabo una biopsia para diagnosticar la esteatohepatitis, que por definición compromete el hígado en forma difusa.336 La esteatohepatitis no alcohólica posee dos formas que se clasifican de acuerdo con su etiopatogenia.335 La forma primaria se observa en entidades asociadas con resistencia a la insulina y se asocia con diabetes mellitus (tipo 2), obesidad e hiperlipidemia. La forma secundaria se asocia con algunos fármacos, procedimientos quirúrgicos digestivos y otras enfermedades. Se cree que la esteatohepatitis no alcohólica es la enfermedad grasa no alcohólica del hígado más grave. Desde el punto de vista clínico, algunos pacientes con esteatosis hepática no experimentan síntomas, mientras que otros pueden manifestar dolor en el cuadrante superior derecho, cansancio y malestar general.335 La hepatomegalia es un hallazgo frecuente y pueden aumentar los valores de las pruebas de funcionamiento hepático, en especial las aminotransferasas.335 La esteatohepatitis, sea alcohólica o no alcohólica, puede progresar hacia la cirrosis. Se considera que la forma no alcohólica es una 35 Cuadro 1-13 Esteatosis hepática Clínica El paciente puede estar asintomático o experimentar dolor en el cuadrante superior derecho, cansancio y malestar general Hepatomegalia y valores anormales de las pruebas de funcionamiento del hígado Anatomía patológica Acumulación anormal de lípidos dentro de los hepatocitos La forma macrovesicular se asocia con obesidad, alcoholismo, resistencia a la insulina o diabetes, caquexia, fármacos (como esteroides), trastornos metabólicos y hepatitis C La forma microvesicular se puede desarrollar en pacientes con disfunción hepática grave, tal como el hígado graso agudo del embarazo, síndrome de Reye, los fármacos, el alcoholismo crónico, trastornos del ciclo de la urea y citopatías mitocondriales La esteatohepatitis, la inflamación progresiva y la fibrosis se pueden asociar con etiologías alcohólicas y no alcohólicas y pueden progresar a cirrosis Resonancia magnética RM con cambio químico: pérdida de intensidad de la señal del hígado en las imágenes con GRE en fase opuesta cuando se comparan con las imágenes con GRE en fase correspondiente, con el bazo como referencia interna La esteatosis puede ser difusa, focal o multifocal Las ubicaciones características de la esteatosis focal y la ausencia focal de grasa corresponden al borde anteromedial del segmento medial, la región perivesicular y la región subescapular La esteatosis focal se debe a la disminución del transporte de sustancias desconocidas desde la vena porta, al aumento focal de la concentración de insulina o a la isquemia relativa secundaria a la reducción del flujo sanguíneo en la vena porta En la ausencia focal de grasa secundaria a aberraciones en el drenaje venoso o la irrigación arterial se observa una reducción del transporte de lípidos en la sangre de la vena porta causa frecuente de la entidad que antes se denominaba cirrosis “criptógena”.338 En las imágenes con cambio químico se pueden detectar y describir los lípidos microscópicos intracelulares presentes en la esteatosis hepática y dentro de algunas neoplasias hepatocelulares, como el carcinoma hepatocelular bien diferenciado o el adenoma hepático.339-342 La comparación visual de las imágenes en fase y en fase opuesta, con el bazo 36 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D E Figura 1-18 ■ RM con cambio químico y supresión de la grasa de metástasis hepáticas cargadas de lípidos originadas en un teratoma de ovario metastásico . A, la imagen ponderada en T1 en fase revela varias masas hepáticas que contienen focos (*) isointensos con respecto a la grasa subcutánea (F). Los componentes quísticos son hipointensos. Otras porciones de la masa revelan una intensidad de la señal intermedia (flechas). B, en la imagen ponderada en T1 en fase opuesta se observa un artefacto sobreelevado (flechas dobles) en el límite entre los componentes adiposos con aumento de la intensidad de la señal (*) y el hígado adyacente. Los focos intratumorales que contienen protones tanto de los lípidos como del agua pierden la intensidad de la señal en la imagen en fase opuesta (flechas). Se observa una pérdida similar de la intensidad de la señal dentro de la médula ósea del cuerpo vertebral (M). En el capítulo 3 se describirá el modo de empleo de la técnica con cambio químico para diferenciar los adenomas suprarrenales con contenido lipídico de las metástasis. C, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela la pérdida de la intensidad de la señal en las regiones que contienen grasa (*). Las porciones quísticas del tumor son hiperintensas. D y E, la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa (D) muestra la pérdida de la intensidad de la señal en la grasa intratumoral (*), mientras que la imagen ponderada en T1 con supresión de agua (E) revela un aumento de la intensidad de la señal asociado con la grasa intratumoral (*) y la grasa subcutánea (F). Los vóxeles intratumorales que contienen protones de los lípidos y el agua revelan hiperintensidad mínima (flechas) en la imagen con supresión de agua. Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado como referencia interna, suele ser suficiente para detectar la esteatosis hepática. La pérdida de la intensidad de la señal en las imágenes en fase opuesta refleja la presencia de lípidos. Una advertencia que se debe tener en cuenta es que el tiempo de eco empleado para las imágenes en fase opuesta debe ser menor que el empleado para las imágenes en fase con el fin de reducir al mínimo los efectos en T2*.343,344 Cuando hay una sobrecarga de hierro debido a hemocromatosis genética o secundaria, la pérdida de la intensidad de la señal ocasionada por un artefacto de susceptibilidad puede impedir la detección de la esteatosis.342 Para buscar esteatosis en un hígado con depósito de hierro se puede realizar espectroscopia con RM.342 En la RM la esteatosis hepática puede ser difusa, focal o multifocal (Fig. 1-20; véanse Figs. 1-11, 3-4, 3-6, 3-12 y 3-13). Se describieron áreas cuneiformes, geográficas y nodulares en la esteatosis focal.344 Las imágenes de la esteatosis nodular se pueden asemejar a las de la enfermedad metastásica.345,346 La esteatosis focal o la ausencia focal de grasa tienden a desarrollarse en sitios específicos del hígado, como el borde anteromedial del segmento medial, alrededor de la vesícula biliar y dentro de las porciones subcapsulares del hígado.342,344 El drenaje anómalo de la vena gástrica hacia el segmento medial posterior que se encuentra delante del hilio hepático, la anomalía de la arteria torácica interna que irriga el área que rodea al ligamento falciforme y el drenaje de las venas vesiculares hacia el hígado circundante determinan una disminución del flujo sanguíneo en la vena porta. La ausencia focal de grasa se puede deber a la reducción del transporte de lípidos secundaria a la disminución del flujo en la vena porta (véase Fig. 1-20).347-349 En ocasiones, estas mismas áreas revelan esteatosis focal.350 La ausencia focal de grasa también se puede asociar con la presencia de cortocicuitos arterioportales, oclusión de la vena porta y compresión del parénquima hepático por lesiones metastásicas.351-354 En función de su localización, las metástasis u otras masas pueden determinar la ausencia de grasa periférica, segmentaria o lobular en un hígado con esteatosis.352 El aumento de la concentración local de insulina puede ocasionar esteatosis focal. La RM ha detectado esteatosis focal alrededor de metástasis de un insulinoma, dentro del hígado de pacientes que recibieron trasplantes de células de los islotes inyectados en la vena porta, y dentro de la porción subcapsular del hígado en pacientes diabéticos con insuficiencia renal que reciben insulina junto con el líquido de diálisis intraperitoneal.355-357 ENFERMEDAD POR DEPÓSITO DE HIERRO Hay dos formas principales de enfermedad por depósito de hierro: parenquimatosa y reticuloendotelial.358-360 La sobrecarga de hierro parenquimatosa secundaria a un aumento de la absorción de hierro en el tubo digestivo se observa en la hemocromatosis genética y la hemocromatosis eritrógena. La sobrecarga de hierro en el sistema reticuloendotelial se debe a la administración de muchas transfusiones de sangre. La concentración excesiva de hierro en el parénquima es causa de lesión celular oxidativa y puede conducir al desarrollo de carcinoma.361-363 La 37 A B Figura 1-19 ■ RM de un adenocarcinoma mucinoso metastásico del colon ubicado en el hígado. El adenocarcinoma con abundante mucina puede simular quistes no sólidos y hemangiomas en la imagen ponderada en T2. A y B, en la imagen en T2 (A) y la imagen ponderada en T2 muy intensa (tiempo de eco = 189 milisegundos) se observan varias lesiones hepáticas hiperintensas heterogéneas (flechas) con aumento de la intensidad de la señal persistente en (B). También se detectan múltiples metástasis pulmonares con aumento de la intensidad de la señal (flechas curvas). concentración excesiva de hierro limitada al sistema reticuloendotelial es benigna. La hemocromatosis genética, que es la causa más frecuente de enfermedad hereditaria en los descendientes de individuos procedentes de Europa septentrional, es un trastorno autosómico recesivo que se caracteriza por una mutación en el cromosoma 6 (Cuadro 1-14).364 Esta mutación genética puede producir una alteración en la capacidad de detección de las concentraciones séricas de hierro de las células de las criptas duodenales, lo que ocasiona un aumento de la absorción de hierro en el tubo digestivo. La alteración del almacenamiento de hierro dentro del sistema reticuloendotelial y el aumento de su depósito en las células parenquimatosas son otras causas de hemocromatosis genética.365,366 Las concentraciones séricas de ferritina y la saturación de transferrina son pruebas útiles de detección sistemática, pero se pueden producir resultados falsos positivos en pacientes con alcoholismo e infección y resultados falsos negativos en 38 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis Cuadro 1-14 Hemocromatosis genética Clínica Autosómica recesiva Los signos y los síntomas suelen aparecer en la quinta o la sexta décadas (en las mujeres que menstrúan, en un momento más avanzado en comparación con los hombres) y consisten en letargo, artralgia, pérdida de la libido, intolerancia a la glucosa, dolor abdominal e insuficiencia cardíaca Si no se trata la enfermedad puede progresar a cirrosis e insuficiencia hepática Anatomía patológica El aumento de la absorción de hierro en el tubo digestivo produce sobrecarga parenquimatosa El exceso de hierro no se acumula en el sistema reticuloendotelial (que abarca el bazo y las células hepáticas de Kupffer) El exceso de hierro en los hepatocitos produce una lesión oxidativa de las células y, si no se trata, ocasiona cirrosis, carcinoma hepatocelular o ambos Resonancia magnética El efecto de susceptibilidad del hierro produce disminución de la intensidad de la señal en el hígado en las imágenes ponderadas en T2 y T2* Nódulos hepáticos carentes de hierro compatibles con carcinoma hepatocelular Se puede detectar un efecto de acortamiento en T2 producido por el hierro en el páncreas y el miocardio El bazo y la médula ósea no sufren la sobrecarga de hierro sujetos jóvenes con hemocromatosis genética y sobrecarga de hierro desde edades tempranas.360 Las manifestaciones clínicas de la hemocromatosis genética pueden abarcar cirrosis, diabetes mellitus, miocardiopatía, endocrinopatías, artropatía y cambios de coloración de la piel. Para confirmar la enfermedad en las personas con probable hemocromatosis genética y para su detección sistemática en la población de alto riesgo, como los hermanos de enfermos, se puede llevar a cabo una evaluación genética.360 Además, este análisis podría evitar la biopsia hepática en los pacientes con hemocromatosis genética con elevación mínima de la concentración de los marcadores séricos y sin evidencia clínica de enfermedad hepática y en los que padecen cirrosis avanzada.367 La biopsia hepática permite calcular la magnitud de la sobrecarga de hierro y detectar la cirrosis o las hepatopatías asociadas.367 La detección temprana permite realizar tratamientos con flebotomía antes de la lesión irreversible del órgano. Muchos centros prohíben que los pacientes con hemocromatosis donen su sangre. El fundamento de esta prohibición es que donan su sangre por conveniencia financiera, dado que deben pagar para someterse a flebotomías terapéuticas, mientras que la donación de sangre es gratuita. Se calcula que entre 200 000 y 3 millones de unidades de sangre de pacientes con hemocromatosis sometidos a flebotomías se descartan todos los años en los Estados Unidos.368 Se puede medir la magnitud de la sobrecarga de hierro a través de la RM, pero es necesario relacionar estas imágenes con las biopsias hepáticas y prestar particular aten- ción a los factores técnicos relacionados con la RM.360,369 La RM es útil para la detección no invasiva de la sobre- Cuadro 1-15 Sobrecarga de hierro transfusional Clínica Se debe a múltiples transfusiones de eritrocitos Anatomía patológica El hierro se deposita en las células reticuloendoteliales del hígado, el bazo y la médula ósea El hierro en las células reticuloendoteliales se considera benigno Una vez que se supera la capacidad de almacenamiento del sistema reticuloendotelial (40 unidades de sangre), el exceso de hierro se deposita en las células parenquimatosas, lo que produce hemocromatosis secundaria Resonancia magnética El hierro en el hígado, el bazo y la médula ósea revelan reducción de la intensidad de la señal en T2 y T2* La intensidad de la señal del páncreas y el miocardio es normal excepto en los pacientes con anemia crónica grave Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D 39 Figura 1-20 ■ Esteatosis hepática con conservación focal de la grasa en el segmento medial del lóbulo izquierdo y alrededor de la vesícula biliar en un hombre asintomático con hipercolesterolemia. A y B, las dos imágenes ponderadas en T1 en fase muestran un aumento significativo de la intensidad de la señal en el hígado y una intensidad de la señal baja normal en el bazo. Se detectan áreas sutiles hipointensas en relación con el hígado circundante dentro del segmento medial del lóbulo izquierdo (flecha) y adyacente a la pared de la vesícula (flecha curva). A diferencia de la enfermedad metastásica (véase Fig. 1-11), estas “lesiones” son hiperintensas con respecto al bazo (S) y representan tejido hepatocelular normal. C y D, en las imágenes en fase opuesta correspondientes se muestra la pérdida significativa de la intensidad de la señal dentro del hígado que establece el diagnóstico de esteatosis. Las áreas sin esteatosis (flecha curva) son hiperintensas con respecto al hígado y permanecen hiperintensas con respecto al bazo. La médula ósea lumbar (BM) normal contiene protones de grasa y agua y, por ende, pierde la intensidad de la señal en las imágenes en fase opuesta. carga de hierro en los pacientes con hemocromatosis genética y puede definir la distribución en los distintos órganos y las posibles complicaciones (Figs. 1-21 y 1-22).370 La RM también se puede emplear para detectar los efectos de la flebotomía terapeútica. En la hemocromatosis genética se observa sobrecarga de hierro en el hígado, el páncreas, el miocardio371, la hipófisis372, las glándulas suprarrenales y el sistema musculoesquelético. La susceptibilidad magnética del hierro ocasiona disminución de la intensidad de la señal, en particular en las imágenes ponderadas en T2 y T2*. Las secuencias con GRE ponderadas en T2*, que carecen de pulsos de refase, representan la secuencia más sensible para la detección del depósito leve de hierro. El tiempo de eco debe alcanzar por lo menos 7 milisegundos y, si es posible, superar los 15 milisegundos para aumentar al máximo los efectos de la susceptibilidad y la pérdida de la intensidad de la señal. Una inclinación angular menor de 30º reduce al mí- nimo los efectos en T1. Cuando la intensidad de la señal del hígado es menor que la del músculo esquelético (donde no se acumula hierro en la hemocromatosis genética) se considera la presencia de sobrecarga de hierro. En la RM también se detectan las complicaciones potenciales de la cirrosis y el carcinoma hepatocelular. Como las células tumorales típicas no acumulan hierro, los nódulos hepáticos carentes de hierro en los pacientes con hemocromatosis genética sugieren la presencia de un carcinoma hepatocelular.360,373 Los pacientes con trastornos de eritropoyesis inefectiva, como talasemia mayor, anemia sideroblástica y anemia megaloblástica, pueden originar hemocromatosis secundaria porque el aumento de la demanda de hierro en la médula ósea estimula su absorción en el tubo digestivo.360,374,375 La distribución del hierro es similar a la de los pacientes con hemocromatosis genética.374,376 El bazo puede ser normal, incluso en los pacientes dependientes 40 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis de transfusiones, posiblemente por una alteración del funcionamiento de las células reticuloendoteliales. En la hemocromatosis eritrógena se puede depositar hierro en la médula ósea, pero esto no se observa en la hemocromatosis genética.374 Otra causa frecuente de aumento del depósito de hierro es la administración de muchas transfusiones de sangre (Cuadro 1-15). El exceso de hierro procedente de los eritrocitos transfundidos se acumula en las células reticuloendoteliales del hígado, el bazo y la médula ósea (Fig. 1-23; véanse Figs. 5-3 y 5-4). Cuando se satura la capacidad de almacenamiento del sistema reticuloendotelial (40 unidades de sangre), la concentración excesiva de hierro se deposita en las células parenquimatosas, lo que ocasiona hemocromatosis secundaria.360 Los pacientes con anemia dependiente de transfusiones pueden recibir tratamientos para quelar el hierro con el fin de evitar o tratar la sobrecarga parenquimatosa. Se comprobó que tanto las secuencias de la RM con GRE como la espectroscopia con RM son métodos precisos para medir las concentraciones hepáticas de hierro en los pacientes con enfermedad por depósito de hierro transfusional y se pueden emplear para monitorizar el tratamiento.377 Los pacientes con cirrosis no relacionada con hemocromatosis genética pueden desarrollar depósitos hepáticos difusos de hierro.360,378 La razón de esta sobrecarga de hierro se desconoce, pero podría ser por anemia, insuficiencia pancreática o disminución de la síntesis de transferrina. La sobrecarga de hierro en el páncreas no se observa habitualmente en la cirrosis producida por causas diferentes de la hemocromatosis genética. ENFERMEDADES VASCULARES DEL HÍGADO Síndrome de Budd-Chiari (cuadro 1-16) El síndrome de Budd-Chiari es una enfermedad hepática congestiva ocasionada por la obstrucción del flujo venoso del hígado, que se puede producir a la altura de las venas hepáticas o la vena cava inferior. Se considera que la enfermedad hepática venooclusiva ocasionada por la obliteración de las vénulas postsinusoidales es una entidad bien definida. Las causas de la trombosis venosa hepática y el síndrome de Budd-Chiari se pueden clasificar en estados de hipercoagulabilidad, estasis o tumores, lesiones vasculares y asociaciones con mecanismos inciertos.379 Los estados de hipercoagulabilidad abarcan trastornos hematológicos y mieloproliferativos, estado gestacional y posparto y anticonceptivos orales.380 A modo de ejemplo de estasis o masas tumorales se pueden mencionar la obstrucción membranosa de la vena cava inferior y la invasión o la compresión vascular por neoplasias como el carcinoma hepatocelular, el renal o el suprarrenal y la enfermedad metastásica. Las lesiones vasculares pueden originarse en traumatismos, cateterismo y vasculitis. La tríada clínica aguda clásica del síndrome de Budd-Chiari consiste en dolor en el cuadrante superior derecho, hepatomegalia y ascitis. Las presentaciones subagudas y crónicas suelen manifestarse como insuficiencia hepática. Desde el punto de vista histológico, la trombosis aguda de la vena hepática produce congestión de los sinusoi- des.379 En las venas hepáticas y portales pequeñas se pueden hallar trombos agudos o en vías de organización. Cuando el cuadro avanza, los sinusoides acumulan colágeno y se dilatan, a lo que se suma atrofia y necrosis hepatocelular. Las pequeñas venas hepáticas obliteradas adquieren tabiques que las conectan con las venas hepáticas más grandes y en la cirrosis venocéntrica se observa conservación relativa de las tríadas portales. Sin embargo, la trombosis secundaria de la vena porta es frecuente en el síndrome de Budd-Chiari y puede ocasionar un patrón venoportal combinado de cirrosis. Una, dos o las tres venas hepáticas principales se pueden trombosar.381 El drenaje venoso separado del lóbulo caudado en la vena cava inferior es responsable de su hipertrofia compensadora en el síndrome de Budd-Chiari. El aspecto del síndrome de Budd-Chiari en la RM varía de acuerdo con el estadio agudo, subagudo o crónico de la enfermedad.382 En el estadio agudo se suele detectar trombosis de la vena hepática. En la periferia del hígado se observa reducción de la intensidad de la señal en T1 y aumento en T2 en relación con la intensidad de la señal normal del lóbulo caudado. En la periferia del hígado se observa reducción heterogénea del realce durante las fases temprana y tardía de las imágenes ponderadas en T1 con contraste y esta reacción se debe a disminución del flujo aferente, secundaria al aumento de la presión tisular. En el lóbulo caudado se detecta aumento persistente del realce desde la fase temprana y su tamaño es normal o está aumentado en forma moderada. La congestión y el edema del hígado son responsables de las diferencias en la intensidad de la señal en la periferia de este órgano. Los hallazgos en la RM sin contraste en el síndrome de Budd-Chiari subagudo y agudo son semejantes.382 Las imágenes ponderadas en T1 con contraste son diferentes y la periferia del hígado revela un realce heterogéneo mayor que el refuerzo homogéneo del lóbulo caudado. Este realce heterogéneo periférico se torna más homogéneo en la fase tardía. Es habitual la identificación de la trombosis de la vena porta (Fig. 1-24) y se pueden hallar vasos colaterales intrahepáticos venovenosos. El lóbulo caudado revela un aumento moderado del tamaño. En el síndrome de Budd-Chiari crónico se observan diferencias mínimas en la intensidad de la señal entre las regiones hepáticas periférica y central en las imágenes ponderadas en T1 y T2 y las imágenes ponderadas en T1 con contraste.382 En general no se detecta trombosis de la vena hepática. En el síndrome de Budd-Chiari crónico se observan extensas colaterales intrahepáticas y venosas capsulares interconectadas. El lóbulo caudado revela hipertrofia entre moderada y significativa. Tanto en el síndrome de Budd-Chiari subagudo como en el crónico se pueden detectar ascitis y colaterales venosas extrahepáticas.383 El síndrome de Budd-Chiari secundario a la presencia de obstrucciones membranosas de la vena cava inferior se observa con mayor frecuencia en Sudáfrica, Japón y Corea.384 Las membranas intracavas son el resultado de una trombosis adquirida previa.385,386 En la RM se puede observar una membrana de tejido blando curvilínea o la vena cava inferior intrahepática con la luz obliterada. No obstante, la obstrucción membranosa puede representar Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado 41 Cuadro 1-16 Síndrome de Budd-Chiari Clínica Hepatopatía congestiva secundaria a la obstrucción del flujo en la vena hepática Tríada clásica del síndrome de Budd-Chiari agudo: dolor en el cuadrante superior derecho, hepatomegalia y ascitis Las presentaciones subaguda y crónica se manifiestan como insuficiencia hepática Anatomía patológica Las causas de la trombosis de la vena hepática son los estados de hipercoagulabilidad, la estasis o las masas, las lesiones vasculares y los mecanismos idiopáticos La trombosis venosa aguda produce congestión sinusoidal que progresa a atrofia hepatocelular y, por último, la necrosis produce cirrosis venocéntrica La trombosis secundaria de la vena porta es frecuente y puede ocasionar cirrosis venoportal combinada El drenaje venoso separado del lóbulo caudado en la vena cava inferior es responsable de su frecuente conservación e hipertrofia compensadora Resonancia magnética Estadio agudo Trombosis de la vena hepática Disminución de la intensidad de la señal en T1 y aumento en T2 en la periferia del hígado en relación con el lóbulo caudado Disminución heterogénea del contraste con gadolinio en la periferia del hígado durante las fases temprana y tardía El lóbulo caudado presenta un tamaño normal o aumentado en forma moderada y revela un incremento temprano y persistente del contraste Fase subaguda Hallazgos sin contraste similares a los de la fase aguda Las imágenes con contraste con gadolinio son diferentes, dado que la periferia del hígado revela un realce heterogéneo mayor que el realce homogéneo del lóbulo caudado. El realce tardío del contraste en la periferia del hígado se debe a la fibrosis temprana o a la obstrucción del flujo venoso Se pueden observar vasos colaterales venovenosos intrahepáticos Hipertrofia moderada del lóbulo caudado Fase crónica Diferencias mínimas en la intensidad de la señal entre las regiones periférica y central del hígado en las imágenes ponderadas en T1, T2 y con contraste No se suele identificar trombosis de la vena hepática Vasos venosos colaterales intrahepáticos y capsulares interconectados Hipertrofia entre moderada y acentuada del lóbulo caudado Se pueden hallar ascitis y vasos venosos colaterales extrahepáticos tanto en el estadio subagudo como el crónico una extensión del proceso venoso intrahepático en lugar de una lesión primaria congénita o del desarrollo en la vena cava.379,387 Otra causa de este síndrome es la compresión de la vena cava inferior secundaria a una elevación del hemidiafragma derecho.388 Las masas hepáticas focales asociadas con el síndrome de Budd-Chiari son el carcinoma hepatocelular y los nódulos regenerativos. A través de la invasión de las venas hepáticas, la vena cava inferior o ambas, el carcinoma hepatocelular puede ocasionar un síndrome de Budd-Chiari, a menudo con presentación aguda o grave.387 Además, el carcinoma hepatocelular se puede desarrollar a partir de la cirrosis asociada con un síndrome de Budd-Chiari terminal, aunque también pueden contribuir otros factores, como una hepatitis crónica concomitante.389-391 En el síndrome de Budd-Chiari y otras enfermedades como las enfermedades mieloproliferativas y linfoproliferativas, en los trastornos autoinmunitarios como el lupus, el síndrome de anticuerpos anifosfolipídicos y la esclerodermia, y en pacientes que reciben corticoides o an- 42 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D Figura 1-21 ■ Sobrecarga de hierro en el hígado observada en la RM de un hombre de 34 años con hemocromatosis genética. A y B, en las imágenes ponderadas en T1 en fase (A) (tiempo de eco = 4,2 milisegundos) y en fase opuesta (B) (tiempo de eco = 2,5) se observa el parénquima hepático isointenso con respecto a los músculos paraespinales (M) en B, que pierde la intensidad de la señal en A. El tiempo de eco más prolongado de la imagen en fase (A) permite observar mejor el efecto de susceptibilidad en T2* de la sobrecarga hepática de hierro. La médula ósea lumbar (BM) normal revela una pérdida de la intensidad de la señal en la imagen en fase opuesta porque contiene protones de grasa y agua. C, la imagen ponderada en T2 muestra el parénquima hepático isointenso con respecto a los músculos paraespinales. Las imágenes rápidas con eco de espín no son tan sensibles a los efectos de susceptibilidad del hierro como las imágenes con GRE en fase “ponderadas en T1” o las imágenes con GRE y tiempos de eco más prolongados (véase D). D, en la imagen con GRE ponderada en T2* (tiempo de repetición = 100, tiempo de eco = 20, inclinación angular = 20º) se observa un hígado (L) muy hipointenso. El páncreas (P) no pierde la intensidad de la señal, lo que indica el depósito de hierro en el parénquima. El bazo (S) no está comprometido por el depósito de hierro parenquimatoso de la hemocromatosis genética. La disminución de la intensidad de la señal dentro de la médula ósea no es secundaria al depósito de hierro, sino que los efectos de susceptibilidad de las trabéculas óseas son responsables de los efectos en T2*. tineoplásicos, se pueden desarrollar nódulos regenerativos grandes que comprometen el flujo sanguíneo del hígado.392 Resulta más apropiado referirse a estos nódulos como nódulos regenerativos grandes o multiacinares que incorporarlos en una hiperplasia regenerativa nodular, dado que esta última entidad se define por la ausencia de fibrosis en el parénquima hepático interpuesto.393,394 Se cree que la formación de los nódulos regenerativos y otras lesiones hepatocelulares nodulares benignas se debe a la perfusión hepática anormal con atrofia y formación compensadora de nódulos que comprometen el parénquima que recibía una perfusión adecuada.379,392,395 En la anatomía patológica, los nódulos revelan hepatocitos hiperplásicos en placas compuestas por una o dos células de espesor.392 El crecimiento es expansivo y comprime la vena central. En la RM los nódulos regenerativos presentan tamaño variable, desde unos pocos milímetros hasta 4 cm, aunque se pueden detectar lesiones más grandes.391,393,396 En el síndrome de Budd-Chiari los nódulos son hiperintensos con respecto al hígado circundante en las imágenes ponderadas en T1.391,393,396 La hiperintensidad en estas imágenes se puede explicar por la presencia de cobre393,397 o la disminución relativa de la intensidad de la señal en el parénquima hepático congestivo que rodea la lesión396 (véase Fig. 1-24). La intensidad de la señal en T2 es más variable y se comunicaron lesiones hipointensas, isointensas e hiperintensas, aunque en su mayoría son isointensas.391,393,396 El infarto de algunos nódulos regenerativos puede contribuir a su hiperintensidad.393 En las imágenes dinámicas ponderadas en T1 con contraste, los nódulos regenerativos suelen revelar hipervascularización en la fase arterial, lo que refleja la irrigación del hígado.391-393,396 En la fase de la vena porta, los nódulos Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D 43 Figura 1-22 ■ Demostración por RM de la sobrecarga de hierro en el hígado, el páncreas y el miocardio en un hombre con hemocromatosis avanzada complicada con cirrosis e hipertensión portal. A y B, en la imagen en fase (A) (tiempo de eco = 4,2) y en fase opuesta (B) (tiempo de eco = 2,1), la imagen ponderada en T1 revela un hígado cirrótico nodular (L) con disminución de la intensidad de la señal en relación con los músculos paraespinales (M). El páncreas (flecha P) presenta una intensidad de la señal baja anormal debido al depósito parenquimatoso de hierro. El bazo revela varios cuerpos de Gamna-Gandy hipointensos (flechas curvas). Los efectos de susceptibilidad en T2* son más pronunciados en las imágenes en fase con tiempo de eco más prolongado. C, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa muestra que el hígado es hipointenso con respecto a los músculos paraespinales. También se detectan ascitis (A) y esplenomegalia (S). D, imagen con GRE y sincronización electrocardiográfica (tiempo de eco = 20 milisegundos) que muestra la disminución de la intensidad de la señal en el miocardio (flechas) y refleja el depósito de hierro. regenerativos conservan una hiperintensidad leve.392 En las fases arteriales se puede detectar un borde hipointenso perinodular, que refleja la dilatación y la congestión significativa de los sinusoides.392 Es probable que un nódulo regenerativo solitario sea difícil de diferenciar de un carcinoma hepatocelular en el síndrome de Budd-Chiari crónico sólo a través de las imágenes de la RM, pero se considera que la presencia de más de 10 nódulos con un diámetro menor de 4 cm sugiere el diagnóstico de nódulos regenerativos benignos.391 Enfermedad hepática venooclusiva o síndrome de obstrucción sinusoidal La enfermedad hepática venooclusiva es una hepatopatía congestiva que se debe a la obliteración de las vénulas hepáticas con diámetro menor de 1 mm.379 Las ve- nas hepáticas principales y la vena cava inferior son permeables. La localización primaria de la lesión es la célula endotelial del sinusoide y no la vénula hepática, por lo que en realidad esta enfermedad se debe denominar de manera más apropiada como “síndrome de obstrucción sinusoidal”.398 Las causas de la enfermedad hepática venooclusiva son los quimioterápicos y la radioterapia, en particular como parte del régimen mieloablativo para el trasplante de células madre hematopoyéticas. Otra etiología es el consumo de alcaloides de pirrolizidina en té de hierbas o cereales contaminados. La presentación clínica consiste en hepatomegalia y dolor en el cuadrante superior derecho; la ictericia se desarrolla típicamente dentro de los 30 días posteriores al trasplante de células madre.399 La mayoría de los pacientes se recupera con el tratamiento conservador. No se comprobó que los anticoagulantes o los procedimientos de derivación intrahepáti- 44 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis Cuadro 1-17 Trombosis de la vena porta Clínica Se puede manifestar con dolor abdominal y hemorragia digestiva Puede producir o exacerbar la hipertensión portal Anatomía patológica Causas: estasis, masas, estados de hipercoagulabilidad y lesiones vasculares El trombo puede ser benigno o maligno Resonancia magnética Pérdida del vacío de señal de flujo normal en las imágenes sin contraste Imágenes con GRE sensibles al flujo: trombo con disminución intraluminal de la intensidad de la señal comparado con flujo con aumento de la intensidad de la señal dentro de los vasos permeables Imágenes dinámicas con contraste: confirman la trombosis y distinguen entre el trombo benigno y el maligno Diferencia transitoria en la intensidad de la señal en el hígado: en la fase arterial se detecta un área cuneiforme con aumento del realce en el parénquima y trombosis segmentaria de la vena porta secundaria al incremento compensador del flujo arterial; se torna isointensa en las fases de la vena porta y tardía de las imágenes Transformación cavernosa: desarrollo de vasos venosos colaterales dentro o alrededor de una vena porta trombosada ca portosistémica sean eficaces para el tratamiento de esta enfermedad.386 Los hallazgos en la RM abarcan hepatomegalia y venas hepáticas atenuadas pero permeables.400,401 Es probable que otras características inespecíficas, como el engrosamiento de la pared vesical y la hiperintensidad en la imagen ponderada en T2, el manguito periportal, la ascitis y el derrame pleural se relacionen con aumento de la resistencia al flujo linfático y venoso. Congestión hepática pasiva La congestión hepática pasiva se asocia con insuficiencia cardíaca derecha o pericarditis constrictiva.386 En estas condiciones, el aumento de las presiones en la aurícula derecha se transmite hacia las venas hepáticas.402 En la anatomía patológica se observa dilatación de los sinusoides hepáticos, atrofia de los hepatocitos perivenulares y fibrosis pericelular focal mínima.379 En la TC o la RM con contraste se puede detectar un patrón de contraste heterogéneo o en mosaico.402 A diferencia del síndrome de Budd-Chiari, las venas hepáticas y la vena cava inferior son permeables y pueden estar distendidas. Además, se puede detectar reflujo del medio de contraste hacia el sistema venoso hepático durante la fase arterial. Otros hallazgos consisten en edema periportal, ascitis, derrame pleural y cardiomegalia. Trombosis de la vena porta (cuadro 1-17) Las causas de la trombosis de la vena porta son estasis y masas tumorales, estados de hipercoagulabilidad y lesiones vasculares.379 Las entidades que producen estasis del flujo venoso portal con mayor frecuencia son la cirrosis hepática y la hipertensión portal. Las masas intrahepáticas, como el carcinoma hepatocelular, las metástasis y el colangiocarcinoma, pueden invadir y comprimir las venas portas y ocasionar trombosis. Las linfadenopatías en el hilio hepático o el compromiso vascular por un carcinoma de páncreas también pueden producir trombosis de la vena porta. Las infecciones abdominales, como la diverticulitis o la apendicitis, se pueden complicar con tromboflebitis mesentérica y pileflebitis. Las causas inflamatorias no infecciosas de la trombosis de la vena porta son pancreatitis, pérdida de bilis y traumatismos accidentales o quirúrgicos. Las manifestaciones clínicas habituales de esta entidad son dolor abdominal y hemorragia digestiva.403 La trombosis de la vena porta puede producir o exacerbar la hipertensión portal. Las imágenes de RM con eco de espín revelan a la trombosis de la vena porta como una intensidad de la señal intraluminal anormal con pérdida del vacío de señal de flujo normal.14,404 Las imágenes con GRE sensibles al flujo permiten observar el trombo como una reducción intraluminal de la intensidad de la señal y los vasos permeables como un aumento de la intensidad de la señal.404,405 Los trombos con menos de 5 semanas de evolución aparecen hiperintensos con respecto al parénquima hepático en las imágenes ponderadas en T1 y T2, mientras que los trombos que perduran entre 2 y 18 meses sólo aparecen hiperintensos en las imágenes ponderadas en T2.405 Entre los factores de confusión posibles en las imágenes ponderadas en T1 y T2 sin contraste se mencionan el flujo lento o el turbulento.14,406 La RM con contraste con gadolinio es una técnica muy sensible para la detección de la trombosis de la vena porta y la distinción entre las etiologías benignas y malignas.14 El trombo benigno en la vena porta adopta el aspecto de un defecto de llenado que no se realza con el contraste. Además se puede observar expansión de la vena porta, refuerzo de la pared de la vena porta y colaterales periportales. La neovascularización de un trombo maligno en la vena porta produce refuerzo del contraste en las imágenes dinámicas ponderadas en T1 con contraste. Además se puede detectar aumento del diámetro mayor de la vena porta superior a 24 mm y refuerzo de los vasos dentro del trombo y la región periportal circundante. En la trombosis segmentaria de la vena porta se pueden detectar áreas cuneiformes con aumento transitorio del realce en el parénquima hepático en las imágenes durante la fase de la arteria hepática.166 Estas diferencias transitorias en la intensidad de la señal hepática producidas por el aumento compensador del flujo en esta arteria determinan que la lesión sea isointensa con respecto al pa- Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D 45 Figura 1-23 ■ Características hepáticas del depósito de hierro en el sistema reticuloendotelial esplénico y hepático debido a transfusiones previas, en una mujer de 51 años con leucemia mieloide aguda. A y B, en las imágenes ponderadas en T1 en fase (A) (tiempo de eco = 4,2) y en fase opuesta (B) (tiempo de eco = 2,1) se observa una disminución de la intensidad de la señal en el hígado (L), el bazo (S) y la médula ósea (BM) en comparación con el músculo paraespinal (M). La imagen en fase es más sensible a los efectos de susceptibilidad del hierro debido al tiempo de eco más porolongado. El páncreas (P) posee intensidad de señal normal. C, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa muestra una disminución de la intensidad de la señal en el hígado y el bazo en relación con el músculo. D, en la imagen con GRE ponderada en T2* (tiempo de repetición = 100, tiempo de eco = 20, inclinación angular = 20º) se observa el hígado, el bazo y la médula ósea muy hipointensos. El páncreas no revela pérdida de la intensidad de la señal, lo que refleja la ausencia de depósito de hierro en el parénquima. rénquima hepático circundante, tanto en las imágenes de la vena porta como en las tardías. El desarrollo de vasos colaterales venosos dentro o alrededor de una vena porta trombosada se denomina transformación cavernosa.407 Las ramas biliares (vesiculares y paracoledocianas) y gástricas (gástricas izquierda y derecha) de la vena porta son los vasos colaterales principales en la transformación cavernosa.408 Después de la trombosis de la vena porta se detectan colaterales portosistémicas y portoportales.407 Se documentaron casos de transformación cavernosa tan pronto como a los 6 días de una trombosis aguda de la vena porta (Fig. 1-25).407 COMPLICACIONES DEL TRASPLANTE DE HÍGADO El trasplante de hígado de donante vivo o cadavérico se emplea para el tratamiento de la hepatopatía parenquimato- sa terminal y los tumores hepáticos limitados pero irresecables. Las complicaciones vasculares, biliares, parenquimatosas y extrahepáticas se detectan en forma óptima en la RM con imágenes en T1, T2, colangiopancreatografía por resonancia magnética y secuencias dinámicas volumétricas ponderadas en T1 con contraste y supresión de la grasa.409-412 En el capítulo 2 se comentarán las complicaciones biliares del trasplante de hígado. El rechazo del aloinjerto hepático no se detecta en forma confiable con los estudios de diagnóstico por la imagen y requiere una biopsia para confirmar el diagnóstico.409 El trasplante de hígado ortotópico requiere cuatro anastomosis vasculares: de la vena cava inferior suprahepática e infrahepática, de la arteria hepática y de la vena porta. Cuando se conoce la anatomía vascular del donante y el receptor, la planificación de la cirugía mejora y se reducen al mínimo las complicaciones posteriores al procedimiento.413 La calcificación de la sutura en la vena cava inferior suprahepática puede detectarse como focos 46 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C con intensidad muy baja de la señal. El edema o “collar” periportal es un hallazgo inespecífico después del trasplante de hígado que probablemente se deba a la alteración del drenaje linfático después de la sección quirúrgica de los canales linfáticos.414 El edema periportal no se correlaciona con rechazo. Otros hallazgos posoperatorios normales son la presencia de una pequeña cantidad de líquido en la fisura perihepática o intersegmentaria y derrame pleural derecho transitorio.411 A menudo se observan ganglios linfáticos reactivos en el hilio hepático o la región portocava, pero si se identifica un aumento de tamaño en los ganglios linfáticos entre 4 y 12 meses después del trasplante se debe sospechar el desarrollo de enfermedad linfoproliferativa postrasplante.411 Las complicaciones vasculares consisten en trombosis y estenosis de la arteria hepática, la vena porta o la vena cava inferior. La trombosis de la arteria hepática es la complicación vascular más frecuente y se produce en el 3 al 12% de los pacientes adultos que reciben un trasplante de hígado.410,411,415 Algunos factores que pueden contribuir al desarrollo de trombosis aguda de la arteria hepática son el aumento del tiempo de isquemia fría en el hígado del donante, la incompatibilidad de los grupos sanguíneos ABO, el rechazo agudo grave, las variaciones anatómicas de la vascularización hepática y las diferencias de tamaño entre los vasos nativos y los del donan- Figura 1-24 ■ Características en la RM del síndrome de Budd-Chiari crónico de etiología desconocida en un hombre de 31 años. El examen anatomopatológico confirmó cirrosis venocéntrica y grandes nódulos de regeneración. Se detectaron trombos organizados y recanalizados en las venas intrahepáticas. A, la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa revela múltiples nódulos hiperintensos (flechas) en comparación con el parénquima hepático congestivo y fibroso. B, en la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa se observa que los nódulos regenerativos son hipointensos (flechas) con respecto al parénquima hepático circundante. Se detecta ascitis. C, la reconstrucción axial con proyección de intensidad mínima en la imagen ponderada en T1 con contraste revela trombosis de las venas hepáticas media e izquierda (flechas). Los múltiples nódulos no se definen con claridad debido al espesor relativamente grande del corte empleado para generar esta imagen. te.411,416 La trombosis de la arteria hepática puede ocasionar necrosis hepática fulminante, isquemia biliar y necrosis con filtración de bilis y bacteriemia o sepsis recurrente secundaria a la formación de abscesos dentro del parénquima infartado.411,415-417 En la angiografía por resonancia magnética con contraste se puede revelar la oclusión de la arteria hepática, a menudo en el sitio de la anastomosis.409-412,418 El diagnóstico falso positivo de trombosis de la arteria hepática se puede deber a la presencia de un artefacto de susceptibilidad procedente de clips quirúrgicos adyacentes o disminución del flujo.409,410 La estenosis de la arteria hepática se produce en alrededor del 10% de los pacientes y puede ocasionar trombosis.410,416 Las causas probables de esta entidad son la técnica quirúrgica, la lesión por pinzas, el traumatismo de la íntima ocasionado por los catéteres de perfusión y el rechazo. Otras complicaciones arteriales infrecuentes son seudoaneurisma y fístula arteriovenosa. Los seudoaneurismas suelen desarrollarse en las anastomosis arteriales, pero se pueden detectar seudoaneurismas intrahepáticos después de una biopsia parenquimatosa, intervenciones biliares o infecciones locales.416,419 Se puede desarrollar una fístula entre el seudoaneurisma y los conductos biliares o la vena porta. El seudoaneurisma y las fístulas pueden ser asintomáticos o pueden ocasionar una hemorra- Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado gia peligrosa para la vida del paciente. Esta entidad aparece en la imagen como un aumento focal del tamaño de la arteria hepática.416 Las complicaciones venosas son menos frecuentes. La trombosis o la estenosis de la vena porta se produce en menos del 5% de los pacientes.420 Los factores asociados con complicaciones en la vena porta son los problemas técnicos en la cirugía, la modificación de la anastomosis venosa portal terminoterminal estándar, la esplenectomía intraoperatoria, la formación de trombos alrededor del catéter de derivación de la vena porta y los estados de hipercoagulabilidad..416,420 Las manifestaciones clínicas de la trombosis de la vena porta son hipertensión portal, insuficiencia hepática, ascitis y edema.416 La trombosis y la estenosis de la vena cava inferior también son infrecuentes y se producen en menos del 2% de los pacientes.420 Las complicaciones en la vena cava inferior se deben a problemas técnicos durante la cirugía, incongruencia en el tamaño de los vasos nativos y del donante, recurrencia de una enfermedad subyacente como síndrome de BuddChiari y compresión por la acumulación de líquido en un sector adyacente.410,416,420 Los pacientes pueden presentar hepatomegalia, derrame pleural, ascitis y edema de miembros inferiores.416 La angiografía por resonancia magnética con contraste que incluye reconstrucciones multiplanares y volumétricas permite detectar con facilidad la trombosis o la estenosis venosa.409-412 Las complicaciones en el parénquima hepático que se pueden detectar en la RM son infarto, absceso, biloma, recurrencia del tumor maligno y enfermedad linfoproliferativa postrasplante.411 La alteración de la irrigación colateral en el hígado trasplantado, por ejemplo en las arterias parabiliares, determina que el aloinjerto sea susceptible a isquemia al disminuir el flujo en la arteria hepática. La necrosis biliar resultante ocasiona infartos en el parénquima hepático, que pueden ser periféricos o centrales y cuneiformes o redondeados. Los infartos periportales pueden tener forma irregular. Los infartos típicos son hipointensos con respecto al parénquima circundante en las imágenes ponderadas en T1 e hiperintensos en las imágenes ponderadas en T2, pero no revelan realce de contraste con gadolinio (Fig. 1-26). Los bilomas no complicados se detectan como acumulaciones de líquido de forma irregular sin refuerzo de contraste en el borde, mientras que los abscesos presentan realce de la pared.411 Se comunicaron casos de carcinoma hepatocelular recurrente en el 7 al 40% de los pacientes sometidos a trasplante de hígado.409 La enfermedad linfoproliferativa postrasplante se describió con anterioridad en este capítulo. Las complicaciones extrahepáticas del trasplante de hígado son el carcinoma hepatocelular metastásico, la enfermedad linfoproliferativa postrasplante y la hemorragia de la glándula suprarrenal derecha. Después del trasplante de hígado, las localizaciones más frecuentes del carcinoma hepatocelular metastásico son los pulmones, el aloinjerto y los ganglios linfáticos locales y alejados.421 Las dos causas de hemorragia de la glándula suprarrenal derecha son la congestión venosa después de la ligadura de la vena suprarrenal derecha y la coagulopatía relacionada con una disfunción hepática preexistente.411 47 Figura 1-25 ■ Características en la RM de la transformación cavernosa de la vena porta debido a la presencia de un quiste hepático ciliado del intestino anterior (resecado en forma previa) que la comprime desde el exterior. La imagen axial con proyección de intensidad máxima en la fase de la vena porta de una imagen ponderada en T1 con realce de contraste revela el reemplazo de la vena porta intrahepática por numerosos vasos colaterales pequeños (flecha). También se observan vasos colaterales portosistémicos extrahepáticos (flecha curva). CIRROSIS HEPÁTICA (CUADRO 1-18) La cirrosis es un proceso difuso ocasionado por la lesión y la fibrosis progresivas del parénquima hepático y la formación de nódulos parenquimatosos.422 Las causas de cirrosis son numerosas y abarcan toxinas y fármacos, infecciones, enfermedades autoinmunitarias, defectos genéticos metabólicos, enfermedades adquiridas de los conductos biliares, trastornos vasculares y otros trastornos.422 En algunos pacientes no se puede determinar la causa y se considera que la cirrosis es criptógena. La causa tóxica más frecuente de la cirrosis es el alcohol y las etiologías infecciosas más comunes son las hepatitis B y C. En los Estados Unidos aumentó el descubrimiento de las infecciones por hepatitis C y la prevalencia de individuos infectados se aproxima al 2%.423 De los pacientes con infección crónica, el 25% desarrolla cirrosis. A modo de ejemplo de enfermedades autoinmunitarias asociadas con cirrosis se pueden mencionar la hepatitis autoinmunitaria, la cirrosis biliar primaria y la colangitis esclerosante primaria. La hemocromatosis y la enfermedad de Wilson son algunos de los trastornos genéticos que pueden ocasionar cirrosis. La atresia biliar, la obstrucción litiásica y la estenosis del conducto colédoco son trastornos biliares adquiridos que pueden producir cirrosis. El síndrome de Budd-Chiari, la enfermedad hepática venooclusiva y la congestión hepática pasiva crónica son trastornos vasculares que pueden generar cirrosis. La esteatohepatitis no alcohólica es una causa cada vez más reconocida de cirrosis “criptógena”.338 En la anatomía patológica, la cirrosis se caracteriza por necrosis, fibrosis y regeneración hepatocelular, con la fibrosis como la característica principal.422 La alteración de la estructura vascular hepática por la fibrosis del parénquima también es un componente importante del pro- 48 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis Cuadro 1-18 Cirrosis hepática Clínica Manifestaciones de la hepatopatía crónica y la hipertensión portal Vasos colaterales portosistémicos • Várices esofágicas y paraesofágicas • Venas paraumbilicales y vasos colaterales de la pared abdominal • Vasos colaterales retroperitoneales • Venas hemorroidales superiores (vena mesentérica inferior) hasta las venas hemorroidales media e inferior (venas ilíacas internas) Esplenomegalia Ascitis Engrosamiento de la pared del tubo digestivo Anatomía patológica Las causas abarcan toxinas (con mayor frecuencia alcohol) y fármacos, infecciones (con mayor frecuencia hepatitis B o C), trastornos autoinmunitarios, defectos metabólicos genéticos, enfermedades biliares adquiridas, trastornos vasculares y otras enfermedades Necrosis y fibrosis hepatocelular Nódulos parenquimatosos • Nódulos regenerativos: proliferación localizada de hepatocitos y estroma • Nódulos displásicos: región nodular formada por hepatocitos con un diámetro de por lo menos 1 mm con displasia pero sin características malignas definidas; se clasifican en lesiones de bajo grado y alto grado. El diagnóstico suele depender de la anatomía patológica pero no de la radiología. • Carcinoma hepatocelular: neoplasia maligna de los hepatocitos Resonancia magnética Cambios morfológicos del hígado • Atrofia segmentaria (lóbulo hepático derecho y segmento medial) • Hipertrofia segmentaria (lóbulo caudado y segmento lateral) • Aumento del espacio hiliar periportal entre la pared anterior de la vena porta derecha y el borde posterior del segmento medial del lóbulo hepático izquierdo • Signo de expansión de la fosa vesicular • Contorno lobular, nodular o ambos debido a atrofia o hipertrofia y nódulos parenquimatosos Anomalías difusas de la señal parenquimatosa • Fibrosis: puede ser difusa o focal, aumento de la intensidad de la señal en T2. La fibrosis hepática confluente se presenta como masas o regiones cuneiformes con retracción capsular asociada • Hierro: en general entre leve y moderado, que produce una pérdida leve de la intensidad de la señal en T2 (en pacientes con cirrosis no relacionada con hemocromatosis genética no se suele detectar sobrecarga de hierro en el páncreas) • Esteatosis: se observa con mayor frecuencia en la cirrosis inducida por alcohol Lesiones nodulares • Nódulos regenerativos: nódulos no sideróticos típicos en las imágenes ponderadas en T1 y T2, con hiperintensidad ocasional en las imágenes ponderadas en T1 e hipointensidad en las imágenes ponderadas en T2; sin realce de contraste en la fase arterial e invisible en la fase de la vena porta • Nódulos displásicos: hiperintensos o hipointensos en las imágenes ponderadas en T1 e hipointensos en las imágenes ponderadas en T2; pueden revelar realce del contraste en la fase arterial • Nódulos sideróticos (regenerativos o displásicos): hipointensos en las imágenes ponderadas en T1 y T2; más visibles en las imágenes con GRE ponderadas en T2* • Signo del “nódulo dentro de un nódulo”: foco de carcinoma hepatocelular que se desarrolla dentro de un nódulo siderótico que revela hiperintensidad en comparación con la hipointensidad del nódulo circundante en la imagen ponderada en T2 • Carcinoma hepatocelular (véase Cuadro 1-19) Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado ceso cirrótico. Los nódulos parenquimatosos anormales que se detectan en la cirrosis no siempre son regenerativos y no es necesario descubrir regeneración para establecer el diagnóstico. La fibrosis separa el parénquima en nódulos. En función del tamaño de los nódulos parenquimatosos, la cirrosis se puede clasificar en micronodular, macronodular o mixta. Los micronódulos tienen un diámetro menor de 3 mm y los macronódulos entre 3 mm y varios centímetros. La cirrosis micronodular puede progresar a macronodular y ésta a menudo se detecta en la hepatopatía terminal de cualquier etiología. El patrón micronodular está ejemplificado por la cirrosis alcohólica. La cirrosis macromedular se observa con mayor frecuencia en la hepatitis viral crónica y la hepatitis autoinmunitaria. La terminología de las lesiones nodulares que se producen en el hígado con cirrosis se estandarizó a través de una nomenclatura que sustituyó a un conjunto confuso de términos antiguos.424 Los nódulos regenerativos representan una proliferación localizada de hepatocitos y estroma de sostén. Los nódulos displásicos constituyen una región nodular de hepatocitos con displasia que mide por lo menos 1 mm de diámetro y no presenta características histológicas malignas. Los nódulos displásicos se clasifican de manera arbitraria en lesiones de bajo grado y alto grado.425 Los de bajo grado poseen hepatocitos con anomalías mínimas sin atipia citológica ni estructural.424,426 Puede detectarse displasia de células grandes. Los nódulos con displasia de bajo grado contienen conductos portales. Los nódulos con displasia de alto grado pueden revelar atipia citológica o estructural focal o difusa.424,426 Cuando aparecen focos de carcinoma hepatocelular dentro de los nódulos displásicos, éstos se denominan nódulos displásicos con un subfoco de carcinoma hepatocelular. El carcinoma hepatocelular es una neoplasia maligna compuesta por células con diferenciación hepatocelular. En consecuencia, los nódulos regenerativos, los nódulos displásicos y el carcinoma hepatocelular se podrían considerar respectivamente los pasos inicial, intermedio y final de la hepatocarcinogénesis de la cirrosis.427 Las características de la cirrosis en la RM abarcan modificaciones morfológicas en el hígado, anomalías difusas de la intensidad de la señal parenquimatosa, lesiones hepáticas nodulares y manifestaciones de hipertensión portal. En la cirrosis terminal se suelen detectar atrofia e hipertrofia segmentarias (véase Fig. 1-13).428 La atrofia suele comprometer el lóbulo hepático derecho y el segmento medial y, en general, la hipertrofia afecta el segmento lateral y el lóbulo caudado. Alrededor de la tercera parte de los hígados con cirrosis terminal revela atrofia difusa y cerca de la cuarta parte tiene tamaño y forma normales.428 En los pacientes con cirrosis inducida por infección viral, el avance de la atrofia en el lóbulo hepático derecho y el segmento medial se correlaciona con la progresión de la enfermedad a cirrosis descompensada y la hipertrofia del segmento lateral y el lóbulo caudado se asocia con estabilidad clínica.429 El aumento del tamaño del espacio hiliar periportal entre la pared anterior de la vena porta derecha y el borde posterior del segmento medial del lóbulo hepático izquierdo representa un indicador útil de la presencia de cirrosis inicial.430 En un estudio, el espesor de la grasa hi- 49 A B Figura 1-26 ■ Oclusión de la arteria hepática e infarto hepático observados en la RM de una mujer de 58 años 10 años después de un trasplante de hígado. A, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela una región cuneiforme con aumento de la intensidad de la señal en el segmento anterior (flechas) y focos hiperintensos mal delimitados (flecha curva) en el lóbulo izquierdo que corresponden a infartos peribiliares. B, en la imagen ponderada en T1 con contraste se observan el realce del borde periférico de la región infartada (flecha) y los infartos peribiliares (flecha curva). liar periportal mayor de 10 mm demostró una sensibilidad del 93% y especificidad del 92%. Este incremento de tamaño se detectó en el 98% de los pacientes con cirrosis inicial. El signo de expansión de la fosa vesicular representa el aumento de la cantidad de grasa en el espacio pericolecístico.431 Esta acumulación de grasa se debe a uno o varios de los siguientes cambios morfológicos: atrofia del segmento medial, atrofia del lóbulo hepático derecho con rotación antihoraria de la fisura interlobular principal, hipertrofia del lóbulo caudado e hipertrofia del segmento lateral. Este signo posee especificidad y valor predictivo positivo elevados para diagnosticar cirrosis (ambos del 98%) pero sensibilidad inferior al 68%. Es posible no detectar este signo en la cirrosis inicial o leve o en casos avanzados con atrofia del segmento lateral y conservación de la posición de la vesícula biliar. Es probable que el predominio de la atrofia o la hipertrofia segmentaria o lobular en la cirrosis se relacione 50 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis con alteraciones del flujo sanguíneo en la vena porta, que contiene factores tróficos.432 La vena porta derecha ingresa en forma directa en el parénquima hepático después de su origen en la bifurcación de la vena porta principal. La cirrosis ocasiona la compresión y la estenosis irregular de las ramas intrahepáticas y, en consecuencia, se asocia con disminución del flujo sanguíneo en la vena porta que se dirige al lóbulo hepático derecho. La vena porta izquierda transcurre a través del ligamento falciforme y permanece fuera del parénquima hepático antes de ingresar en el lóbulo hepático izquierdo y esto determina un aumento del flujo sanguíneo en la vena porta. A pesar de recibir sangre de la vena porta izquierda, el segmento medial también se atrofia. El flujo sanguíneo sistémico procedente de las venas gástrica, cística, parabiliar y capsular puede drenar en el segmento medial y diluirse o se puede invertir la perfusión por la vena porta, lo que estimula la atrofia de este segmento. Además, se comunicó la detección de flujo sanguíneo circular en la porción umbilical de la vena porta izquierda, con flujo hepatópeto en la mitad izquierda y flujo hepatófugo en la mitad derecha.433,434 Las ramas de la vena porta que irrigan el lóbulo caudado se originan en la vena porta izquierda, en la bifurcación o en ambos sectores y presentan un trayecto intrahepático corto. Esta anatomía vascular podría preservar el flujo sanguíneo en la vena porta y permitir la hipertrofia del lóbulo caudado. Además de la distorsión producida por la atrofia y la hipertrofia segmentarias, los nódulos regenerativos alteran el borde del hígado. Este borde puede ser regular, nodular o groseramente lobulado.428 El borde regular o nodular se suele asociar con cirrosis micronodular. A menudo el borde lobulado es consecuencia de atrofia e hipertrofia, pero también se puede presentar cuando hay uno o varios nódulos regenerativos mayores de 3 cm. Hay ciertos cambios morfológicos que se detectan con mayor frecuencia en la cirrosis producida por causas específicas. La hipertrofia del lóbulo caudado y la presencia de una escotadura en la región posterior derecha del hígado se observan más a menudo en la cirrosis alcohólica que en la viral.435 Esta escotadura hepática se atribuye a la hipertrofia del lóbulo caudado y a la atrofia del lóbulo hepático derecho. En la colangitis esclerosante primaria los segmentos posterior y lateral se pueden atrofiar y así producirse un aumento significativo del tamaño del lóbulo caudado.223,226,428 La hipertrofia hepática difusa se detecta con escasa frecuencia excepto en los pacientes con cirrosis biliar primaria.428 Los bordes hepáticos lobulados se producen con mayor frecuencia en algunas formas de cirrosis biliar, como la colangitis esclerosante primaria, que en otros tipos de cirrosis. La fibrosis difusa, el hierro o los lípidos pueden producir anomalías en la intensidad de la señal del parénquima en la RM.428 La fibrosis se puede manifestar como anomalías difusas o focales de la intensidad de la señal del parénquima en el hígado con cirrosis. Se describieron cuatro patrones de fibrosis difusa que se manifiestan como aumento de la intensidad de la señal en T2: regiones mal delimitadas en parches, bandas perilobulillares delgadas, bandas gruesas interconectadas que rodean nódulos regenerativos y fibrosis difusa que produce un man- guito perivascular “en escarapela”.428,436 La fibrosis puede ser menos evidente en las imágenes ponderadas en T1 pero se asocia con disminución de la intensidad de la señal en relación con el parénquima hepático circundante.428 Las áreas con fibrosis pueden producir realce de contraste con gadolinio.436 La fibrosis hepática confluente puede producir masas con señal anormal en pacientes con cirrosis avanzada.437 A menudo estas áreas son cuneiformes, irradian desde el hilio hepático y son más anchas en la superficie capsular. El compromiso de los segmentos medial o anterior es más frecuente y muchas veces se asocia con retracción capsular o atrofia lobular/lobular. La fibrosis hepática confluente es hipointensa con respecto al hígado en las imágenes ponderadas en T1 e hiperintensa en las imágenes ponderadas en T2 (Fig. 1-27). La fibrosis hepática confluente no produce realce de contraste en las imágenes de la fase arterial y es isointensa o hiperintensa con respecto al hígado circundante en las fases tardías. La retracción capsular asociada con la fibrosis hepática confluente representa una característica útil para diferenciarla del carcinoma hepatocelular; en general, esta última entidad produce efecto de masa o tiene un límite exofítico.438 Las características de intensidad de la señal no se pueden emplear en forma aislada para distinguir la fibrosis confluente focal del carcinoma hepatocelular. El signo del halo periportal en la RM sólo se detectó en los pacientes con cirrosis biliar primaria.439 Este signo representa una intensidad de la señal baja anormal que rodea las ramas de la vena porta tanto en las imágenes ponderadas en T1 como en T2. Las regiones con señal anómala son redondas, su diámetro oscila entre 5 y 10 mm y no producen efecto de masa. Estas lesiones se detectan en todos los segmentos del hígado. El signo del halo periportal es más evidente en las fases de la vena porta y tardía de la RM con gadolinio. El diagnóstico histológico puede corresponder a atrofia parenquimatosa hepatocelular periportal rodeada por una escarapela de nódulos regenerativos. A diferencia de las lesiones que producen el signo del halo periportal, los nódulos regenerativos suelen tener tamaños e intensidades de la señal variables, y pueden producir efecto de masa. Si bien este signo es muy específico para la cirrosis biliar primaria, su sensibilidad es menor del 50%. En los pacientes con cirrosis se puede observar el depósito difuso de hierro, incluso en casos sin hemocromatosis genética ni antecedentes de transfusiones.360,440 La sobrecarga de hierro en el parénquima hepático que se detecta en estos casos suele ser entre leve y moderada. En la RM, la sobrecarga de hierro en el hígado asociada con cirrosis se puede evidenciar a través de una disminución difusa leve de la intensidad de la señal en el parénquima o de nódulos regenerativos cargados de hierro diseminados en el parénquima (nódulos sideróticos) (Fig. 1-28). En los pacientes cirróticos sin hemocromatosis genética, el páncreas no debe revelar reducción anormal de la intensidad de la señal asociada con depósito de hierro. La esteatosis hepática se detecta con mayor frecuencia en la cirrosis alcohólica.428 Los hallazgos compatibles con esteatosis en la RM se describieron con anterioridad. Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D E Las lesiones nodulares asociadas con el hígado cirrótico abarcan nódulos regenerativos, nódulos displásicos y carcinoma hepatocelular. Los nódulos regenerativos carentes de hierro suelen ser isointensos en las imágenes ponderadas en T1 y T2, con hiperintensidad ocasional en T1 o hipointensidad ocasional en T2.427,441 A diferencia del carcinoma hepatocelular, los nódulos regenerativos casi nunca revelan hiperintensidad en las imágenes ponderadas en T2, excepto en dos situaciones. Los nódulos regenerativos asociados con el síndrome de Budd-Chiari crónico y los infartados con necrosis coagulativa pueden 51 Figura 1-27 ■ Características en la RM de la cirrosis, las várices y la fibrosis hepática confluente en una mujer con infección crónica por hepatitis C. A y B, en la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa (A) y la imagen ponderada en T1 (B) se observan dos focos cuneiformes hipointensos en T1 e hiperintensos en T2 (flechas) que se extienden desde el hilio hepático hacia la periferia del hígado. Se observa esplenomegalia (S). C, la fase arterial de la imagen ponderada en T1 con contraste revela equivalencia o reducción leve del realce en las regiones fibrosas confluentes (flechas). D, en la imagen tardía ponderada en T1 con contraste se observa la fibrosis confluente hiperintensa (flechas). E, la imagen axial con proyección de intensidad máxima durante la fase de la vena porta de la administración del contraste revela una vena paraumbilical permeable (flecha) y las várices periesplénicas (flecha doble). ser hiperintensos en las imágenes ponderadas en T2 y asemejarse al carcinoma hepatocelular.391,438,442 Como estos nódulos reciben irrigación casi exclusiva de la vena porta, no muestran realce de contraste con gadolinio en la fase arterial.427 Los nódulos regenerativos no sideróticos suelen ser invisibles en la fase de la vena porta de las imágenes con contraste debido a su similitud histológica con el parénquima hepático normal.443 Los nódulos displásicos son hiperintensos o hipointensos con respecto al hígado circundante en las imágenes ponderadas en T1 e hipointensos en las imágenes 52 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D Figura 1-28 ■ Características en la RM de los nódulos regenerativos cargados de hierro y los cuerpos esplénicos de Gamna-Gandy en un paciente con cirrosis inducida por hepatitis C. A y B, en la imagen ponderada en T1 en fase (A) y en fase opuesta (B) se muestran múltiples nódulos regenerativos con hiperintensidad mínima. Algunos nódulos (flechas) parecen perder la intensidad de la señal en A debido a los efectos de susceptibilidad magnética que son más pronunciados cuando el tiempo de eco aumenta desde 2,3 hasta 4,5 milisegundos. Los cuerpos de Gamna-Gandy no se observan bien. C, la imagen ponderada en T2 muestra múltiples nódulos sideróticos con disminución de la intensidad de la señal (flechas). Sin embargo, éstos no se detectan tan bien como en las imágenes con GRE en fase (B) o ponderadas en T2* muy intensas (D). Dentro de las várices gástricas se observa vacío de señal de flujo (flechas negras). D, en la imagen con GRE ponderada en T2* (tiempo de eco = 20, inclinación angular = 20º) se observan mejor los nódulos sideróticos hipointensos (flechas) y los cuerpos de Gamna-Gandy (flecha curva) secundarios a los efectos del hierro en T2*. Dentro de las várices gástricas se detecta realce de contraste relacionado con el flujo (flechas negras). ponderadas en T2.426,444,445 Los nódulos displásicos pueden revelar refuerzo en la fase arterial de las imágenes de la RM.444,446,447 Este realce durante la fase arterial podría reflejar el desarrollo de angiogénesis neoplásica que en el examen anatomopatológico corresponde a arterias únicas.444,446,447 Se observa un aumento progresivo de la formación de arterias únicas (arterias solitarias que no se asocian con conductos biliares) y capilarización sinusoidal cuando se observa la progresión de las lesiones desde los nódulos regenerativos hasta los nódulos displásicos y el carcinoma hepatocelular.446 Durante la hepatocarcinogénesis, las arterias patológicas que no forman tríadas sustituyen a las tríadas portales como irrigación predominante de los nódulos displásicos grandes y los carcinomas hepatocelulares pequeños.438 La imagen por sustracción permite detectar el realce de los nódulos displásicos en la fase arterial, con hiperintensidad en las imágenes previas al contraste.427 Sin embargo, la RM no es sensible pa- ra descubrir los nódulos displásicos444,445 y los carcinomas hepatocelulares menores de 2 cm.444 Los nódulos que contienen hierro pueden ser regenerativos o displásicos y aparecen hipointensos en las imágenes ponderadas en T1 y T2. Estos nódulos se observan mejor en las imágenes con GRE ponderadas en T2* dado que el efecto de susceptibilidad magnética del hierro produce una hipointensidad significativa. Las imágenes con GRE y un tiempo de eco mayor de 9 milisegundos presentan mayor sensibilidad para la detección de los nódulos con hierro (véase Fig. 1-28).448 La RM no permite distinguir los nódulos sideróticos regenerativos de los displásicos y a través de esta técnica sólo se puede establecer la presencia de nódulos sideróticos sin clasificar el tipo.427,449 No se comprobó que el hierro provoque la displasia o el carcinoma hepatocelular que se pueden desarrollar dentro de los nódulos sideróticos.448 Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado Los nódulos displásicos con un subfoco de carcinoma hepatocelular pueden revelar un aspecto característico en la RM, que constituye el signo del “nódulo dentro de un nódulo”.450,451 El foco de carcinoma hepatocelular suele revelar una intensidad de señal elevada en T2 dentro de un nódulo displásico hipointenso (Fig. 1-29). No obstante, el foco de carcinoma hepatocelular puede ser isointenso con respecto al resto del nódulo displásico.452 En los nódulos sideróticos, el foco de carcinoma hepatocelular es hiperintenso con respecto al resto del nódulo en las imágenes con GRE ponderadas en T2*.450 El foco de carcinoma hepatocelular también puede revelar realce de contraste en la fase arterial.427 Las manifestaciones de la hipertensión portal detectables en la RM son vasos colaterales portosistémicos, esplenomegalia, ascitis y engrosamiento de la pared gastrointestinal. La hipertensión portal es el aumento de la resistencia y la presión dentro del sistema venoso portal y se define como una presión mayor de 10 mm Hg.453 La hipertensión portal se clasifica en tres categorías anatómicas principales: prehepática, intrahepática y poshepática. Otra clasificación, que se basa en la presión de los sinusoides, divide a la enfermedad en las categorías presinusoidal, intrasinusoidal y postsinusoidal. Las entidades prehepáticas se deben a trombosis de las venas porta o esplénica. La hipertensión portal intrahepática suele ser la consecuencia de cirrosis u otra hepatopatía crónica, pero puede presentarse en la hepatitis aguda grave o el hígado graso agudo del embarazo. La hipertensión portal poshepática se debe a la obstrucción del flujo en la vena hepática asociada con el síndrome de Budd-Chiari, la enfermedad venooclusiva y la congestión hepática pasiva. Los vasos colaterales portosistémicos permiten que la sangre de la vena porta no atraviese el hígado y, en consecuencia, reducen el aporte de factores hepatotrópicos al hígado, permiten que las toxinas ingresen en la circulación sistémica y predisponen al desarrollo de hemorragia digestiva que puede producir la muerte del paciente.453,454 Las várices esofágicas y paraesofágicas reciben su irrigación principal de la vena gástrica izquierda y típicamente drenan en el sistema de las venas ácigos y hemiácigos.455 Las várices esofágicas son la fuente más frecuente de hemorragia digestiva alta.436 Las venas paraumbilicales y los vasos colaterales de la pared abdominal reciben su irrigación de la vena porta izquierda. Las venas paraumbilicales, ubicadas dentro o alrededor de los ligamentos redondo y falciforme, pueden anastomosarse con las venas epigástrica superior o torácica interna que drenan en la vena cava superior o con las venas epigástricas inferiores que drenan en las venas ilíacas externas y la vena cava inferior.454 Los vasos colaterales retroperitoneales permiten la derivación de la sangre de las venas tributarias de las venas mesentéricas superior e inferior en venas sistémicas, como las venas lumbares, frénicas, gonadales y renales.435,454 Se pueden desarrollar dos tipos de derivaciones hacia la vena renal izquierda: gastrorrenal y esplenorrenal. Las venas gástrica izquierda, gástrica posterior o gástricas cortas pueden anastomosarse con las venas frénica inferior izquierda o suprarrenal izquierda antes de drenar en la vena renal izquierda y crear una derivación 53 gastrorrenal. Otras venas tributarias de la vena esplénica se pueden comunicar con la vena renal izquierda y producir una derivación esplenorrenal. Las venas hemorroidales superiores (tributarias de la vena mesentérica inferior) se anastomosan con las venas hemorroidales media e inferior que drenan en el sistema venoso sistémico de la ilíaca interna. La fase de la vena porta de la RM con contraste de gadolinio es ideal para detectar vasos colaterales portosistémicos y várices. La proyección multiplanar con intensidad máxima y otras técnicas que revelan el volumen son beneficiosas para delimitar la trayectoria tortuosa de estos vasos. La ascitis es la acumulación de líquido seroso dentro del espacio peritoneal.453 El mecanismo de producción de la ascitis en la cirrosis es complejo; algunos factores involucrados son la hipertensión portal, la hipoalbuminemia y las alteraciones circulatorias periféricas. El desarrollo de ascitis es un signo de mal pronóstico y se puede complicar con peritonitis bacteriana espontánea. La esplenomegalia y los cuerpos de Gamna-Gandy son manifestaciones esplénicas de la hipertensión portal. Los cuerpos de Gamna-Gandy son focos organizados de hemorragia con fibrosis, calcio y hemosiderina443,456,457 que revelan hipointensidad con respecto al parénquima esplénico circundante, en particular con secuencias de pulsos con eco de gradiente, debido al efecto de susceptibilidad magnética de la hemosiderina rica en hierro (véase Fig. 1-28). En el capítulo 5 se describirán los cuerpos de Gamna-Gandy y otras enfermedades esplénicas. Otros hallazgos abdominales relacionados con la cirrosis son engrosamiento de la pared digestiva y edema mesentérico, epiploico y retroperitoneal. La hipertensión portal y la hipoproteinemia son causas probables del engrosamiento de la pared digestiva en la cirrosis.458 El yeyuno y el colon ascendente son los segmentos que se comprometen con mayor frecuencia.459 Una observación interesante en los pacientes con cirrosis es que el engrosamiento mural del intestino delgado sin compromiso del yeyuno, o de segmentos colónicos sin compromiso del colon ascendente, indica que el engrosamiento de la pared intestinal no es de origen cirrótico.458 El engrosamiento de los haustros es más frecuente que el engrosamiento mural.459 Es probable que la causa de este compromiso diferencial sea el menor número de vías colaterales relacionadas con el drenaje venoso del intestino delgado y el colon derecho de la vena mesentérica superior, comparado con el drenaje del colon izquierdo de la vena mesentérica inferior.458 La presencia de neumatosis o pancolitis que compromete todo el colon y el recto se asocia con etiología isquémica o infecciosa.458 El edema mesentérico, epiploico y retroperitoneal es un hallazgo frecuente en los pacientes con cirrosis.460 Este edema está más relacionado con la expansión del volumen y la hipoproteinemia que con la hipertensión portal, y se asocia con edema subcutáneo, derrame pleural y ascitis. CARCINOMA HEPATOCELULAR (CUADRO 1-19) El carcinoma hepatocelular es la neoplasia hepática primaria más frecuente.461 Este tumor se origina en los hepatocitos y en general se asocia con hepatopatía cróni- 54 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis Cuadro 1-19 Carcinoma hepatocelular Clínica Neoplasia hepática primaria más frecuente La incidencia varía de acuerdo con la prevalencia de hepatitis crónica y la exposición a aflatoxina Incidencia más elevada en hombres Los síntomas consisten en dolor en el cuadrante superior derecho, descenso de peso y fiebre Marcador tumoral: α-fetoproteína sérica Anatomía patológica Hepatocitos malignos La arteria hepática proporciona la irrigación sanguínea predominante Invasión microscópica frecuente de la vena porta o la vena hepática Resonancia magnética Imagen ponderada en T1: intensidad de la señal variable Lesiones menores de 1,5 cm a menudo isointensas con respecto al hígado Lesiones menores de 3 cm pueden ser hiperintensas con respecto al hígado debido a la presencia de lípidos, cobre o glucógeno dentro del tumor Imagen ponderada en T2: la mayoría de las lesiones son hiperintensas o isointensas con respecto al hígado (la hipointensidad o la isointensidad se correlaciona con tumores más diferenciados) Imagen dinámica con contraste Fase arterial: las lesiones pequeñas (menores de 1,5 o 2 cm) suelen ser homogéneas, con realce intenso; las lesiones más grandes revelan realce heterogéneo Fase de la vena porta: las lesiones pequeñas pueden ser isointensas; las lesiones más grandes suelen ser hipointensas Cápsula tumoral: más frecuente en las lesiones más grandes, hipointensa en la fase arterial con realce de contraste tardío Dos hallazgos en la RM son compatibles con carcinoma hepatocelular Isointensidad con respecto al bazo en la imagen ponderada en T2 Realce del contraste en la fase arterial de un nódulo que también se puede detectar en otras secuencias de pulsos ca. La incidencia de carcinoma hepatocelular varía en forma significativa de acuerdo con la localización geográfica.25 Este carcinoma es la tercera causa más frecuente de enfermedad y muerte en los países en vías de desa- rrollo y el octavo cáncer más frecuente en todo el mundo.462 La incidencia más elevada se observa en el sudeste asiático y la región tropical de África, donde es la neoplasia más común o una de las más comunes. Las regiones con riesgo intermedio son Japón, el medio Oriente y el Mediterráneo. La incidencia más baja se observa en los países occidentales, Sudamérica y Australia. Esta incidencia variable se relaciona en gran medida con la prevalencia de las hepatitis B y C crónicas y la exposición a la aflatoxina. El aumento de la incidencia en la región occidental y Japón se atribuye al incremento de la tasa de infección crónica por hepatitis C.463 Entre el 25 y el 30% de los individuos con hepatitis C y cirrosis desarrolla carcinoma hepatocelular. Los pacientes con hepatitis B y C concurrentes tienen el riesgo más elevado de carcinoma hepatocelular.464 En forma independiente de la localización geográfica, otros factores de riesgo asociados con esta neoplasia son el sexo masculino, el avance de la edad y la presencia de cirrosis. La edad con mayor número de enfermos se relaciona en forma inversa con la incidencia del tumor, dado que se produce en pacientes más jóvenes en las regiones de mayor riesgo y en pacientes mayores en las regiones con menor riesgo. El predominio masculino, que va desde 4:1 en las áreas con bajo riesgo hasta 8:1 en las áreas con mayor riesgo, no se comprende en su totalidad. Los factores que es probable que contribuyan a este predominio son los andrógenos o sus receptores, la mayor incidencia de tabaquismo y alcoholismo, la mayor incidencia de cirrosis y la elevada velocidad de síntesis de DNA en el hígado de los hombres.25 Hay muchos trastornos metabólicos que se asocian con aumento de la incidencia de carcinoma hepatocelular y abarcan hemocromatosis genética, tirosinemia crónica, enfermedades por almacenamiento de glucógeno tipos I y IIIb, deficiencia de α1-antitripsina y enfermedad de Wilson. Las manifestaciones clínicas del carcinoma hepatocelular son inespecíficas. Entre sus síntomas se pueden mencionar dolor en el cuadrante superior derecho, descenso de peso y fiebre.25,26 La ictericia, la ascitis y la encefalopatía hepática reflejan la descompensación hepática. Hay una presentación clínica más fulminante similar a la del absceso hepático que a menudo se detecta en la región tropical de África.25 La ruptura del tumor con hemorragia intraperitoneal también es frecuente en África y el sudeste de Asia. En el carcinoma hepatocelular aumenta la concentración sérica de α-fetoproteína. El aspecto anatomopatológico macroscópico del carcinoma hepatocelular puede clasificarse en formas expansiva, diseminada, multifocal y difusa e indeterminada.25,26,463 La irrigación del carcinoma hepatocelular depende de la arteria hepática. La invasión frecuente de las venas porta o hepática contribuye a la diseminación intrahepática y metastásica (Fig. 1-30). La invasión biliar puede ocasionar ictericia obstructiva. El carcinoma hepatocelular puede ser hipointenso, isointenso o hiperintenso con respecto al parénquima hepático circundante en las imágenes ponderadas en T1. La mayoría de estos carcinomas presenta hipointensidad en las imágenes ponderadas en T1. Los que miden menos de 1,5 cm suelen ser isointensos.465 La hiperintensidad en T1 es frecuente sobre todo Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A 55 B C D E Figura 1-29 ■ Características de la RM de un carcinoma hepatocelular que muestra una variación del signo del “nódulo dentro de un nódulo” en un hombre de 47 años con cirrosis relacionada con colangitis esclerosante primaria. A, la imagen ponderada en T1 en fase opuesta revela una masa hiperintensa (*) en el segmento lateral de un hígado cirrótico. La masa no revela pérdida de la intensidad de la señal en comparación con una imagen en fase correspondiente (que no se muestra aquí), lo que sugiere la presencia de grasa intratumoral. En el lado izquierdo de la masa se observa un nódulo hipointenso (flechas) B, en la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa se muestra que la masa es isointensa con respecto al hígado, excepto el nódulo interno hiperintenso (flecha). Se detecta ascitis (A). C y D, en la imagen ponderada en T1 con supresión de la grasa antes (C) y después (D) de la fase arterial de la administración del contraste se observa un realce significativo del nódulo interno pequeño (flecha). Las imágenes por sustracción y las mediciones de la intensidad de la señal no revelaron realce de contraste en la fase arterial dentro de la masa dominante (*). E, en la fase tardía de la imagen ponderada en T1 con contraste, la masa (*) es isointensa y se observa eliminación del contraste dentro del nódulo (flecha), por lo que éste es hipointenso con respecto al hígado. En la cirugía, la masa correspondió a un carcinoma hepatocelular moderadamente diferenciado con focos probables de invasión vascular. El nódulo interno representó un componente poco diferenciado e hipervascularizado. En este caso, la única característica específica de la masa que sugería un carcinoma hepatocelular era su tamaño. La isointensidad de la lesión con respecto al hígado en la imagen ponderada en T2 y la falta de realce en la fase arterial son más compatibles con un nódulo regenerativo. Si el nódulo no se torna hiperintenso con respecto al hígado en la imagen ponderada en T2 o no revela realce en la fase arterial, no se puede establecer un diagnóstico específico de carcinoma hepatocelular en la RM. 56 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B Figura 1-30 ■ Carcinoma hepatocelular con invasión de la vena porta que se observa en una RM realizada en un hombre con hepatitis C. A, la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa revela una masa heterogénea con aumento de la intensidad de la señal en el segmento posterior del lóbulo hepático derecho (flechas). El área cuneiforme con aumento de la intensidad de la señal en la periferia del tumor representa edema peritumoral (*). B, en la imagen tardía ponderada en T1 con contraste se observa un carcinoma hepatocelular hipointenso (flecha), aumento del realce de la seudocápsula tumoral y un trombo tumoral hipointenso en la rama posterior de la vena porta derecha (flecha curva). El área cuneiforme correspondiente al edema revela disminución del refuerzo (*), lo que refleja una redución de la irrigación sanguínea en la vena porta. en las lesiones menores de 3 cm466 y se relaciona con el grado de diferenciación tumoral, la presencia intratumoral de lípidos, cobre o glucógeno y la presencia de cinc en el parénquima hepático circundante.465-467 El cobre intratumoral produce hiperintensidad en T1 a través de un efecto paramagnético. Los lípidos tienden a revelar una distribución difusa en los carcinomas más pequeños, mientras que en los tumores más grandes se identifican acumulaciones focales de lípidos.468 Las imágenes con cambio químico permiten detectar depósitos microscópicos de lípidos en el carcinoma hepatocelular (Fig. 1-31; véase Fig. 5-5).340,469 El Lipiodol®, que se emplea para la quimioembolia hepática, puede quedar retenido en el car- cinoma y aparece hiperintenso en las imágenes ponderadas en T1 debido a su componente adiposo.318 Los carcinomas hepatocelulares son mayormente hiperintensos o isointensos con respecto al parénquima hepático en las imágenes ponderadas en T2 (véanse Figs. 1-31 y 5-5).465 La hipointensidad o la isointensidad en T2 se han relacionado con tumores más diferenciados.426,466 El carcinoma hepatocelular se detecta mejor en las imágenes ponderadas en T2 obtenidas con tiempo de repetición y tiempo de eco relativamente más breves.470 Como muchos de estos tumores pueden ser difíciles de diferenciar en las imágenes ponderadas en T2471, es importante que la RM realizada en pacientes cirróticos incluya imágenes ponderadas en T1 de alta calidad con respiración contenida e imágenes dinámicas con contraste. Además de la variedad fibrolaminar del carcinoma hepatocelular, este carcinoma se puede desarrollar en pacientes sin cirrosis ni otros factores de riesgo identificables.472,473 En algunos casos la hepatitis viral o el alcoholismo pueden producir carcinoma hepatocelular antes que cirrosis. Incluso en ausencia de cirrosis, muchos de estos carcinomas hepatocelulares “de novo” se forman sobre una lesión hepática inespecífica compuesta por inflamación, esteatosis y fibrosis.472 A diferencia de los pacientes con la variedad fibrolaminar, la mayoría de estos tumores afecta a hombres ancianos que presentan un aumento de la concentración sérica de α-fetoproteína. En los pacientes sin cirrosis, es más probable que el carcinoma hepatocelular sea unifocal que multifocal. Hay dos factores que podrían contribuir a la multifocalidad del carcinoma hepatocelular asociado con cirrosis.473 Uno de los factores es el efecto de campo de las numerosas lesiones nodulares susceptibles a experimentar hepatocarcinogénesis. El otro es la predilección del carcinoma hepatocelular relacionado con cirrosis por la invasión de la vena porta y la vena hepática, con diseminación metastásica intrahepática. El carcinoma que se desarrolla en los pacientes no cirróticos suele ser más grande que en los pacientes cirróticos. El control más frecuente de los cirróticos y el aumento de la reserva hepática funcional en los no cirróticos podrían ser responsables de la diferencia de tamaño en el momento del diagnóstico.473 La necrosis central es muy frecuente en el carcinoma hepatocelular que se desarrolla en los hígados no cirróticos.472 El patrón con realce de gadolinio depende del tamaño y la diferenciación de la lesión.465,474 Los carcinomas hepatocelulares pequeños (menores de 2 cm) suelen revelar un realce intenso homogéneo en la fase arterial de la imagen (Fig. 1-32).465,474 Aproximadamente el 10 al 15% de los carcinomas hepatocelulares pequeños se identifican sólo en la fase arterial y revelan isointensidad en las imágenes sin administración de contraste y las fases tardías de las imágenes con administración de gadolinio.438,465 Durante la progresión de un nódulo displásico a carcinoma hepatocelular, la disminución intranodular del flujo venoso portal precede el incremento del flujo en la arteria hepática, y algunos carcinomas hepatocelulares pequeños pueden carecer de realce con contraste en las fases arterial y de la vena porta, por lo que son hipointensos en esta última fase.475 Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado A B C D E 57 Figura 1-31 ■ Características en la RM de un carcinoma hepatocelular con contenido lipídico y un quiste hepático de 4 mm en un hombre con cirrosis inducida por hepatitis C. A, la imagen ponderada en T1 en fase revela lesiones anteriores hiperintensas y posteriores hipointensas (flecha larga) en comparación con el parénquima hepático circundante. B, en la imagen ponderada en T1 en fase opuesta se muestra la pérdida de la intensidad de la señal en la lesión anterior (flecha) y su isointensidad con respecto al hígado, lo que refleja la presencia de lípidos. C, la imagen ponderada en T2 revela una masa mal delimitada ligeramente hiperintensa y la superficie nodular del hígado cirrótico. La lesión posterior hipointensa en T1 es isointensa con respecto al líquido en esta secuencia, lo que indica que es un quiste (flecha larga). D, en la fase arterial de la imagen ponderada en T1 con contraste se observa refuerzo en la masa anterior (flecha), lo que sugiere el diagnóstico de carcinoma hepatocelular pequeño. E, la fase de la vena porta de la imagen revela un aumento del realce en la seudocápsula del carcinoma hepatocelular (flecha) con disminución central del contraste. El quiste de menos de 1 cm no muestra realce con contraste (flecha larga). 58 Resonancia magnética. Tórax, abdomen y pelvis A B C D Figura 1-32 ■ Características en la RM de un carcinoma hepatocelular multifocal en una mujer con cirrosis relacionada con hepatitis C. A, la imagen ponderada en T1 en fase revela una masa hipointensa heterogénea en los segmentos anterior y posterior (flecha) del lóbulo derecho. También se observa un nódulo hipointenso en el segmento medial subcapsular (flecha curva). B, en la imagen ponderada en T2 con supresión de la grasa se observa que la masa es isointensa con respecto al parénquima hepático. Un nódulo satélite exofítico sobresale de la superficie medial del hígado y se destaca porque su borde presenta aumento de la intensidad de la señal (flecha). C, la imagen dinámica ponderada en T1 con contraste revela una masa hipervascularizada con nódulos hipervascularizados adyacentes (flechas). El nódulo en el segmento medial del lóbulo izquierdo (flecha curva) presenta aumento del realce, lo que también indica un carcinoma hepatocelular. D, en la imagen tardía con contraste con gadolinio no se observan los nódulos más pequeños. Algunos carcinomas hepatocelulares pequeños sólo se pueden detectar en la fase arterial de las imágenes. La masa más grande revela aumento del realce en la seudocápsula (flechas). Los espacios sinusoidales de los carcinomas hepatocelulares con diferenciación entre moderada y escasa son más grandes que los de los tumores bien diferenciados.476 Los espacios sinusoidales más grandes se asocian con aumento del realce de contraste. Algunos carcinomas hepatocelulares bien diferenciados pequeños revelan un realce mínimo en la fase arterial y son hipointensos en las imágenes de la vena porta. Los carcinomas hepatocelulares más grandes revelan un contraste heterogéneo en la fase arterial de las imágenes. La presencia de necrosis, grasa y hemorragia puede contribuir al realce heterogéneo que se observa en las lesiones más grandes.476 Un nódulo ubicado en un hígado cirrótico con realce de contraste en la fase arterial y eliminación durante la fase venosa representa un hallazgo específico de carcinoma hepatocelular; la ausencia de ambos efectos descarta el diagnóstico del carcinoma hepatocelular con alto grado de certeza.477 La cápsula fibrosa o “seudocápsula” tumoral es un hallazgo característico del carcinoma hepatocelular en la RM y se identifica con mayor frecuencia en las lesiones que miden más de 1,5 o 2 cm.474,478,479 La presencia de cápsula se correlaciona con la diferenciación del tumor.480 La cápsula contiene células inflamatorias y estromales, estructuras vasculares y, a menudo, conductos biliares.480 En las imágenes ponderadas en T1 y T2, la cápsula es hipointensa con respecto al hígado circundante.474,480 Las cápsulas con espesor mayor de 4 mm pueden revelar un anillo externo hiperintenso en T2.474 En las imágenes dinámicas con administración de contraste, la cápsula primero revela realce del contraste durante la fase de la vena porta y aumento del realce en la fase tardía Capítulo 1 Técnicas de resonancia magnética y resonancia magnética del hígado (véanse Figs. 1-30 y 1-31).480 La invasión extracapsular del carcinoma hepatocelular se manifiesta como un nódulo tumoral que sobresale a través de la cápsula o como nódulos satélite adyacentes.481 La invasión venosa es una complicación frecuente del carcinoma hepatocelular, y el sistema de la vena porta se compromete con mayor asiduidad que el sistema de la vena hepática.14 La invasión microscópica es más común que la macroscópica.482 Los tumores que invaden las venas tienen más probabilidades de ser grandes, producen concentraciones más elevadas de α-fetoproteína y no están encapsulados.482 La invasión venosa se detecta mejor en las imágenes con contraste (véase Fig. 1-30).14 La presencia de trombos tumorales produce realce de contraste en la fase arterial y se presenta como un defecto de relleno con expansión venosa en las fases portal o tardía.14,474 Las metástasis extrahepáticas se suelen desarrollar en los pacientes con tumores intrahepáticos avanzados (estadio IVA).483 Las localizaciones más frecuentes son los pulmones, los ganglios linfáticos regionales y a distancia, los huesos, las glándulas suprarrenales, el peritoneo y el epiplón. En los pacientes con cualquier forma de cirrosis terminal se suelen detectar linfadenopatías,484 y no es posible distinguir las linfadenopatías benignas de las malignas sólo en función de su tamaño.483 Las características de la imagen que pueden contribuir al diagnóstico de las linfadenopatías malignas son el realce de contraste en la fase arterial o el tamaño creciente.483 Mediante la evaluación meticulosa de los conductos biliares, las arterias hepáticas, las venas porta y hepática y la determinación del tamaño y la distribución de los carcinomas hepatocelulares, la RM puede ayudar a elegir los tratamientos más beneficiosos para cada paciente (incluso el trasplante de hígado).485 Algunas lesiones pueden asemejarse al carcinoma hepatocelular en la RM; por ejemplo, masas de cualquier otro origen (hemangiomas, quistes e hiperplasia nodular focal), anomalías vasculares (cortocicuitos arteriovenosos, seudoaneurismas y diferencias transitorias en la intensidad hepática), fibrosis hepática confluente focal y nódulos regenerativos infartados. Los hemangiomas hepáticos pueden revelar “llenado rápido” en la fase arterial de la imagen. El realce persistente del contraste en el hemangioma durante las fases tardías de las imágenes dinámicas permite diferenciarlo del carcinoma hepatocelular.486 Los cortocicuitos arterioportales pequeños y los seudoaneurismas, que en general se relacionan con antecedentes de biopsia, pueden simular un carcinoma hepatocelular, pero este tumor revela la eliminación del medio de contraste, mientras que el patrón de realce de contraste de los cortocicuitos arterioportales y los seudoaneurismas es similar al del flujo sanguíneo. Las áreas con realce transitorio en la fase arterial pueden asociarse con cortocicuitos arterioportales no tumorales u obstrucción de las vénulas portales, y pueden simular un carcinoma hepatocelular.438,487 La forma en cuña y la preservación de la vascularización interna pueden permitir la discriminación entre las diferencias transitorias en la intensidad de la señal hepática y el carcinoma hepatocelular. En forma alternativa, se puede realizar una RM con “doble contraste”, en la que se inyecta el medio de contraste óxido de hierro superparamagnético antes del gadolinio. Se podría 59 esperar que las seudolesiones incorporen el hierro en forma semejante al parénquima hepático normal y, en consecuencia, se puedan distinguir del carcinoma hepatocelular.488 No obstante, alrededor del 10% de los carcinomas hepatocelulares también revela realce de contraste con óxido de hierro y, por ende, la absorción de hierro no descarta por completo la neoplasia.489,490 En las imágenes de seguimiento, los carcinomas hepatocelulares verdaderos crecen mientras que las seudolesiones permanecen estables o desaparecen.487 REFERENCIAS 1. Campeau NG, Johnson CD, Felmlee JP, et al. MR imaging of the abdomen with a phased-array multicoil: prospective clinical evaluation. Radiology 1995;195:769-776. 2. Cameron IL, Ord VA, Fullerton GD. Characterization of proton NMR relaxation times in normal and pathological tissues by correlation with other tissue parameters. Magn Reson Imaging 1984;2:97-106. 3. Morrin MM, Rofsky NM. Techniques for liver MR imaging. 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