XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina MARCELO TINELLI POR LAS CIENCIAS SOCIALES. Debates del campo comunicacional sobre el concepto cultura y la televisión hegemónica Marcelo Tinelli by the social sciences. Debates of the communication field on the concept hegemonic culture and television Fernanda GARCÍAGERMANIER Leonardo GONZÁLEZ Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de La Plata (Argentina) [email protected] [email protected] Resumen ¿Qué es cultura? ¿Qué debates aparecen detrás del concepto en el campo de la comunicación? ¿Cómo es la televisión de Tinelli? Este artículo se propone ensayar algunas respuestas para estas discusiones que volvieron a emerger luego de que el conductor fuera distinguido “Personalidad destacada de la Cultura”. Problematizar el concepto posibilita recuperar y repensar los aportes de la corriente de los Estudios Culturales nacidos en Inglaterra a mediados del siglo XX, luego apropiados en Latinoamérica por pensadores locales. El diálogo de autores como Raymond Williams, Jesús Martín-Barbero y Néstor García Canclini permite ahondar en una categoría ampliamente trabajada y entendida también como un campo de disputa por la fijación de sentidos. XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina Además, reflexionar sobre lo que representa Marcelo Tinelli en la cultura argentina nos obliga a mirar a la televisión en tanto actor protagónico de la vida cotidiana, y a un modelo hegemónico cuyo origen se ubica a comienzos de la década del 90. Por último, como investigadores y críticos de medios, creemos que observar aquellos años también facilita la comprensión integral de procesos que dan cuenta de la introducción de otras formas de ver y hacer tv, con la hegemonía de la videocultura intacta y fortalecida por nuevas técnicas, canales y prácticas profesionales. Abstract What is culture? What discussions appear behind the concept in the field of communication? How Tinelli television? This article aims to rehearse some answers for these discussions to emerge again after the driver was awarded "Outstanding Personality of Culture". Problematize the concept it allows to recover and rethink the contributions of the current Cultural Studies born in England in the mid-twentieth century, after appropriate in Latin America by local thinkers. Dialogue of authors like Raymond Williams, Jesus Martin-Barbero and Nestor Garcia Canclini can delve into a category and also worked widely understood as a field of dispute over fixing senses. Also, think about what represents Marcelo Tinelli in Argentina culture forces us to look to television as a leading man of everyday life as a hegemonic model whose origin is located at the beginning of the 90s. Finally, researchers and media critics believe that observe those years also facilitates a comprehensive understanding of processes that account for the introduction of other ways of seeing and doing TV, the hegemony of the video culture intact and strengthened by new techniques, channels and professional practices. Palabras Clave: CULTURA, TELEVISIÓN, TINELLI, VIDEOCULTURA XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina Key Words: CULTURE, TV, TINELLI, VIDEO CULTURE 1. El Reconocimiento como instancia de legitimación ¿Qué es cultura? ¿Qué debates aparecen detrás del concepto en el campo de la comunicación? ¿Cómo es la televisión de Marcelo Tinelli? Este artículo se propone ensayar algunas respuestas para las discusiones que volvieran a emerger luego de que el conductor fuera distinguido “Personalidad destacada de la Cultura”. Tomando como punto de partida este premio otorgado el 20 de octubre de 2014 por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires (Argentina), durante la gestión de Mauricio Macri, se origina un ensayo que reflexiona sobre el lugar de Marcelo Tinelli en la cultura y en la televisión argentina. Esta instancia lleva a preguntarnos por los procesos de legitimación de la cultura masiva y de lo popular, insertándonos en los debates que formaron parte del desplazamiento culturalista de los estudios comunicacionales de la década del 80. Entonces, problematizar el concepto “cultura” posibilita recuperar y repensar los aportes de la corriente de los Estudios Culturales nacidos en Inglaterra a mediados del siglo XX, luego apropiados en Latinoamérica por pensadores locales. El diálogo de autores como Raymond Williams, Jesús Martín-Barbero y Néstor García Canclini permite ahondar en una categoría ampliamente trabajada y entendida también como un campo de disputa por la fijación de sentidos. Además, reflexionar sobre lo que representa Marcelo Tinelli en la cultura argentina nos obliga a mirar a la televisión en tanto actor protagónico de la vida cotidiana, y a un modelo hegemónico cuyo origen se ubica a comienzos de la década del 90, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem. Por último, como investigadores y críticos de medios, desde el Centro de Investigación y Desarrollo en Comunicación, Industrias Culturales y Televisión (CeIDTV) de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP, creemos que observar aquel período de tiempo también facilita la comprensión integral de procesos que dan cuenta de la introducción de otras formas de ver y hacer tv, con la XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina hegemonía de la videocultura intacta y fortalecida por nuevas técnicas, canales y prácticas profesionales. 2. El concepto de cultura: debates en el campo de la comunicación Para adentrarnos en la construcción de este apartado nos ubicamos en el gran desplazamiento culturalista que reconfiguró las discusiones de los estudios comunicacionales hacia la década del 80. La demarcación de una línea de tiempo es de suma utilidad para clarificar qué momento de producción académica se intenta recuperar. No obstante, si el objetivo es abordar los debates que acontecieron dentro del campo en aquellos años también se deben retomar algunos lineamientos de períodos anteriores. En consecuencia, empezaremos por explorar la corriente que nació en Inglaterra una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial bajo el nombre de Escuela de Birmingham. A mediados del siglo XX, los pensadores marxistas Raymond Williams, Richard Hoggart y Edward P. Thompson, encuentran en un país devastado por el conflicto bélico un punto de inflexión para repensar sus maneras de interpretar la realidad social y política de la época. Es así que estos tres referentes se distancian de las ideologías más ortodoxas y dan un nuevo sentido a sus militancias dentro de la Nueva Izquierda inglesa (New Left). Desde esta posición es que empiezan a mirar a los sectores subalternos: la pregunta por los de abajo rompe con otras perspectivas críticas (como la de la Escuela de Frankfurt) que se focalizaban en los de arriba para explicar la explotación y alienación de las masas. La observación de la subalternidad implica un desplazamiento importante para la época, ya que se deja de ver a estos sectores desde la carencia y se los dota de positividad. Asimismo, en la medida en que son estudiados, surgen otros enfoques más recortados que inician una tendencia investigativa donde los pequeños relatos1 pueden constituirse en objeto de estudio. 1 Sostiene Armand Mattelart (1987) sobre este punto: “Según escribe Georges Balandier: <Lo más importante (quizás) de la ola por la que se multiplican las investigaciones que versan sobre la cotidianeidad es el reciente movimiento de las ideas que ha hecho reaparecer al sujeto frente a las XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina En 1964, los padres fundadores de la corriente crean el Centro de Estudios Culturales contemporáneos en Birmingham y Hoggart se convierte en el primer director. Esta segunda etapa abarca un período de estudios vinculados al concepto de ideología y está motivada por la relectura del teórico marxista Antonio Gramsci: su noción de hegemonía es clave. Inmediatamente Stuart Hall se incorpora al grupo y pronto obtiene la dirección del Centro en 1968, proponiendo un interesante trabajo anclado en el concepto de cultura. Hall es un jamaiquino negro de clase alta que recién percibe el peso de su color de piel al arribar a Londres, donde incluso resignifica su propia identidad -en esas tierras es negro e inmigrante-. Su narrativa biográfica es un factor determinante en sus propios trabajos de investigación. Cabe destacar que algunos de estos conceptos van a ser retomados en las próximas páginas. La intención de estas líneas introductorias es construir un marco de referencia que permita comprender el recorrido por el cual las discusiones que presenta este ensayo adquieren un lugar preponderante dentro del campo de la comunicación. En este contexto, Inglaterra deja de ser una potencia hegemónica. La clase obrera gana las calles al tiempo que en el escenario mundial empiezan a visibilizarse otros grupos de poder. En coincidencia, la escuela de los Estudios Culturales cruza el Atlántico y desembarca en la Norteamérica de Ronald Reagan. Florecían los 80, a la Guerra Fría le quedaban algunos años y, en medio de este contexto político, también América Latina se apropia de esta corriente mientras caen sus dictaduras militares. Es aquí donde adquieren relevancia, por ejemplo, los trabajos de Néstor García Canclini y Jesús Martín-Barbero2, quien escribe en 1987 uno de los materiales más leídos en estructuras y a los sistemas, a la calidad frente a la cantidad, a la vivencia frente a lo instituido>. 2 Al respecto, se destaca la reflexión del investigador chileno Guillermo Sunkel (2002): “(…) la contribución de Martín Barbero y García Canclini ha sido fundamental porque detectaron la importancia de la temática del consumo en un momento en que la preocupación dominante en los estudios sobre cultura y comunicación en América Latina todavía era el análisis de los mensajes en los medios masivos en tanto soportes de la “ideología de la dominación”. En ese contexto, ellos contribuyeron a generar la inflexión teórico-metodológica desde el énfasis en el mensaje como estructura ideológica a los procesos de consumo. Pero también su aporte ha sido fundamental porque definieron una cierta aproximación conceptual desde la cual sería posible abordar empíricamente el estudio del consumo”. XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina Latinoamérica por los estudiantes de Comunicación: “De los medios a las mediaciones”. Así llegamos al objetivo principal de este artículo: repensar el concepto de cultura, recuperando los debates dentro del campo de la comunicación desde el territorio que habitamos a diario. No por ignorar las teorías provenientes de Europa -su relevancia ya quedó manifiesta-, sino por entender nuestras problemáticas a partir de la posición que ocupamos en el mapa. Incluso, tampoco al hablar de América Latina podemos concebirla como un todo homogéneo. Ni es idéntico el aquí y ahora que nos atraviesa como sujetos, ni lo son las mediaciones, ni las producciones televisivas que proliferan en los distintos rincones de la Argentina y de la región, si de abordar el programa de Marcelo Tinelli se trata. No obstante, este planteo no implica caer en la absoluta ingenuidad. Lógicamente a lo largo de estas páginas encontraremos que los mismos autores latinoamericanos hacen mención a las teorías originadas en el viejo continente. La importancia radica en recuperarlas, apropiarlas y luego de ese proceso encender el televisor para analizar los veinticinco años de pantalla del pibe que un día dejó su Bolivar natal (provincia de Buenos Aires) y se instaló en la Capital Federal. Un camino que hasta nos permite trazar un paralelismo con la propuesta central de Jesús Martín-Barbero. Ni pasivos receptores de medios, ni pasivos receptores de teorías. Líneas atrás destacamos la noción de mediación debido a que es un aspecto fundamental para comprender qué nos está queriendo decir Martín-Barbero con su obra. Mediación es el puente que lleva a pensar en la cultura y a pensar a la comunicación desde la cultura3. Mediación es sacar al sujeto del letargo en el que lo colocaron los estudios comunicacionales de las décadas pasadas para dotarlo de autonomía. 3 Sobre la formulación teórica de Martín-Barbero, Néstor García Canclini (1988) sostiene que este autor “propone reubicar la cuestión comunicacional en el campo mayor de los procesos socioculturales. Su renuncia a perseguir la especificidad de los estudios comunicacionales representa la posición de muchos que, como él, luego de dedicar años a fundamentar la singularidad de esa <disciplina>, concluyen que los medios y los fenómenos de comunicación no pueden ser objeto de una teoría exclusiva. Hay que "abrir su análisis a las mediaciones, esto es a las instituciones, las organizaciones y los sujetos, a las diversas temporalidades sociales y a la multiplicidad de las matrices culturales desde las que los medios tecnologías se constituyen en medios de comunicación”. XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina Resulta oportuno destacar un fragmento del ya citado libro, donde el autor retoma razonamientos de Raymond Williams con el objetivo de reconstruir históricamente el concepto de cultura. “Es en el siglo XVIII cuando cultura entra a significar algo en sí misma, un valor que se tiene, o mejor que sólo tienen o pueden aspirar a tener algunos. La operación de espiritualización va de par con la de exclusión, pues la verdadera cultura se confunde con la educación, y la educación superior -artes y humanidades- quedará reservada a los hombres superiores” (Martín-Barbero, 1987). Apelando a estas concepciones, se puede reescribir la palabra cultura y modificar su inicial por una letra mayúscula: Cultura. Entonces es como reaparecen los discursos que sostienen que hay una Cultura Alta y una cultura baja; parte de las argumentaciones del debate público que se generó con el reconocimiento a Marcelo Hugo Tinelli como “Personalidad destacada de la Cultura” (sic. diploma). En el despertar de los años 90 -y en los albores de VideoMatch y del menemismo-, Néstor García Canclini también se hace eco de la problemática de la cultura con mayúsculas y escribe al respecto: “Las oligarquías liberales de fines del siglo XIX habrían hecho como que constituían Estados, pero sólo ordenaron algunas áreas de la sociedad para promover un desarrollo subordinado e inconsistente; hicieron como que formaban culturas nacionales, y apenas construyeron culturas de élites dejando fuera a enormes poblaciones indígenas y campesinas que evidencian su exclusión en mil revueltas” (García Canclini, 1990). En realidad, textos de este mismo autor producidos durante la década del 80 ya dan cuenta de lo auspicioso que resulta reflexionar sobre el concepto y su entrecruzamiento con los contextos sociales, políticos y económicos. Uno de ellos, llamado “Cultura transnacional y culturas populares” (1988), lleva el aporte del investigador chileno José Joaquín Brunner quien desarrolla un interesante artículo que dialoga con lo presentado por el académico argentino y permite hacer nuevas intervenciones. Ensaya Brunner: “El trabajo de nuestro autor (N.D.A. refiriéndose a García Canclini) se mueve entre el pensamiento de Gramsci y el de Bourdieu, es decir, se mueve en un terreno en el que la cultura expresa siempre un orden simbólico e institucional hegemónico, cuya reproducción se realiza por medio de desigualdades ancladas estructuralmente. Así, como señala García Canclini: <las clases hegemónicas fundan su posición en la continuidad de este capital cultural (como garante de la reproducción de las estructuras sociales) y en la apropiación desigual de ese capital (como mecanismo reproductor de las diferencias)>” (Brunner, 1988). XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina Desde aquí preferimos continuar por el camino del teórico marxista italiano para repensar la cultura. Entendemos que su dimensión adquiere relevancia en los procesos de construcción de hegemonía y que a su vez posibilita pensar en la subversión del orden establecido, siempre y cuando exista organización. Plantea Brunner citando a Gramsci: “La cultura es un hecho no puramente espiritual, ni meramente práctico-cotidiano, sino, más bien, es un hecho que tiene una dimensión esencialmente organizativa. No es que la cultura tenga una <organización>; la cultura es una organización de la cultura. Esto es, una organización material e institucional encaminada a <mantener, defender y desarrollar el 'frente' teórico e ideológico> de la sociedad” (Brunner, 1988). Pierre Bourdieu, en cambio, ofrece una visión de la sociedad como la reproducción continua de lo hegemónico (gracias a la introducción de su concepto de habitus4), del que pareciera no haber escapatoria. Aporta Jesús Martín-Barbero que junto al movimiento de deconstrucción, Raymond Williams -quien recupera a Gramsci- “lleva a cabo otro de reconstrucción del concepto que interesa más a nuestro debate. Se trata, por un lado, de la asunción de la cultura común, de la tradición democrática que tiene su eje en la cultura de la clase trabajadora; y por el otro, de la elaboración de un modelo que permita dar cuenta de la compleja dinámica de los procesos culturales contemporáneos” (Martín-Barbero, 1987). Es en ese modelo donde la noción de hegemonía adquiere centralidad en el análisis, tanto para dar cuenta de la complejidad de las sociedades actuales como para explicar lo que en este trabajo nos convoca: Marcelo Tinelli y el programa que logró resistir a cualquier embate del mercado televisivo (tal vez, por su condescendencia). Sostiene Martín-Barbero que este concepto elaborado por Gramsci hace “posible pensar el proceso de dominación social ya no como imposición desde un exterior y sin sujetos sino como un proceso en el que una clase hegemoniza en la medida en que 4 Martín-Barbero (1987) interpreta el enfoque teórico de Bourdieu: “(…) pasará Bourdieu a una propuesta de análisis de la competencia cultural ubicada de plano en una teoría general de las prácticas. En ella el habitus deja de ser mirado desde fuera -el producto- para pasar a ser "un sistema de disposiciones durables que integrando todas las experiencias pasadas funciona como matriz de percepciones, de apreciaciones y de acciones, y vuelve posible el cumplimiento de tareas infinitamente diferenciadas". Analizada desde los habitus de clase la aparente dispersión de las prácticas cotidianas revela su organicidad, su sistematicidad. Donde no aparecía sino caos y vacío de sentido se descubre una homología estructural entre las prácticas y el orden social que en aquellas se expresa. En esa estructuración de la vida cotidiana desde el habitus es donde se hace presente la eficacia de la hegemonía "programando" las expectativas y los gustos según las clases”. XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina representa intereses que también reconocen de alguna manera como suyos las clases subalternas. Y 'en la medida' significa aquí que no hay hegemonía, sino que ella se hace y deshace, se rehace permanentemente en un 'proceso vivido', hecho no sólo de fuerza sino también de sentido, de apropiación del sentido por el poder, de seducción y de complicidad” (Martín Barbero, 1987). Escuchamos con frecuencia en los distintos medios de comunicación de nuestro país a intelectuales, periodistas, conductores, políticos e incluso artistas disputarse el sentido del término. Como una práctica habitual se configuró en el discurso mediático una vara omnipotente que señala qué es hegemónico y qué no. Las fronteras moldean estructuras: del lado de lo hegemónico se coloca al Grupo Clarín y del otro lado a casi todo lo demás. ¿Por qué hacemos esta observación? En primer lugar porque el conductor, empresario y dirigente del fútbol argentino al momento de ser distinguido como “Personalidad Destacada de la Cultura” ocupaba un lugar preponderante en las noches de la pantalla de Canal 13 (perteneciente al Grupo Clarín). Pero además porque creemos que Marcelo Tinelli representa en el imaginario argentino uno de los íconos más populares de la cultura. Incluso, muchos de los detractores de su reconocimiento, se aferraron a este argumento para descalificar la premiación en nombre de la Cultura. Ahora bien, nos permitimos retomar el recurso de la mayúscula que se utiliza en el diploma (nunca sabremos si fue o no planificado), para reelaborar el esquema y hacer algunas preguntas. ¿Cuánto hay en este Tinelli del siglo XXI de popular y a qué nos referimos con este término? ¿Puede resignificarse esa letra “C” para pensar ya no en la Cultura Alta sino más bien en la Cultura con la mayúscula de lo hegemónico? ¿Es posible concebir al conductor más exitoso de los últimos tiempos como un gran articulador de los intereses de las clases dominantes y de las clases subalternas, en pos de la legitimación y supremacía de un sector específico? Entendemos que la hegemonía -proceso fundamentalmente cultural- se cimienta en el consenso y no en la dominación, lo que nos lleva a descartar todo uso de la fuerza y de la coerción (esto queda reservado para los aparatos de la sociedad política -el Estado en su sentido estricto-). Entendemos también que, para construir hegemonía, se necesita de la alianza de clases, a través de la cual se logran articular los intereses XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina del sector dominante con los de los sectores subalternos, primando la lógica del cálculo costo-beneficio; además de un complejo de ideas y creencias -la ideología, en su sentido amplio- que dé legitimidad a la clase dominante; y de la transformación de los modos de vida de las clases dominadas. En palabras de Antonio Gramsci (1984): “la hegemonía nace de la fábrica y para ejercerse sólo tiene necesidad de una mínima cantidad de intermediarios profesionales de la política y de la ideología”. Tinelli es un intermediario. Uno de los tantos. ¿Y qué le queda al Cabezón de popular? En primer lugar, antes de intentar una respuesta, es necesario especificar desde dónde partimos para definir lo popular. “Gramsci liga cultura popular a subalternidad pero no en modo simple. Pues el significado de esa inserción dice que esa cultura es inorgánica, fragmentaria, degradada, pero también que esa cultura tiene una particular tenacidad, una espontánea capacidad de adherirse a las condiciones materiales de la vida y sus cambios, y a veces un valor político progresista, de transformación” (Martín-Barbero, 1987). Para comprender íntegramente este planteo recuperamos la noción gramsciana de folklore. En función de ello, el texto de Brunner vuelve sobre “Literatura y vida nacional” de Gramsci para explicarnos que “el folklore, representa pues, por el contrario, una concepción del mundo no sistemática ni elaborada, <ya que, como refiere Gramsci, el pueblo (es decir, el conjunto de las clases subalternas e instrumentales...) por definición, no puede tener concepciones elaboradas, sistemáticas y políticamente organizadas y centralizadas>. En realidad, el folklore no es una concepción del mundo sino más bien, una concepción múltiple, <no sólo en el sentido de lo diverso y yuxtapuesto -continúa Gramsci- sino también en el sentido de estratificado de lo más grosero a lo menos grosero>, si acaso no cabe hablar directamente de <un aglomerado indigesto de fragmentos de todas las concepciones del mundo y de la vida que se han sucedido en la historia, de la mayor parte de las cuales sólo en el folklore se encuentran, sobrevivientes documentos mutilados y contaminados>” (Brunner, 1988). El pueblo negocia con Marcelo Tinelli, en una especie de prestación diaria de sus concepciones de clase. Y Tinelli las toma, las organiza y les da lenguaje televisivo, articulándolas con esa Cultura en mayúsculas que reconoce el poder político y económico. De ninguna manera esta operación conlleva un acto excluyente: en la pantalla chica todo está ahí, entrecruzándose delante de cámara. XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina No obstante, retomando al García Canclini de los 90, la división entre “lo culto y lo popular, lo nacional y lo extranjero, se presentan al final de este recorrido como construcciones culturales. No tienen ninguna consistencia como estructuras <naturales> inherentes a la vida colectiva. Su verosimilitud se logró históricamente mediante operaciones de ritualización de patrimonios esencializados. La dificultad de definir qué es lo culto y qué es lo popular, deriva de la contradicción de que ambas modalidades son organizaciones de lo simbólico engendradas por la modernidad, pero a la vez la modernidad -por su relativismo y antisustancialismo- las erosiona todo el tiempo” (García Canclini, 1990). Marcelo Tinelli es, entonces, un poco el pibe que dejó Bolívar; un poco el encantador de masas con excelentes respuestas del público y del rating; un poco el amigo de la clase política (y también enemigo); un poco el productor y empresario; un poco el aporteñado que volvió a Bolívar para comprar el club y el cine del pueblo; un poco el dirigente del fútbol argentino; y un poco el director de orquesta con la habilidad suficiente de articularlo todo. 3. Tinelli de plata: 25 años en la televisión argentina Este artículo queda inconcluso si no se analiza otra categoría fundamental que forma parte de la problemática que aquí se presenta. Nos referimos a la televisión, que desde 1990 viene moldeando a este Marcelo Tinelli del siglo XXI. Es, además, la primera en resistirse a darle un lugar en su grilla y es, al mismo tiempo, la que le entregó los mejores horarios. Ahora bien, somos injustos con quien logró el título de “Personalidad Destacada de la Cultura” si no reconocemos su parte activa dentro de este proceso. Tinelli es mucho más que lo que expresa su diploma. Tinelli es quien, desde hace veinticinco años, viene reconfigurando las propuestas del medio. Cuando el conductor cumplió dos décadas al frente de su ciclo, el ensayista argentino Carlos Mangone escribió un artículo cuyo párrafo introductorio resulta interesante de ser retomado: “Nunca antes en la historia de la televisión argentina un programa, con sus leves variantes de nombre y matices de estructura, ha influido tanto en los XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina cambios y permanencias del sistema general de la programación (…). El relato épico del que se hizo a sí mismo, pasando de soporte de magazine y relator deportivo neutro a empresario, aliado privilegiado de poderosos multimedios. La propuesta también acompañó (o se nutrió) de una serie de cambios estructurales de la televisión argentina que convergieron hacia este presente” (Mangone, 2009-2010). No es la intención hacer un racconto de cada uno de los pasos de Tinelli en la pantalla chica. Tampoco bucear en lo más profundo de los debates que se sucedieron durante la década del 90 en el campo comunicacional. Como ya expusimos, el foco de este trabajo está puesto en el concepto de cultura, en las discusiones de los años 80 y en las teorías que -a criterio personal- posibilitaron dar sustento a la problemática. Sin embargo, sí creemos necesario recuperar textos y autores que dan cuenta de los orígenes de VideoMatch, así como también comparar los inicios del ciclo con el actual ShowMatch. En ese camino es obligatorio hablar de la televisión. En este sentido, la obra titulada “Tinelli. Un blooper provocado” (Mangone, 1992) nos permite hacer memoria sobre los primeros años de VideoMatch, cuando el máximo reconocimiento del conductor era ser el gomazo de las trasnoches de Telefe. Asimismo, retroceder en el tiempo nos recuerda de qué manera, por qué y cómo se introdujeron otras formas de ver y hacer televisión, con la hegemonía de la videocultura intacta y fortalecida por nuevas técnicas, nuevos canales, y nuevas prácticas. Cuando se encendieron las luces de aquel primer VideoMatch, en la medianoche del 1° de marzo de 1990, la revista Billboard colocó en el puesto número 2 del Hot 100, a la canción del dúo pop sueco Roxette llamada “Dangerous” (en español, Peligroso). Su estrofa inicial, traducción mediante, decía así: “Empacas tu maleta/ tomas el control/ te instalas en mi corazón/ y adentro de mi alma/ ¡Fuera de mi camino!/ ¡Fuera de mi vista!/ No me arriesgaré a pisar/ un terreno resbaladizo esta noche”. El relato se torna aún más oportuno si vemos el videoclip del tema: el registro corresponde a un recital de la banda, donde no sólo los artistas cantan frente a una multitud sino que también lo hacen ante algunos televisores apilados sobre el escenario. XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina ¿Premonición? Podría pensarse a esta creación de la industria cultural como una especie de advertencia para los intelectuales de elite, frente a los veinticinco años que estaban por desembarcar en la pantalla chica. Hipótesis que toma más fuerza si se recupera la definición que Peter Weibel hace sobre el Videoclip, citado por el sociólogo y politólogo Oscar Landi (1992) en su obra “Devórame otra vez”. Dice Landi que dice Weibel que “gran parte de nuestra cultura obedece a leyes del rápido desgaste, es desecho en la historia del arte. Precisamente, son los videoclips los que ponen en evidencia y hacen legible este proceso. Al malvender a precios irrisorios las conquistas del surrealismo, del cine gráfico abstracto, del video-arte, etc., al desperdiciar la cultura visual en una rotación acelerada, ponen en evidencia una tendencia que determina a toda nuestra cultura: el éxtasis por la superficialidad, el desecho como estética. Toda la cultura se convierte progresivamente en chatarra, escombro, desperdicios (de la historia)”5. ¿Debemos preguntarnos entonces si es Tinelli uno de los responsables de toda la chatarra televisiva que hoy nos rodea? ¿Debemos horrorizarnos porque encima que redujo la cultura a escombros, se le hizo tamaño reconocimiento? Golpear el martillo de la sentencia es casi como reproducir el comportamiento de su actual jurado de notables. Por eso optamos por un camino alternativo: reflexionar acerca de VideoMatch (más tarde, ShowMatch) en tanto producción popular y masiva a la vez, que se legitima continuamente como pieza fundamental de la hegemónica televisión mercantil. La tendencia que comenzó en los 90, y se fue acentuando con el paso de los años, imprimió las mismas marcas sobre la creación más conocida de Marcelo Tinelli. Entonces dejar de hablar de creación y comenzar a hablar de producto no resulta nada erróneo, sobre todo si se tiene en cuenta el contexto de fundación y consolidación del programa. “El mercado audiovisual, que a todos ficcionaliza como iguales, reposa sobre ese pacto que no es necesario a las posibilidades técnicas del 5 Cabe destacar que frente al planteo de Landi, no tardó en llegar la respuesta de la intelectual argentina Beatriz Sarlo (1992). Entre otras líneas, la pensadora escribe al respecto: “(…) no es menos evidente que el desafecto que Landi siente hacia lo que él denomina 'cultura clásica´, cuyo final se anticipa en celebrar al mismo tiempo que, como ciudadano disciplinado en una república que ha decidido prescindir de las subvenciones, denuncia su carácter parasitario y dependiente del estado. Quiero creer que Landi no ignora que el mercado de arte fue uno de los más prósperos en la década del ochenta, y que los grandes monopolios editoriales privados siguen publicando ´cultura clásica´ para el mercado”. XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina medio sino a la ley capitalista de la oferta y la demanda. La relación de fuerzas es tan desigual (y tan satisfactoria) que nada cambiará salvo que desde afuera se intervenga sobre ella. Pero ¿quién querría hacerlo en estos tiempos de liberalismo de mercado y populismo sin pueblo?”, pregunta Beatriz Sarlo (1994) mientras en nuestro país el ex presidente Carlos Saúl Menem se perfila para ser reelecto y, con ello, sus políticas neoliberales de gobierno. El “hijo de la televisión” planteó como propuesta inicial un “programa pseudopeportivo” (Mangone, 1992) que fue mutando a un ciclo de variedades y promocional, cuyo mundo representado era la mismísima televisión. Además, se destacaba “la <espontaneidad> de un grupo que va de visita al canal; no que lo invade, sino que se lo prestan para que realicen su estudiantina, como si hicieran un circuito cerrado en la secundaria del barrio” (Mangone, 1992). No obstante, si bien aún hay resabios de aquella estudiantina (que por momentos explota un poco más), con la aparición de ShowMatch y de todos sus certámenes de baile, canto y patinaje sobre hielo, comienza a delinearse una etapa donde la sofisticación de la puesta en escena es cada vez más valorada. Atrás quedan los improvisados y, si irrumpen, lo hacen estratégicamente. Los elogios a las megaproducciones copan el aire al tiempo que los camarines y los backstages quedan circunscriptos -principalmente- a los programas satélites de Ideas del Sur6 transmitidos por Canal 13, o por las señales de cable del Grupo Clarín. En los albores de la década del 90, se oferta a varios desconocidos instalándolos “en la responsabilidad de dar cuerpo a arquetipos sociales y culturales (y también televisivos)” y era “el blooper el marco adecuado para que cometan todos los errores posibles sin castigo, sin crítica” (Mangone, 1992). Pero ya con un mercado acaparándolo todo y cada vez más exigente, el error se resignifica y lo que antes era risa pasa a ser frustración y motivo de expulsión de los participantes. Está claro que en esta televisión las lógicas son mercantiles y no cumplir con las expectativas supone atravesar “el duelo”. 6 En noviembre de 2013, el empresario Cristóbal López compró al Grupo Clarín el 30% que le correspondía de la productora Ideas del Sur. Dos meses antes, Marcelo Tinelli (quien creó la compañía en 1996) ya le había vendido a López el 51%. De esta manera, el grupo Indalo, liderado por el también dueño mayoritario del canal de noticias C5N, Radio 10, y las FM Pop, Mega, Vale y TKM, se convirtió en propietario del 81% del paquete accionario. Tinelli conserva el resto (19%). XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina Y es quizás la instancia de “el duelo” uno de los mejores ejemplos para ilustrar a Marcelo Tinelli como el conductor que todo lo junta, todo lo mezcla, y todo lo bendice. Anónimos que, de la noche a la mañana, se convierten en ídolos populares; artistas con veinte años de trayectoria que quedan fuera del certamen porque el jurado y el gran público optan por actuaciones “más carismáticas”… En las competencias de ShowMatch baila el ex boxeador argentino de la categoría peso pesado, Fabio “La Mole” Moli, pero también lo hace el ahora director del Ballet Estable del Teatro Colón, Maximiliano Guerra. En palabras bourdieuanas: “Es una ley bien conocida: cuanto más un órgano de prensa o un medio de expresión cualquiera alcanza un público extenso, más debe perder en matices, todo lo que puede dividir, excluir (…), debe intentar no <chocar con nadie>, como se dice, no levantar problemas o solamente conflictos sin historia” (Bourdieu, 1997). El Cabezón, verdaderamente, consiguió elevarse “pum para arriba”, con un rating que no siempre fue el mejor, pero le garantizó lo justo y necesario para perpetuarse en la pantalla durante veinticinco años. Beatriz Sarlo, por su parte, dedica algunas líneas a las mediciones de las audiencias televisivas, considerando que: “Atada al espejo del rating, la televisión no puede sino proponer una cultura de espejo, donde todos puedan reconocerse. Y este <todos>, precisamente, es el sujeto ideal televisivo: el número más amplio posible es el target de los canales de aire; la ampliación de las fracciones de público hasta incluir a todos los interesados potenciales es el objetivo de los canales de cable. Por el momento, aunque este rasgo no sea necesariamente para siempre, la televisión desea la universalidad o la saturación de los espacios fragmentados (…). Allí donde la democracia complica los mecanismos institucionales y disuelve las relaciones cara a cara, la televisión ha encontrado un campo donde puede operar como medio a distancia que, paradójicamente, encuentra en la representación de la proximidad una de sus virtudes” (Sarlo, 1994). Si bien Sarlo escribe este fragmento en 1994 cabe destacar que compartimos las apreciaciones antes citadas para hacer referencia a la televisión de hoy. Pero ¿de qué modelo de TV hablamos? De acuerdo a Carlos Mangone, las tendencias actuales en la pantalla chica son: “Baja diversificación, poca calidad; concentración de todo tipo; flexibilización en la producción y en el consumo; ultramercantilización; politización antipolítica; desaparición de géneros; legitimación mercantil de lo pésimo; integración funcional de lo experimental; legitimación académica de lo pésimo; integración vertical de la crítica; y legitimación social del rating” (Mangone, 2009-2010). XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina “Se puede y se debe luchar contra el rating en nombre de la democracia”, sentenció en 1997 el sociólogo francés Pierre Bourdieu. Y continuó diciendo: “El rating es la sanción del mercado, de la economía, es decir, de una legalidad externa y puramente comercial, y la sumisión a las exigencias de este instrumento de marketing es el exacto equivalente en materia cultural de lo que es la demagogia orientada por los sondeos de opinión en materia política. La televisión regida por el rating contribuye a hacer pesar sobre el consumidor supuestamente libre e iluminado las restricciones del mercado, que no tienen nada de expresión democrática de una opinión colectiva iluminada, racional, de una razón pública, como quieren hacerlo creer los demagogos cínicos” (Bourdieu, 1997). Según la medidora IBOPE, en su regreso a la pantalla en 2014 ShowMatch marcó un promedio de 30.1 constituyéndose en lo más visto de ese día. Es Tinelli el único conductor argentino que puede cautivar a su público jugueteando con una mascota largo rato frente a cámara, y tener ganado el minuto a minuto. Es quien puede vestirse de mujer y caminar trastabillando sobre tacos altos, y ocupar así más de un cuarto de hora de programa. Marcelo puede tener en vilo a la audiencia -y a unos cuantos periodistas y funcionarios-, pretendiendo una comunicación en vivo con la mismísima presidenta Cristina Fernández. Puede también cortar polleras, editorializar cuando algo del orden de lo político o social no lo convence, y armar y desarmar parejas. Como en una de las tantas “escenas de la vida posmoderna” que describe Beatriz Sarlo, la televisión “nos muestra sus astros, seres excepcionales que, al mismo tiempo, hablan una lengua completamente familiar y no evitan las banalidades cotidianas. <Cultura espejo> de su público mediada por el aura del starsystem. En esta paradoja del democratismo televisivo, se funda una cultura común que permite reconocer a la televisión como un espacio mítico (allí están sus estrellas, que son las verdaderas estrellas de la sociedad de masas) y, al mismo tiempo, próximo: Venus en la cocina, la cocina de Venus. El público se tutea con las estrellas, o se dirige a ellas por el nombre de pila, confía en ellas porque están electrónicamente próximas y porque las estrellas, en lugar de basar su carisma en la lejanía y la diferencia, lo buscan en la proximidad ideológica y de sentimientos” (Sarlo, 1994). Entonces ¿es acertada la decisión del gobierno de Mauricio Macri? Ante tantas habilidades televisivas ¿no merece Marcelo ser “Personalidad destacada de la Cultura”? Finalmente caemos en la tentación de la sentencia. Creemos que a Tinelli XVII Congreso de la Red de Carreras de Comunicación Social y Periodismo de Argentina “La Institucionalización de los debates, estudios e incidencia social del campo de la comunicación” 25 y 26 de agosto 2015 | Córdoba, Argentina nunca antes le quedó tan a medida el título de un diploma. Tinelli efectivamente es una Personalidad Destacada de la Cultura, una de las tantas a las que el poder debe reconocer como tal. Gracias a Marcelo, para los grupos dominantes la construcción de la hegemonía está a un botón del control remoto y en un horario central, el del prime time. Y gracias a Marcelo la ideología se expande a la velocidad del encendido de uno y otro televisor, de una y otra pantalla, y derriba las fronteras territoriales con la complicidad e incondicionalidad del discurso que tradicionalmente inaugura su programa: “Buenas noches, América”. 4. Bibliografía Bourdieu, Pierre (1997). Sobre la televisión. Barcelona, Anagrama. García Canclini, Néstor (1990). Culturas híbridas, México, Grijalbo. García Canclini, N. y Roncagliolo, R. (eds.) (1988). Cultura Transnacional y Culturas Populares, Lima, IPAL. Gramsci, Antonio (1984). Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Buenos Aires, Nueva Visión. Landi, Oscar (1992). "Prólogo" y "El videoclip, lenguaje fin de siglo”, en Devórame otra vez. Buenos Aires, Planeta. Mangone, C., “Tinellismo, veinte años son demasiado. 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