Marcelo Tinelli y sus insólitas cartas de triunfo

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Espectáculos
Página 2/LA NACION
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Sábado 17 de julio de 2010
Los personajes que adquirieron vida (breve) propia
Marcelo Tinelli y
sus insólitas
cartas de triunfo
Continuación de la Pág. 1, Col. 4
Ileana Calabró, Aníbal Pachano, Jorge Lafauci o Francisco (De Narváez),
como en los últimos tiempos. Pero
los ejemplos no se agotan y pueden
remontarse a los inicios mismos de
la era de los programas de Tinelli en
nuestra televisión.
Desde el comienzo
A principios de los 90, cuando ya
VideoMatch había sufrido su transmutación de programa-deportivo-para
salir-del-paso a éxito humorístico, se
generó en pantalla un personaje al que
se conoció como el Tortero. Quien lo
hacía se llama César Santomauro y
trabajaba como chofer de Tinelli. Era
una época en que se había puesto de
moda que muchos artistas, revistas y
agentes de relaciones públicas mandaran tortas de regalo al programa
para que los nombraran al aire. Un
día que había muchas, Santomauro
se puso a ayudar y se las alcanzó al
conductor. En off, Marcela Feudale
gritó: “¡Tortero balín!”, y provocó
una carcajada general con la que nació el personaje que luego adquirió
vida propia. Años después, Santomauro se convirtió en periodista de
automovilismo y trabaja en la radio
en esta profesión.
Pero aun antes que el Tortero,
apareció Boby Goma, otro personaje que puede ser incluido en este
fenómeno. Lo había creado Lionel
Campoy en el teatro under. Un ser
irrompible originado por un científico loco. Mediante unos contactos
casuales, Campoy fue convocado
por la producción y se incorporó,
primero, a Ritmo de la noche y después a VideoMatch. Fue el primer
miembro de VideoMatch que no era
periodista deportivo. Boby Goma cayó muy bien entre los chicos, a tal
punto que salió un muñeco de goma
con su aspecto, que hizo furor entre
los más pequeños. A este producto
se le agregó un CD con canciones
infantiles, que también se vendió
muy bien.
La generación de productos comerciales a partir de estos personajes se
produjo en la historia del programa
en incontables oportunidades. Una
de ellas fue con el Lobizón del Oeste, parodia de un cantante de música
tropical que interpretaba temas con
letras bastante guarangas. Lo hacía
Sergio Gonal, artista marplatense
que, luego de mucho insistir, había
logrado ingresar al equipo de humoristas del programa. Apenas debutó el Lobizón, Tinelli sostuvo que
había que hacer un CD con las canciones. Y, finalmente, sacaron dos:
TropiMatch y TropiMatch 2. El primero superó las 240.000 copias vendidas y el segundo, las 60.000. “Tuve
que prepararme; ir al fonoaudiólogo; estudiar canto. Con el tiempo,
cuando alguien hacía un documental de bailanta, venían a buscar mi
opinión como si fuera músico de ese
género. Y yo lo que hacía era solamente un personaje”, recuerda divertido Gonal.
Otros que no pueden dejar de
nombrarse son el Dinosaurio Bernardo y el Oso Arturo, dos muñecos
que compartieron el primer plano
junto a Tinelli en la conducción.
Bernardo surgió de una canción
infantil que grabó Pablo Granados
en uno de sus discos. Sin que haya confirmación del autor ni de la
producción, la mitología del programa sostiene que el nombre de “dinosaurio” se lo pusieron en honor
a Neustadt, vecino de horario en
el canal y con quien Tinelli había
tenido algunos inconvenientes al
principio, debido a lo tarde que el
periodista le entregaba el programa. En la primera aparición del dinosaurio, éste dio a entender (sólo
con muecas, porque no hablaba)
que era de Independiente. Tinelli
amenazó con echarlo si no se hacía
de San Lorenzo, lo cual generó una
catarata de llamadas del público en
defensa del bicho prehistórico.
Con el tiempo, lo reemplazó Arturo, un oso hormiguero gigante que
tenía la característica de ser muy celoso y de agarrarse a las trompadas
con otros muñecos que traía Tinelli
para provocarlo. Tanto de Bernardo
como de Arturo salieron variados
productos con su imagen para los
más chicos, amén de los imitadores
truchos que ofrecían los servicios
de los muñecos para animar fiestas infantiles.
Otro personaje que adquirió vida
propia –como Figureti, creado por
Freddy Villarreal; el obrero que gritaba “¡Rompé, Pepe!”, que hacía Leo
Rosenwasser; o los Hermanos Loprete– fue Riquelme, que hizo Toti Ciliberto, un albañil paraguayo bastante
irrespetuoso. A espaldas de Tinelli
(a quien nombraba Vinelli) decía
que él era el conductor del programa, que salía con Paula Robles (la
mujer de Tinelli, por ese entonces) y
hasta que era el dueño del canal. El
personaje trascendió a VideoMatch
y generó gran cantidad de notas periodísticas, en las que Ciliberto fue
entrevistado como si en la realidad
fuera el famoso albañil.
Marcelo Tinelli y la audiencia
36,0
35
31,6
30,5
30
27,4
27,3
29,9
28,1
29,9
28,9
28,4
28,2
Chocolate por la noticia
24,3
25
20
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
El protagonismo actual de Ricardo
Fort antes fue conseguido por El
Tortero (César Santomauro), Larry
de Clay o El Lobizón del Oeste
(Sergio Gonal) entre muchos otros
personajes que trascendieron las
cámaras de Ideas del sur
LA NACION
Opinión
Por Marcelo Stiletano
La importancia de la nada
Figuras de concurso
En la lista de figuras que salieron
de esa suerte de cantera mediática
que son los ciclos de Tinelli, está
Nazarena Vélez, que surgió de un
concurso de belleza que se hizo en
VideoMatch y se llamó “MissMatch”.
Ella participó a la edad de 14 años y
fue la ganadora. Luego, su carrera
mediática creció en el seno del ambiente bailantero y revisteril. Otro
caso que nace a partir de un concurso es el de Laura Esquivel, que
surgió en ShowMatch, en un certamen de canto para chicos. Tenía 11
años. Luego trabajó dos años en ese
programa, antes de convertirse en
la estrella de Patito feo.
El inventario de figuras que surgen del universo Tinelli es inabarcable en una nota periodística. Pero
algunos ejemplos sirven perfectamente como muestra de este fenómeno innegable.
Los ratings más altos de los últimos años
Para los chicos
Boby Goma y el Oso
Arturo fueron dos
creaciones que calaron
n
hondo en el gusto de
los chicos, que los
consumían en diferentes
tes
productos
Marcelo Tinelli encontró el secreto de la eterna juventud televisiva. Logró transformar la materia descartable en germen de
interminables polémicas mediáticas. ShowMatch es el centro de
gravedad y desde allí se irradia la
energía con la cual se nutre y orbita a su alrededor un número siempre variable de planetas (léase
programas) parásitos. Necesitan
esa ración cotidiana para mantenerse y, de paso, realimentar a su
fuente originaria.
Lo que se vive hoy en ShowMatch es el aprovechamiento máximo de la nada misma como objeto
de atención. Lo que ahora se reproduce todos los días en términos de
escandalete potenciado hasta en el
mínimo detalle (el “caso Tito” es el
ejemplo más reciente) es la manifestación superadora de una práctica que se remonta a los tiempos
de VideoMatch: sacarle todo el jugo
posible en el momento a una situación llamativa o a algún personaje con llegada directa al público, y
siempre en el momento oportuno.
Tinelli prueba, tira muchas líneas
simultáneas y siempre sabe sacarle provecho a alguna con envidiable habilidad y con sus recursos de
notable animador. Mezcla intuición
con un método imperceptible de ensayo y error, que funciona con éxito
desde hace 20 años.
La historia la escribieron Figuretti, Rossi (marido de Iliana Calabró), Riquelme, Hoppe y tantos
otros. Todos cumplieron su ciclo,
como también ocurrirá con Ricardo Fort y el juego de sus novias,
vulgar vuelta de tuerca de reality shows al estilo de The Bachelor.
Tinelli se mantiene con ellos, pero necesita renovarlos para asegurarse la supervivencia.
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