Sábado - Tiempo ordinario 1) Oración inicial Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente la oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se fundamenten en tu paz. Por nuestro Señor. Amen. 2) Lectura Del santo Evangelio según Lucas 22,24-30 Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor. Él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve. «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas; yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 3) Reflexión • En el evangelio de Lucas, el contexto de la discusión sobre quién es el mayor entre ellos es la última cena. Jesús había terminado de realizar la eucaristía, la mayor señal de su entrega a sus hermanos y hermanas (Lc 22,14-20). Había terminado de mostrar que la prueba más grande de amor es dar la vida para los hermanos (cf. Jn 15,13). Así como Jesús trata de bajar para poder servir, los discípulos tratan de subir para poder mandar. Discuten entre ellos quién es el mayor. Todos los evangelios recuerdan la actitud de los discípulos que quieren ser el mayor y la respuesta de Jesús (Lc 9,46-48; Mc 10,41-45; Mt 20,24-28; Jn 13,12-16). Por lo que se ve, ellos no entienden lo que está ocurriendo. El sufrimiento no combinaba con la idea que tenían del Mesías. Los discípulos no sólo no entienden, sino que continúan con sus ambiciones personales. No entienden la propuesta de Jesús. Estaban preocupados con sus propios intereses. Esto refleja el enfrentamiento y las tensiones que existían en las comunidades, al tiempo de Marcos, y que existen hasta hoy en nuestras comunidades. • La respuesta de Jesús: Entre ustedes no sea así. Jesús reacciona con firmeza y habla sobre el ejercicio del poder. En aquel tiempo, los que detenían el poder no prestaban atención a la gente. Actuaban a favor de sus propios intereses (cf. Mc 6,17-29). El imperio romano controlaba el mundo y lo mantenía sometido por la fuerza de las armas y, así, mediante tributos, tasas e impuestos, lograba concentrar la riqueza de la gente en manos de pocos, allí en Roma. La sociedad estaba caracterizaba por el ejercicio represivo y abusivo del poder y los grandes seguían logrando que el pueblo los llamara bienhechores. Jesús tiene otra propuesta: Dice: “¡Entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes se portará como si fuera el último, y el que manda como el que sirve!” El saca enseñanza contra los privilegios y la rivalidad. Invierte el sistema e insiste en el servicio como remedio contra la ambición personal. • Resumen de la vida de Jesús. Jesús define su misión y su vida: “¡No he venido para ser servido, sino para servir!” Vino a dar su vida en rescate para muchos. El es el mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Aprendió de su madre que dice: “¡He aquí la esclava del Señor!”(Lc 1,38). Propuesta totalmente nueva para la sociedad de aquel tiempo. • Ustedes han permanecido conmigo compartiendo mis pruebas. Seguir Jesús significaba tres cosas: a) Imitar el ejemplo del Maestro: Jesús era el modelo que había que el discípulo o la discípula tenía que recrear en su propia vida (Jn 13,13-15). La convivencia diaria permitía una confrontación constante. En esta "Escuela de Jesús" se enseñaba sólo una única materia: ¡El Reino! Y este Reino se reconocía en la vida y en la práctica de Jesús. b) Participar del destino del Maestro. Quien seguía a Jesús tenía que comprometerse con él a "permanecer con él en las pruebas" (Lc 22,28), inclusive en la persecución (Jn 15,20; Mt 10,24-25). Debía de estar dispuesto a cargar con su cruz y a morir con él (Mc 8,34-35; Jn 11,16). c) Tener la vida de Jesús dentro de sí. Después de la Pascua, se acrecentó una tercera dimensión: identificarse con Jesús, vivo en la comunidad. Los primeros cristianos trataran de rehacer el camino de Jesús que había muerto en defensa de la vida y fue resucitado por el poder de Dios (Fil 3,10-11). Se trata de la dimensión mística del seguimiento de Jesús, fruto de la acción del Espíritu: "Y ahora no vivo yo, sino que Cristo que vive en mí"(Gal 2,20). 4) Para la reflexión personal • Jesús resume su vida en esta frase: No he venido para ser servido, sino para servir. ¿Será que consigo resumir mi vida en una frase así? • Seguir Jesús, imitar su vida, estar con él en las pruebas, tener dentro de sí su vida. ¿Cómo se realizan en mí estas tres dimensiones del seguimiento de Jesús? 5) Oración final Y aunque aguas caudalosas se desborden jamás le alcanzarán. Tú eres mi cobijo, me guardas de la angustia, me rodeas para salvarme. (Sal 32,6-7)