Parte 2 Armando Coz para ocupar la gerencia de desarrollo, encargada de pensar al banco, hacer su plan, desarrollar productos activos y pasivos, estrategias de mercadeo y gestionar la imagen. Ambos habían sido pilares del proyecto Mibanco, en su época de oro, y conocían de microfinanzas. Ya entonces, a pesar de ser un recién llegado, Walther aparecía como el líder en ideas y propuestas para sacar adelante al banco. Conducía un proyecto con el Banco de la Nación, ventanilla del Agrobanco, para dotar a nuestros clientes con tarjetas de débito. Impulsaba una propuesta para implementar un seguro de crédito con la Compañía de Seguros La Positiva y que tenía bastante avanzado. Era quien iba configurando la visión del banco que se quería conformar. Los restantes gerentes expusieron lo que venían ejecutando. En créditos minoristas, de primer piso prevalecían las colocaciones de campaña, sea para cultivos transitorios, como permanentes. Al igual que como había ocurrido en el Banco Agrario, se manejaban hojas de productos que establecían los presupuestos de costos de los productos más importantes. El banco tenía apenas 9 agencias (Piura, Chiclayo, Trujillo, Tarapoto, Pucallpa, Huancayo, Arequipa, Cusco y Puno) y una red de 40 puntos de atención que se denominaban Cear (Centros Especiales de Atención Remota), oficinas de información y de tramitación documentaria. Las agencias tenían muy limitada autonomía para aprobar créditos. Las transacciones, tales como desembolsos y pagos, se efectuaban a través de las ventanillas del Banco de la Nación que estaban conectadas con el sistema informático del Agrobanco. Los costos por transacción cobrados por el Banco de la Nación no eran muy fraternos que digamos y ya para entonces, el Agrobanco había logrado que este mismo servicio lo ofreciera la red del Banco de Crédito a un precio inferior. Operadores y asistencia técnica El banco tenía poco personal y en el campo quienes tenían la relación con los productores clientes eran en realidad, los denominados operadores. Esta era una figura bastante peculiar. Al menos en el papel, estos operadores eran quienes daban asesoría a los clientes para obtener el crédito y luego le debían brindar asistencia técnica. Por eso cobraban una comisión que era pagada por los propios productores. En realidad era un sobrecosto al crédito, pues en términos prácticos estos operadores no brindaban el servicio de asistencia técnica, lo que daba lugar a quejas de los clientes por este cobro adicional. Los operadores se sentían como una fuerza de venta externalizada del banco, pero que no estaba sujeta a los controles habituales de cualquier funcionario bancario. No es extraño que en el fraude de la caña de azúcar en la Libertad, los operadores hubieran sido parte importante y tal vez decisiva, -40-