sobre el amor idílico

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Generado el: 20 November, 2016, 06:55
SOBRE EL AMOR IDÍLICO
Publicado por Lorenzo Aldrete - 06 Abr 2011 15:58
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SOBRE EL AMOR IDÍLICO
Los amantes desfallecen de pasión, lánguido es su sufrimiento, al grado de que no soportarían
prescindir uno del otro. El amor idílico cuya sublime intensidad consume como el fuego no podría
descender a la cotidianidad. Isolda debe morir arrebatada en su canto postrero a Tristán. Es en la
agonía de un destino adverso donde se justifica no descender al mundo de la razón y la medida de las
cosas.
Sería impensable imaginar a Romeo y Julieta yendo de compras o hablando del presupuesto del hogar,
o bien decidiendo algún contrato matrimonial por bienes separados o mancomunados. Nada de esto
cabría en la pasión que aniquila si no es correspondida en exclusividad por otro, o si ese otro deja de
estar en el mundo.
Es por ello que el amor idílico precisa de la incomprensión de todos los que gravitan alrededor de los
amantes y los fiscalizan; esto hace brotar innúmeros motivos para que se inmolen antes que convertirse
en presencias familiares y ordinarias.
El amor idílico no admite triángulos, es refractario a la promiscuidad y sólo es concebible entre un
hombre y una mujer. El erotismo homosexual o lésbico no ha sido cantado para la posteridad como
amor idílico ni es emblema del mismo. No es a Safo y sus fogosas hembras, ni a Sócrates y Alcibíades
a quienes se evoca como paradigmas de esta pasión. Y aunque sin duda haya adalides de la estética
amatoria que excogiten ejemplos de amor homosexual idílico, tal cosa permanece en el crepúsculo de
espesas nieblas, no corresponde a nada en términos de tradición vigente.
El amor idílico nace como fruto prohibido, ha de sufrir hasta lo indecible para unir a los amantes en un
efímero instante que los eternice en su deseo incandescente. ¿Sería soportable un eterno gozo
amatorio? Más bien lo anhelable sería morir en la plenitud del deseo, no despertar del deliquio
avasallador. El amor idílico no tiene que hacer por la vida, no conoce de economía ni de fatiga, no cobra
salario, prestaciones o aguinaldo, no se inscribe en el reino de la necesidad y de la subsistencia.
El amor idílico es el rostro gozoso de la sombría muerte y debe concluir en la muerte, pues ésta lo
justifica y lo sostiene fiel a su esencia hasta el final. Los amantes idílicos sólo conocen la indulgencia, si
algún reproche se hacen es por ausencia, pero jamás por desamor o por traición. Por eso el riesgo del
amor idílico, lo que lo volvería un remedo de sí mismo, sería institucionalizarse, hacer cuentas, pagar
facturas, discutir por desavenencias y mezquindades, en suma, legalizarse.
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Pero también el amor idílico encierra una paradoja, y es que ardiendo hasta la última de las ascuas, no
conoce el erotismo. Es un amor sin desnudez, casto e incorpóreo. Es un amor de buena fe, exento de
malicia. Los cuerpos de los amantes son una simple insinuación, llenan un vacío que la vestimenta
oculta. Lo que une a los amantes es la mirada arrobada, la voz sedeña e íntima, las facciones radiantes,
las manos que acarician con suavidad y se estrechan con vehemencia. El abrazo no palpa ni estruja la
silueta del otro, las lenguas no penetran en el beso la hondonada que anuncian las bocas.
El amor idílico es la negación de la pasión carnal, está eximido del ojo mórbido impregnado de lascivia,
no sabe de secreciones ni de sudor, no huele a nada que brote del cuerpo y su fisiología, requiere del
afeite y del perfume más sutiles. El amor idílico se plasma en una juventud temprana, no sabría
madurar ni envejecer, es una pasión de donceles y de doncellas, irrecusablemente virginales, sin otro
oficio amatorio que el de una etérea atracción incontenible.
Es un amor que podría ensuciarse con facilidad y no volver a ser del todo pulcro si tal cosa aconteciera.
Su palabra es dulcísimo licor y cortesía inquebrantable, no hay en él violencia ni trasgresión del otro, su
esencia es el desfallecimiento en la lasitud de un mundo provisoriamente suspendido.
El amor idílico intenta borrar sus pasos y saltar sobre el interdicto de censores ominosos, pero vuelve a
caer sin remedio en las cadenas del vociferante espectáculo humano y se consume en su condición
mortal. Nada redime al hombre, nada hay en él que haga creíbles sus paraísos. El amor idílico termina
anidándose entre la leyenda y la gesta inverosímil, es la pasión que no sabríamos alimentar y mantener
viva, que calcinaríamos a falta de mejor cosa, y con cuyo polvo pastoso y blanquísimo teñiríamos el
roquedal de nuestro desvarío, para estrellar ahí la frente y descansar del idilio vedado a los que
sabemos que de amor no moriremos…
Lorenzo Aldrete
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Re: SOBRE EL AMOR IDÍLICO
Publicado por nastavik - 05 Abr 2012 22:14
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"Es mejor haber amado y perdido el amor, que nunca haber amado en absoluto".
Alfred, Lord Tennyson
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