Isabelle MORNAT_La gesta de la

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La gesta de las terribles sufragistas en España
Isabelle Mornat
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Isabelle Mornat. La gesta de las terribles sufragistas en España. 2016. <hal-01346431>
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La gesta de las terribles sufragistas en España
MORNAT Isabelle, Université Paris Est Marne-la-Vallée, LISAA EA 4120
Los principales estudios sobre el feminismo en España de finales del siglo XIX y principios
del XX recogen los mismos datos sobre la influencia negativa que pudo tener en España el
movimiento de las sufragistas inglesas. La violencia de las inglesas, rápida y reiteradamente
tachadas de terribles sufragistas en los años del militantismo de confrontación, produjo el
mayor rechazo en España y entre las feministas españolas, cualesquiera fuese su signo
político.
De hecho el movimiento sufragista inglés sirvió en fechas tempranas para nutrir los temores
españoles hacia la mujer política y supuso un límite repulsivo para las demandas feministas
españolas de la segunda mitad de siglo XIX. Permitió delinear los contornos del feminismo de
signo social propio de la península 1. Recordemos tan solo la postura de Faustina Sáez de
Melgar cuando anunciaba su voluntad de abrir un Ateneo de señoras en 1869 subrayando:
«Lejos de mí la idea lanzada en otros países de pedir para la mujer derechos políticos; lejos
toda idea de emancipación2». Comenta Concha Fagoaga al respecto: «La imagen del
sufragismo británico y norteamericano había penetrado. Había que referirse a ella, aunque
fuese para negar su ideología, como en este caso3».
A partir de 1906 fue cuando se planteó ante la opinión pública española la cuestión del
sufragio femenino. El movimiento sufragista español se fragua en los primeros decenios del
siglo, desde la encuesta de Carmen de Burgos en El Heraldo, entre mayo y noviembre de
1906, hasta las dos peticiones para que se concediera el voto a la mujer enviadas al Congreso,
la de la Liga Española para el Progreso de la Mujer de Valencia en 1920, y la de La Cruzada
de Mujeres Españolas lideraba por Carmen de Burgos un año más tarde4.
Nuestro estudio pretende valorar la magnitud de la recepción del movimiento sufragista inglés
en España en su momento de militantismo violento. Existió un seguimiento muy atento y la
proyección que adquirió en la península superó con creces el ámbito de la mera información
para convertirse en objeto de un debate nutrido. Mostraremos que la figura de la sufragista
inglesa de principios del siglo XX fue plasmada por una parte desde el antifeminismo, al
concretar en su violencia los temores decimonónicos hacia la mujer política. Desde la prensa,
se ofrecieron por otra parte varias y distintas lecturas del militantismo violento en femenino
que permitieron encarar, discutir y hasta desmitificar el legado del siglo anterior.
La recepción del sufragismo británico no fue mayoritariamente contraria a las actuaciones
violentas de las sufragistas inglesas, de ahí el título escogido para este trabajo cuya
formulación contradictoria pretende plasmar las tensiones en torno a su figura.
El movimiento sufragista inglés
Después de varios fracasos, el movimiento feminista inglés se centró en la consecución del
voto a finales del XIX mediante campañas de información, grandes manifestaciones y táctica
de lobby parlamentario5. A lo largo de los años 1880, Emmeline Pankhurst y su esposo
participaron en la campaña a favor del sufragio femenino. En 1903, Emmeline Pankhurst creó
la Women’s Social and Political Union al principio con algunas mujeres socialistas del ILP
(Independent Labour Party). A partir de 1905, y en particular después de la ruptura con el ILP
1
Mary Nash, «Experiencia y aprendizaje: formación histórica de los feminismos en España», Historia
Social, n°20, otoño 1994, p. 151-172.
2
Retoma su texto publicado en La Violeta un par de años antes, en La Iberia, 14 de enero de 1869, p. 3.
3
Concha Fagoaga, La voz y el voto de las mujeres (1877-1931), Barcelona, Icaria, 1985, p. 57.
4
Ibid.
5
Catherine-Emilie Corvisy, Véronique Molinari, Les femmes dans l’Angleterre victorienne et édouardienne.
Entre sphère privée et sphère publique, Paris, L’Harmattan, 2008.
en 1907 y mediante el impulso de la hija mayor de Emmeline Pankhurst, Christabel, el
movimiento emprendió acciones espectaculares: invectiva pública y huelga del hambre en la
cárcel, consiguiendo publicidad y buena aceptación en la opinión pública 6.
Más de 3000 mujeres participaron en la primera manifestación sufragista en Londres, el 9 de
febrero de 1907, fecha en la que los periódicos españoles empiezan a interesarse por el
movimiento. En 1911 las acciones se volvieron más violentas: las sufragistas incendiaron
buzones, edificios, destruyeron obras de arte (La Venus al espejo de Velázquez y el retrato de
Thomas Carlyle de Millais). El año 1913 está marcado por varios incendios no solo en
Londres sino en otras partes y se registran un centenar de actos de destrucción en 1914. A
partir de entonces, las sufragistas redujeron o cesaron sus actividades para apoyar las
campañas de reclutamientos en el contexto de la primera guerra mundial.
El rastreo del movimiento sufragista inglés en la prensa española muestra que el militantismo
de confrontación tuvo unas repercusiones más allá de las tradicionales «noticias del
sufragismo que llega del extranjero». Se le dio una amplia cobertura, en especial entre 1907 y
1914. Encontramos artículos en publicaciones periódicas tan dispares como La Vida Marítima
o el Almanaque Bailly-Baillère, que confirman el interés del público lector.
La tipología de las publicaciones es diversa: o bien el periodista comenta un artículo
publicado en otro periódico, o bien se difunden noticias factuales, «telegramas», o artículos de
corresponsales, ya en Londres, ya con más frecuencia en París, o se trata de artículos largos de
análisis. A menudo el tema se aborda con título propio («Las sufragistas inglesas», «Las
terribles sufragistas») más que como parte de las noticias «Desde Londres». La mayor
resonancia coincide con el periodo de actos violentos. En el caso de meros avisos, llaman la
atención los detalles y la frecuencia de las informaciones sobre las actuaciones. A lo largo de
aquel periodo, entre 1907 y 1914, son numerosos también los artículos o reportajes ilustrados
con fotografías.
El siguiente cuadro recoge las ocurrencias de la palabra «sufragistas», quitando las
inoportunas, en los diarios más leídos, en algunas revistas ilustradas y en dos periódicos
satíricos, La Esquella de la Torratxa y Gedeón. El número de artículos refleja el interés que
despertó el tema.
Título del periódico
El Imparcial
(Diario liberal - ala derecha)
El Liberal
(Diario republicano)
El Heraldo de Madrid
(Diario liberal)
La Correspondencia de España
(Diario conservador)
La Época
(Diario conservador)
El Globo
(Diario republicano)
El Siglo Futuro
(Diario católico)
El Nuevo Mundo
(Revista semanal ilustrada)
6
Número de
ocurrencias
183
Naturaleza de los textos
Periodo
Artículos y noticias
1907-1933
85
Sobre todo artículos
147
Sobre todo noticias; artículos
1896 (1)-19071919-(1) 1936
1906-1936
43
Noticias breves
1907-1923
233
Sufragismo no solo inglés,
noticias sobre todo
Noticias sobre todo,
comentarios en artículos más
largos en primera página o en la
«Sección fémina de El Globo
por Sofía de Madrid»
Noticias
1907- 1922-(1)
1934
1908-1920
Artículos (Ramiro de Maeztu),
fotos
1908-1913
132
146
29
1907-1936
June Purvis, «Emmeline Pankhurst et la Women’s Social and Political Union», Martine Spensky (dir.), Les
femmes à la conquête du pouvoir politique. Royaume-Uni, Irlande, Inde, Paris, L’Harmattan, 2011, p. 59-84.
Blanco y Negro
(Revista semanal ilustrada)
Hojas selectas
(Revista mensual ilustrada)
La Esfera (empieza en 1914,
Revista semanal ilustrada)
La Ilustración Artística
(Revista semanal ilustrada)
La Última Moda
(Revista ilustrada
quincenal/semanal)
La Esquella de la Torratxa
(Barcelona, catalán, semanario
satírico ilustrado republicano)
Gedeón
(Semanario satírico conservador
ilustrado)
330
Noticias, artículos, fotos
1891-1914
45
Noticias, artículos, fotos
1907-1921
23
Artículos, fotos.
1914-1930
33
Noticias, artículos, fotos
1907-1916
15
Artículos
1906-1914
14
Noticias, alusiones, caricaturas
sobre todo
1913-1915
21
Artículos
1908-1912
La terrible sufragista: un eco-fantasma del antifeminismo español
Entre 1913 y 1914, el periódico satírico ilustrado L’Esquella de la Torratxa publica seis
dibujos satíricos (cinco en 1913 y uno en 1914) sobre las sufragistas inglesas (fig. 1 a 6)7. Es
decir más dibujos al final que en la revista semanal Punch or the London Charivari en los
mismos años8. El conjunto vuelve a expresar los prejuicios acerca de la figura de la mujer
política del siglo XIX9 y proporciona un eco-fantasma del antifeminismo.
Retomamos la expresión eco-fantasma acuñada por Joan W. Scott que permite entender cómo
operan los mecanismos de identificación colectiva y retrospectiva: «Retrospective
identifications, after all, are imagined repetitions and repetitions of imagined resemblances.
The echo is a fantasy, the fantasy an echo; the two are inextricably intertwined 10». La
historiadora aplica el concepto propuesto al estudio de dos figuras de la identidad feminista, la
oradora y la madre. Entendemos que, del mismo modo, la mujer política cuya fisionomía
evoluciona con los avances sociales desde la lectora de la prensa hasta la oradora, presenta
rasgos estables.
La iconografía satírica, por su naturaleza sancionadora, permite plasmar a la terrible sufragista
inspirándose en el panteón antifeminista del siglo XIX que establece una serie de
equivalencias, continuidades, sustituciones entre las mujeres subversoras del orden
establecido regido por la división de las esferas pública y privada.
7
L’Esquella de la Torratxa es un semanario satírico fundado en 1879, que apareció como sustituto de La
Campana de Gracia, anticlerical y republicano. El periódico apoyó a Lerroux a principios del siglo XX para
luego distanciarse de él tras adherir a Solidaritat Catalana. Ma Cruz Seoane, Ma Dolores Saiz, Historia del
periodismo en España, vol. 3, Madrid, Alianza, 1996, p. 146.
8
Punch or the London Charivari publicó dos dibujos en 1910 y dos en 1913 sobre el tema.
9
Ver Isabelle Mornat, «Iconografía de la emancipación femenina: los fantasmas de la mujer política», Mª Isabel
Morales Sánchez, Marieta Cantos Casenave y Gloria Espigado Tocino (ed.), Resistir o derribar los muros.
Mujeres, discurso y poder en el siglo XIX, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2014, p. 75-86.
10
Joan W. Scott, «Fantasy Echo: History and the Construction of Identity», Critical Inquiry, Vol. 27, No. 2.
(Winter, 2001), p. 284-304, p. 289.
«– Els homes?... Per a què’ls necessitem els homes?
– Amb aixo tens rao. Jo en tot el «dia» no’n necessito cap»
Figura 1: Apa, «Sufragetes», La Esquella de la Torratxa, 21-2-1913, p. 3
Figura 2: «La sufrageta anglesa», La Esquella de la Torratxa, 20-6-1913, p. 9
Figura 3: «La sufrageta», La Esquella de la Torratxa, 11-7-1913, p. 4
Figura 4: «Transformacio», La Esquella de la Torratxa, 8-8-1913, p. 14
Figura 5: Feliu Elias, Apa, «Las terribles sufragetes», L’Esquella de la Torratxa, 18-7-1813, p. 1.
Figura 6: «L’´Orfeo Catalá´», La Esquella de la Torratxa, 19-6-1914, p. 10
En 1843, el retrato de la « Político-Mana » de Gabriel García Tassara incluido en el catálogo
costumbrista Los españoles pintados por sí mismos reúne algunos duraderos estigmas de la
mujer política en España, al indicar: «el furor de la política la posee 11». Si bien no insiste en la
oposición genérica para argumentar sobre la incompatibilidad entre la actividad política y las
funciones femeninas, ampliamente desarrollada en los años 1870, nota: «cuando estamos al
lado de alguna de ellas, nos figuramos por reacción, la mujer ideal que opinan los poetas y nos
parece que las Político-Manas no tienen siquiera fisonomía de mujer [...] Decididamente, la
fisonomía de la mujer política, no ofrece los caracteres de la belleza femenina 12».
De acuerdo con la equivalencia entre roles sociales y atributos esenciales recogida por la
ideología de la domesticidad y la división de las esferas en el XIX, las disidentes, las mujeres
que franquean el límite de la esfera designada y apropiada, se condenaban como mujeres
varoniles o al contrario, más a finales del siglo XIX, como hipersexualizadas, lo que
volvemos a encontrar en algunas caricaturas presentadas (fig. 3 y 4). Mientras los deseos de
emancipación de las burguesas eran mofados como absurdo capricho de mujeres casquivanas
(fig. 1).
La vestimenta que recuerda el traje masculino, la corbata, y las gafas pueden remitir a las
características de las inglesas «modernas» y por ende varoniles en un contexto, el último
tercio del XX en el que ya se asociaban las inglesas con las campañas feministas.
Encontramos un ejemplo de este tipo en la revista satírica ilustrada Madrid cómico en 1890,
11
Gabriel García Tassara, «La político-mana», Los españoles pintados por sí mismos, Tomo II, Madrid, Visor,
2002 [1843] p. 39-47, p. 40.
12
Ibid., p. 41.
con una viñeta dibujada por Cilla que representa el delgado cuerpo de una mujer con el
siguiente comentario: «Es inglesa. No tiene nada convexo… ¡Y hay quien abriga dudas sobre
su sexo13!».
El retrato de la sufragista inglesa que lleva bombas escondidas, retoma más bien una línea
muy en boga en los años 1870 sobre las artes de la apariencia femenina en la caricatura
costumbrista con la que el dibujante muestra a las mujeres desprovistas de los artilugios de la
feminidad pública en sus momentos de intimidad privada (fig. 2).
El dibujo de Feliu Elias, Apa14, en la portada del periódico es un perfecto ejemplo de ecofantasma de la mujer política. El dibujante representa los incendios y las destrucciones de
edificios públicos por las sufragistas inglesas. La desmesurada sufragista de la portada solo
conserva los complementos anteriormente mencionados, las gafas y la vestimenta. Su
complexión forma una coherencia con los ideogramas que remiten directamente al mito de la
petrolera de la comuna francesa: la ciudad en llamas en el fondo (los adoquines vienen a
recordar el entorno urbano), el hacha encendida en la mano y el hacha del cinturón que remite
al posible vandalismo, son los atributos de la matrona en carnes, el tipo de cuerpo femenino
asociado con la petrolera15. La sufragista incendiaria se plasma entonces con atributos que
recuerdan otra figura que encarna la violencia política en femenino, la petrolera. Ésta, ya
formaba parte de la lista de las mujeres disidentes, como lo recalca Eduardo Saco en su
artículo «La Literata» en Las españolas pintadas por los españoles en 1871. Remite el
escritor a la primera literata romántica y a la literata contemporánea, periodista, miembro de
ateneos y asociaciones y dibuja el retrato de la literata del porvenir «es decir, la literata
política, de la ciudadana del club y del folleto, de la proclama y del petróleo16».
La economía iconográfica del dibujo de Apa se apoya en la inmediata legibilidad de la figura
sincrética para poder organizar dentro del comentario otro discurso ajeno a la propia imagen.
Esta legibilidad supone la familiaridad de la figura. La caricatura nominativa de Pankhurst a
partir de un juego de palabra sobre el himno «Els segador» viene a confirmar la familiaridad de
las figuras para el público (fig. 6). Remite sin duda al acto de vandalismo de Mary Richardson
que destruyó parte de La Venus del espejo de Velázquez con una tajadera el 10 de marzo de
1914. Sin embargo la imagen pone en escena a la figura más conocida del movimiento inglés,
aquí se trata sin duda de la hija y no de la madre, que amenaza a Lluís Millet, fundador del
Orfeo catalá que presentó en junio de 1914 un concierto en el Albert Hall de Londres, con una
hoz que remite a su vez al himno Els Segadors del repertorio de la formación coral de Millet.
El conjunto de dibujos satíricos publicados en La Esquella de la Torratxa demuestra que la
figura de la sufragista inglesa es lo suficiente familiar como para ser usada dentro de un
dispositivo a la vez denotativo y connotativo. Otra prueba de la popularidad del tema es la
obra de teatro titulada Las Sufragistas de Gregorio Corrochano y Ricardo F. Murrieta17.
Se trata de una comedia estrenada en el teatro Príncipe Alfonso la noche del 28 de Noviembre
de 1916. La obra se presentó más de diez veces según los anuncios publicados en El Liberal y
13
Cilla, «La colonia veraniega de X», Madrid Cómico, 9-8-1890, p. 5. Aunque desde otros ámbitos, la mujer
inglesa era un ejemplo de modernidad, ver Patrocinio de Biedma, «La madrileña», Faustina Sáez de Melgar
(dir.), Las mujeres españolas, americanas y lusitanas pintadas por sí mismas, Barcelona, Juan Pons,
1881, p. 155-169, p. 156.
14
Feliu Elias, Apa, es una figura del dibujo y del periodismo satírico catalán. Emprendió su carrera de dibujante
en el semanario Cu-Cut! en 1902. Creó y dirigió la revista Papitú lanzada en 1908 que rinde homenaje a los
caricaturistas españoles de antaño y abre espacio a la caricatura extranjera, francesa, alemana e inglesa.
15
Gay L. Gullickson, Unruly Women of Paris : Images of the Paris Commune, Ithaca, NY, Cornell University
Press, 1996.
16
Eduardo Saco, «La Literata», Roberto Robert (ed.), Las españolas pintadas por los españoles, Tomo I,
Madrid, J.J. Morete, 1871, p. 67-73, p. 73.
17
Gregorio Corrochano y Ricardo F. Murrieta, Las Sufragistas. Comedia cómica en dos actos y en prosa,
Madrid, Sociedad de Autores españoles, 1916.
en El Imparcial18. Pone en escena a Marta que se ha educado en Londres, recoge algunos ecos
de las acciones de las sufragistas inglesas, las huelgas de hambre, los actos violentos (Marta
maneja el sable para defender el voto femenino). Marta y su amiga Luisa se vuelven las
introductoras del sufragismo en España y quieren hacer algo «decisivo, que haga ruido, algo
que eche humo, algo que hiera19», y deciden preparar una bomba casera. Pero es otro
protagonista el que es detenido por anarquista y por preparar un atentado. Esta obrita, al
basarse en un dispositivo satírico que escenifica de forma grotesca la violencia sufragista,
evidencia los precisos conocimientos que el público pudiera tener de la situación. A pesar de
la tónica general burlona, las actuaciones y los pensamientos heterodoxos de las protagonistas
no merecen ningún castigo directo en la obra.
La condena de la violencia asociada con la patologización del comportamiento, un rasgo
estable del eco-fantasma de la mujer política, se encuentra en la prensa conservadora, en
especial como es de prever, en El Siglo Futuro, que sin embargo propone también muchas
noticias sin punto de vista particular. Ya en 1908, un articulista del periódico pone especial
empeño en describir lo que viene a ser la violencia femenina:
Las oradoras peroraron ayer, destempladas y frenéticas, desatándose en abominaciones sobre el
sexo fuerte la furiosa locuacidad de la cólera femenina. El entusiasmo rayó en el delirio […]
Trabóse el combate entre mujeres y policía; la ola feminista rompe en espuma de puñetazos,
puntapiés, sombrillazos, alfilerazos, arañazos… en medio de un griterío infernal20.
Los elementos de la descripción recogen los argumentos disponibles desde el siglo anterior,
como el furor enfermizo de la Político-Mana de Tassara. El periodista de El Siglo Futuro
añade la caracterización de los actos violentos propios del sexo débil, cuya lista acrecenta la
descalificación. El eco-fantasma de la mujer política decimonónica se encuentra también y de
modo reiterado en el diario El Imparcial, periódico del ala derecha de la prensa liberal de
importante circulación entonces, en que las sufragistas son las «solterones feas y
hombrunas21». En el periódico se las condena del modo más absoluto preconizando su
internamiento:
En lugar de lanzar tras ellas a los gendarmes o a los jueces, debieran ser asistidas por los médicos
para que éstos las explicaran sus necesidades verdaderas. Una sufragista cogida en flagrante delito
debiera ser conducida al manicomio, donde el suplicio de la famosa alimentación forzada
adoptaría el aspecto terapéutico que le conviniera22.
Sin embargo la postura reacia a los avances en materia de derechos políticos de las mujeres no
es exclusiva de la prensa conservadora. La tendencia general del periódico republicano El
Globo es la de una condena del sufragismo británico como «fanatismo» con sus «plagas,
desmanes, hechos vandálicos23» y «acción terrorífica24». Encontramos una sanción desde los
presupuestos genéricos del siglo XIX cuando el periodista se refiere a «la terrible e indomable
jefa de las sufragistas inglesas Mistress Pankhurst», «ese marimacho que ha conseguido
desarrollar en Londres la anarquía femenina 25». En la línea de un discurso desarrollado ya
entre los republicanos en la segunda mitad del siglo XIX, el periódico defiende la política de
18
El Liberal, 19-11-1916, p. 4, anuncia el estreno, con el reparto completo. En el número del 3-12-1916, p. 4, se
precisa «éxito enorme de risa». La obra se anuncia en El Imparcial, 22-11-1916, p. 4, y en 10 números
posteriores. Nuevo Mundo tacha la obra de «comedia vulgar», 2 de diciembre de 1916, p. 14.
19
Gregorio Corrochano y Ricardo F. Murrieta, op. cit., p. 86.
20
«La ola feminista», El Siglo Futuro, 13-2-1908, nº 170, p. 2.
21
El Imparcial, «La locura de las sufragistas», 9-2-1913, p. 4.
22
El Imparcial, «Actualidad extranjera. Opinión sobre las sufragistas», 16-6-1913, p. 3.
23
El Globo, «Difícil problema», 8-4-1913, p. 1.
24
El Globo, «Las sufragistas inglesas. Escisión entre las sufragistas. Explosión de una bomba», 22-5-1913, p. 1.
25
El Globo, «Mistress Pankhurst, de viaje», 25-9-1913, p. 1.
la mujer o sea la influencia de la mujer en el seno de la familia o un feminismo tradicionalista
centrado en la defensa de la mejora del estado de las mujeres en la familia y en el trabajo 26. La
lectura del conjunto de los artículos deja ver la posible articulación entre la postura
decimonónica a favor de la influencia política de las mujeres en la esfera privada y la postura
de intenso recelo o rechazo ante el sufragio femenino durante el debate de la segunda
República27. Sin embargo no encontramos en el periódico la condena uniforme de los actos de
violencia, uno de los artículos incluso subraya: «La defensa de las ideas necesita de esa
constante labor de tenacidad con que defienden y propagan las suyas las sufragistas inglesas;
de otro modo, los más redentores ideales caen en el más absoluto olvido28».
Más problemáticos aparecen estos actos en los tres artículos que le dedica Isabel Muñoz
Caravaca y Born29 desde las páginas de Acción socialista, revista semanal ilustrada que se
publicó entre 1914 y 1915. El primer texto es una defensa del sufragismo femenino desde un
feminismo igualitario30. En los otros dos, el sufragismo británico resulta ser un incómodo
antecedente. Isabel Caravaca defiende la postura de las sufragistas y al mismo tiempo trata de
minimizar su violencia:
Existe una Internacional Women Suffrage Alliance (Asociación Internacional para el voto de las
mujeres); su comité directivo está en Londres. No escandalizarse; que las que rompen cuadros y
arrancan flores son sólo una fracción, como si dijéramos, un partido ultrarrevolucionario. Pero el
núcleo que forma la cabeza de la Asociación Internacional no rompe nada, no arranca nada, no
hace más que luchar legalmente por el sufragio y trata de reunir y federar a todas las sufragistas
del mundo31.
En su intento para encontrar un punto de enganche con el movimiento sufragista internacional
o un ejemplo de lucha sufragista colectiva, teme sin duda que la violencia pueda servir
claramente los intereses de los detractores, cuando en las mismas páginas de Acción
socialista, el firmante Maligno se escandaliza, no sin un toque de humor, por la destrucción
de La Venus del espejo y por las burradas del «género sufragista32». El siguiente artículo
firmado por Isabel Caravaca con el seudónimo Born cuestiona la objetividad de la prensa
inglesa y vuelve a afirmar que el Comité directivo de la Asociación Internacional no actúa
fuera de la legalidad33.
A través del breve análisis de este conjunto vemos cómo la violencia de las sufragistas se
sanciona con argumentos que ya se habían esgrimido a lo largo del siglo anterior. La terrible
sufragista conforma entonces un evidente y potente eco-fantasma de la mujer política que de
alguna forma encubre las posibles discusiones sobre los medios violentos empleados. Sin
embargo, en otros periódicos surgen análisis muy distintos. Algunos periodistas analizan la
violencia como táctica política cuestionando su legitimidad, sin presupuestos genéricos o
desde la perspectiva de un feminismo igualitario. Otras lecturas, más frecuentes, convierten a
las sufragistas en heroínas, recuperando el valor esencialista de la abnegación que seguía
definiendo a la mujer-madre. En este caso, los actos vándalos, las manifestaciones, los
enfrentamientos con la policía, las huelgas del hambre y las detenciones se transforman en
verdadera gesta de mujeres de las que se admira la constancia y el empeño.
26
El Globo, «El cardenal Gibbons y las sufragistas», 29-4-1913, p. 1 y 20-7-1913, p. 2.
Clara Campoamor, El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, Madrid, Horas y Horas, 2006 [1936].
28
El Globo, 11-10-1913, p. 2.
29
Isabel Muñoz Caravaca y Born (1848-1915) fue feminista y activista afín al socialismo, maestra y periodista.
30
Isabel Muñoz Caravaca, «El voto femenino», Acción socialista, 27-6-1914, p. 11.
31
Isabel Muñoz Caravaca, «Crónica feminista. ¿Y nosotras no?», Acción socialista, 6-7-1914, p. 2.
32
Maligno, «Cuartillas volanderas. Las sufragistas», Acción socialista, 21-3-1914, p. 2.
33
Born, «Crónica feminista. ¡Si las mujeres mandasen!», Acción socialista, 27-7-1914, p. 8.
27
Revolucionarias y heroínas políticas
Desde El Liberal, la violencia política obvia la violencia femenina, en los artículos de Luis
Araquistáin34 o de Wenceslao Fernández-Flores35. Luis Arasquistáin sitúa a las terribles
sufragistas en el campo de la lucha revolucionaria del pueblo y en especial de los obreros36.
Su primer artículo plantea la cuestión de la legitimidad de la violencia en política y equipara a
las sufragistas con los obreros en tanto que revolucionarios. Obviamente el tema central es la
táctica revolucionaria de la que el militantismo de las terribles sufragistas inglesas es un
perfecto ejemplo. Así es como concluye su tercer artículo:
La táctica revolucionaria, en suma, es absurda en un régimen donde hay igualdad de derechos
políticos, y siempre es un mal lamentable; pero donde no hay igualdad, es un mal fatal, necesario,
para imponerse o hacer pensar al resto de la población37.
La situación de las sufragistas no es, como podría parecer primero, un pretexto para abordar el
tema de la violencia revolucionaria. El último artículo que dedica al tema en 1917 hace un
recorrido del movimiento sufragista en vísperas de la votación de la Representation of the
People Act 1918 que concedió el derecho de voto censitario a las mujeres mayores de treinta
años. En este texto recuerda los actos que conformaron la gesta de unas sufragistas
convertidas en «heroicas mujeres» antes de valorar el comportamiento de las inglesas en la
retaguardia de la primera guerra mundial:
La táctica de las sufragistas fue primero pacifista […] Viendo la ineficacia de este procedimiento,
optaron después por la violencia; agredían a los políticos que eran hostiles al sufragio y asaltaban las
grandes tiendas de moda, como protestando de que muchas mujeres se distrajeran en frivolidades
mientras ellas combatían con tanto entusiasmo y sufrían con tanto heroísmo. El heroísmo de algunas
sufragistas era, en efecto, extraordinario; condenadas a prisión por sus agresiones y asaltos a la
propiedad –no faltaron tampoco graves incendios–, se negaron a tomar alimentos, y las autoridades se
vieron obligadas en muchos casos a ponerlas en libertad por temor a unas tentativas de lento suicidio
político38.
El mismo tema sirve de base para una defensa de los derechos de la mujer por Wenceslao
Fernández-Flores que no compartía el mismo ideario político que Luis Araquistáin. Empieza
por reconocer que la violencia es dolorosa pero se justifica para que «los grandes ideales de
redención» se abran paso en la humanidad. Sigue y acaba con un análisis de la situación de
injusta inferioridad de la mujer insistiendo en especial en el «drama» de la mujer fea o de la
mujer pobre39.
Encontramos las mismas líneas argumentativas en los artículos de Ramiro de Maeztu en El
Heraldo de Madrid40. Sus textos aúnan la legitimación de la violencia de las sufragistas con la
ardiente defensa de los derechos de la mujer, camino de las conquistas de la cultura humana.
34
Luis Araquistáin Quevedo (1886-1959) fue primero miembro del Partido Socialista Obrero Español, escritor,
periodista y director de varios periódicos.
35
Wenceslao Fernández-Flores (1885-1964) fue periodista y escritor, conservador. La línea es más crítica en los
demás artículos, en particular los de Matías Peñalba.
36
Luis Araquistáin Quevedo, «La revolución en Inglaterra», 27-8-1912, p. 1 y 30-8-1912, p. 1; «El sufragio
femenino. Revolución de mujeres»,14-5-1913, p. 1; «Inglaterra y el feminismo. Vote for women!», 24-11-1917,
p. 1.
37
Luis Araquistáin Quevedo, «El sufragio femenino. Revolución de mujeres»,14-5-1913, p. 1.
38
Luis Araquistáin Quevedo, «Inglaterra y el feminismo. Vote for women!», 24-11-1917, p. 1.
39
Wenceslao Fernández-Flores, «Crónica. La rebelión», El Liberal, 4-4-1913, p. 3.
40
Ramiro de Maeztu (1874-1936), periodista entonces afincado en Londres y cercano al ideario liberal.
«Destrozos sufragistas», 5-3-1912, p. 1; «Las sufragistas y el carbón», 8-3-1012, p. 1; «Las mujeres en rebeldía»,
6-2-1913, p. 1, «Bombas sufragistas», 23-2-1913, p. 1. En su artículo «Desde Londres. La lucha de los sexos»,
Nuevo Mundo, p. 4, expresa un defensa de la reivindicación del voto sin referirse al militantismo de
confrontación.
El inasequible voto de la mujer es una prueba de su insostenible situación de inferioridad. En
«Bombas sufragistas», contrarresta la patologización del comportamiento desde presupuestos
igualitarios en el campo de la lucha política:
Hace algunos meses proponía un periódico que se sacase a las sufragistas de las cárceles y se las
internase en establecimientos médicos para la cura de enfermedades nerviosas. ¿Cree el colega que
de esa suerte se desarmarían? Imaginad a un hombre cualquiera convencido de la bondad de una
idea política: a Marx, por ejemplo, o a D. Francisco Pi y Margall. ¿Podría inferirse injuria más
cruel a sus partidarios que la de someter a su héroe a un tratamiento médico41?
Sin adentrarse en semejantes equiparaciones que convierten a las terribles sufragistas en
legítimos actores políticos, algunas revistas insisten en la naturaleza de su determinación. En
la revista ilustrada costumbrista Alrededor del Mundo, el retrato de «Heroínas políticas en la
cárcel» incluye un homenaje a las inglesas:
Podrá tener aspectos ridículos la campaña de las sufragistas inglesas en demanda de derechos
electorales, pero demuestra una vez más que las mujeres desarrollan frente a las persecuciones dotes
de entereza y de heroísmo que debieran envidiar muchos hombres42.
Con la misma tónica La Ilustración Artística aborda el tema a través de los cinco reportajes
ilustrados con fotografías que se publican en 1908 sobre salidas de la cárcel y manifestaciones
monstruo43. En ningún momento se detalla o se recoge la violencia del militantismo, al que el
articulista se refiere con los eufemismos «tumulto» o «entusiasmo». El corresponsal incluso
denuncia los actos de algunos contramanifestantes que «armaron un verdadero escándalo»
frente a las «más lindas oradoras44». Será también la postura adoptada por Blanco y negro,
que reconoce los logros de la campaña sufragista inglesa:
Las sufragistas, que en un principio fueron consideradas en Londres como unas perturbadoras
extravagantes del orden social y político, han logrado, con la tenacidad y el esfuerzo de su
propaganda, irse abriendo camino en su persistente empeño de que se les sea concedido el voto
electoral, como un derecho de ciudadanía perfectamente compatible con el sexo45.
Conclusiones
A lo largo del siglo XIX, los retratos de la mujer política esbozan la figura de una mujer
violenta, poseída por el furor político, descontrolada, con sus arrebatos o ímpetus, que
corresponde a su estatuto de transgresora del orden establecido. Obviamente, todavía está
vivo el antifeminismo acerca de las terribles sufragistas iracundas y varoniles, plasmadas
como eco-fantasmas de la mujer política decimonónica, particularmente visible en la
iconografía satírica que retoma rasgos y estigmas del crisol sancionador.
Sin embargo la violencia convierte de forma paradójica a las sufragistas inglesas en actor
político cuyas opciones se discuten, se rechazan o se legitiman. Permite borrar las secuelas de
la normatividad del XIX, el aura de violencia irracional, los brotes de una naturaleza
emocional vinculada a la defensa de los derechos políticos de la mujer que conllevaba de
todas formas la agresión, la ruptura, el desgarro de un modelo genérico para las mujeres que
intentaban franquear los límites aceptables de la actuación social. Las campañas violentas
permitieron cuestionar la violencia patológica de la mujer política imaginaria del siglo XIX y
en algunos casos deshacerse del eco-fantasma para encarar las demandas sufragistas desde un
41
Ramiro de Maeztu, «Bombas sufragistas», 23-2-1913, p. 1.
«Heroínas políticas en la cárcel», Alrededor del Mundo, 8-12-1909, p. 395.
43
La Ilustración Artística, 30-3-1908, p. 222; 22-6-1908, p. 414; 29-6-1908, p. 438; 10-8-1908, p. 530; 28-91908, p. 647.
44
«Londres. Manifestación monstruo de las sufragistas», La Ilustración Artística, 29-6-1908, p. 438.
45
«El Voto de la mujer», Blanco y negro, 23-6-1912, p. 51.
42
punto de vista político y social. Los distintos ecos de la gesta de las terribles sufragistas, desde
el cuestionamiento, hasta el enaltecimiento por heroísmo, pasando por su carácter
imprescindible, supusieron la confrontación fecunda del feminismo igualitario con un
feminismo más asentado en España, construido a partir del presupuesto de la diferencia de
género46. A este respecto, nos parece reveladora del punto de inflexión la síntesis que realiza
María Lejárraga en Feminismo, feminidad, españolismo (1917).
Geraldine Scanlon se refería al ensayo en su estudio pionero subrayando: «En particular, las
actividades militantes de las sufragistas inglesas proporcionan todo un arsenal a los oponentes
del voto; como dijo Gregorio Martínez Sierra, ‘decir sufragista en España equivale a decir
furia del Averno’47». María Lejárraga recoge con detalles la violencia de la sufragista inglesa
«una mujer desgreñada, vestida a medias de hombre, desgañitándose por las calles, peleando a
brazo partido con los guardias, asaltando los coches de los ministros, entrando a viva fuerza
en el parlamento y tirando tomates de los diputados48». Su descripción de los actos violentos
de por sí proyecta una naturaleza violenta como fuerza vital igualitaria lejos del empeño del
articulista de El Siglo Futuro en inventariar lo que podría ser una violencia femenina49. Sirve
como punto de partida de una demostración que aúna los presupuestos genéricos del
feminismo de la diferencia, a través de la referencia a la figura de la madre, con el alegato a
favor del feminismo igualitario que cierra el ensayo, pasando por un breve panorama del
sistema político español poco propicio a reflejar los beneficios de la representatividad. El
ejemplo de las sufragistas aún se percibe en el llamamiento final que cierra el ensayo:
Perdón otra vez, y ¡al asalto, paisanas, con todo valor! “¡Oh guerrera mía!”, dice Otelo a la dulce
Desdémona. ¡A conquistar España, españolas! Una España nueva, digna de los hijos de tales
madres. Y no se avergüencen ustedes de la pelea, no les dé rubor proclamarse de una vez para
siempre feministas50.
La cantidad de artículos sobre el sufragismo británico entre 1906 y los años 1920 no solo
traduce una fascinación por actos extraordinarios sino que permitió alimentar de forma
determinante el debate sobre el voto femenino, sobre la estrategia política que podían adoptar
las mujeres y la legitimidad de tan empeñada lucha. Permitió captar la opinión pública y sin
lugar a dudas tuvo un papel decisivo en un periodo en el que la demanda del voto en España
se conformaba como objeto de lucha colectiva para imponerse a mediados de los años 20.
46
Mary Nash, op. cit., p. 158.
Geraldine Scanlon, La polémica feminista en la España contemporánea (1868-1974), Madrid, Siglo XXI,
1976, p. 151.
48
Gregorio Martínez Sierra, Feminismo, feminidad, españolismo, Madrid, Juan Pueyo, 1917, p. 25
49
«La ola feminista», El Siglo Futuro, 13-2-1908, p. 2.
50
Gregorio Martínez Sierra, op. cit., p. 43.
47
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