Puno contaba por entonces como 8.000 almas, la mayoría indios quichuas y aymaraes. Residía en ella el Prefecto o G o bernador, General Moróte, persona educadísima que tuvo para los nuestros toda clase de atenciones, incluso la de ofrecerles en su casa cómodo hospedaje que aceptaron gustosos. La breve estancia de Isern y Almagro en esta ciudad, sólo les permitió visitar sus alrededores y con este motivo la famosa mina del Manto, cuya riqueza, dice el segundo, costó la vida a su propietario Salcedo, ajusticiado por orden del Virrey Marqués de Montes Claros. La dificultad de encontrar cinco muías que necesitaban para ellos y sus colecciones les puso en el duro trance de tenerse que separar, a fin de no verse expuestos a quedarse en el camino, o abandonar los objetos, con tanto trabajo recogidos. En su consecuencia, Isern partió el 27 por la tarde para la ciudad de Arequipa que distaba de Puno 76 leguas. Ocho días empleó en este penoso viaje, realizado ya sin otra compañía que la del arriero. El 5 de Agosto entró en Arequipa, donde fué objeto de iguales demostraciones de aprecio que en las anteriores ciudades, tanto por parte del Prefecto como de varios españoles que le acogieron en su casa, agasajándole espléndidamente. Visitó en esta ocasión los Valles de «Quequeña» y el Volcán del «Misti» y después de adquirir abundante colección de plantas emprendió el camino de «Islai» a través del arenoso desierto de 30 leguas que se extiende entre esta población y Arequipa, embarcando por fin para el Callao y Lima, a donde llegó el día 23 de Agosto de 1863. Almagro salió también el 27 acompañado del Coronel señor Tobar para Visitar las ruinas quichuas existentes en una posesión de éste. Consistían en torreones de gran altura formados por enormes piedras pulimentadas y destinadas para sepulturas. Conocíanse allí con el nombre de Cilostani. Un precioso lago artificial realzaba el interés de aquellos monumentos. Nuestro viajero tomó notas de todo y después de hacer presente al Coronel, su profundo reconocimiento, continuó su ruta pasando por los pueblos de Hatuncoya, Lampa y Pucará, pernoctando en Santa Rosa el día 28, al pie de