+ La lectura de un texto expositivo

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 La lectura de un texto expositivo
Analiza las características de este tipo de texto, a tener en
cuenta para facilitar su comprensión.
Autor: Mery Aurora Poveda. Asesora pedagógica de FUCAI
en los proyectos de la Fundación Promigas.
Los avances en la forma como se enseña a leer en las instituciones de
educación básica primaria, se han dado principalmente en la lectura de textos
de literatura. En ellos, diferentes docentes han incorporado el acompañamiento
en la lectura de sus estudiantes con actividades antes, durante y después de la
lectura a través de preguntas de tipo contextual, literal, inferencial-predictivo y
crítico.
Para avanzar en los propósitos de mejoramiento, se requiere fortalecer el
dominio de los textos expositivos que se abordan para conocer o aprender
sobre un tema, por lo que aprender a leerlos es de gran valor. La lectura de un
texto expositivo presenta particularidades que es necesario abordar, dada la
función y la estructura que presentan este tipo de textos.
Dos clases de lectura: exploratoria y detenida o a profundidad
Con los textos literarios narrativos estamos acostumbrados a realizar una
lectura continua, dado que su estructura gira alrededor de la línea de tiempo
que atraviesa la narración y los acontecimientos que les van sucediendo a los
personajes lo permite; pero este no es el caso de todos los textos expositivos.
Por ello se hace necesaria después de la indagación de los conocimientos
previos sobre el tema a través de diferentes estrategias (charla informal,
establecimiento de relaciones entre el texto y el título, ilustraciones, ideas y
sentimientos, recuerdos surgidos por el título del tema), la realización de dos
tipos de lectura; una lectura exploratoria de acercamiento inicial y, luego, una
lectura detenida o a profundidad.
La lectura exploratoria
El objetivo de la lectura exploratoria es hacerse a una estructura general del
texto que guie al lector en la búsqueda del aprendizaje del tema que aborda.
En la lectura exploratoria o global, se puede leer el título, el primer párrafo o la
introducción y los subtítulos, para desde allí iniciar el proceso de reconstrucción
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de las redes de significado que tiene el texto y hacer predicciones sobre su
contenido: ¿de qué se trata el texto? (el tema).
También se pueden analizar los gráficos y sus epígrafes para hacerse una
primera idea general de su estructura y contenido: ¿explica un proceso?,
¿describe algo?
Hacer seguimiento a las palabras en itálica o en negrilla para saber si se
refieren a palabras nuevas, a conceptos clave o a los dos. ¿Cuáles de estas
palabras son familiares?, ¿cuáles no?, ¿qué relación tienen con el tema?
A medida que se realiza esta exploración se puede iniciar un punteado de ideas
o construcción de un mapa mental, donde se va dando cuenta de los títulos,
subtítulos e ideas desarrolladas en los gráficos o ilustraciones del texto.
La lectura detenida o a profundidad
Con este primer acercamiento a la estructura temática del texto que nos brinda
la lectura exploratoria, se procede a la lectura detenida de cada uno de los
párrafos para identificar el tema de cada uno y subtitularlo. En caso de que no
tenga subtítulos o palabras clave sobresaltadas, se puede escribir al margen
una palabra clave o una frase temática que diga de qué trata el párrafo. Si el
párrafo tiene varias frases, se puede subrayar la idea principal o sea, la idea
que generaliza lo que se dice del subtítulo. Mientras se adquiere alguna
práctica, se puede relacionar el subtítulo del párrafo con cada una, para ver
cuál es la idea más general. En los textos básicos, la idea principal por lo
general está al comienzo del párrafo.
A medida que se avanza en la lectura, es importante detectar la progresión
temática: ¿se sigue hablando del mismo tema o se cambia?, ¿qué me dicen los
conectores? Además, hay que prestar atención a los referentes contextuales:
¿a quién se refiere con “ella”?
En algunos textos, quizá sea necesario acudir a otros textos para ampliar
algunos aspectos que no son suficientemente claros. Esto puede obligar a
interrumpir la lectura hasta comprender dichos aspectos y luego sí volver al
texto original, por lo que la lectura de un texto puede demorar varias sesiones.
Con todo este trabajo, se complementa o enriquece la toma de notas o mapa
mental iniciada en la lectura exploratoria.
Si la lectura es parte del desarrollo de un tema propio de una de las áreas de
desarrollo curricular, el mapa mental puede complementar o ser enriquecido por
las discusiones que ya se hayan hecho sobre el mismo tema y a partir de allí,
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se puede iniciar la producción de un nuevo texto colectivo o por grupos, que
permita sistematizar los aprendizajes realizados.
Si sólo se quiere dar cuenta del texto, a partir de la toma de notas o del mapa
mental se puede expresar la idea principal y hacer el resumen relacionando la
idea principal con las ideas secundarias.
Inicio con estructuras canónicas
Debido a lo complejo del proceso, al comienzo es recomendable escoger textos
con las estructuras básicas bien definidas, sino en todo el texto, al menos en
algunas de sus partes (pues sabemos que no existen textos “puros”): si es un
texto de clasificación que los subtítulos se refieran a cada una de las clases o
que éstas estén sobresaltadas; si es un texto de proceso, que las fases del
proceso se describan secuencialmente…
Hay que tener en cuenta que muchos de los textos expositivos de los libros de
textos escolares son escritos de forma condensada: parecen más un listado de
cápsulas de conocimiento para memorizar, que un texto que intenta explicar
algo para un novato. Por esta razón, resulta un trabajo de comprensión y
producción textual interesante el comprender y desarrollar cada una de sus
partes, de tal manera que pueda producirse un nuevo texto que pueda ser
comprendido por la mayoría de los niños.
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