La Potencia de la Vaca: La Visión de Tom Lasater Autor: Laurence M. Lasater Texto adaptado por Tito Enrique Dutari El error de manejo más grave en la industria ganadera es la faena o venta de altos porcentajes de cada camada de terneras. El Lasater Ranch después de 40 años de manejo y selección intensiva, retiene el 80-90% de sus terneras y descarta el 20-30% de sus vientres en edad reproductiva todos los años. Esta renovación rápida o “giro de la manivela genética” es la base del impresionante mejoramiento que exhibe su hato año tras año. Esta mejora en el hato de vacas es el aspecto más rentable del negocio de la cría vacuna. En rigor, los novillos para engorde, en pasto o a corral, o los toros, son un subproducto de un establecimiento de cría vacuna, y no el principal, como se considera tradicionalmente. ¿Cuál es la razón para vender terneras? La razón que más frecuentemente se esgrime es que el criador no tiene lugar para retener un alto porcentaje de su producción de hembras para reposición. Esto significa generalmente que no se está entorando a sus novillas a los 13 meses (en los EE.UU.; en el trópico húmedo -como Panamá- de 18 a 22 meses) o no está haciendo un descarte de significación en su hato de vacas. Un servicio temprano y un descarte riguroso son prácticas indispensables para el éxito de toda empresa ganadera de cría. Cuando se inicia un proceso intensivo de selección, el proceso es tener suficiente terneras de reposición para reemplazar todas las vacas que haría falta descartar. El criador que todavía piense que no tiene lugar para retener la mayoría de sus novillas debería hacer la prueba de sólo 21 días. No reconocer la necesidad de retener las novillas equivale a no comprender las posibilidades infinitas de mejoramiento que ellas abren al criador. Que un ganadero diga que no tiene lugar para muchas novillas equivale a decir que tiene demasiado dinero. La segunda razón comúmente esgrimida para no conservar las terneras es que no son suficientemente buenas. Si las sucesivas generaciones de hembras no son mejores que sus madres, significa sencillamente que se están usando toros de calidad inferior al promedio del hato, y esta es una situación que hay que remediar de inmediato. Desde un punto de vista estrictamente económico, la venta para engorde y faena de terneras de destete no es adecuada, por dos razones. La primera y principal es que una vaca de descarte vale siempre más que un ternera para engorde. La ventas brutas de cualquier ganadería de cría se elevarán de manera sorprendente si se descartan vacas en vez de terneras. La segunda razón es que no tiene sentido, obviamente, invertir en toros realmente buenos si casi toda su progenie va a ser faenada o vendida. La idea es conseguir el mejor material genético que uno pueda pagar y obtener ganancias del mismo reteniendo gran cantidad de novillas para exponerlas a los mejores reproductores disponibles. Los pasos siguientes son de aplicación en cualquier lugar y bajo cualesquiera circuntancias: 1) Comprar los mejores toros disponibles y, de ser posible, comprar hembras de la misma fuente. 2) Poner en servicio a todas las hembras al mismo día, todos los años, durante un período corto. La meta de todos deberían ser un servicio de 21 días. Entorar las novillas alrededor de los 13 meses (en los EE.UU.; en el trópico húmedo como Panamá- de 18 a 22 meses). El servicio temprano pone presión selectiva en la precocidad sexual. 3) Hacer diagnóstico de preñez despues de la temporada de servicio y vender las novillas que no hayan quedado preñadas. La vacas vacías pueden ser vendidas al momento del destete. 4) Descarta toda hembra que no presente un ternero al destete, cualesquiera hayan sido las razones. 5) Descartar las vacas que presenten los peores terneros, conforme a la cantidad disponible de reemplazos. Producir un ternero liviano cuesta tanto como producir un pesado. 6) Las vacas deberían amamantar por un período de 9 meses. Sobre el particular decía Tom Lasater: “una vaca, al igual que un tractor, debe trabajar el mayor tiempo posible.” 7) Retener el 80-90% de las terneras para reemplazo. Este programa se llama “genética de las poblaciones” e involucra una selección masiva según principios claramente definidos, combinada con una renovación acelerada tanto de machos como de hembras. La triste verdad es que, en muchos casos, el criador tradicional concentra su esfuerzo de selección de novillas en la evaluación de la cabeza de la ternera, por ejemplo, dejando por fuera los factores más importantes desde el punto de vista económico. Además de fertilidad, un hato vacuno debe tener longevidad y tamaño. “El valor remanente que recuperamos al vender una vaca de descarte representa una porción importante de la ganancia generada por ella, por no decir toda. Por ello, debemos elevar ese valor remanente aumentando su peso” (Tom Lasater). Nunca hay que descartar exclusivamente por la edad. La vaca de edad avanzada cuyos terneros todavía cumplen con todos los estándares de producción es la “perla” que todos buscamos. Es la que introduce la longevidad efectiva en el hato. Está probado que las vacas de mayor edad son productoras de carne más eficientes que las menores. La longevidad tiene un impacto enorme sobre la eficiencia en la producción y en la selección. La longevidad neta se puede calcular restando el total de años improductivos de la novilla durante su desarrollo, de la edad promedio a la cual las vacas de un hato determinado se ponen subfértiles o achacosas. Cuanto mayor sea la longevidad neta, menos novillas harán falta para reponer vacas viejas, y más se las podrá usar para reemplazar a las vacas menos productivas. Por lo tanto, suponiendo iguales tasas de parición, si el hato A tiene mayor longevidad neta que el hato B, podrá mejorar más rápidamente. Estos principios son simples; ponerlos en práctica no lo es. Ello explica, en parte, el hecho de que no sean seguidos de manera general. Si se observan las ideas expresadas hasta aquí, se hace obvio que el manejo de las novillas es el aspecto clave de cualquier operación ganadera de cría. Como se ha dicho anteriormente, la parición de otoño (o principios del invierno para nosotros en el trópico) es probablemente la única manera de lograr estas metas. El Lasater Ranch tiene una parición de 65 días a partir de mediados de agosto, y desteta alrededor de nueve meses más tarde en junio. Las vacas están en excelente estado al tiempo de la parición, y luego de parir pastorean el campo en su mejor condición forrajera, situación que se repite antes del destete. Bajo este sistema, las vacas destetan terneros grandes en edad y peso. Las terneras son cuidadosamente amansadas al momento del destete, y el extremo inferior de cada camada va a la pastura o corral de engorde. El resto es recriado durante el verano con excelentes pastos, y están listas para entrar en servicio el 15 de noviembre sin necesidad de suplementarlas. Muchos establecimientos de cría vacuna tienen que suplementarlas desde el destete al servicio, por falta de calidad ya sea de las terneras o de los pastos disponibles durante esos meses. Estas hembras de 13 meses son servidas por toros de su misma generación en una proporción de 1 a 10 a partir del 15 de noviembre, que es el comienzo del invierno en las llanuras de Colorado, EE.UU. Se les controla la preñez y sólo quedan en el hato Lasater las que han concebido. Esta es la primera gran selección que se les hace a esas novillas. De esta forma, todas las hembras que no son altamente fértiles en condiciones prácticas son eliminadas para siempre. Como ya se ha dicho, “perdemos algunas de las buenas, pero de seguro se van todas las malas” (Tom Lasater). Bajo este sistema, no sólo se identifica y se aparta a todas las indeseables, sino que además las preñadas se integran al programa de servicios que cumplirán el resto de su vida. Una preñez a edad temprana, tras un período corto de servicio, determinará el curso posterior de la vida reproductiva de la novilla. De esta manera, se asegura que cada una de ellas será rentable cada día su vida, pues en el minuto en que deje de entregar un buen ternero al destete, se convertirá ella misma en un dividendo inmediato al venderla al matadero. En otras palabras, en el Lasater Ranch cada hembra de dos años para arriba produce un dividendo todos los años. Si el ejercicio comienza con 600 vientres de 24 meses de edad o más, habrá 600 dividendos en efectivo al finalizar el año. La única razón de ser de una vaca es producir terneros, y es bastante lógico que se les evalúe solamente sobre la base del peso y la calidad de sus crías. Una de las tragedias del negocio ganadero es que los rancheros descartan vacas por las condiciones, cuando las vacas que más hacen por sus crías seguramente lo harán a costa de su propia condición corporal. De las ideas presentadas hasta aquí se deduce que mantener registros en el sentido convencional es una pérdida de tiempo y sirve sólo para ocultar los factores importantes. Tom Lasater lo resume como sigue: “Llevar registro no requiere tener un archivo lleno de papeles. Todo lo que tenemos es una marca en la vaca con su año de nacimiento, y sabemos que si una vaca no ha producido y destetado un buen ternero todos los años, no estaría allí”. Tradicionalmente, el ganadero se precia de su selección y manejo de las novillas, y sin embargo es allí donde tiene las mayores fallas. A lo largo de los años, ha mandado a matar justamente aquellos animales que lo podrían haber ayudado a salir de los tremendos aprietos en que se encuentra ahora. El siguiente comentario, extraído de una revista muy conocida del sector, parece apropiado: “Aunque parezca increíble, gran cantidad de criadores de ganado han arribado a la conclusión de que durante los últimos 50 años han ido para atrás. Entre los suficientemente honestos como para admitir esta amarga convicción están los directores de la Asociación de Ovinos Hampshire. En su reciente encuentro en Portland, observaron una fotografía del mejor corral de ovejas de la Exposición Internacional de Chicago de 1919. Luego de compararlas con las ganadoras de años posteriores y en la actualidad, varios directores dijeron que les gustaría empezar de vuelta con ovejas como las campeonas de 1919.” Esto daría la idea de que los últimos 50 años han sido perdidos para la cría. Lo que se observa aquí puede ser aplicado igualmente a otras razas y a otras especies de ganado”, dice esta asociación en un comunicado autocrítico. Muchos criadores han tendido a culpar a los profesores universitarios de elegir en las exposiciones el tipo equivocado de animal. Quizás algunos de nuestros concursos han estado desencaminados. Nos hemos dejado desorientar por las apariencias y las tácticas de exhibición. Nosotros, como criadores, fracasamos en la búsqueda del verdadero propósito de toda raza: la utilidad. La apariencia significó para nosotros más que la eficiencia en lograr un producto de la calidad adecuada para el consumo…” Es precisamente este argumento el que ha prevenido que la Beefmaster Breeders United (BBU) de los EE.UU. utilice los juzgamientos de ganado en ferias como medida de evaluar los mejores ejemplares. Las hembras son el negocio básico del criador de ganado, cosa que muchos no han sabido reconocer. Frecuentemente, el ganadero ha descartado novillas en vez de vacas, y ha evaluado a las vacas en función de sus apariencias más que la calidad de sus terneros. El único propósito de una vaca es producir terneros, y ésta es la única vara de medida con la que se debería evaluar. © Tito Enrique Dutari