Ya radicado en el barrio londinense de Kensington (en donde después conocería a su primer gran amor y amiga hasta la muerte, Mary Austin), y habiendo egresado de Ealing, Fred se sumó a algunas bandas de rock como la originaria de Liverpool Ibex (1969), que luego cambiaría su nombre a Wreckage; otra de ellas fue Sour Milk Sea. Según testimonios de ex integrantes de Ibex, desde entonces utilizaba el micrófono unido a un soporte sin base para lograr la excéntrica movilidad escénica que siempre lo caracterizó. Siendo aún alumno de Ealing, entre sus amistades se encontraba Tim Staffel, quien fuera voz líder de Smile, proyecto del que él mismo era gran admirador y que en 1970 se convertiría en el parteaguas de su magna trayectoria musical. Princes Of The Universe En una entrevista para el documental de Rudi Dolezal, Freddie Mercury: The Untold Story (2000), Tim Staffel asevera: “Yo era el vocalista original de Smile, la banda antecesora de Queen. Creo que si no me hubiera retirado del grupo, probablemente el mundo hubiera sido diferente”. Y es que el ingreso de Fred a Smile convergió en una total catarsis para la agrupación, empezando por el renombramiento (Queen) que el recién llegado le otorgó al entonces trío. Un sinnúmero de melómanos y más, desde la aparición del cuarteto británico en la escena sonora universal, ha hecho énfasis en que Queen se resume a Freddie, y esto sin desdeñar el genio artístico de Deacon (quien se incorporó en 1971), May y Taylor, pues es sabido que su contribución fue imprescindible para la evolución y permanencia del conjunto. La observación responde a la Farook Bulsara, un ser humano que brilló con luz propia poderosa personalidad del nativo de Zanzíbar. A su descomunal calidad interpretativa, manifiesta desde el estudio de grabación. A la energía que sin excepción derrochaba en cada escenario que hicieron resplandecer. A su influencia en la diversificación de géneros que la banda consagró a través de sus más de 15 álbumes de estudio. Y al sello que sin duda el cantante le imprimió a Queen a lo largo de dos décadas en las que no dejaron de sorprender a la audiencia. The Great Pretender Let’s go chasing rainbows in the sky / It’s my invitation / Let’s all take a trip on my ecstasy / I’m Mr. Bad Guy / Yes I’m everybody’s Mr. Bad Guy / Can’t you see I’m Mr. Mercury / Oh, spread your wings and fly away with me. Además del espléndido ingenio, parte del sello que Freddie logró registrar en cada creación musical y presentación con la agrupación -e individual - a lo largo del orbe, fue su fascinación por interpretar ‘roles’ creados por él mismo. Incluso antes del lanzamiento del primer sencillo de Queen (1973), el cambio de nombre -de Bulsara a Mercury- fue inspirado por esa fascinación. Según comenta el guitarrista del cuarteto en entrevista a Dolezal, “desde entonces Freddie se encubría detrás de un personaje, siendo alguien suprahumano”. Aunque con base en comentarios de sus más cercanos laguna urbana 17 -incluyendo a los integrantes del grupo-, él nunca se divorció del espíritu de Farookh Bulsara. Su inteligencia siempre le permitió llegar hasta donde él mismo se propuso, en todos los sentidos. Su mente libre le concedió la transición en su música e imagen; el contraste de ritmos y sentimientos inmersos en las composiciones entre uno o varios discos. Nunca ‘pidió permiso’ para hacer las cosas, y un ejemplo de ello fue su primer álbum como solista, Mr. Bad Guy (1985), donde hizo evidente la versatilidad de su talento. Lo mismo sucedió con The Great Pretender (1992), mezcla de temas trabajados desde 1987, con otros incluidos en Mr. Bad Guy. Pero indudablemente, hay una obra de valor excepcional en la carrera individual de Freddie. El proyecto que vino a convertirse en una ventana en el mundo de la música. Una creación sin precedentes que nació de la admiración de dos estrellas de géneros opuestos, ópera y rock, Caballé y Mercury, cuyo brillo convergió para dar a luz a una de las obras por las que Fred llegó a manifestar más orgullo: Barcelona (1988). News Of The World Su imagen andrógina -más osada que la de Bowie- durante los primeros años de la banda. Su manera de vivir al extremo. Sus fiestas que, de acuerdo con anécdotas de agosto decenas de personas del medio, han sido de las más extravagantes en la historia del rock. Sus meses en Nueva York, sus años en Munich, siguen dando de qué hablar. Sobre el tema de su sexualidad, no hay mucho qué decir -incluso él nunca dijo nada-, pues a pesar de haber provocado ciertas reacciones en (contadas) ocasiones, su carisma y espíritu de artista fueron siempre protagonistas. Sus dos grandes amores: Mary Austin (antes mencionada), y Jim Hutton, el último amor de su vida. Su muerte. Aunque la causa de la misma no fue anunciada sino hasta un día antes (murió un domingo 24 de noviembre en el 91, en su hogar en Kensington), muchas de las composiciones incluidas en los últimos volúmenes de Queen fueron en parte preludio de la partida de Fred. Lo mismo sucedió con la imagen que portó en las últimas apariciones que tuvo al lado del conjunto británico, la cual hacía evidente un silencioso padecimiento. Aún así, su muerte estremeció al mundo. Nos conmovió a muchos. Al igual que la magia que luego de su adiós nos siguió sorprendiendo, en donde Made In Heaven (1995) podría ocupar el primer lugar e la lista. Sería posible retornar y dar un nuevo recorrido en Zanzíbar, en la India, o en el Londres que alojó a Fred en su época de universitario, y comentar un sinfín de sucesos, detalles y momentos que definieron su vida y esencia. Podríamos hablar de su fascinación por el arte y cultura japoneses, la insólita participación que tuvo en el Royal Ballet, su amor por los gatos, su espectacular residencia de Garden Lodge (Kensington). No habría fin. Disfrutemos la magia aún presente... And long live The King!