JOSÉ ALONSO DÍAZ DIOS SIN IMÁGENES El alcance de la "prohibición de las imágenes" en el Decálogo mosaico, Estudios Eclesiásticos, 48 (1973) 315-326 El segundo mandamiento del decálogo mosaico se refiere a la prohibición de toda imagen o representación de Yahvé. ¿Por qué? Porque toda representación atenta a lo que es esencial al Dios de la Biblia: Éste se ha revelado como un Dios que es esencialmente interpelante a la justicia interhumana. Ahora bien, toda imagen neutraliza la interpelación y atenta, por tanto, contra lo esencial del Yahvé de la Biblia; lo reduce a un "objeto" que no nos interpela y, por eso, nos deja tranquilos en nuestra injusticia. Esta idea está expuesta con singular relieve en el libro de José Porfirio Miranda, Marx y la Biblia; es recogida por José M.ª Díez Alegría en su libro Yo creo en la esperanza y popularizada por un artículo de José M.ª Llanos (Vida Nueva, 19 mayo 1973). Debido a esta interpretación, el segundo mandamiento ha cobrado actualmente un interés fascinante. Pero también ha surgido la duda sobre la solidez de esta interpretación. Para valorarla, hay que ceñirse a los textos y hacer algo de historia de las interpretaciones. POSIBLE EVOLUCIÓN DEL TEXTO DE LA PROHIBICIÓN DE LAS IMÁGENES En el decálogo hay que distinguir la formulación primitiva, más bien breve y apodíctica, de las formulaciones posteriores más desarrolladas. Hay una evolución, hasta llegar tanto al decálogo ritual (Ex 34,17ss) como al decálogo moral (Ex 20, 4-6; Di 5,8-10). Se ha planteado la cuestión de si se trata de imágenes de otros dioses o de imágenes de Yahvé. La respuesta puede aparecer, siguiendo la historia de la prohibición, a través de los textos: el decálogo ritual sólo prohibía "dioses de metal fundido". Parece que permite imágenes de piedra o madera y prohíbe toda ostentación y lujo, producto de una civilización extranjera; el decálogo moral evoluciona prohibiendo absolutamente toda imagen. La historia nos hace suponer que, hasta los profetas, era lícito el uso de imágenes u objetos representativos para el culto, ya que personajes piadosos los sancionaban con su conducta: tanto Gedeón (Jc 8,24ss) como Micab (Jc 17,35), David (1 S 19,13) y Jeroboam I (1 R 12,28) hacen o retienen en sus casas imágenes que representan a Yahvé. Ni Elías ni Amás combatieron las imágenes. Oseas fue el primero que reprobó las imágenes teriomórficas1 de la divinidad. Isaías las condena claramente. Según este recorrido histórico, el decálogo moral debe colocarse entre Oseas, que condena la representación figurada de la divinidad, y jeremías que condena aun toda representación no figurada (Jr 2,27-28). JOSÉ ALONSO DÍAZ EL MOTIVO DE LA PROHIBICIÓN DE LAS IMÁGENES Hay que dilucidar la cuestión de si se refiere a imágenes de otros dioses o a imágenes de Yahvé y los motivos que se alegan, puntualizando además el sentido que tenía la imagen en el mundo oriental. ¿Se trata de representaciones de Yahvé? H. T. Obbink cree que se trata de imágenes cultuales cananeas que pudieron haberse erigido en los santuarios dedicados a Yahvé. Se apoya en el motivo que se da para la prohibición: "Yahvé es un Dios celoso". Se trata, por tanto, de otros dioses. Hay cosas aceptables en esta teoría, pero otras no. Pues, ciertamente, había imágenes de Yahvé, como el becerro de oro de Ex 32 y los que Jeroboam colocó en Dan y en Betel. Por lo tanto, el alegar Yahvé "ser un Dios celoso" para la prohibición de las imágenes habría que explicarlo en otro sentido distinto de tratarse de otros dioses. Sentido de la "imagen" en el ambiente oriental Se creía que en la imagen de la deidad residía un fluido divino. Tener la imagen a su disposición era tener una especie de dominio sobre los poderes divinos. Significaba establecer una religión de tipo mágico en oposición a la auténtica religión que establecía Yahvé. En esta dirección habría que buscar el verdadero motivo de la prohibición del culto. El motivo alegado por el Deuteronomio En Dt 4, cuando Yahvé se revela a Israel en el Hored, sólo deja oír su voz proclamando el decálogo o diez palabras. Yahvé es para Israel, ante todo, palabra intimante y no un puro objeto que se revela. El alcance de la prohibición según estos elementos Por todo el contexto del Éxodo en que se revela Yahvé, se desprende que el Yahvé bíblico es muy original: a) en la revelación de su nombre aparece como el que viene a salvar pero lo hace cuando quiere y como quiere; b) se manifiesta como el Dios de justicia, liberador de los oprimidos, que quiere ser reconocido como tal, ejerciendo la justicia con el prójimo; es fácil demostrar que el decálogo - la Palabra intimante de Yahvé- se resume en la realización de la justicia; c) en consecuencia: toda imagen va contra la esencia del Dios bíblico porque margina, aprisiona o maneja al Dios que interpela la justicia interhumana. La imagen, por otra parte, atenta contra la independencia soberana de Yahvé; d) se comprende así lo que se dice, con motivo de la prohibición de las imágenes, de ser Yahvé un Dios celoso. Yahvé quiere ser aceptado como quien es y quiere adhesión a su persona. La imagen no es él, y Yahvé no tolera que le deformen, aunque le den su nombre a esa deformación. JOSÉ ALONSO DÍAZ Éste fue el pecado continuo de Israel, denunciado por los profetas, la idolatría, abandonar a Yahvé, cambiándole por otros dioses o cosas. EL ENFOQUE DADO EN EL LIBRO "MARX Y LA BIBLIA" Una sección del segundo capítulo: "el Dios de la Biblia" está dedicada a la "prohibición de imágenes de Yahvé", pero la idea está presente en todo el libro y es la idea fundamental. La prohibición de las imágenes El motivo está en la "esencia del Dios bíblico" que se nos da en la revelación del Sinaí: "escuchabais sonido de palabras y no veíais figura alguna, solamente voz". Las "palabras" que oyeron son los mandamientos, síntesis de toda la interpelación de Dios. Si ésta es la verdadera razón de la prohibición de las imágenes, el Dios de la Biblia sólo es captable como "intimación" que lanza hacia la respuesta. No es captable como tema neutro, y deja de ser Dios en el momento en que su interrelación cesa. El hombre sólo puede neutralizarle y hacer cesar su interpelación, objetivándole y convirtiéndole en ídolo. La revelación de Yahvé es especial, el hombre no la conoce sino en la medida que la efectúa. Sólo se encuentra ante el Dios de la Biblia en cuanto se encuentra ante su interpelación que quiere llevar a cabo. Todo "hablar sobre Dios" desde la Biblia no tiene sentido porque se mira a Dios como un "objeto". Ideas convergentes Las ideas fundamentales que entran aquí en juego, se confirman con otros pasajes bíblicos que conviene analizar. Enumeramos algunos siguiendo a nuestro autor. a) Conocer a Yahvé. Dios es Dios al interpelar al hombre, a la justicia interhumana, y en esa interpelación se "conoce a Yahvé". El "conocer" en categorías semíticas, pone en movimiento a toda la persona; "conocer a Yahvé", por muchos textos, es practicar la justicia interhumana (cfr., p. e., Jr 22,13-16). b) El porqué del anticulto. Los profetas anteexílicos se pronuncian contra el culto, en el que queda incluida la "oración", porque lo que Dios quiere es justicia interhumana. La razón es porque el culto, que no está respaldado por la justicia interhumana, pone en contacto con un ídolo y no con el Dios de la Biblia. c) La teologización de las leyes. La ley, en su sentido teológico, es un instrumento del Dios que libera, porque no viene exigiendo cumplimiento como reciprocidad humana por los favores divinos, sino como coronamiento de la intervención de Yahvé que libera de la esclavitud. La ley está dada para que la "opresión" no vuelva a ser nunca realidad dentro de Israel. JOSÉ ALONSO DÍAZ d) El Primer capítulo de la Carta a los Romanos. Pablo, en l,18 dice que los hombres "oprimen la verdad con la injusticia". La verdad, según v 25, es la "verdad de Dios", la que esencialmente interpela a la justicia y a la que el hombre debe responder comprometiéndose totalmente. Los hombres respondieron con la injusticia y así neutralizaron, "oprimieron" la verdad de Dios, no con la falsedad como podía esperarse desde una mentalidad helénica, sino con la injusticia. En el desarrollo de Rm 1,18-32, se juega con el doble sentido de "conocer": el sentido helénico; conocer a Dios como interpelante, y el semítico: no se comprometieron respondiendo a la interpelación de Dios. De esta forma, se extiende a los gentiles la "prohibición de las imágenes", dirigida a Israel. e) El hombre imagen de Dios. Se proscriben radicalmente las imágenes y se insiste en una "imagen de Dios", el hombre. El hombre vivo es como una sensibilización del Dios interpelante. Se mantienen las imágenes que nos interpelan. RECAPITULACIÓN El enfoque dado a la prohibición de imágenes es fundamentalmente acertado y de gran contenido teológico. Recoge la línea de la teología profética que proscribe todas las exterioridades de la religión de Israel -sacrificios, templo, ayunos, oración...-, con las que creían influir de un modo mágico en Yahvé, e insiste en que Yahvé es un Dios de justicia a quien se le sirve desde el interior y con la justicia. El enfoque lo creemos parcial porque insiste en el Yahvé que interpela a la justicia como elemento único al que neutraliza la imagen; y la imagen atenta también contra otro elemento: el Yahvé que se revela como salvador con independencia soberana, que es una Gracia que actúa libremente, misteriosamente, sin que el hombre pueda y deba hacer otra cosa que aceptar esta Gracia que le viene al encuentro y que desborda muchas veces su conocimiento humano. La "imagen" sería aquí un conato de influir mágicamente en Dios. Este aspecto del Dios bíblico es tan importante como el otro. La Iglesia al incorporar el decálogo al cristianismo, prescindió del mandamiento de la "prohibición de las imágenes"; de hecho, este mandamiento es una especificación del primer mandamiento mosaico, y pasó al cristianismo en su forma deuteronómica, como "amor a Dios sobre todas las cosas". El precepto de la "prohibición de las imágenes" sigue siendo de gran actualidad, porque seguimos sometidos al peligro de la idolatría, fabricándonos un Dios que se adapte a nuestros intereses e injusticias, o encuadrándole en nuestras categorías humanas. Notas: 1 Imágenes teriomórficas: Las imágenes de Yahvé como toro, introducidas por el rey cismático Jeroboam. (N. de la R.). Extractó: INMACULADA SOLDEVILLA