Clarín IEco 14 de junio 2015 Mensaje urgente de los mejores emprendedores del mundo World entrepreneur of the year 2015 - “Sean humildes” y “ayuden a la sociedad” fue el llamado que más se escuchó en una cumbre empresarial que organiza E&Y. Luis Ceriotto - MONACO De la primera violación que sufrió mi madre, nació mi hermano. Yo soy fruto de su segunda violación. Ella murió cuando yo nací. Y aun hoy, sigo sin saber cuál es exactamente el día que nací”. Los ojos tristes, la barba rala y crecida de Moshed Altrad contrastan con su impecable traje black tie . Lo acaban de elegir emprendedor del año (“WEOY, World Entrepreneur of the Year”) entre representantes de 56 países, convocados por la consultora internacional Ernst &Young. Se trata de un encuentro que comenzó hace casi tres décadas en Estados Unidos y, ahora con su sede en Mónaco, pasó a ser el equivalente del Foro de Davos para los emprendedores. Altrad tiene su cuartel general en Montpellier, Francia, y maneja un holding de 110 empresas cementeras y productoras de materiales para la construcción. Factura casi 1.000 millones de dólares al año y emplea 7.000 personas. Pero lo primero que cuenta, al subir a recibir su premio, es el terrible comienzo de su vida. Durante cinco días, acá en este balneario que es símbolo del lujo más exclusivo desde mediados del siglo XIX, se fue extendiendo entre los 400 asistentes un mensaje de doble lectura. Altrad, nacido en una tribu beduina de Siria, inmigrante, multimillonario, encarna ese mensaje a la perfección: un capitalismo cada vez más potente, de empresas que se expanden de manera geométrica, pero con dueños que se esfuerzan por mostrar un rostro humano. Rebecca MacDonald, presidente del Jurado, lo planteó sin vueltas: “Quedamos impresionados por su capacidad para construir un negocio de gran éxito, pero también por su humildad y carácter”, Tres días antes, Howard Schultz había planteado algo similar: accionista y director general de la cadena Starbucks, Schultz les dijo a los empresarios que se mantengan humildes (“stay humble”) y machacó una y otra vez con que la búsqueda de ganancias “no debe ser un fin, sino una consecuencia”. Shultz pasó su mensaje sentado en el escenario de la Opera de Monte Carlo, el lujoso teatro que comparte edificio con el Casino. La premiación de Altrad, con su conmovedor discurso, también fue de doble lectura: minutos antes del premio, un megashow de fuegos artificiales había iluminado la bahía poblada con yates que cuestan de dos millones de dólares para arriba. Durante la convención también resonó otro mensaje de este tipo, pero esta vez con burbujas: “No le hagan un monólogo al mercado, es preferible que mantengan un diálogo. Busquen la personalización”, recomendó Muhtar Kent, el número uno de The Coca-Cola Company. Kent no para de vender: mientras describe la estrategia de su empresa, bebe en pleno escenario una Coca etiqueta roja. Nada de bajas calorías. Mónaco es un peñón irregular, inserto en plena Costa Azul. Tiene apenas dos kilómetros cuadrados (acá un alquiler de un departamento caro cotiza a unos 19.000 euros por mes) y ascensores públicos por aquí y allá, para ayudar los desplazamientos de a pie: en apenas 100 metros de distancia se puede terminar subiendo el equivalente a seis o siete pisos. Se respira lujo a la enésima potencia: si uno se para en una esquina, a lo largo de una hora habrá visto pasar entre dos y tres Ferraris. Los autos alemanes, aquí, parecen de clase media. El centro neurálgico de este “2015 World Entrepreneur of the Year” es el hotel Hermitage, un edificio de la belle epoque lleno de mármol, terciopelo y recovecos hacia arriba, abajo y a los costados. Acá tienen sitio encuentros públicos y privados, con un profuso intercambio de tarjetas. El idioma que manda es el inglés: los franceses se adjudican la invención del auto, pero aquí en la convención quien habla del tema es Bill Ford, bisnieto de Henry. “El cambio que se viene en nuestra industria es rápido y furioso”, plantea, con humor. “Nos va a cambiar dramáticamente el modelo de negocios. Es impresionante la manera en que Apple y Google se están moviendo hacia este espacio”. Las historias de los 56 emprendedores seleccionados para competir por el premio Emprendedor del Año son realmente distintas entre sí. “Cada filial de EY tiene su relativa autonomía para la selección de su representante”, confían en la delegación argentina, que encabeza Eduardo Coduri. La elección del argentino Hugo Sigman para esta edición deja poco margen para la duda: el jurado de 16 integrantes que lo eligió en Buenos Aires es una muestra compacta, y a la vez variada, del empresariado local (ver entrevista). América Latina está representada por seis países: el mexicano Sergio Argüelles, desarrollador de predios industriales, es fuerte en todo México y también tiene negocios en EE.UU. Cuenta que tiene en Río II (Córdoba) un predio en venta y despotrica contra las trabas para girar dólares desde Argentina. Los colombianos Gigliola Aycardi y Nicolás Loaiza tenían algunos adeptos para el premio, ya que armaron su cadena de gimnasios Bodytech, hace 25 años, con un plan de negocios y un auto viejo que vendieron como único capital: una historia de emprendedores al 100%. Ellos también anduvieron por la Argentina, pero era 2002 y les dijeron que mejor se fueran corriendo. Terminaron comprando una cadena de gimnasios en Chile. Rolando Carmona, chileno, produce martillos para la industria minera. Ahora está por poner su propia fábrica en Alemania. El uruguayo John Schandy opera puertos y zonas francas en Montevideo y Río Grande do Sul. Rosario Bazán, peruana de Trujillo, exporta 90% de los espárragos que produce su empresa Dan Per. Y está Sigman, quien desde el grupo Insud produce desde medicamentos hasta películas: es coproductor de Relatos Salvajes y fabricante de la cuarta parte de todo el Omeprazol que se consume en el mundo, entre otras actividades. La fiesta del sábado a la noche, con alfombra roja incluida, no es apta para los mal dormidos: comienza a las seis de la tarde y termina a la medianoche. Los 56 representantes van subiendo al escenario a recibir la distinción: hay un ganador, sí, pero los organizadores logran que cada uno de participantes sientan que ganaron, sólo por estar ahí. ”El empresario es indispensable en la sociedad para generar valor” Galardón. Hugo Sigman, uno de los 56 empresarios del WEOY 2015. Luis Ceriotto Hugo Sigman y su esposa Silvia Gold encabezan el grupo Insud, que comenzó en 1977 en una oficina en España, que llamaron Chemo. Hoy Chemo es un conglomerado farmacéutico que exporta sus productos a 100 países y que está bajo la batuta de Leandro, el mayor de los tres hijos del matrimonio. Bajo el paraguas de Insud hay actividades que facturan en conjunto 1.400 millones de dólares por año: están diversificados, además, en biotecnología, industria editorial, turismo y producción cinematográfica. En Mónaco, el rol de Sigman como coproductor de Relatos Salvajes levantó no poco revuelo. Entre los representantes de 56 países había otros dos empresarios farmacéuticos. Pero ninguno había competido por el Oscar. –Se vienen las elecciones. ¿Cómo imagina la Argentina de los próximos años? –Viví muchos años en España y quedé impactado por la formula que hizo que España se desarrollara. Lógicamente hubo un factor económico muy importante, que fue el ingreso de España al Mercado Común Europeo, que le generó un recurso muy importante. Pero hubo un factor político, que duró muchos años, que fue pensar en grande. En un momento se lo llamó el Pacto de la Moncloa. Pensar en grande significa juntarse por los intereses importantes, estratégicos, del país. No te quiero hacer nombres ahora, pero imagino 15 o 20 personas de distintos partidos políticos que hoy están enemistadas y estoy seguro de que si los juntás en una mesa, tienen muchos intereses en común. Me imagino una Argentina donde confluya la gente que tiene más puntos en común de lo que hoy se supone que tienen y que confluyan en los grandes temas de desarrollo de nuestro país. –Una concertación. –Es indispensable una concertación política. Es muy difícil que se logre estabilidad en el modelo sin esta concertación. Hace falta que participe el Gobierno, el sector sindical, el sector empresario. Hoy está dividido el sector sindical, el sector empresario, están divididos los políticos. El país se dividió. Están divididas las familias, están divididos los amigos. Es un país donde lamentablemente no hemos sabido construir un ideario común. Me parece que es indispensable. Si quiero imaginar un país un poco mejor, creo que esto es fundamental. Sigman fue elegido “Empresario del año” por un jurado de empresarios, ejecutivos y consultores y que estuvo integrado por Daniel Novegil (Ternium), Carlos Miguens (MBH), Juan José Aranguren (Shell), Miguel Kozuszok (Unilever), Enrique Alemañy (Ford) y Gerardo Bartolomé (Don Mario). También formaron parte Gustavo Grobocopatel (Los Grobo), Marcos Galperín (MercadoLibre), Martín Migoya (Globant), Carlos Rozenkrantz (San Andrés), junto con Miguel Kiguel, Sergio Berensztein, Clarisa Estol, Santiago del Sel y Santiago Bilinkis. –¿Qué rescata del gobierno de Cristina Fernández? –El Gobierno tuvo una primera etapa, a mi modo de ver, extraordinaria. Conjugó la macroeconomía con la microeconomía y pensar en los que menos tienen. Lo que hizo en materia de derechos humanos fue muy importante. Lo mismo que el apoyo a las ciencias y a la cultura, un posicionamiento internacional independiente. Fue muy importante defender a los más necesitados, instrumentar la Asignación Universal por Hijo y la mejora en las jubilaciones. –¿En qué se equivocó? Sostuvo algunas medidas económicas por razones políticas. Hubiera sido mejor que algunos ajustes se hubieran hecho, y no se hubieran mantenido por razones políticas. –¿Cómo cuales? Un ejemplo son las subvenciones a algunos servicios que hacen que las empresas no inviertan, que estén quebradas. Hoy tenés todas las empresas de servicios públicos a las que les va muy mal, porque son empresas que no tienen rentabilidad. Es un ejemplo de algo que yo hubiera hecho distinto. –¿Y los empresarios? –Creo que fue ganando un gran prejuicio por el empresario. Creo que hay empresarios buenos y malos. Pero creo que el empresario es indispensable en la sociedad para generar valor. No creo que la generación de valor la pueda hacer sólo el Estado. En ese sentido, creo que se requiere una relación distinta. No digo una relación privilegiada, el Gobierno tiene que ser equilibrado. Pero creo que la percepción que hoy hay es que el empresario ha ganado mucho dinero, que se lo ha llevado afuera. Creo que otro tema que merece reflexión es la relación con el campo; me parece que no se comprende bien, no se conoce bien lo que es la actividad económica del campo argentino. El que sí comprendió mucho fue Julián Domínguez mientras fue ministro de Agricultura. El no sabía, porque no venía de esa actividad, y comprendió. Una persona positiva para el trabajo con el campo. Pero ahí también hay un gran prejuicio, hace falta limar algunos prejuicios que van a ayudar a toda la sociedad. –Decía que la sociedad está dividida. ¿Es una herencia que nos deja el Gobierno? –No diría que el gobierno de Cristina Fernández deja una sociedad dividida. Diría que la política en su conjunto deja una sociedad dividida. Hay mucho políticos que hablan de unificar, pero siempre y cuando se esté en contra de Fulano de Tal. No es, en mi modo de ver, una unificación muy creativa. La política argentina deja una gran división. Me parece que esta generación deja un saldo negativo, en ese sentido. –¿Hay una burguesía nacional? –Creo que hay una base, que hay muchísimos empresarios extraordinarios. Hay cosas que no se conocen, todo lo que pasó con el mundo de Internet, de tipos como Globant, MercadoLibre, Despegar.com. El otro día me enteré de que la Argentina exporta en servicios 6.000 millones de dólares. Accenture busca 1.000 personas, otro tanto E&Y, porque tienen más demanda de servicios por la calidad de los profesionales quienes, dicho sea de paso, me dicen que salen de la UBA, que venden servicios de auditoría, de asesoramiento. Eso es venta de cerebros y no se comunica que la Argentina exporta servicios profesionales por 6.000 millones de dólares. Son auditores, servicios legales, son 6.000 millones de dólares. Y la Argentina los vende. Es información que no vi en ningún lado, me enteré que buscan gente, tienen más demanda de lo que encuentran. Que la Argentina esté vendiendo ésto a Europa y EE.UU. es una cosa insólita. El tema de cuidar un poco más la actividad empresaria, me parece, ayudaría mucho al país.