La galleta María 1

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La galleta María 1
Erase una vez una galleta llamada María que vivía en una
caja junto a sus hermanas.
Un día soleado Juan, un niño pecoso que llegaba de jugar
con los amigos y amigas en el parque, cogió un zumo del
frigorífico y a la galleta en su mano, y se quedó mirándola
atentamente.
María con ojos espantados pregunto:-¿Qué vas a hacer conmigo?-Pues comerte, ¿que si no? Replico Juan.-Pues yo no quiero que me comas. Dijo María casi
llorando-Es que necesito recuperar la energía que he perdido
corriendo, saltando, jugando... Continuó Juan.-
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-Bueno, está bien, pero no me hagas daño por favor.-¡Pues claro que no! ¡Además vas a vivir una aventura
apasionante! Realizarás un viaje por mi sistema digestivo,
¡te divertirás muchoooooooo!-¡Muy bien, estoy preparada! Allá voy dijo suspirando.
María se introdujo en una cueva llamada boca, estaba
oscura y húmeda, llena de saliva. Al fondo se veía la
campanilla. Estaba rodeada de dientes y muelas.
De pronto escuchó una voz:-¡Chicos y chicas tenemos trabajo! Acaba de llegar una
galleta.
- ¿Cómo? ¿Qué queréis decir? Habló Dientín:
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-Escucha, nosotros formamos un equipo que ahora te voy a
presentar. Estos son mis compañeros los incisivos que se
encargan de cortar, como si fueran cuchillos.-¿Cómo? ¿Y que queréis? ¿Cortarme a mí?
¡No me lo puedo creer! Si me han dicho que no me iban a
hacer daño, y eso tiene que doler..... ¡Jolines! ¡Yo me voy
ahora mismo de esta cueva!
-Espera galleta, es verdad que no te va a doler, no ves que
ahora estás mojada en saliva. Esto va a facilitar nuestro
trabajo, y además tú no sentirás nada, estarás dividida en
trozos más pequeños y podrás continuar el camino hacia el
esófago.
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-Bueno, no estoy muy segura, hasta ahora este viaje no me
parece divertido, interesante sí, pero divertido… no mucho
la verdad.
-¡Dientín, sigue presentándome a tus amigos y amigas!
-Vale, estas chicas son las muelas, que se encargan de
triturar, los de allí detrás son los molares que muelen, y
estos son los colmillos que se encargan de desgarrar.
-No sigas, ¡me estás poniendo los pelos de punta!
-Será mejor que empecéis cuanto antes, para continuar con
mí aventura, ¡verás cuando se lo cuente a mis hermanas
galletas!
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María continuó su camino.
La lengua saboreándola la empujó hacia el esófago, si se
hubiera equivocado podría provocar el atragantamiento de
Juan.
Se deslizo por el esófago; como si de un tobogán se tratara:
- Que divertido ¡allá voooyyyyy! Grito María.
El cardias le dio la bienvenida al estómago:
-Bienvenida Sra. María, pase usted al estómago, la
estábamos esperando.
El estómago estaba tan contento que comenzó a producir
ácido clorhídrico.
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María estaba emocionada con semejante bienvenida. El
estómago comenzó a llenarse y María nadaba en los jugos,
hacia delante y hacia detrás, divertida reía, hasta que….El
estómago se llenó, y la galleta quedó sumergida. Buceó un
buen rato, pero ya no pudo más, así que busco una puerta
de salida.
-¿Dónde me encuentro? pregunto María, que ahora
caminaba a gatas porque era muy estrecho.
Estás en el intestino delgado, esto es como un laberinto, y
mide de 6 a 8metros,
Antes de que sigas tu camino te presentaré al hígado y el
páncreas – le comentó el intestino delgado
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-Hola soy María, encantada de conoceros¡Encantados! Respondieron al unísono
Aún te queda un gran trecho- comentaron el hígado y el
páncreas.
-Es verdad son al menos 6 metros, eso es mucho, me tenéis
que ayudar.
Después de un largo viaje, el intestino delgado comenzó a
ensancharse y María por fin se pudo poner de pie.
-Hola dijo una voz.
-Buenas tardes, ¿Quién es usted?
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-Soy el intestino grueso.
-¿Me puedes dar un poco de agua? La galleta se exprimió
la falda.
-No me queda más, lo siento mucho; ¿sabéis cuanto me
queda para llegar?
-Muy poco- respondió el intestino grueso.
Ya mismo llegas al ano, que es la salida. Verás mucha luz,
pero no te asustes.
-Ok, ¡estoy deseando llegar al final del trayecto! Dijo
emocionada María.
María llego al ano y cuando menos lo esperaba salió
disparada a una gran taza llena de agua. Miró hacia arriba y
vio el culete de Juan. El ano le decía adiós. Sopló un fuerte
viento, se trataba de un pedo que se había escapado,
también quería despedirse de la galleta. De pronto en el
agua se hizo un remolino. Juan había tirado de la cisterna,
María era arrastrada por el agua. ¿Dónde irá María ahora?
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