SOFOCLES LAS SIETE TRAGEDIAS Ve>s/6>i J.'iwttt del ^>n\7o. en nt.'n bHi OJI/LCIUH, PE A N G I : L M A . G A R I B A V K. DE L A A C A D E M I A DE LA LEN'GUA DECIMO OCTAVA EDICION EDITORIAL PORRUA. S. A. AV. REPUBLICA ARGENITNA, MEXICO, 15 1988 s4 4: Al comenzar la Iragedia. aparece Atena a Odiseo, o Ulises, que anda examinando huellas de pasos en el camino que lleva iil pabelldn. A T E N A . — A s i , siempre asi habre de vertc! Buscando, urgando y urdiendo alguna trela conira tus adversarios, oh hijo de Laertes. A l l i estas hoy, junto a la tienda de Ayax, la postrcra cn la fila de Ios marinos pabellones. Rondas y vas y vicnes y escudrinas diligenle las hucllas de sus pasos, "Quicres saber si esta dentro o fuera dc su tienda. Bien ic lleva tu olfato de pcrra de Laconiii. Aciertas: dentro esta. Entro hacc un momento. Banada en sudor la cabeza, empapadas de sangrc las manos, diestras en segar vidas con la espada. N o atisbes mas afanoso, viendo hacia adentro. D i mas bien- cual es tu empeno. Y o lo se, puedo darte noticias. U L I S E S . — A h , voz de A t e n a . . . la mas amada para mi de los dioses. N o te dejas ver, pero tu voz me llega al alma; la absorbo como el sonoro repercutir del bronce de una trompeta etrusca. Ahora has penetrado con tu conocimiento. Si, voy y vengo, circuyo esta tienda en busca de un enemigo, de Ayax, el portador de escudo enorme. A el, a cl busco y a nadie mas. Esta noche, esta noche ha cometido un crimen tremendo contra n o s o t r o s . . . Si es que en efecto fue e l : ^quien sabe las cosas con certeza? L o dudamos apenas. Y o me he impuesto el debet de averiguarlo. M i r a : Acabamos de hallar despcdazadas y deshechas las bestias de nuestro botin de giierra per manos de hombre y confundidos en la muerte juntamente con ellas a los mismos que las cus- todiaban. Y a una voz general se inculpa a Ayax de tal fechon'a. Mas: un espia me ha dicho que lo vio gallardamente y dando grandes brincos por el llano, el solo con la espada blandiendo y toda empapada en sangre. E S Q me dijo, y yo al momento mc eche a buscarlo. Hay huellas que rcconozco como suyas, pero hay otras que me dejan dcsconcertado. N o puedo dar con qulen sea cl que las dejo. ;Que oportuna llegas: tu mano, como antano, asi ahora habra de regir mis prdccdcrcs A T . — L o sabia, Ulises, Ha ticmpo que vigilo tu caccria. Heme aqui para ayudarte a su logro. U L . — A m a d a relna, ^son oportunos mis afanes? A T . — C o m o es: la obra es de ese hombre: has acertado. U L . — Y a tan gran maldad, {,que pudo moverlo? AT.—Cargado esta de hiel por las armas que se asignaron a Aquiles. UL.—Y (.per que abalanzarse contra Ios rebaiios? A T . — S e hacia la ilusion de que estaba empapando sus manos en vuestra sangre. U L . — ^ L u e g o pretendia vengarse de Ios argivos? A T . — i A h , si yo no velara, lo hubiera logradol UL.—(.Tanto era su atrevimiento en su locura insana? AT.—Vagabundo en la noche. encublerto, traidor, planeaba el ataque el solo contra vosotros todos. UL.—pHasta alia Ilego? ^Que intentos hizo? (,En que punto se hallaba? A T . — P u d o acercarse hasta las puertas de los dos generales 10 SOFOCLES. LAS SIETE U L . — i , C 6 m o enfreno, pues, su mano anhelosa de derramar sangre? A T . — Y o , fui yo misma. Le alucine los c^os con visiones de regocijada lucha y lo empuje a Ios rebaiios y todo gencro dc bestias aun no distribuidas, producto del botin guerrero. Estaban vlgilando sus guardianes. E l se abalanzd enloquecido dando a diestra y siniestra y haciendo trizas a los cornudos carneros. Despucs los iba descuariizando furiosamcnte. La ilusion lo hacia creer que estaba acribillando a los dos Atridas con su mano sanguinaria, Luego imaginaba que eran otros capitanes. Y cuanto miis frenetico se hallaba, mas encendia yo en sus entrahas cl rabioso afan dc exterminio. Ceso por f i n su furor. Y cuando bubo saciado su sed de matanza, comenzo a atar las bestias supervivientes, bueycs y ovejas, con duras sogas. Y las metid a su casa: era aun la ilusion de que conducia cautivos. Y alli tiene a los miseros aniniales atados y los vapula y atormenta, pensando que son hombres. Espera: voy a hacerte testigo de esta locura insana. Ve para que la cuentcs a los griegos todos. Nada temas. Estate tranquilo. N o habra daho alguno para t i . Mas. Y o hare que tu roslro no sea reconocido. Sus ojos estaran totalmente desviados. La diosa se inclina a la y hahla a Ayax: puerla [ E s e . . . el que esta atando a los prisioneros las manos a la espaldal Lo Ilamo yo. Saiga aca. A A y a x Ilamo. Sal frente a la casa. ' U L . — ^ Q u e haces, Atena, que haces? | N o lo llames afuera! A T . — t , N o has de callar? i,No has de tener arrestos? U L . — j N o , por los Aiioses. . . dejalo alia dentro! A T . — ^ A que temer? ; Hombre es y hombre sigue siendo! U L . — j F u e m i enemigo. . . y hoy lo sigue siendo! A T . — Y ^,no es lo mas grato reir de su enemigo? I J L . — M e basta a m i que en su casa permanezca. AT.—<'.Es que teraes mirar cara a cara a un hombre sin juicio? L L . — S i loco no estuviera no huiria yo de su vista. A T . — N o , no ha de verte, aunque a su lado estes. U L . — Y t,c6mo? Si esta gozando de sus ojos. A T , — O j o s que miran yo entenebrcccr puedo. U L , — T o d o posihle es. si un dios lo obra. A T . — t ^ a l l i i , quedate en pie ahora tal como Ic hallas. U L . — M c qucdare. . . pero mejor quisiera eslar en otra parte, Atena a la tienda de II A Y A X TRAGEDIAS Ayax: A T . — ; E s e . . . A y a x . . . dos veces van que Uamol (,Es el mode de portarte con tu aliada en la batalia? Se ahre la tienda. Aparece Ayax ran tin flayelo en una mano y en la otra una espada que gotea sangre. A Y A X . — iAtena, salve hija de Zeus! [Que bien me has ayudado! V o y a hacerte participe de mis votos. Una corona de oro para t u frente. De esta caza he de obtenerla. A T . — D i j i s t e b i e n . . . Y cuentame, i,empapaste t u espada en sangre de argivos? A Y . — M e jacto de ello, <,para que negarlo? A T . — Y (.mojaste las manps en sangre de Atridas? A Y . — A l grado de que nunca jamas podran ya vilipendiar a Ayax. A T . — H o m b r e s muertos. . . lo entiendo de tus dichos. A Y . — ; M u e r t o s ! iQue ahora vengan a escamotearme mis armas! A T . — i A s i sea! Y , iq\i€ me dices del hijo de Laertes? (.Pudo escapar de ti? ^que suerte corre? A Y . — i Z o r o y cazurro! i,Preguntas donde se halla? A T — S i , Ulises, el que se te para enfrente. De el hablo. AY.—Sabroso, reina mi'a. . . lo tengo adentio, todo cngrillado. N o quicro que aiin muera. -^T.—(,Que intcnias haccr antes? ^Quc mas es lo que quicrcs? AY,-—Antes, bien tigado a una columna bajo mi iccho. . , AT.—(-.Que mal aiin puedcs haccr al desdichado? Av.-—Antes que muera, he dc dcstrozar sus espaldas a azotes de m i laligo hasta que vicria sangrc, . . A T , — jYa no, ya no niartirices al infeliz! A Y . — T o d o en todo le doy gusto, oh Atena, en todo le complazco. . . Pero este, esa pena ha de tener y no otra. A T . — E s o te place, hazlo. E n nada cejes. N o retrocedas ante lo que has planeado. A Y . — ; M a n o s a la obra! Y o solo te pido: se m i aliada siempre como lo has sido hoy. Ayax entra y se cierra la puerla. A T . — ^ L o vcs, Ulises? t,Ve's cuan grande es el poder dc los dioscs? (,Has^ conocido hombre mas artero y mas diestro para salvar el peligro y hallarse ajustado a toda circunstancia? U L . — N o , jamas. N o lo v i . E l me aborrece, pero y o lo compadezco. Infeliz, jen que infortunio esta sumergido! Y no menos pienso en m i que en el. Y veo que somos todos los vivientes no otra cosa que fantastica ilusion y sombra pasajera que se esfuma. A T . — , , L o comprendes. lo miras? j N o digas jamas palabra alguna altanera contra los dioses! Si la fuerza te llena de vigor, si la riqueza se te acumula, no te enallezcas engreido de t i mismo. U n dia basta para abatir la humana grandeza y un dia basta para elevarla. A Ios que obran con mesura los dioses los aman y aborrecen a los malvados. Se va Atena. Entra el core. Son marinos de Salamina. Van por el escenario dando vuelta y cantan: CoRiFEo,—jHijo de Telamon, pnncipe de ese suelo que baten los oieajcs, Salamina! M i gozo sc dcsbordLi cuando te veo fcliz, Pero si Zeus te azota, o bronco y cruel rumor cn contra t u \ alzan ios danaos, mc congela cl paver \ wan mis cnlranas tremukis cn aiigustia, cual trcpidan Ios ojos dc azorada paloma. Eso pasd esta noche, Sc afirma que t i i fuera de juicio corrias por la pradera cn que saltan y jucgan los corcclcs y con tu espada dcstruzabas los rebahos. fruto del botin de guerra, que a filo dc las lanzas conquislamos, y aun no a cada uno se habian repartido; que iba tu espada arrojando dcstellos al correr cn frenetico arrebato. Consejas con que, cual m u r m u l l o leve de sus labios, va Ulises calumnioso dejando en los oidos, Y hay quien le crea. Que es facil la mentira. Y el que eye mas que el que habla, se siente con derecho a lanzar contra t i sus oprobiosos diclerios. Eres un ser caido y oprimido por cl dolor. Se explica: ; quien a un alto personaje ataca siempre en cl bianco acierta! ^De m i quien lo creyera? ;La envidia va cual sierpe reptando siempre contra Ios que valen! Y sin Ios grandes no son los de abajo, sine cual m u r o que amenaza ruina. E l grande y el pequefio, cual piedras de diferentes dimensiones, en un muro, se afirman y protegen uno a otro. Pero imposible es que los sin seso dejen entrar en su alma con la ensenanza tales aforismos de cordura. De gente tal las lenguas te baldonan: y contra eso nada hacer podemos nosotros, cuando sin t i nos vemos, oh prmcipe. M a s . . . basta que en ellos claves t u mirada: h u i ran cual miseros pajaruelos. Eres para ellos u n potente b u i t r e . . . te ven y se amedrentan; te presentas y vuelan, perdida la voz per el espanto. TODO EL CORO: ESTROFA. — iQnien fue, quien fue? ^,Fue acaso Artemis, la que teres cabalga? j R u mor infando, madre de m i bochorno! (.Fue ella, la que airada te aire- 12 S6F0CLES. LAS SIETE TRAGEDIAS A Y A X ja contra bueycs aun no repartidos, porque no le rendistc honor en una victoria, o porque no le diste despojos del botin guerrero, o no ia resarciste, per habcr cazado sus ciervos protegidos? (,0 tuc tal vez [Inyalo. cl de coraz.i de bronce. que le dio brio en la lucha y tu no ic pagastc. y ahora rescnlido se venga de t i empujandote a csos nocturnos combatcs? A N n s T R O F A . — S i , que a cstar t u en tu juicio. nunca jamas cosa semejanie hubieras hccho, hijo de Telamon. (jComo, lanzarle contra los rebahos? jDivina dolencia vendria sobre ti para agobiarte. . . ! j A h , no! Librele Zeus y Febo de la sospecha insidiosa de los argivos! Pero si insisten los potentes reyes en propalar tales calumnias, cuen^ tos fabulosos, y los hijos de la abominable raza de Sisifo divulgan falsedades, no aboncs sus consejas ocullo en esa tienda que las olas combaien, PpODO.^—-Surge mas bien, avanza. y dcja cl rcposo tras la dura bata11a, Angustiado > dolienlc en ese letargo, tiencs arrestos para alzar hasta el cielo la llama de tu colera, Y ellos cn tanto, tus advcrsarlos, insolcntes con resueltos de vana complacencia. van \n por la llanura abicrta al vicnto y se mofan de t i y a m i mc oprimen eon dolor terrible. Aparece Tecmesa. T t f M E S A , — M a r i n o s obreros de la nave de Ayax. prole dc Erccteo cl hijo dc la ticrra: tenemos que gcmir. los que llevamos en cl alma la casa dc Telamon, aun aqui cn Icjana ticrra! El. el tremendo, cl grande, cl a\asallador Ayax. caido esta por ticrra al cmbate de la tormenta en\cnen-ido. roHirEo.—<,Que nueva pena (rajo la noche que paso? D i . oh hija de Teleutas, el frigio. T i i , !a ganada con su lanza v ahora consorte dc su amor, la que amar >pucdc acaso sola e! ardoroso Ayax To sabes t i i : tu decirnoslo pueiles. TECM.—^Como decir paiabras que decirse no pueden? Similar a la muenc es la riesdicha que nos ha sobrcvenido. Oyeia. Esta noche i n vadio la locura a Ayax. Anonadado lo dejo, al insigne; lo abate la ignoininia. T i i . tu mismo veras cn esta licnda los destrozados cucrpos. Ia sangre en raudales \l bahado cn ella, y todo obra tie su m a n o . . . ;ese cs el sacrificio que ha ofrecido! TOKO: ESTR,—;0h que noticia me das de tan terrible heroe! Me agobia y no pucdc d e s o i r l a . . . Eso mismo lo dicen los danaos, eso mismo propala la malevola conseja. Temo el future. H a de morir, sin duda. Cuando hayan dcscubicrto y bien comprobado el hecho dc su mano frenetica, que a espada ardiente mato tantas bestias, y aun a los guardias de ellas hizo caer muertos. T E C M . — i A > - infeliz de m i . . .1 De ahi, de ahi nos llega con sus bestias atadas. Doblega a unas hasta el suelo > las degiictla. alia dentro la tienda. A otras hiN abrc en dos y deja divididas parte de parte a un lado, Dos carneros de palas blancas se reserva. A uno lo decapita y le corta la lengua. Por alia lejos la cabcza lanza, Y al otro. bien alado a una columna. resiiratio cuanto pudo. lo esta vapulando con doble latigo, Como resuena cuando a la beslia hierc. Y cnlrc tanto le dice tales dicterios, tan horribles injurias, que de un dios ban de provenir, porque hombre alguno jamas dccirlos pudo, CORO: A \ T . — L l e g a el momento en que. cu^jicrta la cabeza, cada uno de nosotros hiiya cn furtivos p:isos .1 rcftigiarsc doiule pueda. H a llegado la hora cn que, en el banco de la na\ \o el fugaz. rcmo. sent;idos emprendamos la fuga apresiirada. por las stndas sin limitc del mar, Tos dos Atridas plenos de colera van a emprendcr la realizacion ..ic sus ameiia/as contra nosotros. . , Temor me irnatic: morire apedreatlo, bajo las duras piedras. junto con csic infeliz agobiado por un destine horrcndo. T E C M . — i Y a no. ya no. . .'. Como se calma cl viento que iba a esiallar en huracan, sin que ios rayos truenen. asi esta a punto de aquietarso. Ya se balla cn si. I'cro vm dolor nuevo lo invatle, \'e ei mal que obro. y el solo sin complice, ni ayuda. Y eso le abre un abismo de amarguras. C O R O , — S i ha reposado, pienso que todo sera en bien. M a l que sc aleja, menos atormenta. T E C M . — Y tu. ^que escoges, cuando pLicdes haccrlo: siendo dichoso, dar pena a los que te aman, o con ellos padeccr. si ellos padccen? C O R O . — M a y o r mal es el dolor si dos lo sufren. T E C M . — Y ahora, ya no enfermos, estamos agobiados. CORO.—L,Que has dicho? N o entiendo lo que dices, T E C M . — E s t e hombre bajo el peso de su dolencia, el mismo se gozaba en sus intortunios, \ nosotros en nuestro juicio nos era fuentc dc dolorcs. Pero ahora, cuando el mal ha cesado. cuando halla rcposo cn su furor, esta dominado por la mas or amargura totalmente \l par tie el sufrimos nosotros \o cs inenor nuestra amargura que antes, ,",Ko son acaso dos ilesdiehas en lugar de una? C O R O , — D e acucrdo estoy contigo. y aun recelo ha dc \enir de un i,fios algun azote, ,',C dmo es que. una \z librado lic la locura tpie ceso. no se cntrega a la alegria? ; fan trislc esta como Linies! T E C M , — . • \ s i los heclios son: debcs medilarlo, CORO,—,,Cual fue cl jTiricipio dc este mal que Ic sohresinn',' Si contigo compartimos las pcnas, dcbes declararnoslo, T E C M , — V i i s a sahcrlo todo, Como que compaites con nosotros cl dolor. El, en la honda noche, cuando >a no los fulgores dc los vespcrtinos astros relucian. toma una espada dc dos fiios. y hace la tenlali\'a dc s.i- 13 lir sin rumho ni juicio pt>r csos caminos. Yo mc Ic cnfrcnto y lo leprcndo: A>ax. ^quc es lo que haces? iJAo v^s sin ser Hamado? No \ino mensajcro alguno; ni voces de prcgonero, n i el clangor de la trompeta sc ban oido. Todo el ejercito (^n el sueho reposa. El me responde con breves paiabras su elerna cantincia: "Oh niujer: el adorno de las mujeres es e! siiencio," M e di por entcndida, Salin el apresurado solitario a la noche en carrera. Y alia, iquc le paso? Yo saberlo no puedo. Regresa a poco, y empuja ante sus ojos, cn confusion desconcertante, toros, maslincs del rebaiio defensores y carneros lanudos, Y a unos degiiclla, a otros descuartiza y a otros atados los vapula en horrorosa ilusion de que son hombres. Cuando hubo acabado, salto sobre la pucrta c Iba increpando a las .sombras contra de los Atridas, o contra de T'lises. Y prorrumpia en carcajadas de sarcasmo. cnorgullecido de su veiiganza. Pero. , , poco despucs, vuehe a la tienda y tras largo trabajo recobra su sentido. V i o el amplio rccinto cubierto dc cadasercs % se sento pensalivo. \ comenzo a ilorar despucs, golpeando su cabeza >• se dejo caer sobre los ensangreiitados despojos de sus \ i c timas. Eran despojos crucntos de bestias \l en su ilusion Uis juzgaba hombres. Enionecs se, mesaba ios eabcllos > con las uhas arahaha su rostro. Caflo largo ralo, Pero despucs contra m i enderezo .sus diclcnos, \(e dijo rnuchas injurias \ mc niando que \ ie declaraiai que era lo que hahi'a pasado. Y \ aterrorizada ante todo lo anterior, Ic fui contando punto ,L punto cu.into podia yo saber. A l / o cl la \oz cn lamcntos Ircmcndos. nunca lanias por nn oidos. Y, ;_q\\c grilaha? jEos lamcntos son para los cobardes y para las almas rastrerasl Que cl. a guisa de toro cnfurcciJo. podria mugir apenas, sin lesanl.tr al aire eslrepitosas lamcruacjones. Y . ahora, a.Hi SOFOCLES.—LAS 14 esta, oprimido per infausto destino. N i come ni bebe. No sc mueve siqiiicra cnlre aquclla acumuUicidn dc cucrpos de bestias despcdazadas. Y por SLi r^isma mano y espada. Para eso, salgo, anilgos, EnlraJ > avndLidmc, si acaso aigo podeis. Ciia'nia atencion dan hombres como cl a la voz de un amigo y colcga. C O R O . — j l e c m c s a , hija dc Teleutas, trcmendas son las noticias que mc das. T a l hombre asi vencido por el dolor dc su infortunio! Se aye denlro la voz de Ayax: A v . — j A y , ay, ay de m i ! T E C M . — C r e c e el mal. ^No lo oistcis? ^No ois como sc lamenta? A v . — ; A y , ay, ay de m i ! C O R O . — L o c o esta aun. O sc afligc por el mal que a la cara se le echa. A Y . — ( N i n o , niho. . , m i vida! T E C M . — A y misera de m i . . . Es para t i , Eurisaces, para quien clama cl. Pero, (,ha tornado a juicio? f.Donde esta? jDcsdichada de m i ! A Y . — T e u c r o , le Ilamo a t i . (,D6nde esta Teucro? (,Acaso en despojar a los vencidos sigue llenando el dia? i Y yo a la muerte estoy! CoRiFEO.—En pleno juicio esta. Vanios, abrld. Acaso, si me mira, retorna su buen juicio. Se able en medio zadas. la pueria. Se re a Ayax de sus bestias despeda- CORO. EST. 1 . — A Y A X : Nautas, amigos mi'os, mis unices amigos, Ios fieles unicos que en el mundo hallar pude: Ved que tremendo oleaje sobre mi se desborda. M e rodea, me agobia, me lanza a la desdicha. CoRiF.—;Ah, como lo que miro me da el testimonio 'sin que dudarlo pueda yo! E l hecho lo demucslra: perdido de mente esta. ANT. 1 . — A Y . — G n i p o fiel de ayudanles de la marina larea, Ios que azotabais las ondas con los remos incansables.. . nadie mas, sino vosotros me sois leaks en esta tem- SIETE TRAGEDIAS p e s t a d . . . jEa,'pues, quitadme la vida! CoRiF.—;Habla lo bueno. . . que no para t u Ilaga sea mas funcsto el TL medio! E S T . 2.—Av.—,;,No miras al osado, al fuerte, al indomahle, al que ante los muertos en ruina nunca ,cejar pudo? Y ahora iremcndamente ha saciado su furia en indcfensas bestias! A h , me tome en risible, con que afrentosa burial T E C M . — [Oh Ayax, oh dueno m i o . . . te lo rucgo. . . tal no digas! A Y . — ^ A u n no estas fuera? jLargo, largo de aqui! ] A y , ay de m i l T E C M . — i P o r los dioses, recobrale, entra en juicio! A Y . — ; A y , infeliz de m i : a los que e! mal hicicron deje huir de m i mano y la he saciado dc saha en los cornudos bueyes, en los hermosos carneros. E n su sangre negra me he baiiado! CoRiF.—(.A que sufrir por lo que ya es pasado? Fue como ser debia; !o que obtuvo, eso obtuvo, ya i n mutable. A N T . 2 . — A Y . — Y t i i viendolo todo, t i i siempre de los males urdidor, mal hijo de Laertes, el que mayores males tramar sabe en la muehedumbre del ejercito: con que placer sin fin dc m i te estaras burlando! CoRfP.—jSiempre hay un dios en nuestra risa y en nuestro dolor! A Y . — S i y o lo viera ahora, aunque tan abatido como estoy! ; A y , ay de m i ! CoRiF.—Nada de petulancias profieras: (.no adviertes el extreme de infortunio a que has llegado? A Y . — Z e u s , padre primero de mis primeros ancestros, luo hay medio de que yo pueda exterminar a este astuto enemigo de todo bien y a los dos reyes atridas unidos a el para morir yo despues? T E C M . — Y a que eso estas suplicando, pide tambien que yo muera contigo: (,a que vivir si tu has muerto? EST. 3.—AY.—;Ah, Tinieblas, luz para m i ; oh Erebo. pleno de fulgores, tal como soy, arrebatadme, A Y A X arrebatadme. . . ire a vivir alia entre vosotros! Ya ni a dioses y ni a hombres que pasan como la sombra puedo confiar m i esperanza. L a hija potente de Zeus me ha hundido en males y ha exterminado m i vida. (.Adonde pudiera yo huir?, (.adonde buscar un refuglo? j M i s amigos pusicron f i n , y el f i n para m i ha llegado! Mate bestias en loca carniceria: cual bestia sere cazado per todo el ejercito; cada uno con lanza en mano, cada uno con flecha en el arco. TECNt.—jDesdichada de m i ! : (,tales cosas decir este varon inviclo? j Nunca jamas oi de sus labios! A N T . 3 . — A v . — j O h . o h . . . estrechos cn que cl mar retumba, grutas que el mar ha cavado, Ilanuras cabe las aguas. . . Largo ha sido el tiempo en que estuve aqui a vuestro lado, en esta troyana c o s t a . . . N o mas, no mas ya habreis de retenerme aspirando vital a l i e n t o . . . Piense asi quien tenga juicio. Oh corrientes del Escamandro tan vecinas para mi, tan benignas a los argivos, ya no vcreis a un hombre asi. U n hombre cual no hubo en Troya —puedo gritarlo petulante— ya que ninguno de los venidos conmigo igualarse pudo. j Y ahora estoy rendido, hecho polvo yazgo en tierra! CoRiF.—(,Dejarte hablar, prohibirlo? (,Que hacer puedo? j E n hondura tal de infortunios te hallas sumergido! A Y . — i A y , ay. . . Ayax, m i nombre presago de desventuras hubo de ser! jLlego el momento de decirlo dos y tres veces dando ayes, cuando la desgracia me oprime. M i padre desde estos monfes de Idea regresa a su hogar cargado de trofeos gloriosos despues de haber logrado las mas gloriosas victorias. Y yo tambien Ilegue a la tierra de Troya, ni niencs valeroso, ni_ menos fuerte que m i padre: bazahas similares a las suyas he llevado a termino. . . y he de fenecer ahora sin honra, con ignominia entre los argivos! A h , pero estoy seguro: jsi viviera Aquiles, si se le 15 preguntara a quien compelia que fueran cedidas sus armas, a nadie hubiera designado, sino es a m i ! y ahora los Atridas a un astuto y mafioso urdidor de argucias las han concedido, haciendo a un lado m i v;ironiI vakntia. Y si mis ojos y m i mente al par desorbitados no me hubieran lanzado fuera de mis programas de accion, jamas hubieran dado un fallo contrario a la justicia para un hombre. Y ,ella fue, la diosa indomahle, la de tcrribles ojos, la engendrada por Zeus; al tiempo en que yo me lanzaba a dejar caer sobre ellos el goipe de m i brazo, cnloquecio m i mente y ha cuajado mis manos con la roja sangre de indcfensas bestias. Y ellos, mis enemigos han huido y dc lejos sc burlan de m i cngaho. No fue falla dc m i valor: el coharde escapar puede, si un dios es adverse al valiente. Y ahora ^que debo hacer? Odioso soy a los dioses, abiertamente. M e aborrece el ejercito de los h e k nos. M e abomina T r o y a . entera y estas mismas Ilanuras. (,Regresare a mi casa, cruzando el pielago? (,Abandonare a Ios Atridas solitaries? (,Surcarc el mar Egeo? Si. Y ^que espectaculo ofrecere a m i padre Telamon cuando alia me presente? (.Tokrara fijar en m i sus ojos, cuando vea que regreso, sin trofeos de m i vakntia? j E l que v o l vio coronado con gloria inmarcesibk? ;Eso no puede ser! ^Voy a abalanzarme acaso contra los baluartes de Troya, a desafiar a los defensores uno a uno y tras haber logrado algo digno de loor, morire alh' por fin? j Y como se gozaran de ello los Atridas! j N o sera eso! Debo emprender alguna hazaha tal que demuestre a m i anciano padre que no recibi de ei, al ser engendrado, una naturaleza sin entrahas v i r i k s . Baldon es para un hombre gozar de larga vida sin m u dar siqulera de infortunios. (.Que bien contiene agregar dia a dia acumulandolos, si no es el acerearlo 16 S6FOCLES. LAS SIETE cada vez a la muerte? E n nada est i m o yo al mortal que fomenta y se nutre de vjjinas esperanzas. N o : o vivir con H.onT^, o con honra morir. Eso al bien'nacido le compete. Y has oido cuanto decir queria. CoRiF.—Nadie decir pudiera que no has hablado con sinceridad. Oh Ayax, desde el fondo de t u pecho hablaste sin doblez. Pero deja esos jjensamientos; aquieia tu mente v deja a tus amigos regular tus propdsitos, y haz a un lado tus negros proyectos. T E C M . — P r i n c i p e Ayax: no hay mal mayor para los hombres que la fuerza del hado. Naci de un padre librc, y opulento a grado sumo que los frigios todos igualar no podrian. Y ahora soy esclava: los dioses lo fallaron, lo ejecuto tu mano poderosa. Y desde entonces, pues comparti contigo el Iccho, solo lo tuyo es bueno para m i . Y asi yo le conj u r o por el Zeus que ampara cl fuego de nuestro hogar y por el Iccho en que yacemos juntos, no me expongas a ultrajes afrentosos, que pronunciaran tus contraries, ni me dejes caer bajo la lirania de un desconocido cualquiera. A h , si t i l mueres, si me dejas desamparada, piensa que el mismo dia. tambien a m i me arrancaran per fuerza los argivos y he de comer ei pan dc las esclavas juntamente con este t u hijo. Y habra quien diga de entre los magnates estas amargas paiabras que cual lanza me hieran: " M i r a d l a : es la concubina de Ayax, el mas valiente de los capitanes del ejercito: sierva es ahora, ella la que tantos cnvidiaban." Eso alguno dira. E n tanto a m i me arrebata m i destino, pero esos dicterios engendraran para t i baldon, lo mismo que para tu progenie. Y mas a u n . . . jpiensa cn t u padre, en dolorosa vejez vas a dejarlo! piensa en tu madre, por sus multiples ahos oprimida; ella que dia tras dia, eleva su plegaria a los dioses para que te hagan volver vivo a tu hogar. . . ^Oh, principe, y t u hijo? jTen compasion de t u hijo! ; Solita- TRAGEDIAS rio, privado de los cuidados de ia crlanza en su niiiez sin t i , sometido a tutores que no lo a m a n . . . ! j A h que inmenso mal nos dejas a el y a mi, si mueres! Y o no tengo adonde tornar la mirada, ya sin t i . A l empuje de tu lanza tu asolaste m i patria. L a Moira implacable arrebato, quitandoles la vida, a m i padre y a mi madre y los condujo al Hades, convertidos en muertos, moradores de las tinieblas. ^Sin t i , que patria tengo?, ^sin t i , cual es m i caudal? En t i esta m i vida toda. E n t o n c e s . . . al menos ten un pensamiento para mi. Tiene el hombre que ser agradecido para quien algiin beneficio le hizo. Una gracia es la madre de otra gracia, y eso en todo tiempo. El que olvida el bien que se le ha hecho, muestra ser de linaje descastado. CoRiF.—;0h Ayax, yo quisiera que te sintieras tan emocionado como yo lo estoy. Con que vigor aprobarias lo que esta iniijer ha d i cho! A Y . — S i , aplaudirla quiero. Pero que cumpla ella lo que imperarle intento. T E C M . — A y a x , ino he sido siempre presta a tus designios? A Y . — T r a e m e aqui a m i hijo, entonces. . . jque yo l o vea! T E C M . — E s que yo me senti ateniorizada y de aqui lo he sacado. AY.—(,Que? (.Por el infortunio que cayo sobre mi? o, ^que decir intentas? T E C M . — A y , yo temia su muerte si a tu presencia llegaba acaso. AY.—Posible e s . . . jculpable es mi destino!T E C M . — D e eso lo guarde yo, por eso lo aleje de tus miradas. AY.—Tu discrecion providente alabo y tu diligencia. T E C M . — Y ahora, ^^n que mas ayudarte puedo? Av.—Concede que l o vea, que le hable cara a cara. T E C M . — C u s t o d i a d o esta cerca, a cargo de los criados. A Y . — i O h que e s p e r a r . . . que llegoe a mi presencia! A Y A X TECM.—Habiando hacia adenU'o.—Hijo, tu padre te llama. Que qulen lo guia a su mano lo traiga. A Y . — ( . V i e n e o no viene? ^Tu voz no ha escuchado? T E C M . — S i , ya esta alH. Este sierlo trae. vo Llega el esclavo con el niFio. La madre lo toma y pone en brazos de Ayax. A Y . — A l z a l o , alzalo bien y damelo. N o , no ha de inmutarse a la vista de tanta sangre derramada, si en verdad es m i hijo. Sea desde i n fante educado en las duras formas de su padre: pollino que se ajuste a los modules de su progenitor. H i j o de A y a x es, que iguale a Ayax. Si, pero que lo supere en buena suerte. (Levanta at niho en brazos.) H i j o , hijo mio, se mas dichoso que t u padre. Sigue su cjcmplo siempre y en todo igualarlo ansia. Nunca cobarde seas. U n don te envidio ahora: eres Inconsciente a tus infortunios. L a vida mas feliz es la de ser inconsciente a sus infortunios. H a de Ilegar cl dia en que conozcas lo que valen el placer y el dolor. Y CLFando ese dia llegue, afronta a un enemigo thgno del padre que te d i o la vida. Mostraras que eres hijo de tal padre. Y mientras tal dia llega, vive en paz y en senciliez y aiegrate I i i que eres la alegria de tu madre. Y o bien lo se: de los aqueos ninguno osara baldonarte con sangrientos dicterios, aunque yo te haya abandonado. Y o te dejo un amparo vigilante y robusto que te guie, aunque distante se halle en caza de enemigos. Ese tutor es Teucro. Ea. marinos, soldados, mis amigos, id y decidio a Teucro. Venga y tome este nlfio y lo lleve, por m i encargo y mandate, a la casa paterna y lo presente a Telamon y a Eribea, mis padres. El sea qulen les de el pan en su vejez hasta que desciendan a la mansion de los dioses del mundo inferior. Y en cuanto a mis armas, yo dispongo que ho sean puestas a publico certamen por Ios jueces aqueos y mucho menos vayan 17 a dar a manos de m i enemigo, autor de m i desdicha. H i j o mio, Eurisaces, tii conserva este escudo: a 61 le debes el nombre y maneja con gailarda destreza su correa y sus siete capas de invulnerable jSel. j Y \as otras armas sepiiltense conmigo...! Mujej-, de prisa: toma ya este n i ne, encierrate en la tienda. (,A que Ilorar aqui a la entrada? jQue inclinada al llanto es la mujer! Cierra la entrada. U n medico sagaz no canta conjuros ante un tumor que pide bisturi, C o R i F . — M e lleno de temores al oir tal exaltada pretension. N o me place tu lengua entumecida. TECM.—Ayax, m i rey, ^que tra- mas cn tu mente? A Y . — N o lo preguntes, no lo indagues, ;que hello es ser discrete! T E C M . — j A y de m i . . . enajenada tengo el alma! Y o te ruego per tu hijo y por los dioses que no nos lances al infortunio. A Y . — i E n exceso i m p o r t u n a . . .1 ,*,No bien sabes t i i que a los dioses ningiin beneficio les debo? T E C M . — j H a b l a en razon! A Y . — ; D i l o a quien te oigal T E C M . — i , P e r o , tu, no cederas? A Y . — Y a . Demasiado parloteas. T E C M . — M e estremezco, eso es, principe mio. AY.—Pronto, vosotros... ^por que no la encerrais? T E C M . — P o r los dioses, ablandate. AY.—Loca... (intentas ahora moldear m i alma?, (.crees que soy un nino? Entran a la tienda. cada uno por su lado: la mujer con el niho al deparlamento de las mujeres. C O R O : E S T , 1.—;Famosa Salamina, alia entre el estruendo de los mares que dulces acarician tus coslas, eres feliz, y gloriosa en toda region y para-siempre! Pero yo, desdichado, ha tanto tiempo ijue en estas Ilanuras del Ida espero largos meses, incontables, y una vana esperanza me consume sin alisbo siquiera de realizarse. . . y A Y A X 18 S6F0CLES.—LAS ^que esperar? iQue un dia baje yo at A v e m o tenebroso al f i n ! A N T . 1 . - » Y , jay de m i ! Ahora viene este nyevo infortunio para m i : Ayax sucumbe a un mal sin limite: la divina locura lo domina. E l jefe que t i i enviaste, Salamina, el vencedor de mil combatcs, ahora cayo bajo la pesadumbre del destino y ha sido arrebatado en sus d e l i r i o s . . . es la causa de llanto a quien lo ama, el que Ares con su fuerza repletaba. Los grandes hechos de su brazo antiguo brotados de valor, bellas hazanas a los ojos ingratos de los A t r i das nada son, ya no valen. E S T . 2 . — Y SU madre, la que en antiguos dias l o nutrio a sus pcchos, ya en su blanca vejez encanecida, ha de saber que sufre el perdido el juicio y un doliente alarido, ha de elevar, ya no el amable canto melancolico del ruisenor canoro, y en sus agudos gritos lastimeros acallara su amarga desventura y con tremulas manos mesara sus cabelios y arrancara sus canas, en tanto que contunde con sus punos el pecho. A N T . 2.—Cuanto mejor se hallara en las tinieblas del Hades el que en deiirio sumergido yace! E l de tan noble alcurnia por la paterna linea, de la progenie aquea, e! de tan grandes hechos, hoy abatido por locura insana que su mente extravia! j Padre infeliz: que mal se te reserva saber de t u hijo! Nadie, nadie hasta ahora tuvo tal suerte y destino tremendo en la prole de Eaco! Sale Ayax de la tienda AY.—rTodo ese tiempo que nadie contar puede en sus interminables y perpetuos movimientos, todo lo saca a luz y Ip presenta, y todo al f i n de nuevo lo abisma en las tinieblas. Nunca decirse puede: "Eso no pasa." A u n cl mas apretado juramento, aun la voluntad entera y obstln a d a . . . , todo sucumbe al f i n y queda yerto. jMiradme a m i : el dure, el i m placable, cual acero que se ablanda, SIETE TRAGEDIAS he sido dominado por el sentimiento de esta mujer. A h o r a siento amargura y compasion profunda cuando pienso en dejarla abandonada, viuda ya, y al niho, al hijo m i o , en manos enemigas. . . ! Voy a las praderas, corro al mar y con lustrales abluciones he de m i rar si esquivar puedo la colera de la diosa, tras lavar las maculas que me infeccionan. Y he de huir despues a yerma soledad, a tierra que jamas pisaron humanas plantas y en un hoyo cavado en la tierra habre de sepultar esta m i espada —;maldita espada!— donde jamas hailarla puedan. L a noche y el A v e r n o seran sus custodios. Desde que de la mano de mi mayor contrario, del valeroso Hector, yo recibi esta espada, todo ha sido para m i funesto: ya nada a ios ojos de los argivos pude hacer que tuviera valimento. Bien lo dice el refran de los mortales: Dones no son los dones del enemigo y nunca dan provecho. Para el futuro, entonces, aprendamos a acatar a Ios dioses, y disciplinemonos para someternos a los Atridas. Jefes son: luego hay que obedecerlos. iPor que no? L o mas tremendo, lo mas poderoso a leyes se somete. A s i el invierno en nieves arropado da lugar al estio, que se cuaja de frutos; el tenebroso ciclo de la noche se aleja ante los blancos corceles, para que la luz se derrame en los fulgores de la aurora; el temeroso sopio de los vientos aduerme al mar que mge en sus oleajes, y el sueho poderoso nos avasalla, para dejarnos luego sin sus ataduras, libres de su dominio. (,C6mo, entonces, nosotros no plegarnos a tal norma de discreta conducta? Tengo sabido yo que el odio al enemigo no ha de ser a tal grado que impide que mahana se trueque en amigo, y hay que amar al amigo con el triste recelo de que un dia puede ser el que mude en su amor para nosotros. jPara la inmensa mayoria de los mortales fue la amistad un Puerto que defrauda! Y todo lo que a m i toca ha de resultar bien. A T E C M E S A : T u , mujer, entra ahora y haz suplicas a los dioses para que alcance m i corazon lo que con ansia esta deseando; A L C O R O : Y vosotros, amigos camaradas, haced lo mismo que ella. Y a Teucro cuando se halle aqui decidle que de nosotros cuide y a vosotros benevolo se muestre. Y o voy adonde ir debo. Haced vosotros lo que dicho tengo. Ya lo sabreis acaso: este hoy desdichado habra cobrado su salud completa. Se va Ayax. E S T . — i P r e n e t i c o me siento de alegria, salto de jubilante anhelo! (lo, l o , Pan, Pan. Oh Pan, sobre Ios mares volador, ven, deja a C i lene, con sus riscos hirsutos que la nieve azotando encandidccel iVen, oh principe, que guias las danzas de los dioses, ven a bailar conmigo los baiies de Nisa y de Cnoso que tu sin que nadie te ensehara sabes! jAhora bailar, bailar es lo que anhelo: que el Dclio A p o l o rey, surcando el mar de Icaro, afable y halagueho se me muestra y venga a unirse conmigo, benigno 'a mis anhelos para siempre! A N T . — A p a r l o de mis ojos Ares ia horrenda vista de infortunios. j l o , l o ! Ahora, si es una vez mas, oh Zeus, el momento en que brilla la dulce luz para las naves que ligeras van a surcar las ondas. Ese dia feliz en que Ayax quiera, ya de penas dolientes liberado, someterse a las leyes que Ios dioses formularon, en piedad sometido. Todo el tiempo, grandiose, lo madura y ya nada imposible decir quiero. Y o no tenia esperanza, y Ayax mudo de mente y domo sus furores contra los Atridas. CORO. Un mensajero llega. M E N S . — V a r o n e s amigos, en p r i mer lugar anunciar quiero que ha regresado Teucro, bajando de Ios 19 monies de Misia y cuando por el campo iba pasando, lo han insultado los Atridas. Supieron que hacia aca sc encamlnaba y en apretado circulo lo estrecharon y todos a una voz procaz decian: "Es el hermano del loco, es el traidor de todo cl ejercito: ni muerto lapidado pagar puede sus felonias." Iba a tales la cosa que quedaron las espadas desnudas. Los ancianos del consejo se interponen y amansan l a ' contienda. P e r o . . . (.Ayax, donde esta? iDebo decirle esto! Deber dc criado es decir todo a sus amos. CoRiF.—Dentro no esta: salio con nuevas intenciones; mudado ha sidosu pensamiento. M E N S . — ; A y , he llegado tarde enviado a dar este mensaje, o acaso camine lentamente! CoRiF.—Y (,que motivo hay para deplorar esa tardanza? M E N S . — M a n d a Teucro que dentro sea tenido; que nadie deje que saiga, en tanto que el mismo no llega. CoRiF.—El se ha marchado, ya con grates propositos hacia ios dioses, libre de la locura. M E N S . — S o n tus paiabras Ilenas de locura, si de Calcas no han de fallar los oraculos. CoRiF.—(,Que? ,:Tu sabes de estos hechos? M E N S . — B i e n que lo se: a m i presencia ha sucedido. E n la reunion de los capitanes en circulo sentados Calcas _se puso en pie. N a d i e le acompanaba. Se desentendio de Ios Atridas y puso amablemente su mano en la derecha de Teucro y le dijo con imprecaciones que mantuviera a Ayax dentro de su tienda hasta no terminar este dia y que no dejara que saliera de ella, si queria conservarlo vivo. Que en este dia tan solo l o ha de hostigar la colera de Atena. Eso a el le revelo el vaticinio. A Ios de corpulento cuerpo y altivas pretensiones orgullosas los dioses los empujan a la r u i n a y eljos mismos eligen su desastre. Hombres son y no piensan como hombres. El se mostro alocado y sin acato 20 SOFOCLES.—LAS desde el dia mismo en que dejo su hogar. N o tuvo atencion docil a la palabra de su anciano padre: "Hijo, a fuerza de lanza busca el triunfo en ei corabale, pero el triunfo con ayuda de los dioses." Y el penilante y vano le responde: "Padre, con la ayuda de ios dioses venccn aun los cobardes: yo tal soy que de dioses no necesito para veneer: con ellos. o sin ellos, lograre victoria.'' Esa fue la inicial alianeria. Y otra vez dice a Atena que le incitaba a dcscargar el brazo contra sus enemigos: "Reina, ve a asistir a otros de los argivos: yo estoy firme aqui: no cejare en la batalla." Con tales pa-, labras se echo encima la indtgnacion de la diosa. Hombre que no pensaba como hombre. Pero si este dia transcurre, quiza lo saivaremos, ayudando la misma diosa. Este es el oraculo del vate. A l momento Teucro me envio con esta orden: que no dejemos salir de su tienda a Ayax. Que si lo dejanios. el mismo se dara la muerte, si es que Calcas sabe, C o R i F . — H a b l a hacia dentro de la tienda: i A h Tecmesa infeliz, linaje de infortunio, ven para que oigas estas nuevas. Son daga las paiabras de este hombre, (.quien sentira alegria? T E C M . — m i otra vez infortunada? (Apenas mc sentia aliviada de mis males anteriores y ya me levantais a nueva pena? C o R i F . — A este hombre oyc: acaba de Ilegar: un mensaje reporta referente a A v a x que me hace sufrir. T E C M , — i A y dc m i . . . ! (,qiie mc dices, hombre? (,Es ya nuestra desgracia? SIETE TRAGEDIAS M E N S . — T u suerte no la se, pero si Ayax esta fuera, no tengo \ confianza. T E C M . — F u e r a esta e l . . . i^quc amargura me anuncias de penas? M E N S . — D i s p o n e Teucro que se le mantenga dentro y no se Ic deje salir solo, TECM,—(;Teucro? (,D6nde esta Teucro? (,Por que nianda lal cosa? M E N S . — A c a b a de Ilegar y esa salida de Ayax piensa que puede ser para el la ruina, T E C M . — i M i s c r a b l e de m i . . . I (,de que hombres lo sabe? M E N S . — D e l adivino hijo de Testor; en este mismo dia se resuelve el destino de A y a x : o vida o muerte. T E C M . — i A y , ay, amigos, socorredme ahora contra la fuerza del destino. I d , dad prisa a Teucro; que llegue presuroso. Y otros por el ocaso y el oriente corred hacia la costa, escudrinad y rebuscad para que halieis a ese hombre que acaba de salir. Es vuestro jefe! iFatal salida! i A h , si, SL. . . me engaho. . . >a para el no tengo la gracia antigua: la perdi a sus ojos! Hijo, m i hij o . . . iqut hago? j N o cabe demorarse! j V o y yo misma, yo tambien vov a buscarle en tanto que el aliento mc sostengal iVamos; apresuremonosl jNadie reposar puede si se trata de salvar la vida de un hombre! C o R i F . — E n pie de marcha estoy. lo probaran mis hechos, no solo mis paiabras. Con la urgencia del hecho van acordes mis pics. Sale Tecmesa y en pos de ella el Coro. C U A D R O ESCENARiO Un silio solitario junto al mar. Aya.x acaba de fijar su espada en el suelo afiunzando la empuhadura y con la hoja enhiesta. Unas cuantas mains hacen menos desolada la escena. A v . — E r g u i d o esta ya ei instrumento de la muerte. Bien dispuesto quedo. Su agudo filo realizara perTectamente su o b r a . . . Por lo demas, (,quc importa eso? Esta espada es don de Hector, el hombre para m i mas aborrecido. cl extranjero a quien mas .iboniinable v i . Bien afilada fue la hoja en la enemiga tierra de Tro\'a. ai roce de ia piedra que devora cl acero. Y ahora ya esta bien fija; con esmero la puse en forma tal que al dejarme caer sobre ella de un tiron me mate. Si, todo. todo dispuesto esta, Y tit. Zeus, i i i ei primero. dehes ahora darme tu auxiiio. N o es mucho lo que voy a pedirte. Solo que envies un mensajero a Teucro para que se le de esta noticia. Sea el cl primero que mc arranque de esta filosa espada que habra cuajado m i sangre. El antes y no alguno de mis enemigos. que me vea y mc tome para arrojarme a los perros y a los buitres. Esto y no mas te pido. Invoco ;i Hermes tambien ET que ha de conducirmc per las sendas del rnundo de los muertos. Que me aletargiie, que me suavice ia mueric, que haga que yo con certero salto desgarrc nii pecho sin tiliibeos a! arrojarme sobre esta espada. Invoco tambien a las doncellas percnnes. a las que con vigilante indormible ojo ven el dolor humano, a las Erinas de agiles piernas, que severas atis- .SHGUNDO ban hacia el crimen. ;Vean como muero, vean este crimen de Ios A t r i das! Tambien a ellos los arrebaten \s lleven sin misericordia y que todos ellos acaben, si, acaben sin horua y sin decoro. Hallen la muerte de ignominia ellos, como yo me la doy. Y ellos no a mano de seres enemigos; a manos mismas de los hijos que mas aman. jEa, Erinas, vengadoras y veloces perseguidoras del crimen. Volad. no perdoneis. recorred todo el ejercito, no perdoneis a nadie! j Y t i i , oh Sol, tu quq Uevas tu carro rcluciente por los cielos, cuando veas la tierra de mis padres, reten el paso, demora la dorada rienda, anuncia m i infortunio, da a saber mi muerte a m i anciano padre, a m i madre infortunada. j A h . cuando ella lo oiga, ira dando alaridos por la ciudad entera! Basta. Iniitiles son eslas lamentaciones. Pronto, hagamos la obra que intentamos, Rapidamente pues. jOh muortc. oh muerte: ahora clava en mi tus ojos. . . ah, cuan largamente fiahremos de conversar t i i y yo. cuando estemos unidos para siempre! jOh revcrhero dc mi postrer dia. oh Sol en tu carroza voladora. . . una vez mas — j l a ultima!— yo te saludo. . . j nunca mas. nunca mas! ;0h luz, oh sacro suelo dc Salamina, mi ticrra natal, hogar de mis mayores! ; 0 h Atena goriosa, oh mi progenie y parentela toda! jFuentes y rios y Campos dc esta region troyana. adios, adios, los que sostuvisteis mis dias! Es la palabra ultima que Ayax OS dirige. Ya no he de hablar sino en las profundidades tenebrosas del Hades. SOFOCLES.—LAS SIETE TRAGEDIAS 23 A Y A X Se arroja sobre su espada y con el inipelU su cuerpo riieda y queda ocitUo enlre los iiialas. Regresa el Coro dividido cn dos semicoros. (add uno jifir su lado. El canto es dialogado entre umbos. L — ; L a pena a ia pena engendra p e n a . . . I (,Ddnde, donde no ha hoiludo nii pie? Y ningiin sitio mc dice siquiera indicios. j A h , ved, \ c d , . . creo percibir un rumor . . . ! SEMICORO 2 . — j Nosotros somos, los colegas de la nave! S H \ I . ] ( , Q u e hay pues? S E M . 2 . — T o d o el lado occidental del campamento explorado quedo. S E M . 1.—,;,Que lograste? S E M . 2 . — L ' n cumulo dc fatigas, pero mis ojos nada vieron. S E M . 1.—Yo todo el rumbo de oriente y ni alma se me presenlo a los ojos. C O R O : EST.—(,Que pcscador habra de los que se afanan sin probar el sueno csperando la pesca? (,Que diosa del Oliinpo? iQue corriente de los rapidos rios que al Bosforo se lanzan? ^Quien, quien decirme puede si ha visto vagabundo por estas riberas al de alma dura y corazon de fiera? Tanta fatiga, tanto recorrer, sitio tras sitio, sin hallar siquiera sus vestigios es m i mayor desdicha. j N i su sombra siquiera, n i su aliento del hombre sin su juicio! SEMICORO TECM.—jAy, ay de mi! C O R O . — j U n a voz!, ide quien es? Sale de las cercanas malezas. T E C M . — j A y desdichada! C O R O . — E s la esclava, la esposa, la infeliz, es Tecmesa a quien veo, hundida en sus sollozos y sus lagrimas. TECM.—jAh, muerta, perdida, aniquilada estoy! jAmigos, oh amigos! C O R O . — i , Q u e pasa? T E C M . — j A y a x , Ayax a l l i , . . banado en sangre aiin t i b i a . . . su proria sangre! jYace alli clavado en su espada; el mismo la incrusto en su pecho! C O R O . — jAy, ay de mi. . . ^que retorno me queda? j A y , ay de m i , t i i , principe, matastc a este tu caniarada en los navios! jDesdichada! jOh mujer oprimida de infortuniosi T E C M . — T o d o es asi ya. . . solo dar alaridos nos queda. CORO.—-^De quien la mano fue para que lal obrara el desdichado? T E C M . — j E l por si misniol Claro esta. L a espada bien fija por su puiio en el suelo y enhiesta: sobre ella se arrojo y quedo clavado. C O R O . — j A y de m i , infortunio sin i g u a l . . - ! jAsi para banarte t u en tu propia sangre huiste dc amig o s . . . ! jCuan estiipido fui que no supe preverlo! j A h necio, ah sin sentido, que no pude darme cuentai (•,En donde, en donde esta yerto aquel Ayax que nadie domar pudo, el que llevaba un nombre de augurios funestos? T E C M . — - N o , versele no se debe. Dejad que antes yo lo cubra con este manto que totalmente lo envuelva. Nadie que lo haya amado podra tolerar este espectaculo; brota de su nariz a raudales y de la herida que el mismo se abrio la negra sangre de su propio asesinato. A y de m i , (,que hare yo? (,Quien de tus amigos ha de transportarte? (.Teucro en donde esta? jQue oportuno sera si llega para amortajar y disponer a este su hermano ya rendido! j A y infortunado Ayax, ser t u el que fuiste y hallarte como te hallas! jTus enemigos mismos te hallaran digno de sus lagrimas per tu destino! C O R O . A N T . — j T e n i a s que hacerlo, infeliz, tentas que hacerlo a su debido tiempo! T u corazon, indomito y terrible, iba a poner la valla a la tormenta de tus males que te fijo el Destino. Tales eran tus quejas, dia y noche propaladas contra los Atridas, nacidas del rencor, i m pregnadas de maldiciones y anhelantes de darles la muerte. j E l momento de que brotaron esas desdichas fue el funesto dia en que se pregono la contienda para obte- ner las armas de Aquiles entre los valientes! TECM.—;Ay, ay de m i ! C O R O . — B i e n lo se, trasverbera tus entranas legitlma congoja. TECM.—jAy, ga de quicio Ulises y salte de alegria vanamente; j A y a x murio al f i n ! Pero a m i , a m i . . . ay, ique me deja? fUna herencia de lagrimas y congojasl ay de m i ! C O R O . — N o te niego el derecho y doble tiene que ser tu lamento, oh mujer: es el triste momento en qife has quedado despojada de un ser que te amo. T E C M . — ; E s o ves tu, y lo que no ves es cl exceso con que el dolor agobia m i alma! C O R O . — E s t o y de acuerdo. T E C M . — A y , hijo mio, j.a que yugo dc csclavitud vamos? jj.Quicncs scran desde ahora los amos que estdn alisbando sobre nosotros? C O R O . — A h , lo intolerable dices on tus lamentos. . . it:in crudes van a ser ios dos atridas quo se ensanen contra cl infortunio? jQue un dios lo evite! T E C M . — N o hubieramos llegado a esta situacion, si Ios dioscs no hubieran intervenido. CORO.—-Exorbitante peso de amargura han echado sobre nosotros. T E C M . — j F u e la cruel Palas, la hija de Zeus, la que tramo esta desgracia para halagar a Ulises! C O R O . — A h , y el de alma tenebrosa, en orgulloso frenesi ahora, el que todo l o arrostra; el, el de mis argucias, se deshace de risa ante los infortunios que trajo la locura. . . j A y , ay, infeliz!, y cuando lleve la noticia jubilante reiran con el tambien Ios dos atridas. T E C M . — R i a n y alegrense ante la desgracia de este. V i v o , no lo querian. (.Quien no dira si, muerto ya, alguna vez lo lloren, cuando se sientan desprovistos de su ayuda? Los de menguado corazon no saben estimar el bien que tienen en sus manos hasta que no alguien se lo ha arrebatado. Amarga para m i fue esta muerte; para ellos, fue dulzura; pero para el fue u n gran placer: ansiaba morir como el buscaba: lo ha logrado. iQue m o t i v o de risa procaz es este? jDe los dioscs le vino la muerte: noi intervinieron ellos! Sai- Llega • Teucro. T E U C — A y , ay de m i . . . C O R O . — S i l e n c i o . . . voz de Teucro me parece. Debe saberlo ya. Su voz esta impregnada de amargura. T E U C . — ^ A y a x , amadisimo A y a x , oh sangre de m i sangrc. . . , ^puede ser verdad? (.Sucumbiste a un destino tal como se publica? C O R O . — j M u r i o un hombre! Teucro, por seguro. T E t c . — ; A h , misero de m i , me abruma mi destino! C o R i F . — D e esa manera cs. . . TEUC—jDesdichado, desdichado de m i l C o R i E . — j H a y que Ilorar! T E U C . — ; D o I o r intolerable! CoRiF.—jDemasiado, oh Teucro, demasiado! TEUC—jAy, misero. . . (,Y su hijo? iQue ha sido de el? (,En que lugar de la troyana tierra se halla ahora? C o K i F . — A l l i junto a la tienda, solitario. T E U C . — D e prisa, sin d e m o r a . . . traedlo aca. . . no vaya un enemigo a hacer lo que se hace con la leona viuda: muerto el leon, le quitan el cachorro. Ve, vuela, ayuda. D e los muertos todo el mundo se mofa cuando ellos yacen ya por tierra. CoRiF.—Eso deseaba el estando vivo, eso te suplico: que lo cuidaras, oh Teucro, y ahora vas a hacerlo. T E U C . — i Q u e es lo que miro? D e cuantos espectaculos en m i vida he contemplado este es el mas doloroso. jOh camino terrible que ha de andar m i corazon, duro, mas duro que todos los caminos! j O h amadisimo Ayax, no bien supe la amarga suerte que t i i te impusiste, me lance a buscarte, f u i per todos los sitios husmeando tus huellas. Llego u n r u m o r al ejercito, tan ligero y veloz, que se creeria que un dios l o habia pro- 24 SOFOCLES. LAS SIETE palado. Iba entrando en Ios oidos de los aqueos; Ayax ha muerto. ;Desdichado a! oy-lo, soy mas infeliz hoy que lo m i r o f A h , (,que podre yo hacer?. . . jVen, destapa ese cuerpo, que yo perclba entera su desgracia...! Quitan al cuerpo de Ayax la manta con que lo envolvio Tecmesa. j A y . . . no, no, no es una vision para ojo alguno! ; A eso lleva un corazon que empuja el infortunio! Una siembra dc males y dolores has dejado, oh Ayax, en m i vida. donde huir y o puedo ahora? (.Habra hombre que me tienda la mano, cuando sepa que fui impotente para remcdiar tus infortunios? (.Con que cara mc ha de recibir Telamon, t u padre, y padre mio, cuando a el regrese, solitario y sin ti? N o , no ha de reir, el tan austere, que aun cuando de la victoria regrcsaramos, con un sevcro rostro nos acogeria. A h , podra ser que se mucrda la lengua, para no infamarme, pero quien sabe si no prorrumpa cn dicterios como estos: ^ "jBastardo, hijo de esclava de sangre enemiga, el pudo abandonarte a la muerte, oh amadisimo hijo, A y a x mio! iO, acaso para lograr obtener t u herencia el te indujo a que sucumbieras para sustituirte?" Eso puede decir, ahora, abatido y deshecho por la desgracia. L a ve' jez misma que en sus hombros gravita I D hace inflamable a la menor chispa que su ira despierte. ,Y repulsado por Ios mios, errante por extranas tierras, me tildaran todos de esclavo, ya no sere hombre libre. Eso alia en m i hogar paterno. . . Y , (,aqui en Troya? ;Cuantos adversarios y ningun amigo! jEso, eso me produce t u muertd! iQue hacqr ahora?, (,c6mo te desprendo, ay infeliz, de esa luciente espada, empurpurada en tu sangre por t u misma mano, y en la que rendiste el aliento postrero? A h , IpoT que no pcnsaste que Hector, ya muerto, tendria que matarte? jVed, ved, por los dioses, que TRAGEDIAS destino estos dos tuvieron: Hectorj atado al carro con el cinturon mismo que de Ayax recibio en don. fue llevado a rastras y, golpe a goIpe en las piedras, despedazo su cuerpo... y este, con la espada que recibio en reciproca donacion, se ha dado el goipe de la muerte! ;Erinis fup la que forjo este hierro! j E l Hades fue el que teglo ese cinturon! Pero yo aqui en esto, como en todas las cosas digo que los dioses son los que traman todo en los mortales dcstinos. Hay quien piense otra cosa contrapuesta: yo sigo m i conviccion; quedense con la suya. CoRiF.—-No digas mas. Mas bien como sepultar a este hombre debes pensar ahora y dc lo que pronto habras de responder. Veo venir a un enemigo que acaso va a burlarse de nuestras desdichas. T E U C . — ( , O u i c n es? iA quien tii miras del ejercito que hacia ac:i se aproxima? CoRiF.—Es Menelao, el mi.smo por cuya causa surcamos los mares. T E U C . — L o veo. Cerca esta; lo rcconozco. Llega Menelao. M E N E L A O . — E h , t i i , hombre: te digo: no toques ese muerto en tus brazos: dejaio estar alli. T t i y c . — Y icon que f i n prodigas tus paiabras? M E N . — M e place a m i , le p!ac,e al que comanda nuestro ejercito. TEUC.—('.Que razon tiene?, jdimelo siquiera! M E N . — ( , R a z 6 n quieres? Esciichala. Pensabamos que al dejar la tierra de Acaya en el llevabamos un aliado, un amigo. . . y ha quedado probado que es mayor enemigo nuestro que pueden ser los frigios. Quiso, valido dc la nocturna sombra, dar muerte a los que forman el ejercito entero. Y andaba en busca de ellos con la espada desnuda para quitarles la vida. Alguno de los dioses intervino para frustrar sus planes. De no ser eso, los que yaceriamos con infame muerte fuera- A Y A X 25 mos nosotros y el estaria con vida. errores, cuando miro que gente que U n dios mudo la suerte y su locura presume de noble progenie tales desfue a saciarse en las greyes y rebaaciertos comete en sus paiabras! hos. Esta es la razon: y no habra jVaraos, de nuevo dilo, lo que al varon tan valiente y tan robusto que principio profertas (,Con que t i i fuishonre ese cuerpo con una tumba. te el que a'este hombre trajiste como Su cadaver arrojado sobre la amaaliado de fos aqueos? (,No fue el rillenta arena de la playa ha de que- . mismo quien de su propia voluntad dar alii para ser pasto de las aves se lanzo a la aventura entrando en marinas. Y tu a tu vez no te crezsus navios? iQue eras t u su jefe, cas, que si en vida no fue posible como y per que? (,Quien te otorgo imponerle leyes, muerto ya, nos el derecho de mandar en sus tropas queda totalmente sujeto, quieras o que a esta tierra trajo? jVienes cual no quieras, y haremos con su cuerpo rey- de Esparta, no como soberano libremente nuestro antojo. E l que v i de nosotros! Nlnguna norma te conviendo nunca quiso seguir nuestro cede imperar mas en ei que el en t i . mandato. Navegaste hacia aca como caudiUo de unos cuantos, no como jefe de Porque es un perfido aquel que, comando de todos. ^Como pudieras siendo subdito, no quiere acatar al mandar, entonces, en Ayax? ^,Manque tiene el poder. Nunca las leyes das? M u y bien, pues manda en los en una ciudad scrian efectivas, si no que a tus ordenes militan; hierclos alli no remara el temor. N i en un con tus voces, anonadalos. . . pero ejercito se impone la disciplina, si no a este, aunque t u y el otro jefe de la hay acaiamiento a Ios jefes. Todo expedicion vocifereis, yo habre de hombre ha de entendcrlo: no i m sepultarlo, le rendire los honores porta su enorme estatura, no imporde que es digno, y a t i no temo, ta su valentia, tambien el puede suni a tus amenazas. (,Por que a la cumbir al mas ligero desliz. Temor guerra vino? jFue por t u mujer! Eso y respeto de si mismo juntamente, toca a los infelices que en todo se son los que dan entera seguridad al entrometen! ; No, el no vino per hombre. Ten bien sabido que donde eso. V i n o , porque el juramento de se tolera la petulante soberbia y se colaboracion lo obligaba! Y ese juradeja que cada uno haga su antojo, mento, no te lo hizo a t i . Jamas se por prospera que sea, aunque le soeuro el de gcnle indigna. Esa vosplen vientos propicios, lentamente otros sois. V e n , llega, entonces, con se habra de hundir la nave de esa cuantos prcgoneros te plazca. Trae ciudad. Tenga yo siempre temor al mismo generalisimo de la expeoportuno y no tengamos la falsa opidicion". . . ique? (.Crees que a tus nion de que, yendo en pos de nuesgritos volvere siquiera la cara hacia tros caprichosos juicios, no hemos donde t u estas haciendo alardes de de recibir alguna vez el pago de dograndeza? lientes amarguras. jSe arrastra en giros cual scrpiente de un lado a otro CoRiF.—Ese lenguaje no me plala vida! Fervido en ira, altanero en ce. U n hombre en infortunio no usa orgullo fue antes el: ahora ya gapaiabras tales. Pueden ser justas las llardeo, yo me siento grande. Y o te lo paiabras, pero si son crueles, muermando: no le des sepultura; que si lo den el alma. entierras, tu caeras en la misma fosa. M E N . — ; L a n z a sus dardos, si; no CoRiF.—-Antes, oh Menelao, sase cree tan pequeho! bios principios estableciste, (.ahora T E U C . — ; N o de viles es m i oficiol vas a acabar mostrandote insolente M E N . — ; A h , lo que fueras si emcon los muertos? brazaras el esciidol T E U C . — ; Y a admirarme no pueT E U C . — C o n el pechg desnudo podo, oh sehores, de que un hombre dria yo hacer frente a toda esa arde baja condicion pueda caer en meria que tu portas. SOFOCLES. LAS SIETE TRAGEDIAS A Y A X M E N . — E s a tu lengua nutre y delata la ira mas rabiosa. ^ T E U C . — E s que con justicia, puede uno ser altavo. M E N . — Y (,era de justicia que el tramara asesinarme? TEUC.—0sesinarte? jVaya! Si estas vivo, mientras el ha muerto. M E N . — M e salvo un dios: per el, ya fuera un muerto. T E U C . — S a l v a d o por Ios dioses, hoy no sabes honrarlos. MEN.—(,Menosprecio yo, acaso, los falios de Ios dioses? T E U C . — j C o m o que impides sepultar a un muerto! M E N . — j Y o si, de aquel que fuera m i enemigo! Nada grato seria. T E U C . — Y ^fue Ayax enemigo tuyo alguna vez? M E N . — A i que lo odiaba, odiaba el. T U puedes bien saberlo. T E U C . — C o m o -que le robaste el galardon; t u defraudaste con amanos los votos en su favor. M E N . — S i hubo trampa, fueron los jueces; yo no fui. T E U C . — M u c h o s males ocultar es tu tendencia. M a l hecho, si. M E N . — E s o s dolores a alguien pueden costarle. T E U C . — j Q u e mal mayor que el que ahora padecemos! M E N . — B a s t a : una cosa digo: Este no sera sepultado. T E U C . — O y e a t u vez: Este sera sepultado. M E N . — A l i a en otro tiempo y o conoci a un hombre, muy valiente en paiabras. Obligaba a sus marinos a navegar bajo impetuosa tormenta. Pero el se recataba. Se escondia, no chistaba, y envuelto en grande manto, un marine cualquiera pudiera d o m i n a r l o . . . A s i vas a ser t u : mucha locuacidad y petulancla, pero una leve nube que se alee al horizonte ha de bastar para callar t u petulante palabreria. T E U C . — Y o tambien, yo tambien conoci a un hombre, lleno de loca vanidad. En la desgracia se ensoberbecia contra sus colegas. Pero l o vio, uno muy semejante a m i , cortado a mi medida y asi le dijo; "Hombre, no afrentes a Ios muertos con esa mala boca. Si tal cosa haces, sabes que has de pagarlo con castigos." Esa leccion le daba al v i l aquel que estaba cerca de su vista. Y y o lo veo tambien. Ahora tu eres. T a l pareces ciertamente. ^Estoy habiando acaso en enigmas? M E N . — M e voy de aqui. Que fuera vergonzoso oir a un hombre tal, que yo podria obligar con castigos y apenas con paiabras lo vulnero. T E U C . — V e t e en verdad. Mucho mas vergonzoso seria estar oyendo las necedades que profieres, como hombre sin seso que vaga entre inepcias. cueste, contra todos, si se oponen, tengo que dar a este "-epultura. CORO : EST. 1.—^Cuando cesar podra esta larga serie dc ahos vagabundos? (.Ha de durar aiin por largos ahos esta inmensa fatiga en las troyanas tierras? Blandir la lanza, procurar ia ruina de Ilion. Baldon para los griegos. A N T . 1.—jHundido en et Averno habia de estar, o perdido en el eter, quien invcnto la guerra y enseho a los helenos el fuego de la belica contienda dc todos colectiva! jMales engendradores de mas males! jEso produjo aquel para los hombres! E S T . 2 . — E I , el me ha privado del Se va Menelao C O R O . — O b r e quien obre, habra grande contienda. Date prisa, oh Teucro lo mas que puedas. Cava una honda fosa para el. Tenga una amplia y honda mansion para que sea grato recuerdo para Ios mortales. Se presenta Tecmesa con su hijo de la mano. TEUC.—jQue a tiempo Uegan ellos, sus intimos, su esposa y su h i j o ! i Dense cuenta cabal de que a su difunto se le rinden los honores debidos! N i n o , ven. V e n aqui. Ponte en ademan de suplicante, cabe el cadaver de aquel que te dio la vida. En pie, mirando a el, con las manos asidas a mis cabellos, a los de su m u jer, y a los tuyos mismos. Es la ofrenda que pueden dar los que suplican j A h , si alguno del ejercito intentara arrebatarte el cuerpo con violencia, vilmente caiga el v i l . Quede insepulto en su patrio suelo, sea de raiz cortada su progenia, tal como corto esta crencha de su frente! j A el aferrate, nino; no l o sueltes! Si alguien te abraza, aprietate, y no l o sueltes, sino cayendo sobre el que te impide. A L C O R O . — Y , ahora, vosotros, (.que? ; N o sois mujeres; sois varones! Brios se requieren ahora. He de venir m u y pionto. Y cueste lo que roce suave de las coronas en la frente, y de las Hondas copas en que se da el vino; de la armonia de flautas concertadas. . . jlnfame!, aun de la suave quieiud del lecho y la grata dulzura de los amores, jsi de ios amores! Y aqui yazgo en el duro suelo, con Ios cabellos Uenos de humedad del nocturno rocio, indolentes, en pereza, sin rcposo. (.Quien jamas podra olvidar ia Troya de infortunio y de miscria? A N T . 2 . — ; A h , antes tenia un refugio contra temores de la noche y contra la inrainentc amenaza de los d a r d o s . . . A y a x el impetuoso! j Y hoy esta dominado por dios inexorable! iQue para m i , que suerte se me espera? jSi yo estuviera ya j u n t o a m i promontorio, de selvas adornado, per las olas besado continuamente, bajo el abrigo de la gran meseta de Sunio y en su paz de repose saludara a la sacra Atenas! Regresa Teucro T E U C . — Y o vengo apresixrado. V i a Agamemnon el jefe del ejercito encaminarse a aca. lA que puede venir, si no a dejar en libertad su v i perina boca? Entra Agamemnon AGAMEMNON.—Me lo dicen ba poco. . . (.Eres t u el que ha lanzado de sus labios en petulante rabia las ofensas sin castigo que contra noso- 27 tros proferiste? ^ M e oyes? Contigo hablo, hijo de una esclava. (,Que h i cieras si tu madre hubiera sido noble de alcurnia? jQue altanero seria tu modo de 'hablar; te sentirias volando por las nubes! Ahora eres nada *y en adalid te truecas de quien nada fue. Y aun a afirmar te atreves que nosotros ni generales, ni regentes de las naves somos de los aqueos, sino que A y a x fue, segun tu dices, su propio jefe, sin someterse a nadie. (,Y tales improperios escuchar de boca de un esclavo? ^De que heroe eximio vociferas jactancias? ^En que sitio se puso, en que lugar estuvo, que alli yo no estuviera? (.Fuera de el no tuvieron los aquivos hombres de excelsa talla? j V a resultando ahora que los certamenes prcgonados para obtener las armas de Aquiles son una amarga afrenta para nosotros, porque los grita ante la faz dc todos, nada menos que un Teucro!... jSomos cobardes, somos traidores, dice! Vencidos fuisteis, entiendelo por fin. y con eso bastara, y lo fuisteis por fallo de la mayor parte de Ios jueces. (,A que estar ahora vengando esa derrota con ofensas en p u blico, o calumnias a nuestras espaldas, siendo unos vencidos legalmente? Bien quedaran las leyes si no fueran acatadas. Y si tuviera que darse preferencia para anteponerlos a los que salieron atras derrotados. Hay que poner las cosas en su punto. N o son los robustos, los de duras espaldas los que tienen la primacia de la guerra. N o ; son los de seso, los de cordura, los que en todas partes se impone n. i Q u i e n mas robusto y de mas ancha espalda que un buey enorme? Y un latigo pequeho es suficiente, para que vaya derecho en su camino. jEse, ese es el remedio que creo que hay que imponerte, si no entras en juicio! jBah, por un muerto, por quien ya apenas es una sombra te ensoberbeces altanero y jactancioso y dejas rienda suelta a t u insolente b o c a . . . ! (.No adquiriras cordura? 28 S6F0CLES.—LAS (,No te daras al f i n , cuenta de que eras u n esclavo por t u nacimiento y si quieres d$fensas ante nosotros, debes poner aqui como abogado tuyo a u n hombre libre? Nada quiero saber de lo que babies: yo no comprendo lengua de salvajes. C o R i F . — T o r n a d ambos a tierra: ambos mostrad cordura. (.Que otra recomendacion mas oportuna pudiera y o haceros? TEUC.—jAy, miseria! j Apenas muere el hombre, se dosvanece la gratitud que Ic debian! jCuando mucho, resulta un traidor; Ayax, lo ves: este hombre! H o y ya no te recuerda, hoy te baldona, y t u , cuantas, cuantas veces la vida expusisle por el, entregado a los afanes de la guerra. Todo quedo olvidado. Todo se llevo el viento. Dime t i i ahora, t i i que asi estas dclirando vanidades, (.no guarda tu memoria el dia aquel, en que todos vosotros, cercados de todos lados, sin salida posible, dcstinados a la muerte, vino el y os libro? E l solo fue, sin nadie que lo ayudara. Y a ardian los navios, ya las llamas se alzaban dominadoras en las proas de las naves, ya Hector jubiloso iba a saitar al aire para tomarlas como p r e s a . . . (",Y quien pudo salvaros? ^No fue este? jEse que dices t u que jamas estuvo donde t i i estabas! iValia como varon o no valia? Pero, otra vez, el solo supo arrostrar a Hector. Cuerpo a cuerpo combatieron. Y no con artimahas, no con bolas de bairo. E l tenia su arma agil, que saitar pudo superando a todas. ;Ese fue el, y yo con el estuve firme. Y o el salvaje, yo el hijo de una esclava, de madre sierva nacido! I n f e l i z . . . N o pesastc tus paiabras cuando talcs dicterios de infamia proferias. (.Ya lo olvidaste? i,E\dre de tu padre, quien fue? Pelope era un salvaje. Nacio en Frigia. Y tu padre, el mismo padre que le cngendro, (.quien? j A l r e o , hombre nefando, ese que dio a su hermano las carncs de sus hijos! Vamos mas cerca. (,De quien naciste tu? iNo fue SIETE TRAGEDIAS de una esclava de Greta? (,No el padre mismo, cuando hallo sobre ella a un hombre actuando, la echo a los mares para que ios mudos peces fueran al devorarla sus castigadores? ;Ese eres t i i , y aun osas vituperar m i origen! De Telamon soy hijo. En todo arte guerrero obtuvo primacia y en jiisto galardon de sus hechos logro a m i madre como consorte. Y m i madre era reina por su progenie, hija de Laomedonte, y cl hijq de Alcmena la otorgo a m i padre como premio a sus proezas. Y yo, dos veces noble, por mis dos origencs, (.habre de consentir. en que los de m i sangre sean ifrentados, porque la desgracia cayo sobre ellos? ;Te atreves a negarles sepultura! ^ N o te avergiienzas de ello? Pero tenio entendido bien ahora: Si a este arrojas al suelo sin sepulcro, tendras tambien que arrojar nuestros tres cuerpos. Cuanto mas hello fuera para m i morir con gloria en defensa de este, que luchar en ia guerra por tu mujer, o por la dc tu hermano. Piensa, por tanto, mas en l u propio interes que en el mio. j A y de t i si me ofendes en lo m i n i m o : tendras que pensar algun dia que mas te valiera haberle mostrado cobarde que hacer alardes de poder contra m i ! Llega Ulises C o R l F . — R e y Ulises, bien vengas, si es que vienes a desatar el nude, no a enredarlo. U L . — i . Q o i es esto, hombres? A l i a a lo lejos escuche las voces de los dos Atridas tocantes a la muerte de este vaiienic guerrero. A o A M . — i \o esta este homb r e arrojando sobre m i desvergonzados oprob i os, rey Ulises? UE.—(.Oprobios? ^cuales? Porque yo concedo m i indulgencia al que siendo ofendido, con ofensas responde. A G A M . — A f r e n t a s ha oido, porque afrentas me hizo. U L . — ( . Q u e hizo que lo tengas por afrenta? A Y A X 29 U L . — M e avasalla el valor mucho A G A M . — S e niega a obedecerme. mas que ei odio. Y o mande que ese cuerpo quedara insepulto, y el afirma que habra de A G A M . — j O h que raras sorpresas sepultarlo contra m i mandato. hallamos en los mortales! U L . — E s verdad, jcuantos hay que U L . — i T e n g o derecho a hablar hoy son amigos y manana enemisinceramente; de hacerte un buen gos! servicio y perdurar tu amigo? A G A M . — H a b l a . Fuera yo un loco A G A M . — Y (,a ese genero de amisi no lo declarara: t i i eres para m i gos recomiendas? el mas grande amigo que entre grieU L . — L o que no recomiendo es gos tengo! — a las almas duras. ^ U L . — O y e m e ahora. Por ios dioA G A M . — Y en este dia tu quieres ses te ruego* no dejes que ese horn- \ exhibirme como un cobarde. bre quede sin sepultura, ni que sea U L . — N o , solo como a un "usto, arrojado a la ventura. N o te venza en la opinion de todos los griegos. la ira en su violencia, al grado de A G A M . — o ^ a s a forzarme a que t[uc llegues por odio a tu enemigo a deje sepultar a ese difunto? pisotear la justicia misma. Tambien U L . — - S i , que yo en breve tambien fue m i enemigo en el ejercito, desde sere un cadaver. aquel momento en que yo obtuve las A G A M . — T o d o e s igual: cada homarmas de Aquiles. Y eso no me ciega bre se afana per si mismo. para decir que ante m i yace el vaU L . — Y (,por quien iba a afanarron mas valiente y esforzado de me, si no cs por m i mismo? cuantos a Troya vinimos, con excepA G A M . — S e a tuya esta obra; no cion de Aquiles. N o tienes l i i derese proclame como mia. cho de afientarlo. Mas heririas a las U L . — O b r e s como obres, siempre divinas leyes que a este. Injusto es sera honrosa. a un heroe deshonrar, si yace muerto A G A M . — P e r o , sabelo bien: esta por m u y grande odio que sc le haya gracia y cualquiera aun mayor a t i tenido. te la concedo. Pero, ese, ese, aqui A G A M . — ^ E s o me dices l u , Ulises? y alia, en donde quiera que se halle (,Te tornas en su defensor contra mi? sera m i aborrecido enemigo. Obra U L . — Y o , yo lo digo: L o aborreci como te convenga. ){J.^ /\ cuando era honroso aborrecerlo. Se va Agamemnon ^ A G A M . — Y muerto ahora, (,no debes pisotearlo? CoRiF.—Se mostrara insensate el U L . — A t r i d a , no te goces en triunque no reconozca, oh Ulises, que tu fos deshonrosos, eres un sabio en tu mente. A G A M . — N o es facil al que impera U L . — Y ahora un mensaje tengo ser piadoso, para Teucro; Cuanto mas m i eneU L . — P e r o si es facil que oiga a migo fue antaho, tanto mas es hoy sus amigos, si ellos ]o bueno ensemi amigo. Quiero con ei dar sepulnan. tura al difunto y darlc todos los hoA G A M . — Y todo hombre de fuernores que le corresponden a un za debe rendirse ante la autoridad. muerto valiente por parte de los que quedan vivos, pero son mortales. U L . — i Calma! Someterse a Ios amigos es lograr la victoria. T E U C . — N o b i l i s i m o Ulises, solaA G A M . — R e c a p a c i f a en quien era mente loores mereces. Defraudaste este hombre por quien impetras facon mucho mis temerosas expectativor. vas. T u , el mas acendrado enemigo que el tenia entre todos los aquivos, U L . — F u e m i encmjgo, jpero era eres ei unico que has venido a deun valiente! fenderlo, levuntando tu brazo en faAGAM.—(".Que vas a hacer, entonvor de un muerto. T i i no has permices? ( , A tal grado veneras a un enetido que el mismo jefe de la expedimigo muerto? 1^^ 30 SOFOCLES. LAS SIETE cion toda en tu presencia vilipendiara a Ayax. HHos, los dos hermanos, vicnen aca para zahcrirle y quiercn que su cuerpo sea arrojado insepulto para ser pasto dc las aves marinas. \Y tu lo defcndisle! Aquel augiisto padre que cn cl Oiimpo impera y Erina rencorosa que todo tiene presente y la Justicia, que llega al m;is lejano apice Jc lo injusto para castigarlo, a estos infamcs inlamejuenle aniquilen: a cllos que querian lanzar al campo este heroe digno dc otra conducta. Y tu noble progenie del anciano Laertes no en e! pongas las manos. Temo que eso al tiilunto fuera ingrato. h t i lo demas, ayudamc. Si descas que del ejercito haya alguiios prescntcs, acaso me placiera. Todo lo demas a m i me toca hacerlo. Pero fenlo presente: para mi eres todo un hidalgo. U L . - — Y o cjecutario queria. . . pero si no te agrada que eh ello te ayude, mc retiro. y alabo tus designios. TRAGEDIAS Teuc—jEs suficiente! Cuanto tiempo ha corrido sin provecho. Ea, unos cavad ia fosa, ahondadla bien. Otros, a! fuego colocad la alta t r i podc para ias riluales abluciones del cuerpo. Vaya un grupo de soldados a la tienda y traiga la armadura reluciente de! heroe, y sobre eso, el escudo. Niho, t i i tambien. con la fuerza que pucdas con todo amor levanta e! brazo dc tu padre v, ai tiempo que yo lo alzo, alzalo t u . . . jTibias aun las venas dcspiden a torrentes negra sangrc! Vamos y a. Los que fueron sus amigos, acudan prc^urosos a rendir el postrer tributo del amor a este heroe sin igual. En todo grande, nadie imbo de su talla enlre Ios hombres. CoRO: Iformadn ante ci ciwrpo cair.a}:—-Cuando miran los hechos, cuanto a los hombres dicen a sus ojos. Antes de \crlos, nadie. por presago que sea puede rastrear la marclia del futuro. FILOCTETES