Efesios Los escogidos (1.3–4) H ace algún tiempo murió una mujer en West Palm Beach, Florida, a la edad de 71 años. El informe del juez de instrucción mencionó la desnutrición como la causa de la muerte. La mujer sólo pesaba cincuenta libras en el momento de su muerte. Ella parecía haber tenido una vida muy dura. Las autoridades hallaron que su casa estaba tan sucia que no se podía describir. Los vecinos mencionaron que ella hacía frecuentes viajes a las puertas traseras de sus casas para pedirles comida. Las ropas de ella provenían de una organización caritativa. Parecía el caso de una mujer sin un centavo, la cual por fin llegaba al final de su difícil viaje. Cuando la policía registró su casa emmontañada de basura, se encontraron dos llaves. Las llaves llevaron a los policías hasta unas cajas de seguridad de dos bancos locales, en las que descubrieron más de setecientos valiosos certificados de inversión en valores y garantías, junto con unos $200.000 en efectivo. La segunda caja contenía sólo efectivo —un total de $600.000. La mujer había estado mendigando comida, usaba ropas de segunda mano, y murió de desnutrición, ¡a pesar de que el monto de sus bienes sobrepasaba $1.000.000!1 Pablo escribió la carta de Efesios a unos cristianos que estaban inclinados a hacer con sus vastos recursos espirituales, lo mismo que la mujer de la Florida hizo con sus recursos materiales —no atinar a darles un buen uso. Los cristianos 1 Charles R. Swindoll, Improving Your Serve: The Art of Unselfish Living (Mejorando su servicio: El arte de vivir siendo generoso) (Waco, Tex.: Word Books, 1981), 49–50. hoy día pueden cometer ese mismo error. Tenemos enormes posesiones en Cristo, y ningún cristiano debería jamás tener que llegar a un estado de desnutrición y desperdicio en lo espiritual. Simplemente tenemos que darle un buen uso a lo que Dios ha provisto. Efesios afirma las ilimitadas reservas celestiales de Dios. La epístola demuestra que los cristianos no tienen por qué padecer privaciones en lo espiritual. Como hijos de Dios que somos, tenemos a nuestra disposición recursos que nos pueden hacer increíblemente ricos en Dios. Pablo describió tales recursos como “las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros” (1.7b–8). Efesios 1.3–14 marca la pauta para que los cristianos hagan un inventario de las riquezas de Dios. En el griego original, los versículos 3 al 14 conforman una sola oración extendida. Llega a ser un trompetazo de alabanza para Dios, el cual se remonta al pasado (vv. 3–6a), cubre el presente (vv. 6b–11), y se extiende al futuro (vv. 12–14). Enfoquemos dos versículos del arrobado llamado de Pablo a la alabanza: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante él… (1.3–4). El texto declara una verdad eterna: Dios da toda posible bendición espiritual a los que están en Cristo. ¿Qué es lo que usted tiene en Cristo? ¡Tiene todo lo que Dios tiene para dar! 1 DIOS NOS DA BENDICIONES POR SU PROPIA VOLUNTAD Las palabras de Pablo llaman a los cristianos a alabar a Dios: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió2 en él antes de la fundación del mundo…” (1.3–4a; énfasis nuestro). Antes de que la tierra existiera, Dios tuvo el deseo de compartir con los cristianos su amor y sus riquezas las cuales se encuentran, literalmente, en “los lugares celestiales”. La naturaleza de Dios lo motiva a él a expresar su amor hacia los demás y a compartir sus riquezas con ellos. Dios determinó de su propia voluntad el crearnos hijos e hijas a su propia imagen. Les dio la habilidad de gozarse con él, amándolo, compartiendo su hogar, y alabando su nombre. La descripción que hace W. Phillip Keller nos ayuda a imaginar la reacción de los que habitan en el ámbito espiritual cuando Dios les informó a éstos acerca de su plan: Hasta donde los humanos podemos saberlo, es posible que aquella fuera una de las ideas más audaces que se hubiese generado en las cámaras del concejo de Dios. Y es posible estar bastante seguros de que cuando el plan fue dado a conocer una conmoción barrió a través de toda la extensión de la eternidad. Ninguno de los ángeles ni ningún otro espíritu de los que ministraban había siquiera soñado con un proyecto de tanto revuelo. Dios tenía la determinación de reproducirse a sí mismo. Él haría que llegaran a la condición de seres y de hijos, a otros como él mismo. Estaba decidido a poblar su hogar celestial con seres con libre albedrío formados a la imagen de su propio carácter. Ellos iban a ser los herederos y coherederos con Cristo, su Hijo, con derecho a disfrutar de la eternidad en éxtasis. La idea debió haberle causado una gran emoción a Dios Hijo. Ahora él tendría hermanos y hermanas con los cuales compartir los gozos de la eternidad a su lado. Ya no sería más el hijo único. Era un esfuerzo desafiante. En él recaería la responsabilidad de llevar a cabo el plan hasta completarlo. 3 Dios, de su voluntad, nos escogió para hacernos sus hijos e hijas. ¿Qué hemos de hacer con la idea de que Dios nos escogió para ser sus hijos en Cristo? 2 La palabra del griego de la cual se traduce “escogió” es eklego. Esta palabra significa “escoger, elegir, seleccionar”. La voz media indica algo que Dios hizo de su propia voluntad. 3 W. Phillip Keller, Rabboni… Which Is to Say Master (Old Tappan, N.J.: Fleming H. Revell Co., 1977), 17–18. 2 Podemos conformarnos con menos. Podemos descartar la noción de que Dios quiere que seamos sus hijos. De hecho, esto es lo que hace la mayoría de la gente. El autor C.S. Lewis lo hizo. Por años Lewis se dio a conocer como un ateo. El profesor de origen inglés no tenía un lugar para Dios en su vida. Más adelante en el transcurso de su vida, él cambió. Llegó a ser un creyente que podía escribir desde la perspectiva de uno que antes se había conformado con menos: Somos criaturas desganadas, que jugamos con la bebida, el sexo y la ambición cuando el gozo infinito se nos ofrece, como un niño ignorante que desea continuar haciendo pasteles de lodo en un tugurio porque no puede imaginar lo que significa la oferta de un día libre junto al mar. Nos conformamos muy fácilmente. 4 Dios busca hijos e hijas a los cuales él pueda abrirles la bóveda de los cielos. Se nos ha dado a elegir; podemos conformarnos con menos. Muchos lo hacen. Por otro lado, podemos aceptar lo mejor de Dios. Su objetivo es adoptarnos y hacernos sus hijos, hacernos herederos de sus riquezas, formar su imagen en nosotros, y compartir el cielo con nosotros para siempre. Piense por un momento. ¿Cuál es su posición respecto a todo esto? ¿Se está conformando usted con menos? ¿Es el hecho de que Dios desea hacerle a usted su hijo y darle a usted las riquezas del cielo, algo que le maravilla? ¿No desea usted que eso le suceda en su vida? DIOS NOS DA SUS BENDICIONES A SU PROPIA MANERA Dios nos da toda bendición espiritual “en Cristo”. La frase “en Cristo”, o su equivalente ocurre más de veinte veces en Efesios. Pablo hizo un destacado uso de ella en estos primeros versículos: Los fieles están en Cristo (v. 1). Toda bendición espiritual es en Cristo (v. 3). Los escogidos lo son en Cristo (v. 4). Somos santos y sin mancha en Cristo (v. 4). La gracia es impartida libremente en Cristo (v. 6). La redención y el perdón de pecados se dan en Cristo (v. 7). Estamos marcados, o sellados, con el Espíritu Santo para garantizarnos nuestra herencia en Cristo (v. 13). 4 C.S. Lewis, citado por Max Anders, The Good Life: Living With Meaning in a “Never-Enough” World (La buena vida: El vivir con sentido en un mundo en el que “jamás algo es suficiente”) (Dallas: Word Publishing, 1993), 17. Estas afirmaciones señalan la importancia de estar en Cristo. Podríamos apreciar el estar en Cristo aún más si comparáramos esto con algo que conocemos. Reemplacemos la frase “en Cristo” con la frase “en la familia”. Cuando usted pertenece a una familia, ya sea por haber nacido dentro de ella, o por matrimonio o adopción, ¿qué es lo que significa? Si usted está “en la familia”, usted tiene ciertos privilegios. Cuando entro por la puerta de mi casa, nadie me pregunta “¿Quién lo dejó entrar?”. Mi esposa, Sallye, no actúa como si yo fuera un intruso. Mi hijo no trata de pelear conmigo para echarme por la puerta. Mi hija no llama a la policía. Todos saben que soy de la casa porque estoy en la familia. Los privilegios, las responsabilidades, y las expectativas son todos parte de estar en la familia. El estar “en Cristo” significa que usted le pertenece a él. Usted ha sido unido a él. Todos los privilegios y responsabilidades, y expectativas de estar en Cristo son suyas. No causa ninguna alarma en los corredores del cielo el que Dios le dé a usted un lugar en su reino. Ello es parte de estar en Cristo. Los ángeles no se desmayan cuando Dios envía su Santo Espíritu a morar en usted. Ello es parte de estar en Cristo. Nadie objeta que Dios le perdone todos sus pecados. Ello es parte de estar en Cristo. Después de que su vida sobre la tierra termine, ningún ser celestial se extrañará de que usted tenga un lugar en el hogar eterno de Dios. Ello es parte de estar en Cristo. Estando en Cristo usted llega a poseer el perdón de pecados, la adopción como hijo de Dios, el don del Espíritu Santo, la esperanza de la vida eterna, la santidad, la justicia, la bondad, la gloria, la fortaleza, la firmeza, la paz, el poder y todo el resto de las riquezas de Dios. Estos privilegios suenan bastante maravillosos, ¿verdad? ¡Todo lo que una persona llega a poseer estando en Cristo es algo que escapa a la descripción! Si yo poseo todo esto estando en Cristo, ¿por qué será que todavía forcejeo con la culpa a veces? ¿Por qué será que no me siento santo, justo, ni bueno? ¿Por qué será que soy tan débil en algunas áreas? ¿Por qué todavía peco? Las Escrituras dicen que soy hijo de Dios, pero lo cierto es que no actúo como tal, todo el tiempo. A menudo pongo mi “ego” en primer lugar. Me decepciono a mí mismo y a los demás. Recientemente, participé en un grupo de estudio de la Biblia con varios hombres. Todos los presentes expresamos estas preguntas e inquietudes acerca de nosotros mismos. Nuestra conversación nos llevó a la conclusión de que son muchos los cristianos que luchan con esta idea: “Algo debe haber malo en mí. Veo cómo el cristianismo funciona en los demás, pero no parezco poder desarrollar ninguna consecuencia de ello en mi andar con el Señor”. La mayoría de los cristianos se hacen tales preguntas a sí mismos, incluyendo ancianos, padres, y los que han sido cristianos por años. Hay dos sugerencias que ayudan cuando comienzo a pensar de esta manera: Regresar a lo básico. Debo reafirmar mi identidad: Soy hijo de Dios. Dios me ha hecho su hijo a través de Jesús. Eso es lo que él quiere que yo sea. Luego, debo reafirmar para mí mismo que yo estoy “en Cristo”. Esto es lo que Gálatas 3.26–27 dice: “… pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Esto es básico. Si yo he actuado con base en la fe en Cristo y he sido bautizado en Cristo, entonces estoy en Cristo. ¡Estando en Cristo, toda bendición espiritual es mía! Hacer uso de lo básico. Cuando estoy desanimado conmigo mismo, a menudo puedo trazar la causa de tal desánimo a una negligencia en lo básico. Es como la “pobre” mujer de la Florida, no he hecho uso de mis posesiones. Ello conduce a la inanición espiritual. Lo básico incluye: 1) la palabra de Dios —el estudiarla, el memorizarla, el meditar en ella; 2) la oración —el tener comunión regular con Dios; 3) el servicio —el participar personalmente en la obra del reino; y 4) la comunión —el compartir la vida con iguales cristianos. Sí, usted y yo necesitamos recordarnos a nosotros mismos quiénes somos, de vez en cuando. Cuando estamos desanimados, podemos usar 1.3–14 para reafirmarnos a nosotros quiénes somos en realidad. ¿ Haría usted eso ahora mismo? Recuérdese a usted mismo quién es usted. Dígase a sí mismo: “He sido escogido por Dios. Soy santo y sin mancha delante de él. Estoy perdonado. Estoy redimido por la sangre de Cristo. Se me ha dado el Espíritu Santo. Se me ha dado garantía de una herencia eterna, porque ¡yo estoy en Cristo!”. CONCLUSIÓN Hubo una dama de nombre Hetty Green a la cual se le conoció como la más notable avara. Cuando murió en 1916, dejó una heredad de $100␣ millones; y sin embargo, Hetty no hizo uso 3 de sus recursos. Incluso insistía en desayunar atol de avena frío con el fin de poder ahorrarse el gasto del combustible necesario para calentar el agua. Cuando su propio hijo sufrió una severa herida en una pierna, Hetty pospuso el tratamiento hasta que pudo encontrar una clínica donde lo trataran gratis. El chico eventualmente perdió su pierna . Hetty vivió una vida insensata. Su avaricia le impidió hacer un buen uso de sus posesiones.5 ¡Cuán insensato sería ver lo que Dios ofrece en Cristo y declinarlo o no ser capaz de hacer un buen uso de ello! Dios quiere darle a usted toda bendición espiritual. No desprecie la oferta que él le hace. ■ 5 John MacArthur, Jr., Ephesians (Efesios), The MacArthur New Testament Commentary (Chicago, Ill.: Moody Press, 1986), vii. ©Copyright 1998, 2002, por LA VERDAD PARA HOY Todos los derechos reservados 4