14 La Liturgia es expresión de la fe eclesial y transmisora de dicha fe a través de las personas, acciones, gestos, usos, tiempos y lugares se realiza y hace presente la acción salvífica de Cristo y de su Iglesia. guarda estrecha relación con la espiritualidad, la acción pastoral y el ordenamiento jurídico e institucional de la Iglesia. ESQUEMA 1. EL CONCEPTO DE LITURGIA EN EL VATICANO II 1.1La palabra “Liturgia”. 1.2Primeros intentos de definición a. Definiciones estéticas. b. Definiciones jurídicas c. Definiciones teológicas. • Concepto de la “Mediator Dei”. • Concepto de liturgia en la Constitución “sacrosanctum Concilium”. 1.3 Diferencia entre el concepto de liturgia en la Mediator Dei y en la Sacrosanctum Concilium. 2. CRISTO Y LA IGLESIA, ACTORES DE LA LITURGIA 2.1 La presencia del Señor en la liturgia 2.1.1 Presencia del Señor en el sacrificio del a Misa 2.1.2 Presencia del Señor en la Palabra proclamada eclesialmente 2.2 La Iglesia como sujeto <<asociado>> de la liturgia 2.3 La Asamblea celebrante 2.4 Características de la asamblea celebrante 3. LA PARTICIPACIÓN DE LOS FIELES EN LA LITURGIA 3.1. Qué es la participación de los fieles? 3.1.1 Importancia de la celebración litúrgica 3.1.2 La participación según la “Sacrosanctum Concilium”. 3.13 Exigencias de la participación 3.2 Ministerios y participación litúrgica • Ministerios ordenados • Ministerios instituidos • Ministerios de hecho 3.3 El equipo litúrgico 4. LA PALABRA DE DIOS EN LA LITURGIA 4.1 La Sagrada Escritura en la liturgia 4.2 La Palabra de Dios en la Historia de salvación 4.3 El pueblo de la Palabra de Dios 4.4 La Palabra de Dios celebrada: Liturgia de la palabra 4.5 Primacía del Evangelio 14.1 5. LA ORACION LITURGICA 5.1 La Plegaria litúrgica signo sagrado 5.2 Notas de la Plegaria litúrgico cristiano • Dimensión Trinitaria • Dimensión Cristológica • Dimensión Eclesial • Dimensión Antropológica 5.3 Actitudes internas de la Plegaria litúrgica • Escucha y respuesta • Alabanza y acción de gracias • Invocación y súplica • Arrepentimiento y ofrenda • Intercesión 5.4 Actitudes corporales: los gestos 5.5 Los grandes géneros de la Plegaria litúrgica 6. LA CELEBRACIÓN 6.1 Definición de celebración 6.2 El Misterio de Cristo, en el centro de toda celebración 6.3 Qué es el Memorial 6.4 El contenido de la celebración 6.5 Notas específicas de la fiesta cristiana 1.CONCEPTO DE LITURGIA 1.1 LA PALABRA “LITURGIA” a. Etimología y uso en el mundo griego. La palabra liturgia procede del griego clásico, de leitourgía, palabra que indicaba el origen o el destino popular de una acción o de una iniciativa. Leitourgía se compone de lélt (pueblo, popular) y érgon (obra). Con el tiempo, la misma obra popular o iniciativa a favor del pueblo, perdió su carácter libre para convertirse en un servicio oneroso, más o menos obligatorio a favor del Estado o de la ciudad. Liturgia vino a designar un servicio público. Cuando este servicio público afectaba al ámbito religioso, liturgia se refería al culto oficial de los dioses. b. Uso en la Biblia. La palabra liturgia se encuentra también en la traducción griega del Antiguo Testamento designando el servicio cultual del Dios de Israel, confiado a la familia de Leví primero, durante la etapa del desierto y, después, en el templo de Jerusalén, a los sacerdotes. 14.2 Liturgia era una palabra técnica aplicada al culto público y oficial realizado por los levitas, distinto del culto privado, para el que la misma traducción de los LXX reservó las palabras de latria y dulia (adoración, honor). En el griego bíblico del Nuevo Testamento, liturgia no aparece jamás como sinónimo de culto cristiano. La palabra liturgia se utiliza en los siguientes sentidos en EL Nuevo Testamento: • En sentido civil, como servicio público oneroso (cf. Rom 13,6; 15,27, Fil 2, 25.30: 2 Cor 9, 12; Hb 1, 7.14) • En el sentido técnico y ritual del Antiguo Testamento: (cf. Lc 1, 23; Hb 8, 2.6; 9,21; 10, 11). La carta a los Hebreos aplica a Cristo, y sólo a él, la terminología técnica cultual del Antiguo Testamento, para acentuar el valor infinitamente superior del Sumo Sacerdote y Mediador de la Nueva Alianza. • En sentido de culto espiritual: San Pablo usa la palabra liturgia para referirse tanto al ministerio de la evangelización como al obsequio de la fe de los que han creído por su predicación: (cf. Rm 15.16: Fil 2,17). • En sentido de culto comunitario cristiano: mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando dijo el Espíritu Santo....(Hch 13, 2). En este texto, no se sabe con certeza si se trata de la Eucaristía. Lo que aparece claro es que estaba reunida la comunidad cristiana de Antioquia, que estaban orando y que la plegaria desemboca en el envío misionero de Pablo y Bernabé mediante la imposición de las manos (cf. Hch 6, 6). Si en los escritos apostólicos del Nuevo Testamento no aparece la palabra liturgia ligada la culto cristiano, salvo en Hch 13, 2, se debe a que el término estaba demasiado ligado al sacerdocio levítico del Antiguo Testamento, ministerio que pierde su razón de ser en la nueva situación creada por Cristo. En los primeros escritores cristianos: Los de origen judeocristiano utilizan la palabra liturgia en sentido cultual y eucarístico, y en sentido ritual veterotestamentario, pero aplicado al culto de la Nueva Alianza. EVOLUCIÓN POSTERIOR Con ella fue, en efecto, designado el culto nuevo que surge de la realidad del sacerdocio de Cristo, aunque en muchos aspectos, este culto haya quedado ligado a formas rituales e la liturgia judía, que hicieron sentir su influjo en los orígenes de la liturgia cristiana. Posteriormente, la palabra liturgia, aunque despojada de adherencias veterotestamentarias, no ha tenido igual fortuna en todas las épocas y en todos los lugares de la historia de la Iglesia. En las Iglesias Orientales de lengua griega la palabra liturgia ha venido designando, principalmente, la celebración eucarística. En la Iglesia latina la palabra liturgia es desconocida, salvo por San Agustín, que la emplea para referirse la ministerio cultual. 14.3 La palabra no fue latinizada, como ocurrió con gran parte de los términos griegos del Nuevo Testamento-por ejemplo, apóstol, diácono, etc:-, hasta el siglo XVI. En su lugar se usaron expresiones como munus, officlum, ministerium. A parir del siglo XVI liturgia aparece en los títulos de algunos libros que tratan de la historia y de la descripción de los ritos de la Iglesia o de una parte de ella. Pero, junto a este significado, la palabra liturgia se hizo también sinónima de ritual y de ceremonia en sentido externo y rúbrica. Hasta el Vaticano II ha llegado la mentalidad de que la liturgia es la ciencia de las rúbricas que regulan el ejercicio exterior del culto. 1.2. Definiciones de liturgia anteriores al Vaticano II Los primeros intentos para descubrir la naturaleza de la liturgia se inician con el movimiento litúrgico. En este sentido, la Constitución de liturgia del Concilio Vaticano II marca un hito histórico. • Los primeros intentos de definición Los primeras definiciones anteriores al Vaticano II podemos agruparlas en tres clases: estéticas, jurídicas y teológicas. a). Definiciones estéticas Según este tipo de definiciones, la liturgia es la forma exterior y sensible del culto, es decir, el conjunto de ceremonias y ritos. El objeto formal de la liturgia se identifica con los aspectos decorativos y expresivos del sentimiento religioso. Las verdades de fe, los dogmas encuentran en la liturgia una formulación estética y sensible. Aunque la encíclica Mediator Dei (nº 25) la rechaza explícitamente, esta visión de la liturgia contiene, sin embargo, una intuición válida: la concepción de la liturgia como arte, como juego, como lenguaje y como fiesta. b). Definiciones jurídicas En ellas la liturgia es presentada como el culto público de la Iglesia en cuanto regulado por su autoridad , como la ordenación jurídica del ejercicio del culto. Se identifica la liturgia con el derecho litúrgico y con la rúbricas que regulan el ejercicio del culto. La Mediator Dei (nº 25) también rechaza esta reducción de la liturgia a la suma de leyes y preceptos reguladores del culto. c). Definiciones teológicas Coinciden en señalar la liturgia como el culto de la Iglesia, pero limitan el carácter eclesial del culto a la acción de los ministros ordenados. Sin embargo, algunas definiciones, partiendo también de la misma idea, tratan de llegar la núcleo de la liturgia cristiana, es decir, “al misterio de Cristo y de la Iglesia en su expresión cultual”. La liturgia es un misterio o acción ritual que hace presente y operante la obra redentora de Cristo en los símbolos cultuales de la Iglesia. 14.4 • Concepto de la “Mediator Dei” La encíclica estudia la liturgia en un plano directamente teológico. La continuación de la obra de Cristo Sacerdote. El fundamento, pues, de la liturgia es el sacerdocio de Cristo: El Divino Redentor quiso también que la vida sacerdotal iniciada por él en su cuerpo mortal con sus plegarias y su sacrificio, no cesase en el transcurso de los siglos en su Cuerpo Místico que es la Iglesia(MD 4). La Iglesia, fiel ala mandato recibido de su fundador, continúa el oficio sacerdotal de Jesucristo, sobre todo por medio de la Sagrada Liturgia (MD 5). La Sagrada liturgia es, por tanto, el culto público que nuestro Redentor rinde al Padre como Cabeza de la Iglesia, y es el culto que la sociedad de los fieles rinde a su Cabeza, y, por medio de ella, al Padre Eterno; es, para decirlo en pocas palabras, el culto integral del Cuerpo Místico de Jesucristo; esto es , de la cabeza y de sus miembros (MD 29). El Sacerdocio de Jesucristo se mantiene activo en la sucesión de los tiempos, no siendo otra cosa la liturgia que el ejercicio de este sacerdocio (MD 32). En estas afirmaciones aparece la liturgia como continuación de la obra sacerdotal de Cristo, En el aspecto de glorificación del Padre y en el de santificación del hombre. Al mismo tiempo se coloca a Cristo en el centro de la adoración y del culto de la misma Iglesia. En otros lugares de la encíclica se afirma expresamente la presencia de Cristo en toda la acción litúrgica (MD 26-28). Sin embargo, no llega a abordar la relación entre esta presencia y la Historia de la Salvación y entre los misterios del Señor y su celebración ritual, aunque esto último aparece insinuado al hablar del Año Litúrgico (MD 205). Así pues, se afirma fundamentalmente lo siguiente: La liturgia es el culto primariamente de Cristo, y de la Iglesia por asociación y participación. Esta es verdadero sujeto activo (y no solo pasivo) de la acción litúrgica. La liturgia es el culto de la Iglesia no en cuanto sociedad sino en cuanto Cuerpo de Cristo. La liturgia es obra del Cristo total, cabeza y miembros La liturgia comprende no solamente el culto a Dios sino también la santificación del hombre, de tal manera que solamente desde una actitud interior de santificación se puede dar a Dios el culto verdadero. • El concepto de liturgia en la Constitución <<Sacrosanctum Concilium>> El Concilio expresa con estas palabras lo que es la liturgia Realmente en esta obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre Eterno. Con razón entonces, se considera la liturgia como el ejercicio del sacerdocio e Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan, y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de Cristo, es decir, la cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro. En consecuencia, toda celebración litúrgico, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia (SC 7, cf. 26). Así pues, en la noción de liturgia que ofrece el Vaticano II, destacan los siguientes aspectos: 14.5 a). La liturgia es obra del Cristo total, de Cristo primariamente, y de la Iglesia por asociación. b). La liturgia tiene como finalidad la santificación de los hombres y el culto al Padre, de modo que el sacerdocio de Cristo se realiza en los dos aspectos. c). La liturgia pertenece a todo el pueblo de Dios, que en virtud del bautismo es sacerdocio real con el derecho y el deber ce participar en las acciones litúrgicas. d). La liturgia, en cuanto constituida por “gestos y palabras” que significan y realizan eficazmente la salvación, es ella misma un acontecimiento en el que se manifiesta la Iglesia, Sacramento del verbo encarnado. e). La liturgia configura y determina el tiempo de la Iglesia desde el punto de vista escatológico. f). Por todo esto la liturgia es “fuente y cumbre de la vida de la Iglesia” (cf. SC 10, LG 11). En síntesis, la liturgia se puede definir como la función santificadora y cultual de la Iglesia, esposa y cuerpo sacerdotal del Verbo encarnado, para continuar en el tiempo la obra de Cristo por medio de los signos que lo hacen presente hasta su venida. I.3 Diferencias entre el concepto de liturgia del Vaticano II y las definiciones anteriores: • Respecto de las definiciones estéticas, el Vaticano II ha resaltado el valor del contenido misterioso de la liturgia, pero no lo ha disociado de su expresión ritual y sensible. Al contrario, ha dado a esta su justo valor al considerarla no solamente en su dimensión psicológica-pedagógica, sino, sobre todo, en su dimensión ontológica. El aspecto festivo, ceremonial y expresivo del culto, lejos de ser • elemento formal, es el instrumento relativo y mutable del ejercicio del sacerdocio de Cristo. • Respecto de las definiciones jurídicas, el Vaticano II ha situado la liturgia en la línea de la auténtica tradición, es decir, en la línea de la transmisión de la voluntad redentora de Cristo a través de unos ritos que hacen presente la obra de la salvación. El componente formal de la liturgia no está en la voluntad reguladora de la Jerarquía sino en Cristo mismo, único y sumo sacerdote. • Respecto de las definiciones teológicas que acentuaban el aspecto social y jurídico del culto público, del culto cristiano. Este no es una especie más del culto religioso, sino que es el único culto posible al Padre, que tan sólo Cristo puede dar y que de hecho da asociando a su Esposa la Iglesia mediante la donación a ésta de su Espíritu. La liturgia es, por tanto, primera y esencial obra de Cristo y, secundariamente y por participación, culto de la Iglesia. • Respecto de la “Mediator Dei” la SC ha conseguido despegar el concepto teológico de la liturgia de una eclesiología predominantemente jurídica. La encíclica se había quedado a medio camino al seguir hablando del culto desde la perspectiva de las virtudes de la religión y la justicia y en la línea de una relación naturalmente 14.6 sobrenatural ampliamente rebasada hoy. Por otra parte, minusvalorando el sacerdocio común de los fieles, reduce el ejercicio del Sacerdocio de Cristo al ministerio recibido del Orden. La LG habla de un único Sacerdocio, el de Cristo, del que participan de modo diverso y a título diferente los fieles y los sacerdotes. 2.CRISTO Y LA IGLESIA, ACTORES DE LA LITURGIA 2.1 LA PRESENCIA DEL SEÑOR EN LA LITURGIA El tema de la presencia de Cristo en la liturgia, aparece delineado en el Nuevo Testamento (cf. Mt18,19-20; 28, 19-20; Jn 14,28; Ef 3, 17, etc). En la época apostólica y patrística se acentuaba el aspecto eclesial de la unión con Cristo comunicación de sus dones, aunque se trataba de una verdad enseñada a los fieles en toda su amplitud y profundamente vivida, todavía las formas de la presencia del Señor entre sus fieles no era objeto de atención por parte de los teólogos. La situación cambia a partir de la Edad Media con el nacimiento de una piedad que veneraba con la máxima devoción la humanidad de Cristo y con las controversias eucarísticas que polarizan la atención de los teólogos sobre la presencia real del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la Eucaristía. El movimiento litúrgico, introducirá nuevos elementos de reflexión: en la celebración eucarística, en los sacramentos, en las solemnidades del Año litúrgico y, en general, en toda acción litúrgico se hacen presente los misterios de Cristo. Paralelamente la renovación y el avance de los estudios bíblicos permiten la profundización en lo que ahora llamamos presencia de Dios en su palabra, realidad mantenida y celebrada de muchas maneras por la liturgia. La teología, por otra parte, se ocupa cada día más del misterio de la Iglesia, realidad maravillosamente expresada por la asamblea eucarística. La Iglesia aparece, entre otros aspectos, como el cuerpo del Señor y el Templo del Señor que se va levantando mediante los sacramentos en los cuales actúa la fuerza del Señor. El Concilio presenta la liturgia como la actualización eficaz del Misterio salvador en el tiempo de la Iglesia La liturgia no es el único cauce o modo de presencia continuada de Cristo en su Iglesia según su promesa (Cf. Mt 28, 19-20), pero sí reclama dicha presencia como componente esencial de su naturaleza. Esta afirmación encuentra apoyo precisamente en aquellos pasajes neotestamentarios que se refieren a la presencia del Señor en medio de los suyos: Cf. Mt 28,19-20 en relación con el mandato de hacer discípulos mediante la palabra (enseñad) y el Bautismo (bautizad), Cf. Mt 18,1920en relación con la oración común; Jn 14,28 en relación con el guardar la palabra y el mandamiento. Luego tanto la palabra como los signos dan testimonio de la presencia del Señor. Más aún cada signo es, a su modo, un medio eficaz de esa presencia. No hay que olvidar que Cristo está también presente en los pobres y necesitados, y está particularmente presente en todo discípulo que es un verdadero signo vivo de su Señor en el mundo. 2.1.1 Presencia del señor en el sacrificio de la misa. Esta presencia viene afirmada tanto en la persona del ministro, que hace las veces de Cristo oferente, como en las especies sacramentales del pan y del vino, es decir en el sacramento. Respecto de la persona del ministro, la diferencia está en que ahora Cristo se ofrece por ministerio de los sacerdotes. La función del sacerdote aparece como la de un instrumento del ofrecimiento de Cristo. Esta función representativa del sacerdote preferentemente en el sacrificio eucarístico es lo que se ha llamado acción in persona Christi, expresión que traduce la conciencia permanente de la Iglesia de quien actúa y obra en los sacramentos. 14.7 Otra presencias es la comunidad cultual en razón del carácter sacerdotal recibido del Bautismo. La presencia de Cristo en la acción eucarística se extiende, por tanto a toda la comunidad cultual, que es la misma Iglesia asociada a su Cabeza concelebrando con el Sumo Sacerdote cuantas veces se ofrece el sacrificio de la Misa. 2.1.2 Presencia del señor en la palabra proclamada eclesialmente ...en la liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde con el canto y la oración (SC 33). El Concilio cita la presencia de Cristo en la proclamación de la Palabra como ejemplo típico, entre otros de la presencia del Señor en la acción litúrgica. La liturgia descubre la actualización sacramental del Misterio de la salvación de muchas maneras: una, decisiva, es mediante la selección y ordenación de las lecturas en cada celebración y en el conjunto de un período del Año litúrgico, otra es la elección de la respuesta a la Palabra en el canto y, en la misma línea de respuestainterpretación, mediante los textos eucológicos; también mediante la homilía cuya función, en palabras del concilio, es proclamar las maravillas obradas por Dios en la Historia de la Salvación o misterios de Cristo, que está siempre presente y obra en nosotros, particularmente en la celebración de la liturgia (SC 35,2). La homilía, como parte de la acción litúrgica debe ser estimada también como un modo de presencia del Señor en la liturgia: (Cristo) está presente en su Iglesia que predica, puesto que el Evangelio que ella anuncia es la palabra de Dios y solamente en el nombre, con la autoridad y con la asistencia de Cristo, Verbo de Dios encarnado, se anuncia... (Mysterium fidei n.36). 2.1.3 Presencia del Señor en la asamblea reunida en su nombre L a liturgia es acción y ejercicio del sacerdocio de Cristo, presente en primer lugar en el signo litúrgico de la asamblea reunida en su nombre. Cristo no solamente ha asociado a cada uno de los fieles a su sacerdocio por medio del sacramento del Bautismo, sino que, además, vincula a su ejercicio concreto en la acción litúrgica a todo el cuerpo eclesial del que es signo evidente la asamblea litúrgico, sobre todo la eucarística (cf. Sc 2, 41, 42; LG 26). De esto se desprende que toda acción litúrgica, aun la que apenas cuenta con la presencia del ministro principal, es acción de Cristo y de su Iglesia asociada al que es su Cabeza y principio de santificación. 2.2 LA IGLESIA COMO SUJETO <<ASOCIADO>> DE LA LITURGIA La Iglesia <<cuerpo sacerdotal>> de Cristo Esa comunidad (la iglesia) que es sacramento de unidad porque ha nacido del costado de Cristo muerto en la cruz, que es Esposa-nueva Eva- y cuerpo, ha sido asociada en su mismo nacimiento a la obra sacerdotal de Cristo: Realmente en esta obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por él tributa culto al Padre Eterno(SC 7).El Sumo Sacerdote de la nueva alianza, Cristo Jesús, al tomar la naturaleza humana, introdujo en este exilio terreno aquel himno que se canta perpetuamente en las moradas celestiales. El mismo une a sí la comunidad entera de los hombres y la asocia al canto de ese divino himno de alabanza . 14.8 La participación de los fieles brota entonces como un derecho y un deber en virtud de la pertenencia a la Iglesia por el Bautismo. No es una concesión ni una medida pastoral para alimentar la piedad cristiana, sino algo que pertenece a la naturaleza misma de la Iglesia Esposa de Cristo que habla al Esposo, más aún a la naturaleza misma de la liturgia que es oración de Cristo, con su cuerpo al Padre (SC 84). Por otra parte, las acciones litúrgicas ya no son privativas de los ministros ordenados, sino actos de toda la Iglesia, por lo cual ha de referirse en cuanto sea posible su celebración comunitaria y cada cual ha de desempeñar todo y sólo aquello que le corresponde por su orden.. En síntesis, el sujeto integral de la acción litúrgica es siempre la Iglesia, incluso en el caso de que celebrara tan sólo el ministro ordenado porque también aquí es ministro de la Iglesia en virtud de la institución del Señor y no por delegación de la comunidad. Pero el sujeto último y trascendente es Cristo, que hizo de su Iglesia un cuerpo sacerdotal estructurándolo como un organismo dotado de pueblo y de pastores, de comunidad y de jerarquía, de asamblea y de presidencia. 2.3. LA ASAMBLEA CELEBRANTE: La Iglesia no es un ente abstracto, sino un misterio de gracia que se hace realidad y se manifiesta visiblemente en las legítimas reuniones locales de los fieles presididos por sus pastores. Estas asambleas locales, llamadas Iglesias en el Nuevo Testamento, constituyen, especialmente en la celebración eucarística, la más completa manifestación de la Iglesia de Cristo. Cuando las oraciones litúrgicas emplean el nosotros o hablan en plural: te pedimos, te bendecimos, etc., es la Iglesia la que está manifestándose como la Esposa que dialoga con su Señor. Como todo signo sagrado, la asamblea tiene un significado y es, en sí misma, un significante. El significado de la asamblea es la realidad misteriosa y trascendente de la Iglesia Cuerpo de Cristo, puesto en el mundo como sacramento de unidad. Como significante es un grupo humano, una reunión de creyentes que están juntos para celebrar. 2.4 CARACTERÍSTICAS DELA ASAMBLEA CELEBRANTE • • • • La asamblea es un grupo, a la vez, unitario y diverso, es y debe ser un factor de unidad, que acoge por igual a todos los hombres a pesar de las diferencias existentes entre ellos. En la asamblea cristiana no hay distinción de sexo, origen, cultura, etc., porque todos los miembros son una sola cosa con Cristo. Tampoco puede haber acepción de personas, aunque la situación de cada uno sea diversa respecto de la fe o de la vida cristiana, La asamblea es carismática y jerárquica, una comunidad dotada de carismas y dones y estructurada en una jerarquía de servicio y de caridad. En el plano práctico esto se traduce en la conjunción de los diversos ministerios y funciones dentro de la celebración. La asamblea es una comunidad que supera las tensiones entre el individuo y el grupo, entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo particular y lo que es patrimonio universal, etc. La asamblea no anula, integra, y esto no sólo a nivel del yo y del tú en el nosotros-apertura y encuentro interpersonal-, sino también a nivel de lo histórico y contingente con lo trascendente y eterno, es decir, con el misterio de salvación y la gracia de Cristo que sella el encuentro de las personas en este horizonte comunitario. La asamblea polariza y ofrece cauce de expresión y de comunicación a los sentimientos de los presentes por contrapuestos que puedan estar. 14.9 3. LA PARTICIPACIÓN DE LOS FIELES EN LA LITURGIA 3.1 ¿Qué la participación de los fieles? El Concilio Vaticano II ,en varios lugares de la Constitución sobre la liturgia señala algunas notas que pertenecen indudablemente al modo de ejercer la asamblea su papel en las celebraciones. En los textos se advierte que la participación en la liturgia es algo interno y externo (SC 11), algo que implica a toda la persona, de forma que coincidan las actitudes interiores con el gesto o la acción externa. Por eso se dice que la participación ha de ser consciente (SC 14), además de activa y plena. El Concilio entiende por participación: La Iglesia procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe (la eucaristía), como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la Hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él (SC 48). 3.1.1Importancia de la participación litúrgica La participación litúrgica tal como lo entiende la SC es el punto de partida de una acción pastoral litúrgica que desembocó en el Concilio y que, lejos de darse por satisfecha, se ha empeñado aún más profundamente en la tarea da la renovación de la vida cristiana a través de la liturgia. En el Concilio se dio respuesta a problemas cuya solución era esperada desde hacía mucho tiempo y que incidían directamente en la participación de los fieles. Entre ellos cabe señalar el uso de las lenguas vivas en la liturgia, la adaptación litúrgico y la simplificación de los ritos, la relación de los ejercicios de piedad con la liturgia, la presencia de la Biblia en las acciones litúrgicas, el canto popular, el arte, la concelebración, la comunión dentro de la misa y bajo las dos especies, etc. 3.1.2 La participación según la <<Sacrosanctum Concilium>>. El Vaticano II ha hablado de la participación de los fieles: • • • • • Enunciando un ideal: la participación plena, consciente, activa y fructuosa, interna y externa; en acto, propia de los fieles, comunitaria, sinfónica. Señalando el origen del derecho y del deber que asiste a los fieles para tomar parte activa en la liturgia: el sacerdocio bautismal. Apuntando a la razón última de la participación de los fieles que es la naturaleza misma de la liturgia. Urgiendo la puesta en práctica de la participación y de los medios que la hacen posible: la formación litúrgico, la catequesis litúrgica, las celebraciones de la Palabra, la homilía, los cantos y las respuestas, los gestos y las posturas corporales. Señalando la meta final de la participación de los hombres y el culto a Dios. 3.1.3Exigencias de la participación • • La participación es una actividad humana que requiere presencia física, identificación en las actitudes, unidad en los gestos y movimientos, coincidencia en la palabras y en los actos, es decir, acción común. La participación exige una actitud comunitaria d forma que lo eclesial y compartido tenga primacía sobre lo individual y privado, sin necesidad de anularlo. 14.10 • • Para que la celebración transcurra como corresponde a una acción que es siempre eclesial, todos deben respetar el ritmo de la misma, con sentido de la proporción y de la importancia de cada parte. La participación pide actitudes cultuales cristianas, y no meramente religiosas. La razón está en la peculiaridad de la liturgia cristiana como culto al Padre en Espíritu y verdad de forma que no se produzca desfase o ruptura entre la celebración y la vida, entre el culto y la actitud interior. Por eso lo primero que ese requiere es la conversión y la fe, y después la entrega de sí mismo y la comunión con los hermanos. Finalmente como consecuencia, la misión, el compromiso, el apostolado y el testimonio. 3.2 MINISTERIOS Y PARTICIPACIÓN LITÚRGICA. El ejercicio de los diferentes ministerios y funciones que enriquecen a la asamblea celebrante, es necesario para que exista una participación activa y plena. La liturgia manifiesta la naturaleza de la Iglesia y ésta as, toda ella, ministerial, es decir, diferenciada y orgánica, en la que no todos tienen el mismo grado de responsabilidad y de ejercicio de la misión eclesial. La existencia en la Iglesia de ministerios y funciones o servicios, además de los dones personales y carismas, no es consecuencia de una estrategia o de una táctica organizativa, sino factor esencial de una eclesiología de comunión y de participación en la que todos los miembros contribuyen, cada uno a su modo, a la edificación del cuerpo. Ministerios ordenados • • • El obispo preside la liturgia como sumo sacerdote y principal dispensador de los misterios de Dios, sobre todo en la Eucaristía. A él corresponde moderar toda liturgia. El presbítero, colaborador del Obispo, actúa en las celebraciones litúrgicas como ministro de Cristo y en su persona. Ejerce su ministerio obre todo en la Eucaristía, como ministro de la Palabra y del sacrificio. El diácono, colaborador también del Obispo y en dependencia de él y del presbítero, realiza diversas funciones litúrgicas y, en algunos casos, preside la asamblea. Ministerios instituidos • • El lector proclama las lecturas bíblicas, a excepción del Evangelio, dice el salmo interleccional si falta el salmista, propone las intenciones de la oración de los fieles y dirige el canto y la participación de los fieles, en ausencia del diácono o del cantor. El acólito ayuda al sacerdote y al diácono en el altar y distribuye la Eucaristía y la expone para la adoración como ministro extraordinario. Ministerios de hecho a). Al servicio de la asamblea: • Las personas encargadas de la limpieza y ornamentación, vestuario litúrgico y vasos sagrados. • Los encargados dela acogida y del orden. • El comentador o monitor de la asamblea. b). Al servicio de la Palabra de Dios: • El lector no instituido. • El salmista. 14.11 c). Al servicio del altar y del ministro ordenado: • El acólito no instituido. • El ministro extraordinario de la comunión y de la exposición del Santísimo. • El maestro de ceremonias. d). Al servicio del canto litúrgico y de la música: • Los cantores y la Schola. • El director del canto de la asamblea. • El organista y los restantes músicos. c). Otros ministerios • Los padrinos del Bautismo y de la confirmación. • Los catequistas. • Los que dirigen la plegaria o la hacen en nombre de todos (carismáticos). 3.3 EL EQUIPO LITÚRGICO Es un instrumento de primer orden para garantizar no ya la buena marcha de unas celebraciones desde el punto de vista de la participación de los fieles, sino también desde la perspectiva de toda la pastoral de la liturgia y de los sacramentos . Por eso el equipo litúrgico, o comisión litúrgica parroquial, debe tener una presencia asegurada en el Consejo Pastoral de la parroquia, y ha de tener una relativa institucionalización. En la ordenación general del Misal Romano se contempla: • • • • • Se habla de todos aquellos a quienes atañe y se determina que ha de ser oído el parecer de los fieles, es decir, que la preparación de las celebraciones litúrgicas de be hacerse por todas aquellas personas que han de intervenir en ellas. La preparación ha de mirar al aspecto ritual, o sea al desarrollo y ritmo de la celebración, al aspecto pastoral, que debe entenderse en clave de evangelización, de unidad de vida, de incidencia de la liturgia en la espiritualidad, etc., y la aspecto musical, es decir a los cantos y, en general, a todo lo relacionado con la comunicación sonora. Todo el equipo litúrgico debe estar bajo la dirección del rector de la Iglesia, el párroco o celebrante si se trata de un equipo que se ocupa de una determinada celebración. Se habla también de ánimo concorde,, lo cual puede entenderse de dos maneras: en el sentido de unidad y cooperación de todos los que integran el equipo, y en el sentido de que se busque un perfecto ensamblaje y armonía de la misma celebración. Se dice de forma implícita que los integrantes del equipo han de tener preparación y competencia, e cara a los aspectos que se señalan de la celebración. Tareas del equipo litúrgico La tarea más importante del equipo litúrgico dentro de las comunidades cristianas consiste en ocuparse de que en ellas se pueda desarrollar una vida litúrgica plena y auténtica. Esto exige prestar atención preferentemente a estas acciones básicas: • • Preparación delas celebraciones. Realización de la celebraciones. 14.12 • • Educación litúrgica de la comunidad. Formación litúrgica del equipo. 4.LA PALABRA DE DIOS EN LA LITURGIA 4.1 La Sagrada Escritura en la Liturgia. Importancia de la Sagrada Escritura en la liturgia Tiene tanta importancia la Palabra de Dios en la Liturgia que el Concilio Vaticano II no dudó en referirse a los tesoros bíblicos de la Iglesia, que no son simplemente la Sagrada Escritura, sino la Sagrada Escritura ordenada y desmenuzada para su distribución en el leccionario de la Misa y el leccionario del Oficio Divino. En este sentido el concilio afirmó también la importancia máxima de la Sagrada Escritura en la celebración de la liturgia. Por eso, cuando la Palabra de la Escritura es proclamada en las celebraciones litúrgicas, constituye uno de los modos de la misteriosa y real presencia del Señor entre los suyos. El está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es el quien habla. Y Cristo está presente, no de una manera abstracta, sino con su divina Persona en la unidad de las dos naturalezas, llevando consigo la realidad de su obra salvífica y comunicándose a sí mismo y llevando a la comunión con el Padre por medio del Espíritu . La Biblia no solamente ofrece a la liturgia las lecturas y los salmos, también le da motivo de inspiración para las plegarias y los himnos. Incluso explica el significado de los principales signos litúrgicos, principalmente los gestos y las acciones sacramentales que han sido tomados del simbolismo bíblico. 4.2 La Palabra de Dios en la historia de la salvación. Jesús palabra divina El Verbo se hizo hombre, tomando la carne de María. Si hasta ese momento Dios se había comunicado a los hombres de muchas maneras y fragmentariamente, por medio de los profetas, al llegar la plenitud de los tiempos nos habló en la persona de su Hijo. Jesús es, entonces, la Palabra divina en comunicación con los hombres, Palabra personal y encarnada, que entra en contacto con la humanidad físicamente, en un tiempo y lugares determinados y concretos, de forma que su carne es el instrumento de nuestra salvación. Cristo ungido. Al comienzo de su ministerio, el hombre-Jesús, el Cristo en el que reside la plenitud de la divinidad corporalmente, es investido y ungido por el Espíritu Santo en el Bautismo del Jordán, y proclamando la Voz gozosa del Padre, como el Hijo amado de Dios, en el cual ha puesto todas sus complacencias. Cuando está próxima la pasión, en la teofanía de la Transfiguración, nuevamente se oirá la Voz del Padre para mandar a los hombres que escuchen a su Hijo, es decir, que acepten su Persona, sus palabras y sus obras, creyendo y adhiriéndose a él. En esta teofanía Jesús aparece resplandeciente por la luz del Verbo, sobre el que reposa el espíritu Santo bajo forma de nube luminosa. 14.13 4.3 El pueblo de la Palabra de Dios Dios se ha comunicado a los hombres por medio de su Palabra que es Cristo. Los hombres pueden comprender al Dios de la revelación y de la salvación sin necesidad de grandes razonamientos. Baste acercarse a Jesús y decirle como el centurión: Dí una sola palabra y mi criado quedará curado , o como Pedro: Señor, ¿ a quién iremos solo tú tuenes palabras de vida eterna, palabras que son espíritu y vida. Esta Palabra divina dada a los hombres espera siempre una respuesta. En efecto, la Palabra de Dios convoca al pueblo y lo constituye en asamblea pascual litúrgica, como sacerdocio real y pueblo de su pertenencia para anunciar a todo el mundo las obras de Dios. La Iglesia y cada uno de los creyentes son ahora signo de la morada de Dios entre los hombres por su Palabra. La Virgen María es el ejemplo más sublime, figura de la Iglesia y prototipo de la respuesta a la Palabra: ella la acogió meditándola en su corazón. En efecto, el verbo de Dios tomó carne en su seno por obra del Espíritu Santo, convirtiendo a su Madre en Arca de la Nueva Alianza. Del mismo modo, cada fiel, por la fuerza del espíritu Santo recibido en el Bautismo y en la confirmación, tiene que acoger, escuchar, conservar y encarnar la Palabra en su corazón. Y la Iglesia tiene que responder también a la Palabra en fidelidad al Amén que pronunció Cristo al Padre de una vez para siempre, al ofrecerse por los pecados del mundo, sancionando la Alianza nueva en el espíritu santo. 4.4 La Palabra de Dios es celebrada: La liturgia de la palabra La liturgia, lugar dela palabra La liturgia es un lugar privilegiado donde la Palabra de dios suena con una particular eficacia, pues en ella Dios habla a su pueblo y Cristo sigue anunciando el Evangelio. En la liturgia se advierte que los destinatarios de la Palabra Divina no son únicamente los destinatarios aislados, sino el Pueblo de dios reunido y congregado por el Espíritu Santo, que se convierte, mediante la escucha de la Palabra, en Iglesia en oración y sacramento de salvación para todos los hombres. La certeza que la Iglesia tiene de esta presencia, la ha llevado a no omitir nunca la lectura litúrgica de la palabra de Dios leyendo cuanto a él se refiere Justamente, la parte de la celebración, sobre todo de la misa, en la que tienen lugar las lecturas de la Sagrada Escritura fue denominada por el Vaticano II Liturgia de la Palabra. El Concilio, al revalorizar la liturgia de la Palabra, era muy consciente de que en la celebración litúrgico, la importancia de la Sagrada Escritura es muy grande, porque la fuerza de la Liturgia reside en la Palabra de Dios que es alimento de la fe y fuente pura y perenne e la vida en el Espíritu que conduce a toda la Iglesia. 4.5 Primacía del Evangelio El Evangelio tiene la primacía en el conjunto de la Escritura y, consecuentemente, en la proclamación litúrgico de la Palabra. 14.14 Los Evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y de la doctrina del verbo encarnado, nuestro Salvador. Las lecturas evangélicas de la liturgia de la Palabra son un medio por el cual Cristo se presenta de manera directa a su Iglesia anunciándole la Buena Noticia en la historia concreta de los hombres, como lo hacía en su existencia terrena, es decir, reclamando de estos la fe y la adhesión a su persona y a su obra. Cada episodio evangélico es el contenido concreto del hoy litúrgico de la Iglesia, que actualiza el misterio de la salvación –el Misterio Pascual- en cada celebración, siguiendo el año litúrgico por eso, el evangelio se proclama, y el resto de la Escritura simplemente se lee. 5. LA ORACION LITURGICA 5.1 La plegaria litúrgica, signo sagrado. Fundamentos bíblicos de la plegaria litúrgica La plegaria de Israel: La plegaria de Israel, se caracteriza por un rasgo que la separa de las formas de oración de otras religiones, anteriores o contemporáneas. El carácter anamético o memorial de la plegaria, lo que da lugar a un predominio de formas de plegaria narrativa más que descriptiva. Este rasgo, que tiene configurará también a la oración cristiana, tiene su origen en la peculiaridad de las relaciones manifestadas en los hechos y en las palabras con los que ha hablado al pueblo de su elección en multitud de ocasiones y de muchas maneras. El Dios, a quien se dirige Israel, es un Dios cercano, que ha realizado obras maravillosas que permanecen para siempre en la memoria colectiva y litúrgica de este pueblo, no menos que en el pensamiento y en el corazón de los grandes orantes de este pueblo: Abraham, Moisés, David, Salomón, jeremías, Elías, Job, etc. Jesús y su misterio. En el Nuevo testamento la plegaria aparece orientada sobre los mismos esquemas rememorativos, bendicionales y actualizadores de las maravillas de Dios que los cristianos han recibido del Israel de las promesas y de la liturgia judía extrabíblica. Pero, dentro de esta continuidad, se produce la novedad y la transformación que tienen a Jesús y a su Misterio Pascual como punto de partida. Desde los comienzos, la Iglesia empieza a fijar los cánones de la plegaria cristiana, de sus formas y fórmulas típicas, e incluso de las horas de oración. No podemos olvidar que Jesús ha asumido en su persona y en su vida todos los contenidos y todas las instituciones de salvación procedentes de la Antigua Alianza y se los ha entregado a su Iglesia con el Espíritu Santo que ha de llevar a cabo la nueva economía de la gracia. El Espíritu del Señor ayuda a orar en clave cristiana y descubre incesantemente tanto la orientación fundamental de la plegaria como el sentido último de la vida y de la obra de Cristo. 5.2 Notas de la plegaria litúrgico Cristiana • Dimensión Trinitaria Toda oración debe dirigirse al Padre por medio de Jesucristo, nuestro Señor, en la unidad del espíritu Santo. De este modo se cierra el ciclo de la automanifestación de Dios al hombre, que llega a nosotros por Cristo ene l Espíritu, y la plegaria se describe, como aceptación y respuesta del creyente, dentro de la economía de salvación, que actualiza en el tiempo el designio eterno del padre. 14.15 Esta dimensión trinitaria se ve patente en el ejemplo y mandato de Jesús, quien movido por el espíritu Santo invoca a Dios como Padre con afecto filial. • Dimensión Cristológica Cristo no es solo el Mediador sacerdotal de nuestra plegaria y el intercesor continuo ante el padre. Es también objeto de nuestra oración y término de la misma. En las doxologías del Nuevo Testamento, Cristo aparece junto al padre como centro de la bendición. Toda oración cristiana se apoya en la misteriosa unidad que se ha establecido entre el Verbo encarnado y la comunidad humana, unida a él, de la que es expresión simbólica la plegaria litúrgica de la Iglesia, Esposa de Cristo, que habla al Esposo, y juntamente con él, ora al Padre. El valor de la oración eclesial radica en la presencia en ella del propio Señor, que quiere estar donde estén reunidos dos o tres en su nombre (Mt. 18,29; 28,20), a fin de que todo lo que pidan al Padre, les sea concedido. Así lo enseña explícitamente el Vaticano II: Está presente cuando la Iglesia suplica y canta salmos (SC 7, cf. 83-84). • Dimensión Eclesial Es eclesial por dos motivos: Primero expresa siempre el nosotros comunitario del Pueblo de Dios y del conjunto de los miembros que forman el cuerpo de Cristo y porque está fundada sobre la participación en la misma fe y en el mismo bautismo y es expresión de la unidad en la diversidad de carismas que se manifiestan para bien de toda la Iglesia. Expresa también la comunión con la Iglesia del cielo, tomando parte simbólica y proféticamente en la liturgia celestial e invocando la ayuda e intercesión tanto de la Santísima Virgen María como de todos los Santos., sin olvidar a los fieles difuntos, por los que ofrece sufragios, y a los que no deja de nombrar en las intercesiones más solemnes como la plegaria eucarística y la oración de los fieles. • Dimensión antropológica En el diálogo con Dios la plegaria litúrgica se abre a toda la riqueza de valores del hombre, de la sociedad y de la creación entera. La actitud de la Iglesia, al hacerse solidaria de los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los que sufren (GS 19), encuentra adecuada expresión también en la plegaria. En sus fórmulas de plegaria la Iglesia ha recogido y dado cauce a los sentimientos y a las experiencias más ricas y más auténticas del hombre, sobre todo aquellas que recogen el deseo del corazón humano de encontrar a Dios y reposar en El. 5.3 Actitudes internas de la plegaria litúrgica. • Escucha y respuesta: La liturgia asigna un puesto privilegiado a la proclamación de la Palabra, a la escucha y a la contemplación de sus obras de salvación. • Alabanza y acción de gracias: Estas brotan de la del sentido teocéntrico de la oración cristiana, que adora al Padre en Espíritu y verdad. La alabanza y la acción de gracias han estado siempre presentes en la plegaria de Israel, de Cristo y de la Iglesia Apostólica, como consecuencia de la admiración y el reconocimiento que provocan las intervenciones de salvación realizadas por Dios en la historia de su pueblo. • Invocación y súplica: Son fruto de la evocación y de la celebración de las obras salvíficas divinas. Cuando el creyente las contempla y admira, no solo bendice al Señor y agradece su bondad, sino que se siente movido a pedirle que renueve sus obras. La plegaria litúrgica expresa siempre este 14.16 movimiento interior: primero alaba y reconoce, después invoca y pide la actualización de lo que ha recordado. • Arrepentimiento y ofrenda sacrificial: Esta actitud supone una confesión de la santidad de Dios y de la insuficiencia del hombre para rendirle culto cumpliendo su voluntad. La ofrenda del corazón del hombre, sobre todo cuando va envuelta en el arrepentimiento y la conversión, constituye el acto de culto que Dios espera, acto de culto que encuentra expresión no sólo en fórmulas penitenciales o de súplica de perdón, sino también en la ofrenda sacrificial de la plegaria eucarística. • Intercesión: Actitud de petición por los demás, haciéndose garantes, con la propia vida, de aquello que se pide. Se trata de una actitud típicamente cristiana, que encuentra su ejemplo máximo en la plegaria sacerdotal de Jesús, cuando intercede al Padre, en el Espíritu Santo por los suyos y por toda la humanidad ofreciendo su vida (cf. Jn.17), intercesión que continúa en el cielo. 5.4 Actitudes corporales Los gestos: La celebración, en cuanto acción, está constituida por gestos corporales. El hombre no es puro pensamiento o pura emoción, ni tan siquiera reduce su expresión a la palabra, la lenguaje hablado. De ahí que, espontáneamente, se sirva del gesto y de la actitud corporal. Desde el punto de vista teológico y litúrgico, el fundamento de la necesidad del gesto para la plegaria- y para toda la liturgia- se encuentra en cristo, el cual, para redimirnos, recibió un cuerpo en el que pudo realizar lo que ningún sacrificio precedente logró llevar a cabo: la perfecta oblación de la voluntad del hombre a Dios, la identificación absoluta entre la víctima y el oferente. Y en este sentido al asumir nuestra corporeidad como medio de expresión y de realización sensible del sacrificio interior, Cristo asumió, y, podemos decir también, consagró la gestualidad del cuerpo. 5.5 Los grandes géneros de la plegaria litúrgica La plegaria eucarística. Esta es definida por la OGMR como plegaria de acción de gracias y santificación (OGMR 54) y ha recibido los nombres tradicionales de anáfora, entre los orientales, y canon actonis o Canon, entre los occidentales. El sentido de la plegaria eucarística es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio (OGMR 54). Por eso, la pronuncia el sacerdote que preside, en voz alta, en nombre de toda la asamblea. 6. LA CELEBRACIÓN 6.1 DEFINICIÓN DE CELEBRACIÓN No es lo mismo liturgia que celebración, aunque aparentemente coinciden. Porque la liturgia cristiana, en cuanto culto al Padre por medio de Jesucristo y en la presencia y bajo la acción del 14.17 Espíritu Santo, no se queda reducida al momento de la celebración, sino que implica y abarca toda la existencia de los creyentes convertida en una ofrenda grata a Dios. Mientras la liturgia es el culto de una vida cristiana hecha fidelidad a Dios y expresada y santificada en unos actos sacramentales que actualizan la presencia de la salvación, la celebración es el momento en que tiene lugar esta actualización mediante gestos, símbolos, acciones y ritos. Por otra parte, esta representación, en cuanto actualización de la salvación mediante signos litúrgicos, es un acontecimiento sacramental, una acción sagrada (cf. SC 7; SC 26), que no puede reducirse a una ceremonia o ceremonial externo. No es lo mismo celebración que ceremonia. Esta no es más que un elemento externo más de la celebración, una acción externa sujeta a una norma o costumbre, que lo mismo que se produce ene le campo litúrgico se da también en la vida social y profana. Se puede definir la celebración como el momento expresivo, simbólico, ritual y sacramento de la liturgia; es decir, el acto que evoca y hace presente, mediante palabras y gestos, la salvación realizada por Dios en Jesucristo con el poder del Espíritu Santo. 6.2 El misterio de Cristo, en el centro de toda celebración La centralidad del misterio de Cristo y de la historia de la salvación en la liturgia no significan que en ella no tengan cabida otros hechos o acontecimientos de la vida de los hombres o de la Iglesia. Ejemplos de esta presencia son las celebraciones de los sacramentos y sacramentales que de alguna manera jalonan la existencia humana, los aniversarios gozosos o tristes, las bendiciones de los lugares o los medios de trabajo, de comunicación o de transporte, etc., las jornadas eclesiales y las mismas fiestas cristianas con su incidencia civil y cultural. La liturgia no solo da cabida a estos acontecimientos en la celebración, sino que toma pie en ellos para organizar algunos elementos de la acción litúrgica, tales como lecturas, cantos, textos eucológicos, ritos, solemnidad externa, etc., Ahora bien , la liturgia, al acoger estos motivos humanos, sociales e incluso eclesiales no directamente litúrgicos, lo hace siempre en relación con el misterio Pascual de Jesucristo y en la medida en que todos ellos se benefician de la acción saludable de dicho misterio o son un testimonio de su presencia. Se puede decir que en conjunto de las celebraciones litúrgicas aparecen una serie de círculos cada vez más amplios en torno al misterio de la salvación, pero teniendo siempre como núcleo el misterio de Cristo y de la Iglesia. 6.3 Qué es el Memorial. El memorial, en su concepto pleno, es un conmemoración-real no meramente ideal o subjetiva, una representación de lo que se conmemora, una presencia real de lo que ha sucedido históricamente y ahora se nos comunica de una manera eficaz. El memorial, en las palabras de la institución de la eucaristía, es un concepto que pertenece al campo litúrgico no sólo cristiano sino, sobre todo, al bíblico-judáico, de tal manera que los fundamentos del concepto es preciso buscarlos en el Antiguo Testamento. Aquí aparece como un día festivo o como una acción sagrada o conjunto de ritos, mediante los cuales Dios mismo se 14.18 acuerda de su pueblo y de sus acciones salvíficas y el pueblo se vuelve hacia su Dios recordando estas obras. Este acordarse Dios de su pueblo es un antropomorfismo, pero revela una acción salvífica real por parte de Dios, o sea, una nueva presencia o intervención eficaz en la vida de su pueblo. Por parte del hombre, el recuerdo de las obras realizadas por Dios no es más que la respuesta de la fe y la aceptación agradecida y obsequiosa del corazón. No hay la más mínima sombra de manipulación o de intento de poner al Señor al servicio del hombre, porque, en el fondo, quien ha instituido el memorial y ha mandado celebrarlo ha sido el mismo Dios (cf. Ex 12,42). Así se explica el que el memorial aparezca en la Biblia como un signo que reúne en sí el presente y el pasado y garantiza la esperanza en el futuro. Al celebrar el memorial, el pueblo vuelve a salir de Egipto y se siente salvado hoy como ayer. A través del signo –memorial, Dios y su salvación se hacen de nuevo presentes aquí y ahora para nosotros. Si entendemos así el memorial, su significado es de máxima importancia para la comprensión del mandato de Jesús: Haced esto en memoria mía (cf, 1 Cor 11, 24-25), que encuentra adecuado comentario en las palabras de San Pablo: Pues cada vez que coméis de este pan y bebéis el cáliz anunciáis la muerte del señor hasta que vuelva ( 1Cor 1 1,26) Por medio de este mandato Jesús instituye un nuevo memorial que será distinto del anterior en el signo y en el contenido, pero no en su poder evocativo-representativo y actualizador 6.4 El contenido de la celebración El acontecimiento es lo que motiva la celebración y lo que está en la base de la misma como centro de toda la acción evocativa y ritual. • La liturgia cristiana celebra los diversos aspectos del Misterio de Cristo o pasos de su vida histórica y gloriosa. El año litúrgico es prueba de ello. • Celebra también cada uno de los aspectos del misterio de María, por su especial vinculación que la une a Cristo y a la obra salvífica, y celebra así mismo el tránsito de los santos en el que ve cumplido el Misterio Pascual. • Celebra toda la historia de la salvación centrada en la persona y en los hechos de la vida histórica de Jesús. • La vida y la existencia delos cristianos, en cuanto reproducen e imita sacramentalmente los misterios de la vida de Cristo, es también objeto de celebración en la iglesia • Las obras de los hombres, el trabajo, el progreso material, espiritual y cultural de los pueblos; los acontecimientos históricos, sociales y políticos tampoco son ajenos a la celebración. • La creación entera y el universo también son objeto de celebración, aunque esto no aparezca de manera directa, sino en la medida en que se celebra la vida de los hombres. No obstante, las alusiones a las <<criaturas del cielo y de la tierra>> están más presentes de lo que parece en la liturgia cristiana. La celebración litúrgica es siempre una acción sagrada, santa, no meramente profana ni social o protocolaria. En estos ámbitos existen también celebraciones, pero éstas no pertenece a la liturgia. Loa acontecimientos, las personas, la vida, en una palabra, por autónomos o seculares que sean, siempre pueden motivar una celebración, con tal de que, en la celebración, se exprese de alguna manera la conexión con el Misterio pascual de Jesucristo. Es cierto que, gracias a la encarnación, ninguna realidad humana o natural es ajena al Hijo de Dios, que asumió nuestra condición limitada y, por tanto, nada que da fuera del influjo de la santidad y e la gracia de Cristo. 14.19 Sin embargo, también es cierto que ha sido el Misterio Pascual el acontecimiento bajo cuya eficacia redentora y salvífica deben situarse no sólo los hombres –por el Bautismo y la Eucaristía (cf. SC 56)- sino también la creación entera que sigue toda ella esclavizada por el pecado (cf. Rom 8,19-22). Y esto no es sacralizarlo todo, sino realizar la liberación pascual y profunda de todas las cosas. 6.5 Notas específicas de la fiesta cristiana La primera nota de especificidad de la fiesta cristiana es la de ser símbolo de la presencia del Señor en medio delos suyos. El carácter festivo, alegre, lúdico y liberador de toda fiesta como epifanía del tiempo divino tiene su culminación en la presencia no de un hacer o de un obrar de Dios, limitado mediante el rito, sino en la presencia personal del Sefior, el Emmanuel (Dios-con-nosotros) por medio de su Espíritu. La alegría de los amigos del novio cuando éste se encuentra entre ellos es algo específico de las fiestas de los cristianos y nadie les podrá arrebatar ya esta alegría. Este es el objeto principal y le motivo festivo único, si bien se puede manifestar reflejado en otros. Las fiestas de los mártires, la memoria de Santa María, el culto a los santos, la dedicación de una Iglesia o de un altar, etc., son celebraciones siempre del misterio de Cristo que se ha manifestado de una forma particular en la vida o en la muerte, o en el aniversario, de unos cristianos y de una comunidad. Otro aspecto propio de las fiestas cristianas es su valor prefigurativo, escatológico, de la fiesta que no tiene fin, pero no como mera figura de lo que está por venir, sino como prenda y anticipo de la alegría eterna. El doble plano en el que tantos textos litúrgicos especialmente muchas poscomuniones- se sitúan ala hablar de la liturgia terrena y de la liturgia celeste, no es un mero procedimiento retórico o un recurso estilístico para llegar más fácilmente a los oyentes, sino que es expresión de la realidad vivida por la Iglesia de que su culto y sus fiestas son ya participación en la adoración al Padre que le tributan los ángeles y los bienaventurados en el cielo (cf. SC 8;33). Eje y culmen de toda fiesta cristiana y paradigma de toda celebración es la celebración de la eucaristía, pero también con esta nota peculiar del rito cristiano que es la unidad imprescindible entre la Palabra y el rito sacramental (Cf. SC 56). La proclamación de la Palabra anuncia el misterio que se celebra y el gesto sacramental actualiza el acontecimiento salvador en la vida de los fieles. La conciencia de esta unidad entre Palabra y rito ha llevado a que la reforma litúrgica del Vaticano II haya dispuesto que la celebración de todo sacramento vaya precedida de una liturgia de la Palabra, y no sólo por razones catequéticas (cf. SC 9; 59). 14.20