La vida cotidiana en un monasterio bizantino del siglo X: el de Studion de Constantinopla Silvia Acerbi Universidad de Cantabria En el 'corazón' monástico del imperio oriental, precisamente en Bitinia, en un área montañosa cercana a la capital, Constantinopla, se produjo durante la crisis iconoclasta un logrado intento de conciliación entre la praxis cenobítica y la persistente predilección hacia una forma de vida solitaria, la esichia: este fenómeno –convencionalmente definido “síntesis micro-asiática”, según sus coordenadas geográficas, o “mediobizantina”, según categorías cronológicas– representó para el monacato oriental una etapa de transición, el preludio de una cambio profundo estrechamente vinculado a la figura de San Teodoro (759-826), el gran reformador del monacato cenobítico bizantino, higúmeno –es decir superior– del monasterio de Stoudion en Constantinopla, del que toma el epíteto de Estudita. Su Regla (Typikon), cuyos puntos focales se pueden enuclear en pobreza, disciplina, estudio, servicios religiosos y trabajo manual, ofrece un modelo equilibrado de vida cenobítica que propone un regreso consciente a la enseñanza de los Padres, especialmente de san Basilio, primer legislador de la vida monástica, y de san Doroteo de Gaza. Constatando el estado decadente en que versaba el monacato de su tiempo, Teodoro así escribía en el segundo libro de su Grande Catequesis: “Busco la ayuda, humana y divina que me permita restaurar (ananeosástai) la vía que procura la salvación, trazar el camino, restablecer el orden para recuperar la antigua forma de vida”. El Typikon, que tuvo considerable influjo en la codificación del derecho eclesiástico oriental así como en el desarrollo de la liturgia bizantina, fue considerado en los siglos posteriores el modelo de cualquier conducta cenobítica oriental y no le faltó en su aplicación en la mayoría de los monasterios bizantinos hasta el siglo XIII el respaldo de la ley civil. Desde Constantinopla fue adoptado, con alguna pequeña modificación, en el Monte Athos cuando en el año 962 san Atanasio Athonita fundó allí la Gran Lavra, en la Rus´ de Kiev, y en Bulgaria llegando hasta los cenobios italo-griegos del sur de Italia. Una clara articulación organizativa era la verdadera fuerza, la originalidad y la esencia de esta reforma. La vida cotidiana del monje estudita es de hecho rigurosamente codificada en el tiempo, se trate de los oficios litúrgicos, del trabajo manual, de la lectura en la biblioteca una vez a la semana o incluso de los regímenes alimenticios para los diversos tiempos litúrgicos. En esa ordenada articulación temporal se refleja una pedagogía monástica en la que la tensión espiritual propia de la tradición y vocación esicasta se funde con los elementos más concretos de la institución cenobítica haciendo que, de alguna manera, la reforma de San Teodoro y su enorme difusión en la Pars Orientis del Imperio cristiano puedan compararse a las que la reforma monástica de San Benito tuvo en el mundo occidental.