Los No Lugares Esteban: Todos queremos tener un

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Los No Lugares
Esteban: Todos queremos tener un lugar en el mundo donde sentirnos en casa, tener raíces, poder
desarrollarnos, con familiaridad, tener referencias de lugares, olores, plantas, animales,
personas, que conforman el ambiente donde nos movemos. Pero, se ha desarrollado en los
últimos años un concepto muy interesante que ha producido toda una reflexión acerca de
como nos relacionamos con nuestro medio ambiente, con los lugares en los cuales nos
desarrollamos como personas. Y es justamente este el concepto del “no lugar”. Lugares de
tránsito que uno esta y no sabe si se refieren a Montevideo, Buenos Aires, Lima, México,
Madrid, Nueva York y decimos: “Bueno, ¿donde estoy?”
Y este concepto de los “no lugares” ha fomentado el desarrollo de un tipo de arquitectura,
para implementar nuestras vidas dentro de determinados, de como vivir dentro de esos
lugares.
Salvador: Bueno, al comenzar dijiste una frase que me dejo pensando: “cada uno tiene su lugar en el
mundo”.
Esteban: O al menos lo busca.
Salvador: Yo creo que cada uno lo tiene. Pensá ¿cual es tu lugar en el mundo? Bueno, si vos me
preguntaras a mi ¿cuales es tu lugar en el mundo?, yo te diría que mi lugar en el mundo es
Buenos Aires.
Esteban: Si, yo diría que Montevideo.
Salvador: Y no todo Buenos Aires.
Esteban: Claro.
Salvador: Yo diría que es el centro de Buenos Aires mi lugar en el mundo. ¿Porque? Porque yo nací allí.
Después me traslade a San Miguel, que es mi lugar de adopción al que amo muchísimo. Le
entregue muchísimas cosas y trabajo allí. Pero, cuando yo vuelvo de un viaje donde he
estado cuatro o cinco semanas, me parece que no llegué a mi lugar hasta que no voy a la
Av. Corrientes, al Obelisco y al centro.
Entonces, voy allí, me siento en uno de estos Cafés, tomo un café, miro pasar la gente y ya
me siento nuevamente porteño. Ese es mi lugar en el mundo.
Me imagino que cada uno tiene su lugar en el mundo y que vos tenés Montevideo, pero,
no es todo Montevideo tampoco. Es un lugar en Montevideo donde vos sentís que sos vos
realmente.
Creo que Marc Augé dijo una cosa interesante. Recién en la reflexión que hiciste al
principio estabas señalando que uno de pronto esta en un shopping y dice ¿donde estoy?
¿En Lima, en París, en Montevideo, en Buenos Aires, en Nueva York, en Bolivia…? ¿Dónde
estoy? ¿Por qué? Porque son todos iguales. Pero además, porque uno es anónimo en ese
lugar, yo camino, pero soy anónimo, totalmente anónimo
Mucho peor que esto, como no lugar, es el aeropuerto Los aeropuertos para mi son
creaciones satánicas, ja ja ja. Lo que no me gusta del viaje es el aeropuerto
Esteban: Claro, es un lugar donde uno esta de tránsito y no se siente en casa.
Salvador: No, pero además, no se siente persona. Porque uno es un pasaporte, lo que quiere decir que
uno es un número. Y le dan un ticket y uno es un ticket.
Esteban: Y pasa por migración.
Salvador: Y le registran el numero y el ticket, entonces, uno se da cuenta que es un numero y que el día
que yo me muera van a borrar ese numero. No existo como persona.
Pero, además, es un lugar indefinido, porque los aeropuertos también tienen cosas muy
comunes unos y otros. Entonces, uno llega a un aeropuerto y rápidamente se ubica. Es
como una isla en medio de una ciudad. La ciudad tiene sus características, tiene su
identidad, tiene su arquitectura, tiene su gente, y llegas al aeropuerto y se perdió todo
eso, todos los aeropuertos en alguna medida son iguales. Tienen la misma cara de
aburrimiento, porque los aeropuertos tienen cara de aburrimiento. No se por qué, pero
viajo y me dicen “tiene que llegar tres horas antes”, entonces, yo llego con mis maletas
tres horas antes, en eso soy cumplidor. Entonces, me reciben las maletas, me dan un ticket
y me dicen “espere” y tengo que esperar tres horas. Entonces, digo ¿que hago yo
esperando? Es un lugar que da pie al aburrimiento porque tomo un café, miro los diarios,
leo un libro, estoy rodeado de gente que va, que viene, que sube, que baja, pero no
interactuó con ninguno. Porque estoy solo allí con mi maleta, esperando que migraciones
se digne, hasta que entre en la parte internacional.
Para mi es una de las cosas mas tremendas que me puede pasar: ir al aeropuerto. Pero,
lamentablemente para viajar hay que estar en un aeropuerto y no es un lugar acogedor ni
representativo. No sé hasta donde llega la calificación de Marc Augé cuando habla de “no
lugares. Hay quienes han discutido bastante esto, pero, es indudable que hay lugares que
no son lugares. No sé cuanto tiempo necesitas para viajar desde Montevideo a Nueva
York. Desde Buenos Aires hay vuelos directos, entonces duran once horas. Subo al avión,
me ubico, me sirven la cena, esa cena de avión donde parece que uno esta jugando a la
comida y no esta cenando, cubiertos de plástico y todo eso, con cosas chiquitas. Estoy
cenando con trescientas personas más, pero nadie dice “un aplauso para el cocinero”,
nadie conversa, todos viven en su mundo. ¿Por qué? Porque este no es un lugar, un lugar
común, no nos relacionamos. Pero, después la azafata dice: “vamos a apagar la luz” y
todos dormimos. Vos dormís al lado de una persona, tenés a otra persona durmiendo al
otro costado, uno mas allá adelante, hay trescientas o cuatrocientas personas todas
durmiendo en el vuelo. Dormimos juntos. Pero, no es un dormitorio, no tiene tu identidad.
Y cuando llega, el avión aterriza y bajamos, y hemos pasado una noche juntos, cenamos
juntos y desayunamos juntos a la mañana, y llegamos y cada uno hace sus cosas y nadie
dice: “Bueno, que te vaya muy bien”. ¡Nada! Estamos en un “no lugar”. Donde nosotros no
existimos como personas, existimos como un objeto que esta ocupando un asiento. Y no
hay nada peor en la sociedad que sentirse justamente eso, sentirse un objeto.
¿Por qué Auge habla de “no lugar”? Una de las definiciones que da es que son lugares
donde pierdo mi identidad, donde dejo de ser persona. Donde me manejo por número,
por un ticket, por un pasaporte, por esas cosas que en definitiva no son “yo”, es el número
que la sociedad me dio para todas esas cosas. Y por otro lado, puedo comprar en el avión
con la tarjeta de crédito, es otro número más. Quiere decir que estamos viviendo una
despersonalización muy grande, en una sociedad donde estamos rodeados, realmente, de
“no lugares”.
Esteban: Salvador, y si no seguís esos parámetros que te fijan quedas fuera del sistema para vivir en
ese “no lugar”, porque no podes hacer nada, te sentís limitado, para poder accionar en ese
“no lugar” tenés que adaptarte a ese sistema numérico o despersonalizado. O sino, ¿que?
Estas desubicado. “Usted tiene que darme un número, un pasaporte, un asiento o sino no
puedo ayudarlo”
Salvador: Claro, a la persona no se la puede ayudar, se necesita el número.
Es interesante la amplitud del concepto, porque Marc Augé coloca tambien entre los “no
lugares” los hoteles.
Esteban: También.
Salvador: Casualmente yo anoche dormí en un hotel. La gente no sabe que vivimos en dos países
diferentes y que nos juntamos únicamente para hacer este programa. Quiere decir que
tengo que viajar desde Buenos Aires hasta Montevideo, y pasar una noche aquí, entonces
voy a un hotel.
Y esta vez fui a un hotel diferente al que usé las otras veces. Y alguien me pregunta: ¿Cuál
es mejor de los dos hoteles? Y digo: “las habitaciones son los dos absolutamente iguales”.
Es decir, son lugares totalmente impersonales, con la misma impronta. Además, para los
que somos latinos y nos interesa la calidez de la persona, hay cosas que no suceden en un
hotel. Hoy estaba desayunando solo, por ejemplo, en una mesa que tenia una silla
enfrente. Y de pronto aparece un señor americano con el tocino, huevo frito y todo lo
demás, me mira y se sienta enfrente de mí, en la misma mesa y se pone a comer. No me
dice ni “Buenos días”, ni “¿Cómo estas?” ¡Nada! Estábamos en un “no lugar”, no nos
conocemos.
Esteban: Simplemente compartís la mesa.
Salvador: Es decir, esa mesa está allí para que la usemos, pero no intente usted una relación personal
porque no estamos para eso.
Yo pensaba mientras lo tenia adelante y el comía su huevo frito y decía “que tremendo”
porque si él, que vino no me dirige la palabra, es porque no quiere hablar. Entonces, no es
correcto que le dirigía la palabra, porque el señor ya me dio una señal, ¿o no me dio una
señal? Y pensaba “a lo mejor es tímido y como es tímido entonces no me habló”, pero es
un americano… ¿puede haber un americano tímido? Pero, estaba en un lugar donde no
sentía que estuviera en un lugar.
Esteban: Claro, te crea ese tipo de sensaciones de no saber como manejarte. Porque perdés las
referencias de hasta lo que es el buen comportamiento y el buen trato con el prójimo.
Salvador: Claro, cuando me levanté yo no sabia si tenia que saludarlo o no tenia que saludarlo, porque
el no me saludó cuando llego. Entonces, no se si le gustó a él que lo saludara, al final, al
irme. Pero, me pareció un rasgo de educación hacerlo. Cuidado, no estoy diciendo
diciendo que era un mal educado, de ninguna manera. Creo que tal vez dentro de su
cultura, dentro de su formación, en su país o región donde vive lo hacen así. Es respetable,
pero, indudablemente estábamos en un “no lugar”. No tenia raíces históricas,
antropológicas, todas esas cosas que tiene que tener un lugar.
Esteban: Hacemos una pausa a una charla donde estamos mirando esta experiencia en la que estamos
sometidos los habitantes del siglo XXI, de los “no lugares”, y como eso marca la manera en
que nos comportamos, relacionamos y desarrollamos nuestra vida. Ya volvemos.
PAUSA
Esteban: Estamos tratando de entender con Salvador por qué estos espacios que hemos creado se han
transformado en esto que se llaman, académicamente, los “no lugares”. Espacios de
tránsito, de caminar por una situación de la vida, que nos llevan a espacio que son como
limbos, podríamos decir, que no nos dicen donde estamos, pero estamos allí esperando que
algo pase, yendo en alguna dirección
Bueno, ¿como nos manejamos? ¿Cómo nos comportamos? ¿Qué clase de estilo de vida
desarrollamos?
Salvador: Es bastante difícil llegar a determinar cuales son los “no lugares”. Pero, alguien dijo que es el
lugar donde apenas se permite un furtivo cruce de miradas entre las personas, entre
personas condenadas a no reencontrarse y que son completamente anónimas, una y la
otra.
Y creo cuando lo definimos en este sentido, lo encontramos mucho mas claro. Son esos
lugares donde, realmente, la relación interpersonal no tiene importancia, estamos para
otra cosa allí. Entonces, el lugar es impersonal. Y la hipótesis que plantea Marc Augé es
que la súper-modernidad o la sobra-modernidad es la que produjo estos “no lugares”. Es
decir, que al irse modernizando el mundo, fue generando estos lugares de anonimato,
estos lugares de “no relación”. Yo creo que son los lugares donde no nos relacionamos con
el prójimo
Por supuesto que para él hay lugares que son paradigmáticos, como mencionamos, los
aviones, los trenes, los automóviles Las autopistas, dice él.
Esteban: También, los formatos como se construyen ahora parece que uno no sabe donde esta parado,
porque el sistema de cartelería es muy similar, porque la manera en que se marcan las
calles. Y uno saca una foto y dice ¿pero que lugar será este? Hasta que no haya algún rasgo
distintivo puede ser cualquier lugar.
Salvador: Y sobre todo en algunos países. Cuando uno viaja por la costa este de Estados Unidos, por
ejemplo, donde uno va por autopistas que tienen verde de los dos lados, pocos carteles y
las salidas se marcan como “A”, “B”, “C1”, “C3”, “Doble en la G4”. Y uno siente que ha
perdido allí la dimensión de persona.
Él que tiene un maravilloso cuento sobre esto, “La autopista del sur” es Julio Cortazar. Julio
Cortazar, en “La autopista del sur” describe a los personajes designándolos por el
automóvil que tienen. ¿Y que pasa? La autopista del sur esta recargada, porque es un
domingo a la tarde, y los coches se trancan. Es decir, llega un momento en que se hace un
tapón. Como este programa llega a todo América cada país utiliza un nombre diferente.
Esteban: El embotellamiento
Salvador: Embotellamiento, taponamiento, trancón, todo eso que usted sabe.
Comienza diciendo “Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la
cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera
podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de
la radio midiera otra cosa, fueran el tiempo de los que no han hecho la estupidez de
querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde y, apenas salido de
Fountainebleau, han tenido que ponerse al paso, detenerse, seis filas a cada lado (ya se
sabe que los domingos la autopista esta íntegramente reservada a los que regresan a la
capital), poner en marcha el motor, avanzar tres metros, detenerse, charlar con las dos
monjas del 2HP a la derecha, con la muchacha del Dauphine al izquierda, mirar por el
retrovisor al hombre pálido que conduce un Caravelle, envidiar irónicamente a la felicidad
avícola del matrimonio del Peugeot 203...” Es decir esta describiendo la poca relación que
hay.
Y es interesante porque están simplemente trancados en una autopista y, el hecho de que
se paren esta permitiendo que lo que era un “no lugar”, se vaya transformando
lentamente. Es decir, la furtiva mirada en, en algunos casos, da paso a que, como tenemos
la misma desgracia, intercambiamos dos palabras. Seguimos siendo anónimos. Hay algo
común que nos impidió, pero estamos en un lugar que no tiene absolutamente
representatividad. No tiene identidad.
Y es interesante que cuando llega al lugar dice el cuento “Y en la antena de la radio flotaba
locamente la bandera con la cruz roja y se corrían a 80 km/h hacia las luces que crecían
poco a poco, sin que ya se supiese bien ¿por que tanto apuro? ¿Por qué esa carrera en la
noche entre autos desconocidos, donde nadie sabia nada de los otros, donde todo el
mundo miraba fijamente hacia adelante, exclusivamente hacia adelante” Es decir, se
acabo el trancón, entonces todos miramos la luz que esta enfrente y seguimos. Por
supuesto que dice las luces de París, se va acercando hacia la ciudad.
Es decir, es una descripción de ese anonimato que tiene la autopista que pronto se ve
interrumpido brevemente por un hecho casi insólito que es el trancón. Que hace que
bueno, yo me sienta mal, pero tenga que mirar un poco más al que esta al lado. Estamos
frente al encuentro de dos personas, o tres personas, que eran anónimas y se despiertan a
la realidad de la persona.
Creo que uno de los grandes problemas de la sociedad en la que nosotros vivimos es esta
despersonalización, porque cuando Marc Augé habla de los “no lugares” ¿de qué esta
hablando? De la despersonalización, sobre lugares despersonalizados donde los hombres
dejan de ser personas, donde ya somos un número. Entro al aeropuerto y soy un numero,
me ponen mi pasaporte en la computadora para ver que dice el numero y desde alguna
central le indican algunos datos y entonces me dice “pase” y me devuelven el pasaporte.
Recuerdo que cuando estaba viniendo para Montevideo me dicen “párase derecho
porque le vamos a sacar una foto” y me sacaron una foto, “sáquese los anteojos” y me
saque los anteojos, “ponga el pulgar derecho aquí” entonces, pongo el pulgar derecho y el
pulgar derecho no salía, y la señorita de pronto me mira y me dice “Salvador su pulgar
derecho no sale” y yo me quede helado, alguien que me llamaba por mi nombre. Porque
había mirado el documento pero, por un momento, ella rompió la despersonalización y
me dice “a ver ponga el dedo izquierdo” y después me hizo una broma diciendo “en usted
parece que la derecha no funciona, parece que es izquierdista” una cosa así, lo llevo a lo
político.
Pero yo doy gracias que esa chica que estaba allí rompió por un momento el protocolo y
me llamo por mi nombre. Te aseguro que en los años que he viajado es la primera vez,
hace mas de treinta años que vengo viajando, que alguien me llama simpáticamente por
mi nombre en un lugar como ese. Es increíble que esa chica haya roto eso, ¿por que?
Porque nos vamos despersonalizando. Y tenemos ansias de ser personas, de ser
reconocidos como personas. Cuando nos encontramos con alguien que nos llama por
nuestro nombre sentimos que existimos. Sobre todo, no por nuestro apellido, sino por
nuestro nombre, sentimos que existimos, que somos alguien, que para esa persona que,
no me conoce, empiezo a ser alguien porque me llamo de determinada manera. Y creo
que todos necesitamos ser identificados, todos necesitamos escuchar en la boca de los
seres queridos nuestros nombres y que nos diferencien de los demás Creo que esto es
muy importante porque el ser humano necesita esto, el ser humano necesita su
identificación.
En el evangelio de Juan se habla de Jesús, y Jesús habla del pueblo y dice que son como
ovejas. Y tal vez la imagen de un rebaño de ovejas se la imagen sea la imagen de la
masificación, la imagen mas negativa de un grupo de personas, ha formado una masa.
Pero él dice: “yo la llamo por su nombre”.
Esteban: Conoce a cada una.
Salvador: Y conoce a cada una, entonces, la masa deja de ser y uno entiende que lo que Jesús quiso
decir es que para Dios yo sigo siendo persona. Y esto es muy importante, que cada vez que
yo me acerco a Dios se que me estoy acercando a una persona que me considera persona,
que él no me llama por el apellido ni por el numero de documento, él me llama por mi
nombre, porque sabe. Y allí dice específicamente “a cada una llama por su nombre”. Es
decir, tiene diferenciado a cada uno, yo represento algo para Dios, para él yo no soy la
masa de cristianos que está en la tierra, para él yo soy una persona y él se relaciona
conmigo como persona. Al margen de lo que puede ser la relación que yo pueda tener con
los demás, hay una relación intima y persona. Y creo que eso es lo que necesitamos, esa
relación intima y personal con Dios, que nos devuelve algo que nos esta quitando la
sociedad, que es nuestra identidad como personas. Yo no siento cuando me acerco a Dios
que este en un “no lugar”, estoy en alguien que si me entiende a mi como persona y que
me hace avanzar también como persona.
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