Crucero: Navegar de noche La magia de la noche Cuando cae el sol, faros y luces de navegación se convierten en los protagonistas del horizonte 52 Es difícil superar el encanto de navegar por la noche con un viento suave, la temperatura agradable, un mar plano y la luz de la luna iluminando la escena. El must es que la costa esté a unas cuantas millas de distancia y no haya contaminación lumínica ni demasiados barcos en el horizonte. P ero desafortunadamente, las cosas no siempre son así de plácidas desde el punto de vista meteorológico. De noche, el mar y el viento siempre se antojan más amenazadores que con luz de día y hay que saber convivir con esta sensación. El tráfico marítimo, sobre todo en verano y cerca de la costa, también puede ser intenso. Aparte de barcos navegando en cualquier rumbo, también hay pescadores faenando al pairo (ahora enseñan la luz roja, luego la verde, luego la blanca,…) o con rumbos erráticos y palangres sin señalización nocturna. Mi abuelo me recomendó hace muchos años no alterar el rumbo hacia los barcos pescando a no ser que haya evidente rumbo de colisión o que ellos te requieran para hacerlo; y siempre lo hacen en caso de necesidad. Es una recomendación que he seguido durante décadas sin mayor problema. Ellos controlan desde lejos los barcos en travesía mediante su radar (y/o AIS). Navegando a velocidades de velero, es mejor mantener constantes este rumbo y velocidad, pues a los pescadores les suele ser más fácil y conveniente alterar su propio rumbo y velocidad para acomodarse a los barcos que se cruzan en su camino, que estar sujetos a las eventuales maniobras que hagan estos barcos. Animales diurnos El respeto a la oscuridad -incluso el temor a ella- está incrustado en nuestros genes. El hombre es un animal diurno y poco preparado para defenderse falto de luz. Es natural un aumento de la ansiedad en las primeras navegaciones nocturnas, y aceptar esta realidad desactiva buena parte del impacto emocional. Visto así, es comprensible que muchos patrones eviten tanto tiempo como puedan su primera navegación nocturna. Pero tarde o temprano, todo navegante que sienta curiosidad por ir más allá de sus aguas territoriales debe enfrentarse a navegar de noche. Navegando a la luz del día, si exceptuamos los demás barcos (y la tierra) hay pocas cosas más con las que haya riesgo de colisionar. De noche, las cosas no son distintas y las posibilidades de cruzarse con un tronco a la deriva existen, pero no son mayores que navegando de día. Es posible ampliar esta alarma nocturna a contenedores u otros objetos semi-sumergidos, pero el caso es el mismo; la posibilidad de encontrar alguno de estos objetos de noche es la misma que de día, y nadie navega a la luz del sol con el alma en un puño imaginando que va a chocar con un contenedor sumergido. Es una posibilidad tan remota que la descarta- Los barcos situados entre el propio barco y tierra son a menudo complicados de contrastar en un horizonte plagado de luces urbanas 53 Navegar de noche Una cubierta despejada y ordenada contribuye mucho a la seguridad en navegaciones nocturnas mos de nuestros pensamientos conscientes. Pero al contrario de lo que puede suponerse, no todas las limitaciones de visión nocturna van en contra de la seguridad. Una gran ventaja de navegar a oscuras es que la atención se concentra en lo esencial. Las luces de otros barcos y las señales de navegación son los únicos actores en el horizonte. Aparte de la luna y las estrellas en el firmamento, hay poco margen para la distracción o la ambigüedad. Una luz roja o verde de navegación se ven de bien lejos y hasta los faros son más sencillos de avistar e identificar de noche que de día. Navegación: Mantenerse fresco La gestión de la navegación nocturna en mar abierto es similar a la que se hace de día. El GPS va indicando el rumbo y las correcciones a efectuar para llegar a destino. La tripulación irá ajustando velas, motor y/o timón a las condiciones de viento y mar y también se han de controlar estimaciones y distancias con cierta regularidad. Dos primeras recomendaciones para afrontar con tranquilidad una noche de navegación en crucero; 1º: Adaptar la superficie vélica a un modo conservador mientras aun es de día y mantenerla así durante la noche, 2º: Arranchar la cubierta mientras aun hay luz diurna, afirmando y/o estibando los elementos sueltos (toallas, colchonetas, tender, sacos de velas, escotas, amarras, mangueras, bidones, etc.) ajenos a la navegación. En travesías de una o dos noches, las guardias se pueden establecer de forma un poco informal. También será distinto el ritmo de guardias con tripulación completa o nave- En lo posible, navegando de noche se apagarán todas las luces del barco ajenas a la navegación gando en pareja. La duración óptima de las guardias es también algo personal. Los hay que prefieren dormir en tandas de 1 o 2 horas y otros tripulantes no se conforman con menos de 4 horas de sueño por otras tantas de vigía. En cruceros vacacionales se ha de llegar a una entente. Por poco que pueda y mientras las cosas discurran a bordo de manera plácida, el capitán será el primero en ir a descansar y lo hará tan pronto como sus servicios en cubierta sean prescindibles. La tranquilidad se puede turbar en cuestión de minutos y es mejor que –al menos- al capitán le coja descansado. Antes de ir a su litera, el patrón dejará claro a la tripulación de guardia que lo han de despertar a la menor duda, al avistar en el horizonte cualquier barco con rumbo incierto o al sonar la alarma del radar o el AIS detectando un blanco en rumbo de aproximación a menos de 3 millas. La seguridad nocturna Cuesta muy poco habituarse a llevar el arnés/ flotador en las guardias nocturnas. También son útiles las linternas con flash, las radiobalizas SART personales o las que emiten señal AIS de emergencia. Es evidente que es distinto navegar por la noche de forma placentera en verano con el mar plano a 22 grados de temperatura que hacerlo en el mar del norte con el agua a 3 grados. Las posibilidades de supervivencia son muy distintas en ambos casos. Las normas y equipos de seguridad son cuestiones muy personales que cada patrón debe negociar a su mejor conciencia y conveniencia. Lo que sí es recomendable es que el 54 grueso de la tripulación conozca el protocolo a seguir en caso de Hombre al Agua. La primera acción es- precisamente- saber cómo activar la tecla MOB en el plotter. La segunda es saber cómo efectuar una llamada de seguridad por DSC el VHF y cómo contestar las posibles llamadas entrantes. La tercera es saber dar la vuelta 180º al barco, una operación que eventualmente incluirá bajar/enrollar las velas, poner en marcha el motor, desactivar el piloto automático y marcar el nuevo rumbo hacia la señal del MOB. Son bastantes cosas a enseñar a los tripulantes noveles. Ante la duda de que las hayan aprendido, lo mejor es permanecer a bordo para que no las tengan que poner en práctica. Ultima y no menos importante recomendación de seguridad es no comer ni beber en exceso ante una travesía nocturna. La comida excesiva produce somnolencia y el alcohol afecta la capacidad de atención, el equilibrio y la lucidez mental, tres factores muy requeridos navegando de noche (y de día). Arribadas nocturnas Las entradas a puerto por la noche en puertos o fondeaderos desconocidos son siempre delicadas. Si no hay ayudas luminosas a la navegación que guíen de forma clara hasta el amarre o fondeo elegido, lo mejor – a falta de otra alternativa- es esperar. Un GPS/plotter es una buena ayuda, pero la fiabilidad de sus actualizaciones nunca será total. Lo mismo puede decirse de los derroteros y guías de navegación. Sus indicaciones pueden ser inadvertidamente obsoletas. Un moderno radar digital con su antena sufi- cientemente baja como para detectar objetos a corta distancia puede ser una ayuda inestimable en estos casos. Entrando en puertos o en calas desconocidas, solo este tipo de radar puede ir verificando que los portulanos o los mapas en las guías de navegación son certeros y solo el radar irá alertando de posibles barcos fondeados o amarrados a una boya sin luz de tope. Entrando en puerto por la noche, las señalizaciones luminosas vistas desde el barco tienen el inconveniente añadido de que se solapan con las eventuales luces de tierra. En estos casos, la experiencia del patrón es muy valiosa. Una de sus prioridades será anticipar en lo posible todas las luces que se han de ir viendo en la aproximación. Alertados de lo que han de buscar en la oscuridad, hasta los tripulantes más novatos son de ayuda y cuatro ojos siempre ven más que dos. La segunda (o quizás la primera) prioridad en arribadas nocturnas es no caer en la tentación de ‘ver lo que se quiere ver’. Confundir la luz verde de la bocana con una farmacia o la luz roja del extremo de un pantalán con una hamburguesería o un semáforo son errores desgraciadamente habituales y que han amargado más de una travesía. Vigilar y evitar las colisiones ¿Qué ves? No hay mejor receta que la experiencia cuando se trata de identificar las luces de otros barcos en la oscuridad. Quienes se estrenan navegando de noche ha de asumir Es importante revisar las luces del barco antes de una navegación nocturna, y todavía más importante encenderlas cuando cae el sol que las primeras interpretaciones son más complejas de lo que enseñan las escuelas de navegación en sus croquis coloreados. Descifrar de un vistazo la tipología y eslora de los barcos en el horizonte (pesca, crucero, vela, motor, etc.), su rumbo, distancia e incluso su eventual riesgo de colisión requiere cierta práctica. Desde hace unos años, el AIS es un regalo del cielo para facilitar esta ‘toma de datos’, pero todavía no es lo mayoritario que debería ser en embarcaciones menores navegando de noche. El AIS permite contactar con los barcos avistados mediante llamadas selectivas por VHF al MMSI, lo que simplifica mucho la eventual necesidad de una comunicación por voz. Un barco de pesca puede mostrar las luces correctas de navegación o de faena, pero éstas pueden estar ocultadas o deslumbradas por las propias artes de trabajo. De noche, los ferris y cruceros de gran eslora parecen enormes edificios en movimiento y a menudo es imposible llegar a encontrar sus luces de navegación. Por suerte, estos barcos van muy rápido y es sencillo averiguar su rumbo, al tiempo que el AIS y el radar no suelen fallar señalando este tipo de buques. Cerca de la costa es todavía más complicado que en alta mar llegar a ‘ver’ los barcos, pues la contaminación lumínica es mayor y sus luces se confunden solapadas con las de tierra. Detectar las luces o la sombra de un barco en movimiento en relación con el fondo terrestre puede ser complicado. Navegando a vela, un sistema para alertar visualmente a terceros de la proximidad del propio barco es iluminar las velas con una linterna. Encender el foco de cortesía sobre cubierta es igualmente efectivo para destacar el barco en la oscuridad. Las luces de navegación El buen funcionamiento de las luces de navegación se ha de revisar con luz de día, a poder ser en puerto y antes de hacerse a la mar. El peor escenario para empezar una travesía nocturna es encontrarse encaramado al balcón de proa o en lo alto del palo a oscuras, con un destornillador en una mano y una bombilla de repuesto entre los dientes. Este segundo párrafo es casi una súplica: Por favor, si lee estas líneas lleve instaladas luces de navegación adecuadas y homologadas para la eslora de su barco según lo prescrito en el Reglamento Internacional para Prevenir los Abordajes, alias RIPA (COLREG en inglés). Y todavía más importante: Las luces se han de encender al ponerse el sol y se apagan cuando vuelve a salir el astro rey. Se han de utilizar durante toda la noche de forma continuada, y no en modo ‘ahorro’, encendiéndolas solo de forma ocasional para alertar a los barcos cercanos de un posible rumbo de colisión. Tampoco hay que pasarse en arras de una mayor seguridad. Las luces verde, roja y blanca de posición y alcance son suficientes para identificar a cualquier yate en la oscuridad. Aunque esté legalmente permitido, mejor no reforzarlas con una segunda luz tricolor en lo alto del palo ni con una luz blanca a media eslora, que solo dan pie a confusiones. Cada ubicación de las luces de navegación tiene sus ventajas e inconvenientes. Las tricolores a tope de mástil se ven desde más lejos, ahorran electricidad (una sola bombilla en el caso de las incandescentes), iluminan la veleta y no deslumbran al caña mirando a proa. En su contra decir que su altura dificulta eventuales reparaciones y también complica identificar desde lejos a qué distancia está En las ilustraciones parece sencillo discernir los distintos tipos de barco. La realidad es un poco más compleja y hace falta cierta práctica para no confundirse 55 Navegar de noche amarillo azulado y el blanco también tiende a amarillear. Es un inconveniente al que hay que acostumbrarse y que, afortunadamente, va mejorando con los modelos más recientes. En todo caso, siempre es recomendable instalar luminarias de calidad y de un nivel superior de potencia del que estrictamente requiera el barco por eslora. Una pequeña inversión en dinero que aporta un gran plus de seguridad. Adaptar el barco a la oscuridad Llegando a la costa de noche o con poca luz es fácil confundir las luces de tierra con señales de navegación el barco. Estos dos últimos inconvenientes se evitan con las luces de navegación en el balcón de proa o a nivel de cubierta. Sea cual sea el tipo y la ubicación de las luces del barco, sustituirlas por LED ahorra muchos amperios a las baterías, una virtud siempre buscada por quienes navegan a vela. Un inconveniente de los LED, sobre todo los de primer precio, es que la intensidad y el tono de los colores es más complicado de discernir desde lejos que el de las luces incandescentes. El rojo tiende al anaranjado, el verde al A falta de luz natural, a vista humana requiere un tiempo de adaptación a la oscuridad de unos 10 minutos para que las pupilas se dilaten a su tamaño máximo y aporten su mejor visión nocturna, pero basta un solo deslumbramiento con una linterna o luz blanca interior para que la pupila se contraiga de forma rápida y la ‘cuenta atrás’ deba recomenzar. La luz roja o la verde no provocan este efecto de contracción en la pupila, por cuanto son los tonos de luz que se utilizan a bordo por las noches. Hay barcos que incluyen estas luces rojas en su equipo de serie en el interior o la bañera. En caso de que no sea así, no es demasiado complicado instalar algunas de ellas. La primera se pondrá en la mesa de cartas y las demás en las zonas comunes, como el salón, el aseo (de noche las necesidades siempre se harán en el interior) o la cocina. En los camarotes tampoco están de más, pero si sus usuarios duermen con la luz apagada, tanto da el color de la bombilla o LED. Ojo con tener encendidas de forma fija luces rojas o verdes en cubierta, pueden ser confundidas con luces de navegación. En previsión de navegaciones nocturnas, también es importante poner los displays de La luz roja no contrae la retina y evita la pérdida momentánea de visión nocturna del ojo la electrónica de a bordo, tanto en cubierta como en el interior en modo de luz ‘night vision’. Estos modos son habituales en todo tipo de displays y suelen incidir en fondos negros con contrastes de datos en rojo, marrón o verde. Hay que familiarizarse con la puesta en marcha de este modo y conectarlo tan pronto se esconda el sol. Linternas Lo ideal en crucero veraniego es disponer de una linterna de bolsillo para cada tripulante ‘nocturno’ y una linterna de gran alcance que se utilizará de forma puntual en situaciones de riesgo de colisión, en algunas maniobras portuarias o en el eventual caso de hombre al agua. Personalmente, y al margen de lo que recomienda la ortodoxia, soy poco amante de estas linternas de gran intensidad de luz. El riesgo de que deslumbren a sus usuarios, al resto de la tripulación del barco, a los tripulantes de otros barcos o a los marineros de tierra es muy alto y una persona deslumbrada tendrá problemas de visión nocturna durante varios minutos, lo cual suele ser un problema mayor al que se intenta evitar con el foco. Por las noches, además de la linterna de bolsillo, tengo por costumbre llevar colgada del cuello una mini-linterna (D 10 x 50 mm de largo) de luz de tono azul que apenas deslumbra. En toda la noche no me quito la linterna del cuello, ni tumbado en la litera. Con esta linterna en la boca se facilitan los desplazamientos por cubierta o el interior del barco sin deslumbrar a nadie, se encuentran objetos en cofres y taquillas y se pueden hacer un sinfín de controles nocturnos. Si el –pequeño- tamaño es importante, también lo es que Al caer la noche es mejor pasar los relojes y displays de la electrónica al modo de visión nocturna 56 Una linterna por tripulante en cubierta es lo aconsejable tanto en crucero como en regata la linterna tenga interruptor y no un pulsador, que obliga a apretarlo de forma continuada. Otros tipos de linterna que vale la pena tener a bordo son las de ‘minero’ con ajuste frontal con goma elástica, de venta en cualquier ferretería o tienda de deportes. Las hay con opción de LED’s blancos y rojos, que evitan el deslumbre. Son las mejores en las maniobras pues dejan libres las dos manos (y la boca para hablar). También son insustituibles en los trabajos de reparación o mantenimiento a oscuras. Comentar por último las linternas personales tipo flash. Es un accesorio relativamente barato y sencillo de embarcar. Su uso, como el de los demás elementos de seguridad, queda a criterio del capitán. Recordar en este punto que muchas linternas LED de bolsillo (las de cierta calidad) tienen función flash y hasta destellos estroboscópicos y/o con la señal SOS de morse. Normalmente se activan apretando el interruptor ‘a medias’. Las linternas de ‘minero’, con ajuste con goma en la frente, liberan las dos manos para las maniobras La entrada hace unas pocas temporadas de la empresa Flir, gigante de la visión térmica militar y sanitaria, como socio mayoritario en el accionariado de Raymarine ha provocado una súbita irrupción en la electrónica náutica de cámaras de visión térmica y nocturna adaptadas a la navegación. Estas cámaras, que hoy comercializan tanto Raymarine como Garmin son opcionalmente orientables y las imágenes que reflejan se ven directamente a la pantalla del plotter. Es un enorme paso adelante en la visión nocturna, pero los precios que se barajan para las cámaras más sencillas (a partir de los 5.000,-€) todavía están lejos de los presupuestos populares. Otra alternativa que está mejorando día a día en la relación calidad/precio de su ofer- ta son los prismáticos de visión nocturna. Esta tecnología estaba reservada hasta hace poco al uso militar, pero poco a poco se están presentando modelos ‘outdoor’ que pueden perfectamente utilizarse a bordo. Hoy es posible encontrar modelos bastante correctos en prestaciones sobre los 600 euros, cuando hace unos pocos años era complicado bajar de los 3.000 euros. Si las ventajas de las cámaras y prismático de visión nocturna usados a bordo son fáciles de imaginar, también se han de recordar sus defectos, como su poca capacidad de ampliación, su permanente necesidad de alimentación eléctrica y una adaptabilidad a menudo mejorable al uso náutico. n por Toni Vernic Prismáticos y cámaras de visión nocturna La inversión realizada en la calidad de los prismáticos de a bordo queda especialmente amortizada en su utilización nocturna. Dicho al revés, quien no tenga previsto navegar de noche puede ahorrarse un buen pico en la compra de sus prismáticos. La diferencia de precio entre un prismático de primera gama y otro con óptica de calidad apenas se aprecia a la luz del día. Pero cuando el sol se esconde, las cosas cambian completamente y las buenas ópticas hacen valer sus galones. Los buenos prismáticos son insustituibles a la hora de discernir un barco entre las penumbras o una luz roja en el horizonte. Las cámaras y prismáticos de visión nocturna son un plus navegando de noche, pero su precio aun es elevado 57