II. EL LIBRO DE JEREMÍAS Para seguir el hilo de los acontecimientos, a veces ha sido necesario modificar el orden de los capítulos. El estudio literario del libro permite imaginar los cambios que han caracterizado cada fase de su producción. Pero no se han determinado todavía con certeza los principios que guiaron su redacción actual, ni el tenor exacto de las diferentes etapas en la transmisión del texto. Ni siquiera hay acuerdo en la parte que tuvieron Jeremías y sus diversos autores respectivamente. Los trabajos que se han multiplicado después de los años ’70 han ampliado cada vez más el campo de la investigación. Corrigiendo o precisando algunas hipótesis precedentes, han puesto las bases para una mejor comprensión del libro17. A. Las grandes divisiones del libro Reservando para más adelante otras observaciones más precisas, es posible considerar una triple división: la mayor parte de las profecías dirigidas a Israel y Judá se leen en los cc. 125; los relatos biográficos constituyen el elemento principal de los cc. 26‐45; los oráculos contra las naciones vienen en tercer lugar (cc. 46-51), al menos en el texto hebreo. El apéndice de Jr 52 es un duplicado de 2R 24,18-25,30. 1. El juicio de Israel y de Judá: Jr 1-25 El juicio de Israel y de Judá abarca casi la mitad del libro. Se distinguen fácilmente tres grandes bloques, poco homogéneos en los detalles: 1-10; 11-20 y 21-24. a) Los primeros ciclos de profecías: Jr 1-10 Jr 1: vocación-legitimación-enunciado de los grandes problemas del libro. Ubicadas en la apertura del libro, las tradiciones acerca de la vocación del profeta tienen la función de legitimar su ministerio. Él es el verdadero enviado de Yhwh, el portador de su Palabra para las naciones. Este capítulo ofrece un resumen de los grandes problemas del libro y de las líneas esenciales de su mensaje18. Jr 2‐6: Un “oráculo‐semilla” (2,2-3) anuncia un ciclo de oráculos contra la prostitución del pueblo (2,3) y otro contra los enemigos. La primera parte lanza al pueblo la invitación a regresar a Yhwh, como una mujer infiel vuelve a su esposo de la juventud. La segunda parte, indudablemente posterior, está dominada por la presencia de poemas épicos (4,6‐7; 4,13.1517; 4,29; 5,15‐17; 6,1ss …). Pero trata también de otras realidades como el hambre (5,20‐25), la crítica de la sociedad (5,26-31)… El profeta es instituido para probar al pueblo de Dios (6,27). Jr 7,1‐8,3: Este discurso en prosa se destaca fácilmente en el contexto (7,1‐15). Su estilo redundante y el tono de sus expresiones remiten claramente a la literatura deuteronómica, y más que un texto de Jeremías se ha visto en él un sermón revisado por algunos editores. El tema ha atraído después otras severas advertencias respecto del culto, que han terminado añadiéndose al texto (7,16–8,3). Jr 8,4–10,25: Esto ciclo suplementario tiene conexiones con 4–6 y, a través de estos capítulos, con el discurso cultual de 7,1–8,3. Sin no hay conversión y conocimiento de Dios, el 17 A este respecto, la 31ª sesión del coloquio bíblico de Lovaina (18-20 de agosto de 1980) dedicada al libro de Jeremías constituye todo un acontecimiento. Las actas han sido publicadas por P.E. BOGAERT en Le livre de Jérémie. Le prophéte et son milieu. Les oracles et leur transmisión (BETL 54; Leuven 1981). 18 Sobre Jr 1, se pueden confrontar tres importantes estudios: B. Renaud, “Jer. 1: Structure et théologie de la rédaction”, en P.M. BOGAERT, Le livre , 177-196; H. MOTTU, “Aux sources de notre vocation: Jérémie 1,14‐19”, RTP 114 (1982) 105‐119; J. VERMEYLEN “La rédaction de Jérémie 1,4‐19” ETL 58 (1982) 252‐278. 7 castigo se hace inevitable (8,4‐7). La ausencia de sabiduría y el desprecio de la Ley se subrayan en puntos elegidos cuidadosamente (8,8‐9; 9,12-15.22‐23). Los guías espirituales del pueblo son los primeros en ser llamados en causa, especialmente los sacerdotes. De modo significativo, se describe la corrupción moral de Judá entre dos lamentaciones (8,18–9,21). La amenaza inminente del enemigo incita a refugiarse en las ciudades fortificadas (8,14.16); hay pánico en el país (10,17‐22). Algunos fragmentos diversos vienen a añadirse al conjunto, como 8,24-25; 10,1-16 19. Este ciclo, de componentes muy variados, da muy buena cuenta / habla a las claras / de una situación que se ha deteriorado. b) El profeta comprometido con su misión: 11-20. Los puntos de referencia son menos precisos a la hora de delimitar las diferentes colecciones. El uso de fórmulas introductorias y conclusivas no es siempre determinante. En compensación, el movimiento general del texto parece más unificado, gracias a la aparición de dos géneros nuevos: los pasajes ya mencionados, llamados “confesiones” y las primeras acciones simbólicas. Ambas formas coinciden en atestiguar lo difícil que se ha tornado el diálogo del profeta, tanto con Dios como con su auditorio. La correspondencia entre las dos grandes confesiones (15,10-21 y 20,7‐18) divide el texto en dos partes iguales. Jr 11‐15: Un sermón muy similar al estilo deuteronómico reclama la necesidad de obedecer a las palabras de la alianza (11,1-14). El profeta que ha recibido la orden de no interceder (11,14) y reacciona ante la oposición de los suyos (11,18–12,6). La acción simbólica del cinturón expresa con claridad la ruptura de la alianza entre Dios y su pueblo (13,1-11). La desgracia golpea a Jerusalén que sigue siendo impura (13,27). Los dos capítulos siguientes se relacionan sobre todo con la situación del profeta, que una vez más es incitado a no interceder (14,11-12) y es puesto más abiertamente enfrentado con la oposición de falsos profetas (14,1316). Ahora dirige a sí mismo el grito de angustia que se abatía sobre Jerusalén (15,10 yIl_ywøa ; cf. 13,27 JKDl ywøa ). Pero YHWH renueva su fidelidad a su profeta , que no se ha apartado de su Palabra no obstante la adversidad (15,10‐21). Jr 16‐20: El estilo de la prosa deuteronómica marcan también los primeros versículos. Confirmado en su vocación, el profeta puede ahora comprender toda su vida como signo (16,1-13). Precisamente en este momento, aparece el primer relato autobiográfico del libro (19,1–20,6). La última sección (18–20) evoca en diversas formas a Jr 1. La visita al alfarero (18,1‐12) muestra a través de una acción la eficacia de la Palabra divina para derribar y destruir, para construir y plantar (1,10). Algunas expresiones de 20,14‐18 tienen su paralelo en Jr 1. Esta inclusión indica probablemente una de las etapas en la redacción del libro20. c) El juicio decisivo: Jr 21-24. No obstante algunas referencias históricas, el orden de los textos no es cronológico. En respuesta a una consulta, Jeremías anuncia la caída de Sedecías y el saqueo de Jerusalén (21,110). La existencia de los “cuadernillos” sobre la casa real (21,11–23,8) y sobre los profetas (23,9-40) son muestran que hubo un trabajo de colección anterior al de la redacción del libro. Por su forma literaria, la visión de los dos cestos de higos (24,1-10) se conecta con la del almendro y la de la olla (1,11-19). La oposición construir/demoler, plantar/arrancar (24,6) se vincula asimismo con la de Jr 1,10) dándole así un contenido bien preciso. La destrucción no es total : YHWH podrá construir y plantar con los exiliados de Babilonia. d) El juicio de Judá y de 19 La autenticidad de Jr 10,1-‐16 continúa siendo objeto de discusión. En sentido contrario se expresan M. Margaliot, “Jeremiah X 1-16: A Re-examination”, VT 30 (1980) 295-308; M.E. Andrew, “The Autorship of Jer 10,1‐16”, ZAW 94 (1982) 128-130. 20 Para H. Cazelles, esta inclusión marca la segunda edición del rollo del 604 ( Masses Ouvrières 347 [marzo 1978] 23). Véase también J.R. Lundbom, Jeremiah: A Study in Ancient Hebrew Rhetoric (Montana 1975) 28‐30 y W. Holladay, The Architecture of Jeremiah 1-20 (London 1976). 8 las naciones: Jr 25 (= ¿el rollo del que habla el c. 36?) La profecías que preceden se resumen en 25,1-13. Pero Babilonia, el instrumento de Yhwh, será a su vez castigada. El juicio se amplía a las naciones que no serán perdonadas y tendrán que beber la copa de la mano de Yhwh (25,13-38). Este capítulo conserva las huellas de la complicada historia de la redacción del libro. Su datación lo acerca al episodio del dictado y la lectura del rollo (Jr 36, cf. 1,1-3). En el texto hebreo, la visión de la copa está separada de los oráculos contra las naciones (cc. 46-51) que ella está introduciendo. Estos siguen inmediatamente a dicha visión en la versión griega (JrG 32,13‐38). Desde el punto de vista redaccional, este capítulo es tan interesante como difícil de clasificar. 2. El destino de la Palabra y del profeta: 26-45 El conjunto se presenta casi como “un libro dentro del libro”. En Jr 30-31, encontramos todavía una colección de oráculos que completa la de los cc. 2-3. Pero los relatos biográficos predominan ampliamente esta sección. Son la obra de unos discípulos que, más que pintar un retrato del profeta, quieren proclamar la eficacia de la Palabra de la cual ha sido siervo y justificar su conducta y su lucha. Se dividen fácilmente en dos partes, 26-36 y 37-44, concluidos con la palabra de consuelo dirigida a Baruq en 45,1‐521. a. Jr 26‐36: La eficacia de la Palabra y la fidelidad del profeta Al exhibir múltiples rasgos en común, los cc. 26 y 36 delimitan una sección, conforme al principio de la inclusión. La sección tiene como tema central la Palabra divina , falsificada por los falsos profetas, rechazada por las autoridades y poco seguida en la práctica por el pueblo. Es al mismo tiempo una peroración en favor de Jeremías , profeta incomprendido y combatido durante su vida y ahora reconocido como profeta legítimo, portador auténtico de la palabra. [“Peroración”: en la retórica, es la última parte del discurso, en que se hace la enumeración de las pruebas y se trata de mover con más eficacia que antes el ánimo del auditorio. Es la parte exclusivamente patética del discurso] Jr 26‐29: El discurso en el Templo (Jr 26) tiene consecuencias graves para Jeremías: un proceso de condena a muerte, de la que logra escapar. Algunas acciones simbólicas y algunos oráculos contrapuestos, que dependen de Yhwh, plantean agudamente el problema de la distinción entre el verdadero y falso profeta (Jr 27-28). La carta a los exiliados reafirma las posiciones expresadas en la visión de los dos cestos de higos, que no tienen en Babilonia mejor acogida que la que tuvieron en Jerusalén (Jr 29). Jr 30-33: La felicidad prometida a los exiliados hace que converjan en torno a este tema una colección de oráculos, llamada a veces “libro de la consolación” (Jr 30-31). Los elementos más antiguos se remontan a las primeras predicaciones de Jeremías. Son promesas de salvación para el Israel del Norte, extendidas más tarde a Judá y a Jerusalén. Es probable que en el estado actual contengan también algunos componentes posteriores. El problema de la autenticidad o inautenticidad de estos capítulos debería ser discutido sobre una base más amplia. Una tesis relativamente reciente atribuye a Jeremías una esperanza de salvación expresada en 31,2-6.15-17.18-20. Los otros oráculos serían de época exílica; pero manifiesta dudas a cerca de 30-1-11 22. Se ha hecho la reconstrucción de un texto jeremiano que formaría una unidad: 30,5-7.12-15.18-21; 31,2-6.15-17.18-20.21-2223. 21 Sobre estos capítulos, se puede consultar M. Kessler, “Jeremiah, Chapters 26-45 Reconsidered”, JANES (1968) 81-88. 22 S. Böhmer, Heimkehr und neuer Bund (Göttingen 1976). 23 N. LOHFINK, “Der junge Jeremia als Propagandist un Poet. Zum Grundstock von Jer 30‐31”, en BOGAERT, Le livre , 351‐368. 9 Los dos capítulos agregados al pequeño libro desarrollan la idea de salvación (Jer 3233). El acto profético de la compra del campo en Anatot en pleno asedio de Jerusalén afirma la esperanza en el futuro (c. 32). Se reconoce el carácter tardío de los elementos del c. 33, particularmente de los últimos versículos (Jr 33,14-26), que figuran como añadidura al texto hebreo y no figuran en la versión griega. Jr 34‐36: La yuxtaposición de dos acontecimientos separados en el tiempo produce un efecto de contraste: la desobediencia a la alianza con ocasión de la liberación de los esclavos (Jr 34) y el ejemplo de los recabitas que observan los preceptos de Yhwh (Jr 35). La reacción de Joaquim va más allá de la simple desobediencia. Se aboca a un verdadero intento de destrucción de la Palabra. Contestada, rechazada, aniquilada, ésta se levanta más fuerte que nunca (Jr 36). b. Jr 37‐44: La pasión del profeta La historia de los sufrimientos de Jeremías en las horas más oscuras de la tragedia de la nación ilustra los riesgos que se corre en el servicio de la palabra de Dios. Éstos fueron ya anunciados en el c. 36, que algunos interpretan ya como el comienzo de esta segunda parte del discurso. Jr 37-39: el interés histórico es evidente en estos capítulos, centrados en la suerte de Jerusalén y de sus habitantes. La enseñanza de Jeremías no es nueva: repite que es necesario entregarse al rey de Babilonia. A pesar de todo, l profeta conserva algunos fieles, incluso en el círculo más cercano al rey, como Ebed-‐Mélek (38,7‐13 y 39,15-18). Jr 40-44: la nueva situación que deriva de la caída de Jerusalén provoca la intervención del profeta, cuya suerte es referida al inicio (40,2-6; cf. 39,11-14). Podemos distinguir dos grandes momentos: por un lado, el doloroso fracaso de su vida en Jerusalén y la huida a Egipto a la que son forzados tanto Jeremías como Baruc (40,7–43,13); por otro, la instrucción a los judíos instalados en el país de Egipto, acusados principalmente de ofrecer incienso y servir a dioses extranjeros, y de no escuchar al Palabra de Yhwh (Jr 44). El término “resto”, que aparece con frecuencia en estos cinco capítulos, es señal una de las preocupaciones principales del conjunto (40,11.15; 41,10.16; 42,2.15.19; 43,5; 44,7.12.14.28). c. Jr 45,1-5: la palabra de consuelo dirigida a Baruq ( Heilsorakel) [Es un oráculo más bien personal y constituye como la “firma” de este secretario que ha escrito también la biografía que hoy figura en 26-44 ] Este oráculo de salvación está provisto de una introducción original. A veces, se ha intentado suprimir su datación (605/604), para integrarlo mejor en el contexto de los acontecimientos relativos a la caída e Jerusalén. Por su contenido, hace eco a alguno de los grandes momentos de la vida de Jeremías. En la edición griega tiene una colocación más importante, puesto que figura al final (JrGr 51,31-35). 3. Los oráculos contra las naciones: 46-51 Los oráculos contra las naciones forman la última parte del libro. Hay que vincularlos con Jr 25,13‐38 (que sería su “prefacio” original). Allí el profeta tiene que hacer beber simbólicamente a las naciones un copa de vino que las hará trastabillar y perder el sentido. Los dos textos están unidos por una idéntica introducción (46,1 y 25,13) y por listas similares (25,19-26). Designado profeta de las naciones (1,5), jeremías es llevado por los mismos acontecimientos a preocuparse de la política internacional. Algunas noticias redaccionales sitúan muchas de sus intervenciones: habla contra el ejército egipcio en la vigilia de la batalla de Carquemish (46,2); la palabra sobre los filisteos precede a la toma de Gaza (47,1); la que 10 concierne a Elam (de donde salen medos y persas) está colocada al inicio del reino de Sedecías (49,34); se puede incluso citar 46,13 y 49,28 (contra Egipto y los árabes). No se pone en duda que Jeremías haya pronunciado dichos oráculos. Pero su estado actual resulta de un largo proceso de redacción, en el cual se pueden observar numerosas ampliaciones y añadidos. El fenómeno es particularmente perceptible en el oráculo contra Moab que, por lo demás, tiene muchas afinidades con Is 15-16. Muchas de estas naciones ven abrirse una perspectiva de salvación para el futuro (véase 46,26; 48,47; 49,6; 49,39). Esta conclusión positiva, no habitual en esta forma literaria, se comprende mejor si se sitúa en una etapa posterior del desarrollo literario de esta sección. Indudablemente la colección se ha formado de modo progresivo. La mayor parte de los oráculos se asemejan por su encabezamiento simple, como: “A Egipto”, “A Moab”, etc. (46,2; 48,1; 49,1.7.23.28; con una determinación histórica en el caso de 46,2 y 49,28). Reencontramos el título de la colección (46,1) en la introducción al juicio sobre los filisteos (47,1) y sobre Elam (49,24). El oráculo muy largo sobre Babilonia (Jr 50‐51) ocupa un lugar especial. Compuesto por diversos fragmentos difíciles de delimitar, se ubicaría mejor en torno al 550 en una época en la que la esperanza de asistir a la caída de Babilonia se hace más clara. El autor vive en un círculo profético que ha sentido la influencia de Jeremías, pero también de Is 13-14. Los oráculos contra las naciones son un lugar clásico para confrontar el texto hebreo y el texto griego del libro de Jeremías. En los Setenta, la colección sigue inmediatamente a las profecías del juicio sobre Israel y Judá reunidas en 25,1‐13. Ella ha asido insertada ente una fórmula introductoria (25,14) y la conclusiva (32,14). La visión de la copa ocupa un puesto más satisfactorio como prolongación directa de los oráculos (32,15‐38). Mientras el hebreo sigue un esquema geográfico de oeste a este, el griego comienza con las naciones más importantes desde el punto de vista político: Elam (25,14-20), Egipto (26,2-28); Babilonia (27,1–28,64); los filisteos (29,1‐7); Idumea (30,1‐16); los amonitas (30,17-21); Quedar y las tribus árabes (30,23‐28); Damasco (30,29‐33); Moab (31,1-44). Traspuesto en 28,59-64, el oráculo arrojado en el Éufrates pierde su importancia. El examen del contenido revelaría además otras divergencias. 4. Apéndice histórico: 52 El capítulo final ofrece un texto casi completamente paralelo a 2R 24,18–25,30. Por el contrario, el número de los deportados (Jr 52,28-30) no se encuentra en el libro de los Reyes. 11