aspectos paidopsiquiátricos de la atención a hijos de padres

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ASPECTOS PAIDOPSIQUIÁTRICOS DE LA ATENCIÓN A HIJOS DE PADRES
SEPARADOS.
Gastaminza, X., Vacas, R., Bargada, M., Tomas, J.
Las separaciones y los divorcios son una situación en progresión creciente y por ende mucho
más frecuente en la práctica clínica pediátrica diaria. El número de sentencias civiles, según
los datos del Consejo General del Poder Judicial, ha tenido un gran incremento en los últimos
años: de 1981 a 1990 ha sido del 274% en las de por mutuo acuerdo y del 240% en las de
por causa legal. Se estima en más de 500.000 los matrimonios en España en situación de
conflicto y posible ruptura. Con todo nuestro país presenta una de las más bajas tasas de
divorcio en la Comunidad Europea: con un 0.5 divorcios por cada 1.000 habitantes frente a la
máxima de 2.9 del Reino Unido (1987).
CONSIDERACIONES GENERALES:
El divorcio es siempre resultado de un largo proceso de deterioro de la relación matrimonial
en la familia, iniciado muchos años antes de la separación y que se extiende algunos años
después.
El divorcio, en sí mismo, no es automática ó necesariamente patogénico. Es una experiencia
dolorosa que, en función del clima familiar antes y después de la ruptura (en relación directa
con el grado de separación traumática), la frecuencia y calidad de las visitas del padre
(habitualmente los hijos quedan con la madre, y es el padre el que marcha) sexo, edad y la
nueva familia; puede tener un mayor ó menor impacto emocional. Es una situación de riesgo.
Frecuentemente, por desgracia, los hijos son el instrumento de los padres en su
enfrentamiento, ya consciente ó inconscientemente, en forma sutil, larvada, encubierta ó
franca que puede ser exacerbada por la aparición de terceros (otros familiares ó nueva
pareja); pudiendo implicar, así, al propio pediatra. Multiplicándose así la situación de riesgo.
ETAPAS:
Pueden distinguirse cuatro etapas:
1ª etapa: es la etapa previa a la separación, dura muchos años. En esta etapa los
conflictos (tensiones, insatisfacciones y malentendidos) van deteriorando la relación
hasta producir su ruptura.
2ª etapa: corresponde a la de los trámites propios de la separación(exacerbada por
emerger las cuestiones económicas).
3ª etapa: inmediata a la separación, duración media de dos años .Durante este
período, especialmente durante el primer año, se producen los efectos más negativos
sobre los hijos.
4ª etapa: existe una diferencia significativa si la madre vuelve a casarse, porque los
chicos con madre casada nuevamente no presentan diferencias de los de padres no
divorciados. Sin embargo, las niñas, con el nuevo matrimonio, pueden presentar
transitoriamente algunos problemas suplementarios.
REPERCUSIONES DEL DIVORCIO EN LOS NIÑOS:
Es frecuente que muchos de los problemas de los hijos, detectados tras la separación,
estuviesen presentes antes de la ruptura.
Las repercusiones de la separación en los hijos, especialmente si va precedida de conflictos
entre los padres, abarca un amplio espectro, pudiendo presentar:
confusión, depresión, ansiedad, ira, regresión, bajo rendimiento escolar, fugas, delincuencia,
quejas somáticas.
Según la edad en la separación, los trastornos más frecuentes que pueden presentar son:
a) de 2a 6m a 3a 3m: regresión, inquietud, perplejidad y dependencia.
b) entre los 3a 3m y 4a 9m: problemas en la autoestima y la autoimagen, y
sentimientos de responsabilidad de la separación parental.
c) entre los 5 y 6 años: retardo en su desarrollo.
d) entre los 6 y 10 años: tristeza, pena, quejas somáticas, retraimiento y mutismo,
miedo y ansiedad sentimientos de carencia afectiva, fantasías de responsabilidad y
reconciliación, conflictos de lealtad.
e) entre los 10-12 años: intensa cólera consciente, miedo y fobias, conflictos de
lealtad y alineación con uno de los padres, sentimientos de aislamiento y soledad.
f) en adolescentes: ansiedad, preocupación por su matrimonio futuro, preocupación
económica, sentimiento de una experiencia dolorosa, cambios acelerados en la
percepción de sus padres, acelerada individuación de los padres, conciencia
aumentada de sus padres como objetos sexuales, e interferencia con la entrada en la
adolescencia.
REPERCUSIONES EN LOS PADRES:
A menudo presentan un sentimiento de pérdida y rechazo que puede conducir a cólera,
rabia, ansiedad y depresión. Pueden buscar venganza. Son frecuentes los sentimientos de
culpa, francos o enmascarados, sentidos o negados que pueden empañar y distorsionar la
relación con el otro progenitor o con los hijos especialmente. Habitualmente, cada uno de los
dos se ve como mejor que el otro y puede desear excluir al otro de la vida de los hijos, lo que
en ocasiones se lleva a la práctica, impidiendo el ejercicio de la usual patria potestad
compartida y fuente de nuevos conflictos.
ORIENTACIONES GENERALES:
1.) Dar prioridad a los hijos: Prioridad real, no verbal.
Lamentablemente, muchas veces, priman los sentimientos y/ó interés de los padres
en disputa sobre los de los hijos; lo que realmente afecta más a los hijos en su
participación, directa ó indirecta, en el largo proceso que conlleva la separación.
2.) Fomentar, facilitar una información clara a los hijos:
Las situaciones ambiguas, con medias verdades, son las que crean más ansiedad, y
por tanto trastornos.
3.) Desligar, claramente, a los hijos del problema:
La ruptura, la separación se produce entre los padres, no entre éstos y los hijos. Se
debe aclarar que el problema es entre los dos padres exclusivamente, quienes deben
insistir en el mantenimiento de su afecto, de su amor por los hijos. Igualmente, se ha
de explicitar la nula participación ó culpa de los hijos en la separación.
4.) Por todo lo anterior NUNCA se ha de buscar ganarse a los hijos, versus el otro padre:
a) no se debe "comprar" a los hijos con regalos, atenciones u otras conductas de
complacencia, que distorsiona totalmente la relación afectiva parento-filial.
b) no se debe hablar mal del ex-cónyuge, ni atribuirle la culpa; situación ésta que,
frecuentemente, desencadena con facilidad conflictos de afectos y lealtades en los
hijos.
5.) En caso de nueva pareja:
Su introducción ha de ser cuidadosa y paulatina, no brusca ni engañosa ni impositiva.
La nueva pareja, con un siempre difícil y delicado papel, no ha de intentar suplantar al
ex-cónyuge y menos en su papel parental, no siendo nunca ésa su función.
6.) Nunca permitir la tiranización ó manipulación de los niños:
Muchos padres, por sentimientos de culpa (ó temor a dañar a sus hijos, ó por temor a
perderlos) abandonan su papel educativo adoptando actitudes y conductas de
complacencia. Situación que, percibida por los hijos, genera una manipulación u
utilización por los hijos.
Finalmente se ha de destacar, y especialmente en las separaciones traumáticas, que su
abordaje ha de ser especialmente siempre cuidadoso para mantener una visión objetiva que,
lejos de análisis simplista tipo bueno-malo o culpable-victima, impida la manipulación del
profesional (en ocasiones bajo muy sutiles formas) y permita la adecuada orientación a la
prioridad del conflicto: los hijos.
BIBLIOGRAFIA
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