INFLUENCIAS PSICOGENICAS EN LA APARICION DEL PERIODO

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INFLUENCIAS
PSICOGENICAS
DEL PERIODO
EN LA APARICION
MENSTRUAL
(*)
por Karl A. Menninger
(Top.k ••)
En su interesante Libro sobre el ello, Georg Groddeck hace
notar el fenómeno frecuentemente observado de que "muchas
mujeres que han estado separadas de sus maridos un largo tiempo, inician su período menstrual", el día en que vuelven a unirse
con ellos. Da después la explicación de tal. hecho: primero, que el
flujo menstrual es afrodisíaco para el hombre; segundo, que es
un testimonio de parte de la mujer, de su fidelidad ("Mira -dice
ella- si ahora tengo un niño, tiene que ser tuyo: estaba con la
menstruación cuando tú llegaste, por lo tanto, no puedo haber
estado encinta antes"); tercero, es una defensa contra el rechazo, esto es, que si el hombre no es atraído sexualmente, como
ella lo espera y' desea, tiene la mejor de las excusas para ofrecer
a su vanidad ofendida. "Si el abrazo es ardiente, todo anda bien,
tanto más cuanto que la prohibición de la costumbre ha sido
desafiada, y si éste no ocurre se dirá que la costumbre lo prohibe."
Los psicoanalistas clínicos, que tienen ocasiones tan frecuentes de observar este fenómeno, desearán agregar a estos factores
determinantes, los siguientes 1) la hostilidad de parte de la mujer
hacia el marido; 2) su deseo de estorbar o evitar el coito C);
3) el autocastigo simbólico punitivo por su deseo inconsciente
de castrar al marido. Estas situaciones son justificadas por las
fantasías de que es él quien la ha castrado (en lugar de lo inverso) y de que el acto sexual es un hecho sangriento y seudosádico.
(*) Traducido y reproducido de "The International Journal of Psychoanalysis",
vol. XXII, pág. 60, enero 1941.
(1) No es difícil por cierto reconocer en la aparición súbita e irregular del flujo
menstrual en las novias el día de su casamiento, su función protectiva, esto es, la
menstruación apareciendo porque es deseada para posponer el dolor y la turbación
tan temidos.
.
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Las observaciones psicoanalíticas posteriores son tan conocidas, que no tengo nada que añadirles, pero algunas de mis propias
observaciones recientes recuerdan tan vivamente las interpretaciones intuitivas de Groddeck, que vale la pena dejar sentados
sus detalles. Debe recordarse que Groddeck difundió con bastante extensión su concepto de que el efecto del eczema en la
cara, los fuegos en los labios, la halitosis, las 'manos pegajosas
y otros aspectos repelentes de los puntos. de contacto, sirven
el propósito de no poner a prueba al amante, y al mismo tiempo
para garantizarse contra el trauma de la desilusión. "Si me
quiere a pesar de esto, es que me quiere realmente; si no me
quiere, es por causa de esto."
Las observaciones siguientes fueron hechas en una paciente
que hacía más de un año que no veía a su marido. El análisis
estaba próximo a su fin. La fecha de la 'llegada del esposo no
había sido determinada por la paciente, aunque aceptada por ella.
Justamente antes de la llegada del marido, las resistencias de la
paciente contra la terminación del análisis habían sido escudriñadas, y se había recordado que su temor de ser herida por el
pene grande de su padre, sentimiento que había experimentado
de niña cuando él la apretaba contra su cuerpo, no era simplemente el temor de lo que el pene podía hacerle, sino que lo agravaba el hecho de que él no demostraba ninguna emoción externa
ni una evidencia de sus deseos hacia ella; esto es: sentía que no
conseguía excitarlo. Esto despertaba un enorme temor de que
no podría ser apreciada como mujer por su marido, exactamente como no 10 había sido por su padre. Ella, por lo tanto,
debía ocultar sus verdaderos' sentimientos, lo que realizaba en
la vida real asumiendo una urbanidad superficial; en otras palabras, existía por un lado el temor: "Vaya ser lastimada, debo,
por lo tanto, herir yo primero", y en segundo lugar: "No me
va a demostrar su amor, por lo tanto, no debo demostrar ni mi
amor ni mi desilusión tampoco."
El día de la llegada del marido fué, aparentemente, de gran
alegría para los dos. Tuvieron relaciones sexuales muy satisfactorias. Pero durante esa noche soñó que "ella" detuvo tanto
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el ascensor en un negocio u oficina hablando C01~ el ascensorista,
que un pasajero del ascensor orinó en sus pantalones.
. Se despertó y se preparó para acudir a su hora analítica, que
era temprano, por la mañana, ansiosa por descubrir por qué le
había empezado la menstruación a pesar de faltar muchos días
para su período normal. Estaba terriblemente desesperada por
esto, porque su marido podía quedarse con ella unos pocos días,
y los dos pensaron inmediatamente que esta menstruación prematura era un (realización inconsciente) recurso agresivo para
desbaratar' uno de los propósitos de su visita.
El sueño, en conexión con la situación analítica, demuestra
que el elemento "prueba" adquiere más importancia que el elemento agresivo. El ascensorista representaba, sin lugar a dudas,
al analista; hablar con él simbolizaba el análisis; y el pasajero
que orinaba sus pantalones porque no podía esperar más era su
esposo. Es exacto en el sueño, como en la realidad, que desde
el punto de vista de las tendencias agresivas, está tratando a su
marido como fué tratada una vez por su padre, esto es, permanecer, esperando, excitada sexualmente, y quedar sin satisfacción.
Por otra parte, el motivo más poderoso parece haber sido: "N o
debo arriesgarme a terminar mi análisis hasta no estar segura
de que mi marido me quiere, es decir, hasta que él no pueda
refrenar sus sentimientos. Quiero ver una expresión de emoción
que provenga de él. Por esto estoy atascada en mi análisis, esto
es, permanezco «hablando»." En vista de ello, le pregunté si
pensaba que la aparición prematura de su menstruación podía
ser igualmente una prueba de su deseo de saber si él la quería
a pesar de esta circunstancia. Al día siguiente me contó que
había salido de su hora muy animada y muy sorprendida al descubrir que su menstruación, que había sido excesiva, había cesado
gradualmente, hasta desaparecer por completo por la tarde .: (Su
período normal duraba cinco días y en el curso del mismo
perdía profusamente.)
La noche siguiente tuvo 'un sueño con el significado de que
podía ahora hacer caso omiso de sus padres y del analista; la
"razón" era (en el sueño) que su cónyuge había tenido una
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ereccion. Consideré que tal hecho confirmaba nuevamente mi
interpretación. Al día siguiente, que era la fecha normal de su
menstruación, ésta apareció.
Surge inmediatamente tanto la pregunta de si en la primera
pérdida de sangre que mi paciente experimentó y que supuso
ser una menstruación normal, era realmente eso, como la de si
era un flujo no 'menstrual de sangre que no contenía células
dcciduales u otro contenido menstrual normal. Estoy, desde
luego, incapacitado para determinar tal punto. En este caso
particular, pienso que no es tan difícil creer que fuese realmente
un período menstrual prematuro provocado, que a su vez fué
inhibido por las influencias psicológicas. Se puede seguramente
en este caso conjeturar con mayor facilidad sobre los mecanismos
fisiológicos, que en aquellos otros casos en que la mujer aparece
causando su menstruación varias semanas después de la fecha
de su aparición normal. Si en el ciclo menstrual la mucosa uterina está preparada para un período menstrual, digamos, en el
vigésimotercer día, no es dificil concebir una aceleración de este
proceso bajo la 'influencia de factores psíquicos tales que la
verdadera descarga de sangre y tejidos empiece unos pocos días
antes, por ejemplo, en el vigésimo día.
Si hay dos tipos de sangre uterina, una menstruación normal
causada en parte por los mecanismos endocrinos bien conocidos,
y tal vez en parte también por estímulos psicológicos, y por otro
lado otro tipo comparable a la epistaxis histérica, que es también
bien autentificada C), parecerá más probable que sea el segundo tipo de sangre uterina el que se ve en los casos como los
citados por Freud, ;Abraham y otros, en los que la pérdida de
(2) Las menstruaciones substitutivas, tanto en hombres como en mujeres, han sido
por largo tiempo un motivo de estudio que desconcertaba todas las explicaciones
fisiológicas. Si observamos bajo la superficie de la conciencia, vemos, sin embargo,
a la luz de algunos ejemplos, exactamente por qué, si no exactamente cómo ocurren.
Bryan (1926), por ejemplo ("Int. J. Psycho-Anal.", 7, 79) cita el caso de un
hombre que durante cierto período de su análisis, se identificó enormemente con
su mujer -en realidad, con una mujer con menstruación-,
y manifestó esto durante su hora analítica, con un profundo sangrar de la nariz que ocupó intensamente su interés y atención. Cuando reconoció su significado, la nariz dejó de pronto
de sangrar. Yo he comentado (1934) un hecho similar en una mujer, que tenía
el mismo contenido psicológico ("Psychoanal. Rev.", 21).
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sangre se presenta bajo lo que parecen ser en mayor grado
influencias psicológicas, en un momento considerablemente distante del período de ovulación normal.
Una de mis enfermas, por ejemplo, que era siempre regular en
sus períodos menstruales, consiguió en dos ocasiones "menstruar"
irregularmente una semana antes del tiempo normal, el día en
que su marido llegaba después de tres años de ausencia.
Otra paciente en análisis fué visitada por su marido varias
veces' en intervalós de tres a seis semanas. Me insistía cada vez,
que estaba encantada con el programa de su llegada, porque
deseaba mucho tener relaciones sexuales con él. Cada vez, sin
embargo, a su llegada, que nunca era inesperada, ella estaba: menstruando abundantemente.
Reconoció de mala gana la complicidad de esta irregularidad, persistente por su parte. Discutiendo el asunto, le conté el caso citado por Freud en que también
una mujer muy regular, de pronto empezó a menstruar cada
dos semanas, cuando su consorte, que a ella le disgustaba enormemente, empezó a ir a su casa cada 'quince días. Algún tiempo
después de esto, mi enferma comentó que tenía un atraso de una
semana en su período menstrual y me recordó el caso de Freud;
riéndose, protestaba, diciendo que era como si ella quisiera inconscientemente posponer su período hasta la sexta o séptima
semana para frustrar de nuevo a su esposo. Diez días después,
esto es, seis semanas "tarde", en ocasión de otra visita de su
marido, su menstruación reapareció (3).
Sabemos con certeza que los factores psicológicos pueden, con
un grado específico elevado, aumentar la provisión de sangre en
(3) En aquellos casos en que hay sólo una leve demora o aceleración en la aparición del período en oportunidad de la visita del consorte, hay una posibilidad más,
ofrecida por una explicación que debe ser mencionada. Tengo la impresión definida
de que en esos casos -por ejemplo, en el primero citado- el marido a veces establece una· inconsciente proyección sobre el ciclo menstrual de su mujer como si
pudiera él aprovechar de esta protección contra la mortificación de la impotencia. Es
como si se dijera a sí mismo: "Voy a ir a verla; entre tal y tal fecha tendrá su menstruación. Si no consigo una' excitación con ella -no soy potente con ella- y la desilusiono, le puedo echar la culpa a su menstruación." Esto, nuevamente, seguirá en
espíritu la sugestión de Groddeck, a saber, el de no poner a prueba el objeto amado,
motivo que, según mi parecer, ha sido poco valorado en la literatura psicoanalítica.
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ciertas partes del cuerpo. El rubor es un ejemplo familiar de
este fenómeno, y Ferenczi lo desarrolla en su teoría de la genitalización de varios órganos, además de los genitales, que cumplen su función por medio de una turgencia temporaria. No es
difícil, por cierto, concebir una congestión psicológicamente
producida, de la mucosa uterina. Ya sabemos que una tal congestión puede ser originada endocrinológicamente.
Es posible,
teóricamente, que cualquiera de estos estímulos pueda causar
una congestión, hasta el punto de provocar una hemorragia, sin
la intervención del otro. Es también teóricamente posible y
empíricamente muy probable, que los dos factores se combinen
en variadas proporciones. Es bien conocido por toda mujer que
la ansiedad, el temor, los accidentes físicos, las depresiones y
otras causas emocionales, pueden apurar la aparición de la pérdida menstrual o 'inhibirla enteramente; esto parece indicar la
función co-operativa de los estímulos psicológicos y endocrinos
en la llegada de la menstruación.
Hasta que no hayamos examinado realmente microscópicamente el carácter exacto del período menstrual irregular estimulado al parecer psicológicamente, es probable que sea anticientífico decir que la menstruación puede ser provocada inconscientemente por la mujer en cualquier momento del mes
para satisfacer propósitos inconscientes. Todo lo que podemos
decir es que la hemorragia uterina puede ser producida en esta
forma y por dichas razones; que esta pérdida uterina puede en
estos casos reemplazar el período menstrual 'normal de ese mes,
y que el sujeto que experimenta estas pérdidas de sangre uterina
es incapaz, tanto por el carácter de la pérdida como por sus
propias sensaciones, de distinguirlas de su menstruación normal.
Mi propósito ha sido indicar nuevamente en este artículo algunos de aquellos estímulos psicológicos, como ser: rechazo del
objeto amado, evasión del coito, el autocastigo punitivo simbólico
por los deseos de castración y en particular, el menos conocido
de "no poner a prueba", una especie de juicio de amor por orden
suprema.
Traducido del inglés por
ALICIA LARGUÍA.
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