Ciclo genital o menstrual

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EL CICLO DE LA MUJER
SU CARÁCTER PSICOSOMÁTICO
No hemos de olvidar que el ciclo menstrual, uno de los hechos más mecánicos y fisológicos de la vida sexual
femenina, suele manifestarse acompañado de una fuerte carga emocional que altera la armonía psicofísica de
la mujer.
La menstruación, es una hemorragia periódica experimentada por la mujer. Dura de 3 a 7 días, durante los
cuales fluye sangre del útero (de 100 a 200 centrímetros cúbicos), debido a que un óvulo maduro, procedente
del ovario y no fecundado, es expulsado junto con restos de la mucosa.
En las mujeres blancas y en nuestras latitudes, se presenta por primera vez alrededor de los 13 o 14 años de
edad (menarquía) y cesa alrededor de los 47 años (climaterio). Durante estos años la mujer, generalmente, es
fértil. La menstruación cesa durante el embarazo, puesto que el óvulo fecundado queda fijado en la mucosa
del útero, donde se desarrolla.
Esta hemorragia periódica no es un fenómeno particular de la mujer, sino que se presenta en muchos
mamíferos de sexo femenino.
PRESIÓN PSÍQUICA Y EMOCIONAL
Pero en la hembra humana tiene grandes repercusiones psíquicas. La mujer, durante los «días cruciales»,
experimenta casi siempre sensibles cambios de actitud vital, incluso clarísimas alteraciones de carácter, así
como estados de ánimo que en determinadas circunstancias pueden lindar con depresiones de signo alarmante.
¿Por qué la mujer no llega nunca acostumbrarse a este mecanismo cíclico y natural? Y, sin embargo, bien sabe
que durante treinta años −cifra normal de la actividad sexual femenina, y por lo menos cuatrocientas veces a
lo largo de este período−, tendrá que «soportar» su llegada, siempre recibida con un íntimo desagrado.
Muchos psicoanalistas opinan que la menstruación es un foco de fantasías en las que actúa como factor
decisivo la angustia, cuya estrecha vinculación a la sexualidad ha podido ser comprobado a partir de los
estudios de Freud.
Y son ambos sexos los que experimentan fantasías angustiosas respecto a la menstruación. La famosa
psicoanalista Karen Horney ve en ciertos tabúes sexuales de los pueblos primitivos un testimonio elocuente
del profundo temor que el hombre siente ante la mujer en pleno ciclo menstrual: durante este período, la mujer
de estas primitivas civilizaciones está rodeada de los más rígidos tabúes, pues es creencia general que el
hombre que la roce morirá irremisiblemente; en ciertas tribus del África Oriental los esposos no duermen
juntos esos días porque la respiración de la mujer puede debilitar al marido...
LA INCONSCIENTE AVERSIÓN
Pero volviendo a nuestro mundo moderno ¿cuáles son las fantasías angustiosas que aquejan a la mujer frente
al hecho natural de su periódica menstruación? Posiblemente, una de las causas de este clima angustioso,
durante la regla mensual, provenga del sentimiento de consternación que sufre el niño ante la «prueba
acusadora» de su incontenencia urinaria.
Otro motivo de animadversión de la mujer frente al hecho natural de su regla reside en que, frecuentemente, la
menstruación se presenta, sobre todo en las muchachas solteras, acompañadas de molestias físicas: dolores
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intestinales, vómitos, e incluso mareos. La espera inquietante de estas molestias, más que su realidad, perturba
a la mujer y la atemoriza, sin que, por su parte, haga nada para evitarlas.
En general se aceptan pasivamente, en la creencia de que un primer embarazo solucionará estos pequeños
males que incluso se esconden al médico. ¿Por qué...? ¿No se consulta con un especialista un pertinaz dolor,
ya sea de oídos, reumático, o cualquier otra molestia? ¿Por qué no se consulta con un ginecólogo, quien
seguramente con un reconocimiento y una ligera medicación puede solucionar lo que sin duda son pequeñas
anomalías? Indudablemente, un falso pudor, vestigio desagradable de la siempre recordaba primera
menstruación, inhibe a la joven y la empuja a aceptar este malestar físico como una carga más del sexo.
Y esta es una actitud absurda que mantienen no sólo las mujeres solteras, sino también las que son madres,
quienes por su experiencia deberían saber cuán perturbador resulta para la estabilidad psíquica este temor al
dolor inútil.
La mujer teme menos los terribles dolores del parto −premiados con la maternidad− que el periódico derroche
de energías físicas de la regla menstrual, ya que este desgarramiento interno, acompañado de la desagradable
visión de una incontrolable hemorragia, no alcanza realmente un significado que lo justifique, mientras no se
relacione emocionalmente con la posibilidad −o la negativa− de una futura maternidad.
EL CICLO GENITAL
Aparte de estas anomalías de tipo físico, fácilmente corregibles, existen trastornos anímicos que, por
presentarse durante el proceso de ovulación, o sea días antes de la aparición del flujo menstrual, muchas
mujeres ignoran que están profundamente relacionados con las molestias originadas por la regla.
No hay que olvidar que la mujer tiene una actividad cíclica. Su útero no está siempre preparado para la
recepción del huevo fecundado, sino que el endometrio sufre periódicamente un repetido proceso de
construcción durante el cual la mucosa pasa a un estado adecuado para la inserción del huevo (estro). Si no
existe ningún óvulo fecundado, se reabsorbe o es expulsado. Estas modificaciones periódicas se conocen conl
nombre de ciclo genital.
Los procesos del útero son regulados desde el ovario; el folículo en desarrollo dirige, por vía humoral, la
formación de la mucosa uterina para que, a continuación de la rotura del folículo, esté preparado un terreno
uterino propio para su inserción. A su vez, la actividad del ovario es estimulada por la hipófisis (glándula de
secreción interna situada en el cráneo y relacionada con el sistema nervioso central), cuya creción es inhibida
por la secreción hormonal del ovario. Estos procesos de estimulación del ovario por la hipófisis y la
consecuente inhibición de la misma por la que determinan el desarrollo periódico del proceso en el aparato
genital femenino.
LA TENSIÓN PSÍQUICA PREMENSTRUAL
La ovulación es la puesta en libertad del óvulo, y se produce probablemente una solo vez en el curso de cada
ciclo mentrual.
En estos días premenstruales existe un factor que tiende a alterar la estabilidad psíquica de la mujer: el
aumento de la libido sexual, que, según muchos investigadores, sigue un proceso paralelo al de la ovulación.
Esto supone el enfrentamiento con un serio problema educacional: enseñarle a dominar este aumento de la
tensión libidinal. Si la mujer tiene oportunida de satisfacer esta nacesidad instintiva, la solución es fácil; pero
puede tornarse angustiosa si las restricciones culturales −ya sean de tipo familiar, moral o social− limitan o
frustran dichas oportunidades.
Asimismo, los trastornos psíquicos y las alteraciones de carácter que anuncian la llegada de la regla, como son
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la irritabilidad, el desánimo, la inquietud −con su clara repercusión en la intimidad del hogar o en el ambiente
de trabajo−, se ha podido comprobar que casi siempre desaparecen en las mujeres que alcanzan una plena
satisfacción en su vida amorosa, pero reaparecen en los períodos de frustracción externa o de experiencias
insatisfactorias.
LAS VIVENCIAS EMOCIONALES,
FACTOR DE PERTURBACIÓN MENSTRUAL
En una mujer normalmente constituida y en buen estado de salud, la menstruación no desaparece durante el
largo período de su vida sexual activa más que en caso de embarazo. Los trabajos científicos más recientes
indican que la «amenorrea» (ausencia de la menstruación), puede ser motivada por problemas psíquicos,
desgracias e incluso graves circunstancias externas, sin olvidar que en algunos casos puede ser síntoma de
alguna carencia o alteración somática.
Se pudo comprobar un gran aumento de casos de amenorrea entre las refugiadas de la última guerra mundial,
hasta el punto de que, hoy, científicamente se puede hablar de «amenorrea de guerra», «amenorrea de Campo
de concentración» o «amenorrea de ghetto». Estas observaciones demuestran y confirman que bajo la
influencia de una «angustia» extrema se producen alteraciones y desórdenes funcionales de la vida sexual.
Pero sin llegar a este punto de grave presión exterior, es muy frecuente observar cómo a gran número de
mujeres cualquier cambio en el género de la vida les produce transtornos, retrasos o adelantos en sus ciclos
menstruales: viajes, un nuevo trabajo...; en las jovencitas, el cambio de colegio, el paso a la Universidad o la
emoción de la primera cita amorosa, pueden alterar el ritmo de su ciclo menstrual.
¿Quién no conoce a esa recién casada que, al cabo de dos semanas de viaje nupcial, regresa ilusionada por el
convencimiento de su incipiente embarazo? A los pocos días de reanudar una vida normal reaparece la
periódica hemorragia −tan solo retrasada a causa de las recientes vivencias emocionales de la desposada−
dando al traste, por el momento, con las ilusiones de la meternidad.
Pero lo que en este caso es sólo una graciosa anécdota, mezcla de inexperiencia e ilusión, sin ulteriores
consecuencias, puede llegar a ser una grave forma de perturbación psíquica: la gravidez nerviosa. Es ésta una
amenorrea que se prolonga durante seis, siete meses, acompañada de todos los síntomas del embarazo,
incluido el aumento de volumen, provocada por el deseo morboso de tener un hijo y que puede inducir a la
completa enajenación mental.
En la mujer normal es dificil que se presente esta alucinación de signo patológico, pero existe una forma
atenuada de esta «gravidez fantasma», paradójicamente provocada por el sentimiento contrario −el temor de
haber quedado embarazada− y que frecuentemente sufren las muchachas inexpertas que mantienen relaciones
sexuales extramatrimoniales. Después de tres o cuatro semanas de retraso, las reglas reaparecen, devolviendo
la tranquilidad... ¡al menos por el momento...!
Realmente es fascinante comprobar cómo las vivencias psíquicas y los fenómenos fisiológicos se
entremezclan y confunden a lo largo del todo el proceso vital del ser humano. Hasta en el mecánico ritmo
cíclico de la menstruación femenina puede comprobarse cómo en la mujer se unen, en perfecta simbiosis, las
fuerzas −positivas y nagativas− del cuerpo y del alma.
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