Cultura La procesión de la Asunción en Roma y el Lacio L as réplicas medievales de la Madonna de San Sisto, de Roma, asumieron la misma iconografía del original. Los gestos de María en oración, el giro de su cuerpo hacia la derecha y su modo serio de mirar al observador la muestran como “advocata nostra”, Virgen intercesora ante Jesús. El motivo iconográfico es similar a la “deesis” medieval, en la que Santa María y Juan Bautista se vuelven hacia Cristo en petición. Procesión con la “Madonna Advocata”. Una de las réplicas romanas es la Madonna de Santa María in Aracoeli en el Capitolio (ver PALABRA, n. 589). Durante la epidemia de peste de 1348, se hizo famosa porque la peste terminó cuando la sacaron por las calles en procesión impetratoria; la salvación de Roma se atribuyó a la imagen de la “intercesora”. En agradecimiento, los franciscanos levantaron la conocida escalinata delante de su iglesia. En 1347 o 1350, el tribuno de la plebe Cola di Rienzo rindió simbólicamente las insignias de su potestad al pie de la imagen. En los siglos XIV y XV el icono de Aracoeli era probablemente la “Madonna Advocata” más venerada de Roma. El Papa Sixto IV alentó su veneración en 1475. Procesiones de la Asunción, en el Lacio. Numerosas iglesias del Lacio se hicieron con réplicas de la “Madonna de San Sisto” romana. En la noche anterior a la “Assumptio Mariae” el 15 de agosto se llevaban en procesión, a menudo junto a una representación de Jesucristo. En Vetralla, hacia 1400, cuando se perdió la correspondiente tabla de Cristo, se pintó una representación de Cristo Salvador en la parte posterior de la tabla de la “Madonna Advocata” (1100-1125, catedral de San Andrés), de manera que ambas imágenes procesionales pasaron a formar una única tabla. En Viterbo se conservan el tríptico del Salvador y la “Madonna della Carbonara” (siglos XII-XIII) que se encontraban en las procesiones. En Tívoli todavía se mantiene la costumbre de una procesión con motivo de la Asunción, en la que se encuentran las imágenes de Cristo y de María. La víspera del 15 de agosto, el tríptico del Salvador (siglo XII), réplica del icono del Sancta Sanctorum de Letrán, se lleva por las calles de Tívoli desde la catedral de San Lorenzo hasta la plaza de la iglesia de Santa María Mayor. Allí se saca la “Madonna delle Grazie” y se la coloca en la plaza bajo un arco de mirto. El actual icono mariano es una copia fiel (hacia 1800) del original del siglo XIII, hoy destruido. Ambas imágenes se inclinan (“inchinata”) una ante la otra, entran en la iglesia y permanecen allí toda la noche para que “la Madre y el Hijo puedan conversar”. Por la mañana del día 15 se repite en la plaza la inclinación, y mientras la Madonna entra de nuevo en su iglesia, la imagen del Salvador regresa a la catedral. Parece que esta costumbre la introdujeron los franciscanos, titulares de la iglesia de Santa María Mayor de Tívoli desde 1256. Es significativo que el original de la “Madonna delle Grazie” de Tívoli era una réplica fiel de la Madonna de la iglesia franciscana de Santa Maria in Aracoeli en Roma. Cristo Salvador y “Salus Populi Romani”. La procesión de Tívoli arranca, sin apenas duda, de una tradición me- Talla central del tríptico del Salvador (siglo XII, Tívoli) y Madonna della Carbonara (siglos XII-XIII, Viterbo) 112 | Palabra, Agosto-Septiembre 2012 Salus Populi Romani (siglos V-VI, Santa María Mayor) e icono de Cristo Salvador (siglo VI, Letrán) dieval. En la ciudad de Roma se organizaron tales procesiones durante más de 700 años. El famoso icono de “Cristo Salvador”, documentado por primera vez en el tiempo del Papa León IV (847−855), se llevaba en procesión desde la capilla Sancta Sanctorum del palacio papal en Letrán al Foro Romano, donde se detenía junto a la iglesia de Santa Maria Nuova, y luego hasta la basílica de Santa Maria Mayor. Allí, la imagen de la Virgen “Salus Populi Romani” esperaba a la de su Hijo para entrar juntos en su basílica. Los Papas dejaron de participar oficialmente en esta costumbre popular en el siglo XII, y esperaban a la procesión en Santa María Mayor para la Misa matutina. Hacia 1570 el Papa Pío V suprimió esta tradición. El icono del Salvador del Sancta Sanctorum, datable en el siglo VI, es casi de tamaño natural. Muestra a Jesucristo sentado en su trono. Desde su mención en el Liber Pontificalis en la Vita del Papa Esteban II (752–757), se tuvo durante siglos por “acheiropoíeton”, es decir, imagen milagrosa no pintada por manos humanas sino dada por Dios. Como el icono resultó muy dañado hacia el año 900, el Papa Juan X (914−928) hizo pintar un velo sobre el cuerpo de Cristo y pintar de nuevo el rostro sobre un lienzo superpuesto. El Papa Inocencio III (1198–1216) lo mandó cubrir con un revestimiento de plata, de manera que sólo podía verse el rostro de Jesús. El icono se llevaba en procesión por las calles de Roma, como se demuestra documentalmente desde 756 bajo el Papa Esteban II, que llevó por la ciudad el cuadro, descalzo y sobre las espaldas, para rechazar una invasión de Roma por los longobardos. También en siglos posteriores el pueblo romano desfiló en procesión por las calles de Roma con el icono de Sancta Sanctorum en la noche anterior al 15 de agosto, desde Letrán y, atravesando el Foro Romano, hasta la basílica de Santa María Mayor. En Roma y en otras ciudades del Lacio se celebran procesiones con el motivo de la solemnidad de la Asunción de la Virgen. Réplicas antiguas de la romana Madonna de San Sisto recorren las calles, y en algunos sitios se encuentran con la imagen de su Hijo, Cristo Salvador Allí le esperaba la Virgen de Santa María Mayor, que se consideraba pintada por san Lucas. Hacia 1240 el icono recibió el título de “Regina caeli”, y más o menos desde 1870 se le llama “Salus Populi Romani”, salud del pueblo romano. Vestida con un manto azul oscuro sobre una vestidura púrpura, Santa María sostiene al Niño en el brazo izquierdo; tiene las manos cruzadas. Desde el cuadro mira con ojos grandes y oscuros más allá del observador. El Niño Jesús lleva un vestido rojo claro, con abundancia de pliegues planos en rayado dorado. En la mano izquierda sostiene un libro cerrado, y levanta la derecha en gesto de bendecir. El aspecto actual del icono, que no ha sido restaurado, se debe a varios retoques de los siglos VIII y XII-XIII. Con todo, aún se reconoce la composición inicial (siglos V-VI) en la postura mayestática y erguida, y en la mirada libre de la Virgen. En la mano lleva una “mappula fimbriata”, el pañuelito franjeado de los antiguos cónsules. María está representada como “Madre de los romanos”. Pero, sobre todo, es Madre de Cristo y Madre de todos los creyentes. Ella presenta nuestras peticiones a su divino Hijo. n Ralf van Bühren Profesor de Historia del Arte (Roma) Palabra, Agosto-Septiembre 2012 | 113