Los espacios de encuentro en la psicología comunitaria

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Subjetividad política
Los espacios de encuentro en
la psicología comunitaria
y sus implicaciones en la subjetividad
• Omar A. Barrault
Resumen
Consideramos que la psicología comunitaria además de trabajar desde
los procesos comunitarios que devienen y se construyen en las comunidades, asienta su trabajo en la construcción de espacios de encuentro.
Es una manera de decir que se construyen espacios de posibilidad del
establecimiento de múltiples vínculos. Posibilidad de encuentro, modos
de mutualidad, tramitación de conflictos, aprendizaje, complejización e
historización de la relación, transformación y apuntalamiento múltiple
de la subjetividad.
Palabras clave
Subjetividad, psicología comunitaria, espacios de encuentro.
Abstract
The present work shares reflections on the works and interventions in
Community Psychology seen from the perspective of the relationship
with the other. I tackles the spaces of encounter and its implications in
subjectivity.
Fecha de recepción: Septiembre 26 de 2007.
Fecha de aprobación: Noviembre 28 de 2007.
• Profesor e investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de
Córdoba, Argentina.
Revista de Ciencias Humanas • UTP • No. 37 • Diciembre 2007
El presente trabajo comparte reflexiones sobre trabajos e intervenciones en
la psicología comunitaria mirados desde la perspectiva de la relación con
el otr@. Aborda sobre los espacios de encuentro y sus implicancias en la
subjetividad. Se articulan algunas conceptualizaciones provenientes de la
psicología comunitaria, psicoanálisis, antropología y filosofía, en relación
al establecimiento de vínculos en los espacios comunitarios pensados desde la transformación y sostén de la subjetividad. Trabajando conceptos
como espacios de encuentro, intervención, vínculo, lugar, subjetividad,
encuentro con el otr@.
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Some conceptualizations are articulated, which com from Community Psychology, Psychoanalysis, Anthropology, and Philosophy, considering their links
with community spaces from the transformation and sustainability with subjectivity. Concepts like encounter space, intervention, link, place, subjectivity
are discussed.
We consider that community psychology, in addition to work with community
processes built in communities, it also work in the construction of encounter
spaces. These are spaces to establish multiple links. Possibilities for encounter,
modes of mutuality, conflict management, learning, historicity and complexity
of relationships, multiple transformations of reality.
Key words
Subjectivity, Community Psychology, Encounter space.
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Los espacios de encuentro en la Psicología Comunitaria
El presente trabajo pretende pensar como se pueden leer, pensar e intervenir en los vínculos que se establecen en el ámbito de la vida cotidiana, y en
especial, en las comunidades con las cuales trabajamos tomando algunos
aportes provenientes de la psicología comunitaria, antropología, filosofía y
psicoanálisis. A tal fin es importante especificar como entendemos al sujeto,
su subjetividad y relación con el mundo en que vive, transita, transforma.
Como lo trabaja Maritza Montero (2004), consideramos importante desde
la perspectiva del paradigma de la “construcción y transformación crítica”
tener en cuenta las dimensiones ontológicas, epistemológicas, metodológicas,
éticas y políticas de nuestro hacer como psicólogas/os comunitarias.
La inquietud sobre este tema fue tomando forma en múltiples espacios: con
la gente en los barrios transitando, compartiendo mates, alegrías y tristezas,
partes de su cotidianeidad; con profesoras que guiaban nuestro andar, con
compañeras de trabajo con quien discutíamos y nos debatíamos sobre como
hacer, actuar, decir con la gente; es decir, siempre con otras. Apareció en el
nudo de estas cuestiones como articular un posicionamiento crítico desde la
psicología comunitaria que considera procesos de trasformación y emancipación, con las situaciones cotidianas complejas y multiformes. ¿Cómo se deban
estas transformaciones en lo cotidiano? ¿Que de los sujetos, las comunidades,
que de las situaciones, y de los condicionamientos estaba en juego?
Es decir, lo que nos llamaba la atención era: la relación con el otro en un determinado espacio. En dos aspectos centrales de nuestro trabajo con la gente
en las comunidades: como entendíamos al otro/a desde un posicionamiento
crítico (ético y político) y un modo de relación en procesos de transformación
de la subjetividad.
Fuimos llegando así, a la consideración de que: la Psicología Comunitaria
además de trabajar desde los procesos comunitarios que devienen y se
construyen en las comunidades, asienta su trabajo en la construcción de
espacios de encuentro.
Es una manera de decir que se construyen espacios de posibilidad del establecimiento de múltiples vínculos. Espacios de existencia, de posibilidad
de encuentro, de modos de mutualidad, tramitación de conflictos, aprendizaje, complejización e historización de la relación, de transformación y
sostenimiento múltiple de la subjetividad. Este modo hace hincapié en el
establecimiento de vínculos y su relación con la subjetividad, desde una perspectiva transformadora-emancipadora. Como dice Rodigou (2000) se puede
configurar como un espacio de interlocución, que implica “la existencia lo
mas plena posible de cada uno de los términos de la relación. Desde donde
nosotros como psicólogos/as comunitarios/as implica dejar aparecer el otro
en toda su dimensión” (p. 6)
Implica así el reconocimiento de los sujetos como existentes en su alteridad
y diferencia. Instalan experiencias en este reconocimiento, en este hacer con
otros, son así existenciarios o experienciarios, como lo plantea Ana Fernández (2006).
La psicología social al calificarse de comunitaria hoy, explicita el objetivo de colaborar con la creación de esos espacios
relacionales, que vinculan a los individuos a territorios físicos
o simbólicos y a temporalidades compartidas en un mundo
asolado por la ética de ‘sacar ventaja en todo‘ y de ´es dando
que se recibe´.
Suspender no significa anular, olvidar –en sentido absoluto–, más bien implica un “volver” a resignificar/tramitar las exigencias psíquicas, sociales y
biológicas. No es olvidar –si es que existiera esa posibilidad– las condiciones
concretas de existencia sino ponerlas es suspenso. Implica también el favorecimiento, facilitación –se podría decir desde el punto de vista de la Psicología
Comunitaria– de un movimiento histórico, de memoria, de resignificación
y construcción permanente sobre las situaciones. En parte se puede pensar
como el “pensamiento crítico” sobre una situación.
Es entonces que se organiza, configura de una determinada manera, no de
cualquiera. La lógica de este conjunto se la puede pensar, analizar, por organizadores grupales y colectivos, en el sentido de esquemas predisponentes
y estados de complejización crecientes. Estos organizadores son tanto en
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Una cualidad de esos espacios es la “potencia de suspender“: se relativiza
la exigencia de tramitación en los modos hegemónicos, de los “bordes” que
demarcan lo social y lo biológico, al modo de un espacio transicional (Winicott). Es posibilidad de lo imposible, creación de espacio y tiempo. Es la
posibilidad siempre presente del saludo entre próximos ante el incesante
“el tiempo es oro” del capitalismo. Como dice Sawaia (1996)
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relación a la representación que se tiene del espacio (organizadores socioculturales e intrapsíquicos, en el caso de los grupos por ejemplo –Kaës–), como
a la conformación de los vínculos.
Esto quiere decir que no es lo mismo cualquier intervención en estos espacios, no se configuran “de por si” en un sentido trascendente. O dicho
de otra manera: se puede intervenir para favorecer espacios de encuentros
entendidos como aquí se plantea.
Esto plantea la necesidad de pensar lo situacional de estos vínculos, de estos
espacios de encuentros, de los procesos comunitarios: “la comunidad efectiva
entonces no es una entidad dada definibles en términos de ‘ser’ con tales y
cuales propiedades a priori. La comunidad efectiva es un hacer –y sobretodo
un hacerse– (...) la comunidad efectiva nunca es ´la’ comunidad sino siempre
ésta comunidad”. (Corea-Aldea-Lewcowicz, 1998)
Algunas consideraciones sobre subjetividades de estos tiempos
Supongamos que las condiciones objetivas hacen de cada mundo de la vida
del sujeto un conjunto diferenciable, distinguible y condicionante de su
hacer diario.
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Supongamos que un sentido actualizado a cada momento es el de ser uno. La
diferencia es una distinción de lo mismo. No el reconocimiento de la diversidad, de lo nuevo, de lo alterador y conflictivo de un hacer y sentir nuevo.
Supongamos que la vida cotidiana lleva la marca importante de “lo mismo”,
del tranquilizador “todo somos uno”. Sabemos que lo Uno como totalidad
hace quiebre en algún resquicio, algo se le escapa. Algo queda fuera. Y
sabemos también que, el que ésta distinción sea evidente varia según la
construcción de esa totalidad y de la materialidad de lo nuevo.
Cuando la construcción de esa totalidad reduce a su mínima expresión lo
nuevo, reasegura su ser uno a cada instante con prácticas y sentidos:
¿Cómo pensar un resquicio donde la potencia de la transformación haga
marca?
Aquí hay que pensar dos cuestiones: una manera de entender la subjetividad -y sobre los sujetos- y sobre la materialidad de sus condicionescondicionantes.
La subjetividad la entendemos como una configuración , un topos, que hace a
los sujetos en un lugar. En donde están imbrincados practicas, pensamientos
y sentimientos. La subjetividad hace a los sujetos como es expresión de los
mismos. En ese sentido es que la subjetividad no es el sujeto, es la experiencia
que hace al sujeto (Pezzola, 2004). Es configuración, construcción (Fuentes
Ávila,1994) desde un lugar histórico-social. En este sentido es que Galende
Respecto de lo que nos interesa aquí, pensamos la subjetividad en su imbricación en ordenes distintos: el conjunto de lo social y lo biológico pensado
en espacios intrasubjetivos, intersubjetivos y transubjetivos, y por otro lado
leídos en dos ejes: el de la identidad y de la pertenencia.
Así es posible pensar modos de subjetivación/desubjetivación, modos
constantes de sostenimiento de la subjetividad. Consideramos que hay dispositivos que sostienen un modo de subjetividad para una situación dada.
Miramos así la subjetividad en su relación con el sentir, pensar y hacer de
los sujetos en relación consigo mismo y con los otros. Modos de pensar en
autonomía y dependencia, modos de sentir individual y colectivamente, y
prácticas impuestas y autoimpuestas.
Tenemos, como sujetos, la posibilidad de autonomía de autoimponernos
ciertas prácticas que si bien no podemos predecir que es lo que sucederá, si
podemos estimar posibles trayectorias esperables en determinado contextos
socio-históricos, o mejor aún, en un sentido de apuesta con la indecibilidad
de lo advenir. Podemos autoexigirnos encontrarnos con tal o cual vecino o
amigo, participar de un reclamo barrial y/o social, transitar en una marcha
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plantea: “no existe una subjetividad que pueda aislarse de la cultura y la vida
social, ni tampoco existe una cultura que pueda aislarse de la subjetividad
que la sostiene” (citado por Guinsberg, 2004:4). Además de constituida tiene
un carácter constituyente (González Rey, 1997). En este sentido participa
del estado de la situación. Así han aparecido confrontaciones de cómo se
puede establecer esta configuración: ¿Qué tener en cuenta? ¿Su ser social?
¿Su ser individual? ¿Sus condicionamientos subjetivos y objetivos? ¿Son
excluyentes? En el fondo está la discusión filosófica sobre el ser (ontológica)
y su modo de conocer (epistemológica). La vieja distinción materialista /
idealista de la relación entre las “cosas” y las personas. Sostenemos que el
sujeto es sujeto de las relaciones pero también es inventor de la ruptura de
“sujeciones”. Y nos interesa tanto el establecimiento, el estado de una relación, de una situación, como –y especialmente- el cambio, la transformación
de este estado. La mirada esta puesta en la transformación. Creemos como
dice Pezzola que “en la transformación de la subjetividad esta en juego la
existencia” (2004: 52). El presupuesto es que el sujeto siempre esta lidiando
con la exigencia que la realidad le impone, o específicamente que lo real le
impone. Podemos pensarnos como somos sujetos de exigencias psíquicas
(Freud-Kaës) y sociales. Una u otra trayectoria no es igual según niveles y
dimensiones consideradas. No es igual como tramitan las exigencias, como
operan mecanismos igualadores–transformadores de la subjetividad, como
son las practicas implementadas para resolver estas exigencias. Existe una
cierta autonomía de la subjetividad pero a la vez debemos considerar su
constitución en cierto estado de la situación social: no son los mismos procedimientos de subjetivación en una subjetividad estatal que en el modo
actual del mercado neoliberal (Pezzola, 2004) donde se requiere otros procedimientos de pensamiento en condiciones diferentes –fluidez– (Bauman
2000, Leukowicz, 2004).
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o corte de calle, cruzar todo el barrio o la ciudad para un festejo de alguien
querido, detenernos a saldar y conversar con la vecina próxima, como
practicas descolocadas de la lógica imperante (por ej. la lógica del “tiempo
es oro”, si no reditúa en lo económico no lo vale). Aquí nos encontramos
con dos cuestiones: la posibilidad de autoimponernos practicas (que es una
manera de hablar de la decisión de los sujetos) y la descolocación de lógicas
hegemónicas. Esta última es la posibilidad de “salir” temporariamente de los
modos habituales de tramitación de las exigencias de las lógicas imperantes.
No planteamos la alienación total de los socio-histórico, sino la posibilidad
de jugar en el borde de esta exigencia, en corrimientos singulares, momentáneos, como un irse y volver, momentos de suspensión –no anulación- del
carácter impositivo de estas lógicas.
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Es decir que no estamos pensando en una reproducción social predestinada
e inmodificable: en el nudo de la cuestión esta la afirmación de que “la reproducción de lo idéntico no ha existido jamás” (Enríquez, 2005: 39) En este
punto consideramos que estamos habituados, habitados, por las practicas y
discursos de mirar siempre lo mismo. Algunos autores como Dussel (1987) y
Badiou (1999) plantean que la mirada sobre el ser ha sido desde la totalidad o
desde lo uno, desde el conjunto. Es la historia de lo que es igual y como incluir
todo en los mismo. La mirada esta lejos de pensar lo distinto, lo múltiple.
En el centro de esto está cómo entender, cómo definir, cómo fijar un sentido
sobre lo que es un sujeto/a, los sujetetos/as, la subjetividad. Sostenemos
la necesidad de afirmar la importancia de pensar lo múltiple, lo diverso,
lo diferente, el acontecimiento, como también pensar en estos contextos al
conjunto, al estado de la situación. Esto enriquece la mirada, la lectura de
la realidad compleja de las comunidades con que trabajamos y que excluye
mirar a las comunidades como unidades homogéneas (Sawaia, 1996)
El horizonte de transformación emancipatoria colectivo no es para nada claro,
pero los cambios en la subjetividad de las personas en las comunidades y de
nosotros que aportamos lo que podemos, es algo que vemos en nuestro trabajo
diario. Siempre parece poco desde una expectativa de transformación social
mas global, pero -y en esto la sorpresa es siempre bienvenida- la incertidumbre, si bien es inquietante, reviste también de alternativa. La capacidad de
estar siempre alerta a lo nuevo, lo no esperado, la potencia de los vínculos y
por ende las pertenencias, la multiplicación no prevista, es difícil de vivirla
(sentirla, pensarla, hacerla). Los tiempos actuales son los de la unicidad, el
control, la previsión, tiempos y espacios de este capitalismo aun gozante de
tan buena salud. ¿Qué de la violencia estructural de este capitalismo impone,
mas de lo necesario como marca original, en la constitución de los vínculos?
¿Cómo se subjetiviza al borde de la no existencia, del no reconocimiento del
otro? . Las comunidades, si bien no revisten tan marcadamente características
de “no lugares” (Auge 1998), no están exentas de reproducir las practicas
dominantes de promover la “desexistencia”.
También los deseos , las ‘necesidades’, son tan justas y acomodadas, previstas
y controladas como se pueda, y si no es así son invisibilizadas y mas aun tra-
tadas como inexistentes. Los mecanismos de reproducción de estas prácticas
sociales, son alimentados a diario a través de los medios de comunicación
masivos, las instituciones (el estado en gran parte) y las propias prácticas
que se asientan en el motor emocional de las personas.
Nosotros, como técnicos, profesionales, intelectuales (o como se quiera llamar), estamos atravesados de igual forma por estas cuestiones y de similar
manera nos cuesta encontrarnos y construir juntos fuera/descolocados de
la lógica de la toma del poder (o de la toma del ‘saber’ verdadero), de la
estabilidad de la “subjetividad estatal”.
Entonces, ¿como pensar lo político en este contexto? ¿cómo construir, favorecer modos autónomos , alternativos, sostenidos desde nuestras subjetividades hoy? ¿Qué nuevas maneras de construir las relaciones, los proyectos
colectivos, hay que pensar-hacer-sentir? La pregunta nos vuelve: mas allá
de la urgencia ¿Qué es lo importante? y ¿Cómo, y con quienes se construye
su respuesta?
Los vínculos en la psicología comunitaria
Por un lado en la Psicología Comunitaria el sentimiento de pertenencia es
un concepto ya planteado, desde la mirada del Apoyo Social (Musitu, Gil
Lacruz 2000, Gracia Fuster, 1997) o de la relacionada Sentido de comunidad
Comunidad (Sánchez Vidal, 1991; Montero, 2004; Montenegro, 2004). Esta
relacionada con el sentimiento de participar de un conjunto mayor (Sarason 1974 citado por Pons, Grande; Gil-Lacruz, Jiménez, 1996). En trabajos
científicos se ha mostrado la importancia de la integración comunitaria –en
este sentido de pertenecer a una comunidad–, aún mas que la participación,
en aspectos tales como la salud mental (Musitu, Herrero, Gracia, 1996). En
relación al apoyo social Lin (1986) –citado por estos autores– distingue: el
sentimiento de pertenencia –en relación a la comunidad–, el sentimiento de
vinculación –referido a las redes sociales y el sentimiento de compromiso– en
relación a las relaciones íntimas y de confianza.
Aquí hablamos de vínculo como construcción de una relación. Podríamos
también decir el establecimiento de un vínculo. Donde tanto “establecimiento” como “vínculo” denotan la pertenencia a un espacio común construido,
significado y a fin de cuenta inventado. En este sentido se habla solamente
del sentimiento de pertenencia a un vínculo, ya sea del que se participa en
una comunidad, red social o relación de confianza.
Aquí consideramos que es importante pensar los sentimientos como dimensión importante a tener en cuenta. Tanto en su consideración de expresión,
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A los fines de como se estructura, como seda, este espacio vincular, destacamos algunas características de los vínculos : la presencia, su significatividad,
lo ajeno , el sentimiento de pertenencia, el apuntalamiento, en el marco de
la subjetividad.
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de mediación emocional, como motor del relacionamiento y existencia de
los sujetos y sus vínculos. Esta presente en las tramitaciones subjetivas que
deben hacer las personas en su diario existir en las comunidades, en su
diario transitar. No responde –totalmente– a la lógica de la representación
(simbólica), tiene la posibilidad de un enclave de descolocamiento de una
situación dada (lo no esperado de una respuesta por ejemplo).
Establecer un vínculo es crear, construir un lugar al cual pertenecer. Se constituyen dos movimientos al decir de Puget: se pasa de un estado de facto
del vínculo, se esta con el otro y se tiene un lugar, es decir una inscripción
en el orden territorial , y se pasa a fijar un territorio con otro. Hace falta una
investidura referencial sobre este territorio que implica el reconocimiento
de la ajenidad del otro, aunque eso ajeno del otro no se inscribirá nunca en
mi (aunque siempre intente re-conocerlo). Entonces “la pertenencia deviene
territorial y referencial, y en este proceso el sentimiento de pertenencia se
consolida instaurando así un defensa contra la angustia de la no-razón de ser,
fijando lugares, límites entre un afuera y un adentro.”(Puget, 2000: 463)
Se pude considerar el vínculo como un lugar construido, en un sentido,
como un conector, un espacio intermediario, transicional, que al decir de
Kaës sería
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una mediación entre dos elementos discontinuos, mediación
de la separación, acercamiento en lo mantenido-separado. El
intermediario es una instancia de articulación de diferencias,
un lugar de continuidad de transformación, de simbolización.
El intermediario es, por fin, una instancia de oposición, de conflicto y de diferenciación entre elementos complementarios y
antagónicos. (Käes, citado por Bernard, 1997: 114)
Intentar comprender que es un vinculo es un movimiento, un “ir hacia” una
consideración epistemológica que tuvo que ser repensada, re-inventada en
sus consideraciones mas teóricas (en el caso del psicoanálisis la metapsicología: desde sus aspectos económicos, tópicos y dinámicos). En particular
nos referimos aquí a como tuvo que incluirse una metafísica, al decir de
Dussel, que superara una ontología de lo mismo. Es decir la emergencia del
Otro como exterioridad, un mas allá de la comprensión de un sujeto en el
psicoanálisis en los limites de una teoría que afirmaba incluir lo exterior por
la vía de lo originario mítico.
Es así que cuando hablamos del encuentro con el otro nos referimos a otra persona, diferente, distinta, y a la vez similar en
algún sentido, pero que para poder acercarnos y hacer acciones en
conjunto, comprender qué es lo que le pasa y qué nos pasa a nosotros con otros, necesitamos reflexionar sobre lo que pensamos,
hacemos y sentimos en ese hacer con otros. (Barrault, 2006)
Esto no posiciona en una ética del respeto por el otro en su diferencia, en su
alteridad, en su “absolutamente otro”. (Levinas)
El vínculo impone una exigencia vincular, un trabajo psíquico que deben
realizar sus integrantes del orden de lo intersubjetivo. El como se tramite esta
exigencia se apuntala en lo pulsional-intrapsiquico, lo intersubjetivo-grupal
y lo social-cultural. Es un interjuego de confrontación de ordenes diferentes
entre lo ajeno y distinto (alter) que se le presenta al sujeto, y lo que denominamos especie de apertura hacia lo distinto. Algo del sujeto es un movimiento
de apertura hacia lo distinto, mas allá de la Totalidad que es el sujeto para si
mismo. Un mas allá de la reproducción de un realidad vincular que siempre
se busca pero nunca se encuentra tal cual (el orden de lo diferente). Se puede
pensar como una exigencia psíquica que permite un espacio, un entre, lugar
posibilitador, a la vez de reproducción y de creación. El como se resuelva
(tramite) esta exigencia dará cuenta de estas posibilidades.
Podríamos pensar entonces, el apoyo social puede ser entendido también en
su función de sostén subjetivo. El pensar el apuntalamiento como múltiple
puede darnos algunos elementos para considerar cómo los sujetos –individual
y colectivamente– pueden estar en una gama de posiciones al límite de la
“sobrevivencia” o sostener posiciones de ruptura y enunciación, en condiciones agobiantes, criticas, de hegemonías. Nos permite pensar estrategias de
intervención contemplando los avatares de la subjetividad contemporánea
y local de los sujetos/as con quienes nos encontramos en las comunidades.
Encontrarse – Desencontrarse
Encontrarse se configura así en una experiencia de tramitación de la alteridad,
de la ajenidad, de lo insondable del otro/a, que puede devenir en la construcción de un vínculo -de confianza-. Una experiencia a modo de apuesta:
no podemos saber con certeza como nos irá. Lo conocido de relaciones anteriores no nos alcanza, no sólo es mirar lo “mismo” de otras relaciones, sino
la apertura a lo distinto. No existe relación cuando las partes son las mismas,
ni siquiera fusión, son lo mismo. Es decir “una relación real entre términos
diferentes debe mostrar esa diferencia”. (Badiou 2000:108)
Es en las comunidades donde se dan estos encuentros y también desencuentros –como espacio no conformado aunque deseado–. Esta en el seno de lo
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A la vez el otro puede ser pensado en relaciona a lo colectivo, no es el otro
individual aunque la singularidad de su presencia sea insoslayable. Pensar
lo múltiple, la multiplicidad de relaciones, abre las posibilidades de lo nuevo y de múltiples maneras de subjetivación. Como dice Virno (2003: 81) la
experiencia colectiva –diría él la multitud– es el terreno de una individuación
nueva, mas radical. También en los vínculos se da un proceso de sostenimiento subjetivo que en parte se puede pensar como partícipe de apoyos
sociales o como apuntalamiento múltiple (Kaës) del sujeto. En un punto
estos conceptos se relacionan, en tanto refieren a la posibilidad de “sostén”,
necesariedad de dos partes existentes para la existencia del apoyo .
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que los Psicólogos y Psicólogas comunitarios entienden como comunidad:
es la relación, el punto de encuentro (Montero 2004).
Se plantea la posibilidad de encontrarse, dejar confluir sentimientos y afectos, darse existencia:
...la estética de la existencia debe ser regulada por el principio
de la comunidad, que define una ética a través de buenos
encuentros, que se alimenta de la diversidad, sen temer al
extraño, pues es ligarse al otro sin el despotismo de lo mismo,
presentándose como cualidad de relación, caracterizada por la
mutualidad en vede poder desigual, como arte de dar y recibir
placer. (Sawaia, 1999)
En este sentido coincidimos con Rodigou (2000) que el encuentro con el otro
deviene noción básica en el trabajo comunitario, es la base indispensable para
construir la acción, para construir proyecto, utopía. Implica, asimismo, una
consideración ética de respeto hacia el otro. Además, es nuestra tesis que en
las lógicas sociales –hegemónicas–, que atraviesan y forma parte de la vida
cotidiana y las comunidades en donde trabajamos diariamente, prima mas
la búsqueda de una identidad común –por exclusión/expulsión a otros– que
el reconocimiento de la importancia y búsqueda de la pertenencia.
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Planteamos así la importancia de repensar, resignificar nuestras pertenencias
sociales, nuestros encuentros con el/los otros/as y su implicancia en los modos de subjetivación actuales en las comunidades de la cuales participamos
y en especial en los espacios de encuentro.
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