La lucha por los Derechos Humanos ha sido, y seguirá siendo, uno de los puntos centrales de la agenda política argentina luego de la recuperación de la democracia en 1983. En los últimos años se tomaron decisiones fundamentales en relación a los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura militar: la derogación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, los juicios a los represores, el castigo a los culpables y su detención en cárceles sin privilegios, y la construcción del Espacio para la memoria y para la promoción y defensa de los derechos humanos en el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada, el mayor centro clandestino de detención y desaparición de personas, que actualmente funciona como Centro Cultural, Archivos de la Memoria y Museo, y está a cargo de los Organismos de Derechos Humanos. En la actualidad subsiste, en honor a la verdad histórica, la necesidad de que se aceleren docenas de causas que esperan una resolución. Pero en el camino hacia una justicia que tarda -pero llegará-, la sociedad fue descubriendo que además de los derechos humanos sistemáticamente violados durante los tiempos de las dictaduras, hay otros derechos civiles, culturales, sociales, económicos y políticos que deben ser atendidos de manera prioritaria por las políticas estatales. La democratización del acceso a la salud, la cultura, la educación y la comunicación -que fueron pilares teóricos de la construcción de la sociedad argentina-, representan un porcentaje muy importante del respeto a esos derechos ciudadanos elementales. El cine es un espejo en el que las sociedades se reflejan como son, no como quisieran ser. Tanto en el terreno de la ficción como en el de los documentales, los realizadores y trabajadores del cine argentino han ido concretando un abanico de obras que reflejan en toda su dimensión los diferentes modos con los que hoy se lucha por el respeto de los derechos humanos y en la búsqueda del castigo a sus depredadores, los del pasado y los del presente. Tal como lo vimos en el ciclo “El grito Sagrado, Cine en 25 años de Democracia”, organizado por el INCAA y exhibido en todo el país. El 16 de septiembre de 2008, en conmemoración a La Noche de los Lápices, se entregaron los títulos de Egresados en la especialización de Dirección de la ENERC (escuela de Cine perteneciente al INCAA) a Alcides Chiesa y Carlos Martínez, dos alumnos que en el momento de su graduación se encontraban detenidos - desaparecidos por la Dictadura Militar (1976-1983). Al cumplirse en este año 2009, el aniversario número 33 del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, el Instituto organizó frente a los Tribunales de Capital Federal una vigilia de cine con exhibición de películas, destinada a reclamar por la agilización de los procesos abiertos contra los responsables del Terrorismo de Estado. La velada, que se organizó en conjunto con el Sindicato de Trabajadores Judiciales de la Nación (CGT) y con los organismos de Derechos Humanos, se llevó adelante también en los Espacios INCAA del interior del país. Y a comienzos de 2009 entregamos al Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en la ex ESMA, el equipamiento de exhibición para la sala allí programada. Un evento como el XI Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos, con sus películas, sus foros, sus debates, sus temáticas, representa una celebración y un reconocimiento del camino recorrido, no sólo en la Argentina, sino también en América Latina, y al mismo tiempo, una llamada de atención sobre lo mucho que queda por hacer. El cine es más cine cuando además de entretener, moviliza, deja pensando, emociona, promueve la acción, genera debates. Sabemos que esta edición del Festival nos dará a todos los participantes la oportunidad de salir de las salas con más ganas de empujar la Historia hacia delante. Liliana Mazure Presidenta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales