`La Regenta` y la novela realista y naturalista

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‘La Regenta’ y la novela realista y naturalista
Con el término literatura española del Realismo se engloban las obras pertenecientes a un movimiento literario que forma
parte del Realismo, un movimiento cultural que se impulsó en Europa a mediados del siglo XIX al mermar las tendencias
del movimiento romántico. Es una corriente procedente de Francia que, hacia 1850, desarrolló gérmenes ya existentes en
el Romanticismo, sobre todo el costumbrismo. Las ideas románticas se irían disolviendo poco a poco y se empezaba a
reaccionar contra "el arte por el arte"; la mirada de algunos estaba cansada de lo imaginativo y pintoresco, y pretendió observar objetivamente a las personas, sociedad y acciones contemporáneas. Su objetivo era presentar un retrato de la sociedad. El principal precursor fue Honoré de Balzac (1799-1850) que, con obras como La Comedia Humana, impuso en la
novela un fin moral y social. Esta finalidad, haciéndose casi exclusiva, muy pronto condujo, en algunos autores, al Naturalismo.
El término "realista" se empleó por primera vez en 1850, referido a la pintura, pero se amplió con posterioridad al resto de
las artes. En literatura se plasmó mayormente la novela. Quizá uno de los motivos del éxito popular de las novelas se encuentra en su publicación en los periódicos de la época. Los editores utilizaban la novela por entregas para conseguir que
el público se viera obligado a comprar diariamente el periódico. La actitud del escritor realista es analítica y crítica, y se
suele mantener al margen de lo que relata. Las principales novelas del siglo XIX eran de carácter social, y a los escritores
se les consideraba como "historiadores del presente".
Marco histórico
Durante el siglo XIX, España vivió uno de los periodos más convulsos de su historia. Se abrió la centuria con la guerra de
la Independencia contra Francia y se cerró con la Guerra Hispano-estadounidense y el Desastre del 98, que significaron la
pérdida de Cuba en América y de Filipinas en Asia. La dinastía borbónica, tras los reinados de Fernando VII (1814-1833) y
de Isabel II (1833-1868), fue derrocada por la revolución de este último año, La Gloriosa. Sucedieron la regencia de Serrano(1869-1870) y el breve reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873). Se abrió después la corta etapa de la Primera
República (1873-1874), a la que siguieron la jefatura de Estado de Serrano (1874) y la Restauración de la dinastía borbónica en manos de Alfonso XII (1875-1885), hijo de Isabel II, tras el pronunciamiento de Martínez Campos. Muerto el rey, su
segunda esposa, María Cristina asumió la Regencia hasta 1902, año en que comenzó a reinar su hijo Alfonso XIII.
El Naturalismo
Esta tendencia literaria nació en Francia y su máximo representante fue Émile Zola (1840-1902). Éste parte de la filosofía
positivista de Auguste Comte (1798-1857), de los métodos del fisiólogo Claude Bernard (1813-1878) y de varios de los
logros definitorios del espíritu moderno: la democracia, los métodos experimentales (Claude Bernard) y las teorías sobre la
herencia (Charles Darwin). De esta manera, Zola busca la razón de los problemas sociales en el ambiente, y la de los individuos, en la herencia biológica. Así, el Naturalismo adopta una concepción materialista y determinista de las personas,
que no son responsables moralmente, pues son resultado del ambiente que les rodea y de la herencia. Si el escritor realista es consciente de lo que sucede, el naturalista actúa como un juez de instrucción que investiga los antecedentes y las
causas. Zola poseía una ideología socialista, y en sus obras abundan personajes como los alcohólicos, locos y psicópatas.
El texto donde se encuentra la teoría naturalista ideada por Zola es La novela experimental (1880). En este texto de crítica
literaria, sostiene que el novelista es observador y experimentador. Desde el punto de vista del observador, el escritor
ofrece los hechos tal y como los ha observado, establece el terreno sobre el que se moverán los personajes y se desarrollarán los hechos. Desde el punto de vista experimentador, el novelista instituye la experiencia, es decir, mueve a los personajes en una historia particular para mostrar en ella que la sucesión de hechos será la que exige el determinismo de los
fenómenos a estudiar.
En España, debido a las contradicciones entre las teorías naturalistas y las creencias religiosas, tuvo escaso eco, llegando la crítica a preguntarse si efectivamente se dio ese movimiento en sentido estricto. De ello trata la propia Emilia
Pardo Bazán en su artículo La cuestión palpitante, que sí se consideraba en dicha escuela. También se han considerado
naturalistas pasajes de autores como Benito Pérez Galdós, pero fue explícitamente rechazado por la mayoría. Al hablar de
naturalismo español, la frontera con el realismo no es clara y, al no adoptarse las teorías francesas, no es fácil diferenciar
bien ambos movimientos.
Características Literarias del Realismo
En España, el mejor fruto literario de la segunda mitad del siglo XIX fue la novela, consecuencia, a su vez, del florecimiento internacional del género en esa época como expresión del auge de la clase media o burguesía que, a lo largo de
sucesivas revoluciones (1789, 1820, 1830, 1848), fue conquistando el poder político. Los valores e inquietudes de la clase
burguesa aparecen reflejados como en un espejo en la literatura del Realismo: individualismo, materialismo, deseo de ascenso social y aprecio por lo cotidiano e inmutable.
Los temas del Realismo literario son fundamentalmente el contraste entre los valores tradicionales y campesinos y los
valores modernos y urbanos o el éxodo del campo a la ciudad y los contrastes sociales y morales que provoca, la lucha
por el ascenso social y el éxito moral y económico, la condición insatisfecha de la mujer que ya posee derecho a la instrucción elemental pero no puede acceder al mundo del trabajo y a la independencia e individualismo burgueses, con lo que
aparece el tema del adulterio y la fantasía folletinesca y sentimental, a manera de escape. Hay dos tendencias en el Realismo: la progresista y la conservadora.
La novela realista de este periodo se caracteriza por:
•
Visión objetiva de la realidad a través de la observación directa de costumbres o de caracteres psicológicos. Eliminan cualquier aspecto subjetivo, sucesos fantásticos y todo sentimiento que se aleje de la realidad: "La
novela es la imagen de la vida" (Galdós), "una copia artística de la realidad" (Clarín).
•
Defensa de una tesis: los narradores escriben sus obras enfocando la realidad desde su concepción moral. Es el llamado narrador omnisciente. La defensa de una tesis suele comprometer la objetividad de la novela.
•
Temas cercanos al lector: conflictos matrimoniales, infidelidad, defensa de los ideales, etc.
•
El lenguaje coloquial y popular adquiere gran importancia ya que sitúa a los personajes en su ambiente
real.
La novela: principales autores
Juan Valera
Su importancia se le debe a las novelas; la primera de ellas es Pepita Jiménez (1874), escrita en su mayor parte en forma
de carta. En esta obra, se narra la historia de una viuda que se pone de acuerdo con el padre de un seminarista para alejarlo de su falsa vocación. Otras obras importantes son Doña Luz (abordando cuestiones de vocación religiosa) y Juanita
la Larga. Esta segunda novela cuenta el idilio de don Paco, un cincuentón, y de la protagonista, que desea redimirse de él
por un honrado matrimonio.
Juan Valera fue liberal político y escéptico en cuanto a la religión. Empleó un lenguaje literario sencillo, aunque no vulgar.
Al morir, los escritores de la Generación del 98 le guardaron un profundo respeto. Hoy se le considera por gran parte de la
crítica como el mejor prosista del siglo XIX, pese a reconocer la superioridad creadora de Galdós.
Pedro Antonio de Alarcón
Pedro Antonio de Alarcón nació en Guadix (Granada) en 1833. Fue uno de los principales responsables de que el realismo se impusiera a la prosa romántica en boga en aquellos momentos. Fue político además de escritor y en su ideología
evolucionó desde posturas liberales a más tradicionalistas.
Estuvo en la guerra de Marruecos como voluntario y dejó testimonio escrito sobre su experiencia en Diario de un testigo
de la Guerra africana (1859). Durante un tiempo fue escritor de viajes relatando en sus artículos varios de sus viajes. En su
tiempo se destacó por sus novelas religiosas siendo la más popular de todas ellas El escándalo (1875), en esta novela defendía a los jesuitas lo que fue muy polémico. Su obra más popular, sin embargo, y por la que es recordado, es El sombrero de tres picos publicada en 1874, que inspiraría a Falla su famoso ballet.
Benito Pérez Galdós
Galdós es considerado como el escritor más representativo del movimiento. Nació en Las Palmas de Gran Canaria,
en 1843. Se trasladó a Madrid con 19 años, donde se inició en la vida periodística e ingresó en el Ateneo en 1865.1 Visitó
por primera vez París en 1867, siguiendo la estela de Balzac, escritor al que admiraba desde su juventud.2 Progresista
y anticlerical, sin embargo compartió inquietudes literarias con jóvenes escritores de diverso pensamiento, entre ellos Leopoldo Alas Clarín, Menéndez Pelayo y José María de Pereda. De ideología y práctica Republicana, su radicalismo inicial
evolucionó hacia un socialismo humanista. A partir de 1910 comenzó a perder la vista y murió, prácticamente ciego, diez
años después.
Los Episodios Nacionales
Los Episodios Nacionales fueron concebidos y publicados por su autor en cinco series, sumando un total de 46 tomos.
Constituyen un inmejorable relato histórico-literario de la historia española contemporánea, entre la Guerra de la Independencia y la Restauración.
Entre los episodios de la primera serie (1873-1875), figuran pasajes históricos como Trafalgar, Bailén, El 19 de marzo y el
2 de mayo o Juan Martín el Empecinado. El protagonista conductor de la trama literaria es Gabriel Araceli, grumete en Trafalgar que va creciendo a lo largo de la Guerra de la Independencia. Las series posteriores siguen un esquema similar,
con un personaje conductor, revisando momentos decisivos de la Historia de España, como en los titulados El equipaje del
rey José, Los Cien mil hijos de San Luis, Zumalacárregui (de la Primera Guerra Carlista), Prim o La de los tristes destinos (sobre Isabel II).
Novelas
En su primera época (1867-1878), Galdós expresó con cierta contundencia su desacuerdo frente a la intolerancia y la
hipocresía. Así ocurre en novelas como Doña Perfecta, Gloria, La familia de León Roch o Marianela. Más tarde, entre 1881
y 1915, con tesis progresistas pero más humanizadas y profundas, Galdós publicó las bautizadas por él como "novelas
españolas contemporáneas" cuyo conjunto se ha considerado la replica española de la "comedia humana" de Balzac; la
mayoría de ellas tienen como escenario común el Madrid del siglo XIX y abarcando los muy diversos tipos del conjunto de
clases sociales, desde una mirada personal; como concluye Joaquín Casalduero "...su amargo pesimismo al contemplar la
realidad española, se deshace en ironía, optimismo y bondad al soñar en un futuro mejor".4 En este conjunto de novelas se
ha destacado la importancia en el contexto de la literatura universal de Fortunata y Jacinta y Misericordia.5
El éxito y popularidad de los Episodios Nacionales, muchas de sus novelas y buena parte de su teatro, despertaron los
recelos de la clase reaccionaria del país, hasta el punto de evitar en tres ocasiones consecutivas que se le concediera el
Nobel de Literatura,6 7 8 y a pesar del respaldo de la mayoría de los críticos y escritores españoles contemporáneos. Su
influencia en los escritores del 98 se percibe en la mirada analítica y comprometida del Valle-Inclán de Luces de bohemia,
la composición coral de la novelística de Pío Baroja o la actitud reflexiva de Unamuno ante el hecho creador en novelas
como Niebla.9 Desde mediados del siglo XX es considerado dentro y fuera de España como uno de los primeros novelistas
españoles, quizá el segundo en importancia después de Cervantes.10
Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán nació en La Coruña en 1851. I Condesa de Pardo Bazán, (luego cambiada la denominación por Condesa de Torre de Cela ). A los diecisiete años se casó con José Quiroga y Pérez de Deza y se instaló en Madrid. Fue una
mujer con una amplia cultura, realizó numerosos viajes y se creó para ella una cátedra de Literatura en la Universidad de
Madrid, ciudad donde falleció en 1921.
Obra
Entre sus estudios sobre la actualidad literaria, se destaca La cuestión palpitante, y aunque en él no acepta el materialismo naturalista, defiende una actitud realista y se enfrenta a aquellos que sostienen que el mal solo puede aparecer en la
literatura para ser derrotado.
Su estilo fue enérgico y ahonda en problemas y situaciones difíciles. Escribió cientos de cuentos que publicó reunidos,
como los Cuentos de Marianela. Pero su producción literaria goza de mayor importancia en novelas como Un viaje de novios, que narra la historia de un matrimonio entre un hombre maduro y una joven inculta y adinerada; o La tribuna, la más
naturalista de sus novelas, donde describe la dura vida proletaria en una fábrica de tabaco. También son de suma importanciaLos pazos de Ulloa y La madre Naturaleza, con personajes y paisajes gallegos, con un argumento apasionado y, en
ocasiones, violento.
Leopoldo Alas (Clarín)
Leopoldo Alas nació en Zamora (1852), aunque él siempre se sintió profundamente asturiano. Realizó sus estudios de
Derecho en Oviedo, y el doctorado en Madrid, donde perdió la fe. A partir de entonces viviría en permanente lucha espiritual, de la que da testimonio su obra. A los veintitrés años usó en sus escritos el pseudónimo de Clarín. Catedrático de
la Universidad de Oviedo(1883), defendió ideas republicanas, pero pronto se abrumó de la política. En el año 1892, una
crisis de conciencia le devolvió la fe, aunque no llegó a los extremos de la ortodoxia católica. Murió en Oviedo en 1901.
Clarín gozó de un gran prestigio como crítico literario. Sus artículos evidencian su gran conocimiento y rectitud de juicio
(expresado en muchas ocasiones con hiriente sarcasmo). Sus artículos, que le dieron una temida autoridad en el panorama literario español, fueron recopilados por el autor en volúmenes como Solos de Clarín y Paliques.
También cultivó el cuento y la novela breve; publicó más de setenta obritas de este género. Entre los primeros relatos
cortos que compuso, sobresale Pipá (1879), que cuenta la tragedia de un pillete ovetense. También merece mención Adiós, Cordera, clásico idilio dramático.
Pero fundamentalmente se reconoce su faceta como novelista, por las dos únicas novelas que escribió: La Regenta y Su
único hijo.
Argumento, estructura, temas y personajes de La Regenta
En una ciudad de provincias, Vetusta, vive Ana Ozores, de familia noble venida a menos, casada con don Víctor Quintanar, regente de la Audiencia, del cual le viene el apelativo de "la Regenta". Ana se casó con don Víctor en un matrimonio
de conveniencia. Bastante más joven que su marido, al que le une más un sentimiento de amistad y agradecimiento que
de amor conyugal, su vida transcurre entre la soledad y el aburrimiento. Es una mujer retraída, frustrada por no ser madre
y que anhela algo mejor y desconocido.
La Regenta es, sin duda, la obra maestra de Clarín y una de las novelas más importantes de la literatura española. En ella
se retrata en toda su complejidad una ciudad de provincias, Vetusta (nombre tras el que se esconde Oviedo), en la que
está representada la sociedad española de la Restauración. Clarín somete a una irónica crítica a todos los estamentos de
la ciudad: la aristocracia decadente, el clero corrupto, las damas hipócritas, los partidos políticos. Todo ello conforma una
atmósfera social asfixiante y opresiva, con la que choca la protagonista, Ana Ozores. Su temperamento sensible y soñador
la lleva a refugiarse en el misticismo; pero su confesor, el canónigo Fermín de Pas, la decepciona cuando intenta aprovecharse de ella. Cae entonces en brazos de Álvaro Mesía, un mediocre don Juan, con el que vivirá una relación amorosa
que no resultará ser más que un sucedáneo de sus ideales románticos. En el enfrentamiento entre Ana y Vetusta, la primera acabará siendo vencida, y, en consecuencia, marginada. La importancia de la presión ambiental y social, sobre la
protagonista, acerca la novela a las teorías del Naturalismo.6
El autor se sirve de la ciudad de Vetusta como símbolo de la vulgaridad, la incultura y el fariseísmo. Ana Ozores es un
personaje aquejado de aquella patología del espíritu que se conoció como bovarismo. Desde otro punto de vista, Ana encarna la idealidad torturada que perece progresivamente ante una sociedad hipócrita. Con estas fuerzas en tensión, el
escritor construyó un alegato cruel e inclemente de la vida provinciana española, ceñida a sus clases dirigentes, en tiempos de la Restauración finisecular.
Estructura
La Regenta presenta un comienzo in medias res y se estructura en dos partes, que corresponden a un desigual periodo
de tiempo. Cada capítulo goza de unidad y de autonomía dentro de un conjunto perfectamente ensamblado. Sin embargo,
esta perfecta organización interna no es fruto de una lenta elaboración, sino de un agitado y rapidísimo proceso de escritura, en el que el escritor se olvidaba a veces «hasta de los nombres de algunos personajes», según confesó él mismo.6
•
Primera parte: los quince primeros capítulos de la novela se desarrollan durante tres días; en ellos se presentan los personajes, se explican y narran sus antecedentes y se describe Vetusta. Esta primera parte presenta
un tipo de narración similar al cuadro de costumbres:3 la sacristía, el Círculo cultural, la mansión de los Vegallana,
la morada de los Ozores, el Obispado, la casa del Magistral, etc.
•
Segunda parte: los quince últimos capítulos finales de la obra comprenden tres años de la historia y en
ellos tiene lugar verdaderamente el desarrollo de la trama narrativa.
Ana Ozores
Ana es la protagonista titular de la narración. Su función en la novela es clara y consiste en la oscilación de lo uno que
pasa a lo otro. Se establece en este personaje la metamorfosis o transustanciación del carácter, es decir, que de una posición inicial, el misticismo, pasa a la aparentemente opuesta, el erotismo.8 Este erotismo, patente desde el inicio de la historia, es una de las características principales de la novela, y una de las causas de que resultase tan polémica en su
tiempo.9 En cuanto a su carácter, Ana es una mujer que vive exaltada y presa de constantes crisis nerviosas producto de
sus recuerdos. La añoranza de la madre y los intentos por suplir su ausencia, la malicia y malos tratos del aya y su amante,
la ausencia del padre, la soledad, la educación despótica a la que estuvo sometida; además de las respuestas que Ana
elabora frente a las dificultades que le pone la vida es lo que conforma los factores deterministas que configuran su carácter vehemente. Se entrega a las lecturas de las Confesiones de san Agustín, san Juan de la Cruz, fray Luis de León, Chateaubriand y otros textos religiosos que enriquecen su visión del mundo y la incitan a escribir, pero su inquietud literaria se
ve frustrada por los convencionalismos ortodoxos del medio social, que ven mal que una mujer sea literata. Siente frustración respecto de la maternidad, vive en la reclusión de la castidad: ya que su marido no logra verla como mujer, sino como
a una hija. Ante este panorama, Ana busca en la religión un medio de purificación espiritual y de sublimizar sus necesidades sexuales y reproductivas.8
Según Yvan Lissorgues, autor del prólogo a la edición francesa, la palabra «regenta» estaba ya en desuso en la época
de publicación del libro. «Regenta» era la esposa del regente, es decir, del presidente del tribunal regional. Este autor
considera que, al elegir este título, Clarín no solo indica que Ana Ozores ha de ser el centro y el fin de la novela —indicación, por otro lado, necesaria, debido al universo casi infinito de personajes y retratos que cruzan la historia—, sino también una crítica a una sociedad aristocrática atrasada, conservadora y beata. Al elegir el tratamiento en vez del propio
nombre de la protagonista, Clarín la ensalza, la convierte desde el principio en un ser puro que lucha contra la ruin villa de
Vetusta.3
Fermín de Pas
Magistral de la Catedral y provisor en la Diócesis de Vetusta. Su función es dual y cambiante, en una dirección pasa de
confesor a enamorado y en la otra de hermano del alma a marido verdadero y cuidadoso. Su pasión por la Regenta parece
poder redimirle; sin embargo, cuando ella se entrega a su rival, don Álvaro de Mesía, los celos le llevan a traicionarla y ser
el causante de su caída.8 Fermín es el reverso de la moneda, el equivalente masculino de Ana, lo cual queda expuesto por
Clarín a través de sus biografías paralelas. También el Magistral pasó por periodos de gran religiosidad y misticismo, pero
estos fueron suprimidos por la ambición de su madre, quien le convierte en un hombre ambicioso y calculador. Físicamente, el Magistral es alto, blanco de piel, velludo, es un hombre fornido por constitución y tiene músculos hercúleos porque, además, hace gimnasia con pesas de muchos kilos. Su cara es blanca, tiene los ojos verdes y una mirada que pocos
resisten. Su nariz es larga, recta, “sobrada de carne hacia el extremo”, sus labios largos y delgados, y la barbilla tendente
a subir. Su cabello es negro y abundante.10
Álvaro de Mesía
Mesía es descrito por el narrador como un Margarita Gaultier masculino, un joven de bien ver con una definida vocación
de don Juan, hacia el que Ana no es indiferente, y que representa una tentación a la que está dispuesta a no sucumbir, o
al menos a mantener en un nivel puramente platónico. Esta actitud de Ana se pone de manifiesto mientras ve el acto 4º del
Don Juan: "creía tener valor para no entregar jamás el cuerpo, aquel miserable cuerpo que era propiedad de don Víctor sin
duda alguna". Mesía, en tanto que parte activa en la humillación y destrucción de Ana, representa al conjunto de Vetusta y
es su brazo ejecutor. La disolución de la verdad (castidad y fidelidad conyugal) de Ana, la reducción de la diferencia y la
homogeneización en el vicio: tal es la materia de la novela de Clarín.11
Víctor Quintanar
Las relaciones de Ana Ozores con su marido son imprescindibles para forjarnos una idea de la biografía de la protagonista. Ana Ozores y don Víctor Quintanar, exregente de Vetusta, forman un matrimonio que se reduce a un simple formalismo social. Viven bajo un mismo techo, pero duermen en habitaciones separadas. Clarín nos presenta a don Víctor como
un personaje caricaturesco. Solo, y al final, cuando se enfrenta a la muerte, es su primer acto de conciencia de la realidad.
«¡Qué amarga era la ironía de la suerte!».12
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