Formato de impresión La conversión de San Pablo 2014-05-16- Columnas-Testimonios Tomado de: Histoire complte de Saint Paul Aptre et Docteur des nations par lAbb Maistre, Paris Watelier, 1870, pp. 10-19. Cuando Saulo estaba en el trmino de su viaje y prximo a llegar a Damasco [1], vio, de repente, en la hora del medioda, una luz aproximarse al cielo ms brillante que el sol, que pas a circunscribirlo a l y sus compaeros. Todos vieron esta luz y cayeron por tierra, tomados de pavor. Quiso Dios primeramente derrumbar el orgullo y la obstinacin vanidosa de la cual Saulo estaba repleto, a fin de que l pudiese recibir con sumisin y humildad las rdenes que ira darle. Lo derrumb para salvarlo, dice San Agustn [2]. San Crisstomo dice que Dios quiso que la luz precediese la voz, a fin de que Saulo tomado divinamente por esta luz tan brillante, calmase un poco su furor y estuviese en condiciones de or con ms docilidad. Y, San Ambrosio [3] comparando San Pablo, en su desvaro de espritu, a un lobo que corre en medio de las tinieblas de la noche, dice que qued como que ciego por la luz que vio de repente brillar ante sus ojos. Es de notarse que Jess no le dijo: - Crea en m, o algo del gnero; sino se content en reprobarle la persecucin a la que lo estaba sometiendo y le pregunta, de algn modo, dice San Crisstomo [4], qu poda moverlo a perseguir su persona en sus miembros, queriendo obligarlo, por ah, a reflexionar sobre la injusticia y la violencia de su procedimiento [5]. Es, pues, este lobo devorador transformado de repente en un cordero. No teniendo todava conocimiento de quien le hablaba, pero sintindose, an as postrado abajo del poder de Dios, l lo llama de Seor, y le pregunta quin es l. Aterrado por or decir que persigue aquel cuya luz brilla ante sus ojos, y cuya voz resuena a sus odos, mientras l juzgaba estar rindiendo un grandsimo servicio a Dios persiguiendo a los discpulos de Jess. Su pavor lleg al extremo cuando esta voz le dijo: "Yo soy Jess de Nazaret, que persigues". Segn San Hilario [6] y San Agustn [7] en este momento l vea a Jesucristo, que le apareci en persona. Tal sentimiento, defendido por Calmet [8] es confirmado por la Escritura. Se acostumbra mostrar a los viajantes la Tierra Santa, el lugar donde San Pablo fue derrumbado, a tres leguas de Damasco, rumbo sur. Y, en el tiempo de San Agustn[9], haba en el lugar donde l se haba convertido, una iglesia. Segn la reflexin de San Juan Crisstomo, Cristo no dijo a Saulo que l era Jess resucitado de entre los muertos; ni que era Jess sentado a la derecha de Dios Padre. No le dijo tampoco, segn la observacin de San Gregorio, que fuese el Verbo Eterno, nacido de Dios ante todos los siglos y principio de todas las cosas. Sino, declara que es este Jess menospreciado por los judos, este Jess de Nazaret, que ellos haban hecho morir en una Cruz. Esto, porque l quera que, ante la visin de su propio desvo, l se humillase sbitamente y que tuviese compuncin por el sentimiento de la ingratitud, por no haber reconocido la visita del Seor, ni comprendido el cumplimiento de las profecas en la persona de este Hombre-Dios. "Dura cosa te es dar coces contra el aguijn". El sentido de estas palabras es tomado de las juntas de bueyes atados al auto y que se espetan con el aguijn. Cuanto ms recalcitran, ms son heridas, pues el aguijn les entra en la carne. Cuanto ms Saulo se opona a los designios de Dios, queriendo destruir su Iglesia, ms l recalcitraba contra la mano del Todopoderoso, y ms se cansaba intilmente; el plan de Dios no dejaba de ejecutarse. Finalmente, se someti a la gracia y la voluntad de Dios: "Qu quieres que yo haga?" Y lo que l dijo una vez, en aquella ocasin, lo dijo desde el fondo del corazn toda la vida, pues que a seguir solo mir para la voluntad de Cristo para regularizar sus acciones. San Lucas observa que solamente entonces Jess le dice para entrar "a la ciudad de Damasco", cerca de la cual estaba, y que "all le sera dicho qu hacer" [10]. El Seor da a conocer entonces a Saulo convertido, la eleccin de gracias que haba hecho en su persona, para establecerlo en el Apostolado de las Gentes, y dicindole que era por esta razn que se le haba aparecido, prometiendo aparecerle "nuevamente", a fin de que pudiese, como los dems apstoles, "servirle de testimonio de las cosas que haba visto" y que debera ver a seguir en estas grandes revelaciones que haba tenido, cuando fuera elevado hasta el tercer cielo. Pues era preciso que todos los Apstoles diesen testimonio de Jesucristo, como testigos oculares. Es tambin porque San Pablo tuvo que ser favorecido por estas apariciones y revelaciones extraordinarias, en las cuales todos los secretos de la Encarnacin del Hijo de Dios y de su Resurreccin le fueron expuestos a la luz de los ojos. Esta ceguera corporal de Saulo era solamente una imagen de aquella donde su espritu y su corazn haban estado hasta entonces, de la misma manera que la cura milagrosa de su vista despus, fue una figura de la cura mucho ms admirable de la ceguera de su alma. "Ea, pues, exclama San Crisstomo[11], haciendo alusin a los orculos contenidos en los sptimo y octavo captulos del profeta Isaas, aqu est entonces este ilustre despojo del demonio arrancado del enemigo de Jesucristo; es una de sus ms poderosas armas, en la cual pona su confianza, que le fue arrancada por Aquel que es ms fuerte que Satans, despus de haberlo subyugado. Y, lo que es ms admirable, es que aquellos mismos que son enemigos de Jesucristo, le sirvieron en esta ocasin de ministros, para conducir como en un triunfo, a la vista de todo el mundo, este perseguidor de la Iglesia, derrotado bajo el divino poder de Aquel que l antes persegua, de manera tan ultrajante. Quin podra adentrarse en lo que Saulo pens y lo que hizo durante estos tres das!? Repas en espritu, dice San Crisstomo, todo lo que haba ocurrido desde la muerte de Jesucristo y la de San Esteban, tambin. Se afliga, se recriminaba l mismo por todo lo que haba cometido. Confesaba, en presencia de Dios, su propia miseria y su propia ceguera, y admiraba a la divina misericordia. Rezaba, y conjuraba al Seor de perdonarle, y de tornarlo digno de reparar todos los males que haba causado a su Iglesia, hacindolo cumplir la obra para la cual lo destinaba [12]. - El nombre de Saulo hizo estremecer a Ananas, porque era conocido todo lo que l haba hecho en Jerusaln y por qu l vena a Damasco. As, el temor que le impeda pensar en lo que deca y a Quien hablaba, el Seor, le hicieron oponer dificultades en ir a buscar a Saulo. Ananas, entretanto, sobreponindose a su estupor, para obedecer a Dios, fue a buscar a Saulo y lo bautiz. As, recibi la cualidad de discpulo de Jess; sus estragos fueron olvidados, no le fue hecha ninguna crtica; su infidelidad ya estaba inmersa en la sangre recientemente derramada por Nuestro Seor Jesucristo; las seales de endurecimiento que le haban hecho antes rechazar la luz de la verdad, y el velo que le impeda ver y reconocer su Mesas, le cayeron juntamente con las escamas de los ojos. l pas a ver con alegra y respeto como un ministro de Dios Aquel que l haba venido a buscar encadenado como un criminal y como un prevaricador de la Ley de Dios. Todava hoy en da se muestra, en Damasco, la fuente en la cual fue bautizado San Pablo. En su primera epstola al gran Timoteo, obispo de feso, (1, 12-16) Saulo exterioriza cules eran entonces sus sentimientos. As es que se dio la clebre conversin del Apstol de las Gentes, del Padre espiritual de casi toda la tierra. La Iglesia, por la cual l trabaj tanto y hasta tal vez incluso ms que los otros Apstoles, quiso honrar el hecho con una fiesta solemne. Desde hace varios siglos ella es celebrada el 25 de enero, por ocasin del traslado de sus reliquias. En la poca de su conversin San Pablo tena alrededor de 36 aos. Segn San Agustn, abandon sus bienes y, cuando predicaba el Evangelio l no posea nada, razn por la cual San Crisstomo lo llama de hombre pobre. No se sabe si l era viudo o si estaba comprometido con el vnculo del casamiento. Pero, lo que es seguro es que, desde entonces hizo profesin de continencia y castidad perfecta, conforme narra San Agustn. Tomado de: Histoire complte de Saint Paul Aptre et Docteur des nations par lAbb Maistre, Paris: Watelier, 1870, pp. 10-19. ________________________________________ [1] Act 9,3; 22,6 [ 2] Agos Serm 175, c.6 [3] De Benedict.Patriarch.c.ult. [4] Act.hom.16,p.181; S.Aug. in Sl 30 [5] At 9,5-6 [6] De Trinit. 1,3 [7] Serm. 276, et alii plures ; Calmet, Comm. [8] A. Calmet 1672 - 1757, abade de Senones, destacado exegeta francs, escreveu uma "Histria do Antigo e Novo Testamento". [9] Serm.278, c.1 [10] At 26, 16-19 [11] Act. hom. XIX, PP 81-82 [12] At. 26, 18 Copyright ElPeriodicodeMexico.com