Recuerda que tu perdón se encuentra firme en Cristo. Sin embargo, quizá en ocasiones continuarás sufriendo las consecuencias de tu aborto como el arrepentirte de haberlo hecho, el sentir remordimiento y una pérdida. Agregamos algunas sugerencias que te podrían ayudar cuando te sientas así: ! Dedica veinte minutos, no más, de tu tiempo para estar a solas. ! Escucha música edificante que da honor a la misericordia de Dios. ! LEE TU BIBLIA. Reflexiona en las enseñanzas de las Escrituras sobre la fidelidad y el amor de Dios (2 Timoteo 2:13; Salmos 9:9; 34:18: 36:5). ! Dale gracias a Dios por tu salvación, por tu vida y por toda su bondad. Da gracias a Dios por todo lo que te ha dado en la vida. ! Ya que pase el tiempo en que sientes remordimiento, ¡DETENTE! Dale gracias a Dios. Recuerda que estos sentimientos serán cada vez menos intensos y menos frecuentes mientras tu relación con Dios crece. “Nos hace sufrir, pero también nos compadece, porque es muy grande su amor.” Lamentaciones 3:32 Una división de Christian Life Resources 2949 North Mayfair Road, Suite 309 Milwaukee, WI 53222-4304 Teléfono: 414-774-1331 ó 1-800-729-9535 FAX: 414-774-1360 Correo electrónico: [email protected] www.ChristianLifeResources.com © 2000 Derechos Reservados Christian Life Resources Ármate de valor y reconócelo Se necesita valor para admitir que quizá necesites ayuda. Tú decidiste tener un aborto que parecía ser la única salida en ese momento. Entonces, ¿por qué te sientes tan culpable? Ten valor y reconoce que la decisión que tomaste fue la equivocada y ahora estás sufriendo las consecuencias. No tendrás paz en tu conciencia si niegas tu culpa. El consejero en el centro de abortos probablemente no está sufriendo. Aquellos que te presionaron a hacerlo, probablemente no están sufriendo, sólo tú. Reconoce que TÚ fuiste quien decidió dejar morir a un embrión. A pesar de lo que te hizo tomar esta decisión, admite que te equivocaste. Los sentimientos de arrepentimiento, de culpa y de remordimiento están presentes en tu vida ya que tu conciencia te condena. Pero ahora no te des por vencida, ya que hay esperanza: ¡Esperanza en Dios! precio por tus pecados al ser el inocente Cordero de Dios, al ser sacrificado para no tomar en cuenta tu pecado. “Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas, cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros” (Isaías 53:4-6). Enfoca tu atención hacia la cruz de tu Salvador y contempla lo maravilloso que son el amor y la misericordia de Dios hacia TI. Cree en su promesa preciosa de perdón. Desahógate El perdón El aborto es un pecado contra Dios y contra ti misma. Reconoce tu pecado ante Dios, tu Padre. Él te ha perdonado. Él envió a su Hijo amado a cargar con tu pecado y tu culpa. Jesús pagó el No esperes más. Si no te haz dado la oportunidad de sentirte triste por la pérdida de tu bebé . . . hazlo ahora. Adelante, deja correr tus lágrimas en la presencia de tu Señor, Jesucristo. Es su perdón el que te permite afligirte sin sentirte desesperada. Dícelo a él en voz alta, paso por paso lo que te ha pasado y deja que tu corazón te duela. Destapa toda tu herida para que él se acerque y la sane. Pon en ÉL todos tus pensamientos, tus pesadillas y tus sueños deshechos en cuanto a tu bebé. “El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha” (Salmos 126:5). Deja que el Señor te sane con su gozo. Perdona a los demás y a ti misma Porque Dios te perdona, ¡perdonate a ti misma! Dios ha perdonado por medio de su Hijo todos tus pecados. Honra a Dios al hacer lo mismo. Ahora examina tu corazón. ¿Hay alguien más que ves como culpable por tu decisión de tener un aborto? Perdónalo así como Dios te ha perdonado. Vivir con el remordimiento Una vez que le pidas a Dios que te perdone, deja ir a la culpa. Cuando prometemos perdonar, prometemos que no echaremos en cara la culpa a nadie, ni a nosotros mismos. No sientas remordimiento otra vez, especialmente cuando te sientes sola y deprimida. Esta es la trampa del diablo para que desconfíes de la capacidad de Dios para perdonar y para olvidar tus pecados.