El Mutuo Amor Nancy Taylor Warner “Escribe al ángel de la iglesia en Sardis...Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir.” Apocalipsis 3:1-2a Los creyentes de la iglesia en Sardis tenían la reputación (el nombre) de estar vivos. A lo mejor creían lo correcto, mas no habían experimentado en forma personal a Aquel en quien creían. El Señor estaba muy Vivo, mas ellos muertos. Aún así había esperanza para ellos, como también para nosotros, sin tener en cuenta nuestro presente nivel espiritual. Unicamente cuando estamos satisfechos y permanecemos “muertos” nos perdemos de lo “demás”que Dios tiene para nosotros. No es suficiente hacernos a un buen ¨nombre¨ porque tenemos la doctrina correcta y nos apoyamos en la verdad. Los creyentes en Sardis hacìan lo mismo, mas permanecían muertos espiritualmente. El Señor nos exige que obremos de acuerdo a lo que conocemos. De esta manera la puerta estaba abierta para los creyentes de la Iglesia en Filadelfia: “Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia...he puesto delante de tí una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra y no has negado mi Nombre.” Apocalipsis 3:7-8 La Iglesia en Filadelfia nos habla del amor “phileo,” la clase de “amor que responde al amor.” El genuino, a la vez práctico y mutuo amor que sentían, resultó en la “puerta abierta” que nadie pudo cerrar. Cuando el abogado le preguntó a Jesus qué debería hacer para heredar la vida eterna, Jesús le preguntó, qué está escrito en la Ley? “Aquel, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo,” Luego Jesús le contestó, “…haz esto y vivirás (Lucas 10:28) Para sostener una relación íntima y vital con el Señor nuestras acciones para con los demás deben de ser correctas. La forma en que ama el Señor a la humanidad se ve en la manera como tratamos a nuestro prójimo, pues es así como tratamos al Señor. Podemos entender mejor este concepto si consideramos qué tan cuidadosos debemos de ser al 2 hablar a un padre/madre acerca de su hijo(a), puesto que lo van a tomar en forma muy personal ya que se deleitan en sus hijos. Lo mismo sucede con Dios. Somos la obra de Sus Manos, hechos a su semejanza y de la misma manera el Señor toma en forma muy personal cómo tratamos a nuestro prójimo. “…Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a mí.” Mateo 25:34-36 Entonces los justos le preguntaron, “Cuándo hicimos estas cosas?” “Y respondiendo el Rey les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.” Mateo 25:40 Estas escrituras me fueron reveladas un día luego de haber ministrado durante el culto. Estaba esperando quedarme sola para tocar el arpa ante el Señor pero alguien que no se sentía bien iba a dormir en la casa. Aún así deseaba tanto estar a solas con el Señor que había decidido aprovecha la oportunidad. Para sorpresa mía, cuando me senté a tocar el arpa, el Señor me mostró que debía de ir adonde estaban mis invitados y tocar para ellos. Mas tarde entendí que mientras les “ministraba” estaba ministrándole a “El.” El Señor nos ha llamado a SER testigos (Hechos 1:8) El ser “testigo” va más allá de compartir el Evangelio con otra persona. Nuestras palabras tienen que acompañar nuestras acciones y actitudes, para que al compartirlas tengan la fuerza de vida de la Palabra de Dios. El Señor le dijo a la Iglesia en Filadelfia que El, quien tenía la llave de David, les había abierto una puerta. Lo que El abre nadie puede cerrar; lo que El cierra nadie puede abrir (Apocalipsis 3:7), lo cual se refiere a la autoridad concedida únicamente a través de una identificación con el Señor. Puesto que los creyentes en Filadelfia tenían una relación de mutuo amor con el Señor y su iglesia, El mismo les abrió esta puerta y con mucho ánimo atravesaron su umbral hacia una identificación más profunda con el Señor. La Iglesia en Sardis tenía la doctrina correcta, mas la experiencia incorrecta y por lo tanto el Señor les dijo que estaban “muertos.” Vivían satisfechos y se sentían orgullosos de sus creencias religiosas, en lugar de expresar en sus vidas diarias la realidad de sus creencias. “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos…pero el que guarda Su Palabra, en este 3 verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos con El.” 1 Juan 2:3-5 Las decisiones que tomamos, por insignificantes que nos parezcan, tienen mucho que ver con el cambio interno que se obra en nosotros. Al buscar parqueadero en un garage público, otro auto llegó a “mi espacio” al mismo tiempo. Pude haber acelerado mi auto para tomar la delantera, mas decidí no hacerlo y cederles mi lugar, evitando así que el corazón se me endureciera. Cuando les señalé que podían usar el espacio, qué sorpresa me llevé al ver que continuaron su camino! Se me hubiera podido endurecer el corazón sin razón alguna! “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” 1 Juan 3:18 Quizás no nos demos cuenta, pero cada vez que tomamos una decision, bien se produce en nosotros un endurecimiento o desarrollamos una sensibilidad mayor en nuestro espíritu hacia el Señor. A medida que nos esforzamos por conocer y guardar Sus mandamientos, hay una transformación interna que comienza y continúa hasta convertirnos en piedras vivas, miembros de la Iglesia que nuestro Señor tanto desea, no tan solo en nombre, sino la Iglesia cuya puerta El ha abierto. “Sabemos que hemos pasado de muerte a vida en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano permanece en muerte.” 1 Juan 3:14 Pablo dijo, “…Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo...llegando a ser semejante a El en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.” (Filipenses 3:8,10-11) Verdaderamente me doy cuenta que con el transcurrir del tiempo las dificultades parecen desvanecerse a la luz del trabajo interno de Dios hace en mi vida. A medida que decido practicar la misericordia, la verdad, y el amor, mi corazón permanece tierno ante el Señor, permitiéndole cambiarme a medida que me eleva a sus propósitos superiores. Pablo nos menciona esta prioridad en su vida, y su anhelo de ser transformado internamente. Luego continúa, “si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.” La traducción Griega nos da a entender que Pablo deseaba experimentar la “resurrección de entre los vivos que estaban muertos” Pablo agregó, “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos...” (Filipenses 3:14-15) 4 Pablo buscaba ir más allá de su experiencia actual. Al igual que Pablo, debemos permanecer con el corazón abierto, deseando todo lo que Dios nos tiene reservado al atraernos para lograr una comunión más intima con El, elevándonos para participar más plenamente en Sus actuales propósitos. De esta manera tendremos la certeza de “algo más”, si no nos contentamos con una doctrina, mas buscamos la realidad de estas verdades en nuestro diario vivir!