Formar en la disciplina

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Cartilla N°° 250
Noviembre de 2006
Formar en la disciplina
“Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso es el camino que
conduce a la ruina, y son muchos los pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y qué
escabroso el camino que conduce a la salvación! Y qué pocos son los que lo encuentran”.
(Mt 7,13-14)
P. Ricardo E. Facci
La formación de un hombre y de una mujer, es una muy grande tarea que exige mucha
precisión como en la fabricación de una computadora, salvando la diferencia y el valor de la
responsabilidad. Es importante que no falte ninguna pieza, que todas estén lo suficientemente
coordinadas. Si queremos formar, en los hijos, mujeres y varones que sean sólidos, virtuosos,
con capacidad para formar familia, responder a las exigencias del trabajo y la profesión, para
ser agentes constructores de una sociedad humana, justa y solidaria, cristianos que opten por
la puerta estrecha, con anticuerpos contra la mediocridad, es sumamente importante realizar
todo lo necesario para lograr una formación integral que corresponde a una mujer y a un
varón que quieren lograr una personalidad madura en lo humano, espiritual, intelectual y
apostólico.
Uno de los elementos necesarios para una sólida educación es la exigencia, la
disciplina. No debe confundirse con rigidez. Cristo es muy exigente, pero no es rígido. Rígido
indica inflexible, algo que no se adapta a la realidad. Cristo se adaptaba a la realidad.
Presentaba un evangelio exigente, pero comprendía la falla, la caída, la debilidad y el pecado.
Es importante la exigencia. Vivimos en una sociedad que tiende a que se mermen las
exigencias. Se busca que las leyes y la Iglesia sea menos exigente, que se “adapte” a los
nuevos modos de vivir el pecado de la sociedad actual. Jesús no recorta ni merma el
evangelio, por ejemplo, ante el pecado de Pedro (negación), le pregunta, ¿me amas más que
estos?, expone el ideal bien alto.
La exigencia de Cristo está llena de motivación, de cariño, de ternura, de búsqueda
sincera del bien del otro. Tapar la falla del otro no es amarle, permitir que cada uno haga lo
que quiera no es amarlo.
Hay que proponerse en la formación el ideal de vida humano y, como cristianos,
evangélico. Con exigencia, pero sin rigidez, porque ésta no tiene en cuenta cada realidad,
cada persona.
La disciplina no debe ser impuesta exteriormente. Por sobre todo, debe ser una
disciplina motivada por el amor, llena de sentido de criterios de eternidad, de
sobrenaturalidad y también debe ser un medio para ser eficientes y eficaces ante los
diferentes desafíos de la vida.
Una persona que desea tener una formación sólida, en el aspecto humano e intelectual,
necesariamente debe tallar en sí mismo disciplina.
La disciplina no se impone, pero debe ser motivada para llegar a ser fruto de una
autoconvicción. Cuando la disciplina es solamente externa, dura mientras está la estructura: el
policía, el guardián, el padre, el jefe.
La mujer y el varón se construyen desde dentro, desde su voluntad, libertad e
inteligencia. La disciplina debe ser guiada por la fe, el amor, la libertad y la razón.
También hay que saber que la disciplina no es un fin en sí mismo. Está al servicio. Un
estudiante debe saber que no podrá estudiar sistemáticamente una determinada ciencia sino
tiene disciplina mental y metodológica. Así el que quiere aprender un arte, enrolarse en las
filas del ejército, quien quiere llevar adelante una empresa determinada. Ningún apóstol verá
frutos si su tarea no la hace con disciplina.
El cristiano necesita de una disciplina para orar, para ser virtuoso. Los miembros de
Hogares Nuevos necesitan disciplina para generar comunidades. Muchos no se integran o se
cansan de las comunidades por falta de disciplina. Llegan tarde a las reuniones, luego se van
por las ramas en el diálogo de las cartillas, o generan reuniones interminables. Sin disciplina
nadie logra nada. Muchos dicen la gran mentira de “no tengo tiempo”, lo que no tienen es
disciplina, capacidad de opciones, capacidad de trabajo.
Hoy está de moda someterse a una dura disciplina para mantener la línea de la figura
corporal, para adelgazar o para restablecerse en la salud, pero no se entiende la disciplina que
exige el evangelio. Jesús fue muy claro, le exige a sus discípulos que se esfuercen por entrar
por la puerta estrecha (Cf. Mt 7,13-14). San Pablo usa la imagen del atleta que se prepara
para ganar una carrera y así ganar una corona corruptible, por lo tanto, si se desea una corona
imperecedera, se deberá esforzarse más que los que compiten para obtener un premio
perecedero (1Cor 9,24-27).
No tiene ningún sentido la disciplina por la disciplina misma, pero hay que saber que
el hombre, herido por el pecado original, está inclinado al mal. Lo de San Pablo “hago lo que
no quiero hacer, y dejo de hacer lo que quiero” (Rom 7,18). Todos llevamos dentro la lucha
contra las propias pasiones. La disciplina motivada por el amor a Dios, nos ayuda a vencer en
esta lucha. Una disciplina sostenida por el amor, y con una visión de eternidad da como
resultado hombres libres y maduros; no mujeres y varones acomplejados o disminuidos en
sus facultades o en su realización personal.
La educación de los hijos debe conducir a respirar libertad, ecuanimidad,
magnanimidad y dominio de sí. La disciplina, vivida por amor y en un contexto de equilibrio
personal y familiar, no esclaviza, sino libera.
Oración
Señor Jesús,
te pedimos que nos ayudes a formar a nuestros hijos en la disciplina
del amor, de la exigencia,
apuntando a generar hombres y mujeres
que respondan a toda la potencialidad que poseen,
y a la misión que Tú le has encomendado.
Ayúdanos a descubrir que la exigencia
es fruto de un corazón que ama,
que anhela lo mejor para el otro, para el hijo.
Queremos que nuestros hijos puedan dar lo mejor de sí.
Danos la gracia de aportar lo mejor de nuestro ser padres. Amén.
Trabajo Alianza
1. ¿En casa existe disciplina? ¿Educamos a nuestros hijos en la disciplina?
2. ¿En qué aspectos debemos mejorar para educar en una disciplina cristiana a nuestros hijos?
Trabajo Bastón
1. ¿Cuáles son las causas que hacen que falte disciplina en la sociedad actual?
2. ¿Por qué cuesta entender que la vida cristiana necesita de una disciplina de vida para alcanzar la corona
de la vida?
3. ¿Se entiende la importancia del dominio de sí mismo?
4. ¿Descubrimos la diferencia entre disciplina, rigidez y exigencia?
5. ¿Cómo podemos ser más exigentes con las nuevas generaciones para ayudarles a crecer en el ser
humano y cristiano?
ROMA – Septiembre de 2007
Para el viaje a Roma conectarse con Rosana y José Costa:
[email protected];
03546-421130 / 420572; 051-155577775
(Cupos: 78 matrimonios y 25 jóvenes)
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